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Lo que Haga Falta por jotaceh

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Notas del capitulo:

Halló!

Góðan daginn!!

Gott kvöld!

 

Góða nótt!

Hola... buenos días, buenas tardes o buenas noches.... dependiendo a qué hora estes leyendo =)

 

Espero que estén muy bien y que disfruten de este capítulo....

Muchas gracias por leer Lo que haga falta.... =) se los agradezco de todo corazón=)

CAPITULO XXV: Venganza.

 

-¿Cómo podré pagarte por todo lo que has hecho por mí estos últimos días?- Jaime conversa con Camilo mientras ingiere una contundente sopa, recostado sobre una cama blanda y limpia. Desde que aquel hombre lo encontró moribundo en el parque, no ha dejado de recibir su generosidad. Tras echarlo de su hogar, la madre de Jaime no quiso hacerse cargo de él, por lo que amablemente Leighton lo acomodó en su modesto departamento y es ahí donde se ha esmerado en atenderlo como si se tratase de un amado familiar. –Pensaba que en el mundo ya no existían ángeles capaces de sacrificarse con tal de ayudar a su prójimo, personas como tú ya no abundan…- Son una de las cuentas frases que el joven pronuncia día tras día para demostrarle a su salvador que está inmensamente agradecido. Camilo sólo atina a ruborizarse y observar aquel rostro, el cual no ha podido deshacer de su mente. Sus ojos negros, aquellas facciones tan varoniles y su voz gruesa, todo de él le atrae. Sintiendo cómo la sangre abandona su cerebro, decide acercarse al enfermo como nunca antes lo había hecho, mirándolo detenidamente a los ojos y sin siquiera percatarse, toma su mano, para acariciarla suavemente. Cualquier persona en este mundo se daría cuenta de sus intenciones, y no ocurre distinto con Jaime, mas no puede alejarse de aquel hombre que no despierta en él nada más que gratitud, no podría hacerle un desaire tal a quien tanto le ha dado. Por su mente pasan mil ideas, pero tan sólo una logra importancia, pagará su deuda con Camilo de la forma que sea necesaria.

 

Mira detenidamente hacia aquel punto muerto, el cual nadie percibe y que para él es la entrada a sus divagaciones. Antonio se encuentra tendido en la misma cama donde Guillermo durmió por años. Su pieza no ha sido tocada, permanece tal cual cómo él la dejó el día en que decidió marcharse sin siquiera despedirse. ¿Dónde estará? ¿Se acordará de él o simplemente ya lo reemplazó? Son muchas las preguntas que invaden la cabeza de Palmer, pero todas son destruidas por aquello que lo ha aterrado estos últimos días, su madre. La conoce perfectamente, y sabe que no descansará hasta verlo pagar por su traición. Así ha determinado doblar la vigilancia en la mansión y salir lo justo y necesario a la ciudad, no quiere poner en riesgo su vida, ni la de su hijo. Pasa horas recostado en aquella cama, el único lugar donde logra tranquilizarse. El recuerdo de su amado en las pertenencias que ahí se guardan, logra tranquilizar su atormentado corazón.

 

La puerta se abre tras unos pequeños golpecitos, inmediatamente después Javier ingresa a aquel lúgubre lugar, en donde sus preciosos ojos celestes se posan sobre lo único en aquella mansión que le importa. -¿Puedo entrar? He traído un pastel para alegrar tu día, ¿puedo hacerte compañía? ¿O me echarás nuevamente como lo has hecho todos estos días?...- El hombre camina lentamente hacia el joven, tratando de suavizar su voz y ser lo más amable posible. Desde que supo de la detención de Estela, ha tratado sin cesar de consolarlo, aunque hasta ahora no ha podido lograrlo, las negativas de Antonio las escucha a diario. –No quiero hablar con nadie… por favor vete y no me sigas incomodando…- La voz del muchacho casi es inaudible y ni siquiera levanta su cabeza de la almohada para dirigirse a Javier. Habiendo intentado sacar toda la amabilidad que su alma puede generar, el hombre decide ocupar una táctica nueva y casi de forma bestial, toma a Palmer por la muñeca y lo levanta bruscamente, teniendo por fin frente a frente aquellos grandes ojos pardos. –Me cansé de tus negaciones… Estuve una hora en la repostería pensando qué pastel podría gustarte y no me lo comeré nuevamente solo, así que ahora secarás esas lágrimas, bajarás y tomaremos juntos el té… ¿Entendido?…- Antonio queda perplejo al ver aquella faceta de Javier, especialmente por la fuerza que tiene, jamás pensó que debajo de aquel traje pudiera haber un cuerpo con la potencia capaz de levantarlo tan sólo en un esfuerzo. Sin siquiera pronunciar una palabra, decide hacer exactamente lo que se le ha pedido, y llevando sus manos a su rostro trata de borrar toda evidencia de la tristeza que poco a poco marchita su alma.

 

Ambos se dirigen a la planta baja de la mansión, específicamente a una pequeña habitación ubicada estratégicamente entre la sala de estar y la cocina. En ella se encuentran pinturas preciosas sobre el campo, las montañas y millares de paisajes coloreados delicadamente por un solo pintor, el padre de Antonio. Adicto a la belleza y a la perfección, estuvo dedicado años a decorar ese cuarto en especial, donde su madre, abuela paterna del muchacho, tomaba diariamente el té. Esta es la historia que Palmer le cuenta a su visita mientras bajan las escaleras, pero interrumpe abruptamente su relato cuando intenta recordar cuál ha sido la razón por la cual su padre nunca logró terminar aquella tarea. –Bueno, dicen que no es bueno recordar mucho a los muertos, así nunca descansarán en paz…- Es lo último que pronuncia antes de entrar a aquella habitación. Intenta sentarse en una de las cuatro blancas sillas que se encuentran alrededor de una pequeña mesa del mismo color, decorada sólo con un delicado mantel celeste, pero antes de lograr su cometido, observa como Javier se le adelante y recoge la silla para que pueda sentarse, como cualquier caballero haría con una dama. Antes de tomar asiento, Antonio lo observa algo impresionado, nunca antes alguien había tenido un gesto tan amable, intenta recordar si alguna vez Guillermo o incluso Jaime pudieran haber hecho algo similar, pero no logra encontrar respuesta.

 

Minutos después ingresa Regina cargando una bandeja de plata, en la cual lleva las tasas de porcelana y la pequeña tetera que contiene la infusión. Todo es muy lento y la anciana intenta que así sea. Años sirviendo a la familia Palmer le han entregado un protocolo severo a la hora de tomar el té, y es que la madre de Horacio era una ferviente defensora de sus antiguas costumbres en Inglaterra, la cual tuvo que dejar sin muchas ganas tras la segunda guerra mundial, refugiándose en el último rincón del mundo, donde tuvo a sus hijos y donde ahora descansa para la eternidad. Esta es otra de las historias que Antonio intenta contarle a Javier mientras esperan que Regina termine. Quizás ocupa las vivencias de sus familiares para evadir una conversación sobre su estado anímico, o sobre las últimas noticias sobre el proceso judicial de su madre. –Tú familia es muy refinada, de eso me di cuenta tan sólo al entrar en esta casa… y sin ir más lejos, tus modales siempre me lo han  confirmado…- Casi intuyendo que el muchacho intenta huir aunque sea un par de minutos de su realidad, Javier sigue con aquella conversación banal, aunque no pasa mucho tiempo para que un silencio sepulcral comience a separarlos lentamente.

 

-Bueno… quizás no sea el mejor momento para hablar de trabajo, pero quería decirte lo brillante que eres. El corredor de la bolsa de comercio me felicitó por las decisiones que hemos tomado, todas las inversiones que me nombraste han prosperado y creo que ya hasta has triplicado el capital inicial… Créeme que ese talento que tú tienes, no se consigue ni con años de experiencia… Deberías desarrollarlo más…- Como toda su vida se ha dedicado al estudio  y al trabajo, no tiene otro tema de conversación que no sea inversiones y dinero. Por un momento se siente algo patético, hasta que logra ver la sonrisa más hermosa que sus ojos hayan podido captar. -… Vale, tomaré aquello como un cumplido… Si no fueras tan guapo creo que serías el típico nerd que contrataba mi tío en la empresa…- Lo que comenzó como una sonrisa, termina siendo carcajadas, las primeras que la boca de Antonio produce en tanto tiempo. -¿Tan guapo? Nunca imaginé que me encontraras atractivo, ¿qué? ¿Ahora me dirás que te gusto?...- Javier intenta seguir con aquel juego de las bromas, intentando enfadar al muchacho, a quien ahora lo observa sonrojarse y buscar en su mente argumentos con los cuales defenderse. – No, no me gustas… Con permiso, creo que será mejor dejar esto hasta aquí, perdí todo apetito…- Sintiéndose avergonzado y quizás, hasta estúpido, Antonio decide levantarse bruscamente y marcharse del lugar, apenando mucho a Javier, quien se siente culpable de acabar con un momento tan agradable. –Lo siento, lo siento… No era mi intención molestarte, sólo quería animarte un poco… Me partes el corazón cada vez que te veo tan triste, sólo quiero ayudarte…No te vayas, por favor…- Agarrando el brazo de Palmer delicadamente para que no se marche, Javier intenta disculparse demostrando en su atractivo rostro una ternura que pocas veces muestra por alguien. Antonio al observar aquella llama refulgente en sus ojos, queda petrificado observándolo como si la vida se le fuese en ello. Se preocupa por él, tan tiernamente como nunca nadie lo había hecho antes, realmente aquel hombre logra en él algo que Guillermo jamás intentó.

 

Con las manos apresadas, Estela camina lentamente escoltada por dos policías, quienes sin mayor delicadeza, la dejan en una celda oscura y húmeda, pero lo suficientemente alejada del resto de las internas. Obviamente, los contactos de la mujer le han permitido tener un trato preferente durante estos días donde se han realizado los procesos en los tribunales de justicia. Mirando con asco todo el lugar, Estela decide buscar debajo de unas frazadas viejas y encuentra lo que ella misma había solicitado, un teléfono celular. Sin pensarlo dos veces lo utiliza para contactarse con aquel que puede lograr lo que ella tanto anhela. –Sabes perfectamente que si yo caigo, tú lo harás conmigo… No te conviene tenerme de enemiga, imbécil… Mañana tendré que ir nuevamente a los tribunales y me trasladarán desde la cárcel, es el momento perfecto para que logres sacarme de aquí. Si mañana mismo no estoy en libertad, tú serás el próximo en caer, ¿me entiendes?...- Con el tono más fuerte que su potente voz logra producir, la mujer le deja en claro a su contacto que ella puede hundirlo tan solo con abrir la boca y contar todos los favores que ilegalmente él realizó. –Quizás mañana no pueda, es muy pronto… Irás otros días más a tribunales, tu proceso será largo… dame un poco más de tiempo…- Se escucha al otro lado del teléfono, pero estas palabras sólo logran que Estela se enfurezca de sobremanera. –Tiene que ser mañana… no acepto otro día… tengo que entregarle mi regalo de cumpleaños a alguien muy importante…-

 

Y sigue sorprendiéndose con la belleza de Antonio, Javier lo observa dándole de comer al pequeño Daniel, quien cada día es más grande y rebosante de vida. No puede dejar de ver cuán brillante son los ojos de Palmer tan sólo al ver a su hijo, como sus delicadas manos acarician la cabecita del bebé y lo paciente que es con él. Podría pasar horas observando aquella hermosa postal. –Ahora entiendo por qué has hecho todo esto… Se nota mucho cuánto amas a tu hijo… Daniel tiene suerte de tener un padre como tú que lo proteja tan fervientemente…- Nuevamente sus palabras logran conectarlo con el muchacho, quien ya se ha olvidado del accidente en la sala del té. –Si algo le sucediese… yo… me muero…- Los ojos de Antonio se llenan de lágrimas tan sólo al imaginar el sufrimiento de aquel inocente, y Javier al ver la tristeza de sus ojos, intenta desviar la conversación. –Si mal no lo recuerdo, mañana es tu cumpleaños ¿no? Entonces dime, ¿qué quieres que te regale?...- pero no recibe respuesta, el muchacho entra en una especie de transe, sin poder ver ni escuchar lo que sucede a su alrededor. Está a punto de cumplir veintiún años y no puede dejar de pensar todo lo que ha sucedido luego de su última celebración. Cuantas persona ya no están en este mundo, cuantas cosas ha hecho y de las cuales se ha arrepentido, y cuan diferente es su vida, la cual si no fuese por el pequeño Daniel, no tendría sentido. –No tengo ánimos para celebrar nada, sólo haré como si fuese un día ordinario…- Responde Antonio tras salir del trance, pero es interrumpido inmediatamente por Javier, quien alegremente lo toma por los hombros y hablándole casi al oído le comenta. –Claro que no, yo como tu mano derecha no permitiré que te quedes en tu casa… Justamente mañana se inaugura una exposición de un buen amigo mío, como hablaste con tanta añoranza sobre los cuadros de tu padre, he de suponer que te gustará asistir… Te aclaro, que no aceptaré un no como respuesta…- La bella sonrisa de Javier unido al infantil brillo de sus ojos celestes terminan por convencer a Antonio, quizás sea buena idea despejarse un poco.

 

La luna está en lo alto del firmamento, acompañada del brillo incondicional de las estrellas y el frío que impera en la siempre despierta ciudad. Antonio intenta dormir cuando su celular comienza a sonar. Impresionado se da cuenta que se trata de Francisco, quien desesperado llama desde una comisaría. –No sé cómo ha sucedido, pero la policía me ha descubierto y ahora estoy encerrado en este chiquero… Tú me prometiste que me sacarías del país, ahora cumple con tu palabra…- El hombre suena desesperado y llegando al límite de sus cabales, es rudo, pero tiene miedo a lo que puede sucederle dentro de la cárcel. –Estos últimos días han sido muy difíciles para mí, no me siento bien y creo no poder ayudarte… Créeme que no es mi intención encarcelarte, pero no puedo hacer nada más…- La tranquila voz del muchacho le caen como un balde de agua fría a Francisco, quien colérico le responde. –Fuiste tú quien llamo a la policía y le dijo sobre mi paradero, claro… como fui tan imbécil de creerle a un pendejo como tú… Estela jamás se hubiese comportado de esta forma, ni siquiera le llegas a los talones… ¡Malnacido! Me las pagarás, le contaré a todo el mundo lo que has hecho… estoy seguro que le has robado dinero a la compañía… Nos veremos muy pronto en la cárcel pendejo, y ahí te haré pagar…- Antonio escucha como la gruesa voz del hombre pronuncia sin descanso insultos y amenazas en su contra, pero nada de esto logra descontrolarlo. – No, no soy igual a mi madre y creo que deberías haberlo sabido antes… No iba a permitir que un asesino como tú saliera impune… ¿Y qué si fui yo quien te delató? ¿Piensas que lograrás incriminarme en algo?... ¿Acaso tienes pruebas? Será tu palabra contra la mía, y créeme que mi imagen de niño bueno los terminará convenciendo… Sólo he tratado de hacer justicia, nada más que eso, querido… Ya es muy tarde y deberías saber que no es de buena educación llamar a estas horas… Espero que disfrutes tu estancia en la cárcel y míralo desde el lado amable, es la mejor forma que tienes de pagarme el asco de tuve que sufrir al encamarme contigo… ¡Besos!…- y sin siquiera esperar respuesta, Antonio termina con la llamada. Todo lo que Francisco mencionó es verdad y él no cumplió con su palabra, pero no podía hacer otra cosa con semejante asesino. Su vida es un caos, y no se preocupará por pequeñeces como lo es aquel hombre en su vida.

 

Un nuevo día comienza, el cielo se encuentra nublado y nuevamente el frío se hace presente en la gran ciudad. Antonio se encuentra debajo de un incesante flujo de agua caliente, sintiendo como cada poro de su piel se inunda con aquel vendaval y como su mente se libera de todas las preocupaciones que no lo han dejado tranquilo últimamente. Mientras sus manos acarician su piel, siente vivo el recuerdo de Guillermo besándole y descubriendo la belleza de su cuerpo, y como la respiración entrecortada del muchacho golpeaba suavemente su cuello. No hay día que no lo recuerde, su mente no permitirá que se deshaga de él tan fácilmente, pero hoy ocurre algo diferente, otro hombre ingresa en sus recuerdos. Javier provoca en él algo distinto, sus ojos se colman de ternura ante su presencia y su preocupación le hacen sentir importante, le recuerdan que todavía puede existir en su vida felicidad. Quizás aquel hombre no esté enamorado, tal vez sólo lo mira como a su hermano pequeño, pero si fuese así, tan sólo ese calor familiar le permite sonreír una vez más. Termina de bañarse, delicadamente se viste y prepara su piel y cabello para la cita que este mediodía tiene con Javier.

 

Una camioneta negra transita peligrosamente por una avenida altamente concurrida. En su interior se encuentran cinco hombres que demuestran en su semblante la determinación y el coraje para realizar la tarea que sea necesaria con tal de conseguir dinero. Tras unos cuantos minutos se encuentran con otra camioneta, pero esta es diferente, pertenece a la policía. Sin temerle, la adelantan y bruscamente frenan delante de aquella máquina, impresionando a todos sus ocupantes. Con armas en mano se bajan e intimidan a los oficiales de policía, los que intentan desocupar el vehículo sin dar mayores problemas. Ambos son tendidos sobre la fría calzada y apuntando justo en dirección a su cabeza, uno de los delincuentes los vigila. Su rostro se llena de ira al tener delante de él a aquellas personas que en más de una oportunidad han desbaratado sus planes. –No se te ocurra matarlos, sólo venimos por la señora…- El que aparenta ser el líder de la banda le grita a aquel hombre al darse cuenta de sus intenciones, no quiere crear una conmoción mayor a la que ya han formulado. Con las llaves robadas de los oficiales, logran abrir las puertas traseras de la camioneta, en donde se encontraba Estela. La mujer baja del vehículo cansada por la tardanza y bufando a quienes sólo la han rescatado. Sin mayores objeciones se hace de un arma y caminando con paso firme llega delante de los policías, a quienes sin decir palabra alguna los asesina de dos certeros disparos en la cabeza. –No sean débiles, ellos no lo pensarían dos veces en terminar con las vidas de un grupo de muertos de hambre como ustedes… Ahora sáquenme de aquí…- Los cinco rufianes se miran entre si perplejos, nunca antes se habían topado con una mujer tan decidida y fría a la hora de actuar, por lo que no lo piensan dos veces antes de subir corriendo al coche y cumplir con sus peticiones. –No, no quiero ir al refugio todavía… antes, debo hacer una visita… Conduce, yo te guío hasta ese lugar…- Estela habla con el conductor, decidida a cumplir la promesa que le hizo a su hijo, determinada a vengar su traición.

 

Los cuadros son hermosos y la galería es lo suficientemente amplia para albergar aquella cantidad tan grande de personas interesadas en la exposición. Antonio observa detenidamente cada una de las pinturas, maravillándose con sus detalles y sus colores. Javier no pronuncia ninguna palabra, sólo deja que el muchacho se deleite con aquellas obras de arte, él simplemente está extasiado al verlo emocionarse delante de un cuadro. –Ha sido el mejor día que he tenido en mucho tiempo… Te lo agradezco mucho…- La sonrisa de Palmer agradeciéndole mientras se marchan del lugar, son el mejor regalo que Javier pudiera recibir como recompensa. – ¿Pero usted cree que se ha acabado su fiesta de cumpleaños?... Todavía tiene que comer conmigo…- Cortésmente el hombre abre la puerta de su elegante vehículo para que Antonio ingrese y en ese preciso momento le señala que la dirección que tomarán ahora no es su casa, sino que un restaurante. -¿Por qué eres tan bueno conmigo?... Por más que lo pienso, no puedo llegar a una conclusión certera. Soy yo quien te ha guiado por un camino del cual jamás podrás salir… Si algún día nos llegan a descubrir, iremos directamente a la cárcel por estafa y aun así te preocupas por alegrar mi día… Creo que si sigues así, te terminarás convirtiendo en mi ángel de la guarda…- Javier escucha estas palabras como la forma que tiene aquel muchacho de agradecerle y cuando está a punto de responder su pregunta, sucede algo inesperado. El volumen de la radio ha estado todo este momento bajo, aunque no interfería en la conversación ya que sólo eran transmitidas canciones, pero de la nada aparece la voz de un periodista, quien informa la noticia de último momento. –Hace pocos minutos la acusada por las muertes de Horacio Palmer y Fernán Marconi, la señora Estela Edwards, ha escapado gracias al actuar de una banda, siendo asesinados en el procesos los dos policías que la transportaban hasta los tribunales de justicia…- Antonio al escuchar esto siente como su corazón se detiene de golpe y un fuerte nudo en la garganta le impide hablar con claridad a su acompañante. El miedo se ha apoderado de su ser y como puede logra suplicarle a Javier que conduzca rápido, tiene que llegar lo antes posible a la mansión, de lo contrario, puede ser muy tarde.

 

Se baja rápidamente del automóvil de Javier y corriendo desesperadamente ingresa a la mansión, llamando a gritos a Regina. Casi sin aliento le pregunta por la seguridad de la casa, y si ha visto a Daniel en todo este momento. La anciana le responde tranquila que lo ha dejado durmiendo hace un par de horas y hasta el momento no ha escuchado llantos en la habitación a través del parlante para bebés. Sin confiar mucho en las capacidades de la sirvienta, sube las escaleras raudamente, y entra a la pieza de su hijo con desesperación.

 

-¡Daniel!... ¡Daniel!.... ¡Hijo mío!…- Son los gritos desenfrenados que Javier y Regina escuchan al ingresar a la pieza del bebé. Antonio se ha encontrado con la pieza vacía, sin ningún rastro de su amado hijo y ahora sintiendo el dolor en su pecho, grita su nombre. El hombre ahí presente lo abraza fuertemente, tratando de consolarlo, pero nada en este mundo podría apaciguar el gran dolor que lo invade. Si tan solo no hubiese salido a la exposición, si tan solo no lo hubiese dejado en la casa, ahora él estaría sano y salvo. Dentro de su desesperación escucha el timbre de su celular y sin esperar lo contesta. –¡¡Cumpleaños Feliz, te deseamos a ti!!… Espero que cumplas muchos más hijo mío y que te haya gustado el regalo que acabo de darte… Esta es mi forma de demostrarte cuanto te sigo amando, hijo mío…- La voz de Estela se escucha fuerte, especialmente al cantarle. Cada vello en el cuerpo de Antonio se eriza al darse cuenta que sus sospechas eran ciertas y la desequilibrada de su madre ha raptado a su hijo. No tiene fuerzas para responderle, solo para sentir como tanto dolor comienza a inundar su rostro de lágrimas. Tanto Regina como Javier lo abrazan tendido en el suelo, pero aunque todo el mundo se dedicara a entregarle su afecto, aun así no podría recuperarse. Su amado hijo está en peligro y él no puede salvarle.

 

Notas finales:

Y en islandés esTakk!

Muchas gracias por leer, espero muy pronto subirles el próximo capítulo!!

 

Suerte en todo lo que hagan y muchas felicidades por todo lo que han logrado =)

 

Bless!!! Adios!!! =)

 


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