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Matando la soledad por Eza-chan

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Notas del capitulo:

X-Men no es mío, nunca fue mío y nunca lo será *Llorar, llorar*

-Crees que debería dejar que Magda hable con Wanda y Pietro- Charles pausó la película que veían y apagó la televisión.

-¿Por qué te cuestionas ahora?, tú… le permitiste estar con ellos porque confías en ella y el que ahora Wanda recuerde no hace a Magda más culpable de lo que ya era antes-

-Pero ahora Wanda recuerda y…-

-Entonces no es a mí a quién deberías preguntar, es a Wanda-

-Yo solo quiero que no los lastime otra vez. Preferiría solo no volver a permitir que les hable- Charles tomó su mano apretándola entre la suya.

-Pero ella es su madre y ellos la aman. Además, si les quitas a su madre, algún día Wanda crecerá y tal vez se moleste contigo o tal vez te agradezca, quien sabe, pero lo que sí sé es que aunque sólo tiene 5 años debe ser capaz de tomar sus propias decisiones-

-Es una niña Charles-

-Ella es la que fue ofendida por su madre, ella es la que debe decidir si la perdona o no- Erik suspiró.

Wanda terminó de comer y lo miró.

-¡Mira lo que aprendía hacer papi!- El apartó su plato y vio como Wanda ponía toda su atención en el salero. Lo siguiente que Erik veía era la mesa elevada casi hasta el techo.

Charles le tomaba a su taza de té mientras observaba la mesa y Pietro reía mientras aplaudía efusivamente.

-Esto es… ¡Genial, cariño!- Wanda vio al suelo. Y la mesa cayó haciendo un gran estruendo.

-Se suponía que solo volara el de la sal- Erik sonrió.

-Pero la mesa solo voló cuando tú lo quisiste, ¿verdad?- Explicó Charles y la sonrisa de Wanda comenzó a aumentar su tamaño.

-Sí, ¡Sí, mis súper-poderes no salieron solo!-

-Y tú hiciste que la mesa bajara-

-¡Sí!- Su hija lucía muy feliz. Y Erik no quería tener que hacer esta pregunta, quería que tanto Wanda como Pietro estuvieran felices pero… -Papi, quiero ver a mami-

-¿Qué?-

-Tengo que decirle a mami que ya no debe tenerme miedo, porque estoy aprendiendendo a usar mis súper-poderes-

-¿Cuándo vamos a ir al departeto de mamá?- Agregó Pietro y él se giró a mirar a Charles.

Suspiró.

-Tengo que hablar contigo- Magda se preocupó, abrir la puerta y ver a su ex esposo cuando no se suponía que le tocaba ver a Wanda y Pietro era lo suficientemente malo, pero acompañado de esas palabras.

-De-De acuerdo- Exclamó e hizo espacio para que el hombre entrara a la casa, indicándole que se sentara en el sillón de la sala, pero como todo el tiempo, Erik solo se quedó de pie observándola. -¿De qué quieres hablar?- Erik parecía molesto.

-Wanda tuvo una pesadilla, sólo que no era una pesadilla. Era un recuerdo. Wanda recordó cuando su mutación se salió de control y tú…- Eso había sido suficiente.

-Oh…- Se sentía tan avergonzada, era una horrible madre. Siempre pensó que el instinto de una madre debía decirte cómo actuar y qué decir en situaciones determinadas, pensó que era como un toque mágico que toda mujer tenía. Ella nunca lo desarrolló.

-Su mutación se salió de control después de la pesadilla y creyó que… era un monstruo y que algo mal había en ella- Si Erik comenzaba a gritar no lo detendría.

-Tú…-

-Quiero que me digas que vas a hacer- La interrumpió cortantemente.

-¿Hacer?-

-Con Charles, vamos a ayudarla a que aprenda a controlar su mutación. Eso es lo que haces con una mutación aprendes a controlarla. Quiero saber qué vas a hacer tú-

Todo era más claro ahora, Erik estaba preguntando qué papel quería tomar ella. Apoyar a su hija en su camino para prender a controlar su mutación o iba a seguir siendo el ancla que trataba de hundir a sus hijos.

-Tú…- Comenzó. – ¿Debería alejarme?- Era la que le parecía la mejor opción, ya antes lo había pensado porque… porque…

-¿Qué?- Contestó Charles y ella sintió como si aquella palabra fuera un golpe. El rostro de Erik se descompuso un poco.

-Tal vez y sería mejor para ellos si yo…

-No… es…- Bufó Erik y Magda deseo que eso pudiera ayudarlo a sentirse mejor. -¡Mierda Magda!, ¿¡Estás hablando en serio!? ¿Esto es… qué crees que es?, ¿Crees que son juguetes? “Ya me aburrí ahora voy a… ¡Desecharlos!”, ¿¡Qué mierda…!?-

-¡Soy un fracaso!- Gritó y esto sí que desconcertó a su ex esposo.

-¿Qué?- Desearía que Erik dejara de decir eso.

-Erik, ¡Mira lo que hice!... Wanda no es un monstruo y ser un mutante… ellos no deben pensar que ser un mutante es malo y yo hice que pensaran todo eso yo… es sólo que… Los amo y no deseo volver a dañarlos, jamás lo haría pero… soy un fracaso y no puedo evitar pensar en que podría volver a hacerlo y a veces solo pienso que lo mejor es que no estuviera cerca- Erik la miró como si sus pensamientos estuvieran muy lejos de ahí, como si se hubiera perdido en recuerdos lejanos. Ella decidió continuar. -El otro día… vi a Charles con Wanda y Pietro en el supermercado- Erik frunció el ceño.

-¿Esta eres tú quejándote de Charles, otra vez?- Dijo con voz golpeada y entrecerrando los ojos. Parecía que en cualquier momento saldría por esa puerta y la alejaría de la vida de sus hijos para siempre.

No quería eso, pero no podía evitar pensar si sería para mejor.

Era inútil hasta para alejarse por ella misma, esperando que Erik tomara la decisión por ella.

-Lo he hecho, ¿cierto?- Magda suspiró. - Me gustaba decirme que Charles era un idiota. Me hacia las cosas más fáciles- Susurró. -Pero Charles es… increíble. El otro día vi a Charles con Wanda y Pietro en el supermercado. Pietro hizo un berrinche porque Charles le dijo que no le compraría un juguete- Erik parecía conocer la historia, claro que debía conocer la historia. Charles y él parecían una de esas parejas que se cuentan todo. Como ella y Erik una vez fueron. –Entonces Pietro corrió y tiró una pirámide de latas- Magda volvió a suspirar.  –Charles actuó de forma tan… natural, regaño a Pietro, pero también le dio consuelo y nunca se olvidó de Wanda- Magda convirtió sus labios en una línea.- Pensé en la forma en que yo habría actuado…- Rio sin felicidad. –Primero habría tenido un ataque de pánico al ver a Pietro usar su mutación, no por él, sino porque no habría tenido idea de cómo detener a Pietro, habría pensado en las cosas que las personas en el supermercado le habrían dicho a Pietro al ser un mutante y probablemente me habría olvidado de Wanda- Paseo la mirada por la habitación sin atreverse a mirar a Erik a la cara. –Soy un desastre… y yo sólo pensé que tal vez Wanda y Pietro serían más felices sin mí en su vida. Pensé en hacerlo, pensé en alejarme por completo pero… los amo tanto y no sé… tal vez solo soy muy egoísta- Terminó con voz entrecortada y Erik la miro por el tiempo suficiente como para volverse consciente de su respiración y sus parpadeos.

Erik volvió a hablar y aunque ella pensó que gritaría, no lo hizo.

-El otro día un niño le dijo a Pietro que Charles era su nueva mamá- Magda dio un paso hacia atrás, como si realmente alguien la hubiera empujado, como si las palabras fueran físicas y la hubieran golpeado. –Pietro contestó que él ya tenía una mamá- Finalmente las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. –No te voy a mentir. Wanda y Pietro aman a Charles, yo lo veo y… Charles dice más cosas acertadas de las que tú o yo podemos decirles- Se tomó un momento para acomodar sus ideas. -Pero ellos te aman. Yo de verdad a veces no entiendo cómo. Le pregunté seis veces a Wanda si estaba segura de querer verte y las seis veces contestó que sí, que quería decirte que va a aprender a controlar su mutación para que ya no le tuvieras miedo. Pietro quería que vivieras con nosotros. Ellos te aman y sí vas a ser tan cobarde como para no enfrentarte a tus hijos solo porque te temes a ti misma, ¡Dímelo ahora! Porque si los abandonas esta vez será para siempre, porque no voy a permitir que vuelvas a verlos sólo para que los abandones otra vez- Magda comenzó a llorar en la forma escandalosa que lo hacían sus hijos.

-No quiero dejarlos-

-Entonces no lo hagas- Y Magda asintió varias veces como si fuera la única respuesta que podía formar. Cuando Magda logró controlar su llanto un poco volvió a hablar.

-De verdad, siento la manera en que hice que todo terminara Erik- Él negó sin dejar de mirarla. –Te Amo- Y él dejo salir una carcajada en forma de suspiro.

-Yo Amo…-

-Lo sé- Dijo suavemente, sin dejarlo terminar porque conocía perfectamente la respuesta.

-Tengo… cajas… con cosas tuyas- Maga asintió nuevamente mientras la rapidez con que las lágrimas caían aumentaba nuevamente.

-Debí llevármelas hace tiempo, ¿eh?-

Magda observó a Wanda y después a Pietro. Tenía que hacer esto, porque era patética, porque todo era su culpa. Erik estaba ahí, estaba bastante claro que el hombre no la iba a dejar a solas con los niños, no en una situación como esta, no cuando Wanda se sentía libre para usar su mutación.

Y Magda estaba bien con eso, porque sentía que si Erik no estuviera aquí saldría corriendo, temerosa de lo que pudiera salir de su boca.

-Wanda- Llamó como si la niña no la estuviera observando ya. Miró de nueva cuenta a su ex esposo. El hombre parecía a punto de perder la paciencia. Un solo error, una sola palabra que sonara siquiera mal intencionada o que pudiera malinterpretarse, la apartaría de los niños para siempre.

Y Magda concluyó que no importaba cuanto pensó que lo mejor era dejarlos, no lo haría. Y eso era definitivamente porque era muy egoísta, pero no los dejaría.

 -Mami quiere disculparse contigo, porque dije cosas muy malas, que no debí decir porque son mentira, Wanda, tú no eres… un monstruo… nunca podrías ser un monstruo- Su hija frunció el ceño.

-¿Mentiste mami?-

-Sí- Contestó a secas y dolía, porque era cierto.

-¿Por qué?- Preguntó acertadamente su pequeña y Magda quería llorar.

-Porque mami es una persona sin súper-poderes y como mami no tiene súper-poderes se le hace difícil entenderlos a ustedes y encontrar las palabras correctas. Wanda, tus súper-poderes eran nuevos para mami y a veces lo nuevo asusta a personas como mami-

-¿Personas sin súper poderes?- Preguntó Pietro y Ella asintió.

-Sin súper-poderes- Y casi se sintió sonreír al saberse entendida. Y luego su pequeña hablo con la voz más insegura que le había escuchado usar.

-Pero, ¿ya no estás asustada?- Se odio a sí misma aún más. Y ella que pensó que no era posible.

-No, claro que no- Luego se giró a mirar a su hijo, porque ya no tenía la fuerza para encarar a la niña. –Pietro- Intento tragar saliva, pero su boca estaba seca. -Jamás quise que pensaras que ser mutante es malo, Ser mutante nunca va a ser malo, Ustedes son perfectos tal y como son… mutantes. Y mami los ama y no hay forma de que pudiera amarlos más si fueran diferentes- Wanda sonrió.

-No te preocupes mami, ya estoy aprendiendo a controlar mis súper-poderes. Ya no tienes que tener miedo-

-Papá y Charles ya me dijeron que ser mutante no es malo y que yo soy perefecto, no te preocupes mamá- Y ella lloró permitiéndose abrazarlos.

Erik estuvo presente toda la tarde y no les permitió a los niños estar a solas con ella; era como si toda la confianza que había logrado de parte de Lensherr hubiera desaparecido. Y no se quejaba. Lo merecía.

Erik abrió la puerta encontrando a un hombre con lentes y sobrepeso sonriéndole.

-Buenas tardes- Erik solo asintió. –Estoy buscando al señor Charles Francis Xavier, tengo entendido que vive aquí- Lensherr decidió que no iba a confiar en este tipo.

-¿Quién lo busca?- De todas las preguntas que pudo haber hecho hizo aquella en que le aseguró al hombre desconocido que Charles sí vivía aquí. Golpe mental para él

-Claro- Dijo el hombre sonriendo más grandemente, comenzando a buscar algo en el bolsillo interior de su traje negro, finalmente extendiéndole una pequeña tarjeta que Erik no dudo en tomar. –Soy Oliver Black, abogado de la firma Man & Black. El padre del señor Xavier, Brian Xavier, contrató a la firma para hacer su testamento. Yo…- Fue entonces que Pietro y Wanda comenzaron a gritar corriendo por la sala, Erik era un padre listo para atacar a cualquiera que se atreviera a asustar a sus hijos y hacer a dicha persona sufrir como si estuviera en un círculo del infierno personalizado, pero sus hijos no gritaban con miedo, era con diversión.

-¡Soy el monstruo de los besos!- Exclamó Charles un poco encorvado y con los brazos doblados al frente de su cuerpo mostrando las palmas, y sus pequeños corrieron a aferrarse a las piernas de su padre riendo con una perfecta combinación de alegría, diversión y anticipación ante el ataque que sufrirían pronto.

Luego Charles notó a Black y se paró como una persona que no había estado jugando con niños hasta hace poco.

-Buenas tardes- Dijo con seriedad, Erik podía ver el sonrojo en su rostro.

-¿Charles Francis Xavier?- Preguntó Black y Charles alzó las cejas.

-Sí, ¿usted es?- El hombre sonrió mostrando los dientes como si acabara de cumplir la misión de su vida.

-Oliver Black, abogado y déjeme decirle, señor Xavier que es una persona muy difícil de encontrar- Charles miró a Erik como si buscara respuestas en él.

-Su padre contrató a nuestra firma, Man & Black, unos meses antes de morir para hacer su testamento y para que nos encargáramos de que dicho testamento se cumpliera- Explicó Oliver sentado en el sillón más grande de la sala mientras Erik lo observaba de pie junto a la mesa de centro y con Charles sentado junto a él.

Black comenzó a sacar unos papeles de su portafolio que, para variar, también era negro.

-¿Mi padre?- El hombre detuvo todo movimiento y concentró la mirada en Charles.

-Brian Xavier. Él quería asegurarse de que si le pasaba algo, usted tuviera un… patrimonio, así que hizo todo en secreto, nunca le habló a su esposa del testamento o de la herencia que le estaba dejando a usted, su madre ni siquiera sabía que tal cuenta existía-

-¿Cuenta?- El hombre pareció complacido al encontrar un papel entre todos los demás, que a Erik le parecían idénticos. Y finalmente se lo entregó a Charles, Erik se acercó de inmediato con curiosidad en su interior.

El nombre del banco, la dirección, el nombre del padre de Charles, el nombre de la firma, palabras, palabras y después casi se atraganta al ver la cantidad de dinero que Charles había heredado.

Comenzó a toser, realmente casi se ahoga con su propia saliva. Charles lo miró con grandes ojos, tan sorprendido como él.

-También le dejo la mansión- Y esta vez el hombre les pasó una foto. –Su padre fue muy específico, no quería que nadie se enterara de esto hasta que usted cumpliera la mayoría de edad, pero cuando eso ocurrió… nadie sabía decirnos dónde estaba usted y hasta ahora es cuando he logrado localizarlo- Oliver lucía orgulloso de sí.

Un ligero temblor en las manos, que podría pasar desapercibido para Black, (pero no para Erik) comenzó en Charles justo cuando tomó la foto de la mansión.

-¿Puedo ir?- Murmuró Charles.

-¿Cómo dijo, disculpe?- Preguntó el abogado de inmediato.

-¿Puedo ir a ver la mansión?-

-Claro, después de todo es suya-

Erik había visto casas grandes y muchos edificios, vamos, que era un hombre de ciudad, pero esta cosa era enorme.

¿Y aquí había crecido Charles?

Sus hijos parecían emocionados y deseosos de correr por todo el lugar, mirando está casa como un terreno desconocido lleno de futuras aventuras y no como el hogar de Charles, el hogar de dónde había tenido la necesidad de huir.

Tomo la mano de Charles apretándola fuerte. Charles apartó la mirada de la mansión y le sonrió de forma pequeña, aun así Erik se alegró de ver que la tensión en los hombros de su pareja desapareció.

-La mansión está en muy buenas condiciones, nos hemos encargado de cuidarla, claro el banco se llevó la mayoría de los muebles luego de que su madre y padrastro murieran, habían acumulado muchas deudas, probablemente eso fue lo que su padre previó.- Oliver hablaba demasiado para su gusto –Como usted debe saber la mansión tiene 2 niveles principales, un sótano, un ático, 45 habitaciones incluyendo 12 baños, 4 salas, 2 antesalas, 3 comedores, 3 cocinas, un salón de baile, un teatro y un establo. Además de un refugio nuclear- Charles miró a Erik con una sonrisa avergonzada.

Oliver abrió la puerta principal y sus hijos corrieron al interior, emocionados.

-¡Niños!- Exclamó y sus hijos regresaron a caminar junto a ellos. –No se alejen, ¿de acuerdo?-

-De acuerdo- Dijeron al unísono.

Fue entonces que se permitió mirar el lugar. Estaba descuidado y lleno de polvo, con algunos muebles por aquí y por allá, pero en definitiva estaba en buen estado. Fue en ese momento en el que se topó con las escaleras, las escaleras donde Charles había peleado con su madre.

Charles parecía estar pensando lo mismo porque su mirada estaba igualmente dirigida hacia las susodichas.

Esta vez sin preguntar si podía hacerlo y sin avisar el lugar al que se dirigía, Charles caminó hasta las escaleras y comenzó a subirlas.

Black observó a Charles irse y luego lo miró a él como si estuviera esperando que fuera tras él.

Erik usó sus manos para tomar una de sus hijos, llevándolos con él. Wanda y Pietro terminaron soltándolo y corriendo hasta la única habitación que estaba abierta.

Charles estaba de pie en medio de todo, iluminado por la luz que entraba por el enorme ventanal. Sus hijos pasaron topando con las piernas del ojiazul y se apresuraron a abrir la curiosa puerta coral.

-¡Wanda, Pietro!-

-Está bien- Dijo Xavier. –Es un closet, bueno… creo que podría contarse como otra habitación pero…  no les va a pasar nada ahí dentro- Explicó Charles esforzándose demasiado por verse animado. Erik se acercó a acariciarle la mejilla, Charles inclinó el rostro como si deseara que el contacto pudiera ser más cercano de lo que ya era.

-¿Estás bien?- Preguntó y Charles suspiró tomando su mano entre las suyas. Frías se dijo Erik.

-Sí, es sólo que… viví aquí con personas que ya no volveré a ver y…- La voz de Charles se cortó un poco. -¿Podemos irnos ya?, por favor- Charles pidió, como si Erik fuera a decirle que no y a obligarlo a estar en esta casa fría llena de recuerdos de un padre que no volvería y una madre que lo negó. Besó la frente de Charles.

-Claro- Dijo pasando una mano por el brazo de su pareja, deseando que dejara de poner esa cara.

Erik estaba más que feliz de no tener esta conversación, negar que esto alguna vez pasó y seguir con sus vidas, pero ya habían pasado dos semanas y Charles ahora era rico y sí, sonaba a guion de telenovela y nadie tenía más fe en Charles que Erik y Charles fue un niño rico y a Erik siempre le desagrado la gente rica porque eran arrogantes, hipócritas y… pero Charles no, Charles era perfecto, pero la voz que había tenido el poder al inicio de su relación quería hablar ahora y quería decir “¿Qué tal si ahora Charles decide que esta vida ya no es suficiente para él?”.

Charles le dio un pequeño jaloncito en el cabello y Erik recordó donde estaba. En su cama, pegado a Charles como si en la cama no hubiera suficiente espacio para los dos.

-¿Qué sucede?- Preguntó Charles y él se permitió ser honesto.

-¿Qué planeas hacer con tu herencia?- Charles suspiró pegándose más a él y ocultando el rostro entre la unión del cuello y hombro de Erik.

-No lo sé- Contestó cuando Lensherr pensó que no obtendría una respuesta. –Tú que piensas que deberíamos hacer-

-¿Deberíamos?- Y entonces Charles lo miró, como si no entendiera tal pregunta, atacándolo con esos enormes ojos azules y luego comenzó a reír.

-Tienes razón, debería tomar todo el dinero y escapar con mi instructor de zumba- La única respuesta que se le ocurrió fue descubrir el hombro de Charles y morderlo juguetonamente. Xavier se quejó un poco sin parar de reír. Erik se aseguró de morder lo suficientemente superficial como para no dejar moretón.

-Tú no tomas clases de zumba- Charles rio un poco más. Y Erik se alegró de ver como las sombras que su pareja había estado cargando estás dos semanas comenzaron a desaparecer.

-Hubo un momento en mi vida en que habría sabido qué hacer con una mansión y ese dinero, pero ahora… sí, fui un niño rico, y siempre va a haber algo en mí que revele que lo fui, pero ya no soy esa persona. Yo soy feliz aquí, contigo, Wanda y Pietro. En nuestra casa- Y Erik decidió besarlo.

Wanda, Pietro y Kurt jugaban con sus triciclos paseándose por el parque.

-¡No se alejen mucho!- Les había gritado Erik hacía ya 20 minutos. Justo el tiempo que llevaba con la cabeza sobre el hombro de Charles, mientras este leía algo. Erik probablemente se había quedado dormido todo ese rato, y con probablemente quería decir que “claro” que se había quedado dormido.

-¡Mira papá, mira Charles!- Gritó Pietro y él sintió como si le hubieran gritado en el oído. Se enderezó tan rápido que terminó haciendo que el libro de Charles cayera.

-Lo siento- Charles sonrió mientras lo observaba levantar el libro y regresárselo a su dueño.

-Encontré un huevo- Y Pietro, que hasta ahora había tenido las manos unidas, le permitió a su padre ver un pequeño huevo blanco con pecas cafés. -¿Puedo quedármelo?-

-Creo que lo mejor para el huevo es ponerlo en su nido otra vez-

-Pero ya estuve viendo y no pude ver el nido, debe estar muy alto, puedo quedármelo, ¿por favor?- Erik suspiró, tendría que pasar un buen rato buscando “Cómo cuidar de un huevo de pájaro” tratando de entrar en buenas páginas para terminar leyendo Yahoo respuestas, pero ya qué.

-De acuerdo- El niño rio feliz.

-Cuídamelo- Dijo pasándole el huevo. –Voy a jugar-

-¿Dónde están Wanda y Kurt?- Preguntó Charles.

-Allá- Contestó apuntando a donde los otros dos estaban, felices y a salvo.

-De acuerdo, tengan cuidado-

-Sí- Gritó Pietro por último. Una vez que los dos se aseguraron que los niños estaban bien, Charles lo miró a él.

-Siento que tu sueño fuera interrumpido así- Dijo Xavier mezclando verdadera pena y diversión. Él sonrió, negó con la cabeza y pasó un brazo por los hombros de su pareja.

Y después de concluir que hablar de lo siguiente era bueno en este momento como en cualquier otro, comenzó.

-Charles estuve pensando, que… ahora hacer una escuela para mutantes…- Charles lo miró dejando ver que no tenía idea de lo que iba a decir. –Ya no es pretencioso- Y la duda desapareció del rostro de Charles, ahora luciendo sorprendido, incluso tenía la boca un poco abierta.

-Yo…- Y comenzó a negar suavemente con la cabeza.

-Sé que siempre ha sido lo que quisiste hacer y antes no lo hiciste por falta de recursos, pero ahora que los tienes… si no haces esto pasarás el resto de tu vida preguntándote como podría haber sido- Charles bajó la mirada y él se acercó a besarlo en la sien. –Decidas lo que decidas, yo te apoyaré-

Justo al regresar del parque, estando por entrar a la casa, Charles lo tomó de la mano, permitiendo que los niños entraran primero.

-Tú… ¿serías Co-fundador?- Y Erik sonrió.

-Sí es lo que quieres- Y Charles lo abrazó.

Erik estacionó el auto, lo apago y bajo de él.

-¡Hey Lensherr!- Escuchó el saludó de Lang.

-Hey Lang- Se sentía tan cansado. Sólo quería tirarse en algún lugar cómodo de su casa, ni siquiera tenía que ser la cama. Subió los escalones y comenzó a escuchar una voz penetrante y ensordecedora. Sus hijos estaban viendo Dora.

Bufó. Abrió la puerta y se encontró con sus hijos y Charles bailando al ritmo de “Lo hicimos”.

-… Saltamos sobre el lodo y pasamos al duende, lo hicimos, lo hicimos, lo hicimos, ¡Muy bien!...- Sus hijos no se sabían la mitad de la canción, pero eso no evitaba que tararearan a todo pulmón y brincaran felices. Lo mejor de todo era Charles, quien parecía estar disfrutando a la mona ojona tanto o más que sus hijos.

Fue cuando su familia se dio cuenta de que estaba ahí, parado en la puerta tratando de no soltar una carcajada y en su lugar con una sonrisa de medio lado y cejas alzadas. Sus hijos cantaron aún más fuerte y Charles caminó hasta él tomándolo de las manos, sin dejar de cantar en ningún momento, invitándolo a bailar.

Erik no se negó.

Esta era una de las cosas más ridículas que había hecho en su vida (y Erik sabía de hacer cosas ridículas en la vida) pero iba a ser una de esas experiencias que nunca olvidaría y siempre sonreiría como estúpido al recordarlo.

Erik miró a su Charles y lo comparo con el Charles con el que discutió en el parque después de hablar de princesas pájaro y refugios hechos persona. Y Erik pensó que tener una relación con alguien no quería decir que encontrarías la felicidad eterna y que no se trataba de robar la fortaleza de Charles para él salir adelante, tener una relación (tener una relación con Charles) se trataba de usar su propia fortaleza para ponerse de pie junto a Charles; darse cuenta de que él tenía la fortaleza y que se había rendido durante mucho tiempo, tener a Charles le había regresado la motivación, había recordado que luchar por la felicidad de sus hijos y luchar por su propia felicidad no eran cosas aparte, pero tampoco eran lo mismo. Charles le permitió ver eso.

Charles se había convertido en su refugio hecho persona. Erik ya no creía en finales de “felices por siempre, no se puede ser feliz por siempre, eso es estar fuera de la realidad, pero tenía que aceptar que podía ser Feliz en la realidad, podía enojarse felizmente y discutir con Charles felizmente  y aunque a veces eso sonaba muy estúpido, no podía evitar decirse que era felizmente estúpido.

La voz que temía que todo terminara seguía ahí, Erik sabía que nunca se iría, pero ya no la escuchaba y se iba a seguir diciendo a él mismo que estaban bien y que él no planeaba dejar a Charles y tampoco planeaba ser dejado (aunque eso sonara un poco psicópata), la última vez se permitió ser abandonado, pero no esta vez.

Era feliz con su vida tal cual era.

-¿Te casas conmigo?- Dejo escapar. Y aunque su corazón se aceleró y sus manos comenzaron a temblar y sí, iba a aceptar que estaba rojo hasta las orejas, no se iba a retractar. Charles lo miró con la boca un poco abierta, tomó aire pareciendo querer decir algo, pero en lugar de eso lo abrazo fuerte.

-Sí- Susurró para apartarse un poco del abrazo y sonreírle con ojos claros.

Mariko llegaba mañana, así que se sentía lo suficientemente entusiasta como para ir a casa de Raven y probar el desastre de comida que haría la mujer. Esperaba y al menos fuera comestible, no como aquella vez que intentó hacer pollo con verduras y terminó con el pollo crudo y las verduras negras.

Suspiró entrando a la casa sin tocar. “Sólo entra”, dijo Raven cuando le habló por teléfono.

-¿¡Qué, qué!?- Fue el gritó que lo recibió. Raven veía a Charles como si la mujer esperara que hiciera explosión.

-¿Qué?, ¿qué sucede?- Fue entonces que los dos presentes se dieron cuenta de que él estaba ahí.

-¡Erik le…!- Comenzó Raven, pero Charles la interrumpió

-¡Raven, yo…!- Y la mujer le quitó nuevamente la palabra.

-¡No!, ¡Erik le pidió a Charles que se casara con él!- Charles cerró los ojos y recargó la cabeza en la mesa. Logan estaba seguro que había puesto la cara más ridícula de sorpresa de toda su vida, ceño eternamente fruncido y boca bien abierta.

-¿Y Qué…?- Sintió que las palabras se atoraban en su boca. -¿Qué…?-

-Dijo que sí- Aclaró Raven. La miró a ella y luego a Charles. El ojiazul lucía molesto.

-¿Qué?- Fue todo lo que se le ocurrió agregar. Siempre tan elocuente.

-¿Por qué es tan malo que dijera que sí?- Cuestionó Charles, hablando con un tono elevado.

-No lo es- Contestó él rápidamente y ahora Xavier lucía confundido. -No lo es- Repitió. -Es que pensé que tú…- Charles no lo dejó terminar.

-Que huiría- Susurró, dando un pequeño asentimiento y mirando al suelo.

-Sí- Xavier Suspiró, e hizo presión en sus labios.

-La verdad es que quise hacerlo- Dijo. -Quise solo alejarme. Y Amo a Erik y amo a Wanda y Pietro pero pensé que si aún tenía esta sensación de huir, tal vez no estaba listo para estar con Erik- Logan casi entendía lo que Charles trataba de decir. -Pero realmente quiero estar con ellos y pensé que si seguía esperando al momento en que dejara de querer huir… yo sólo… tal  vez ese momento nunca llegue. Así que dije que sí y no me arrepiento- Logan sonrió, no con esa sonrisa de medio lado que era tan suya, sino una completa. Palmeo el hombro de Charles.

-Bien- Dijo y después miró a Raven que se limpiaba unas cuantas lágrimas. – ¿Y qué cocinaste para torturarnos hoy?

Todo estaba bien.

Erik observó todas las bebidas de diferentes colores que Azazel y Logan habían hecho. Le daba miedo probar la mitad y a la otra mitad ni siquiera planeaba acercarse. Raven, Angel, Mariko, Yukio y Sean se habían apoderado del karaoke, Darwin, Hank y Logan platicaban animadamente, hasta había visto a Logan sonreír de medio lado. Alex parecía estar bombardeando a Azazel con preguntas y estaba casi seguro de que Azazel lo convertiría en su pupilo. Sus hijos y Kurt se encontraban en la habitación de los primeros, jugando.

Un 25 de diciembre completamente diferente al de hace un año.

Pero no sabía dónde estaba Charles, hacia unos 10 minutos lo había visto salir y aún no regresaba. Se escabullo por la puerta de su casa, apartándose de las risas, lo gritos y la música logrando escuchar su respiración otra vez y sintiendo el aire frío.

Estúpido frío.

-¿Charles?- Llamó sin obtener respuesta. -¡Charles!- Llamó un poco más fuerte.

-Aquí- Dijo Charles desde el techo de la casa.

-¿Qué haces ahí?-

-Viendo las estrellas- Dijo Charles como si fuera una respuesta obvia. Erik comenzó a subir por el árbol junto a su casa hasta llegar al techo. Cada vez que hacia esto se volvía más y más difícil. -Hola- Saludó Charles sin dejar de mirar el cielo.

-¡Hey!, estás de pie, recuerdo que la última vez gateaste hasta un lugar seguro- Charles rio y finalmente lo miró.

-Ya no estoy asustado- Y de alguna forma parecía que Charles no estaba solo hablando de estar de pie en el techo de su casa. Él sonrió disfrutando del momento.

-Bueno… La verdad yo estoy un poco asustado, estaba asustado la primera vez que te invité aquí, pero tenía que cuidar mi imagen de macho frígido- Xavier rio dejando a su cuerpo inclinarse contra él. Lo acompaño en su risa.

-Tal vez solo estoy borracho-

-Tal vez- Y tomó la mano de su pareja sintiendo la fría superficie del anillo que descansaba en su dedo anular y que combinaba a la perfección con el que él portaba.

Si yo voy a usar un anillo, tú también.  Había dicho Charles.

Beso a su pareja en los labios y finalmente se dirigió a ver las estrellas.

Las historias con épicas batallas seguidas de un final tipo “Felices por siempre”, no existen. En la vida real hay más de una batalla épica, y pequeñas y frustrantes batallas entre una épica y otra. Y lo mejor que Erik puede hacer es luchar y ser el vencedor en cada una de esas batallas, épicas o no; porque en la vida real el final “feliz por siempre” no llega después, la felicidad está antes, durante y después de cada batalla y no con un “Por siempre” y Erik está perfectamente de acuerdo con que la vida sea así.

Suena menos romántico y puede llegar a ser decepcionante, pero para Erik, con todas esas personas en su casa, las risas de sus hijos y Charles…

Es sencillamente perfecto.

-Tal vez deberíamos regresar antes de que destruyan nuestra casa- La risa de Charles iluminó la noche.

 

Notas finales:

¡Gracias por leer!


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