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Matando la soledad por Eza-chan

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Notas del capitulo:

Nuevo capítulo. Muchas gracias BlackDay por tu comentario. El capítulo es para ti :D

X-Men no es mío.

Juego de ajedrez, sueños, mamá y columpios.

Erick dio el último bocado y se concentró en sus pequeños terminando de comer.

-Cuando acaben, vayan rápido a ponerse los zapatos, iremos al parque- Wanda y Pietro colocaron los platos en el fregadero y salieron corriendo hacia sus respectivas habitaciones.

Lensherr fue al baño a echarse un poco de agua al rostro tratando de quitarse el sopor que lo había estado siguiendo todo el día. Se observó al espejo un momento.

-No es justo Erick, tus ojos se ven azules cuando la luz te da de frente- Casi podía sentir a Wanda acariciándole el rostro, mientras sonreía diciendo aquello.

Volvió a mojarse la cara, tomo una toalla para secarse y finalmente salió del baño, o al menos lo intento, porque ahí se encontraba Pietro bloqueándole el paso llevando entre sus cortos brazos el viejo tablero de ajedrez de su padre.

-Papá estaba pensando que podrías llevártelo para que juegues con el profesor-

-¿Charles sabe jugar?- preguntó divertido con las ocurrencias del pequeño peliblanco.

-Yo no sé, pero si es un profesor tiene que- explicó seguro de lo que decía. –Y pues si no sabe le enseñas papá, como intentaste enseñarle a mamá- la sonrisilla en el rostro del adulto despareció.

No, Magda nunca logro aprender, se desesperó después de un tiempo y le pidió a su entonces esposo que ya no intentara enseñarle.

-Papá- al ver que su progenitor se había perdido en sus pensamientos, Pietro corrió hacia la habitación de su padre, que en el pasado también era de su madre, y tomo uno de los tantos maletines del mayor, guardando las piezas, cuidando de no olvidarse de ninguna y colocando el tablero; cerró el maletín y corrió hasta pararse frente a la puerta.

-Papá, Wanda, rápido, hay que irnos-

Erick decidió permitir que Pietro llevara el juego de ajedrez, después de todo, llevarlo no quería decir que realmente lo utilizaría. Una vez llegaron al parque, el peliblanco le dio el maletín a su padre y corrió a los juegos.

Lensherr se limitó a tomar el maletín y sentarse junto al profesor.

-Hola Erick- Charles tenía esta forma de saludarlo, como si fuera feliz por el simple hecho de que Erick existiera.

-Hola Charles-

-¿Qué hay en el maletín?- Sí, el ojiazul nunca se andaba con rodeos.

-Cosas de Pietro- mintió, claro que sabía que lo que había dentro era suyo, pero… finalmente desvió su atención al otro notando que nuevamente Xavier tenía un libro entre las manos. Lo que lo sorprendió fue que en esta ocasión se tratara de un libro de literatura infantil.

-El principito Charles, ¿En serio?- Expuso en tono burlón. El ojiazul le sonrió sin una pizca de vergüenza.

-Se lo estaba leyendo a Kurt- Erick rio un poco.

-¿Le gustó?- Charles ladeó la cabeza con un toque de decepción.

-Mientras le leía el segundo capítulo me interrumpió preguntándome si ya sabía que la identidad de Batman era Bruce Wayne-

-Supongo que eso es un no- sus carcajadas se vieron pospuestas cuando el llanto de Kurt comenzó a escucharse. Charles de inmediato corrió hacia el niño para saber cuál era el problema.

-Se cayó- explicó Wanda preocupada por su amiguito, mientras el adulto revisaba las rodillas raspadas y sangrantes del niño. Su siguiente movimiento fue alzarlo en brazos para llevarlo a sentarse en la banca que antes compartía con Erick y tomando una mochila que el controlador de metales no había visto antes, sacó una botella de agua limpiando lo mejor que pudo las heridas del pequeño que en ese momento ya solo hipaba.

-Tranquilo Kurt, estarás bien-

-Pero me duele- lloriqueo viéndose tierno como solo un niño puede hacerlo. Fue en ese momento en que Charles soltó una exclamación de sorpresa que asusto hasta el mismo Erick. -¿Qué?- preguntó el infante preocupado. El escandalo provocó que Wanda y Pietro terminaran por acercarse interesados.

-¿Puedes verlo?-

-¿Qué?-

-Tus pequeños Kurt-

-¿Mis qué?-

-Tus pequeños Kurt, los que se encargan de que no te enfermes y que ahora están trabajando para que dejes de sangrar, ¡mira!- exclamó apuntando a las heridas de la rodilla izquierda. –Ahí viene uno con hule, de seguro es para detener la sangre- Kurt observó sus piernas detenidamente, en silencio.

-¿Hay alguno con yeso?- preguntó finalmente.

-¿Con yeso?- Los hermanos se veían muy confundidos por aquel cuestionamiento.

-Claro, ¿para cerrar definitivamente tus raspones?- el niño asintió sonriente dejando a un lado la imagen de él mismo en un mar de lágrimas.

-Por supuesto, hay muchos de ellos, pero ya sabes que les va a costar un tiempo volver a dejar tus rodillas como antes, es un arduo trabajo y ellos son pequeñitos- Kurt asintió alegremente poniéndose de pie ayudado por su tío.

-Mis Kurt, ¿no se enojan si yo juego mientras ellos trabajan?-

-Claro que no, de hecho eso les da más energía- la sonrisa del niño se volvió radiante permitiéndole a Erick ver la falta de sus dientes incisivos superiores. Luego de unos momentos los tres niños ya se encontraban jugando como si nada hubiera pasado.

Lensherr pensó en la posible razón del por qué Charles no tendría hijos a pesar de ya haber estado casado, sería un buen padre. Fuera la razón que fuera, Erick se quedaría con la duda, porque una cosa era tener la confianza para decirse por sus nombres y otra muy diferente era preguntarle al otro por su vida personal.

Ni siquiera estaba seguro de si podría llamar al hombre a su lado “Amigo”.

Tan metido estaba en sus pensamientos que no notó cuando Pietro llamó a su profesor. Únicamente salió cuando notó que el otro adulto tomaba su maletín, poniéndose algo nervioso ante esa sonrisa tan brillante.

-Pietro me dijo que trajiste tu juego de ajedrez- Erick planeo negar todo las veces que fueran necesarias incluso hasta quedar afónico.

-¿Te gustaría jugar conmigo?- Se suponía que él debía haber sido quien hiciera esa pregunta, pero al final el otro era quien había exteriorizado los propios deseos de Erick.

-¿Sabes jugar?-

-Claro-

Definitivamente Lensherr no había esperado perder contra el profesor de sus hijos esa tarde de otoño.

Erick llevaba 2 meses conociendo a Charles, cuando la pregunta ya no pudo ser retenida.

-Charles, ¿Puedo hacerte una pregunta?- dijo moviendo su torre.

-Sí, claro-

-¿Por qué eres el director de un jardín de niños?- Charles rio para luego mover su alfil.

-Bueno, el sueño original era…- hizo una pequeña pausa mirándolo a los ojos. –Quería abrir una escuela en la que además de enseñar matemáticas, español, ciencias… se le enseñara a los estudiantes a controlar sus mutaciones- Erick asintió con interés.

-Y entonces, ¿Qué paso?-

-Era un sueño demasiado pretencioso- el ojiazul rio y Erick lo acompaño por puro compromiso. Después continuaron con el juego. Cuando Lensherr alzó la vista para asegurarse de la seguridad de sus hijos, la voz del otro llego a sus oídos. -¿Y tú Erick?-

-¿Yo?- no entendía el cuestionamiento.

-¿Tenías algún sueño?- Erick ladeo la cabeza al tiempo que alzaba una ceja, mientras pensaba.

-Cuando era niño- contestó finalmente. –Quería ser Superman- Charles rio.

-¿En serio Erick?, yo te hablo de mi sueño y obtengo esto a cambio- Lensherr le sonrió coquetamente. Cuando el silencio había colocado, nuevamente, su manto sobre ellos, el mayor decidió quitarlo.

-Cuando era niño, quería casarme con mi madre- la carcajada que escucho en respuesta fue épica.

-Oh Erick, eras un pequeño…- Por alguna razón el hombre decidió no terminar la frase. -¿Alguna vez le dijiste a tu madre?- Erick asintió. -¿Y qué te dijo?-

-Que no podía casarse conmigo porque ya estaba casada con papá- nuevamente esa carcajada épica.

-Tu madre parece una mujer muy agradable- La sonrisa de Erick se volvió más y más apagada, pero nunca desapareció.

-Lo-lo era- susurro. Charles lo observo entendiendo lo que Lensherr no había querido decir en voz alta, la mujer había muerto hacia unos ocho años.

-Erick…- Nunca antes alguien lo había mirado como si el propio dolor de Erick fuera suyo.

-Esta es la primera vez- decidió interrumpirlo. –Que hablo de ella mientras me rio- sonrió, una sonrisa especialmente para Xavier.

-Gracias, Erick, ha sido un recuerdo hermoso-

Podía ser que Charles fuera el único hombre que podía despertar en Erick ternura, así como también el único que agradecía por compartir una conversación bastante torpe sobre tu madre; fuera o no cierto, Lensherr estaba seguro de que nunca se había sentido tan relajado y en paz en compañía de otra persona como se sentía estando con el telépata… Ni siquiera con Magda.

Eso lo alegro y deprimió a partes iguales.

Erick esperaba ganar esta vez, estaba muy muy enfocado en el juego, luego la risa de su hija que se balanceaba en el columpio lo interrumpió. Sin darse cuenta sonrió, recordando su infancia sobre los columpios, balanceándose no solo sentado, sino también de pie, para luego brincar lo más lejos que podía a veces cayendo sobre la tierra sin importarle ensuciarse o el dolor que ahora como adulto seguro sentiría pero que, como niño, nunca experimento.

-¿En qué piensas, mi amigo?- A Erick aun a veces le parecía curioso la forma que tenía Charles para referirse a las personas diciendo cosas como “Mi amigo”, sin parecer tener grandes implicaciones de vínculos con las personas.

-Pensaba que cuando era niño mi juego favorito de todos estos- comentó englobando la resbaladilla, el sube y baja, el pasamanos y los columpios. –Eran los columpios-

-¿En serio?, ¿Por qué?- Lensherr se encogió de hombros.

-Tal vez porque me hacía sentir como si volara- dijo pensativo, luego una carcajada se le escapo. –Bueno eso hasta que literalmente arranque el columpio y salí volando con ayuda de mi mutación- Charles lo acompaño con sus risas. – ¿Y tú?- Preguntó después de un rato.

-¿Yo?-

-¿Cuál es tu juego favorito?- Charles guardo silencio observando cada uno de los juegos del lugar, Erick sonrió; solo el profesor podría tomarse una pregunta tan tonta con una actitud tan seria.

-Bueno, es que la verdad…- hizo una pequeña pausa como reflexionando lo que diría a continuación. –Yo solo me he subido al sube y baja-

-¿Estás bromeando?- No podían culparlo por su incredulidad.

-No- sonrisa divertida.

-Tío, ¿de verdad no te has subido nunca a un columpio?- Kurt había aparecido de repente sentado entre los adultos, disipándose apenas su humo.

-¿No se ha resbalado por la resbaladilla?- Preguntó Pietro.

-No se ha subido al pasamanos- Wanda lo observaba con sus enormes e inocentes ojos.

-Eh…- completamente acorralado.

-Tiene que subirse al pasamanos- exigió Pietro

Erick escudriño el pasamanos. “Muy pequeño”, pensó

-No, no a la resbaladilla, tío-  “Probablemente se le rompa la espalda”, pensó Erick nuevamente.

-¡A los columpios!- Wanda resalto su sugerencia dando pequeños brinquitos.

-Sí, deberías subirte a un columpio- aportó Lensherr.

-¿Qué?, ¡No!, yo… No-

-Vamos profesor-

-Anda Tío-

-No, yo ni siquiera debo poder sentarme, mi… mi…- trató de decir mientras remarcaba sus palabras con sus manos rodeando sus caderas. –No creo que quepa- Erick rio.

-Vamos Charles, lo dices como si no fueras delgado- Lensherr no entendió muy bien porque su compañero lo observo con detenimiento durante unos segundos con algo parecido a la sorpresa reflejándose en su azules ojos.

-Vamos, profesor-

-Yo…- Xavier concentró su atención en los columpios, suspiró y finalmente se puso de pie. –Bien- exclamó poniéndose de pie. Los niños corrieron felices. –Pero yo ni siquiera sé balancearme y…-

-Papi te dará vuelito- explicó Wanda. Su padre alzó las cejas.

-Sí, yo lo hago-

Charles sentado en el columpio representaba una vista bastante graciosa. Una vez que Erick comenzó a utilizar su mutación para provocar el movimiento del objeto, no pudo evitar perderse ante la vista; pues Xavier paso de una ligera expresión de miedo a una de disfrute intenso, reía a más no poder.

Wanda se subió a otro columpio, causando el movimiento de este por su propia cuenta.

-Profesor, profesor- Llamo la pequeña. –Ahora haga esto- la niña dio un salto desde el columpio cayendo de pie con una gracia que solo podría poseer ella.

-No, eso no- contestó el ojiazul sin poder dejar de reír.

-Vamos- exclamó el peliblanco.

-¡Salta, Salta, Salta!- los niños comenzaron un escándalo que ni el mismo Erick pudo detener. Ante la presión social, el telépata finalmente sucumbió.

-Bien, bien- Charles se acomodó bien en el columpio. –Oh Dios- suspiro y finalmente se empujó a si mismo fuera del juego. El resultado fue un ojiazul de rodillas en el suelo.

-¡Sí!- Aun así los pequeños monstruillos estaban felices. El único realmente preocupado fue Erick.

-¿Estás bien?- preguntó mientras lo ayudaba a ponerse de pie.

-Sí- Charles aún no dejaba de reír.

-Eso estuvo bastante bien Charles, bueno, para ser tu primera vez en un columpio claro- Erick decidió acompañarlo en sus risas una vez que se aseguró de que estuviera bien. –En serio, ¿Qué clase de infancia tuviste como para no subirte más que a un sube y baja?-

-En realidad, la primera vez que me subí a un sube y baja fue el año pasado-

-Tienes que estar…- Más risas. Hasta que los sentidos de Erick se alteraron con la exclamación de Wanda.

-¡Profesor, está sangrando!-

-Oh, cielos- murmuro Xavier observando su rodilla. –Me gustaba este pantalón-

-Seguro que estás bien- volvió a cuestionar Erick sujetando al otro del brazo. Charles asintió Brillantemente.

-Fue muy divertido- Lensherr no pudo evitar sonreír también.

Charles terminó de limpiar su herida y salió cojeando ligeramente del baño, yendo hasta su habitación-estudio sentándose en su escritorio para preparar el material que utilizaría el siguiente lunes en clases. Era bastante tarde, y probablemente lo mejor es que ya estuviera dormido, pero no podía dormir. Demasiadas cosas en su cabeza.

Recordó la sonrisa de Erick, ese hombre tenía una forma de sonreír única, mostrando todos sus dientes. Las ligeras punzadas en su rodilla eran molestas, pero se había divertido mucho… nunca había pasado días tan divertidos como los estaba comenzando a pasar ahora que veía al “Señor Lensherr” todos los sábados.

“Sí, deberías subirte a un columpio” Recordó la mirada recreada del padre de los mellizos.

“Vamos Charles, lo dices como si no fueras delgado”. La sonrisa radiante de Charles se volvió pequeñita.

“¿Estás bien?”. Esa mirada preocupada.

-Sebastián- Llamó a su esposo que no dejaba de mover los dedos ágilmente por el celular, a pesar de que estaban caminando por el parque. –Mira, unos columpios, ¿Qué tal si me subo a uno?- el hombre junto a él rio sardónicamente.

-¿Subirte Charles?, No cabes, recuerda que no tienes el mejor cuerpo y aunque cupieras, romperías el triste columpio, déjate de estupideces y ya madura Charles, no tienes 5 años por el amor de Dios- concluyó y continúo caminando con el otro a sus espaldas.

Charles se recargo en el respaldo de la silla.

¿Por qué tenía que recordar esto justo ahora?

Notas finales:

No me gusta mucho hacerlo, pero me gustaría saber que opinan de la historia, así que... voy a pedir reviews... por favor.

Bueno, sea como sea, Gracias por leer. ;D


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