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El precio del amor por Shamita

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Cuando Alberich llego al cuarto que compartía con Sorrento y Afrodita, el primero ya se encontraba dormido a pesar de ser temprano no en cambio el segundo que se encontraba en un diván cerca de la ventana viendo el cielo nocturno pero al ver llegar se formo una sonrisa sarcástica en sus finos labios.

– ¿Qué pasa? El señor no estaba de humor –dijo sarcásticamente volteando a ver al recién llegado– ¡Ah! parece que te recordó para que estamos aquí ¿no?  –continuo al ver la aun notoria erección de Alberich.

– Cállate –dijo el peli rosado de mala gana–, no estoy de ánimo para escuchar tus comentarios

– Jajaja –rio el peli celeste– mira que yo no tengo la culpa tu eres el terco que va cada noche a su cuarto –hablo mientras ponía atención a una mancha en los muslos del otro– ve a bañarte que te tendré que curar –dijo o más bien ordeno con voz firme mientras se levantaba para ir por un botiquín de primeros auxilios.

– No necesito que me cures nada –dijo Alberich aunque sabía bien que le dolía su entrada por lo brusco que había sido Saga pero no dejaría que Afrodita se burlase  de él–, estoy perfectamente bien.

– Bien luego no vengas llorando si no puedes “cumplirle” a Saga –dijo con una sonrisa socarrona mientras se dirigía a la puerta del cuarto–, total yo no soy el que pasara la vergüenza de su vida.

– Ash –se quejo Alberich mientras con un poco de dolor en su entrada se dirigió hacia el baño–, estúpido Afrodita –maldijo en voz baja para no despertar a su compañero ya que el otro había salido del cuarto.

Por su parte Afrodita había bajado hasta el área de empleados, ellos guardaban el botiquín de la casa pero sobre todo sabia por June y los demás empleados, así que bajar por el botiquín era la escusa perfecta para encontrar la habitación en la cual se encontraba el rubio, en un pasillo vio recargado a uno de los guardias, lo conocía bien ese cerdo había disfrutado mucho de su cuerpo anteriormente y cuando podía se le  acercaba para hacerle saber que aun no lo olvidaba.

– Pero miren nada más que trajo el viento –dijo el hombre de largos cabellos blancos y piel morena y ojos grises–, acaso será que la rosa desea que la deshojen –continuo sonriendo lujuriosamente mientras con su mirada parecía desvestir al peli celeste.

– Sigue soñando Krishna –hablo sin inmutarse el ojí celeste por la manera en que era visto–, ¿aquí se encuentra Shaka? –siguió mientras con su cabeza señala la puerta que se encontraba a las espaldas del guardia.

– Si te refieres a ese rubio hermoso –contesto el otro–, si se encuentra ahí dentro y no sabes cómo espero que el señor nos deje disfrutar de él como lo hicimos contigo –termino para relamerse los labios de solo imaginarse a ambos jóvenes debajo de él.

– Pues te quedaras esperando porque jamás pondrás tus asquerosas manos en él –dijo el peli celeste mirando desafiante al otro– ¿Por qué no te vas de aquí y me dejas a solas con él?

– ¿Qué me darías a cambio precioso? –cuestiono el peli blanco.

–    ¿Qué quieres? –respondió con otra pregunta

–    Sabes bien lo que quiero –contesto el otro con una mirada libidinosa mientras se relamía los labios.

–    Bien, pero solo será una mamada –dijo sínicamente el otro mientras se acercaba más al otro–, lo tomas o lo dejas.

–    Mmm… –pensó un poco el peli largo para después guiar sus manos hacia sus pantalones y desabrocharlo– ¿Tu qué crees?

–    Pero que quede claro me dejaras hablar con él a solas y solo será por esta vez –declaro el  de ojos celestes viéndolo a los ojos antes de ponerse en cuclillas para quedar a la altura de la entrepierna del otro.

–    Como quieras precioso –dijo mientras cerraba los ojos al sentir las suaves manos del menor  sobre su miembro que poco a poco iba despertando.

Afrodita si bien tenía una cara neutral para sus adentros se sentía terrible al tener ese pedazo de carne en sus manos, le asqueaba la idea si quiera de tenerlo en su boca o cerca de él, así que tomando aire se puso de pie y se acerco pegando su cuerpo al otro al mismo tiempo que acercaba su boca a la del peli largo para darle un profundo beso, cuando sintió que este se encontraba entregado al beso paso su mano libre alrededor del cuello e hizo una pequeña maniobra, que tiempo atrás había aprendido de un hombre muy especial, dejando al mayor inconsciente, lo guio con dificultad hacia la pared contraria y lo dejo ahí después busco entre sus ropas las llaves del cuarto y por fin las hayo en un compartimiento dentro de su saco.

–    Puerco –le dijo mientras se giraba hacia la puerta y la abría despacio, ahí observo al rubio que veía expectante la puerta, ya que se había despertado al escuchar las voces fuera de su prisión– Shakita querido, no pongas esa cara y escúchame bien que no tengo mucho tiempo.

–    Si dime Afrodita –contesto el rubio aunque en su cabeza se formaban muchas preguntas pero la más importante era que estaba haciendo ahí el peli celeste.

–    Bien Shaka primero que nada me debes una bien buena –comenzó a hablar el otro–, segundo toma esta llave es de este lugar es para que puedas salir de aquí, tercero yo no estuve aquí nunca y nunca se escucharon ruidos fuera de este cuarto ¿entendiste? –dijo el mayor.

–    Sí, pero ¿cómo conseguiste la llave? –cuestiono el menor– Y ¿Por qué me ayudas?, solo te e causado molestias.

–    Eso es lo de menos Shaka, ahora quiero que dentro de los dos próximos días vigiles cuando son los cambios de guardia y cuanto se tardan, después es simple solo tienes que encontrar el momento para salir de este cuarto y no cometas el error de dejar la puerta abierta ciérrala y con candado para que crean que aun estas dentro eso te dará más tiempo –se explicaba el mayor sin dejar de poner atención al hombre que se encontraba justo enfrente de la puerta durmiendo una pequeña siesta–, cuando logres salir de este cuarto te vas a dirigir al cuarto de mascotas ahí no existe tanta seguridad dado que casi nunca nadie va, esperaras una noche ahí no importa que oigas te esconderás ya sea hasta debajo de los animales –siguió con su explicación el peli celeste–, y cuando vuelva a caer el sol yo iré por ti y te llevare hacia el bosque de ahí estas por tu cuenta –le dijo para girarse a ver la cara sorprendida del ojíazul–. Claro si es que estás de acuerdo sino haz lo que quieras Shakita, al fin y al cabo ya te di una ventaja –le dijo con una sonrisa burlona.

–    Cla… claro –dijo saliendo de su sorpresa– Gracias Afrodita.

–    No hay de que, ahora me voy –dijo saliendo del cuarto y antes de cerrar la puerta nuevamente le hablo–. Sea lo que sea que escuches no salgas Shaka.

–    Está bien –contesto cuando la puerta volvía a quedar cerrada, bajo la vista hacia la llave que le había entregado y la guardo para después volver a acostarse.

Por su parte el peli celeste había acomodado con dificultad a Krishna, lo había dejado como si se hubiese dormido y por si las moscas había tenido que despertar su miembro para que este creyese que se había quedado dormido y había tenido un sueño erótico con él, dejando todo acomodado y en su lugar salió rumbo a la cocina, ahí había un botiquín por si a los empleados les pasaba algo lo tomo y se dirigió a su cuarto si calculaba bien Alberich apenas estaría saliendo y si le iba mejor todavía se encontraría en el baño.

Por otro lado Krishna se encontraba despertando de un pequeño sueño inducido, claro en su mente estaba presente la imagen de Afrodita besándolo y tocándolo pero luego vio que su entrepierna estaba despierta y él se encontraba solo en ese lugar, descartando que lo que recordaba hubiese sucedido guio su mano hacia su despierta hombría desabrochándose los pantalones y comenzó a masturbarse pensando en que en lugar de su mano era la boca de cierto peli celeste tal cual lo había hecho hace algunos años, después aumento el ritmo al recordar como lo había penetrado y como gemía ahogadamente el menor de dolor, su rostro enrojecido mientras que su boca se encontraba siendo penetrada por el miembro de otro compañero que se auto embestía a la dulce boca de aquel jovencito recién llegado en aquellos tiempos.

–    Mmm… así que estrecho eras –decía entre gemidos– ¡AH!... me pregunto si seguirás siéndolo… ¡AH! AFRODITA… mmm… volverás a ser MIO –dijo cuando acabo en su mano, después con un pañuelo se limpio y acomodo su ropa como si no hubiese pasado nada, y se quedo esperando a que el tiempo transcurriera rápido debido a que vigilar una puerta para él era aburrido y tonto pero órdenes eran ordenes.

Afrodita entro al cuarto nuevamente y como lo imagino el peli rosado aun se encontraba en el interior del baño, así que se fue a recostar en su cama mientras esperaba que saliera, no tuvo que esperar mucho ya que al poco tiempo escucho como la puerta era abierta y un adolorido Alberich que caminaba con dificultad hacia su cama, cuando llego solo atino a dejarse caer boca abajo.

–    Veamos cómo te dejo –hablo mientras se acercaba al otro–, quítate la toalla Alberich.

–    Ya voy –dijo el nombrado–, pero esta vez hazlo con cuidado ¿quieres?

–    Pero si lo hago con el mismo cuidado que les doy a mis rosas –se quejo el peli celeste–, si te duele no es mi culpa sino tuya por andar de arrastrado.

–    Si vas a estar así mejor déjalo –dijo enojado el otro–, no estoy de humor para ti.

–    ¡Oh! Vamos si solo digo la verdad –contesto el otro mostrando una amplia sonrisa burlona a su compañero–, pero bueno si tú no quieres pues haya tu, yo no soy el que mañana se quejara de no poder sentarse.

–    Está bien, pero puedes hacerlo en silencio –pidió el ojí verde–, digo sino es mucho pedir.

–    Claro, además no querrás que Sorrento se despierte –concedió el otro–, cuando no duerme bien parece león enjaulado.

–    Si – dijo dando por terminada la conversación dejando que el otro comenzara a curarlo.

Afrodita no dijo nada más se dedico que curar al otro, después de esto dejo aun lado el botiquín y se fue a cambiar de ropa para después acostarse a dormir, mientras que Alberich solo se acomodo en su cama para dormirse ya que estaba cansado y necesitaba descansar.

 


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