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El precio del amor por Shamita

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Notas del capitulo:

Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen

Cuando subieron al auto Saga dejo caer al rubio dentro de este sin ningún cuidado, y en cuanto tuvo una pequeña oportunidad hizo amague de querer salirse del auto.


─ Ni se te ocurra niño, que soy capaz de buscarte hasta debajo de la tierra y te juro que no solo te haré pagar a ti sino a cualquiera que tenga que ver contigo, ¡entendiste juguete! ─menciono Saga con voz visiblemente molesta pero sobretodo fría, lo que hizo que al rubio le recorriese un escalofrió por todo el cuerpo. ─ Tu nombre ─ordeno.


─ Shaka de Virgo ─dijo el rubio después de un momento de silencio ─Si me deja ir prometo que le pagare todo lo que dio por mí, señor ─expreso Shaka con orgullo, si no podría escapar entonces pagaría su “precio”.


─ Dudo que algún día puedas siquiera juntar un 10% de lo que pague por ti ─dijo Saga más tranquilo al observar que su nuevo juguete había recapacitado ─ Además no me interesa que me regreses el dinero que pague, sino que me sirvas en todos y cada uno de mis deseos, pequeño juguete ─ expreso mirando a Shaka de manera orgullosa y altiva pero con un rastro de lujuria en su voz.


─ ¡Ya le dije que yo jamás…


─Y yo ya te dije que pasa si se te ocurre la grandiosa idea de huir, juguete ─interrumpió a su acompañante, que lo miraba de manera desafiante pero podía ver un brillo en los ojos, si podía ver que tras esa mirada orgullosa y desafiante había una mirada de miedo, y eso le gustaba, si iba a romper el orgullo y su actitud retadora, lo haría doblegarse ante él, Saga Géminis.


Tras treinta minutos de camino silencioso, en el que solo las miradas hablaban entre los dos pasajeros que iban en el automóvil negro, llegaron por fin a una gran mansión estilo moderno, se bajaron del automóvil.


─ Lleven a este niño a las habitaciones de Afrodita y los demás, que no salga y que sus nuevos amigos le enseñen las reglas ─ordeno Saga a dos guardias que estaban a las afueras de la puerta principal─. Después regresen a sus puestos.


Los hombres tomaron a Shaka y lo llevaron al interior de la mansión, mientras este forcejeaba sin ningún éxito.


─ ¿A dónde me llevan? ─pregunto Shaka con nerviosismo


─ Con el joven Afrodita, ya escucho al Señor Géminis ─dijo uno de los hombres


Subieron las escaleras y lo llevaron a la ultima habitación del segundo piso de la mansión, adentro se podía ver dos jóvenes, uno era de cabellos y ojos celestes, piel blanca, con un lunar en su mejilla cerca de sus labios y el otro era de cabellos lilas y ojos color rubí, piel bronceada de estatura media.


Los jóvenes voltearon a ver a los dos hombres que venían con Shaka y se quedaron esperando a que les indicaran que hacer.


─ Joven Afrodita, el Señor a traído un nuevo juguete, ordeno que durmiera con ustedes y quiere que le enseñe las reglas de esta casa ─dijo uno de los dos hombres.


─ Está bien, Albiore puedes retirarte─ dijo el de cabellos y ojos celestes, los hombres salieron y dejaron a los tres menores solos─. Hola, mi nombre es Afrodita y el es Sorrento.


─ Hola, yo soy Shaka y no soy ningún juguete ─se expreso Shaka saludando a los dos chicos enfrente de él.


─ Lo sabemos, es solo la forma que tiene de llamarnos de uno de los Señores de la casa ─dijo Sorrento con una cálida sonrisa─. Ven siéntate, no te haremos nada, lo prometo.


─ Bien, creo que no me queda más que hacer, verdad ─dijo Shaka mientras se sentaba junto con los dos jóvenes en una de las camas de la habitación.


─ Así es, mira Shaka sabemos lo que sientes al estar aquí, nosotros pasamos por la misma experiencia de la subasta ─dijo seriamente Afrodita─. Pero no voy a mentirte en este lugar hay ciertas reglas que nosotros debemos seguir si no queremos que nos castiguen.


─ ¿Reglas? Ni que fuéramos niños para tener reglas y mucho menos para que nos castiguen ─expreso molesto el rubio─. Además, ¡a mí nadie me manda!


─ Emm… Shaka, creo que no es necesario decirlo ya que es muy probable que el señor ya te lo haya dejado claro, pero nosotros ya no somos libres somos sus juguetes ─dijo Afrodita con voz triste─  pero no te preocupes si haces lo que te digamos te puedo asegurar que tu estancia aquí será lo más agradable posible.


─ Es cierto, te entendemos pero tienes que saber que si te sigues mostrando tan necio y orgulloso, el señor te castigara mucho y no te tratara muy bien ─menciono Sorrento sonriendo tristemente.


─Shaka como ya te dijimos nosotros tenemos una serie de reglas que debemos cumplir en esta casa, te las diremos para que no te metas en tantos problemas ─ dijo Afrodita─. Bien, la primer regla y la más importante es que siempre Shaka siempre el Señor Saga tiene la razón y el dice la última palabra.


─La segunda regla, es que siempre debemos estar listos para cuando nos llame el señor ─prosiguió Sorrento sin dejar que Shaka replicara─. La tercera no interferir nunca en la relación del Señor Kanon y el joven Mu, a ellos los conocerás tal vez mañana.


─ Y por último, nadie además del Señor de la casa nos puede tocar, entiendes Shaka ─hablo seriamente Afrodita─, no importa que te digan que el señor los autorizo sino te lo dice el personalmente tu no debes dejar que nadie te toque, el señor es un poco celoso con sus juguetes.


Shaka no sabía por dónde empezar a quejarse, para el eran unas reglas absurdas en las que los trataban como meros objetos y para su preocupación parecía que eran tratados como servidores no solo personales sino sexuales y eso le asustaba y mucho.


─ Eso es todo, no falta la regla de respirar y comer─ dijo con sarcasmo el rubio


─ Sabemos que no es fácil, ayer eras libre de hacer lo que quisieras y hoy ya ni siquiera podrás salir de este cuarto a menos que nos den permiso ─dijo Sorrento comprendiendo a su nuevo compañero, ya que el había pasado algo parecido cuando llego a la mansión─. Pero ve el lado bueno ya no te tendrás que preocupar por si tienes comida o techo donde dormir, el señor te cuidara como a nosotros.


─ Si lo cuidara ─menciono sarcástico Afrodita─, lo cuidara para que no se le escape como estoy casi seguro que le habrás dado a entender ¿o me equivoco? Shaka


─ jejeje ¿Quien dijo que hice eso? ─ río nervioso Shaka mientras pensaba que realmente o era muy transparente como para que ese chico que no tenía ni media hora de conocer supiera sus intenciones o Afrodita había hecho prácticamente lo mismo que él en el automóvil con obvios resultados.


─ Ya veo, no vuelvas a decirle que trataras de escapar ─le hablo Afrodita, sacándolo de sus pensamientos─, mira si fueras solo tú no habría problema, pero ahora Shaka si tu intentas algo a nosotros también nos castigaran y ni que decir si tienes amigo o familiares que puedan resultar heridos ─le aclaro con verdadera preocupación─ y la verdad yo no deseo ser castigado por culpa tuya.


─ Me estás diciendo que si trato de irme, ustedes también podrían salir lastimados ─pregunto un poco incrédulo Shaka


─ Si, Shaka desde que entraste por la puerta principal ─interfirió Sorrento─, todo lo que hagas también nos puede dañar o beneficiar a nosotros, igual que lo que nosotros hagamos.


─ Por eso te pedimos pienses las cosas dos veces antes de hacerlas Shaka ─hablo Afrodita levantándose de la cama para dirigirse al guardarropa de donde saco dos pijamas─. Ahora será mejor dormir, mañana tendremos que levantarnos a las seis para que estemos listos para el desayuno con el Señor Saga.


Afrodita le entrego a Shaka una pijama de seda blanca y mangas largas para que pudiera dormir, mientras que el se traía un conjunto igual pero en color verde esmeralda, por su lado Sorrento sacaba de su cómoda una pijama de mangas cortas de color rojo, cuando estuvieron listos se dispusieron a dormir.


Mientras esto pasaba, en la última habitación del corredor de la izquierda del tercer piso se encontraba Saga disfrutando de un relajante masaje que era proporcionado por su primer juguete, el cual era un muchacho de tez blanca, cabellos rojizos, ojos esmeralda, de estatura mediana y complextura delgada, vestía únicamente un pequeño short de seda color azul y desde que Saga entro a su cuarto se encontró con el joven dispuesto a satisfacer cualquier necesidad que su señor tuviera.


Alberich, que así se llamaba el joven había comenzado el masaje esparciendo una loción para masaje con esencia a almendra en la espalda de Saga y comenzó a frotarla, para después seguir con los hombros, la nuca y la cintura, cuando llego a la parte baja de la espalda quito la pequeña toalla que ocultaba los firmes glúteos de su señor, los cuales masajeo durante un momento después siguió con los muslos y las piernas.


─ Desnúdate y sube sobre mi ─ordeno Saga sumamente excitado, Alberich asi lo hizo─. Restriégate sobre mí, querido juguete.


Alberich froto su cuerpo desnudo al de Saga, ambos se encontraban excitados prueba de ello era que sus miembros estaban completamente erguidos y se notaba un sonrojo en sus mejillas, sobretodo en Alberich por su tono de piel, después de unos momentos Saga se giro quedando boca arriba y Alberich entendió que debía continuar con el masaje y así lo hizo aun sentado sobre él, mientras que sus miembros se frotaban con cada movimiento que hacia el más joven, comenzó por los hombros, después bajo por el pecho, jugueteo un poco con las tetillas de su señor, para continuar con el bien trabajado abdomen hasta llegar al miembro de Saga, el cual tomo entre sus manos cubiertas de la loción y comenzó a masajearlo de arriba abajo, muy lentamente, después de unos minutos así se inclino para a continuación abrir su boca e introducir por completo el miembro de Saga en esta, pero no se movió se mantuvo quieto durante un momento para después comenzar a succionar lentamente la carne caliente y dura de su señor.


─ Así Alberich ─dijo Saga complacido con el joven─ ¡Más rápido!


Alberich acato las ordenes de su amado señor, e hizo las succiones más rápidas, estuvieron así durante unos cinco minutos más hasta que Saga lo detuvo y lo atrajo más hacia él y le dio un beso demandante, mientras se besaban Alberich abrió más sus piernas permitiendo que uno de los dedos de su señor tentara su entrada, para a continuación meterlo en la intimidad del más joven comenzando asi con la dilatación de la entrada, duraron algunos momentos más hasta que Saga vio imperante estar dentro de su amante.


─ Métetelo, quiero que te penetres con mi miembro ─ordeno con voz ronca Saga


─ Señor, yo hare lo que me pida ─dijo sensualmente el joven amante tomando nuevamente entre sus manos el miembro de su señor y lo guio hacia su entrada dilatada, subió su cuerpo un poco para después ir bajando lentamente e ir introduciendo el miembro caliente y grueso de Saga sin interrupciones mientras su espalda se encorvaba al sentir como iba abriéndose paso aquel pedazo de carne.


Para Saga esa era una de las cosas que más le encantaba ver, le fascinaba ver como esos jovencitos que una vez habían llegado como tercas mulas ahora se comportaban como caballos mansos ante sus ordenes y peticiones, ver como Alberich deseaba complacerlo solamente a él, le hacía subir su ya de por si alto ego hasta las nubes, cuando se sintió por completo en el interior caliente de su joven amante comenzó con un vaivén lento pero constante para poco a poco irlo transformando en un vaivén casi desquiciante.


─ Mi señor… ¡Quiero más!... más fuerte… por favor ─decía en jadeos Alberich al borde de la locura por las envestidas de Saga.


─ Eres… realmente… delicioso… Alberich… ─jadeo Saga en la oreja de este, para después penetrar con su lengua en esta, asiendo que el más joven gimiera de placer.


Siguieron así durante varios minutos más en los cuales solo se podía escuchar los gemidos de ambos amantes, hasta que por fin los dos llegaron al clímax descargándose  Saga dentro de Alberich y este entre los vientres de ambos, Saga se mantuvo unos minutos más dentro de su amante para después salir lentamente de él, se acomodaron en la amplia cama para descansar después de tan relajante y estimulante masaje.


La mañana para algunos llego con energías renovadas pero para otros había llegado muy rápido y solo podría traer cosas malas y nada gratas, por lo menos eso era lo que pasaba por la mente de Shaka mientras se bañaba casi por ordenes de Afrodita, que también lo había levantado no de la mejor manera, como él hubiera esperado al casi no conocerse, para cuando salió del baño tanto Sorrento como Afrodita se encontraban listos.


─ Vaya hasta que sales ─ dijo Afrodita mientras revolvía cosas en el guardarropas─ Bien, creo que esto te irá bien o por lo menos te servirá, ¿dudo que quieras ser el centro de atención o no?


─ En primero tardo en bañarme por mi cabello ─dijo mirando desafiante a Afrodita─. Y estas en lo cierto lo que menos quiero es que ese hombre si quiera me mire, por mi que piense que morí mientras dormía.


─ Vamos no seas tan dramático Shaka ─río Sorrento─ Anda cámbiate para que te peinemos, para cuando nos avisen que podemos bajar a desayunar.


─ Pff… está bien pero que conste que solo lo hago porque no tengo de otra no por gusto ─se quejo Shaka mientras se vestía con una camisa blanca tipo polo y un pantalón entubado color azul con unos tenis converse blancos que hacían juego con la camisa.


─ Perfecto, te queda bien esa combinación de colores… además no nos avisaron que saldríamos ─dijo Sorrento mientras peinaba los cabellos de Shaka en una cola alta─, así que no veo problema ni creo que se moleste el señor, además nosotros también vamos vestidos de manera casual.


Justo cuando terminaba de peinar a Shaka, tocaron la puerta y Afrodita fue abrir encontrándose con una de las mucamas de la mansión.


─ Jóvenes, el desayuno será servido en cinco minutos ─dijo la mucama


─ Gracias, June ─ dijo Sorrento─ bajaremos enseguida.


─ June, ya pusieron el nuevo lugar para nuestro nuevo compañero ─pregunto Afrodita, no quería que su señor se molestara y dar pie a una pelea entre Shaka y su señor.


─ Si, joven Afrodita hoy temprano nos avisaron que habría un nuevo puesto en la mesa ─aclaro June─ con su permiso.


Después de salir June tanto Afrodita como Sorrento se dieron un ultimo vistazo en el espejo y salieron de la habitación con un Shaka por demás fastidiado, ya de tanta cosa y eso que apenas era el desayuno, pero sobretodo nervioso al no saber a qué se enfrentaría al encontrarse nuevamente con ese hombre que lo había llevado a la fuerza a esa enorme mansión.


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