Cuando quiso ir a la clínica, james tuvo que pedir permiso en el trabajo , alegando "razones personales impostergables"
Le tomó menos de 5 minutos aparecer en la puerta principal de la clínica, y aunque esta decidido ha hacerlo hoy, la imponente infraestructura le intimido un poco.
-tengo cita con el Doctor Colluci - dijo cuando se decidió a entrar, la enfermera le sonrió de forma amable, y con rapidez le indicó el camino
El tiempo de la trayectoria del lobby a la oficina fue bastante corto, sin embargo se quedo en shock al ver una tremenda sala de espera, regularmente llena.
-Disculpe, tengo una cita...- la secretaria lo miro y sonrió, aunque claramente para James eso fue una mueca
-Como todos, le pido por favor que espere- y señaló de forma educada los sillones para que tomara asiento- la selección de donantes siempre demora más de lo previsto.
James refunfuñante aceptó, no le quedaba otra, o era eso o se volvía al trabajo sin nada. Y él había llegado muy lejos como para volverse con las manos vacías
Cuarenta y cinco minutos después, la paciencia de James se estaba agotando... Ya iba a ser hora de comer y aún el dichoso médico no le atendía.
Decidió esperar diez minutos más y si no le atendían se iban a enterar.
Por lo que QUINCE minutos de eterna espera se levantó de su asiento y bastante molesto se acercó al escritorio de la secretaria que, bien fresca, se limaba la uñas
- A que hora podrán atenderme?- gruño frunciendo el ceño- llevo una maldita hora esperando
La mujer levantó la vista y la posó sobre él con infinita paciencia, que a James se le antojó insoportable
- Si tanto le disgusta la espera señor...?
-Potter, James Potter- se presentó cruzandose de brazos
- Como decía, si tanto le disgusta esperar señor Potter- he hizo énfasis en su apellido- la puerta siempre esta abierta
Tanto él como los demás pacientes le miraron sorprendidos. ¿Le había dicho qué? ¿Habia escuchado bien?
-Escúchame bien bruja de mier...-comenzó diciendo antes de que una puerta en donde se encontraba se abriera
-James Potter- un mago de unos hermosos ojos azules y barba salió con un file
-soy yo- dijo volteando a mirarlo
-Pase por favor- le invitó al consultorio.
James asintió no sin antes dedicarle un mirada de eterno odio e infinito desprecio a la bruja inservible que caso no le hizo.
Cuando la puerta se cerró frunció el ceño al medimago sin dejar de mirarlo
-Algún problema señor Potter?
-Tengo uno bastante grande con su asistente, tan maleducada e impertinente- e iba a seguir hablando sino el mago no le hubiera sonreído- Lo que estoy diciéndole no es un maldito chiste
-Lo tengo muy en claro señor Potter- dijo sacando un file bastante grande de uno de los cajones de su escritorio- le pido disculpas por ella, es una joven bastante problemática pero que no puedo despedir porque es hija del jefe de la clínica
-Oh...- musitó suspirando
-entonces, ahora que esta todo aclarado, me gustaría que me hablara de la situación por la que esta aquí Señor Potter
Frunció el ceño al oír nuevamente "Señor Potter", estaba seguro que si lo repetía una vez más se daría de palmos contra la pared
- Si no le molesta solo llámame James- pidió sonriendo- el Señor es mi padre Y luego de enunciar su pedido comenzó con el relato de su "sueño"
Hubiera sido bastante genial poder decir que ese mismo día, cuando salió de la clínica, ya tenía a su bebé en su vientre, pero habría sido demasiado bueno para ser cierto.
Primero porque cuando vio a los candidatos, eran todos menos los hombres hermosos que alguna vez se hubiera ilusionado... Estúpidas películas muggles
Y apesar que él no era de los que prejuzgaban por la apariencia, pero esto lo sobrepasaba, o eran orcos, hijos del mismísimo Sauron, o tenían una serie de enfermedades hereditarias, que era mejor tirarles un balazo... Frase muy muggle que había adquirido leyendo revistas amarillistas de los hombrecitos sin magia.
Entonces cuando veía todas sus esperanzas pérdidas apareció el semen de sus sueños
... Si claro, como si eso fuera a pasar...
Salió de la oficina todo enfurruñado y programó otra cita para el día siguiente muy temprano por la mañana, prometiéndose a sí mismo que si para mañana no conseguía nada, dejaría de insistir... Por algo estaban pasando las cosas, sólo rogaba a Merlin, Zeus, Dios, Alá o a quien sea que estuviera ahí arriba que hiciera que su fortuna sonriera...
Para cuándo por fin llegó a casa y se disponía a almorzar, su chimenea chisporroteó llamas de color púrpura, signo inequívoco de que una misión había surgido de último momento y que requerían su presencia.
Bastante desanimado tomó su capa y cogiendo una bolsa de tela, metió un par de panes, una botella chica de leche y un paquete de galletas de chocolate
-Potter, llegas tarde!- reprendió su líder de brigada apenas salió de la chimenea.
- Lo lamento señor- respondió sacando un pan de la bolsa que cargaba y dándole un buen mordisco-¿ Señor?- preguntó cuando hubo tragado lo que masticaba, pues su jefe tenía cara de muy pocos amigos
-Acaso no ha almorzado Potter!?
-no señor, no me dio tiempo-y terminado de meterse lo quedaba de pan en la boca saco el paquete de galletas
-Potter!- rugió al escuchar el sonido de la envoltura al ser abierta
-Ya termino señor- pidió sacando la botella de leche y dándole un gran trago
El hombre simplemente negó con la cabeza cansado, siempre era la mismo con Potter...
Dieron las dos de la mañana cuando por fin pudo depositar todo sus huesos en su mullida cama, como si fuera una serpiente se comenzó a desprender de cada prenda de su cuerpo, su capa, su túnica, camisa y pantalones;los zapatos y medias los retiró con sus propios pies.
Arrastro su cobertor por su semidesnudo cuerpo y se acurrucó al lado izquierdo ( su lado favorito de la cama) quedándose inmediatamente dormido.
-La alarma...-musitó abriendo nuevamente los ojos de forma brusca, sólo faltase que se quedara dormido y por consiguiente perdiera la cita para suicidarse inmediatamente, por lo que para evitar su propio homicidio con un pase de varita programó su despertador.
Ahora necesitaba dormir, esa redada antidrogas fue más dura de lo que había pensado
La alarma había sonado si...
Pero 25 minutos antes de la hora acordada en su cita.
Por lo que míseramente solo pude darse un simple baño de agua fría, agradeciendo internamente que estaban en verano y no tendría que congelarse. Tomó un par de jeans, una camiseta sin mangas, su casaca negra de cuero y se calzó un par de botas
" 7 : 20 "
Fue la hora que marco el reloj, por lo que sólo tuvo tiempo de tomar su billetera, su varita y un par de barras de chocolate que tenía guardadas por todos lo cajones de la casa.
- El primero en llegar James- le dijo el doctor como saludo, ambos habían coincidido en el elevador- se nota un poco cansado
- si bueno, me quede hasta entrada la noche en el trabajo- comentó sacando uno de los dulces del bolsillo interno de su chaqueta- pero nada que una buena barra de chocolate no arregle- y sonrió
El doctor asintió mientras ojeaba unos informes, de los recientes donantes
- tenemos un par de muestras nuevas- los ojos de James brillaron- al parecer uno de ellos fue entregado en una extraña situación
-Eso no interesa- agregó rápidamente el morocho- lo importante es si cumplen los requisitos
-Calma, pero si te tranquiliza creo que si los cumplen
La sonrisa, que prometía engullir todo el rostro, de James duró hasta que llegaron a la oficina del sanador
-Bien, estas son las fotos- y colocó dos sobre su escritorio- el Moreno se llama Charles Evans, y el otro Thomas Riddle
-bueno, ambos son morenos- indicó arrugando los labios
-Mi error- río el medimago- el de ojos azules se llama Charles y de ojos verdes Thomas- dijo señalando a cada uno
James miro sus rostros y pudo jurar que su grito mental casi se exteriorizó, los dos eran bastantes atractivos , pero tendría que inclinarse por los ojos verdes de Thomas sin embargo adoraba la sonrisa de Charles.
-y para tu agrado ninguno tiene enfermedades hereditarias- agregó con una sonrisa
Era perfecto, simplemente perfecto .
-la fortuna me ha sonreído-musitó entre dientes. El medimago lo miro expectante- ¿eh?
- Decías algo?- James negó sin dejar de sonreír-Solo hay dos pequeños inconvenientes
-Cuales son?- casi musitó con miedo
- El primero- y señalo a Charles Evans- quiere estar presente en todo el embarazo- James frunció el ceño en desaprobación- y el otro, Thomas, quiere que se le notifiqué cuando su simiente sea usada
-Bien creo que ya se cual vamos a usar..
Dos horas después de llegar a su casa, James se encontraba recostado en su sofá con una sonrisa boba en su rostro, ganas de llorar no le faltaban pero eso ya lo haría cuando tuviera a su pequeño Harry en sus brazos
-O tal vez deba llamarlo como mi padre, Marcus- musitó mordiéndose los labios y pensando seriamente las posibilidades
Pero llamaron a su puerta, pensó en ignorarlo, pero este se hacía cada vez más insistente
-¿Si?-pregunto abriendo la puerta
-¿James Potter?-y el aludido casi ahogó una exclamación al reconocerlo de entré los donantes.
-Tú!- casi chilló, pero James Potter no chilla- ¿Qué haces aquí?
-Tenemos que hablar- pidió lo más serio del mundo
-¿De qué? Tu y yo no nos conocemos- y tomó la puerta dispuesto a cerrarla- no tenemos nada que hablar
Y comenzó a empujar, Tom hizo fuerza para evitar que cerrará la puerta
- Si hay de que hablar- dijo- porque si estas embarazado ese niño es mío
-¿Qué has dicho?- susurró mirándolo sorprendido
Oh por Dios James, en que lío te has metido...