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How To Save A Life por Sabaku No Ferchis

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Notas del capitulo:

Gomeneee x la tardanza, en serio. Nunca dejaría esta historia incompleta. Se los juro jeje. Ok

espero q me perdonen con este capiiiii kikiki 

a leer!

Capítulo 5


No asimiles el color de tu cabello.


Ambos compartían un silencio mutuo, ausentes, cada uno perdiendo sus ojos en aquél libro del psicología que sostenían en sus manos. A veces, la mirada azabache se daba el lujo de recorrer por un mili segundo la figura pelirroja y después regresar a las desgastadas páginas del libro, incomodando aún más al dueño de los pozos aguamarina.


Sasuke se acomodó en la silla de la biblioteca, acercándola aún más a donde Gaara se encontraba sentado. Su brazo chocó contra el del otro y dobló su cabeza para hacerla caer sobre el hombro del pelirrojo. Gaara arrugó la nariz y bufó mirando hacia otro lado. Empujó la cabeza del otro exigiendo su propio espacio personal y regresó su atención a los párrafos del libro.


Una pequeña y casi inaudible risita escapó de los labios del Uchiha.


—Lo siento, me estaba quedando dormido— dijo, excusándose mientras cambiaba la página. Gaara volvió a rodar los ojos e ignoró al otro, tratando de consentrarse en la lectura.


Y siguieron, leyendo, haciendo un vano intento por terminar el proyecto semestral cuando sus mentes divagaban por otras cosas.


Gaara, incómodo y fastidiado. Realmente no entendía que diablos pasaba por la cabeza del azabache; pues de lo poco que lo conocía, Gaara siempre había pensado que Sasuke era arrogante, prepotente e indiferente con la mayoría de las personas. Varias veces había visto mares abiertos derramados por los desilusionados ojos de alguna de las chicas obsesionadas con el Uchiha, y sólo pocas presenció el justo momento en el que Sasuke las rechazaba. "Eres fastidiosa" solía decir el azabache manteniendo un semblante frío y ausente de cualquier emoción humana, para después alejarse a paso calmado de cualquier chica que se atreviera a declararle sus sentimientos.


¿Por qué carajos te comportas así conmigo?


Y ciertamente no se lo dejaba de preguntar. ¿Dónde quedó aquél Sasuke frío e indiferente? Aquel chico que siempre miraba por abajo a los demás...


Seguramente, cualquier chica se sentiría privilegiada de estar en el lugar de Gaara; de recibir la atención de Sasuke las veinticuatro horas del día, de poder lograr sacarle una sonrisa al azabache o incluso hacerle sentir mariposas en el estómago; pero a Gaara simplemente le molestaba. No le agradaba la idea de que alguien invadiera su espacio personal y lo acosara a todo segundo, con sus miradas, con sus movimientos, con sus halagos.


—Miel...— susurró Sasuke delineando una suave sonrisa.


— ¿Qué?— la ceja inexistente de Gaara se arqueó.


—Hueles a miel— dijo el azabache posando sus ojos profundos sobre el otro.


Ni medio segundo pasó, cuando Gaara sintió la respiración del azabache chocar contra su mejilla. Trató de evitar el sonrojo que amenazaba con hacerse presente sobre su blanca piel.


— Tu cabello también huele a miel— añadió. Su nariz hundiéndose en la feroz melena rojiza, aspirando, embriagándose con ese delicioso aroma.


— ¡Quítate de encima!— gritó el pelirrojo empujando con brusquedad al otro, haciéndolo caer de la silla, y él, poniéndose de pie —. ¿¡Qué carajos pasa contigo, Idiota!?


—¡¡Shhh!!


Ambos chicos giraron la mirada y distinguieron a un chico de tez pálida, cabellos profundamente negros y cuerpo bien definido, que mantenía el ceño fruncido y su dedo indice frente a su boca, harto ya de los potentes gritos del Sabaku No.


El chico, al notar las penetrantes miradas que descansaban sobre su figura, tragó saliva y rodó los ojos, levantándose de donde se encontraba sentado y cerrando el libro que hace rato leía tranquilamente. Sin más, desapareció por los pasillos de la biblioteca.


—Debes controlarte más, mapachito...— habló Sasuke mientras se apoyaba en su rodilla para levantarse —. Si sigues así voy a terminar en el hospital— añadió sobándose su trasero, seguramente rojo por el golpe que se había dado al caer.


Gaara gruñó profundamente y rodó los ojos, dando media vuelta y dispuesto a retirarse del lugar.


No. Simplemente no sabía que demonios pasaba por la mente de ese loco. ¿Por qué invadía descaradamente su espacio personal? ¿Por qué siempre mantenía esa sonrisa indescifrable cuando estaba junto a él?... Se llevó una mano a la cabeza, adentrando sus largos y finos dedos entre la abundante cabellera pelirroja. No lograba entender qué era lo que tenía Sasuke para que todas las chicas se fijaran en él. Es decir, él era un tipo corriente, seguramente había chicos más guapos que él, pero por alguna extraña razón, Sasuke Uchiha había llegado a ser el chico más cotizado de la escuela, tanto por chicas como por chicos (y alguno que otro profesor) Sí, el azabache tenía demasiado de donde elegir. Bien podría estar con Hinata, la chica más voluptuosa de la escuela; o con Sasori, uno de los chicos más guapos del grado superior... ¿Por qué demonios se molestaba en acosar a alguien como Gaara?


Al salir de la biblioteca, el pelirrojo soltó un profundo suspiro...


— ¡Auch!


Un fuerte golpe, y su cabeza azotó contra el suelo. Sintió el peso de alguien encima de él, así que, entumido por el dolor, trató de abrir los ojos y divisó sobre él una larga mata de cabellos rubios y sedosos.


El chico rubio levantó el rostro con lentitud, y sus delicadas facciones, que bien pudieran ser confundidas con las de una mujer, se enchuecaron formando una mueca de asco. Se retiró rápidamente del cuerpo del pelirrojo y se incorporó a su grupo de amigos que venían detrás de él.


— ¡Idiota! ¡Hiciste que me tropezara!— gritó el chico rubio con una potente ira remarcada en sus ojos azules.


—Lo ve, Deidara-sempai; eso le pasa por ir corriendo tan rápido— inquirió un chico pelinegro, de ojos color carmesí que mantenía una burlona sonrisa en el rostro.


— ¡Cállate, Tobi! Éste idiota hizo que me tropezara y ahora me las va a pagar— dijo, tomando con brusquedad la camisa del pelirrojo que aún se encontraba sobre el suelo y preparando su puño para atacar.


Miró con desprecio a Gaara, hundiendo sus perforadores ojos zafiros sobre el cuerpo del otro. Entonces el puño chocó contra la pálida piel.


Deidara formó una sonrisa satisfactoria, burlona y prepotente. Soltó al pelirrojo y volvió a incorporarse a su grupo de amigos.


Se cruzó de brazos y esperó a que Gaara reaccionara.


Él permanecía en su sitio, cabizbajo, sus mechones del color de la sangre cubriendo gran parte de su rostro. Se lograba ver un liquido espeso resbalar por su mentón y atreverse a manchar su camisa. No se movía ni en lo más mínimo, parecía una estatua.


—Jaja...— un leve hilo de voz siendo escupido por los delgados labios nívea.


Deidara frunció el ceño, arqueando una de sus finas cejas doradas.


—Pegas como una niña, rubia— levantó su mirada aguamarina, intensa y perforadora, burlona; encajando como una flecha la iris sobre el rubio, formando una sonrisa algo demente.


La ira recorrió fogosamente el cuerpo de Deidara, el entrecejo se hizo potente y volvió a lanzar otro puñetazo contra el pelirrojo. Uno detrás del otro, y el rostro de Gaara adquiría el color de su cabello, pero él permanecía quieto. No valía la pena gastar sus fuerzas con alguien como Deidara.


De pronto, una bola de curiosos había llenado el panorama. Los amigos de Deidara alentaban al rubio a dejar al pelirrojo sin rostro, a excepción de dos de ellos, que permanecían distantes de todo el alboroto.


Y Gaara ni siquiera sentía los golpes, los ignoraba, de hecho. Sí que Deidara era débil, ¡Por Dios! Después de las torturas de Shukaku por las noches, los ligeros golpes de Deidara se sentían como plumas sobre su piel.


Y entonces otro golpe resonó.


Pero esta vez, fue Deidara quien azotó contra el piso.


Los gritos cesaron, y uno de los amigos del rubio que permanecía ajeno a la pelea, se acercó con lentitud.


— ¿Pero que...— Deidara se sobó la mejilla, confundido, alzó su mirada y distinguió al azabache de ojos profundos —. ¿¡Qué mierda crees que haces!? ¡Yo soy...


—Me vale una mierda que seas el hermano de Naruto— interrumpió el Uchiha, lanzándole una mirada llena de odio al rubio de ojos azules —. Si no lo dejas en paz, te voy a partir esa carita de niña plana que tienes.


Deidara arqueó una ceja, confundido, y tratando de mantener ese semblante prepotente que lo caracterizaba, impulsó sus piernas para ponerse de pie. Marcó una mirada aterradora sobre los ojos azabache, pero eso era poco comparado con lo que Sasuke expresaba en sus pupilas.


Y claro, después de una buena batalla de miradas mortales, uno esperaría que comenzaran una pelea a diestra y siniestra, ambos descargando su furia contenida sobre el rostro del otro; de hecho, eso era justo lo que estaba a punto de pasar. Tanto Sasuke como Deidara se habían colocado en posición de batalla y estaban listos para jugar a los luchadores, pero entonces...


—Sasuke...


Voz profunda, bastante masculina y encantadora que rápidamente desconcertó al pequeño Uchiha. Deslizó su mirada a un costado y distinguió la perfecta figura pálida y pelinegra que era la de su hermano mayor, Itachi Uchiha.


Aquella mirada le ordenaba, de una manera intensa y ligeramente amenazadora, que se detuviera. Sasuke volvió a su posición natural y rodó los ojos, escondiendo sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón. Miró discretamente a todas direcciones y para su mala suerte, Gaara no aparecía en ninguna de ellas. Seguramente se había largado.


—Como sea...— mustió de forma indiferente, dedicándole una última mirada a su hermano mayor para luego desaparecer lentamente dentro de la multitud que los rodeaba.


— ¡Oye! ¡Todavía no acabo contigo, Baka!— Oh no, pobre del que se atreviera a dejar a Deidara como un idiota.


— ¡D-Deidara-sempai, contrólese!— gritaba el eufórico pelinegro de la máscara anaranjada, tratando de controlar a su amigo que parecía querer salir corriendo como loco tras el Uchiha menor.


— ¡Déjame, Tobi! ¡Ese idiota me las va a pagar! ¡A mí nadie me subestima!


— ¡P-Pero Deidara-sempai! Si usted lastima al hermano de Itachi-san, entonces Itachi-san se enojará con usted.


— ¡Me vale una mierda si Itachi se enoja! ¡A mí nadie me ve la cara de estúpido! ¡Le voy a dar su merecido! ¡Lo voy a...


—Deidara...


Finos hilos de voz procedentes de la otra persona que se mantenía ausente a la pelea. Deidara posó sus gemas azules sobre aquella figura masculina y suspiró.

 

 

No le dolía; para nada. Se mantenía firme caminando a paso algo veloz hacia su habitación. La camisa, anteriormente blanca, se encontraba cubierta bajo un espeso manto color carmesí, que procedía desde la blanca frente del pelirrojo hasta terminar perdiéndose en el obscuro pantalón ajustado. Trataba de despejar su mente para evitar perder el control y dejar que Shukaku se apoderara de él. Quizá, sólo quizá, era cuestión de tiempo para que su racionalidad lo abandonara.


—Gaara...— escuchó detrás.


Paró en seco. Permaneció estático, con el rostro inexpresivo y ocultándolo bajo los mechones rojizos que se camuflajeaban con la sangre de su frente.


El silencio era penetrante, lo suficientemente pesado y tenso que casi llegaba a lo tangible; pero a él no le importaba, para nada. Prefería eso a escuchar otra palabra proveniente de aquellos labios.


Los segundos siguieron su ritmo, él parado ahí, como una estatua. De pronto, una mano tomó su brazo derecho con delicadeza, como si temiera hacerle algún daño. Rápidamente, él empujó aquella mano con brusquedad y se giro, encontrándose con unos ojos profundos y obscuros.


Gruñó, una vez más.


Quería evitar unir su vista con los ojos de Sasuke; lo intentaba, pero simplemente no lo lograba. Pareciera como si algo lo obligara a mirarlo, a mantener ese contacto visual que lo estaba volviendo loco. En todos los sentidos.


La mano subió hasta posarse en el hombro de Gaara, y con un suave y rápido movimiento, el cuerpo del pelirrojo fue atraído al de Sasuke.


—Gaara, yo...


— ¡Quítate de encima, maldito imbécil!— interrumpió el pelirrojo, mientras cortaba bruscamente el contacto con el Uchiha — ¿¡Qué mierda crees que haces!?


Sasuke quiso acercarse de nuevo, pero Gaara lo detuvo de manera violenta.


— ¡Aléjate de mí!— gritó. Sus ojos escurrían el odio en forma de lagrimas pesadas. Sasuke retrocedió un paso — ¡Mira lo que me pasó por tu culpa!


— ¿Culpa mía?


— ¿Pues de quién más? Si no me hubieras insistido tanto en terminar este proyecto juntos, nada de esto habría pasado.


—Eso no tiene nada que ver...


— ¡Claro que sí!


Gaara cerró los ojos con fuerza y apretó los puños.


— Cada vez que estoy cerca de ti algo me tiene que pasar... Me siento extraño— se negó a abrir los ojos, ejerció presión en los puños — ¡Tú me haces sentir extraño cuando estás cerca de mí!


— G-Gaara...


— La manera en la que me miras, en la que te comportas conmigo... Tú...


Silencio.


Los ojos de Sasuke abiertos como platos. Sentía su corazón latir a mil por hora, sus piernas le temblaban, el sudor comenzaba aparecer. Tragó saliva y esperó impacientemente a que el pelirrojo continuara.


—... ¡Me tienes harto!— gritó por fin, arrastrando por su garganta cada palabra, con el sumo deseo de deshacerse de ellas — ¿¡Por qué demonios le pegaste a Deidara!? ¡Dime que te ganabas con eso!


— No iba a dejar que te siguiera golpeando, Gaara, yo...


— No te pedí que me salvaras, ¿Entiendes?— dijo fríamente, dándose la vuelta, dispuesto a seguir su camino —. Deja de comportarte como un estúpido y déjame en paz.


Tardó en reaccionar, pero logró volver a atrapar el brazo del pelirrojo antes de que se le escapara.


— Gaara, escúchame por favor, yo...


—No me importa lo que tengas que decir— interrumpió con una voz ausente de sentimientos o emociones —. Sólo aléjate de mí... No te soporto.


Era cierto, Sasuke tenía un orgullo casi inquebrantable, pero esas palabras, tan frías y crueles lograron atravesar sus barreras y causarle algún tipo de dolor en el pecho, algo que jamás en su vida había sentido.


Deslizó su mano por el brazo de Gaara y lo dejó ir. Él se quedó ahí, quieto, viendo desaparecer al pelirrojo entre los pasillos del internado.


No. No iba a dejar que las lagrimas mancharan su orgullo, no. No iba a mostrar esa clase de debilidad, ¿O sí?

 

 

¿Qué es esto?


Abrió la llave del agua caliente. Dejó que la sangre fuera lentamente retirada de su cuerpo mientras él se dejaba llevar por la cálida sensación del agua tibia.


¿Por qué me siento así?


Cuando su cuerpo volvió a ser tan blanco como la nieve, cerró la llave y se secó. Salió del baño y contempló su amplia cama. Se acercó y tomó entre sus dedos el ajustado bóxer color carmín.


¿Por qué...


Cuando se cubrió lo necesario, se tiró sobre la cama, tratando de dormitar, pero simplemente no lo lograba. Su mente estaba sumida en pensamientos confusos y extraños que le causaban dolor de cabeza. Daba vueltas en su cama, ansioso, nervioso. Necesitaba algo que lo distrajera... ¡Mierda! Era la primera vez que ansiaba que Shukaku apareciera...


... No dejo de...

Se levantó, resignado. Caminó pesadamente hasta detenerse frente a la enorme ventana del cuarto, que dejaba ver una hermosa luna llena y un cielo azul marino despejado. Suspiró y entrecerró los ojos, se recargó sobre el eje de la ventana y contempló la luna.


¿Por qué no dejo de pensar en ti?...

 

Notas finales:

Kyyahh!! ¿Les gustó? Merece RVW? Jeje prometo pronto el sig capiii

 

Gracias x leer!! 

 

¿Merece Review? XD

 

Sayo...!


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