Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Cambio por Dragon no Shiryu

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, aquí está la segunda parte del fic, espero que les guste n_n me costó trabajo proque tuve un bloqueo mental T-T pero ya está listo, perdón por haberlos hecho esperar, comenten si les gusta, plis :) Todavía falta un capítulo, prometo no tardar tanto en actualizar

Quería correr hacia Albafica y a Manigoldo y pedirles perdón, o mejor aún, no haber dicho nunca eso, al menos en voz alta, pero algo le obligó a dar media vuelta y observar el rostro de DeathMask. Afrodita supo desde ese momento que aquella cara no se le borraría jamás de la mente. Su expresión era extraña se veía terriblemente herido por sus palabras, pero su dolor estaba mezclado con un poderoso deseo de venganza, Afrodita sabía que DeathMask jamás había mirado así a nadie, ni siquiera a los enemigos con los que habían tenido que batallar en repetidas ocasiones, lo que no le terminaba de quedar muy claro era si la venganza que se proyectaba deseosa y desgarradora en los ojos de su ex amante era contra él o contra Manigoldo… o quizás con el mismo Albafica, no tenía la menor idea, pero si estaba lleno de ira contra él, así que intentó no dejarse intimidar con su mirada y salió apresuradamente del templo de Cáncer. 

 

Iba corriendo tan rápido como podía, no quería estar un segundo más cerca de DeathMask, pero el caballero menor de Cáncer no tardó en darle alcance. Se lanzó sobre él y ambos cayeron al suelo, en un golpe seco y doloroso.

 

-Uhm- gimió Afrodita al sentir que el aire se le iba del estómago. Comenzó a sentir desequilibrio por el terreno irregular y se dio cuenta de que estaban en una colina. Trató de detenerse de lo primero que encontró, las ramas sobresalientes de un sauce, pero de poco sirvió, él y DeathMask rodaron colina abajo. Estaba lleno de rocas, piedras, ramas y arbustos espinosos, además de ser una de las colinas más empinadas del santuario. Fueron a dar hasta un arroyo de agua rápida, estuvieron a punto de caer. Afrodita estaba mareado y sentía ardor en los brazos y en el rostro, y un poco en las piernas. Bajó la vista y se percató entonces de que las ramas habían roto su maya y le habían dejado feos rasguños, en los brazos tenía golpes inflamados y rojos que no tardarían en convertirse en moretones, y en la cabeza tenía una pequeña cortada, además de estar lleno de tierra por todas partes, en especial en la cara y el cabello. Se sentó y se recargó sobre la roca de la colina y comenzó a toser, escupiendo tierra y hojas. No tuvo tiempo de recuperarse un poco, cuando vio aparecer a DeathMask detrás de el, con una cortada grande en el rostro y unos golpes mucho más fuertes y seguramente más dolorosos. Se lanzó furioso sobre él, atrapando sus muñecas con una mano y con la otra deteniendo sus piernas para que no se moviera.

 

-¡¡Repítelo!!- gritó histérico  y lo levantó de un solo movimiento -¡anda! ¡¡repite lo que dijiste allá adentro!!-  con una mano lo sostenía por los brazos y con la otra lo empujaba hacia el arroyo, si la mano que tenía aprisionados los brazos lo soltaba, iría a dar hasta el fondo de una cascada que se veía a lo lejos. Afrodita trató de calmarse, pero sentía pánico, sabía que DeatMask enojado era capaz de todo, aunque después se arrepintiera

 

-¡¡Que lo repitas!! ¡¡o te juro que te suelto!!-

 

Afrodita intentó no dejarse intimidar

 

-¡Dije que me gusta! ¡que me gusta más que tu, ahora! ¡porque él es dulce, tierno y cariñoso! ¡¡y fiel!! ¡¡y envidio a Albafica porque quisiera a Manigoldo conmigo!!-

 

DeathMask no daba crédito a las palabras que oía, le hirió profundo, en lo más profundo de su alma y de su orgullo, si había alguien orgulloso entre los caballeros dorados, ésos eran Saga, Shura y DeathMask. El caballero de Cáncer sintió una lágrima correr por su mejilla, afortunadamente para él, Afrodita no estaba mirándolo. Al sentir que había sido tan herido como para llorar por primera vez en más de quince años, juró hacer pagar a Afrodita mil veces su dolor, sin detenerse a pensar que el dolor que le había causado al caballero de Piscis era de la misma magnitud. Lo empujó aún más hacia el arrollo, hasta que el agua quedó a pocos centímetros de su rostro y el caballero de Piscis empezó a llorar, eran lágrimas grandes, y sollozaba intentando en vano contenerse, estaba muerto de miedo, sentía que iba a ser su fin, él estaba preparado para morir en combate, pero le daba un miedo terrible morir asfixiado o ahogado. Finalmente, DeathMask lo empujó contra la pared de piedra natural que formaba la colina. El caballero menor respiraba agitado entre sollozos y miró a DeathMask con una expresión rencorosa y aterrada a la vez. 

 

-Te juro que te haré pagar, Afrodita-

 

El caballero de cáncer subió por la colina apresuradamente y ahí lo dejó.

 

 

 

Ya había anochecido y Albafica empezaba a preocuparse, Afrodita no había llegado al templo de Piscis. Manigoldo estaba con su pareja, sentados frente al jardín de rosas venenosas. Apenas habían hablado desde que escucharon las palabras de Afrodita, se sentían incómodos sabiendo que el caballero menor de Piscis estaba ahora interesado en Manigoldo. Albafica miraba las rosas, apartado un metro de su pareja, y no decía una sola palabra. 

 

Finalmente, fue el caballero de cáncer quien se decidió a hablar 

 

-Fica… tú sabes que yo no tengo ojos para otro que no seas tu- le dijo y se acercó a él -anda, déjame abrazarte… escucha, no importa si Afrodita está ilusionado conmigo, yo no me fijaría en el… además sólo lo dijo para herir a DeathMask-

 

Albafica dirigió su mirada seria a los ojos de su pareja

 

-No sé, Manigoldo… a mi me pareció que hablaba muy en serio-

 

-Bueno, en todo caso… quizás yo sólo le recuerdo en cierta forma a su pareja, pero eso no significa que de verdad me quiera…-

 

-Es mejor ya no hablar del tema… estoy empezando a preocuparme por Dita, ya es muy tarde-

 

Manigoldo sonrió sin dejar de mirar al frente 

 

-¿Dita?- preguntó dejando escapar una risa

 

-Si, bueno es que… anoche platicamos un poco y… no sé, es un chico que quiere alguien que lo ame y sólo pueda fijarse en él, por eso le gusta llamar la atención de todos los caballeros… detrás de esa facha caprichosa es un chico dulce- suspiró -mejor voy a buscarlo-

 

-Te acompaño-

 

Estaban llegando a la entrada del templo de Piscis cuando vieron una sombra a lo lejos, caminando con cierta dificultad, era Afrodita, iba derramando lágrimas silenciosas y apretando con una mano su costado izquierdo, debajo de una costilla justamente. Albafica se apresuró al menor y lo ayudó a llegar a la entrada del templo. A la luz de la luna y de unas cuantas velas, Manigoldo y Albafica advirtieron que el muchacho estaba sucio, despeinado y herido.

 

-Dioses, Afrodita… ¿DeathMask te hizo esto?- preguntó el caballero mayor de Piscis y lo llevó hasta su recámara con ayuda de Manigoldo.

 

-Pues… en cierta forma si- respondió el menor en un murmullo adolorido, hasta el simple hecho de murmurar le causaba un dolor espantoso en el costado.

 

-¿Cómo que en cierta forma, Dita?- le preguntó Albafica -¿lo hizo o no?-

 

-Bueno… él me alcanzó y se lanzó sobre mi, caímos por la colina que está junto al templo de leo y nos lastimamos los dos… pero fue un accidente- el caballero menor de Piscis mintió en el hecho de que el santo de Cáncer lo había lastimado a propósito y omitió la parte en la que DeathMask lo había amenazado con soltarlo en el agua y lanzado contra la roca de la colina. Después de su breve relato, el menor suspiró bastante avergonzado -Fica… yo… lo que dije… bueno…-

 

-Shh… hablaremos de eso después Dita, y quédate tranquilo que no estoy enojado contigo, pero esto hay que curarlo… Mani, alcánzame una venda, ¿si? estaré en el baño con Dita- 

 

Cuando Manigoldo regresó de conseguir la venda más grande, no pudo evitar soltar unas risas al escuchar la conversación de los caballeros de Piscis desde afuera del baño

 

-¡Voltéate Albafica! ¿cómo me voy a desvestir enfrente de ti?-

 

-Si me volteo no te voy a poder ayudar, Afrodita, ¿cómo pretendes quitarte la armadura y la malla tu solo?-

 

-Bueno ayúdame pero sin ver…-

 

-¡¿Cómo sin ver?! ¿y si te lastimo peor?, ¡ya deja de exagerar!, ambos somos hombres, no tienes nada que yo no haya visto-

 

-Si, pero no es lo mismo… es en diferentes proporciones-

 

Albafica se sonrojó un poco

 

-¡Hay Afrodita! ya déjate…-

 

-¡Que no! ¡cierra los ojos!-

 

-Como si le fuera a decir a alguien que te falta tamaño- murmuró Albafica exasperado y cerró los ojos -¿ya?-

 

-¡Oye! si no quiero que me veas desnudo es porque no quiero que te sientas mal por tu falta de… dotes masculinos a comparación mía- tomó la mano de Albafica y la guió hasta su cuello -listo… aquí es mi cuello, empieza… ¡ah! con cuidado-

 

-Lo siento, pero no veo- como pudo comenzó a despojarlo de la armadura, y una vez hecho esto, comenzaron con la malla.

 

Afrodita se quejaba constantemente por el dolor, pero no le permitía al mayor abrir los ojos.

 

-Albafica, me estás apretando la costilla, ¡au! ten cuidado con mi espalda… ¡no me aprietes la cadera! ¡me duele!-

 

-¿Y como voy a saber si es la cadera?- el mayor llevó la mano por debajo del vientre de Afrodita -¿es tu muslo?-

 

Afrodita se sonrojó y abrió la boca, pero sin poder emitir palabra

 

-¿Dita?-

 

-¡Eso no se toca!- gritó enojado y le dio una cachetada a Albafica por haber agarrado su entrepierna sin querer. Albafica se hubiera molestado de no ser porque entendió que aquella zona no era precisamente un muslo.

 

-Lo… lo siento, Dita- se dio la vuelta -bueno… creo que mejor tu te quitas el resto de la malla… ya está lista la tina con agua caliente- salió corriendo del cuarto de baño y se encontró con Manigoldo riendo a carcajada suelta por su nada decorosa conversación

 

-Manigoldo…- lo reprendió avergonzado -no quise hacerlo- 

 

El caballero de cáncer no podía dejar de reír, incluso cuando Afrodita se vistió y los otros dos le ayudaron a curar su heridas, Manigoldo tenía que mirar hacia otra parte para poder reprimir sus risas.

 

En la noche, cuando Afrodita se quedó dormido, el caballero mayor de Piscis y su pareja se quedaron hablando.

 

-Albafica… con respecto a lo que dijo Afrodia… ¿de verdad hablarás con del de ese tema?-

 

-No lo sé… tal vez tengamos que hacerlo, pero es mejor no hacerlo ahora, de todas formas, no estoy seguro de hasta qué punto es verdad, recuerda que estaba muy enojado-

 

-Es cierto, lo mejor es no darle vueltas a ese tema-

 

-Manigoldo… no me gusta la idea de que regreses a tu templo, ahí esta DeathMask y no debe estar muy contento contigo-

 

Manigoldo sonrió

 

-No temas Albafica, a decir, verdad, no le tengo miedo, por muy enojado que esté conmigo, además nada de eso es mi culpa-

 

-Lo sé… de cualquier forma… cuídate, ¿esta bien?-

 

-No te preocupes por mi- le dio un beso en la frente y luego uno en los labios sin tener contacto con su lengua.

 

Afrodita los miraba desde su habitación a escondidas y suspiró con cierta tristeza.

 

 

 

Temprano en la mañana, Afrodita de Piscis recibió una visita en su habitación, era DeathMask. El caballero de cáncer se escabulló por la ventana y entró muy despacio y sin hacer ruido en lo absoluto. El santo de Piscis abrió los ojos lentamente y reconoció la cabellera azul, del hombre que estaba de espaldas a él.

 

Estuvo a punto de llamar a Albafica gritando, cuando el mayor interrumpió sus palabras

 

-Shhh… no grites, nadie te va a escuchar- le dijo en un tono por demás brusco, con el simple sonido de su voz podía interpretarse el dolor y el rencor que todavía sentía contra Afrodita. El menor sólo se quedó callado intentando adivinar el por qué de su visita.

 

-¿A qué vienes?-

 

-Vine a darte gusto… ¿quieres a Manigoldo no?- le preguntó el otro en tono burlesco y sarcástico -bien, pues tendrás a Manigoldo-

 

-Deja de decir tonterías, él es la pareja de mi amigo, y no pienso quitárselo…-

 

-No te estoy preguntando si es tu deseo o no, dijiste que lo querías, ahora lo tendrás… y estoy dispuesto a hacer cualquier cosa si te niegas, y no contra ti ni contra tu amor platónico… sino contra Albafica- 

 

-¡Albafica es muy capaz de defenderse!-

 

-Tal vez pero… ¿y su cosmo?-

 

Era cierto, el cosmo de Albafica había desaparecido por completo, no se podía sentir su presencia. Afrodita se levantó de un golpe y comenzó a buscarlo en el templo de Piscis, pero era inútil

 

-¿Qué le hiciste?- le preguntó al santo de cáncer menor -¿lo mandaste al infierno? Manigoldo no encontrará ahí-

 

-No lo encontrará porque no está en el infierno, y no importa si llaman a toda la orden de caballeros de Athena, no lo encontrarán, sólo yo sé donde está y puedo traerlo de vuelta, cuando hayan hecho lo que les dije, de otro modo se quedará para siempre donde está-

 

-¡Te crees muy listo! ¡le diremos a Athena y al patriarca!-

 

-Ellos tampoco podrán encontrarlo, y ya no me interesa si me asesinan-

 

-Eres un…-

 

Antes de que Afrodita terminara de hablar, DeathMask abrió la puerta, en donde estaba Manigoldo con una expresión furiosa y triste a la vez, no podía mandar al infierno al menor, porque éste sabría como regresar fácilmente, y eso no regresaría a Albafica. El santo menor de cáncer empujó al mayor dentro de la recámara y cerró la puerta.

 

 

 

Afrodita y Manigoldo se miraron, meditaron todas las posibilidades, pero el cosmo de Albafica no aparecía, no se podía sentir. Sabían que no estaba muerto, cuando alguien moría, todos los caballeros lo percibían al instante, dormidos o despiertos, y ésta no era la ocasión. Tampoco podían engañar a DeatMask, el cosmo de los caballeros se percibía distinto cuando tenían una relación sexual. No tenían otra alternativa.

 

-Lo lamento Manigoldo… es mi culpa por lo que dije ayer-

 

-Nada es culpa tuya, fue DeathMask-

 

Y sin más palabras qué decir, comenzaron con las caricias, y los besos en todo el cuerpo, excepto en los labios. Afrodita gimió un poco, muy suave, el no podía negar que eso era justo lo que deseaba, estar con Manigoldo, porque le recordaba a DeathMask, y todo el amor que había sentido y aún sentía por él. Arrugaba las sábanas de su cama con las manos, intentaba no demostrar su placer en el rostro, pero era imposible.

 

Manigoldo sólo cerraba los ojos y se imaginaba que era Albafica a quien estaba poseyendo, tenía el mismo aroma a rosas, la misma complexión delgada, el mismo color de cabello y de piel, pero sabía que no era él a quien le haría el amor. Una vez desnudos, Manigoldo tuvo que imaginar con más fuerza a Albafica, si es que quería lograr que su cuerpo despertara, a pesar de que el de Afrodita ya lo había hecho hacía rato. Acarició con los labios los muslos del caballero de Piscis y después su entrepierna, y en su interior le rogaba a Albafica que lo perdonara. 

 

En medio de gemidos suaves y placenteros que el menor no podía reprimir, derramó su esencia dentro de la boca de Manigoldo, mientras se cubría con los brazos el rostro sonrojado.

 

Después llegó el momento más difícil, ambos querían que se terminara pronto, porque sentían que estaban traicionando a Albafica y traicionándose a sí mismos. Manigoldo no preparó al menor, pero se introdujo en él lo más despacio que pudo, para no causarle dolor. Afrodita sólo jadeaba y se cubría el rostro, avergonzado. Una vez dentro, comenzó el vaivén, lento, rápido, de nuevo lento, la habitación se llenó de suspiros entrecortados y suaves gemidos por parte de ambos, quisieran o no hacerlo, sexo era sexo y producía una sensación deliciosa en cualquier cuerpo humano.

 

Afrodita no podía negar que lo estaba disfrutando, pero no dijo nada, se limitó a contenerse lo más que podía, mientras Manigoldo continuaba pidiendo perdón a su pareja. No tardaron demasiado en llegar al clímax, al mismo tiempo, y el caballero de Piscis no pudo evitar tomar entre sus manos el rostro del mayor y besarlo en los labios apasionadamente, por un instante. Después del beso robado, el mayor se apartó del cuerpo de Afrodita y todo terminó como había empezado. Se vistieron y salieron de la recámara, ya no estaba DeathMask, sólo estaba Albafica, que los había escuchado y que no tenía la menor idea del por qué lo habían hecho. Una expresión dolorosa y fría se pintó en su rostro y luego se fue.

Notas finales:

Gracias por leer, la tercera y última parte pronto


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).