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88 Días por Ms Aria

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos otra vez! :D

Esta vez me he dado prisa y os traigo antes de tiempo el siguiente capítulo.

Este es el más largo que he escrito para este fic hasta ahora. De hecho, estuve pensando en dividirlo en dos, pero finalmente he dejado el formato original.

¡A leer, y espero que os guste! :3

Capítulo 11. Días 64 y 65 (lunes, martes).

 

No hablaron de lo que había pasado en el baño durante el resto de la noche.

Baekhyun podía ver que Chanyeol quería decirle algo – por cómo lo miraba por el rabillo del ojo cuando creía que los demás no iban a verlo, o por cómo parecía quedarse atrás cada vez que salían de una habitación – pero todo era demasiado caótico. Después de vomitarle encima, Jongdae había empezado a reírse y se había caído al suelo de culo (ahorrándole a Baekhyun la carga de seguir siendo el centro de atención), y Kai y Kyungsoo se habían apresurado a tratar de levantarlo, a intentar acostarlo y a ir a buscar a Luhan, que aparentemente estaba dormido en el sofá del salón.

Chanyeol se había quedado en el baño, tratando de limpiarse los restos de vómito alcoholizado de su flamante ropa nueva, y Baekhyun se había apresurado a salir de allí diciendo casi a gritos que alguien tenía que buscarle ropa nueva a Jongdae ahora que estaba medio inconsciente y se había devuelto encima.

Una vez lo hubieron dejado acostado, y teniendo en cuenta que, claramente, se les había acabado la fiesta, todo lo que pudieron hacer fue recoger y marcharse, saliendo a la calle en silencio y con las manos en los bolsillos para protegerlas del frío.

Se suponía que Kyungsoo vivía en la misma dirección que ellos, pero no tardó en excusarse diciendo que aquella noche había prometido quedarse a dormir con Kai y que, por eso, se iría con él hacia el otro lado. Eso dejaba a Baekhyun a solas con Luhan, que era el único de todo su grupo de amigos que no sabía lo que había ocurrido en el baño, y con Chanyeol, que sabía lo que había pasado demasiado bien.

Todo habría sido perfecto si Luhan hubiese hecho con ellos el camino de vuelta entero pero, a pesar de tomar el mismo autobús nocturno, se despidió y se bajó una parada antes – obviamente, donde estaba su casa.

Cuando su amigo los saludó con la mano y se bajó, en el vehículo sólo quedaban el conductor, una anciana increíblemente arrugada sentada en la primera fila de asientos, Chanyeol y él. Y Baekhyun había girado levemente la cabeza para observar las luces borrosas de las farolas que se sucedían al otro lado de la ventanilla, pero el otro chico había parecido más que dispuesto a comenzar una conversación de todas formas.

—Baekhyunnie —había dicho, y el chico se había mordido el labio al escuchar el diminutivo, porque le había hecho sentir una nueva oleada de aquella misma añoranza que había sentido en el baño, con las manos de Chanyeol contra su espalda y sus labios sobre la piel. Sin pensarlo, había cerrado los ojos.

—Yeol —su voz era apenas audible, quizás porque no sabía muy bien qué decir—. Yo, ahora... Estoy cansado, ¿vale? Muy cansado.

Había sonado realmente exhausto, y Chanyeol asintió y guardó silencio, mirándolo como si estuviese preocupado. Se había cambiado la camiseta nueva que había traído de casa de Kai por una camisa vieja y enorme que habían encontrado en el armario de Jongdae – al que debía de quedarle cinco tallas grande, por cierto – y volvía a parecer el mismo de siempre, el chico que le sonreía por las mañanas y llevaba siempre mal puesta la corbata del uniforme.

—¿Estás bien? —preguntó, y, cuando Baekhyun asintió, se reclinó contra el respaldo de su asiento. El resto del viaje transcurrió en un silencio en el que Chanyeol parecía pensativo y Baekhyun se sentía en un estado entre el desconcierto, la añoranza y el pánico que hacía que, según pasaban los minutos, el corazón se le acelerase más y más en el pecho.

Cuando, por fin, bajaron del autobús, parecía latirle a mil por hora. Al llegar a su portal, le golpeaba con tal fuerza contra las costillas que se preguntó si Chanyeol no podría oír los latidos desde donde estaba parado, a un par de metros de él.

—Bueno —comenzó a decir—. Estamos aquí.

—Sí —respondió Chanyeol, tomando aire como si pretendiese añadir algo más. En aquel mismo instante, Baekhyun decidió que no podía dejarle, así que lo interrumpió.

—Tenemos clase mañana, y creo que yo voy a despertarme con resaca. Debería subir ya.

Chanyeol pareció haberse quedado momentáneamente sin palabras, pero no tardó en sonreír.

—De acuerdo —dijo, y pareció dudar durante un instante, pero finalmente salvo la distancia que los separaba y se plantó frente a él. Baekhyun notó que la respiración se le quedaba en los labios y se sintió entrar en pánico otra vez. “¿Qué va a hacer? ¿Va a…?” comenzó a preguntarse, pero su línea de pensamiento se interrumpió cuando Chanyeol se inclinó hacia delante y simplemente le revolvió el pelo—. No deberías beber tanto, siendo tan pequeño. ¿Te veo mañana?

Baekhyun quiso decir que no, que a aquellas alturas de su vida lo mejor que podía hacer era meterse debajo de la cama y no salir hasta después de graduarse, pero acabó asintiendo como un idiota.

Apenas un instante después, Chanyeol le había dicho adiós y se había ido y él, que de repente se sentía aún más cansado que cuando habían estado en el autobús, había subido hasta su casa, entrado sin hacer ruido y se había acabado tirando sobre la cama boca abajo, aún vestido y con la cabeza hundida en la almohada.

Antes de que hubieran transcurrido diez segundos ya se había quedado dormido.

--

El sonido estridente de la alarma de su móvil lo despertó de pronto, sacándolo de un plumazo del mundo de los sueños.

Ni siquiera estaba cubierto por las mantas, y sentía una vaga sensación de frío y molestia. Por no decir incomodidad porque, por alguna extraña razón, notaba la ropa acartonada y demasiado pegada contra la piel como para que resultara agradable dormir con ella. Si los pijamas le quedaban ya tan pequeños, pensó mientras se movía hasta quedar boca arriba, gruñendo, tendría que decirle a su madre que le comprara más, porque no había quien descansara así.

Sólo al rozarse sin querer la cadera con la mano y notar el tacto familiar de la tela vaquera de sus pantalones bajo los dedos se percató de que estaba vestido de calle.

Llevándose una mano a la frente, se incorporó hasta quedar sentado. Notaba la cabeza pesada y una especie de dolor pulsante en las sienes. Hacía más de un año que no tenía resaca, pero era capaz de reconocer la sensación, y no le gustaba. Gruñendo de nuevo, se puso en pie y se acercó al espejo.

El chico que le devolvió la mirada desde el otro lado tenía un aspecto lamentable. La ropa – la mejor ropa para salir de fiesta que tenía, maldita sea – le colgaba, arrugada y oliendo a sudor, de los hombros, y tenía el pelo despeinado y pegado de manera extraña a la frente y los ojos recubiertos de restos de eyeliner. A grandes rasgos, parecía que le hubiese pasado por encima una apisonadora, y se preguntó qué demonios había hecho para acabar así.

Fue entonces cuando vio la marca ovalada, que ya empezaba a amoratarse sobre la piel blanca encima de su clavícula y recordó.

Fue como despertarse de pronto de un sueño, como si alguien le hubiera lanzado encima de pronto un jarro de agua fría. Se recordaba a sí mismo bebiendo una copa de bebida tras otra, quejándose en voz alta porque Chanyeol no le dedicaba su completa atención y quedando como un perfecto idiota delante de sus amigos.

Por no decir encerrándose con él en el baño de casa de Jongdae. Presionándolo hasta que el otro chico le había dicho lo que él quería escuchar. Pegándose a él hasta que había acabado besándolo.

Era fácil, normalmente, el hacer que quien quiera que fuera su objetivo de la semana lo besara. Era más divertido que besarlos él, eso estaba claro, al menos la primera vez. Le daba una cierta sensación de poder, un sentimiento que lo hacía sentirse por encima, como si, así, fuera a ser él quien tuviera la última palabra, la capacidad de decidir. Jamás en su vida había creído que podría llegar a hacer algo remotamente parecido con Chanyeol; con el chico al que se suponía que odiaba hace dos meses, con el chico que iba con él a clase todos los días y se quedaba con él por las tardes para ensayar y estudiar.

Con el chico que se iba a América en cuatro meses.

Separándose del espejo y decidiendo que no quería ver más aquella imagen de sí mismo, despeinado y asustado, Baekhyun sacó el uniforme del instituto del armario y se encerró con él en el baño. Se duchó deprisa, sintiendo cómo el agua, demasiado fría, parecía clavársele en la piel y se vistió y se arregló el pelo todo lo apresuradamente que pudo, agradecido por recuperar su imagen impecable de siempre y asustado por lo que iba a encontrarse al llegar a clase.

Había descubierto que tenía un cierto poder. Sobre Chanyeol. Le había preguntado si se quedaría en Corea por él, y el otro chico no le había dicho ni que sí ni que no, sino únicamente que la pregunta era injusta. Y Baekhyun se preguntaba qué pasaría ahora, y tenía miedo, porque él no había pedido formar parte de aquello. ¿Qué iba a pasar ahora? ¿Le iba a preguntar Chanyeol a él qué debía hacer? ¿Qué pasaba si Chanyeol se iba de todas formas? ¿Y si no? ¿Qué ocurría si su vecino aparecía de pronto con una sonrisa enorme y le decía que había renunciado a todos sus sueños porque se lo había pedido él?

¿Cómo se suponía que iba Baekhyun a cargar con aquello? ¿Qué demonios le iba a dar a cambio? Se suponía que a él ni siquiera le gustaba Chanyeol así.

Lo cual era gracioso, teniendo en cuenta hasta qué punto había estado de acuerdo en dejarse besar.

Decidiendo no pensar más en toda aquella situación, Baekhyun cruzó el pasillo hasta la cocina. Su madre, que ya se había marchado pero probablemente se había asomado a su habitación antes de irse, le había dejado ibuprofeno, agua y el desayuno preparado encima de la mesa, y el chico se lo comió a regañadientes, todo lo deprisa que pudo teniendo en cuenta que no tenía hambre, para al menos tratar de que el dolor de cabeza remitiera.

Según el reloj que estaba colgado en la pared junto a la puerta, aún faltaban veinte minutos para la hora en la que normalmente salía de casa para ir al instituto. Por un momento se quedó mirándolo, agarrándose con fuerza al borde de la mesa y planteándose seriamente el coger su bolsa, ponerse la chaqueta y salir corriendo de casa en aquel mismo instante, aunque llegara al instituto media hora antes de que empezaran las clases, sólo porque, si se quedaba a esperar, tendría que ir hasta el instituto con Chanyeol, como siempre, y, probablemente, el otro chico querría hablar, y él no sabía qué decirle.

Tras morderse el labio, se levantó de un salto y prácticamente echó a correr hasta su habitación. Estaba en proceso de meter todos sus libros de golpe en la cartera cuando sintió que el móvil le vibraba en el bolsillo y se quedó paralizado. Era un mensaje, y estaba casi seguro de saber quién se lo había mandado, así que estuvo mirando la pantalla durante un minuto entero antes de atreverse a mirarlo.

Como ya había supuesto, no se había equivocado en el remitente. El contenido, no obstante, era distinto a lo que había esperado.

 --

De: Park Chanyeol.

¡Buenos días, Baekhyunnie! ¿Qué tal la resaca? Yo he tenido que salir pronto hacia el instituto por un tema de papeleo con la beca, así que no podré hacer el camino contigo hoy. ¡Lo siento!

 --

—Papeleo con la beca, dice… —Baekhyun se quedó donde estaba, con el móvil en la mano y la cartera todavía en el regazo. Se sentía como si estuviera a punto de vomitar lo poco que había logrado comer, y la sensación no le gustaba en absoluto.

Tenía la impresión de que iba a ahogarse si se quedaba en casa pensando, aunque sólo fuera un minuto más, así que acabó de prepararse y salió a la calle, haciendo él camino él solo, sin cruzar por el parque, con las manos en los bolsillos y la música del iPod a un volumen tan alto como para hacerle daño en los oídos.

Había esperado estar solo al llegar a clase, pero, cuando entró por la puerta, Kyungsoo ya estaba allí, a punto de sentarse en su pupitre de siempre mientras bostezaba. Baekhyun se encontró deseando que su amigo estuviera lo suficientemente somnoliento como para saludarlo sin más y dejarlo estar, pero no tuvo tanta suerte. Tan pronto como llegó hasta su mesa, Kyungsoo levantó la cabeza y lo miró, con una expresión que no tendría nada que envidiarle a cualquiera con la que podría haberle obsequiado su madre después de descubrir que lo habían castigado por no hacer la tarea.

—Buenos días, Baek —lo saludó—. ¿Has dormido bien?

El chico se mordió el labio y se sentó a su lado, preparándose mentalmente para una reprimenda para la que no estaba del todo listo.

—Me duele la cabeza —comenzó a protestar.

—No me extraña, después de todo lo que bebiste ayer.

—¿No deberías decirle eso a Jongdae? Yo no fui la persona a la que tuvimos que meter en la cama entre tres.

—No, tú fuiste la persona que acabó sentadita en la encimera del baño besando a otra persona.

Baekhyun, que estaba colgando la chaqueta del uniforme del respaldo de la silla, se detuvo a mitad de camino.

—¿Qué? Yo no estaba… —comenzó a protestar, interrumpiéndose. Había estado a punto de decir que no había estado tan borracho como para no saber lo que estaba haciendo, pero no sabía si decirle aquello a Kyungsoo era una buena idea—. Fue algo que pasó. Ya está.

—Por dios, Baek. ¿Pero a ti aunque sea te gusta Chanyeol?

La pregunta fue lo suficientemente directa como para dejarle sin aire en los pulmones, y Baekhyun trató de respirar, observando a su amigo con los ojos muy abiertos en lo que suponía que era una expresión de horror absoluto.

¿Qué? No, yo no… —“a mí no me gusta Chanyeol, no quiero que me guste Chanyeol, no puede gustarme” —. ¿Por qué me preguntas eso ahora?

—No sé, Baek. Parece obvio.

Baekhyun se llevó una mano a los labios, tratando de buscar algo que contestar que, a ser posible, no estuviera formado por frases a medio acabar o preguntas estúpidas, pero no encontró nada. Por suerte para él, antes de que Kyungsoo pudiera reprocharle nada más, un grupo de chicas entró en estampida por la puerta del aula, hablando en voz alta y riéndose mientras se quitaban los abrigos y se dirigían a sus sitios.

Ya no faltaba tanto tiempo para que comenzara la clase, y los alumnos comenzaron a llegar poco a poco. Kyungsoo suspiró, probablemente decidiendo que aquel no era momento ni lugar para seguir con aquella conversación, y Baekhyun hundió la cabeza entre las manos, sintiendo que la respiración se le había acelerado un tanto, mientras una chica pasaba a su lado y lo saludaba con una sonrisa.

Sabía que aquello era estúpido, irracional, pero no podía evitar pensar que todos los alumnos que habían entrado en el aula lo estaban mirando cuando él bajaba los ojos, y que, si lo hacían, era porque todos sabían. Sabían lo que había pasado, y lo que él prácticamente le había pedido a Chanyeol que hiciera, y lo juzgaban. Y él quería escaparse, huir a un lugar donde no tuviera que hacer frente a todo aquello, pero sabía que eso no podía ser.

Los minutos se alargaron hasta casi parecer horas, y Baekhyun creyó que iba a acabar perdiendo la cabeza. Cuando Chanyeol llegó, prácticamente todos los demás estaban dentro.

Entró al aula como siempre, sonriendo mucho y saludando a todos los demás en voz muy alta, y Baekhyun intentó no prestarle atención, no mirarlo y hacer cualquier otra cosa, pero no pudo evitarlo.

Era el mismo Chanyeol de todos los días, con el uniforme medio mal puesto, el flequillo sobre la frente y una carpeta con el emblema del instituto bajo el brazo, pero había algo en él que era distinto. Tal vez fuera el modo en el que sonreía, o el entusiasmo con el que estaba saludando a una de la chicas de primera fila, o la manera en la que prácticamente parecía estar dando botecitos al caminar, pero Baekhyun pudo ver con una claridad casi absoluta que estaba contento, mucho más de lo normal, y sintió la histeria hervirle en el estómago.

“¿Qué voy a hacer? ¿Qué va a pasar? ¿Qué…?”

—Ah, Chanyeol —Kyungsoo escogió aquel momento exacto para dejar de pasar a limpio sus apuntes y saludar, y Baekhyun prácticamente pegó un brinco en la silla al ver que su vecino, que se había estado dirigiendo a su asiento al final de la clase, se paraba, los miraba y sonreía.

—Oh, buenos días, ‘Soo, Baek —saludó, y lo dijo con tal alegría contenida que Baekhyun se encontró respondiéndole, con un nudo en la garganta y la sensación de estar cayendo desde un sitio muy alto en el estómago. Sus ojos lo siguieron incluso cuando Chanyeol se rió y le indicó por gestos que iba a sentarse, y permanecieron clavados en él hasta que el profesor entró en el aula y les pidió que atendieran.

Debía de haber algo raro en su expresión facial porque, cuando se giró de nuevo hacia delante, Kyungsoo lo estaba mirando con el ceño fruncido.

—Baek, tú… —comenzó a decir, un tanto dudoso. El chico quiso pedirle que continuara, casi temeroso de lo que podría decirle, pero su amigo negó con la cabeza y señaló al profesor, dando por finalizada la conversación por el momento.

Ojalá el día pudiera haber podido terminarse en aquel mismo momento.

--

En cualquier otro momento de su vida, una mañana compuesta por tres horas seguidas de matemáticas, economía e inglés habría transcurrido a un paso tan anormalmente lento que Baekhyun habría creído más de una vez y más de dos que iba a quedarse dormido. Aquel día, sin embargo, las clases pasaron tan deprisa que, antes de que el chico hubiera podido darse cuenta, el último timbre matinal estaba sonando, anunciando la hora de comer.

Tan pronto como sonó, y al ver que Kyungsoo se desplazaba al fondo de la clase para decirle algo a Chanyeol, Baekhyun devolvió los libros de texto a su legítimo lugar dentro de su cartera, se guardó el billetero dentro del bolsillo del pantalón y salió a paso rápido del aula. El que todo su grupo de amigos comieran juntos en la cafetería se había convertido en otra de esas tradiciones que todo el mundo parecía dar por sentadas, pero él no se encontraba de humor aquella tarde para soportar durante una hora las miraditas de reproche de Kyungsoo, el modo de juzgarlo de Kai o la felicidad contagiosa de Chanyeol. No quería hablar con él, no podía hablar con él y decirle… ¿qué? ¿Que todo había pasado porque él no quería que se fuera, pero que tenía que irse, aunque esperaba en el fondo que no quisiera hacerlo? Aquello era tan ridículo y tan confuso que lo mejor que podía hacer era aprovechar que nadie lo veía y salir a comer él solo fuera del instituto.

Atravesar el pasillo y bajar las escaleras junto al resto de estudiantes fue tarea fácil. Lo único que tenía que hacer ahora era cruzar la antesala del instituto sin que ningún conocido suyo lo viese y, por fin, estaría fuera.

Estaba a apenas veinte metros de las puertas de cristal abiertas cuando sintió cómo una mano lo agarraba con firmeza por el hombro, haciéndolo detenerse en seco y maldecir entre dientes.

—¡Vaya, Baek, dichosos los ojos! —dijo una voz conocida que hizo que Baekhyun apretara los labios para contener un suspiro frustrado—. Contigo precisamente quería yo hablar. ¿A dónde estabas yendo?

“Normalidad, Byun Baek, aparenta normalidad”

—¿Jongdae? —cuando Baekhyun se giró, se encontró de frente con su amigo, acompañado de Luhan y sonriendo como si nunca hubiera roto un plato. El chico no supo si lo sorprendía más verlo en el instituto en vez de durmiendo la mona en casa o el estado en el que se encontraba, con la piel tan blanca y los ojos tan brillantes como si hubiese pasado la noche entera durmiendo como un angelito en vez de beberse medio bar—. ¿Tú no tendrías que tener resaca?

—¿Resaca, yo? ¿Y por qué iba yo a tener resaca? ¿Es que tú te has despertado mal?

El dolor de cabeza con el que se había levantado aquella mañana había ido remitiendo según pasaban las horas, pero a Baekhyun le daba la impresión de que Jongdae iba a causarle otro muy pronto.

—Me he tomado un ibuprofeno y estoy bien.

—¡Bah! Baek, eres un débil mental.

—Y tú eres una especie de alien que al parecer puede emborracharse como si fuera un pirata y no tener resaca cuando todos sabemos que te la mereces.

Jongdae se rió y, tras pasarle una mano a Baekhyun por los hombros, comenzó a guiarlo hacia el comedor. El chico lanzó una mirada alarmada hacia la puerta de salida, cada vez más lejos de su alcance, pero se dejó arrastrar. No podía decirle precisamente a Jongdae que quería escaparse a comer fuera del instituto, no cuando había cosas de las que estaba huyendo.

—No sé por qué dices que yo estaba borracho —estaba diciendo su amigo—. Es cierto que bebí un poco de más, pero era sólo un puntito de alcohol para animarme.

—Te bebiste hasta la copa de Kyungsoo cuando se marchó a bailar.

—Se había ido con Kai. Era obvio que no iba a volver hasta que nos marchásemos de allí.

—Kai y Kyungsoo, sí, que, por cierto, son los dos que tuvieron que dejarte acostado porque para cuando llegamos a tu casa ya no podías mantenerte derecho.

—Claro, porque tenía sueño.

Baekhyun suspiró, exasperado, llevándose la palma de la mano a la frente.

—¡Le vomitaste encima a Chanyeol en el baño, por dios! —exclamó—. ¿O es que ya no te acuerdas de eso?

En el momento en el que hubo terminado de hablar, Baekhyun supo que acababa de meter la pata. Jongdae, que todavía lo mantenía sujeto en una especie de abrazo de camaradería que le impedía escaparse de camino al comedor, sonrió, y lo hizo tan despacio y de un modo tan seguro de sí mismo que el chico se temió lo peor.

—Oh, claro que me acuerdo, Baek. Me acuerdo de todo muy bien.

Luhan, que caminaba junto a ellos, los miró, parpadeando, y Baekhyun recordó que la noche anterior se había quedado dormido en el sofá. Era el único de sus amigos que no sabía nada y, a juzgar por el cariz que estaba tomando la situación, si él no hacía algo para evitarlo iba a dejar de estar sumido en la ignorancia en menos de cinco minutos.

—No quiero hablar de eso —protestó, exactamente en el mismo momento en el que cruzaban las puertas del comedor, tan lleno de gente como de costumbre. Todo lo que hizo Jongdae a modo de respuesta fue agarrarle del hombro con más fuerza y empujarlo hacia delante, pegado a él.

—Puede que tú no, pero yo sí, ¿sabes? Habéis profanado mi cuarto de baño —exclamó, ahogando una carcajada—. Ahora, cada vez que vaya a lavarme los dientes os imaginaré ahí, montándooslo en la encimera. ¿Te parece bonito hacerme algo así? Porque a mí no.

Baekhyun intentó responder, pero sólo le salió una queja ahogada. El sentimiento de pánico con el que venía lidiando desde por la mañana se extendió por sus venas, helado como la escarcha, haciéndolo tratar de escaparse del agarre de su amigo.

—¡Jongdae, por dios!

—¿Que Baek estaba haciendo qué en el baño? —intervino Luhan, que parecía total y absolutamente perdido—. ¿Con quién?

Por fin, Baekhyun logró soltarse y se plantó delante de Jongdae y Luhan, gesticulando con las manos frenéticamente para que se callaran. Ninguno de los dos estaba hablando muy alto, especialmente considerando el barullo reinante en el comedor, pero él habría jurado que un grupo de chicos de primero se lo había quedado mirando y que unas compañeras de su misma clase, detrás de él, estaban cuchicheando. Todos lo sabían, todos acabarían sabiéndolo, y se reirían de él porque, después de todo lo que había pasado, era Chanyeol quien tenía una beca, Chanyeol quien se marchaba y lo dejaba atrás, y Baekhyun quien le había pedido que se quedara.

—¿A que no lo adivinas, Luhan? Nada más y nada menos que Park Chanyeol.

—¿QUÉ?

Luhan puso una cara tan ridículamente sorprendida – con los ojos y la boca tan abiertos que parecía una réplica humana de El Grito de Munch – que Baekhyun, en otra situación, se habría reído. En aquel momento, sin embargo, no podía pensar. El mundo, a su alrededor, era una masa borrosa de caras y gente que giraba demasiado deprisa, y él se sentía prácticamente incapaz de tenerse en pie.

—¿Con Chanyeol? ¿Con nuestro Chanyeol? ¿Pero no decías que lo odiabas? —le estaba preguntando Luhan.

—Hace mucho que ya no… —comenzó a decir él, pero no supo cómo continuar. Se sentía perdido, asustado y acorralado, y muy posiblemente sus amigos no sabían hasta qué punto lo estaban haciendo entrar en pánico, porque seguían hablando.

—Te lo dije, ¿no? Te dije que Yeol estaba medio enamorado de ti. Quién lo iba a decir, ¿eh? Hace dos meses no podías verlo ni en pintura y ahora te escondes con él en los cuartos de baño ajenos. Parece mentira que hayáis pasado del odio a ir pegados a todas partes y a salir juntos, en sólo dos meses. Yeol tiene que estar…

El cerebro de Baekhyun registró la frase a medias, rebelándose contra todo aquello, y sus labios formaron las palabras antes de poder guardárselas en la garganta.

—¿Saliendo? —repitió, con un tono de voz tan ronco que ni siquiera parecía el suyo—. No estamos saliendo.

Jongdae y Luhan parecieron confusos, y él se dio cuenta de que había respondido más alto de lo debido, con un tono seco, casi furioso.

—Ah, ¿no? —los dos hablaron a la vez, con tanta incredulidad en la voz y en los ojos que Baekhyun se sintió estallar. No lo entendían. Nadie podía entenderlo. Nadie entendía nada.

—¡No, maldita sea, no! ¡No estoy saliendo con Chanyeol, ni me gusta, ni me ha gustado nunca, ni me va a gustar jamás! —gritó, vagamente consciente de que estaba hablando demasiado alto, haciendo demasiado ruido—. Lo besé, sí, vale. ¿Y qué si lo hice? No fue nada, no significa absolutamente nada. ¿Qué más os da?

Tan pronto como la última palabra hubo salido de entre sus labios, Baekhyun se dio cuenta de que había dicho algo horrible, algo que no era del todo cierto y quiso borrarlo, retirarlo y hacerlo desaparecer para siempre en algún lugar oscuro, donde nadie pudiera escucharlo nunca. Pero ya era demasiado tarde, y el comedor al completo se había sumido en un silencio denso, asfixiante – creado por el corrillo de alumnos que se había formado a su alrededor y por Jongdae y Luhan, aún parados frente a él, mirándolo con los ojos como platos.

—Yo no… —murmuró, intentando explicarse. No había querido que nadie supiera y ahora todos lo hacían. Había querido tragarse aquella especie de mentira y, al decirla en alto, había logrado que todos la creyeran menos él. Aquello no podía estar pasando—. Jongdae…

Su amigo hizo una especie de ruido ahogado, con el rostro lívido. Luhan, a su lado, estaba mirando al frente con una expresión de horror absoluto, pero – y Baekhyun se dio cuenta por primera vez entonces – no lo estaba mirando a él, sino a algo que había más allá. Detrás.

“Oh, no. No”

Tomando aire, el chico apretó los puños y dio media vuelta, tratando de concentrarse en el sonido de sus zapatos al golpear contra el suelo, en su respiración, que era lo único que se escuchaba sobre aquel ensordecedor silencio. En la zona que antes había estado a su espalda, el corrillo de alumnos también se extendía formando una pared humana, atrapándolo. Y frente a él, dentro de aquella muralla, estaban Kai, que lo miraba con el ceño fruncido, y Kyungsoo, pero Baekhyun ni siquiera pudo mirarlos.

Porque allí, delante de ellos, estaba Chanyeol, y, al verlo allí, el chico no pudo mirar hacia otra parte.

“No, por favor. Él, no. No”

Baekhyun había visto a Chanyeol de muchas formas – gesticulando demasiado y hablando muy alto, tocando la guitarra con expresión de total concentración, riñéndole cuando le estaba explicando economía y respirando contra su piel, con las pupilas dilatadas – pero nunca así. El otro chico lo estaba mirando directamente, a la cara, con los ojos completamente abiertos, enormes, y los labios temblándole en la epresión más horrible que Baekhyun había visto nunca. Y él quiso responder, decir algo, lo que fuera, pero se sentía totalmente paralizado, como si el mundo hubiera dejado de moverse y él no pudiera hacerlo arrancar otra vez.

—Chanyeol —murmuró, sintiendo que no le salía la voz, pero tratando de obligar a las palabras a salir, a arreglar lo que ya estaba dicho y no podía arreglarse—. Escucha…

Todo lo que hizo Chanyeol fue mirarlo.

—Tenía que haberlo supuesto —dijo, interrumpiéndolo, y Baekhyun se llevó una mano a los labios porque Chanyeol nunca lo interrumpía. No cuando necesitaba hablar—. En el fondo estaba claro, ¿no?

“No”

—¿Qué…? —Baekhyun intentó acercarse, pero había algo en los ojos de Chanyeol que era distinto, que había pasado del horror a la incredulidad y luego a la derrota, para acabar convirtiéndose en algo más duro, algo que el chico no estaba acostumbrado a ver en ellos—. Espera un momento…

—No.

Antes de que Baekhyun pudiera decir nada más, Chanyeol había dado media vuelta y se dirigía a zancadas hacia la puerta. La muralla de estudiantes que todavía observaban la escena se dividió en completo silencio para dejarlo salir. Baekhyun había llegado a olvidarse de que estaban allí.

“No puede ser. No”

—Baek.

El chico escuchó la voz de Kyungsoo, lejana como si fuera alguna clase de eco en el fondo de su cabeza, y parpadeó. Su amigo estaba delante de él, mirándolo con unos ojos que eran mucho más grandes y redondos que de costumbre, y fue entonces cuando Baekhyun se percató de que había estado hablando en alto, susurrando la palabra “no” una vez tras otra, como si así pudiera cambiar algo.

—Maldita sea —musitó—, maldita sea.

Chanyeol se había ido, y él tenía que encontrarlo. Encontrarlo y pedirle perdón antes de que fuera demasiado tarde. Con esa única intención se separó de Kyungsoo, murmuró una disculpa y quiso echar a correr hacia la puerta, que a aquellas alturas parecía alzarse demasiado lejos, completamente fuera de su alcance.

El corrillo de estudiantes volvió a abrirse para él, pero una mano lo retuvo antes de poder alcanzar el hueco.

—No sé a dónde crees que vas, pero ya has hecho bastante por hoy —Baekhyun se giró y vio a Kai, mirándolo con el ceño fruncido, furioso y muy guapo, perfecto, como siempre. Por primera vez, se preguntó por qué aquel chico lo había rechazado de modo tan limpio y sin apenas conocerlo el año anterior, y, de pronto, todas las piezas encajaron y fue capaz de adivinar la respuesta. Todo era tan simple, tan estúpido y tan triste que hizo que algo se le resquebrajara en el pecho.

—Déjame —protestó, zafándose de la mano que lo sujetaba, negando con la cabeza—. Déjame, ¿quieres? Tengo que…

Kai intentó agarrarlo otra vez, y fue rápido, pero aún así llegó demasiado tarde. Antes de poder extender la mano de nuevo, Baekhyun ya estaba corriendo, saliendo por las puertas abiertas del comedor como una exhalación, sin detenerse hasta llegar al pasillo, con la respiración agitada y una mano en el pecho.

No sabía dónde estaba Chanyeol, ni dónde podía haberse metido, así que lo buscó en todos los lugares en los que podría estar. Lo buscó en el aula que compartían, en la biblioteca, e incluso en el gimnasio. Entró, sin aliento, en cada clase vacía que encontró, en cada cuarto de baño, y a cada segundo se sintió más asustado, más histérico, porque allí no había absolutamente nadie.

Cuando sonó el timbre que anunciaba el final del descanso, Baekhyun ya estaba en su clase, ansioso y con la respiración todavía agitada. Estuviera donde estuviese, Chanyeol tendría que volver al aula para las lecciones de la tarde. Tenía que volver, y entonces él podría hablar con él, obligarlo a escuchar, pedir disculpas, hacer lo que fuera que tuviera que hacer para arreglar todo aquello.

Pero Chanyeol no estaba allí, y ni siquiera apareció cuando sonó el segundo timbre y todos los demás alumnos estuvieron sentados ya en sus sitios, y cuando Baekhyun, sintiendo un presentimiento horrible, se acercó a su mesa en el fondo de la clase, se dio cuenta de que sus cosas no estaban por ninguna parte.

En menos de cinco segundos, y a pesar de las miradas que le lanzaron sus compañeros al verlo tan exaltado, Baekhyun ya había echado a correr hacia su propio pupitre, se había puesto la chaqueta y se había colgado la cartera del hombro. El único que se atrevió a decirle algo de entre todos los presentes fue Kyungsoo, que en algún momento había regresado a clase y lo estaba mirando con preocupación.

—Baek, ¿a dónde crees que estás yendo?

—¡Chanyeol se ha ido! ¡Ha tenido que marcharse a casa o…!

—Baekhyun, ni siquiera sabes dónde está. Jongin lo ha llamado antes y no contesta al móvil. ¿A dónde vas a ir?

El chico se mordió el labio, inclinado sobre su propia mesa y aferrando el borde con tanta fuerza que sentía los dedos entumecidos. Desesperado como estaba, ni siquiera se le había ocurrido llamar a Chanyeol al móvil, aunque dudaba que, a aquellas alturas, alguien fuese a contestarle.

—Tengo que encontrarlo —susurró en un tono de voz tan bajo que Kyungsoo tuvo que inclinarse hacia delante para escucharlo—. Tiene que estar en alguna parte, y yo necesito encontrarlo. Voy a encontrarlo, Kyungsoo. Tengo que…

Su mejor amigo nunca había estado de acuerdo en saltarse las clases, fuera por el motivo que fuese, y Baekhyun había esperado verlo discutirle, protestar, decirle que Chanyeol estaría bien y que no fuese idiota. Sin embargo, todo lo que hizo Kyungsoo fue suspirar.

—Si no te marchas ahora y entra el profesor, no te dejarán salir hasta que acaben las clases —dijo sin más, y Baekhyun asintió, se mordió el labio y salió corriendo del aula.

La mayoría de las clases ya habían empezado y los pasillos estaban desiertos. Baekhyun sabía de sobra que, si algún profesor lo descubría cruzando el instituto a la carrera, intentando escaparse cuando debería haber estado en su aula, acabaría de cabeza en el despacho del director, con un castigo para toda la semana y una nota de amonestación que entregar a su madre, pero no le importaba. Su único objetivo era salir de allí y encontrar a Chanyeol, costara lo que costase. Lo demás, lo que pasara con él o las represalias que pudiera llevarse no eran importantes.

Por primera vez en lo que llevaba de día, tuvo buena suerte, porque llegó a la puerta de salida sin cruzarse con nadie. Desde allí, echó a correr hasta doblar la calle, deteniéndose en la esquina, sin aliento, y buscando el móvil en el bolsillo del pantalón con dedos temblorosos. El número de Chanyeol estaba en su lista de contactos favoritos, así que no tardó mucho en encontrarlo y pulsar el botón de llamada. Escuchó tono al otro lado y sintió una diminuta chispa de esperanza; se permitió creer que, tal vez, Chanyeol respondería y, aunque fuera por un instante, podría escuchar su voz, pedirle disculpas, algo. Sin embargo, la conexión se interrumpió de repente y, cuando Baekhyun marcó de nuevo, su teléfono lo redirigió directamente al buzón de voz.

Baekhyun se apoyó contra la pared de ladrillo tras su espalda, escuchando con aire vago el mensaje pregrabado del contestador, en el que un Chanyeol de muy buen humor decía con tono alegre que si alguien tenía un mensaje para él, lo dejara después de oír la señal. El móvil había dado tono; había dado tono y luego se había cortado, lo cual quería decir que Chanyeol lo había visto llamarle, pero no había querido hablar con él.

La señal que indicaba el final del mensaje pregrabado del buzón de voz sonó contra su oído, y Baekhyun se encontró apretando su propio móvil con los dedos, sin saber si hablar o no, qué decir.

—Yeol —comenzó—. No… No sé dónde estás ahora, pero he salido del instituto para buscarte. Si escuchas esto, llámame. Por favor. Necesito… Necesito hablar contigo, ¿vale?

Tras un instante de duda, pulsó el botón de colgar, y se encontró solo en la calle, otra vez. Chanyeol no podía haber vuelto a casa, no cuando se suponía que debía estar en clase, así que tendría que estar por allí, en alguna parte. Tratando de mantener la calma, el chico miró a su alrededor, analizando las calles, intentando adivinar a dónde demonios podría haber ido Chanyeol si lo que quería era estar solo.

Luego, y tras tomar aire, echó a correr.

Visitó la tienda al otro lado de la esquina, la galería comercial un poco más allá, la biblioteca pública donde Chanyeol había ido a estudiar a veces los fines de semana, cuando el instituto estaba cerrado, y los restaurantes de la zona donde habían ido a comer, con el resto de sus amigos o solos, desde que habían empezado a hablar. Recorrió el camino desde el instituto a su parada de autobús a la carrera, primero una vez y luego dos, sintiendo cómo el sudor le pegaba la camisa del uniforme a la piel y los pulmones le ardían. Y aquello era malo para su garganta, y tenía una audición a la que presentarse, pero le daba igual, porque le había dicho a Kyungsoo que iba a encontrar a Chanyeol y necesitaba hacerlo.

Peinó el parque una vez tras otra, buscando en cada sendero y detrás de cada arbusto. Recordaba, con una claridad asombrosa, que él se había escondido allí cuando había pretendido huir del mundo y Chanyeol lo había encontrado, como si fuera fácil, como si hubiera sabido desde el principio que iba a estar allí. El sólo pensamiento hacía que quisiera seguir corriendo, mirar detrás de cada banco, de cada piedra, aunque los pinchazos del flato le perforaran el costado y le doliera el pecho, pero allí tampoco había nadie.

Antes de darse cuenta, había salido del parque y había llegado corriendo a su propio barrio, haciendo a pie un camino que normalmente hacía en autobús, mirando en las calles, en las tiendas, en cualquier lugar donde pudiera haberse metido un chico de diecisiete años. En algún momento, llegó al mismo centro comercial en el que Kyungsoo y él se habían encontrado con Kai y Chanyeol, hacía lo que parecía una eternidad. A Chanyeol le gustaba aquel sitio, y habían vuelto al arcade a jugar en más de una ocasión, pero su vecino no estaba por ninguna parte, y Baekhyun empezó a sentir el peso de las lágrimas, de frustración y de rabia, acumulándosele tras los ojos.

Ya era tarde, tan tarde que Kyungsoo y los demás ya habrían salido de clase hacía un rato. Tal vez Chanyeol hubiese vuelto a casa. Tal vez estuviera bien, en su habitación, en vez de en un lugar perdido de la calle, dolido y solo, sin absolutamente nadie que pudiera decirle que todo estaba bien.

Así que sacó el móvil de su bolsillo y llamó otra vez, primero a su móvil (buzón de voz, otra vez), luego a su casa. La línea dio tono una vez, luego dos y, finalmente, una voz de mujer sonó, curiosa, al otro lado.

—¿Dígame? —era la hermana de Chanyeol, y Baekhyun tomó aire.

—Hola, yo… Soy Byun Baekhyun —comenzó, tratando de no sonar temeroso, anhelante—. Llamaba para preguntar… ¿Está Chanyeol en casa? ¿Ha vuelto ya?

Yura, al otro lado de la línea, permaneció en silencio durante un segundo que se le hizo eterno.

—¿Yeollie? —repitió—. ¿En casa? No, no está. En sí tendría que haber vuelto ya, pero no ha venido. Creí que estaría contigo por ahí.

Baekhyun cerró los ojos, trató de respirar con calma. Inspirar, espirar. Aquello era fácil, mecánico.

—No —murmuró—. Hoy no está conmigo.

—Ah, ya veo. ¿Quieres que le avise de que has llamado cuando vuelva?

Baekhyun se mordió el labio.

—No. No hace falta.

—Uhm… De acuerdo —por un momento, pareció que Yura fuera a decir algo más, pero, tras un nuevo momento de silencio, se despidió y colgó el teléfono, dejando a Baekhyun completamente solo en medio del patio central de un centro comercial casi desierto.

Ya no sabía dónde más buscar. Había recorrido todos los sitios que a Chanyeol le gustaban, todos los lugares que, según le había contado, eran importantes de algún modo para él. Pero no podía dejarlo, no podía irse a casa, así que salió del centro comercial y empezó a recorrer las calles adyacentes, una detrás de otra, sin pensar en nada salvo en que, fuera como fuese tenía que encontrar a Chanyeol.

Y las siete dieron paso a las ocho, las ocho a las nueve, y las nueve a las diez, y Baekhyun volvió a peinar el barrio, el camino de su casa al instituto, la zona adyacente a la escuela, al principio corriendo, luego andando, sintiéndose temblar por el frío que reinaba en el ambiente después de la puesta de sol. A las diez y media, se apoyó contra la verja de entrada del instituto, llamando a Chanyeol por enésima vez al móvil, dejándole otro mensaje en el buzón de voz. No sabía qué estaba haciendo, porque estaba seguro de que el otro chico ya no iba a escucharlos a aquellas alturas. Tal vez simplemente lo hiciera por el estúpido mensaje del contestador.

“Hola, soy Chanyeol, y ahora no puedo atenderte…”

Cuando llegaron las once, llamó Kyungsoo, y Baekhyun pensó en rechazarle la llamada, pero acabó respondiendo. Sabía lo que su amigo iba a decirle, pero ya no tenía ganas de discutir. Ya ni siquiera estaba histérico o desesperado, solamente triste.

—¿Baek? Te he llamado a casa y no responde nadie. ¿Dónde estás?

—Delante del instituto.

—¿Qué? —la voz de su amigo sonó más preocupada que enfadada y Baekhyun se sintió sonreír, agradecido a pesar de todo—. ¿Pero tú sabes la hora que es? ¿Qué estás haciendo ahí?

—Chanyeol no aparece, no sé dónde está. Yo sólo…

El chico escuchó a Kyungsoo tomar aire al otro lado del teléfono. Cuando habló, lo hizo con un tono de voz sorprendentemente suave, como si pretendiera calmar a un animal herido.

—Baekhyun, escúchame. No sé dónde se habrá metido, pero estoy seguro de que no vas a encontrar a Chanyeol delante del instituto a las once de la noche.

—Ya lo sé.

—¿Dónde está tu madre? ¿Puede ir a buscarte?

—Tiene turno de noche.

—¿Quieres que vaya yo? Puedo coger un taxi. Estaré allí en un momento.

—No —Baekhyun cerró los ojos. Era tarde, y aquello era estúpido. Había perdido; no podía más—. No hace falta que vengas. Me marcho a casa.

El chico casi podía ver a Kyungsoo al otro lado de la línea, tumbado sobre la cama, en su habitación, con el ceño fruncido y los labios apretados a causa de la preocupación. Podía verlo debatirse, dudar, como si lo tuviera delante.

—¿Estás seguro de que estás bien? —lo oyó preguntar—. Baek, estás solo y hace frío.

—No te preocupes, estoy bien. Es sólo que…

“Es sólo que Chanyeol siempre ha sabido dónde encontrarme pero, ahora que soy yo el que lo está buscando, soy incapaz de encontrarlo a él”

Y aquello era un poquito malo, un poquito triste, lo hacía sentirse un poquito solo. Y hacía que lo que quiera que se estuviera resquebrajando en su pecho se rompiera un poco, tan sólo un poquito más.

--

Chanyeol volvió a casa poco después de medianoche. Baekhyun lo supo porque había estado sentado solo, a oscuras, en el cuarto de su hermano, esperando a que se encendiera la luz de la habitación al otro lado del patio.

Había llamado de nuevo al teléfono fijo de los Park tan pronto como había entrado en casa, y Yura había vuelto a responderle diciendo que no, que Chanyeol no había llegado, pero que había llamado para decir que estaría allí en un rato. Lo cual quería decir que sí, había ignorado todos los mensajes que le había estado dejando él en el buzón, pero que, al menos, estaba bien.

Baekhyun había insistido mucho en que, por favor, no quería que Chanyeol se enterase de que había telefoneado, había dado las gracias, había colgado y se había sentado a esperar hasta que el otro chico había vuelto. Desde donde estaba, Baekhyun había visto a Chanyeol entrar en su dormitorio, cerrar la puerta tras de sí, apartarse de su ventana para cambiarse y meterse en la cama – todo ello en un proceso mecánico que apenas duró cinco minutos.

Ya no tenía nada más que hacer allí, y tras la tarde que había pasado a la intemperie estaba exhausto, así que el chico no tardó en levantarse y marcharse a paso lento a su propia habitación. Se quedó dormido tan pronto como las mantas de su cama lo cubrieron pero, cuando la alarma del móvil lo despertó al día siguiente, se sentía tan cansado como si llevase un mes sin dormir.

Su reflejo en el espejo le devolvió una imagen, ahora sí, lamentable – todo él ojeras oscuras, expresión cansada y ojos rojos – e hizo lo mejor que pudo para arreglarla en los diez minutos escasos que tardó en vestirse, empaquetar todas sus cosas y salir a la calle.

Chanyeol y él solían quedar para ir juntos a clase en aquella misma esquina, cuarenta minutos más tarde de la hora en la que Baekhyun había salido a la calle aquel día, y aunque el chico dudaba que, después de todo lo que había pasado, Chanyeol quisiera ir a clase – o a alguna parte – con él, al menos estaba seguro de que su vecino tenía que salir de su casa y bajar por aquella calle en algún momento. Y aquello era casi como acorralarlo a traición, pero necesitaba hablar con él como fuera.

Conforme pasaban los minutos, Baekhyun fue repasando las palabras que iba a decirle, una y otra, y otra vez más. No estaba muy seguro de que gritarle un “hola, Chanyeol, lo siento muchísimo” nada más verlo fuera a ayudar mucho, pero no sabía qué más decirle, así que estuvo pensando en ello mientras, de vez en cuando, miraba el reloj de pulsera en su muñeca. Transcurrieron diez, veinte, treinta minutos. Llegó la hora a la que solían quedar y pasó y, cuando finalmente decidió que, si no hacía algo llegaría tarde y que la mejor opción que tenía era tragarse el miedo y la vergüenza y llamar al timbre de la calle de los Park, la voz sorprendida de la madre de Chanyeol le llegó desde el otro lado del interfono.

—¿Yeollie? No, no está aquí, se ha ido hace una hora. Ha dicho que tenía cosas importantes que hacer. Pensé que te lo había dicho, Baekhyun, lo siento.

Así que, por segundo día consecutivo, tuvo que hacer el camino solo, demasiado cansado como para siquiera ponerse música en el iPod. Por suerte, logró llegar a clase a tiempo, cuando casi todos ya estaban sentados, pero el profesor no había venido aún. Para su desgracia, ahora sí que todos sabían lo que había pasado entre él y Chanyeol – tal vez porque la mitad del alumnado había estado allí cuando él había empezado a gritar en la cafetería – y la mayoría de sus compañeros de clase lo miraron directamente cuando entró como si fuera una especie de apestado, cuchicheando al verlo avanzar en silencio absoluto hasta su mesa.

—Baekhyun —Kyungsoo, en el pupitre de al lado, lo llamó con el mismo tono de voz suave que había utilizado el día anterior por teléfono. Parecía un tanto enfadado, pero también preocupado, como si temiera que él fuese a caerse al suelo y a romperse. El chico le sonrió, pero no fue una sonrisa alegre.

—Todos están hablando, ¿verdad? —murmuró—. De lo de ayer.

En ese momento, Kyungsoo debió de decidir que estaba más enfadado que preocupado, porque frunció el ceño y se inclinó sobre su mesa para mirarlo.

—Por supuesto que todo el mundo está hablando de eso, Baek. ¿Qué te esperabas? Que Chanyeol y tú estabáis últimamente todo el día juntos llevaba siendo la comidilla de la escuela durante los últimos dos meses, y que de repente haya pasado todo esto ha sido un shock —su amigo hizo una pausa, como si estuviera dudando entre seguir hablando o no, pero finalmente suspiró y prosiguió, bajando el tono—. Absolutamente todo el mundo que lo hubiera visto más de dos veces sabía perfectamente que a Chanyeol le gustabas tú, y a la mayoría de la gente le cae bien, así que más de la mitad del alumnado probablemente estaba dándole ánimos internamente o algo así. Parece la historia de libro, en la que el típico idiota de turno se enamora de la reina del baile, y todos querían que saliese bien. Lástima que la reina del baile en cuestión le haya roto el corazón y haya jugado con sus sentimientos, ¿verdad?

Baekhyun trató de mantener la cabeza alta, pero no pudo. Notaba aquella especie de nudo en su pecho; un nudo que lo dejaba agotado, triste.

—Yo nunca quise jugar con los sentimientos de nadie —murmuró.

—Y yo supongo que te creo, pero la mayoría de la gente piensa de modo distinto. Llevan toda la mañana hablando de ti, Baek, y no son cosas buenas. Jongin está furioso.

—Mientras sea de mí de quien hablen, no importa —el chico suspiró, mirando a su alrededor y clavando los ojos en un sitio familiar, al fondo—. ¿Dónde está Chanyeol, ‘Soo? Su madre me ha dicho esta mañana que había salido para clase hacía una hora, y ya es tarde.

Kyungsoo se encogió de hombros.

—Yo no lo he visto. A lo mejor tampoco viene ho… Oh, mira.

Casi como si lo hubieran invocado al hablar de él, Chanyeol apareció en la puerta. La clase, de nuevo, volvió a sumirse en un silencio sepulcral, aunque considerablemente menos hostil que el que había recibido a Baekhyun al entrar. El chico miró a su alrededor durante unos segundos interminables – Baekhyun se había girado en la silla y había vuelto la cabeza hacia él, tratando de establecer contacto visual, de mirarlo como Chanyeol lo miraba a él cada mañana, pero los ojos de su vecino hicieron un barrido por su zona sin detenerse en él – y, entonces, y para aparente sorpresa de todo el mundo, sonrió.

—Buenos días a todos —dijo y, en menos de un segundo, la clase prácticamente al unísono le estaba respondiendo, como si se hubieran puesto de acuerdo para animarlo, y Chanyeol se rió, y todo lo que pudo hacer Baekhyun fue quedarse clavado allí, viéndolo sonreír.

--

Cuando la campana que anunciaba el final de las clases de la mañana sonó, Baekhyun recogió sus cosas todo lo deprisa que pudo y salió por la puerta antes que nadie, deteniéndose a esperar en el pasillo y cambiando el peso de un pie a otro, con nerviosismo, mientras observaba cómo sus compañeros salían de la clase y se dirigían al comedor.

Chanyeol fue de los últimos en abandonar el aula, con una carpeta bajo el brazo, su teléfono móvil en la mano libre y la cabeza inclinada sobre la pantalla. No lo había visto, y Baekhyun luchó por tomar aire.

—Yeol —lo llamó, y el otro chico se detuvo y lo miró, sin más, haciéndolo sentirse muy pequeño—. Chanyeol —rectificó, pensando en que no estaba en posición de usar diminutivos a aquellas alturas—. ¿Tienes algo que hacer ahora? Me gustaría hablar contigo un momento.

Su vecino se guardó el móvil en el bolsillo y le devolvió la mirada con la expresión en blanco.

—Claro. Yo también tengo que decirte algo. ¿Quieres ir a alguna parte?

—No, yo… —Baekhyun tragó saliva—. Hay clases que no se utilizan en el pasillo sur de este piso. Cualquiera de ellas estará bien, supongo.

Chanyeol asintió sin más y abrió la marcha, caminando a zancadas tan largas que a Baekhyun le costó mantener el paso. El recorrido hasta la primera aula en desuso que encontraron se le hizo corto, demasiado corto, y cuando Chanyeol cerró la puerta tras de sí y se giró hacia él, la mente se le quedó completamente en blanco. Pero tenía que ser él quien iniciara la conversación, antes de que el otro chico dijera nada, así que se forzó a hablar de todas formas.

—Sé que estás enfadado —comenzó—, y sé que todo esto, todo lo que ha pasado es culpa mía, pero yo… Yo no quería, ¿sabes? —Chanyeol seguía mirándolo con aquella expresión tan neutra y él volvió a sentirse asustado, solo. No era normal que Chanyeol mirara así a nadie, no a él—. Jongdae y Luhan estaban hablando demasiado, y yo quería que se callaran, pero no tenía que haber dicho algo así. No iba en serio. Lo… Lo siento.

Chanyeol cerró los ojos e inclinó la cabeza, casi como si estuviera rezando. Después, suspiró y se acercó un par de pasos a él, los suficientes como para poder tenderle la carpeta que tenía en la mano, una de aquellas tapas hechas de cartón y con el escudo del instituto impreso en las que solía guardar los papeles de la beca.

—Toma —le dijo, y Baekhyun la cogió en silencio, confuso—. Esto es para ti.

—¿Qué…? —cuando el chico la abrió, casi con miedo, encontró dentro una única hoja de papel, impresa por ambas caras y con un encabezado en negrita que le hizo soltar de golpe todo el aire de los pulmones. Examen Final de Fundamentos de Economía, tercer año, modelo A— Chanyeol —murmuró—, ¿qué es esto?

—El examen final de economía de la semana que viene —replicó Chanyeol, como si fuera obvio—. He sacado una copia del que había en el despacho de la profesora Kim esta mañana.

—¿Por qué?

—¿No era lo que tú querías? Lo pediste más de una vez, ¿no? Y pensé que necesitarías tenerlo, porque no voy a volver más a tu casa a ayudarte a estudiar.

Baekhyun oyó una especie de quejido estrangulado, y no se dio cuenta de que provenía de su propia garganta hasta que se cubrió la boca con los dedos y lo escuchó silenciarse. Era cierto que le había dicho a Chanyeol que le trajera aquel examen, más de una vez y más de dos, pero siempre había sido en tono de broma. El ver aquella hoja allí, frente a él, lo hacía sentirse como si alguien lo hubiese lanzado desde el borde de un sitio muy alto y él estuviera cayendo, cayendo, sin nadie que lo recogiera cuando llegara abajo.

—Nunca pretendí que me trajeras el examen de verdad —murmuró—. Se suponía que era un chiste.

—¿Y cómo iba a saberlo yo? Al estas alturas, no puedo saber cuándo hablas en serio y cuándo no.

Las palabras fueron como una bofetada en pleno rostro, y Baekhyun permaneció donde estaba, boqueando como un pez fuera del agua.

—Me preguntaste qué haría —prosiguió Chanyeol, y Baekhyun alzó la cabeza para mirarlo, mirarlo, como si fuese la última vez que fuera a verlo—. Me preguntaste si rechazaría la beca si tú me pedías que me quedara, y durante un momento, dudé. Estuve considerando tirar todo mi futuro por la borda para, ¿qué? ¿Por ti?

La presión en su pecho era demasiado grande, y se extendía, y se resquebrajaba, y se rompía, y Baekhyun no sabía cómo hacerla parar. Era como si algo vivo se marchitara, como si algo dentro de estuviera a punto de estallar en mil pedazos.

—Chanyeol… —murmuró, pero el otro chico volvió a ignorarlo.

—¿En qué estaba yo pensando? No sé. Parece obvio que, por mucho que yo haga, tú no vas a enamorarte de mí jamás, así que, ¿para qué seguir con esto?

Baekhyun se mordió el labio y trató de hablar. Porque de repente, sabía y todo estaba absolutamente claro, y era demasiado tarde.

—¿Qué hay de todo aquello de seguirlo intentando? —susurró. Chanyeol ni siquiera sonrió.

—Sigues luchando o te rindes, Baekhyun, eso fue lo que te dije. Y yo ya no puedo más.

Baekhyun asintió, porque a aquellas alturas no podía hacer otra cosa y, tras pasar al lado de Chanyeol, se dirigió a la salida a paso lento, como si creyera que el salir de aquella clase y volver a los pasillos fuera a transportarlo atrás en el tiempo, a la mañana del día anterior, antes de que todo se torciese y saltase por los aires. Cuando llegó a la puerta, sin embargo, escuchó a Chanyeol llamarlo y se giró. El otro chico ya ni siquiera parecía enfadado.

—Buena suerte en la audición, Baekhyunnie. Aún así, te mereces aprobar.

Y entonces él pudo sentirlo – el corazón rompiéndosele, en el más absoluto de los silencios. Así que murmuró un gracias, cerró los ojos y salió corriendo de allí, sin mirar a dónde estaba yendo, porque daba igual de todas formas. 

Cruzó pasillos y pasillos sin ver nada, ignorando a los estudiantes que lo miraban como si se hubiera vuelto loco, hasta acabar refugiándose en el baño del primer piso, sin soltar la carpeta con la hoja del examen, sin detenerse hasta tener las manos apoyadas a ambos lados del lavabo, frente al espejo. Sin querer observar su reflejo, cerró los ojos, y permaneció total y absolutamente quieto hasta escuchar el sonido de voces fuera, y de la única puerta de los aseos al abrirse.

—Lo siento —murmuró, sin importarle quién fuese—, estoy…

No tuvo tiempo de decir nada más, porque entonces miró y vio de quién se trataba.

Kai y Kyungsoo estaban en el umbral, a un par de metros de él. A juzgar por la sorpresa en sus rostros, no habían entrado a aquel lugar a buscarlo, sino que habían llegado por casualidad. Y Baekhyun no estaba seguro de si iba a poder lidiar con ellos en aquel mismo momento pero, viendo cómo el rostro de Kai pasó de la estupefacción a la ira en cuanto asimiló que era él quien estaba allí, supo que, aquella vez, iba a ser imposible escaparse.

—Tú —la voz de Kai fue seca y dura. Estaba enfadado, claramente furioso, más de lo que Baekhyun hubiera creído posible—. ¿Se puede saber qué pasa contigo?

El chico se separó de los lavabos y miró a su alrededor, sintiéndose como un animal acorralado. Kai estaba entre la puerta y él, y Baekhyun se encontró retrocediendo inconscientemente, lanzando un quejido cuando Kai se pegó a él en dos zancadas, aferrándolo por el cuello de la camisa para impedir que se escapara.

—No sé de qué te crees que vas —dijo en voz baja—. Si te crees que eres muy listo, o muy guapo, o por si por algún motivo piensas que tienes derecho a jugar con la gente. Me da igual lo que hagas con el resto del mundo, ¿entiendes? Pero a Chanyeol déjalo en paz.

La incercia del agarre hizo que el cuerpo de Baekhyun retrocediese un par de pasos más de lo esperado, hasta chocar con uno de los compartimentos al fondo del baño. La pared de la cabina de madera soltó un crujido horrible, pero el golpe no fue lo suficientemente fuerte como para hacerle daño, aunque sí para dejarlo sin respiración. Aturdido, tratando de escaparse, se llevó las manos al cuello.

—¡Jongin, por dios! —Baekhyun fue vagamente consciente de la presencia de Kyungsoo, corriendo hacia ellos, pero fue incapaz de prestarle atención, no cuando Kai estaba tan cerca y parecía tan enfadado.

—¿No vas a decir nada? —siseó—. ¿No tienes nada que decir? He sido el mejor amigo de Chanyeol durante dos años y es siempre igual. Siempre. Siempre ‘Baekhyun esto’, ‘Baekhyun lo otro’. Dice tantas veces tu nombre en la misma frase que me pone enfermo, y todo lo que haces tú a cambio es tratarlo como si fuera basura.

Ante aquello, Baekhyun no supo qué decir. Había estado tratando de zafarse del agarre de Kai, pero, de repente, sintió que perdía todas las ganas de luchar, que se quedaba absolutamente vacío.

—¿De verdad vas a quedarte callado? —repitió Kai, y el chico separó los labios, pero todo lo que salió de ellos fue una especie de sollozo raro, ahogado, que ni siquiera parecía suyo. Notaba la visión borrosa, algo cálido cayéndole por las mejillas, y pensó “ahora no, no delante de ellos”.

—No tienes por qué preocuparte —murmuró—. He hablado antes con Chanyeol. Ya no quiere tener absolutamente nada que ver conmigo.

La fuerza del agarre de Kai se incrementó, como si el otro chico no hubiera acabado aún con él, pero antes de que pudiera seguir hablando, Kyungsoo se paró frente a él, con el ceño fruncido y la espalda recta.

—¡Jongin, basta ya! ¿Es que no has visto cómo está? ¡Déjalo en paz!

La expresión de Kai no se suavizó ni un ápice, pero, al menos, lo soltó y se alejó un paso de él. Baekhyun notó cómo la piel del cuello le ardía, cómo el flujo de aire normal volvía a sus pulmones, pero las piernas le fallaron y se sintió caer al suelo como un juguete roto.

—¿Vas a seguir defendiéndolo, ‘Soo? ¿Después del numerito que montó ayer en el comedor delante de media escuela? —ahora, Kai se había vuelto hacia su novio, que le devolvió la mirada, lívido pero firme—. ¿Es que no te das cuenta de que nadie le importa una mierda, de que sólo mira por él?

Kyungsoo pareció dudar por un instante, pero no se movió de donde estaba.

—Chanyeol es tu mejor amigo, Jongin —susurró—. Baekhyun es el mío. No puedo dejarlo solo ahora.

Kai lo observó con los ojos abiertos como platos, como si no acabara de creerse lo que estaba oyendo.

—Muy bien —contestó—. Muy bien. Haz lo que a ti te dé la gana. Pero yo no pienso ni siquiera comer en la misma mesa que él, así que tú verás qué decides.

Kyungsoo tomó aire.

—Me quedo aquí.

—Estupendo. Sencillamente estupendo.

Kai bufó, dio media vuelta y salió del baño dando un portazo. Baekhyun habría jurado haber oído a Kyungsoo conteniendo la respiración pero, en menos de un segundo, su amigo se había arrodillado frente a él, mirándolo con el ceño fruncido.

—Te parecerá bonita, la que has armado —lo riñó, y todo lo que pudo hacer Baekhyun a modo de respuesta fue soltar otro sollozo, ridículamente agudo e infinitamente desconsolado. Ahora que había empezado a llorar, se sentía como si una barrera dentro de él se hubiera roto, como si ya no pudiera dejar de hacerlo, y se preguntó cómo podía ser tan patético.

—Deberías irte con Kai —musitó, sin levantar la cabeza hacia su amigo, pero Kyungsoo chasqueó la lengua, exasperado.

—Acabo de pelearme con mi novio por ti, Baek, así que más te vale dejar de decir tonterías, mirarme y contarme qué te pasa.

Baekhyun señaló con un dedo tembloroso la carpeta con el sello del instituto que le había dado Chanyeol, que se le había caído de las manos en algún momento del forcejeo y que ahora estaba abierta en el suelo a un par de metros de ellos.

—¿Qué es eso? —Kyungsoo se inclinó hacia delante para cogerla y comenzó a leer el folio que había dentro con el ceño fruncido. Cuando se percató de lo que era, ahogó una exclamación y se volvió hacia Baekhyun—. ¿De dónde has sacado este examen?

—Chanyeol. Me lo ha dado Chanyeol —susurró. Su amigo parecía incrédulo, pero a Baekhyun le daba igual. Sentía una presión horrible en el estómago y un dolor en el pecho que era casi físico, fuerte, desgarrador y punzante—. No quiere volver a darme clases, no quiere volver a verme, Kyungsoo, y yo…

—Baek… —comenzó el otro chico, pero Baekhyun se rió.

—Es hasta divertido —dijo, y la voz pareció rompérsele a mitad de frase—. Me ha dicho que se ha cansado de luchar, que no va a seguir intentándolo. Y supongo que es gracioso porque resulta que… Resulta que ahora soy yo el que está enamorado de él.

Notas finales:

En mi resumen de capítulos, este era el único que tenía un nombre no-oficial, y ese nombre era "la bomba".

Había gente que decía que quería ver a Baekhyun pagar, ¿no? Pues ahí lo tenéis :'D

Dicho esto, ¿amor, odio, pedradas, comentarios? Queredme y os querré, you know.


¡Ya quedan sólo tres capítulos y un epílogo hasta el final! :'D

¡Nos leemos!

R&R


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