Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

88 Días por Ms Aria

[Reviews - 421]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Yyyy, por fin vuelvo de mi descanso navideño con un nuevo capítulo.

¡Espero que os guste, y comentarios, como siempre, al final del capítulo! :3

Capítulo 13. Día 82 (viernes).

Lo primero que hizo la madre de Chanyeol tras abrir la puerta fue parpadear y quedárselo mirando como si no acabara de creerse lo que tenía delante.

A Baekhyun aquello no le extrañó. No sólo es que no fuera muy normal recibir visitas a semejante hora de la noche, sino que tampoco era precisamente muy común que las visitas en cuestión aparecieran en abrigo, jersey, pantalón de pijama y deportivas, ni con la respiración agitada tras haber subido las escaleras corriendo.

—¿Baekhyun? —lo llamó, observándolo con una expresión de estupor que la hacía parecerse extraodinariamente a su hijo cuando no entendía alguna cosa—. ¿Qué haces aquí? ¿Ha pasado algo?

—No, no —se apresuró a negar él, tratando de sonar relativamente calmado y normal—. He venido hasta aquí porque necesitaba hablar de algo importante, eso es todo. No pretendía preocuparla ni nada parecido, yo sólo…

La señora Park no parecía del todo convencida pero, aparentemente dispuesta a, al menos, escucharlo, se apoyó en el marco de la puerta y suspiró.

—Si vienes a ver a Chanyeol lo siento muchísimo, pero está castigado. Supongo que sabrás lo que ha ocurrido en el instituto. 

Baekhyun se mordió el labio.

—Sí —susurró. Lo sabía demasiado bien; recordaba de un modo demasiado claro los comentarios de sus compañeros, el tono de voz abatido de la profesora Kim en el despacho del director, el aspecto decepcionado de los padres de Chanyeol al otro lado de la ventana del patio y al propio Chanyeol con los ojos clavados en la pared de su habitación, teniendo que cargar con algo que no se merecía—. Pero yo no he venido a hablar con Chanyeol. A quien quería ver es a ustedes.

—¿A nosotros? —repitió la señora Park que, esta vez sí, parecía verdaderamente atónita. Baekhyun asintió con la cabeza.

—Por favor. Es muy importante.

A la madre de Chanyeol debió de conmoverle la nota de desesperación en su voz, porque, tras observarlo durante un instante más, se apartó del umbral de la puerta para dejarlo pasar y lo guió hasta el salón, procediendo a llamar después a su marido.

Sin saber muy bien qué hacer, Baekhyun se sentó en una butaca. Había estado en aquel salón antes, con Chanyeol, pero ahora el cuarto se le hacía amenazador y extraño, como el punto de salida de un camino que ya no tenía vuelta atrás. Por un momento, se sintió ridículo allí, con el pelo despeinado y sus pantalones de pijama deshilachados y se preguntó qué hacía allí, qué demonios estaba haciendo. Una parte de él quería volver a su habitación, enterrarse bajo el edredón de su cama y esperar a que pasase la tormenta, pero se forzó a mantener la espalda recta y a quedarse donde estaba mientras el señor Park entraba en la habitación y se sentaba junto a su mujer en el sofá frente a él.

—Vaya, Baekhyun, cómo has crecido —comentó, sonriéndole a pesar de lo intempestivo de la hora y de lo repentino de su visita. El chico intentó devolverle la sonrisa, pero todo lo que le salió fue una mueca forzada—. ¿Quieres que llamemos a Chanyeol? Debe de estar en su habitación.

Baekhyun abrió la boca para negarse, pero una nueva voz lo interrumpió antes de que pudiera decir nada.

—Yeollie está durmiendo ya. ¿De verdad es necesario despertarlo después del día que ha tenido?

Cuando Baekhyun se giró hacia la izquierda vio la figura de Park Yura, en pijama, detenida junto a la puerta que daba al pasillo y observándolo con una ceja arqueada. A juzgar por cómo lo estaba mirando, sabía lo suficiente sobre Chanyeol y él como para poder sacar sus propias conclusiones, pero no parecía enfadada, sino más bien curiosa. El chico no sabía si aquello era bueno o malo.

—No hace falta que lo despierten —se apresuró a decir. No sabía si a Chanyeol le había dado tiempo a dormirse o en realidad no quería verlo, pero en el fondo no importaba—. Es con ustedes con quienes quería hablar.

Los padres de Chanyeol cruzaron una mirada.

—Tú dirás, entonces.

—Yo… —Baekhyun tomó aire, aferrando inconscientemente la tela de su pantalón de pijama. Al salir de casa todo le había parecido muy claro, pero una vez allí no sabía qué decir, ni cómo. Aquello había sido mala idea, pero ahora no podía echarse atrás, así que trató de buscar las palabras apropiadas—. Chanyeol… Chanyeol no debería estar castigado. No se merece que nadie lo castigue.

—¿Qué? —obviamente, los padres de Chanyeol no se estaban esperando ni con mucho algo así, porque ambos lo miraron como si se hubiera vuelto loco.

—Ha robado un examen, Baekhyun —intervino su madre, como si le costase decirlo en alto—. Lo han declarado como no apto para el programa de becas y lo han expulsado dos días a casa. No quiere decirnos por qué lo ha hecho, pero nosotros no hemos educado a nuestros hijos para que hagan trampas. Por supuesto que tenemos que castigarlo; tiene que aprender que…

—No —Baekhyun cortó a la mujer en tono suave pero, aún así, la interrumpió—. Es cierto que robó ese examen, pero no lo hizo para copiar ni nada parecido. Por favor, no crean que hizo trampas; Chanyeol nunca, jamás, haría trampas. Tienen que confiar en él. Por favor.

Tan pronto como el chico cerró la boca, la sala quedó sumida en un silencio tan denso que habría podido cortarse con un cuchillo. Los padres de Chanyeol volvieron a mirarse, confundidos, y Baekhyun empezó a percibir la ya familiar sensación de histeria clavándole las garras en el estómago, como una criatura viva que se negara a dejarlo escapar. Finalmente, y cuando creyó que iba a acabar volviéndose loco en aquella butaca, fue Yura, todavía junto a la puerta, quien habló.

—¿Qué quieres decir?

Antes de poder pensar en lo que iba a decir, Baekhyun ya estaba respondiendo.

—Todo lo que está ocurriendo es culpa mía. Ha sido un malentendido, y Chanyeol está pagando las consecuencias por algo que yo he hecho —trató de explicar, intentando no entrar en detalles que probablemente Chanyeol no querría que su familia supiese—. Yo no… De verdad, todo esto se arreglará, voy a conseguir que se arregle, pero, por favor, pase lo que pase no se sientan decepcionados con él. Es el mejor hijo que podrían ustedes tener; si quieren culpar a alguien, cúlpenme a mí.

Los padres de Chanyeol daban la impresión de estar comenzando a pasar de la incredulidad a la duda, y Baekhyun aguantó, muy quieto, la mirada especulativa que le lanzó la señora Park. Sabía de sobra que ésta y su madre eran más o menos amigas, y que acabaría teniendo problemas en casa en cuanto se supiera que él había tenido algo que ver en todo el asunto de la expulsión de Chanyeol, pero a aquellas alturas ese era el menor de sus problemas.

—¿Dices que todo lo que ha ocurrido con mi hijo es un malentendido, entonces? —intervino el señor Park. A pesar de que estaba tratando visiblemente de parecer serio y neutral, Baekhyun pudo percibir el hilo de esperanza en su voz y hundió aún más los dedos en la tela de su pijama. Mirando al hombre a los ojos, asintió.

—Ya se lo he dicho, voy a intentar arreglarlo. Chanyeol ha trabajado muy duro; merece irse a América, de verdad. Haré todo lo que esté en mi mano.

En algún momento dado, Yura debía de haber cruzado la habitación, porque ahora estaba parada al lado de su butaca, con una mano ligeramente extendida hacia él, como si se hubiera planteado apoyársela en el hombro, pero se hubiera arrepentido en el último instante.

—¿Pero qué es lo que puedes hacer tú? —le preguntó.

Por primera vez desde que había entrado allí, el chico se sintió sonreír. No fue una sonrisa alegre.

—Haré lo que sea necesario.

--

—Esto, Baekhyun, es una auténtica locura.

El interpelado cerró los ojos, expulsando el aire por la nariz con suavidad e ignorando a Kyungsoo, que parecía estar dudando entre gritarle más, estrangularlo o partirle la cara de un puñetazo.

—Llevo días diciéndote que tú no tienes la culpa de esto. ¿Quieres dejar de hacer el idiota y escucharme por una vez en tu vida? —le insistió, con un cierto apremio en la voz, probablemente gesticulando, aunque el chico no podía verlo—. Ya sabes lo que opina tu madre sobre tu futuro. ¿De verdad vas a tirar la única oportunidad que tienes de conseguir lo que siempre has querido por la borda por… por algo que ni siquiera va a salir bien, Baek? ¿Quieres calmarte y pensarlo?

—Estoy muy tranquilo, ‘Soo.

Y era verdad. Baekhyun había salido de casa de los Park la noche anterior hecho un manojo de nervios por lo que pensaba hacer y, una vez en su habitación, enterrado bajo las mantas y con todo lo que necesitaba para el día siguiente ya listo, había tenido que ahogar los sollozos hasta quedarse dormido para que su madre no los oyera, pero tan pronto como había llegado la mañana, se había despertado perfectamente lúcido y calmado, sin un solo ápice de dudas.

Aquello tenía que ser una señal; el último empujón que necesitaba para soportar todas sus clases de la mañana con expresión estoica, comer deprisa en su mesa de siempre y plantarse frente la puerta del despacho del director diez minutos antes de que comenzaran las asignaturas de la tarde. No había esperado que Kyungsoo, que desde que había comenzado todo aquel desastre no se apartaba de su lado, se diese cuenta de lo que iba a hacer y se empeñara en acompañarlo, pero la insistencia de su amigo no iba a cambiar absolutamente nada.

—Lo único que conseguirás es que te expulsen. No va a salir bien —repitió, como si por decirlo muchas veces pudiera hacer que se le quedara en la cabeza. Baekhyun asintió y sonrió.

—Si eso es lo que acaba ocurriendo, al menos lo habré intentado, ¿no?

Por primera vez en todo el día, Kyungsoo dejó de mirarlo como si quisiera hacerlo entrar en razón a puñetazos y, en lugar de eso, pareció verdaderamente triste.

—Creía que ni siquiera querías que Chanyeol se marchase a América —protestó con voz débil.

Baekhyun apretó los puños, llamó a la puerta. Cuando una voz lo invitó a entrar, suspiró.

—No quiero que se vaya —admitió, abriendo la puerta y disponiéndose a entrar. Tener que ver cómo Chanyeol desaparecía en un avión, todavía sin querer tener nada que ver con él; no poder verlo durante cuatro años, probablemente era una de las peores cosas que pudieran llegar a ocurrirle—. Pero es lo que quiere él, ¿no?

Kyungsoo comenzó a protestar otra vez, pero Baekhyun le cerró la puerta en la cara, avanzando un par de pasos hacia el interior del despacho y observando lo que había a su alrededor con aire derrotado. La habitación tenía las paredes forradas de placas de madera antigua y estanterías llenas de libros, diplomas y trofeos, y el suelo cubierto por una gruesa moqueta roja. La última vez que Baekhyun había estado allí, por llegar tarde demasiados días seguidos a clase, había salido bromeando y diciendo que aquella habitación parecía sacada de una de esas viejas películas ambientadas en internados ingleses en los que nunca se veía la luz del sol. Ahora, simplemente la percibía como un cuarto demasiado lleno de cosas, demasiado oscuro. De lo único que tenía ganas ahora era de hacer lo que había venido a hacer y regresar a los pasillos conocidos del instituto.

—¿Señor Byun? —lo llamó la voz seria del director. Tras una nueva mirada al conjunto de la habitación, el chico vio que, como era de esperar, el hombre estaba sentado en su silla de cuero, tras el enorme escritorio, y se acercó a él a paso lento—. Ha sido toda una sorpresa saber que había concertado usted una cita; no estoy acostumbrado a verlo por aquí —con una floritura, le señaló una silla tapizada en rojo; la misma en la que Chanyeol se había sentado la última vez que había estado allí—. Parece usted cansado. Por favor, póngase cómodo.

Baekhyun obedeció en silencio, tragando saliva. Tras una mañana entera en la que había sumido en una falsa tranquilidad, estaba comenzando a sentir un hormigueo nervioso en las puntas de los dedos, una punzada de tristeza en el pecho.

—¿Y bien? Según me han comunicado, tenía usted que decirme algo importante —comenzó a decir el señor Lee, en un tono algo más amable, sonriéndole con aire tranquilizador. Baekhyun se dijo que todavía podía echarse atrás, que podía inventarse una excusa, inclinarse en una reverencia y volver a clase corriendo. Que podía hacer caso a Kyungsoo, retornar a su vida y renunciar a aquello. Pero no era justo; nunca había sido justo.

—Vengo a hablar de Park Chanyeol —dijo con voz clara.

—¿Park Chanyeol? ¿Qué es lo que ocurre con él?

—Sé… Sé que lo han expulsado de su programa de becas y lo han castigado por robar un examen —explicó Baekhyun—. Y quería decirle que no pueden hacer eso; que sería injusto para él. No conocen la historia completa.

El director Lee parpadeó.

—¿Qué es lo que pretende decir usted, señor Byun?

Por un instante, Baekhyun se sintió incapaz de responder. El peso de lo que tenía la intención de hacer – de lo que iba a hacer, después de todo – era demasiado grande, demasiado duro y, por un momento, sintió ganas de esconder la cara entre las manos y llorar.

—Park Chanyeol robó el examen de economía porque yo se lo pedí —dijo finalmente, notando cómo las palabras le temblaban y se le atragantaban en la garganta antes de salir de entre sus labios—. Necesitaba ese examen para poder aprobar la asignatura y optar a una beca de música el año que viene, así que lo engañé para que lo hiciera por mí. El único culpable que hay aquí soy yo.

La habitación quedó sumida en un silencio largo, asfixiante, y Baekhyun se mordió el labio, esperando. Jamás antes había mentido a un profesor; no en un asunto tan serio, y mucho menos para autoinculparse de algo que no había hecho. Esperaba, al menos, poder sonar convincente. Aquella era la última oportunidad que tendría para poder librar a Chanyeol del castigo; tenía que hacer que saliera bien.

—Señor Byun —el señor Lee habló de nuevo tras un rato, con una voz que ya no sonaba tan amable—. ¿Sabe usted lo que está diciendo?

Baekhyun asintió lentamente. Sin subir los ojos, se inclinó para abrir su bolsa de libros y extrajo de su interior una carpeta de cartón, con el escudo del instituto impreso en las tapas. Estaba tal cual Chanyeol se la había dado, hacía lo que parecía una eternidad en un aula vacía; tal y como la había guardado él en su casa, en un lugar donde no tuviera que verla. Casi le dolió tener que dejarla sobre la mesa.

—Sé lo que estoy diciendo y tengo pruebas —replicó, abriéndola. Ni siquiera sabía de dónde estaba sacando las fuerzas para sonar tan seguro. Las hojas del examen resaltaron, blancas, sobre la madera oscura y el señor Lee las observó con los ojos muy abiertos—. ¿Lo ve? Fui yo.

Las cejas del director se juntaron en una línea canosa sobre su frente.

—¿Así que está confesando haber engañado a un compañero para que robara este examen para usted y así copiar en la prueba final?

Baekhyun asintió.

—Sí.

—¿Y sabe usted las consecuencias que puede tener un acto así por su parte, señor Byun?

—No exactamente, pero me las supongo.

Una expulsión, tal vez, en el mejor de los casos de sólo un par de días. Y le suspenderían la asignatura, por supuesto, lo que quería decir que, hiciera lo que hiciese en la audición del próximo jueves, no podría matricularse en una escuela de música aquel año. Lo que, teniendo en cuenta las condiciones que le había puesto su madre, quería decir que tendría que estudiar otra cosa; que iba a renunciar – voluntariamente – a la carrera superior de canto.

El único sueño que había tenido en su vida, desde pequeño, saltando por los aires hasta quedar fuera de su alcance y todo lo que sentía él era vacío porque haciendo aquello se garantizaba, al mismo tiempo, renunciar a su futuro y perder a Chanyeol al otro lado del mar.

Ni siquiera sabía qué demonios iba a hacer con su vida cuando todo aquello acabara y él se hubiera quedado sin absolutamente ninguna de las dos únicas cosas que le importaban de verdad.

—Está bien; está bien —la voz del señor Lee, que sonaba entre muy harto y muy cansado, lo sacó de sus pensamientos. El hombre se había levantado de su silla y tenía las palmas de las manos apoyadas sobre la mesa y el ceño aún fruncido, como si estuviera tratando de ubicarse—. Espere usted aquí un instante. Vuelvo enseguida.

Al momento siguiente, el director salía de la habitación como una exhalación, dando un portazo tan fuerte que Baekhyun dio un respingo sobre su silla. Los minutos pasaron a un ritmo constante, uno detrás de otro, y el chico se concentró en el rítmico tic-tac del reloj de la pared. Ahora que ya había hablado, que había hecho lo que tenía que hacer, volvía a tener la mente extrañamente en blanco, incapaz de sentir absolutamente nada.

Se preguntaba a dónde habría ido el señor Lee. ¿A rellenar un parte, tal vez? ¿Una carta de expulsión? ¿A llamar a su madre?

Cuando la puerta volvió a abrirse, Baekhyun se giró sobre su asiento con una expresión neutra en la cara. No pudo evitar ahogar una exclamación y levantarse de un salto, sin embargo, al ver que el director no había vuelto solo. A su lado, estaba la profesora Kim, menuda y resuelta. Y, delante de ellos, y observándolo como si hubiera visto un fantasma, estaba Chanyeol.

—susurró. A juzgar por su tono de voz, no parecía especialmente contento de verlo de pie en medio de la habitación—. ¿Qué está pasando aquí?

Baekhyun se sintió entrar en pánico. Tenía que haber supuesto que, obviamente, el director llamaría a Chanyeol y al resto de las partes implicadas en todo aquel asunto antes de hacer nada, y no sabía si iba a poder seguir mintiendo tan bien después de aquello.

—Señores, hagan ustedes el favor de sentarse —ordenó el señor Lee en su tono más firme. Las dos sillas tapizadas en rojo estaban muy cerca, y Baekhyun se habría sentido cohibido por el modo en el que las piernas de los dos se rozaban si no fuera porque Chanyeol acababa de ver la carpeta abierta con el examen sobre la mesa y estaba frunciendo el ceño.

—¿Qué…? —comenzó a decir, tan bajo que Baekhyun estaba seguro de que sólo él había podido oírlo, pero el director escogió justo aquel momento para volver a su silla y dirigirse a él.

—Señor Park, este compañero suyo ha venido hace media hora a mi despacho con novedades sobre su infracción. Según la versión que nos ha dado él, el señor Byun lo engañó para convencerlo de que usted robara y le entregara el examen de economía que puede ver ahí delante. ¿Tiene algo que decir sobre todo este asunto?

Al principio, Chanyeol simplemente se quedó allí, mirando al director y parpadeando como si no acabase de entender qué demonios acababan de decirle. Después, y conforme su cerebro iba asimilando la información, su rostro comenzó a convertirse en una máscara de estupor.

¿Qué? —exclamó, mirando al director con los ojos muy abiertos. Al momento siguiente se giró hacia Baekhyun y por un momento pareció el Chanyeol de siempre cuando lo miró—. ¿Que tú me engañaste para convencerme de que…? Eso no es cierto.

Baekhyun llevaba todo el día preparándose mentalmente para mentir y había logrado hacerlo hasta aquel momento. En teoría, era sencillo repetir su misma historia otra vez, sonar tranquilo y calmado mientras decía que Chanyeol no tenía nada que ver y que la culpa era suya, estuviera él delante o no, pero en la práctica su vecino lo estaba mirando con unos ojos enormes y oscuros, llenos de recelo, de extrañeza y de dudas, y él sintió que la respiración se le trababa en los pulmones.

—¡Claro que es cierto! —protestó a la desesperada, en un tono de voz demasiado estridente. Inmediatamente después, miró a los ojos al director, levantándose de la silla y apoyando las manos sobre la mesa, tratando de olvidar que Chanyeol estaba allí—. He venido hasta aquí sólo para confesar, señor Lee, tiene usted que creerme. Chanyeol está tratando de cubrirme, de verdad, la culpa es mía —el chico hubiera seguido hablando, pero escuchó el ruido de una silla al arrastrarse sobre el suelo en algún lugar tras él y, al instante siguiente, una mano que conocía muy bien lo estaba aferrando por el hombro, haciéndole girar el cuerpo.

—No sé qué es lo que estás haciendo, Baekhyun, pero para ya —Chanyeol lo estaba mirando desde arriba, claramente molesto, y Baekhyun se maldijo mentalmente porque estuviera allí, porque las cosas se hubieran torcido tanto, por no poder hacer ni siquiera aquello bien.

—¡Eres tú el que debería parar de intentar hacer que me calle! —casi gritó—. ¡La culpa de todo esto es mía! ¿Por qué no…?

¡Basta ya!

Baekhyun soltó una exclamación ahogada y cerró la boca casi de modo automático. Quien acababa de hablar era el director, que los estaba mirando desde su silla de cuero, lívido de ira.

—En todos mis años de profesión jamás había visto algo semejante. Hagan el favor de sentarse. Los dos.

Ambos bajaron la cabeza y obedecieron en silencio. Esta vez, Chanyeol colocó la silla más lejos de donde se encontraba la de Baekhyun y el chico no podía verlo, pero aún así podía sentirlo tras él, mirándolo, y sabía que estaba enfadado.

—No sé qué se traen ustedes dos entre manos, ni qué creen que es esto, pero para empezar están ambos castigados por mal comportamiento —el director Lee, que parecía aún más furioso que Chanyeol, golpeó la superficie cubierta de papeles de su escritorio con la palma abierta—. En lo que respecta al examen, a uno de ustedes se le grabó robándolo y el otro ha aparecido aquí esta mañana con una copia del mismo, así que lo que debería hacer, caballeros, es suspenderles la asignatura a los dos y dejarme de tonterías. Al parecer, los dos están metidos en todo este asunto, ¿no?

—¡No! —protestó Baekhyun, casi sin voz. Si les suspendían a los dos, si no aprobaban a Chanyeol, todo lo que había hecho, lo que había estado dispuesto a perder, habría sido para nada.

—Espere un momento, señor Lee —quien habló entonces, interrumpiendo sus pensamientos, fue la profesora Kim que, en algún momento, se había acercado a la mesa y había recogido la carpeta que Baekhyun había dejado sobre ella—. Dime, Baekhyun. ¿Este es el examen que, según tú, utilizaste para copiar?

El chico asintió, sin comprender.

—Sí, claro.

La señora Kim suspiró.

—Señor director, si fuera cierto que Baekhyun utilizó este examen para copiar, no habría sacado la nota que obtuvo en la prueba final. De hecho, y si lo hubiese hecho, habría suspendido.

Esta vez fue Baekhyun quien se quedó con la boca abierta.

—¿Qué?

—Hice cambios de última hora en el examen final de economía de tercer año —explicó la señora Kim—. Cambié las preguntas dos, una y cuatro, de las cinco que hay, dos días antes de la prueba. Es imposible que alguien que se preparase la asignatura con sólo un examen del modelo antiguo aprobase, y mucho menos que sacase la segunda nota más alta de la clase, como fue el caso del señor Byun Baekhyun. Estoy dispuesta a repetirles la prueba, tanto a él como a Chanyeol, pero pondría la mano en el fuego para afirmar que, diga lo que diga, Baekhyun no utilizó esta copia del examen para hacer trampas. Muy posiblemente, está encubriendo a su amigo.

El director Lee suspiró.

—¿Y bien, señor Byun?

—Yo no… —comenzó a murmurar él, sintiendo que su historia se desmoronaba por momentos—. Es decir, yo no… —tratando de tranquilizarse, se inclinó hacia delante en su asiento—. Si yo no pude aprobar con ese examen, ¿no quiere eso decir que Chanyeol tampoco copió? ¿No deberían levantarle el castigo? ¿Devolverle al programa de becas? Es injusto que esté fuera, él se merece…

—El señor Park Chanyeol fue retirado del programa de excelencia porque fue descubierto robando un examen del despacho de una profesora, señor Byun. El contenido de ese examen, o incluso lo que hiciera con él, es irrelevante a estas alturas.

—¡Pero le he dicho antes que fui yo el que…!

—Basta ya —el director Lee lo miró de arriba a abajo, con la expresión del que ha perdido la paciencia del todo grabada en la cara—. Repetirán el examen de economía los dos el próximo lunes, y deberían agradecer que aún los deje presentarse a la primera convocatoria en vez de suspenderlos directamente. Señor Park, trasladaremos su expulsión al martes y miércoles, y ni que decir tiene que a pesar del estúpido numerito de su amigo, sigue fuera del programa de becas. Y usted, señor Byun, levántese y lárguese de aquí antes de que cambie de opinión y decida que lo mejor que puedo hacer es suspenderle y expulsarlo también. De hecho, márchense los dos. Ya. No quiero volver a verlos en lo que me queda de día.

--

Cuando Baekhyun salió de nuevo al pasillo, caminando con paso inseguro delante de Chanyeol, se sintió como si en realidad no estuviese allí, como si los pasillos desiertos, el suelo y las paredes a su alrededor fueran parte de un sueño raro del que fuera a despertar de un momento a otro.

Su cerebro todavía no lograba procesar lo que acababa de ocurrir. Minutos atrás, había entrado al despacho del director herido pero seguro de lo que iba a hacer, resignado a tomar el lugar de Chanyeol, a no estudiar música y ver como su vecino se marchaba a estudiar a otro continente porque había sido lo que tenía que hacer. Y ahora, de repente, resultaba que él sí que podía presentarse a la audición del jueves, los dos tendrían que repetir el examen – por no decir que estaban castigados – y Chanyeol se iba a quedar en Corea.

No sabía cómo sentirse, de verdad que no. De lo único de lo que era dolorosamente consciente era de que había hecho todo, absolutamente todo, para tratar de arreglar aquel desastre y había fallado del modo más miserable posible.

—Debería volver a clase —murmuró, pensando que, en realidad, ya llegaba tan tarde que lo mejor que podría hacer era irse a casa. No es que fuera a atender mucho aquella tarde, de todas formas. Decidiendo que sí, y que ya llamaría a Kyungsoo luego para contarle lo que había ocurrido, el chico hizo amago de comenzar a caminar contra la salida. Fue entonces cuando sintió la presión de unos dedos sobre su muñeca.

—No te van a dejar entrar. Y tenemos que hablar —Baekhyun giró sobre sí mismo y vio a Chanyeol, mirándolo desde arriba con el ceño fruncido. Parecía enfadado, más incluso que como había estado dentro del despacho, y verlo así cuando aquel chico normalmente era la persona con mejor humor del universo hizo que Baekhyun asintiera y se dejara arrastrar sin más, a pesar de saber que lo que quiera que tuviera que decirle su vecino probablemente no fuera a gustarle.

Chanyeol lo llevó a través del pasillo central, clavando los ojos en cada puerta hasta que, finalmente, encontró una entreabierta. Al otro lado había una clase desocupada, parecida a la misma donde habían tenido aquella conversación horrible la primera vez. Baekhyun estaba empezando a odiar las clases vacías.

—¿Y bien? —murmuró, sin moverse de su lugar junto a la entrada tan pronto como Chanyeol cerró la puerta. Aquella era la primera vez en semanas en la que estaban solos, lo suficientemente cerca como para hablar. Su vecino no pareció pensar en aquello, sin embargo, porque ni siquiera se apartó un par de pasos de su lado antes de fruncir el ceño aún más y comenzar a reñirlo.

—Baekhyun —lo llamó—. ¿Se puede saber a qué especie de juego estúpido estás jugando ahora?

El chico lo miró sin entender.

—¿Qué?

—¿Qué se supone que quieres conseguir? Con toda esta… tontería enorme de aparecer en mi casa primero, y ahora esto. ¿Es que no has tenido bastante con lo que ya has hecho?

—Yo… —por supuesto, Baekhyun tendría que haber supuesto que Chanyeol se enfadaría mucho si hacía aquello a sus espaldas, igual que había supuesto que, cuando había ido a su casa, Chanyeol había estado despierto y no había querido verlo, pero aún así no supo cómo contestar—. Estaba intentando que fueras feliz. Quería…

—¿Has entrado al despacho del director y contado una mentira enorme que podría haber acabado con los dos expulsados porque querías que yo fuera feliz? —repitió Chanyeol—. ¿De verdad piensas que suena creíble?

—¡No he mentido, yo sólo…!

—Una persona que pretende copiar en un examen no pasa una semana entera estudiando en la biblioteca, Baekhyun. Habría sabido que todo lo que has dicho es mentira aunque la profesora no hubiese sustituido las preguntas del examen. No sé qué estás haciendo, pero para ya.

Por un momento, Baekhyun simplemente se quedó donde estaba, confuso, asustado y sin saber qué hacer. Todo, absolutamente todo estaba saliendo mal, y él se sentía como un animal atrapado en un incendio, paralizado por el pánico y acorralado mientras el círculo de llamas se estrechaba a su alrededor. No estaba acostumbrado a ver a Chanyeol así. Ni siquiera entendía por qué su vecino sabía lo de la biblioteca cuando se suponía que él no se lo había dicho a nadie.

Pero llevaba corriendo, huyendo, mucho, demasiado tiempo, y a aquellas alturas ya nada importaba. Llegado a un punto, ya no podía escaparse más.

—Se… Se suponía que yo tenía que arreglar todo esto, ¿entiendes? —susurró—. Y todavía puedo hacerlo. Tengo que hacerlo. ¿Sabes lo que dicen de ti? ¿Lo has oído? Dicen que eres un mentiroso y un tramposo, y yo no voy a permitirlo; no puedo. Da igual cómo; tiene que haber algo que yo pueda hacer todavía.

Chanyeol lo miró con la expresión totalmente en blanco.

—¿Y qué más te da?  Tú y yo no somos amigos; no lo hemos sido nunca.

Baekhyun sintió la fuerza de aquellas palabras como si alguien le hubiera golpeado con el puño cerrado en el estómago. Quiso pedirle a Chanyeol que parara, que lo dejara respirar un momento, un segundo, pero, en lugar de eso, se esforzó por mirarlo a los ojos y sonreír.

—Puede que no, pero tú no te mereces esto, ¿entiendes?

Teniendo en cuenta la expresión momentáneamente sorprendida de Chanyeol, probablemente el otro chico había estado esperando cualquier cosa menos aquella, y Baekhyun tomó aire. Al menos, y aunque solamente fuera durante unos segundos, tenía la atención de Chanyeol, una atención sin ceños fruncidos ni disgusto en los ojos, y tenía que aprovecharla.

—Lo siento —susurró, tan bajo que sólo se lo escuchó porque la clase estaba sumida en el más absoluto de los silencios—. Siento mucho haberte ignorado durante todos estos años, haber pensado que eras idiota, haber roto aquella invitación de cumpleaños cuando tú sólo... Lo siento por no haberte saludado en clase cuando entrabas, y por no haber querido hacer contigo el proyecto de ciencias del año pasado, y por todo lo demás.

Chanyeol lo miró con los ojos como platos.

—¿Qué…?

—Lo de la cafetería… Yo no… No debería… Lo que dije… Lo siento. Y créeme que, si pudiera hacer cualquier cosa, lo que fuera, para arreglar todo esto, lo haría. Y ojalá pudiera cambiar el modo en el que te he tratado, o hacer algo, pero todo lo que consigo es estropearlo todo más, y ya no sé que…

Sus palabras quedaron interrumpidas de golpe cuando Chanyeol se acercó, lo aferró con fuerza por el antebrazo y lo sacudió. Seguía estando claramente confuso, pero ahora parecía enfadado de nuevo, más incluso que antes, y Baekhyun se encogió sobre sí mismo, tratando de huir de él y sin poder ir a ninguna parte.

—¿A qué viene todo esto ahora? —preguntó su vecino, y el chico gimoteó—. ¿Qué demonios quieres? Te lo he preguntado antes. ¿Qué?

“Cállate”

—Te lo he dicho, ¿no? ¡Te lo he dicho antes, así que suéltame!

—¿El qué has dicho? ¿Que quieres que sea feliz? Porque eso es una tontería.

“Cállate, por favor”

—¡Es cierto! Por favor, Chanyeol…

—¿Así que no vas a dejar de poner excusas y a decir la verdad por una vez en tu vida? ¿Qué es lo que pasa contigo?

¡Que estoy enamorado de ti!

Automáticamente, los dedos de Chanyeol lo soltaron y Baekhyun se sintó tambalearse hacia atrás. No había querido decir aquello, no allí, no entonces, no cuando él casi quería llorar y Chanyeol, de repente, lo estaba observando con los ojos muy abiertos y la cara blanca, como si acabaran de abofetearlo con la mano abierta. Aquello era como entregarle el corazón al enemigo cuando no tenía nada con qué protegerlo y lo hizo sentir pequeño, y vulnerable, y absolutamente aterrorizado.

—¿…Qué? —la voz de Chanyeol fue apenas un susurro contra el silencio, y el corazón de Baekhyun le dio un vuelco en el pecho porque, durante un instante, creyó oír algo, sentir algo, en aquella palabra. Pero cuando lo miró a los ojos, todo lo que vio fue a Chanyeol cerrarse y echarlo, como en el parque, como en la cafetería, como siempre que decía algo que él no quería escuchar—. No —dijo—. Ni en broma. No.

Baekhyun tragó saliva.

—Yo… Te juro que es cierto.

—Ya. ¿Y cuándo es cierto? ¿Hoy? ¿Mientras estemos los dos solos en esta clase? ¿Hasta que lleguemos al comedor y decidas cambiar de opinión? No sé si es que te entretiene jugar con los sentimientos de la gente en general o es sólo con los míos, Baekhyun, pero esto ya no es divertido. Déjalo, ¿quieres? Ya hemos acabado. Ya está.

Como si estuviera fuera de su cuerpo, Baekhyun sintió que le estaba temblando el labio. Asintió.

—Lo siento —dijo, y Chanyeol lo miró durante un segundo eterno antes de salir del aula vacía y cerrar con un portazo.

Desde los catorce años, Baekhyun había tenido muchos novios. Lo habían llevado al cine, invitado a cenar y besado hasta dejarlo sin respiración en esquinas oscuras en las que se suponía que no había nadie. En todo aquel tiempo, había habido muchos “me gustas”, muchos “eres muy guapo” pero nada más. Jamás se había enamorado de nadie, jamás le había dicho te quiero a nadie. Jamás – quitando el asunto de Kai – lo habían rechazado de frente, nunca le habían dicho que no.

No hasta Park Chanyeol. No hasta el chico al que había odiado como un idiota durante diez años; el chico del que se había enamorado sin querer. La única persona por la que había estado dispuesto a darlo todo y, aparentemente, la única persona sobre la faz de la tierra a la que ya no podría llegar a tener para él jamás.

Y para aquello no había remedio, no había solución. Ni siquiera, a aquellas alturas, seguían quedándole lágrimas.

Notas finales:

Y... aquí está, el penúltimo capítulo :D

Sólo uno más y el epílogo y habremos acabado con la historia. Así que, y para celebrarlo, aquí tenéis otro capítulo más de muerte y destrucción :D

Recordad que sigo alimentándome de reviews para actualizar con alegría y felicidad, así que, ¿reviews? ¿Comentarios? ¿Amor? *ojitos*

Para cualquier pregunta (y ya hay cosas contestadas que tienen información interesante) está mi bonito y fantástico ask http://ask.fm/Rust_and_stardust Ahora mismo tengo preguntas pendientes, pero me pondré al día mañana :D

Oh, y me cambio de casa dentro de dos días, así que es probable que esté unos días sin internet :D Espero recuperar la conexión pronto y actualizar a tiempo, pero aún así podéis darme ánimos mentalmente :D

¡Un abrazo a todo el mundo y hasta el siguiente (quitando el epílogo) capítulo!

R&R!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).