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Bajo tus alas... ¿o garras? por sombra_larga

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Notas del capitulo:

ehhhhhh hola? O///O

Actualizo viernes

Dos días habían pasado, y Alexander empezaba a odiar esas malditas paredes. Con un bufido se dejó caer en la cama, apenas era de madrugada, pero estar tanto tiempo encerrado causaba un desbordamiento de energía, él estaba acostumbrado a pulular a sus anchas; esto era demasiado para su persona.

Con tentación vio la puerta, pero los seguramente cientos de dragones que esperaban del otro lado borraron sus agallas por salir.

Tomo un sorbo de té, se espantó al observar el borroso reflejo que le devolvía la plata. Los rosados labios hicieron un puchero, él siempre estaba bonito, y eso no era por arte de magia, siempre se tomaba un tiempo para arreglarse y estar perfecto.

Pero entre las náuseas matutinas y los últimos impactantes descubrimientos no le habían dejado tiempo libre.

Con decisión se levantó, dirigiéndose al baño, determinado a quedar impactante para cuando Cador llegara.

 

 

 

Mientras el rubio doncel se esforzaba por ponerse bello para su dragón, este, pasaba por su propio calvario, el rey humano se acercaba cada vez más y no hallaba como hacer un acercamiento pacifico.

Mientras tanto los consejeros no paraban de parlotear alarmados con la decisión de su rey, era impensable hacer las paces con seres humanos.

-pero mi señor…por favor…piénselo bien- suplica un hombre- recuerda la muerte del rey Eliazar II, ¿en verdad piensa que los humanos nos den si quiera oportunidad? -

-y tu recuerda quien asesino al anterior rey humano, no somos diferentes- los ojos gatunos amarillos brillaron peligrosamente, Cador se recargo en la mesa, donde pequeñas tropas talladas en madera mostraban la ubicación de los humanos, el mapa abarcaba desde los terrenos humanos hasta más allá de las montañas, si en algo eran buenos los dragones era haciendo mapas- ya lo he dicho, no les estoy preguntando, es una orden de su rey-

Los consejeros solo pudieron tragar duro, dando una sumisa reverencia.

 

 

 

Por primera vez desde hace demasiado tiempo los hombres en el campamento se levantaron sin tener que envolverse en por lo menos cinco capas de ropa.

Esa mañana había en especial una atmosfera llena de paz, los soldados prepararon el desayuno acompañado de una alegre canción marinera. El rey oía con atención viendo fijamente la nieve evaporarse con cada rayo de sol que el cielo por fin liberaba.

-¿puedo saber que profundos pensamiento pasan por su cabeza, señor Cristopher?- el hombre rubio contuvo una maldición, nunca se acostumbraría a esa sombra encapuchada.

Con los vellos erizados el rey se recompuso, dándole un largo trago a su copa de vino, ni bajo tortura admitiría que le tenía cierto miedo a ese…ser.

-la nieve empieza a derretirse- comento más bien incomodo, la figura recorrió la carpa, el rubio se sorprendió un poco ante la mano blanca que se asomó, tocando libros y mapas que se extendían en la mesa, no parecía de hombre, más bien, un doncel- pronto quedaremos expuestos a la vista de cualquiera-

-no se preocupe señor, todo saldrá bien- Cristopher estuvo a punto de saltar cuando la misma mano, sorprendentemente suave le acaricio la mejilla, rozándole los labios- confié en mi señor rey, yo arreglare todo-

Cristopher atisbo entre las sombras de la capucha pelo blanco, pero desapareció tan rápido como había venido, dejándole otra vez solo.

 

 

 

Cador cerró la puerta tras de sí, asegurándola, no quería interrupciones de ningún tipo. Desde hace dos días los consejeros, sus amigos y por sobre todo su hermano no lo dejaban en paz, el solo quería acurrucarse con Alex.

Con cansancio se masajeo las cienes intentando soportar la jaqueca que amenazaba con aparecer. Una mueca de inconformidad cruzo por su rostro ante la pequeña y escondida habitación donde tenía que dormir la madre de su hijo.

Él quería tener a Alexander donde se merecía, después de todo iba a ser la próxima reina, bueno, eso sí tenía un varón, todo sería mucho más fácil. Su hermano y consejeros no podrían poner una sola protesta.

Cador se quitó la chaqueta dejándola despreocupadamente en el suelo, fue cuando se inclinaba para quitarse las botas, que el aire se le escapo, su miembro tembló.

Alexander, Alex, el doncel más hermoso que había visto en su vida, solo como vino a este mundo.

Desnudo, el largo pelo caía en rizos tapando molestamente sus pezones, que habían comenzado a oscurecerse, por la piel traslucida aun caían gotas de agua, los muslos sonrosados invitaban a morderlos; los ojos violetas le devolvían la mirada con decisión sin avergonzarse de su desnudes, oh sí, porque Alexander lo sabía, tenía presente su belleza y nunca la desaprovecharía, menos ahora que se encontraba excitado como demostraba el pequeño pene.

-Alexander- el doncel tembló- ven aquí- el menor obedeció sin replicar, casi corrió a los brazos de su dragón. Desesperado salto a su regazo, los fuertes brazos lo apresaron, juntaron sus labios, un beso largo y húmedo que acabo por despertar la verga del hombre, el trasero friccionándose con el no ayudaba.

Cador acaricio la suave espalda, subiendo hasta la nuca, encerrado un puñado de cabellos entre su mano derecha separo al doncel de su boca, las mejillas sonrosadas, una gota de sudor resbalo por su quijada, Alexander la atrapo con su mano acariciando la mejilla con una sombra de barba.

Sin decir palabra el menor bajo de su regazo para ponerse de rodillas, las pequeñas manos recorrieron el fuerte pecho antes de masajear los imponentes muslos masculinos, casi con desespero abrió el pantalón solo lo suficiente para sacar esa polla que ya goteaba.

Saboreo primero la punta, disfrutando el agridulce sabor preseminal, besos de mariposa recorrieron el tronco, el hombre siseo de placer. Intento relajar la garganta para poder abarcar toda la polla mientras masajeaba los testículos, quería sentirla, la caliente simiente en su boca. Solo minutos bastaron para que la mano del hombre empujara su cabeza a la vez que los musculosos muslos se contraían, el semen inundo su boca.

La visión de un Cador agitado, con los músculos tensos y la frente llena de sudor solo hizo que su entrada picara deseosa.

-eso fue rápido- Alexander sonrió dulce, con la burla escrita en sus ojos.

Como respuesta solo recibió un rugido, antes de ser estampado contra el colchón. Sus piernas fueron abiertas, sus muslos acariciados, cuando la boca succiono uno de sus pezones no pudo más que gemir.

-ahhh…ah, mas- el doncel ondulo sus caderas, mostrando el lindo pene rosado, que ya comenzaba a doler. El mayor lo ignoro vilmente, mordisqueando el hueso de la cadera sin parar de acariciar los pezones que ya se encontraban duros- ¡Cador…ah!-

-¿Qué paso Alexander?- un dedo recorrió tentativamente la entrada, que mojada, solo se contrajo, ansiando que algo la llenaran-

 

Detrás de la puerta Mikel estrujaba con fuerza la ropa que amablemente iba llevar al humano, lágrimas de rabia surcaban sus mejillas y colmillos blancos y afilados asomaban entre sus labios.

Un día más, solo un maldito día más.

Notas finales:

maldiganme, matenme, lo merezco


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