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Bajo tus alas... ¿o garras? por sombra_larga

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Notas del capitulo:

ESTOY DE VUELTA!! DEDICO ESTO A TODOS LOS QUE SEGURAMENTE ME DESEARON LA MUERTE :D

Por si no se han dado cuenta siempre escribo de cosas mágicas y esa clase de cosas, pero realmente no creo mucho en eso, hasta ahora creo que nose, me lanzaron un hechizo o maldición, por que el 31 entraron a robar en mi casa, cuando yo estaba por suerte no fueron muchas cosas, solo un celular y algún dinero, porque fue en el segundo piso y eso yo no lo vi  pero aun asi ¿en serio señor ladron, el 31?

Hermosa forma de iniciar el año ya que, estoy aquí, pude llegar y seguramente muera a manos Tom Lancaster, ya que prometí algo y no cumplí, luego te pasó mi dirección.

Por favor, espero que puedan disfrutar este capítulo tan atrasado y que tanto se merecen.

 

 

 

 

Alex no sabía que decir, no encontraba palabras, sentía tantas emociones estancadas que no podía pronunciar nada.

Pero si de algo estaba seguro es que no culpaba a Cador, tal vez enojado con el papi de este, pero no veía nada de culpa en Cador, no como este parecía estarla sintiendo.

De repente sintió algo húmedo caerle en la mejilla, confundido se llevo la mano a esta para verificar si estaba llorando, pero no.

Alzo la cabeza encontrándose con Cador derramando lágrimas silenciosas en sus ojos gatunos se llenaban de culpa. Sintió un amargo nudo atorarse en su garganta, llevo su mano hasta la mejilla del hombre secándole las saladas gotas.

-¿tanto lo amabas Cador?- susurro asustado de la respuesta.

El hombre poso su gran mano encima de la del menor, mirando directamente los ojos violetas, pensó encontrarse con odio o enojo, pero solo encontró dolor y miedo, pensó en la pregunta y al fin comprendió.

-si-  respondió roncamente, viendo el cuerpo del doncel temblar y sus ojos aguarse- lo amaba, pero eso fue el pasado Alexander, hace unas horas comprendí  que lo que sentí estos dieciocho años no fue dolor por un amor perdido si no culpa por permitir que muriera mi primer amor, culpa por no haberlo regresado a su hogar como yo prometí-

-¡tú no tuviste la culpa!- grito el doncel, rápidamente se puso a horcajadas en las piernas del hombre tomando entre sus manos su rostro-¡ya basta Cador, ya te mortificaste por dieciocho años, a  mi papi no le hubiera gustado verte así!- el doncel comenzó a llorar recargándose en el pecho del  hombre- entonces…la ra-razón por la que me recogiste aquella noche…-

El hombre le alzo bruscamente la cabeza tomando sus mejillas mojadas entre sus manos, lo examino con los amarillos ojos antes de devorar su boca, mordisqueo los labios rosados para luego internar su lengua recorriendo toda la cálida boca. El doncel gimió entre los fuertes brazos pegándose al fuerte cuerpo y restregando el trasero en la creciente erección del varón.

El hombre descendió con húmedos besos por los blancos hombros para luego subir por el cuello y llegar hasta la roja orejita disfrutando de los temblores del cuerpo.

-te amo Alexander- susurro la gruesa voz- los amo- rectifico con una mano en el vientre del doncel.

El doncel se detuvo en seco mirándolo asombrado con los ojos muy abiertos y con más lagrimas cayendo de sus ojos.

Alexander se lanzó nuevamente a su boca fundiéndose en un beso hambriento y desesperado enredando sus brazos en el fuerte cuello, se separó de la boca quedando sus frentes juntas- yo también-

-lo siento Alexander pero me temo que nunca vas a salir de la guarida del dragón- dijo el hombre continuando el beso, el doncel le respondió entre risitas jugando con su lengua, enredándola y recorriendo la boca del otro.

El doncel saco presuroso ese miembro escondido entre la ropa sonriendo al sentir su dureza.

-nunca me dejes ir Cador aahh- el doncel sitio derretirse cuando la mano del hombre llego a su trasero tanteando su entrada, que comenzaba a mojarse.

-nunca- prometió mientras comenzaba a estimular la entrada sintiéndola mojarse y contraerse  poco a poco- lo siento Alexander...pero ya no puedo esperar- alzo al doncel de las caderas para luego dejarlo caer en su gordo y ansioso pene.

-aaaah- gimieron ambos al sentirse unidos.

Sin esperar, Alexander comenzó a subir y bajar por ese pene, sintiéndose llenado hasta el tope mientras las  manos del hombre estimulaban sus pezones retorciéndolos en sus deseosos dedos, la habitación era llenada por los gemidos y el sonido de su trasero rebotar con cada penetración.

El hombre cambio de posiciones, poniendo al doncel debajo el, alzando una pierna retomando las salvajes y duras embestidas, el doncel aprovecho para mordisquear el sudado cuello del hombre mientras enredaba sus delgadas piernas a la cintura de este.

-mmm Ca-Cador- el menor movía las caderas desesperado, buscando acabar- ya no aahh pue-edo-

El hombre tomo la cintura con un brazo mientras se sostenía con el otro buscando llegar más hondo en el estrecho pasaje que estrujaba su pene.

-di mi nombre- susurro el mayor en la roja orejita.

-mm Ah Cador- el hombre descendió buscando el pezón rosa para chuparlo- aahh-

-no te oigo cariño- saborio esa linda tetilla-¡más fuerte!-

El doncel enredo sus dedos en la negra cabellera.

-aaahh CADOR!- el doncel se vino estrepitosamente, estrechando su entrada y obligando al hombre a correrse dentro de su trasero rebosándolo de semen caliente.

Se quedaron unos segundos en la misma posición intentando de calmar sus respiraciones.

Cador se separó saliendo con cuidado del interior de su amante, derrumbándose a su lado con cansancio. Jalo al doncel sobre su pecho dándole un beso en la sudorosa frente.

-te amo Alexander-

-yo igual Cador- murmuro somnoliento. El hombre se durmió por primera  vez en muchos años con el alma tan ligera como una pluma.

 

 

A la mañana siguiente Alex se despertó con el sonido del corazón de su amante en la oreja. Una verdadera sonrisa se extendió por su rostro, miro maravillado el rostro durmiente, amaba todo de Cador, en tan solo cuatro meses su corazón se había hipnotizado eternamente por ese hombre.

Con un suspiro recorrió con un dedo el puente de la recta nariz, se acomodó mejor en el pecho ancho y fuerte, vio las largas pestañas, y descubrió con sorpresa la sombra de una barba, nunca se hubiera imaginado a Cador con barba, ya que a pesar de ser un hombre muy viril, era casi completamente lampiño.

Dio un beso tímido a los carnosos labios, para luego bajar por la raposa barbilla y continuar con por el cuello y pecho, besando cada una de las cicatrices con devoción.

Sonrió al oír un gemido del todavía dormido hombre. Con picardía se metió bajo las sabanas disfrutando el recorrido de ese duro vientre, tomo la semiereccion entre sus manos y empezó a lamer la glande roja disfrutando del agridulce sabor.

Una vez que estuvo bien despierto se metió el ancho pene en la boca, sintiendo cada una de las venas palpitar contra su lengua, succiono mientras acariciaba los testículos con una mano.

De repente una mano se posó en su cabellera.

-¿Qué se supone que haces?- pregunto la ronca voz de Cador.

-dándote los buenos días- respondió entre lamida y lamida.

Dio una última succión antes de sentir la caliente semilla explotar en su boca.

-eso fue rápido- comento con malicia saliendo de entre las sabanas.

-si quieres búrlate, pero no me importaría despertar todas las mañas así-

-mm, quien sabe, ya lo veremos-

El rubio guiño un ojo antes de salir de la cama para dirigirse al baño.

Cador no recordaba la última vez que sintió tan pleno, pero claro la burbuja de felicidad exploto cuando tocaron la puerta.

-mi señor, le traigo el desayuno-  reconoció la voz de una de las tantas sirvientas.

-pasa, déjalo en la mesa- la mujer entro con la mirada baja, pero el hombre noto como miraba curiosa por todos lados.

Para ese entonces ya todo el castillo debía de saber que alguien estaba alojado en su cama, debía ser la comidilla de todas las amas de casa. Muy pronto tendría a todo el consejo de ancianos persiguiéndolo.

Sin más la mujer dejo el desayuno en la mesa y se fue sin antes  hacer una reverencia, buscando desesperada cualquier signo de la misteriosa presencia.

Se quito las sábanas de encima para ir al baño donde su pareja se encontraba disfrutando de un rico baño caliente, con una sonrisa se metió a la bañera dispuesto a alargo un rato más la burbuja de felicidad, antes de que esta explotara manchándolo todo.

 

 

 

Al pie de las montañas se podía divisar a un gran ejército de hombres que acampaban con gruesas tiendas para protegerse del frio.

Christopher veía con el ceño fruncido al blanco paisaje delante de él, no encontraba forma de ubicarse entre todos esos blancos árboles.

Por eso mismo nunca ningún había intentado invadir las montañas, en invierno era tan blanco que con extrema facilidad se podía perder uno, sin contar los depredadores y el fuerte clima; en primavera el bosque se convertía en una enorme antorcha, tal vez se llegara lejos, pero sin algún dragón te llegaba a ver los más seguro es que murieras carbonizado.

-¿estás seguro de poder llevarnos hasta ellos?-

-claro su majestad- la sombra encapuchada se movió por la tienda del rey.

-no quiero ver morir a mis hombres congelados-

-y no será así-

-eso espero, este frio se pone peor conforme subimos-

-no se preocupe su majestad ya casi llegamos-

 

 

 

Mikel salió de su cuarto con una gran sonrisa. Tenía muchas cosas que hacer. Casi rompe el libro que llevaba en las manos cuando las sirvientas bajaron la mirada al pasar junto a ellas. Maldijo por milésima vez a su hermano.

La noticia se había difundido como pólvora, el rey guardaba algo o más a alguien, las cocineras habían sido las primera en empezar los cuchicheos, tenían que preparar cinco comidas al día, comidas especialmente nutritivas por órdenes de su señor, les habían seguido las sirvientas que llevaban agua caliente cada mañana,  y lo más jugoso del chisme era obviamente la evidente ira que emanaba el señor Mikel, eso solo traía una conclusión a la mente de toda la manada de dragones: el señor Cador encontró una hembra.

Claro que todos sabían el obvio conflicto que traían los monarcas desde hace tanto tiempo, en un principio todos habían mirado con malos ojos el rechazo que Cador profesaba hacia su hermano, pero la difícil personalidad de este y por sobre todo el frío abandono que le dio a  esas pobres criaturas terminaron por crear una fría barrera de tolerancia hacia la reina de los dragones.

Mikel entro al salón destinado explícitamente para la reina, esa habitación se decía había sido la salvación de la primera reina, que obligado por su propio hermano pario tres fuertes camadas, esa pequeña habitación rectangular fue su refugio donde podía olvidarse de su desdichada vida, ese lugar guardaba memorias de sus ancestros, observo sucesos que seguramente marcarían la historia de su manada.

Y ahora era de él, de su propiedad, y no dejaría que ese principito le quitara lo que desde antes de su nacimiento le pertenecía.

Asentó el libro sobre la mesita donde descansaba la bandeja con todo su desayuno, maldijo cuando al sentarse su vestido apretó sus pechitos, que se encontraban todavía demasiado hinchados para el vestido turquesa que portaba.

Mientras daba un mordisco al panecillo de miel saco de entre sus ropas el pequeño frasquito, su contenido ahora el de un líquido plateado, solo tenía que esperar tres días más y se transformaría en polvo, nada mejor para un aborto y muerte que polvo de tormenta.

Guardo todo su enojo, rabia y dolor, una pequeña sonrisita surco en sus labios después de limpiarse con la servilleta.

 

 

 

-¿Y bien?- la modorra aún se escuchaba en la voz de Alex, que acostado en su lugar preferido, el pecho de Cador, acariciaba algo maravillado la incipiente barba.

-¿bien qué?- Cador luchaba por mantener sus ojos abierto, las manitas suaves eran demasiado para, su mano descendió hasta el respingoso trasero.

-¡Cador!- el hombre sonrió ante las carcajadas de su doncel, si, suyo- estoy hablando en serio- el pucherito solo hizo que su erección creciera más.

-yo también hablo en serio Alexander- atrajo el cuerpo del menor asentándolo en sus caderas, trasero en perfecta posición, listo- en serio quiero follarte-

Alexander se mantuvo firme, aunque un hombre como el dragón, esos ojos amarillos, la mandíbula fuerte, ese pecho fuerte y sensual lo estaban convenciendo, pero no, tenían que salir de esa burbuja de felicidad.

-algún día tendré que salir de aquí- la juguetona sonrisa se borró del rostro del hombre, que lanzando un suspiro estiro una mano para acariciar esa preciosa carita, por inercia el doncel recargo la cabeza contra esas manos que tanto conocía- y creo que tu gente estará igual de contenta que mi padre cuando se entere de su nieto bastardo- Alex sorbió los mocos que amenazaban el inicio de un llanto.

Cador frunció el ceño-¡nunca digas eso de nuestro hijo!- se levanto para poder abrazar ese cuerpecito, acaricio el rubio cabello- nuestro hijo será el heredero de dos poderosos reinos Alexander, el lograra lo que ninguno de nuestros antepasados ha hecho…unir nuestros pueblos- el doncel alzo el rostro mostrando ingenuidad en su mirada- cree en mí, yo hablare con tu padre, hare lo que sea necesario para que este niño nazca en un mundo sin guerra-

-¿lo prometes Cador?-

-lo prometo, aunque me cueste la vida esta vez cumpliré nuestra promesa-


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