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Bajo tus alas... ¿o garras? por sombra_larga

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Notas del capitulo:

Penúltimo capítulo

Mikel sintió que el aire le quemo la garganta, fue como si respirara por primera vez, el grito broto desde su estómago. Arrugo la nariz ante el olor a humano que impregnaba el aire, parpadeo varias veces, sus ojos tardaron unos segundos en acostumbrarse a la luz, intento levantarse, pero sintió su cuerpo caer hasta tocar el suelo.

No entendía lo que estaba pasando, estaba seguro de que estaba a punto de salir volando, hasta pudo sentir la quemazón de sus alas saliendo por su espalda.

Una vez sus ojos terminaron de enfocar, la piel se le erizo al notar quien estaba enfrente de él. Intento ponerse de pie, pero una firme mano lo mantuvo en el suelo. La desesperación estaba pulsando en cada parte de su cuerpo. Se sorprendió cuando ninguno de los presentes pareció prestarle atención.

-¿Qué quieres decir con eso?- el tal Alexander estaba apoyado sobre sus rodillas, el muy maldito hablo sin dignarse a mirarlo siquiera una vez, quiso levantarse nuevamente pero la mano en su hombro le impidió hacer cualquier movimientos, aunque eso no evito que lanzara un gruñido, que solo le gano una mirada de advertencia por parte de su hermano.

-lo que oíste querido, André era mi pequeño-

-no, estas equivocado, André provenía de una familia de la aristocracia de la isla del norte- Cristopher dejo salir eso más como un susurro parecido a rezo, pero que sin duda nadie tuvo problemas para escuchar, incluso Mikel que no entendía que pasaba.

-oh cariño no si lo sabias pero las infidelidades en la aristocracia son muy normales- sin tener que verle los ojos Mikel supo que sonreía, aunque el agarre en su hombro era cada vez más doloroso-¿Cuándo han visto que un humano tenga ojos violetas?-

-entonces…-Alexander abrió sus ojos al máximo, no sabiendo quien de los tres estaba más impresionado.

-así es Alex, eso te hace mi precioso nieto-

-supongo que eso explica cómo pudo embarazarse- Cador le dio por primera vez una mirada a Mikel, que echado en el suelo tuvo la decencia de evitar su mirada.

Cador ni siquiera tenía palabras para Mikel, después de todo era su hermanito al que alguna vez amo, pero al pasar de los años ese amor se desvanecía poco a poco con cada acción de Mikel por acercarse a él y que solo terminaba alejándolo.

Pero una traición así, nunca la espero, ni siquiera de él. Encerró todos los sentimientos que tenia en este momento, prefería ocultarse en la mascara del rey antes de ver siquiera los ojos del que alguna vez fue su hermano.

-Mikel Droagan se te despoja de todos tus privilegios como madre de la manada, así como miembro de la familia, serás encarcelado hasta que se decida tu castigo-

No supo como tuvo fuerza para hablar, pero cuando la última palabra salió de su boca fue cuando logro percibir su nombre salir de los labios de su prometido, que al fin libre de los agarres de su padre ahora le estrechaba el brazo dándole una sonrisa vacilante por las lágrimas que corrían por los ojos violetas, su mano quedo en el aire a camino de limpiarlas cuando al fin noto el liquido en su propio rostro.

-¡maldito humano, quita tus manos de mi hermano yo… !- al parecer Mikel había olvidado rápido las palabras de Cador, las cuales le habían despojado de cualquier derecho, y ahora la ira parecía cegarlo por completo.

-te recuerdo pequeño Mikel que no eres mas que un criminal, por lo que te recomiendo guardes silencio- Maureen, tomo la barbilla del doncel aumentando su agarre a medida que hablaba-ahora porque no le dices a tu hermano mayor quien fue el que puso veneno en el té de Alexander-

Cador inhalo audiblemente atrayendo aun mas a Alexander contra su cuerpo casi inconscientemente, no creyendo que tan lejos era capaz de llegar su hermano solo por estar a su lado. Maureen ahora obligo a Mikel a verlo y Cador supo que el pánico en los ojos de su hermano solo podría pertenecer a alguien culpable.

-por favor Cador, yo no quería hacerlo te lo juro- Mikel temblaba como hoja al viento entre el agarre de Maureen- son esos humanos que te nublan la mente, por favor perdóname, se que no te he dado un varón pero te juro que la próxima vez, el próximo será yo lose- el llanto se tornaba en risa que acababa en sollozos-¡maldito humano, eres igual que la puta de padre, debí de deshacerme de ti antes yo…!-

 

Maureen no tuvo reparos en volver a hundir la daga en el pecho del doncel, dejándolo nuevamente inconsciente, esta vez el hermano mayor del dragón no protesto, incluso el rey Cristopher tuvo el atino de guardar silencio ante las lágrimas del que creyó culpable de la muerte de su esposo por tantos años, pero ahora se daba cuenta que otra alma lo acompaño en el sufrimiento.

Por lo que cuando Cristopher oyó la voz de Cador hablándole tan de repente no puedo evitar saltar desprevenido, apartando los ojos del muchachito tirado en el suelo para prestarle atención al otro rey, no pudo evitar fruncir el ceño al ver a su hijo ahora de pie aferrado al brazo del otro.

-le aseguro rey Cristopher que Mikel recibirá el castigo adecuado a sus crimines, esta invitado a unirse al consejo que asignara el castigo apropiado- Cristopher no supo hacer otra cosa más que asentir, sintiéndose un poco torpe.

-¡bueno!- Maureen volvió a alzar la voz dando toquecitos en la frente de Mikel causando que levitara nuevamente-ya que todo esta aclarado, es buen momento para decir que ambos reyes deberían salir a calmar sus pueblos- terminando de decir esto, el castillo vibro, y como si una invisible barrera se rompiera, el clamor de los gritos estallo.

Cientos de guardias aparecieron por la puerta, en la delantera de ellos Bennic, Cador se apresuró a secar sus lagrimas suspirando resignado cuando vio la tormentosa cara roja de Bennic, los labios fuertemente apretados le auguraban un buen sermón.

-mis señores, me alegro ver que estén bien- incluso Alexander pudo entrever el sarcasmo en las palabras del hombre.

 

 

 

 

Alexander se estremeció cuando las manos de Cador desabrocharon los botones en su espalda, liberándolo de la túnica morada hecha de fino lino, se sonrojo cuando sintió la mirada de su prometido, a solo unos días de convertirse en esposo, clavada en sus pezones que semanas atrás habían comenzado a hincharse.

Se dejo caer suavemente en deliciosos almohadones de plumas, dejando que Akiba, amigo de la infancia de Cador, le recorriera libremente su barriga de ahora seis meses, casi siete de embarazo.

-todo parece ir bien, el tamaño del bebé es adecuado- las manos del pelinegro fueron empujadas por un fuerte piecito que estiro la piel del vientre-oh parece que tenemos a un bebé malhumorado- sonrió alejándose de Alexander que entendió ya había terminado la revisión, tapándose precariamente con la túnica.

-igual que su madre- Cador respondió al manotazo de Alex con una carcajada-¿entonces no hay problema con la boda?-

Akiba negó suavemente sin dejar la sonrisa de lado, ofreciéndole un pomo de cristal a Alexander.

-no veo ningún problema, Alexander parece estar bien, y su bebé es muy fuerte- antes de desaparecer por la puerta indico con un dedo- esa crema ayudara con la picazón de los pezones y el vientre-

Alexander alzo una ceja cuando vio a Akiba desaparecer, rápido y apresurado, cuando lo normal seria que se quedara algunas horas a charlar, aprovechando que era la hora de la merienda.

Confundido vio a Cador, que no dejaba de sonreír, era muy sospechoso. Pero toda sospecha se borro de su mente cuando el hombre se acerco en menos de un parpadeo, estampando sus labios sobre los suyos, sorprendido solo atino a sostenerse de los fuertes hombros, cerro los ojos disfrutando de la lengua que juguetona se enredaba con la suya.

-ahh Cador- gimió cuando esa grande mano le bajo la ropa apretando su pechito que como respuesta se erizo, hace tanto que no lo tenía así.

Su padre había sido estricto y había restringido cualquier contacto a partir del día en el que aun no tiene idea como no termino por desmayarse, ante tantas revelaciones. Desde ese día Cador y su padre habían puesto manos a la obra y comenzaron a redactar un tratado, para que al fin el reino de Creta y el reino de los dragones tuviera paz. Eso, obviamente había causado una revolución en ambos pueblos, pero después de casi cinco meses, al fin lograron llegar un acuerdo, que sería sellado el día de su boda, en tan solo tres días.

-dioses porque eres tan hermoso- la boca de su prometido beso uno de sus muslos, en un arrebato termino de arrancarle la túnica, rompiendo las telas en el proceso, no pudo mas que sonrojarse ante la intensa mira amarilla.

Tomo entre sus manos la cara de Cador acariciando esas mejillas que ahora portaban una frondosa barba, dio un besito en la frente, queriendo borrar el cansancio en el rostro que tanto amaba, ahora se sentía avergonzado por haber pasado tantos días tirado entre almohadones e incluso haber reclamado a Cador por llegar tarde todos los días en los últimos meses.

Despacio dio un empujoncito a los hombros, el hombre abrió un poco los ojos, pero se dejó hacer recostándose en la cama, Alexander no perdió tiempo montándose en los poderosos muslos, mordiéndose el labio cuando sintió la dura erección contra su trasero que no se privo de restregar sonriendo ante el alarido de Cador que desesperado estrujo sus nalgas.

-estas muy vestido- reclamo con un puchero tirando de la camisa blanca de lino, el hombre se alzo levemente para quitarse la prenda mientras el doncel bajaba con algo de trabajo debido a su barriga, comenzando a desatar los cordones del pantalón, liberando el gran miembro, la lengua rosada solo alcanzo a lamer la punta cuando unos discretos golpes resonaron en el cuarto.

-lo siento señor, pero el rey Cristopher solicita la presencia del señor Alexander- la voz temblorosa del guardia resonó en la habitación. Causando un gran suspiro por parte de Cador un gritito por parte de Alexander.

-no no no- Alexander se aferro al pecho del hombre, rehusándose a separarse- no le hagas caso a mi padre, solo termina de follarme- intento volver a besarlo, pero Cador se apartó, aunque eso le doliera hasta el alma.

Alexander sonrió cuando lo atrajo envolviendo sus brazos a su alrededor, poniéndolo de rodillas para seguidamente repartir muchos besos por el vientre, al parecer el bebé dormía porque solo lanzo algunas pataditas leves.

La sonrisa se borró cuando Cador lo hizo a un lado para levantarse de un rápido movimiento, más rápido de lo que él se podía mover con el peso extra. Qizo llorar cuando el hombre comenzó a cerrar los cordones de su pantalón, acomodando la deliciosa erección.

 -lo siento, pero solo tres días amor- la tristeza en los ojos de Alexander hizo flaquear a Cador, ahí en medio de la cama, desnudo con el cabello rubio revuelto, los ojos violetas brillando, y demonios, esa barriga donde albergaba a su hijo, hacia que una dolorosa contracción viajara su miembro-ahora voy a volver a mi despacho, será mejor que te vistas antes de que venga tu padre y te vea desnudo-

-pues entonces será su culpa por interrumpirnos- el doncel respondió enfurruñado cruzándose de brazos- por favor Cador, ha pasado tanto, en verdad necesito…- Alex fulmino la puerta de donde volvieron a provenir pequeños golpecitos.

El dragón dejo un beso lleno de promesas en la rosada boca antes de abandonar la habitación, pudo oír numerosos “lo siento” temblorosos del guardia.

 

 

 

-su padre lo espera en el despacho señor Alexander- fue lo primero que oyó al salir del cuarto, no contesto rodando los ojos, su padre había desarrollado un irritante sexto sentido para saber cuando estaban él y Cador juntos.

Ahora enfundado con una túnica muy holgada de color azul marino, a pesar de que el viento era siempre bastante frio por encontrase en las montañas, pero en los últimos meses su cuerpo había empezado a elevar su temperatura, todo por culpa de su pequeño, que al parecer ya daba muestras de haber heredado el linaje de dragón de su padre. O eso le había explicado Akiba, cuando un día despertó creyéndose con fiebre, poniendo histéricos a Cador y su padre. Ambos estaban al tanto de cada detalle de su embarazo, hasta el punto de resultar irritante, pero lo entendía, Cador aseguro que era un milagro su buena salud, ya que la magia que ponía en el cuerpo gestante un bebé dragón no era cosa de juego, por no mencionar la alta temperatura, de haber sido un humano corriente habría terminado muerto a la primera semana de desarrollo del feto, atacado por la propia magia del bebé al no tener energía sobrenatural a la que conectarse.

 

Intento evitar todas las miradas que se clavaban en él, camino al cuarto que le habían otorgado a su padre como despacho. El pueblo de los dragones lo había sorprendido cuando a pesar de todas las protestas del consejo la mayoría de los habitantes lo había aceptado con mucha alegría. Mas aun cuando decidió tomar bajo su tutela a las tres sobrinas de Cador, Helen, Madid y las mas pequeña Fura, tres preciosas niñas, que desbordaban inocencia, nada parecido a su padre.

No pudo evitar estremecerse cuando recordó la última vez que viera a Mikel. El consejo de ambos reinos aun protestaba ante las acciones tomadas contra el traidor, al parecer para los dragones atentar contra un heredero era unos de los perores actos cometidos, solo castigado con la pena de muerte.

Pero esto se dejo de lado debido a ese demonio.

 

 

Flashback

Solo tres días después de aquel día donde al fin se supo toda la verdad, se logró poner en relativa calma a los ejércitos. Ahora los humanos se encontraban alojados en el castillo, todos en tensa paz.

El juicio de Mikel se llevaría a cabo en unas semanas, por lo que le sorprendió cuando fue despertado por leves sacudidas en el hombro, solo cuando sus ojos alejaron la bruma del sueño pudo notar que era Cador.

-¿Qué sucede? ¿ya es de mañana?- pregunto buscando señales de luz solar, mas no encontró otra cosa que total oscuridad.

-no amor, es de madrugada, pero necesito que te levantes- su cerebro estaba demasiado adormilado para querer entender que sucedía por lo que solo alargo los brazos hacia Cador, que enseguida los tomo entre ellos, Akiba le prohibió totalmente caminar al menos en un mes. Cador solo había logrado calmar su enojo cuando le propuso empezar a escoger telas y diseño para la ropita de su bebé, además del diseño de la habitación.

Por lo que ahora su cuarto era llenado cada día con nuevas muestras de tela y papiros con propuestas de los constructores para el cuarto del bebé, nadie lo decía en voz alta pero todos sabían que Alexander era la nueva madre de la manada.

Alexander solo atino a recargar su cabeza en el fuerte pecho cerrando los ojos a ratos. El sueño huyo totalmente cuando al fin llegaron a la entrada del castillo, donde se encontraba ese doncel, Maureen, su abuelo, al cual no había vuelto a ver, vestido con una capucha que solo dejaba entrever su rostro, dos tiernas avecillas anaranjadas se paraban en cada uno de sus hombros. Sus ojos saltaron al cuerpo de Mikel aun dormido y flotante, era espeluznante.

-¿Qué significa esto?- soltó un gritito ante la sorpresiva voz de su padre a sus espaldas, se asomo por el hombro de Cador, su padre al igual que el tenia puesto sus ropas de dormir y venia acompañado de un guardia del ejército de Creta-Alexander no deberías estar fuera de la cama- rodo los ojos a escondidas soltando un bufido- oí eso Alexander-

-lo siento rey Cristopher, pero yo los cite a esta hora, porque la creí más…adecuada- Maureen parecía cansado, aparto los ojos cuando se le devolvió la mirada-debo informarles que me llevare a Mikel conmigo-

-¡no puedes hacer eso!- su padre salto con enojo- ¡ese criminal debe recibir su castigo!- los brazos de Cador lo estrecharon un poco mas fuerte pero se mantuvo en silencio.

-lo siento rey Cristopher, pero el futuro lo necesita- Maureen, como otras veces había notado Alexander, parecía adoptar otra aura, no sabría como decirlo, como si fuera algo demasiado poderoso para que humanos como ellos pudieran entenderlo-yo he ayudado a sus pueblos así que espero entiendan que mis acciones solo son para un mejor futuro, tal vez no lo comprendan porque sus mentes son muy jóvenes, pero esto es necesario-

Alexander le creía, Cador le había dicho que Maureen era alguien legendario en la sociedad mágica, nadie sabia a ciencia cierta el alcance de su poder, solo que era un privilegio verlo ya que aparecía y desaparecía cuando se le antojaba. Era amigo de los más antiguos regentes como eran los dragones, enanos, elfos y hadas.

Temeroso vio a su padre que no parecía menguar su enojo, temía que su padre no alcanzara a entender la clase de gente, o bueno demonio, era Maureen, era claro que un pequeño reino como Creta no era nada comparado con los recursos que tendría un demonio milenario.

-yo entiendo Maureen- la voz de Cador pareció vibrar contra su cuerpo- pero solo prométeme que no sufrirá…sigue siendo mi hermano- Maureen sonrió con la ternura de una madre.

-lo prometo Cador, no te puedo decir todo, pero creme que esto ayudara a mucha gente- acaricio por un momento el fleco de Mikel -incluso tal vez a tu hermano-

-¡rey Cador no puedo creer esto! ¡esto es ridículo!- su padre avanzo unos peligros pasos hacia Maureen-se me prometió un juicio justo-

-y lo tendrá rey Cristopher- sentía que Maureen empezaba a perder la paciencia y quiso decirle a su padre que se callara- solo que usted no lo vera- mi padre no parecía querer ceder, su cara se puso roja de enojo cuando Maureen les dio la espalda empezando a mover las manos rítmicamente en el aire, el cielo comenzó a tronar y el viento se transformó en ráfagas violentas que hacían sonar las ramas de los árboles-sacrifique a mi hijo por la paz de su pueblo-

-¡era mi esposo!- reclamo su padre. El espacio frente a Maureen pareció quebrarse como si fuera un espejo, los pedazos cayeron al suelo mostrando una extraña puerta gris que Maureen abrió, del otro lado solo se divisaba pura arena.

-se lo explicare de esta manera rey Cristopher- Maureen se giro hacia ellos, incluso pudo sentir el cuerpo de Cador temblar cuando los ojos totalmente blancos de Maureen se mostraron ante ellos, las dos avecillas habían salido disparadas de sus hombros dando vueltas erráticas en el cielo- el destino de André era morir, si hay algo que incluso yo no puedo cambiar es la muerte- la frente de Maureen sangro cuando dos cuernos salieron.

“había tres posibilidades, moría quemado por Mikel, moría en el reino del norte en medio de un golpe de estado, o regresaba a su lado y moría con Alexander en brazos por un ataque por departe de los dragones ante su intento de guerra. Así que dígame, ¿quería en verdad eso? Porque puedo regresar y cambiar todo”

-papá ya déjalo- Alexander hizo un esfuerzo por incorporarse, pero lo brazos de Cador eran como barras de hierro alrededor suyo, su padre relajo un poco su cuerpo, pero aun parecía reacio a dejar ir al demonio-por favor-

-espero sea verdad lo que digas demonio- dijo su padre entre dientes. Maureen le sonrió suavemente, gesto que se vio un poco terrorífico si tomabas en cuenta los ojos sin pupila y los cuernos.

-claro que lo es rey Cristopher, fue un gusto conocerlo- Alex estaba seguro que su padre no podría decir lo mismo por el brusco asentimiento con el que contesto- Cador tal vez nos veamos en otra ocasión- Alexander quiso esconderse cuando la vista del demonio se centró en el- es una lastima que no tengamos más tiempo para conocernos Alexander, pero recuerda que siempre no podrás conmigo- Maureen le dio un guiño antes de entrar en el portal, las avecillas entraron justo antes que la puerta se cerrara con un fuerte portazo destrozándose al instante, dejando una lluvia de vidrios detrás.

-bueno ahora si no podre volver a dormir- comento a nadie en específico. Algunos rayos matutinos comenzaban a asomarse entre las grises nubes-¿Qué vamos a desayunar?-

FinFlashback

 

Con una mano en la espalda para amortiguar el peso de mi vientre llego al despacho de mi padre donde los guardias me abren la puerta al instante.

-¿me buscabas papá?- mi padre alza distraído la cabeza de los papeles en el escritorio, sin protocolos me dejo caer en la silla frente a él, por un momento me ve confundido.

-ah sí, solo quería saber si tienes todo listo para la boda- alzo una ceja irritado.

-si papá, todo esta listo como te dije hace dos días- mi enojo aumenta cuando asiente volviendo a centrar la vista en los papeles-¿solo querías separarnos verdad padre?-

Mi padre pasa una mano por el rubio cabello sin intentar ocultar su sonrisa.

-no se de qué hablas Alexander-

-no entiendo como haces para saber cuando estamos juntos- digo resignado dando una caricia a mi vientre. Mi padre me da una mirada juguetona.

-oh Alexander nunca subestimes la intuición de un padre-

 

Notas finales:

Besos


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