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Bajo tus alas... ¿o garras? por sombra_larga

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Notas del capitulo:

Espero que les guste, ya que estuve a punto de arrancarme los pelos, la inpiracion simplemente no llegaba, pero aqui esta al fin.

 por favor dejen comentarios ya sean buenos o malos, eso me ayuda a continuar la historia.

Que lo disfruten.

Alex entro a la habitación donde había despertado, se había puesto la delgada bata otra vez no teniendo otra cosa que ponerse, el crepúsculo se asomaba por la venta, había tardado más de lo que creía en encontrar el cuarto.


Ese maldito castillo era un verdadero revoltijo de pasillos. El viento se empezaba a enfriar a medida que pasaba el tiempo.


Busco con la mirada en la habitación, encontrándose con un bulto de sabanas en la cama.


Se acerco a él y lo pico con el dedo mientras tomaba asiento en una de las puntas de la cama, nada, lo volvió a picar, esta vez se revolvió.


Dando vueltas por la cama, se desenrollo un desnudo y masculino cuerpo.


La garganta se le seco, ese maldito, estaba casi seguro de que lo hizo apropósito, estaba deliciosamente desnudo, el fuerte dorso relajado, la cara en total paz y la sabana negra enrollada a la altura de la pelvis, dejando ver un poco de rizado vello.


Por su propia salud mental decidió alejarse de ese adonis.


Camino a la ventana, su cuerpo tembló por la fría brisa, así que cuatro meses, giro hacia donde el dormido hombre, bueno tal vez no fuera tan malo.


Aprovecharía esos meses al máximo.


 


Mientras tanto en el reino de Creta una preocupada reina se dirigía a las habitaciones del rey, con suavidad toco las puertas antes de entrar, todo el cuarto estaba en penumbras y botellas de alcohol se esparcían por el alfombrado piso.


La reina se acercó a la cama donde un hombre yacía dormido, la cara pálida y barba abundante.


-Christopher- llamo suavemente- despierta por favor- sacudió el hombro de su marido.


El rey se removió antes de abrir pesadamente los ojos lagañosos, el rey admirado por todo su pueblo se había consumido rápidamente en tan solo cuatro semanas.


-¿Qué...?-dijo algo confuso y con un fuerte dolor de cabeza.


-querido es hora de levantarse- ordeno la reina abriendo las cortinas, haciendo que el hombre se tapara la cara-tienes una responsabilidad con el reino-


-no quiero esa responsabilidad- dijo lastimeramente. Pero eso no conmovió a su esposa.


-¡Christopher Cromwell!- de un tirón la reina arranco las sabanas del cuerpo de su marido.


El rey siguió acostado con un arete en su mano, la reina se le quedo mirando.


-mírame a la cara-el rey lo hizo, los ojos de la reina se llenaron de lágrimas, el había criado a Alex como su propio hijo, todo el reino lo creía, su muerte le había dolido hasta el alma-¡yo también perdí a un hijo!-


El hombre se levantó de la cama y con saladas gotas cayendo de sus ojos abrazo a su esposa.


-lo extraño tanto- susurro en el oído de la mujer.


-yo también, pero aún tenemos a Andrew- le dijo con la voz quebrada, limpio las mojadas mejillas de su esposo-no pierdas a un hijo, por seguir llorando al otro-


 Se desahogo llorando en silencio en el hombro de su esposa. Agarro entre sus manos el arete rojo.


-esto fue lo único que encontraron- compartió con la mujer, mostrando la joya- no había nada más, solo  manchas de sangre-


Después de un rato los dos se acostaron en la cama, la reina recargada en el pecho de su esposo.


-los voy  a hacer pagar-dijo entre dientes el hombre-esta vez no se van a salir con la suya-


-pero querido…-


-no Scarlet, mataron a André y no hice nada porque sabía que afectaría a nuestro reino, pero esta vez no se saldrán con la suya-


La reina solo vio preocupada a su esposo, ella también extrañaba y lamentaba la muerte de André a pesar de todo, él había sido su mejor amigo.


Pero no quería perder a su esposo después de perder a un hijo, porque ella sentía que algo andaba mal con la muerte de Alex, no tenía idea de qué, pero había algo mal con todo eso, y ella averiguaría que.


 


Un rubio caminaba y buscaba desesperado por el bosque montañoso, metía las manos enguantadas a la tierra removiendo la nieve, en tan solo tres semanas el clima había cambiado al punto en no solo en las noches nevaba si no también algunas veces durante el día.


Se seco el sudor de la frente había estado horas escarbando entre la tierra, pero nada. ¡No encontraba la maldita planta!


Esos últimos días había tenido que evitar a Cador, se había olvidado completamente de que podía quedar embarazado. Y valla que era difícil evitar quedar acorralado por ese tentador y masculino cuerpo.


Pero no se arriesgaría más, no estaba listo para tener un bebé, ni quería estarlo nunca.  Por eso las últimas cuatro semanas había estado buscando la planta especial que le evitaría un embarazo. ¡Pero no la encontraba!


No había querido pedir ayuda del hombre porque no quería alarmarlo, sabia como se ponían los hombres con esas cosa, además, le daba un poco de vergüenza.


No quería ni pensar en las posibilidades de haber quedado en estado de el maldito de Julio o hasta de Cador.


Se jaloneo el pelo sintiendo ganas de llorar.


-¿te quieres quedar calvo?- la profunda voz lo interrumpió de su sufrimiento.


-¡Cador!-  quiso jalar los mechones otra vez, al ver el sensual y viril cuerpo que se había perdido por dos semanas- ¿me puedes ayudar?- pregunto inocente, ya no esperaría más, no tenía necesariamente que decirle para que eran las plantas.


El hombre alzo una ceja con sospecha, pero aun así asintió.


-necesito encontrar una planta blanca con puntitos rojos-


-¿para que la necesitas?- pregunto curiosos mientras se agachaba junto al doncel a buscar entre la tierra.


-para…-el doncel lo vio fijamente, dudando un segundo en decirlo-dormir, no pudo dormir bien por las noches-


-¿qué?- pregunto sorprendido- pero si caes como tronco por las noches-


A pesar de haber miles de habitaciones más los dos habían decidido en silencio seguir durmiendo juntos.


-otra cosa que tú duermes como roca y no te das cuenta de que despierto por las noches-


-ah- Cador siguió removiendo tierra, viendo desde atrás el dulce trasero del doncel, que se marcaba en el vestido verde botella por estar agachado.


Hace varios días que casualmente había encontrado ropa para darle (se la había robado a su hermano) ya que pronto vendrían las tormentas nieve y sería imposible estar usando solo una frágil bata para dormir.


Siguió removiendo tierra hasta que jalo algo, entre su mano encontró una planta con flores blancas y puntitos rojos.


-¡lo encontré!- el doncel corrió hasta el, con la alegría flotando en sus ojos, era tan hermoso.


-¡gracias Cador!- agarro de sus manos la planta- por favor dime que hay más- rogo el rubio.


El hombre quito la nieve y encontró una montaña de plantitas blancas.


-que bien, esto durara para meses- entre los dos recogieron todas y entraron al castillo.


 


Estaban en la cocina y Cador se comía con mirada al pequeño cuerpo que guardaba todas sus preciadas flores en un tarro de cristal.


El hombre recorría la figura de arriba abajo, el vestido le quedaba un poco apretado de las caderas y el trasero y holgado de la cintura y hombros, todos los trajes de su hermano eran hechos a la medida por lo que era difícil que le quedaran bien a alguien más.


Hace semanas que lo estaba arrinconando en cada esquina que encontraba, pero no había logrado nada y se estrujaba los sesos para saber por qué.


-¡Cador!- regreso en si cuando escucho la voz del  doncel-¿estás ido o qué?-


-no… ¿Qué paso?-


-que si sabes hacer té-


-¿té?-


-si necesito hacer té con las flores para poder dormir-


-ah, sí  es cierto- vio la cara preocupada del doncel, al parecer en verdad quería dormir-si se hacerlo, puedo hacerlo esta noche-


-¡si, es perfecto!- dijo con entusiasmado el doncel- voy a darme baño-


-claro, estará listo para cuando salgas-


Cador vio al feliz doncel salir de la cocina, puso el agua a calentar. Una idea vino a su mente, era brillante.


-hoy dormirás como tronco, pero de cansancio cariño- dijo mientras echaba hojas de menta en el agua, no se arriesgaría a que el doncel cayera dormido a mitad de todo.


 


Alex se encontraba metido en la bañera de agua caliente con yerbas aromáticas, esta iba a ser la noche, solo tenía que tomar una vez ese té y ya, no lo tendría que volver a tomar hasta dentro de un mes.


Ya se podía imaginar esta noche. Exprimiría la última gota de placer que le pudiera dar ese hombre.


Ansioso se salió del agua, agarro una toalla y empezó a secarse el cuerpo, una vez seco se cepillo el cabello hasta dejarlo suave y con los rozos acomodados. Busco entre las ropas que había encontrado Cador, saco un camisón blanco con encaje, casi puro encaje dejando libre la mayor parte du cuerpo, encima se puso una acolchonada bata roja.


Una vez que todo estuvo perfecto, salió del cuarto, dirigiéndose a la cocina.

Notas finales:

Gracias por leer.


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