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I want your love por metallikita666

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Notas del capitulo:

¿Qué tal están, criaturas divinas? Cuéntenme además qué les ha parecido el recurso de la actualización doble. En mi opinión, se me hace muy favorable, pues creo que así tienen chance de leer y comentar más y mejor acerca de la historia. Por tanto, vamos a continuar de este modo durante algún tiempo.

Por otro lado -y aclaro de una vez que me sería sumamente difícil ignorar el hecho- he de mencionar que el pasado martes 4 de marzo, la jeta entera de Motomorromamerto cumplió cincuenta inviernos (que este tipo no celebra primaveras, joder). Su cuerpo, por otro lado, no parece responder al paso de los años =_=

Vamos a poner un par de foticos para conmemorar la alegría y emoción con la que el pendejo este vivió el aniversario de su natalicio en compañía de dos fanboys muy queridos

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Si no conceden que sus amplias sonrisas fueron las protagonistas de la velada, permítanme decirles que son ustedes unas ignorantes -w-

       Los viernes eran los días en que los cuatro músicos de Dead End requerían un único turno de sus jóvenes roadies, el cual les daban a escoger de entre la mañana o la tarde. Lo más normal era que los chicos eligieran la primera opción, pues así quedaban libres el resto del tiempo para invertirlo en sus diversiones, salir con sus novias o simplemente descansar; para otros, incluso, era la oportunidad de tomar unas horas más en algún otro trabajo de medio tiempo.

       Ryuichi Kawamura, por su parte, escogió el turno vespertino de esa jornada para que así le fuera posible ir en la mañana al colegio, asistir un rato a clases y almorzar con sus amigos. Todavía no le había dicho nada a su madre acerca de su nuevo trabajo, y tampoco había visto a Morrie desde la “clase” del martes, pero su mente se desvió de tales consideraciones apenas arribó a su destino. Extrañado del todo a causa de que supuso que estaría infinita y aburridamente solo esa tarde, notó que todos sus compañeros se encontraban en el apartamento de los mayores, y que incluso parecía haber allí más gente de lo usual.

-Ami-kun, ¿qué sucede aquí?- le preguntó el recién llegado al muchacho rubio, mientras dejaba su mochila en un sillón. Miraba a Sakura conversar con un chico al que no conocía, mientras otros dos, quienes también parecían ser de más edad, se encontraban en una esquina. Del cuarto de ensayos provenían además otras voces. -¿Quiénes son ellos?-

-Antiguos roadies de Dead End- repuso el interpelado, acercándose con una lata de cerveza en la mano.

       Ese día, el departamento tenía un ambiente mucho más festivo y relajado que siempre: aquello parecía ser más un convite que el turno de un empleo, y con razón, ya que nadie se estaba ocupando de nada. A causa del semblante del más joven, el cual denotaba que éste seguía sin entender mayor cosa, el bajista sonrió, agregando después

–Vinieron porque se enteraron de la visita de Tatsuya Niimi-senpai…-

       El pelinegro abrió mucho los ojos, sorprendido.

-¿Tatsuya-senpai vino hoy a visitar a You-san[1]? ¡Vaya!-

-Así es- asintió Ami. –Están en la sala de ensayos junto con Minato-san y Joe-sama.-

       Ante un ademán de Yasunori, el interlocutor de Kawamura se alejó de él para aproximarse al primero, dando así por terminada la breve conversación.

       Ryuichi, completamente inmóvil, se quedó pensando en cuanto acababa de escuchar: en el aposento de junto se encontraba el ahora pelirrojo de chillón tono de cabello –un colega mayor y destacado alumno del guitarrista de su banda favorita-, quien por sus méritos en dicho instrumento había logrado el que se suponía era el sueño de todos los menores ahí presentes. Niimi era entonces el guitarrista principal de Color, la melódica y cromática banda de punk liderada por Dynamite Tommy, fundador y presidente de Free-Will Records. El vocalista de melena bicolor era uno de los dos gurúes más importantes de la música de bandas en aquel entonces, junto con Yoshiki Hayashi y su sello Extasy Records; ambos hombres y sus nóminas los protagonistas de la más amistosa rivalidad que alguna vez conociera la industria. Free-Will en el oeste y Extasy, al este[2].

       En ese momento, el colegial advirtió que tanto Masumoto como Masafumi salían del cuarto de ensayos en compañía de otro muchacho que tendría que ser también un ex roadie, por lo que se aventuró a caminar hacia adelante. No tenía muy claro por qué, pero desde que se había enterado del asunto que tenía que ver con la visita de ese día, una curiosidad inquieta lo embargó. Tal vez aquel ex condiscípulo, para quien sin duda él era un completo desconocido, podría ser una de las pocas personas que entendiera lo que por su joven cabeza pasaba en aquellos instantes.

       Yuuji Adachi volteó el rostro al escuchar los callados pasos. Tatsuya Niimi, frente a él, alzó la mano para colocarse tras la oreja algunos de los largos y encendidos mechones que, al ser tan lacios, insistían en caer sobre su ojo derecho. Ese día –como era de esperar- llevaba su cabello sin alzar en un estrambótico peinado para el cual no existían leyes de la gravedad.

       El guitarrista mayor sonrió.

-Ven, Ryuichi-kun; quiero presentarte a un amigo.-

       El menor asintió y terminó de aproximarse a los músicos.

–Tatsu-kun, él es Ryuichi Kawamura. Hace apenas unos cuantos días que comenzó a trabajar con nosotros, pero es un chico muy entusiasta. Quiere ser vocalista.-

       Algo sonrojado, el pelinegro se inclinó, pegando los brazos a sus costados. ¿Por qué era que nadie en esa casa podía olvidar el asunto de la cantada?

-Mucho gusto, senpai.-

       Niimi sonrió, devolviendo el saludo. Entonces, el ex Terra Rosa se puso de pie y –tras excusarse- se retiró, dejándole sitio libre al recién llegado. El de Yamato no se lo pensó dos veces y pronto fue a sentarse al lado del guitarrista de Color. No dejaba de sospechar un poco acerca de las intenciones de Adachi al haber hecho aquello, pero poco le importó.

-Tatsuya-san, ¿puedo hacerte una pregunta?...- inquirió el jovencito algo vacilante, atrayendo la atención de su interlocutor, quien se había inclinado ligeramente hacia un lado para alcanzar del suelo su botella de cerveza. Tras darle un sorbo a la bebida, el pelirrojo sonrió de nueva cuenta.

-Claro. Tú dime.-

-¿Qué se siente… estar en una banda?- el de menos edad hizo una pausa, como si se hubiera quedado meditando una y otra vez acerca de lo que acababa de pronunciar. –¡Ah, lo siento! Sé que suena bastante idiota, ¡pero es que no hallo cómo decirlo!-

       Las congojas del colegial hicieron reír al mayor. El de la banda de Kansai estiró sus comisuras en un gesto amable, negando a continuación con la cabeza, mientras volvía a beber. Le parecía estarse viendo a sí mismo en el pelinegro de la manera en que él había sido hacía unos años, cuando también se cuestionaba sobre la posibilidad de llegar a ser como su ídolo y maestro; creyendo que, sin duda alguna, ese sueño estaba a mucha distancia de cumplirse.

-Entiendo lo que quieres decir, Ryuichi-kun. No te preocupes.- Apenas oyó aquello, el menor alzó la mirada, sorprendido. No obstante, su semblante no tardó en relajarse. –Es una sensación fantástica; créeme. Me parece que no exagero si te digo que hay muy pocas cosas en el mundo que puedan comparársele.-

       Los orbes de Kawamura brillaron al instante. Sus nervios y dudas parecieron disiparse de repente, como si esa sola línea del mayor lo hubiera tranquilizado por completo. De alguna manera, a pesar de que eran las primeras palabras que intercambiaba con el de melena bermeja, su sentido más profundo activaba en el chico aquel vínculo que solamente las personas que comparten una afinidad hacia la que sienten verdadera devoción, pueden experimentar.

-Disfrutas muchísimo componiendo, ¿no es así, senpai?- interrogó Ryuichi con tono más tranquilo y un simpático mohín, haciendo alusión al hecho de que una gran mayoría de las canciones de la banda de Osaka llevaban el sello del antiguo roadie. El chiquillo podía pasar por desubicado en las clases de historia; pero en lo que a música se refería, jamás.

       Tatsuya asintió con una media sonrisa, devolviendo al piso la botella que tenía en la diestra. Sin despegar sus ojos del chico, replicó a su vez

-Y estoy casi seguro de que a ti, por tu parte, te gusta escribir. ¿O me equivoco?-

       Tras levantar una mano para rascarse la sien, Kawamura descolocó ligeramente la mirada.

-Pues… Sí he escrito algunas cosas, pero no estoy seguro todavía de si alguna de ellas merezca convertirse en canción…- Un muy tenue sonrojo coloreó sus pómulos, a lo que Niimi, quien estaba sentado con las piernas abiertas y tenía en medio de ellas el respaldar de la silla, se apoyó en éste con un brazo para recargar en él su mandíbula, mirando entretenido a su interlocutor. –Por cierto- agregó Ryuichi con gran interés y algo de cautela, al tiempo que desviaba la atención del último punto. -¿Cómo es trabajar… con Dynamite Tommy-san?-

-¡Todo el mundo me hace la misma pregunta, y en el mismo tono!- exclamó el de cabello rojizo, prorrumpiendo en risas. -¡Oh, vamos! ¿Tan estricto y controlador parece?- Dijo a lo último, ladeando la cabeza, sin poder dejar todavía de reír.

-¡No, no! ¡No es por eso!- se apuró el más joven, no pudiendo hacer nada por disimular el rubor que se estaba agolpando en su cara como cada vez que se percataba de haber metido la pata. –Es sólo que pienso que debe ser difícil asumir tantas responsabilidades… y además tener el tiempo para convivir con tus compañeros de banda…-

-No si aprendes a verlos como tus amigos, y por ende, no como una carga. Es cierto que todos soñamos con empezar algo de la mano de quienes más queremos, pero incluso si no es así y sucede con personas que te topas en el camino, algo bueno puede resultar de todo eso.- El semblante franco y las palabras del músico fijaron la atención del muchacho. –Yo compongo la mayoría de canciones y Tommy-san escribe muchas de las letras, pero los demás también ponen de su parte y ese es nuestro equilibrio. Todos los grupos deben tener uno para funcionar, pero el de ninguno de ellos será igual que el de los otros, porque todos somos diferentes. No hay uno que esté mal y otro que esté bien, ¿lo comprendes?-

       Tatsuya se levantó de su silla, aproximándose al colegial mientras observaba que alguien estaba por acercarse a la puerta con caminar sigiloso.

-¿Dices que quieres ser cantante y que tienes por maestro a Morrie-san? Esfuérzate y no temas ir hacia adelante, y estoy seguro de que lo lograrás.-

       Un pequeño y afectuoso coscorrón que no hizo más que despeinarlo un poco cayó en la cabeza de Ryuichi, provocando que éste intercambiara sonrisas con el guitarrista líder de Color, a modo de aceptación hacia sus palabras.

       El menor continuó mirando en la misma dirección en que lo hacía, pensando todavía en lo que acababa de escuchar, mientras a sus espaldas Niimi y Ohtsuka se despedían en silencio con la mirada. Una vez que el pelirrojo se hubo ido, Morrie, cruzado de brazos, se recargó en el marco de la puerta.

-No pensé que fueras a venir por la tarde…-

       El colegial –repentinamente sacado de sus pensamientos por la voz de su jefe- se volteó.

-Tenía que ver a mis amigos. Además me imaginé que si llegaba temprano, no lo encontraría…-

       Luego de la contestación, el vocalista de Dead End alzó una ceja.

-¿Has practicado?-

-Muchísimo- respondió Kawamura con semblante resuelto, poniéndose en pie para ir por uno de los arrinconados pedestales.

       Después de colocarlo en posición y conectar el micrófono al amplificador más cercano, se mantuvo de pie con el aparato en la diestra, pero dejándolo todavía engarzado en su sitio.

-¿Le importaría cerrar la puerta, Morrie-san?

       El mayor salió de su aparente ensimismamiento y, con un pequeño gesto de asombro, hizo lo que el otro le pedía. Posteriormente, se dirigió a una de las sillas donde habían conversado instantes atrás Kawamura y el de Osaka, y se sentó.

       Ryuichi respiró profundo y dio inicio a su rutina vocal, llevándola a cabo justo de la forma en que su mentor se la había explicado la vez precedente. Ohtsuka, al no tener ninguna corrección que hacer, se mantuvo todavía en silencio. Una vez acabado el ejercicio preliminar, el colegial hizo una pausa antes de dirigirse a quien lo escuchaba.

-Es claro que jamás me saldrá como a usted, pero es de lo primero que se me viene a la mente cuando pienso en entonar algo. Además, no engaño a nadie si digo que nunca lo intenté estando solo…-

       Una sonrisa tenue remató su parlamento y el chico cerró los ojos, al tiempo que en su imaginación el sonido de la guitarra se sucedía marcando los compases que precedían a su entrada. Cuando fue el momento, comenzó.

 

“Mezamereba… kurutte ita

furisosogu ame… sore wa chi no iro

nani mo no ka ga…

 

       Morrie le observaba fijamente. Al menos una vez que lo tomaba entre sus dedos, el micrófono parecía ejercer alguna especie de influjo sobre el menor, y al igual que sucedía con muchos vocalistas, velar su mirada contribuía en gran medida al efecto. Cuando Ryuichi respondió de aquella manera a su pregunta de que si había practicado, el pelinegro mayor se tomó la réplica casi a modo de sarcasmo, no pudiéndose explicar de momento, y por ende, la disposición de Kawamura. En aquel instante, sin embargo, le parecía que empezaba a entenderlo.

 

karada no naka de… gaika wo ageru

fuukei mo… kurutte ita

tooku wo… soko wa kakero

chitamari de

utatte iru no wa… magire mo… nai ore no” 

 

       Podía seguir siendo un mocoso en todos los demás momentos –como cuando lo había escuchado conversar con Tatsuya, por ejemplo- pero el chico había perdido gran parte del miedo y la vergüenza de ser escudriñado por su mirada. Y aunque el de cabello rizado no estaba muy seguro de si eso era bueno o malo, sabía que aún faltaba el mayor de los pasos y el que en verdad lo probaría: cantar en público.

       Morrie se levantó de la silla y se digirió hacia el frente, en dirección de su pupilo. Al notar cómo el chico descolocaba la mirada en el instante en que sintió sus ojos oscuros sobre él, Ohtsuka esbozó una media sonrisa. No obstante -como no le dijera nada cuando acabó de cantar ni mientras lo hacía- Ryuichi, por su lado, permanecía tranquilo.

-¿Ya encontraste una banda?...-

       Al adolescente le extrañó un poco la interrogante. El de las blancas extensiones ni siquiera se había molestado en preguntarle de dónde era o qué edad tenía.

-No todavía. Pero creo que mis amigos están planeando algo…-

-Entonces, ¿qué esperas?- inquirió el mayor luego de recostarse en uno de los amplificadores grandes que estaban a un costado de la zona del tatami. –Si no sigues practicando, nadie te aceptará. Comienza de nuevo.-

       Era su forma de aprobar las cosas: ya Ryuichi lo sabía. Así que mientras el de Himeji colocaba un cigarrillo en sus labios y parsimoniosamente extraía de uno de sus bolsillos el encendedor, Kawamura se aprestó a entonar de nueva cuenta la desgarradora Song of a Lunatic[3].

       Tenían el resto de la tarde y –dado que todo el mundo estaba concentrado en sus bebidas y en la música del tocata- una tranquilidad absoluta.



[1] Tatsuya Niimi de COLOR fue alumno de Adachi tal y como se puede leer en la información sobre el tema que circula en la red. Aquí, además –y para no perder la tónica con lo que ya fue explicado previamente por los mismos personajes- se da a entender que también había sido roadie como ellos pero en un momento previo, y por eso los más jóvenes lo llaman “senpai”.

[2] Tal vez sobre decirlo, pero para quien no esté al tanto, todo lo expuesto respecto de estas discográficas, sus fundadores y sus bandas es completamente histórico. Además del aporte de otros sellos pequeños pero muy influyentes también, el visual kei llegó a ser tal gracias a ambas disqueras y al apoyo que éstas les ofrecieron a las agrupaciones emergentes de aquellos tiempos, muchas de las cuales ya son de culto para quienes seguimos el movimiento en la actualidad.

[3] La cual, debido a la dificultad de hallar traducciones y apelando siempre a la comprensión del lector, dejo solamente con su letra en japonés.

Notas finales:

Cameos, cameos everywhere! XD A mi Alex adorada le encantan, y yo mentiría si dijera que no me complace incluir este tipo de menciones en mis relatos. Además de todo, resulta ser una técnica para lograr verosimilitud, porque bien podemos imaginarnos una escena donde los músicos de distintas bandas se conocen unos a otros, especialmente si es tan reducida como la japonesa (y que en aquel entonces, lo era todavía más).

Cuando es tanto chino al que uno ama y admira, cuesta darles la atención merecida a todos, así que funja esto como un pequeñito homenaje <3 


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