Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

I want your love por metallikita666

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Un capítulo para todas aquellas que, erróneamente, creyeron que Inoran era débil y que nunca sabría pellizcarse.

Que lo disfruten.

-¡Ya me voy! ¡Nos vemos!-

       Los cuatro adolescentes restantes voltearon hacia el pasillo, en donde se oyera aquella voz. Como una ráfaga de viento, Shinya había salido tan rápido del baño después de cambiarse, que sus palabras apenas si se escucharon. Eso, a pesar de que aún iba intentando calzarse atarantadamente en la distancia que mediaba entre el aposento y la puerta principal. Momentos después, lo último que llegó a oídos de los chicos fue el sonido del vaivén de los portones.

-Vaya que resultó buen novio el gordo, ¿no creen?- dijo Jun, quien todavía tocaba algunos acordes en el bajo.

       Sugizo solamente suspiró, mientras que los dos pelinegros del grupo sonrieron y se mostraron de acuerdo.

-Parece que está muy enamorado, y es que Kumi-chan es una niña muy linda- repuso Inoran. -¿No lo crees así, Ryu-chan?-

-Ehhh… estee…- el aludido, que no se esperaba la pregunta, titubeó. –S-sí, ¡mucho!- contestó por fin, viendo hacia otro lado. El recuerdo de la profunda mirada de la muchacha, que tanto lo intimidara el día en que había tenido que ir a hablarle para cumplir lo pactado con Yamada, robó su tranquilidad nuevamente.

-¡Con un demonio!- debido a semejante exabrupto, todos se voltearon hacia el rubio. -¡El muy idiota no sacó de aquí lo que le dije, y encima dejó también el pedal! ¡Me lleva el carajo! ¡Ya va a ver a la próxima!-

       Las comisuras de los labios del mayor de todos se estiraron con disimulo: ya fuera adrede o no, Shinya le había hecho un pequeño favor al incomodar un poco al blondo anfitrión. Después, Yasuhiro acabó de guardar su guitarra y las demás cosas.

-¿Cuál es el problema?- Shinobu se acercó a la esquina donde estaba el tiradero del baterista.

-¡Todos esos redoblantes, y ese montón de parches!- señaló Onose. –¡Además de las baquetas rotas! Mi mamá sólo fregarme con que las ponga en la basura o haga algo con ellas, porque dice que eso se ve muy feo así. Todas las veces me sale con que cuando Mika ensayaba con sus amigas, este cuarto estaba siempre limpio y ordenado, y bla bla bla…-

       Sugizo se colgó la guitarra al hombro.

-Bueno, gente; yo también me voy ya- anunció. -Ryuichi-kun, ¿me acompañas?-

       Resultaba muy evidente qué era lo que el otro tenía que responder si no quería quedar como el metiche más indeseable de toda la galaxia; por lo que, tras un breve movimiento de cabeza, el entonces nuevo vocalista del grupo se puso de pie.

-¡Hasta pronto, chicos! Gracias por todo. ¡Estuvo genial!-

-No, gracias a ti- repuso Inoue, sonriéndole al de Yamato con mucha sinceridad. –Y bienvenido… a la banda.-

       Kawamura se inclinó una vez más. Posteriormente, tanto él como el pelirrojo abandonaron la habitación, así como la casa. Estando lo demás en silencio, los últimos pasos de alguno de los dos jóvenes confirmaron su definitiva retirada.

       De vuelta al cuarto de ensayo, ni Inoran ni Jun se habían movido del sitio, otrora lleno de música, risas y bromas.

-En verdad que canta muy bien…- musitó el de negra melena, con los ojos puestos en el pedestal del micrófono que seguía en medio de la sala. Parecía como si sus palabras hubieran sido más bien un pensamiento en voz alta.

       Onose, quien se había vuelto a colocar su instrumento sobre el regazo, levantó la mirada y la ubicó en su amigo. Era la primera vez, desde hacía bastantes días, en que se quedaba a solas junto al menor. No estaba muy seguro de qué decir; ni siquiera, de si debía articular algo. Pero por el hecho de que Shinobu estaba todavía ahí y no había corrido al lado de Sugihara para irse, tenía la sensación de que debía hablar. Dicho suceso –cabe destacar- no se lo esperaba, y el ambiente entre ambos se sentía extraño.

-¿Sabes, Jun?… A veces no comprendo cómo es que podemos seguir viéndonos y hablándonos…- Inoue colocó sus ónices al nivel de los ajenos –ni cómo el deseo de lo que tú y yo alguna vez soñamos puede ser más fuerte que nuestros propios sentimientos…-

       El rubio colocó el bajo en el estuche que estaba a sus pies.

-Tal vez es porque nos hemos empeñado inútilmente en cosas sin sentido que, a la larga, no serán tan relevantes como ahora pensamos que son.-

       Receloso por cuanto acababa de escuchar, el menor negó ligeramente con la cabeza.

-No puedo creer que digas eso…- expresó el guitarrista en voz muy baja, casi imperceptible. –Me parece que justo ayer mismo perdí una gran parte de la amistad de Sugichan- Jun arrugó el entrecejo levemente al no entender esas palabras. –Y creo que si todavía me habla, es porque su corazón es muy noble.-

-¿Qué… fue lo que sucedió?- preguntó el otro de manera dubitativa; ya que, si bien la gran cercanía de Sugihara con su mejor amigo nunca había sido algo de su completo agrado, el pesar en la voz del más pequeño no era normal.

-Yo…- el dejo de aplomo que había exhibido Inoran en sus palabras anteriores se esfumó en aquel instante, y sus orbes se dirigieron a otro lado. –Yo… lo besé. Fui un completo idiota.-

       Los característicos ojos rasgados de Jun se abrieron tanto que perdieron su forma usual en un santiamén. Estaba atónito por lo que acababa de escuchar, pero lo peor era que ni siquiera sabía qué de todo eso era precisamente lo que lo tenía así.

       Para comenzar, si no había oído mal, el pelinegro refirió que había sido él quien besara a Sugizo… No obstante, la reacción del pelirrojo fue de enojo. Confundido, el de blonda cabellera frunció todavía más el ceño, completamente extraviado en sus conclusiones y sin idea de qué reponer.

-Lo que tanto me ha molestado siempre fue lo que acabé haciendo…- una gran congoja tiñó el tono de Shinobu. El rostro del colegial, enmarcado por sus mechones del color del azabache, se veía lánguido y lejano, y cuanto salía de entre sus labios seguía pareciendo una reflexión interna.

       Pero de repente, Inoran devolvió la mirada hacia su interlocutor, quien fue descubierto en el acto del escrutinio. A Jun, aquellos ojos lo habían vuelto a sorprender.

-No sé qué decir…- musitó el más alto.

       ¿Qué había llevado al otro chico a referirse a ese episodio? ¿Intentaba darle celos acaso? No podía ser, ya que no solamente el mismo Shinobu se mostraba arrepentido de su acción y sintiéndose culpable, confesándola como un error; sino que Sugizo –a quien por tantos años el bajista consideró un recurrente rival, a pesar de la amistad que entre ellos dos también existía- tampoco había deseado el contacto. Entonces, ¿para qué siquiera mencionarlo?

-Y no tienes que hacerlo, porque sé lo que piensas. Pero yo no puedo resignarme a creerlo, Jun. Yo no voy a creer que todas las personas hacen lo mismo porque en verdad lo quieren; porque deben ser de esa manera. Ya que si así fuera, ¿entonces qué diferencia existiría entre tú y yo?- La mirada de Inoue brillaba con aquel indicio característico de las lágrimas que asoman en los ojos de quien se siente conmovido por lo que dice, pero en ningún momento brotaron. -¿O entre Ryu-chan y Shinya-senpai? No todos somos iguales, así que no puede ser cierto.-

-Estuviste hablando con él, ¿no es así?-

       El semblante del rubio se endureció, pues le parecía que entonces comprendía todo lo que había sucedido.

       Ya cobraba sentido el rechazo del pelirrojo, así como la autorrecriminación de Inoran. La influencia que ejercía Sugizo en el menor era uno de los aspectos con que más le costaba lidiar a Onose, pues aunque su amigo se había quedado siempre a su lado, a veces era como si para él no existiera más verdad que la de Sugihara.

-¿Es que no se va a dar por vencido jamás, y ahora encima se hace el difícil?-

       Creía firmemente que las intenciones del mayor habían sido poner al chico en su contra, convenciéndolo de cuánta razón tenía al pretender lo imposible. Pero lo que más rabia le daba a J era saber que ni Sugizo ni nadie le llevaría la contraria al mundo, porque sencillamente no era algo que se pudiera. Resultaba muy fácil alardear dándoselas de rebelde al interior del grupo de sus amigos, o incluso en el colegio; pero muy en el fondo, tanto él como todos conocía los límites. Inoran mismo lo entendía, pero estaba encaprichado con lo contrario.

-Jamás le contaría nada de esto a Sugichan- declaró el menor de ambos. –Lo que pasa es que ya no respeto lo que dices, porque me he dado cuenta de que siempre lo hice ciegamente. O lo que es lo mismo, Jun… Se acabó.-

       No había lágrimas en su rostro, si bien sus ojos negros brillaban casi palpitando. Después de unos instantes, y al ver que nadie decía nada, J se estremeció. Inoran seguía mirándolo con aquel gesto insondable.

-¿Qué se acabó, dices?...- rápidamente, su ceño comenzó a arrugarse y sus labios se apretaron uno contra el otro. -¿¡Cómo puedes salir con eso ahora!?- Luego de una pausa, el bajista cerraba sus dedos crispados en torno de sus rodillas. La negación, el temor de lo evidente le obnubilaba. –Entonces, ¿¡por qué demonios aceptaste que Ryuichi cantara para nosotros, si ibas a mandarlo absolutamente todo a la mierda!?-

-Yo no he dicho que quisiera terminar con la banda: al contrario- Onose volvió a levantar las cejas ligeramente, sin comprender. –Ansío continuar, porque a veces siento que es la única manera de que permanezcamos todos juntos. A lo que me refiero, únicamente, es a lo que sea que hubiera entre tú y yo.-

       El mayor de ambos no sabía cómo reaccionar. Tragó saliva y miró a un lado, avergonzado incluso por aquellos pensamientos. ¿Qué era, en efecto, lo que había entre ellos dos? Eran amigos, lo habían sido siempre, pero para Jun nunca fue un secreto que las cosas más íntimas que hicieran no correspondían solamente a una amistad. No obstante, jamás podría llamarlo noviazgo. Ni siquiera estaba seguro de haber podido llegar hasta ese punto con una chica con la que saliera. Con Inoran, en cambio, todo había sido muy diferente.

       Para él, además, la relación con su amigo no era susceptible de acabarse alguna vez. Desde que tenía memoria, el más bajo siempre había estado a su lado. Ni siquiera las preocupaciones normales de los colegiales que están en los años superiores y que divagan acerca de su destino habían puesto eso en duda; ni siquiera, por muy exagerado que pareciese, el recientemente ocurrido episodio con la Tokyo Pop.

       El pelinegro se levantó, entendiendo que la conversación había llegado a su fin. Se dirigió hacia la mesa donde solía dejar sus cosas, tomando su guitarra para guardarla. La cremallera del estuche iba cerrándose despacio y aun entonces, en medio del duro silencio, el guitarrista confirmaba dentro de su mente todo cuanto acababa de pronunciar.

       J no lo vería a los ojos en su trayecto a la puerta principal, y tampoco cruzaría con él palabra alguna.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).