Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

I want your love por metallikita666

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-¿Ensayar dos o tres veces por semana?- repitió Inoran, mirando fijamente a su compañero de forma inquisitiva.

-Sí, así es- respondió Ryuichi. –La idea es que en un par de meses ya estemos dando nuestro primer concierto. ¿Qué les parece?-

       Todos voltearon a verse, incluso a pesar de sus reticencias personales. El rubio bajista asintió ligera y repetidamente con la cabeza, pues de entrada le parecía muy buena idea para mantener un más estrecho contacto con su entonces distante mejor amigo. Y, además, porque constituía la primera propuesta verdaderamente progresista desde que todos se habían juntado a practicar, o desde que gestaran la idea de tener un grupo de algo que no fuera para perder el tiempo viendo quién se emborrachaba primero o cuántos okonomiyaki[1] era capaz de comerse cada uno en una sentada.

-Pues… es evidente que eso es lo que todos queremos y deseamos. Así que no dudo de que a todos nos parezca fantástico- Sugizo les pasó revista a sus cuatro amigos, hallando una clara aceptación de esas palabras en sus orbes. –Pero la pregunta más bien sería: ¿qué tan realizable es en verdad?-

-¡Oh, vamos, Sugichan!- exclamó Shinya, ejecutando a continuación un pomposo redoble que automáticamente les produjo una sonrisa a los demás -¡No pareces ser tú el que estuviera diciendo semejante cosa! ¿Adónde se fueron tus porras de siempre, cuando nos animas a luchar por nuestros sueños sin importar cuán inalcanzables se vean?- Lo último, dicho en un tono poético y evidentemente sarcástico mientras el castaño se cubría la frente con el antebrazo y levantaba la baqueta contraria, fue el último requisito para que tanto Shinobu como Ryuichi y Jun rieran ya sin ningún tapujo. A Yasuhiro, por su lado, no le había sentado tan bien la bromita.

-¡Déjate de payasadas, idiota!- gritó, molesto. -El punto aquí es que para dar un concierto no solamente necesitamos estar listos con las canciones; ¡eso es lo de menos! ¿Qué nadie ha pensado en que hay que rentar un lugar, conseguir otros grupos que quieran actuar con nosotros y hacer publicidad, por ejemplo?- Ante el silencio general, el pelirrojo redobló sus bríos. –¡Ahhh, pero ustedes creen que se trata nada más de colocar un tonto anuncio en algún lugar del colegio; o, peor aún, de irnos todos al garaje y abrir el portón! ¡Claro! ¡Mucho público vamos a tener así!-

-Bueno, mira, Sugichan- tomó la palabra el menor de todos, y a la vez uno de los líderes –Respecto de lo que dices, creo que los chicos con los que alguna vez Shin-chan tocó en otras bandas podrían informarnos sobre algún lugar no muy caro para rentar. Además, podría ser que si han continuado ensayando, se presenten con nosotros también- llegado a este punto, Inoran se volteó hacia el baterista, buscando con su gesto que el otro se manifestara acerca de lo que había dicho. –La parte de la publicidad me parece que sólo la podemos hacer con anuncios y volantes, porque no tenemos suficiente dinero como para publicar algo en algún periódico.-

-Sí, sí…- razonó Yamada, tomándose el mentón con la diestra. -¡Todas son muy buenas ideas, Ino-chan!-

       Removiéndose en uno de los sillones viejos que había en el cuarto de ensayo, el rubio del grupo se irguió, para luego sentarse sobre sus pantorrillas.

-¿Pero sí tienes contacto todavía con esa gente, Shinya?- inquirió Onose con voz seria. –Y me refiero por supuesto al par de bandas con las que sí te presentaste, no a los otros perdedores que nunca llegaron a nada.-

-Pues en este momento, nosotros somos exactamente como esos perdedores, Jun- Sugihara intercambió una mirada cómplice con Ryuichi, a lo que el blondo interpelado, un poco molesto, decidió ignorarle y seguir mirando al baterista. Pero éste último también se había percatado de la chanza del pelirrojo.

-A ver…- el roadie castaño puso ademán dubitativo, centrando luego sus ojos de golpe en el bajista. -¿Para preguntarme eso es que te sentaste como mujer?-

       Sonrojado hasta la raíz por las risas de todos y una vez que se percatara de que inconscientemente había hecho aquello que el otro decía, el colegial de melena teñida se levantó del sofá con gran ímpetu.

-¡Si van a seguir bromeando como tarados en vez de ponerse serios con lo del concierto, entonces nos vemos otro día, caray!- El ex capitán del equipo de fútbol se maldecía internamente al sentir sus mejillas arder: debía verse ridículo profiriendo todo aquello, y con ese maldito rubor encima. –¡La idea de Ryuichi-kun es probablemente lo único inteligente que se ha propuesto aquí desde que Ino-chan y yo les dijimos que formáramos una banda!-

-Ya, Jun, cálmate, que tampoco es para tanto- Inoue, sonriendo todavía muy tenuemente, intervino cuando se dio cuenta de que las acusaciones, dirigidas en particular a los dos mayores, podrían salirse de control. –Hagamos algo, ¿sí?- todos lo miraron, esperando que sus palabras dirimieran por fin aquel pequeño conflicto. A veces, y aunque de haber tenido que pronunciarse era seguro que los cuatro elegirían a Sugizo como el más sesudo, el joven Shinobu se destacaba por sus convenientes resoluciones y poder de conciliación. Para él, no obstante, dichos momentos no hacían sino recordarle las peleas entre sus hermanitos menores; las de sus amigos, claro está, eran con móviles un poco más justificados. –Shin-chan y Ryu-chan, puesto que se ven más seguido, se encargarán de averiguar lo del asunto del lugar y las bandas.-

-Y llegado el momento, de la publicidad nos podemos encargar Sugizo, tú y yo, ya que nosotros no tenemos que trabajar- añadió un ya más sosegado J, mientras se rascaba la nuca. Al escucharlo, el pelinegro menor lo miró, asintiendo con una sonrisa. Cuando así lo decidía el mismo Onose, ambos podían llegar a complementarse muy bien en términos de sus decisiones. Era una lástima, sin embargo, que no en todas ellas pudieran entenderse.

-Todo genial, muchachos- Ryuichi, en medio de lo que parecían ser los últimos minutos de la reunión después del ensayo, necesitaba asegurarse de cuanto ahí se decidiera. -Me parece muy acertado lo que acaban de proponer. Pero…- hizo una pausa para fijarse en quienes le escuchaban -¿Estamos de acuerdo entonces en practicar más seguido?-

       Shinobu, al quedar todos en silencio de nuevo, recobró la palabra.

-Si debo de hablar por mí, yo no tengo ningún problema en que sea de esa manera. Dos veces en la semana, y los sábados- explicó el colegial, pensando en un posible cronograma. –Más bien, lo que me hizo dudar, y tal vez no fui el único, es tu situación y la de Shinya. ¿Van a poder con el trabajo, y además con esto?-

-Hay algo que se les está escapando a todos- Sugizo, que se había levantado de donde se encontraba para estirar un poco las piernas y los brazos, intervino. –Incluso a ti, Jun. ¿No es que sólo podemos ensayar aquí temprano y cuando no están tus padres? En las tardes, después del colegio, no nos lo permitirían.-

-Mierda, tienes razón…- el otro, tras analizar la situación, arrugó la cara de inmediato. –No quedaría de otra que rentar una sala de ensayos para los restantes días.-

-Eso no es problema, chicos. No se preocupen- Shinya, con una sonrisa, le dio un sorbo a su lata de cerveza. –Ami-kun me comentó de un lugar barato y no tan apestoso en donde él y sus amigos tocan a veces. Estoy seguro de que con parte de lo que ganamos Ryu y yo, más lo que ustedes puedan aportar, es posible pagarlo. Además, siempre nos ahorraríamos los sábados viniendo acá.- El percusionista colocó el envase de la bebida sobre uno de los toms. -Respecto de tu inquietud, Ino-chan, tampoco hay que hacerse gran dilema. Contando el trabajo y los ensayos, todavía me queda tiempo incluso para salir con mi novia. Es lo bueno de ya no estar yendo a la escuela.- Kawamura, cuando escuchó lo último, apretó los labios con un poco de incomodidad debido a que, dados los últimos percances en casa, no se había atrevido a hablar con su madre de aquel asunto, si bien sabía que era algo que urgía. Yamada, empero, lo distrajo de sus reflexiones. -¿No es así, Ryuichi-kun?- Al ver el semblante perdido y un tanto apesadumbrado del de Yamato, el castaño se mostró un poco confundido. -¿O tú sí crees que sea muy pesado?-

-No, no, para nada. Es algo que ya había valorado antes de decírselo a ustedes- finalizó, con una incipiente sonrisa.

-De acuerdo, entonces esas son las nuevas disposiciones- Jun prendía un cigarrillo, protegiendo la llama del encendedor de cualquier pequeña brisa. El viejo mechero estaba tan gastado que sus niveles de combustible apenas si daban para el requerimiento. –Luego de que Shinya nos pase la dirección, la otra semana iremos Ino-chan y yo a contratar la sala después de clases.-

       Nadie agregó nada, dando así por concluida la disertación. Cada cual recogió sus cosas y se apresuró a salir de ahí con el objetivo de atender sus respectivos compromisos. Kawamura, por su parte, se dirigiría a casa para ver si ese día contaba con más suerte y hallaba el ambiente tranquilo. No podía seguir manteniendo la verdad sobre su nuevo trabajo a escondidas de su madre.

 

 

       Estando ya en el portón, el muchacho no escuchó ruido alguno, mas hizo lo posible por que la primera impresión no lo desalentara. No obstante, como transcurrieran unos minutos más y no hubiese movimiento, se aprestó a dejar los zapatos en la entrada y –con la cabeza gacha- frunció los labios en señal de desánimo.

       La sorpresa sería enorme en el momento en que levantara la mirada.

       Su madre estaba sentada en uno de los sillones de la sala, con un álbum de fotografías entre las manos. Y sonreía, como hacía tanto no le veía hacer. El corazón del menor, por supuesto, dio un salto dentro su pecho.

-Ya llegué…- murmuró él, más que todo para atraer su atención. Tímidamente y con la precaución de siempre, pero en su mente resonaban ya las mil y una preguntas que, de haber podido, le habría hecho a la mayor con tal de conocer el motivo de tan repentina felicidad. Ella, por su parte, mantuvo el libro en su regazo y lo miró.

-Bienvenido- respondió la mujer, y sus comisuras volvieron a curvarse. -Ryuichi, cariño; ven. Siéntate junto a mí.-

       Obedeciendo de inmediato, el colegial se situó a su lado, haciendo todo lo posible por que el ritmo de sus latidos no fuera a ser percibido por ella, pues el pelinegro sentía que se escuchaban a millas de ahí. Y mordiéndose la lengua detrás de los labios cerrados, retuvo el tropel de palabras que batallaban por salir.

-¿Qué miras?-

-Fotografías de cuando naciste y estabas pequeño- el tono era sumamente cariñoso, y su madre, al tiempo que hablaba, no dejaba de mirar aquellas imágenes. Sus dedos se rozaban contra el delgado plástico que las recubría, delineando las tiernas facciones del infante que fue su vástago. –Tú eres mi único hijo. Y en ti cifro todas mis esperanzas.-

       Ryuichi, expectante, arrugó el entrecejo con un dolor jubiloso, y sus ojos comenzaron a brillar debido a la sombra de las lágrimas. ¿Sería acaso aquel el momento que le había preparado el destino para por fin sincerarse con la persona tan importante y amada que tenía en frente? Habían pasado años desde la última vez en que su progenitora le dijera unas palabras así, verdaderamente libre de todo el sufrimiento que les provocó a ambos la tormentosa relación con su padre. Sí; había sido cuando todavía era un niño muy pequeño, y en la época en que aún no se vislumbraba en él ser el “causante” de esa odiosa e insoportable rivalidad que lo obligara a tener que arrancarla de los brazos del esposo, huyendo como quien se roba una gema invaluable sin el mínimo derecho a poseerla.

-¿Y qué es lo que esperas de mí?- inquirió el de melena oscura, tomándole una de las manos y apretándola levemente. Sus latidos -ya para ese instante, desbocados- no disminuían.

-Sé que conseguirás todo lo que alguna vez él dijo que jamás tendrías. Que podrás ser parte de esta sociedad de la manera en que todos lo esperamos de ti; de la manera en que debe ser. Tendrás un mejor puesto que el suyo, y él deberá tragarse sus palabras por haber dicho que venir a Hadano sólo conseguiría perderte. Tú serás el hijo que toda familia en este país desea: normal, trabajador, intachable. Te juro que no puedo esperar a ver en qué empresa lograrás colocarte una vez que salgas de la universidad.-

       El golpeteo de su corazón había dejado paso al sonido de un cristal quebrándose, y sus lágrimas –gotas saladas al fin y al cabo- cayeron, arrastrando con ellas en sus tortuosos surcos su verdadero significado. ¿Quién podría entonces recoger los pedazos de su alma destrozada, si aunque a kilómetros, el fantasma de su infancia se prolongaba aun en su propia casa? Incluso en el único ser que, a pesar de todo, jamás querría alejar de su lado. Fría como una lápida, la pequeña mano que reposaba sobre la suya le hirió con aquel quemante e insoportable hielo que tiene la potestad de entumecerlo todo a su alrededor.

       Las ilusiones de contar la verdad habían ido desvaneciéndose.



[1] Este plato nipón consiste en una masa con varios ingredientes cocinados a la plancha. Se puede hacer de muchas cosas distintas, pero entre los ingredientes más usados destacan el huevo, la cebolleta, los vegetales y el calamar; y una vez listo, es cubierto con una salsa especial y varios aderezos específicos. 

Notas finales:

Muchísimas gracias por leer. Como siempre, recuerden que los comentarios son bienvenidos <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).