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I want your love por metallikita666

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Notas del capitulo:

Ayer, 13 de diciembre de 2013, se cumplieron cuarenta y nueve años desde la llegada de nuestro amado Hideto Matsumoto a este mundo. Es por ello que, quienes nos consideramos sus seguidores y lo tenemos muy dentro de nuestro corazón como gran héroe, llevamos a cabo humildes tributos que puedan expresar aunque sea torpemente la enorme gratitud que sentimos, por cuanto su influencia ha marcado innegablemente nuestras vidas. En mi caso, esta pequeña mención, además de una sorpresa al final de la historia que me encuentro publicando, la cual probablemente se dé a conocer cerca del Primer Día Rosa del año 2014, en mayo.

Reproduzco también la traducción de las líneas que se encuentran en la lápida que le dedicaron sus padres a hide, por cuanto me parece que es una de las cosas más hermosas que he leído en la vida, y que leeré jamás. Le ruego al lector su comprensión, pues dichas palabras pasan por el grosero filtro de dos idiomas, y estoy segura de que en su lengua original, la belleza de la inscripción ha de ser inconmensurable.

 

"Al final del siglo veinte

irrumpiste a través de los años noventas como una tormenta

Amabas la música,

los poemas,

la gente,

y todos te amaban también.

Fuiste una persona benévola

un artista

Nuestro amado hijo Hideto

Descansa en paz aquí"

Mamá - Papá

Fuck! ¡Debí arrastrarlo tras de mí con cualquier excusa!- maldijo el rubio, estresado porque su mejor amigo aún no llegaba. Ryuichi y Sugizo también aguardaban junto a él, y aunque ya habían esperado como quince minutos, el menor de todos no aparecía.

       El pelirrojo se volteó.

-Sí, debiste… Aunque es mejor salvar las apariencias, ¿no es así?...-

       J dio media vuelta, se cruzó de brazos y continuó moviendo el pie incesantemente sobre el suelo, a lo que Sugihara devolvió la mirada a donde antes la tenía puesta, suspirando con resignación antes de murmurar

-Ino-chan es demasiado considerado con las chicas…-

-Lo siento, amigos…- una voz suave aunque intensa atrajo la atención de los tres. –Pero ya estoy aquí. Podemos irnos.-

       El recién llegado sonrió, mirándolos a todos. La falda de su camisa lucía fuera de lugar de un lado, mientras que del otro todavía se conservaba debajo de la pretina del pantalón oscuro que llevaba. La mochila, por otra parte, la sostenía solamente con la mano izquierda, mediante la faja que pendía de su hombro. Algunos mechones del color del azabache le cubrían parte del rostro, sin opacar, no obstante, sus atractivos ojos oscuros y profundos, completando así la hermosa visión.

-Shinya-senpai dijo que vendría si lograba salir a tiempo del trabajo- comentó Kawamura con el cobrizo atisbo puesto en el camino, al estar recordando la conversación que había tenido al mediodía con el mayor. Y es que a pesar de que éste le había propuesto un trato bastante comprometedor, aquello no dejaba de parecerle curioso y hasta divertido, pues todo indicaba que de entre los cinco, el extrovertido castaño resultaba ser el más loco por las chicas.

-¡Ahí está!- Inoran se detuvo, generando con ello el mismo efecto en sus compañeros. -¡Hola, Shin-chan!-

-¡Hola, hola!- El avistado portaba un estuche de platillos bastante grande que, además, parecía estar muy cargado. –Me alegra ver que aún no te han llevado- le dijo a Inoue, revolviéndole el cabello con familiaridad.

-Ni digas…- musitó entre dientes el más bajo, para luego suspirar leve y preocupadamente. Sin embargo, al momento levantó el rostro y sonrió de nuevo con su sempiterno dejo inocente. -¿Qué traes ahí? ¿Son esos los platillos de Minato-sama?-

-Así es. Tengo que llevarlos a rectificar porque quiere dejarlos de repuesto, aunque acaba de comprarse un juego nuevo- Yamada miró a los demás. -¿Les molesta acompañarme antes de ir a casa de Ino-chan? Sólo será un momento.-

-No, claro que no. Vamos- repuso su mejor amigo en representación de los demás. –De todas formas, hace una tarde tan bonita que está como para dar un paseo.-

       Los cinco se pusieron en camino de una de las tiendas de música que había en el centro de la ciudad, en la cual también reparaban instrumentos. El cielo, aunque se había cubierto un poco, no amenazaba con soltar un repentino chaparrón o una de esas lluvias que comienzan con ligera garúa hasta hacerse implacables, sino que permanecía tranquilo. De vez en cuando se filtraba un rayo de cálido sol vespertino por entre las nubes, iluminando la entretenida plática de los colegiales.

-Oye, Shin, ¿y qué tal es tener a los Dead End como jefes, eh? Cualquiera pensaría que son muy exigentes, viendo que con sólo dos días de estar con ellos, ya te encargan un trabajo como ese…- J, sonriendo, enarcó una ceja luego de hablar, aprovechando la parada obligatoria que debían hacer para esperar a que el semáforo cambiara.

-Mmm… en realidad son bastante llevaderos y muy condescendientes, ¿saben? Es cierto que Minato-sama se preocupa por que todo esté en su lugar y las cosas se hagan a tiempo, pero él mismo nos suele pedir que nos tomemos un descanso. Yuuji-sama está siempre concentrado componiendo, pero es amable; y a Joe-sama le encanta tener gente cerca. A decir verdad, es absolutamente permisivo con nosotros.-

-¿Y qué hay de Morrie-sama?- intervino Ryuichi, mirando a los otros a su vez cuando éstos dirigieron a él sus ojos. –Digo, no dijiste nada de él y eso es un poco extraño…-

       El castaño de maciza complexión sonrió de lado, cargando de nuevo los platillos una vez que el semáforo se puso en verde y la barda se alzó.

-A Morrie-sama casi nunca se lo ve… Se la pasa encerrado en su cuarto, muy ocupado “atendiendo” fanáticas…-

       Todos se dedicaron atisbos cómplices y pícaros al escuchar las palabras del joven baterista, y rieron luego; todos, excepto el confundido pelinegro mayor, a quien no le encajaba la descripción que del líder de sus más grandes ídolos se le presentaba. Sugizo ladeó la cabeza, observándolo.

-Oh, vamos, Ryuichi-kun… ¿qué esperabas? Es un rockstar, después de todo. De los más grandes de Japón, probablemente…-

       Shinya se detuvo frente a la tienda, una vez que llegaron.

-Aun así, el par de veces que lo vi me saludó y fue cordial. ¡Ya vuelvo!-

       Los cuatro chicos restantes se quedaron afuera del negocio, ocupándose de inmediato en actividades muy distintas. La atención de Yasuhiro y de Shinobu fue acaparada totalmente por las vidrieras más exteriores así como por los instrumentos y artículos que estaban dentro del lugar, y ellos intercambiaban interesadas impresiones sobre cuáles modelos de guitarras encontraban más llamativos. Onose, por su parte, escuchó con hastío cómo rugía su estómago, al tiempo que se recargaba en la pared. Kawamura lo miró.

-¿Tampoco pudiste almorzar?-

       El más alto negó con la cabeza, y en sus labios se dibujó un mohín desanimado.

-Llegué a mi casa y me encontré con que mi hermana estaba ahí y que quería llevarse el bajo, así que tuvimos una pelea y ya no me dio tiempo de comer…-

       Ryuichi dirigió sus ojos a Sugizo, para devolverlos luego al rubio. Instantes después, arrugó un poco el entrecejo.

-Pensé que el único de ustedes que tenía hermanos era Ino-chan…-

-Lo que sucede es que Mika es mi medio hermana, es mucho mayor que yo y no vive conmigo… Así que de cierta manera, también soy hijo único.-

       Shinobu, quien a pesar de estar concentrado en otra cosa había escuchado también los últimos comentarios, pareció salir de un estado hipnótico al reaccionar –un poco tarde en la opinión de todos- a las primeras palabras de su blondo amigo. Se volteó, pero conservaba la mano aún sobre el cristal de la ventana.

-… ¿El bajo? No la habrás dejado, ¿o sí?- dio unos pasos hasta acercarse al mayor, con semblante preocupado. -¡Mika-san no puede hacernos esto ahora!-

-Desgraciadamente, sí puede. Es suyo.- Jun torció los labios y luego bajó la mirada, llevándose la diestra a la nuca para rascársela nerviosamente. –En realidad, yo nunca se lo pedí, sino que como lo había dejado en casa, sólo lo tomé. Eso fue lo que me molestó cuando dijo que se lo llevaría, porque no lo necesitó durante todo este tiempo y dudo que lo haga ahora…- el chico alzó el semblante finalmente, dirigiéndose al pelirrojo y a Inoue –Pero no se preocupen; logré convencerla. Me lo va a vender barato.-

       Los tres se miraron ya más tranquilos, dando fin a la preocupación. Kawamura, por su parte, sentía que se había perdido de algo.

-Ustedes… ¿van a hacer una banda?-

-Pues si Shinya se decide alguna vez a tomarnos en cuenta, sí- rió Sugizo, acercándose a la entrada de la tienda una vez que observó que el castaño regresaba. –Ah, y si encontramos un vocalista, claro está.-

-¿Vieron que era rápido? Ahora sí, ¡vámonos! Pero antes…- Yamada hurgó en sus bolsillos –¡Mira, Ino-chan! ¡Mira lo que les traje a Juni y a Mako!-

       Su intención era sacar de su pantalón holgado un par de barras de chocolate, pero terminaron cayéndosele todas las que tenía guardadas, que eran muchas. Inmediatamente, Sugihara se fue sobre su hermano de infancia, al no poder creérsela.

-¡Ah, gordo egoísta! ¡Pero con tantos chocolates y no pensabas invitar a tus amigos, eh! ¡Sólo por quedar bien con los enanos! ¡Apuesto a que el resto ibas a comértelo tú solo!-

       La risa fue general al ver al pelirrojo tirando del cuello de la camisa de su mejor amigo mientras le recriminaba todas aquellas cosas a viva voz, al tiempo que el otro intentaba hacer que lo soltara. Shinobu se hincó para recoger un par de las famosas barras de chocolate, mirando detenidamente la envoltura cuando las tuvo en la mano.

-¡Vaya, son suizos!- exclamó, haciendo que Yasuhiro se detuviera por un instante y los demás voltearan a verlo. -¿De dónde los sacaste, Shin-chan?-

-¡Peor todavía!- gritó el mayor de todos, reanudando los tirones. -¡Te gastaste todo el salario en golosinas carísimas y de nosotros ni te acuerdas!-

-¡Ahhh, Sugizo, suéltame!- reclamó finalmente el castaño, apartándose con brusquedad del agarre. -¡Me los regaló You-sama; yo no gasté ni un yen en ellos! ¡Eres un latoso!-

       El baterista bufó molesto, mirando al mayor con gesto torvo y acomodándose la camisa. Éste, por otro lado, se mantuvo en silencio, bastante apenado por el escándalo que había armado. Lo que Sugihara no notó fue que unas cuantas personas se habían detenido en la acera para averiguar a qué obedecía tal jaleo, así que cuando por fin lo advirtió, se le pusieron las mejillas casi tan rojas como su cabello. Con todo, se volteó hacia los mirones, enfrentándolos y conminándolos a seguir en lo suyo, tras de lo cual les exigió a sus amigos continuar con su camino; que de no hacerlo, se les iría todo el día en la calle.

-Parece que You-sama y los demás ya se hartaron de tanto chocolate- comentó Inoran tras darle una mordida a su barra, ofreciéndole luego un poco a Ryuichi. -¡Está delicioso!-

-¡Ja, ja, ja, sí! Me dijo que las chicas eran una cosa rara… ¡Que de comerse todo lo que les regalaban, acabarían rodando! Pero bueno, para eso estamos los roadies, ¿no?-

       La presencia de Shinya era un constante motivo en aquel grupito para nunca dejar de reír. Sus comentarios y chistes siempre llegaban en los momentos más indicados –ya fueran éstos tensos o relajados- y lograban que la situación mejorara o se mantuviera siendo buena. En resumen, podía decirse con verdad que el sociable castaño era el alma de aquellos amigos, y donde Sugizo parecía ser la mente, Jun la fuerza; e Inoran, el corazón. No obstante, aún faltaba la voz.

       Los cinco se detuvieron una vez que la casa de Inoue estuvo a sólo metros y se podía divisar de frente, pues se hallaba al fondo de una calle sin salida. De pronto, el portón de la vivienda se abrió y dos chiquillos –uno de unos diez años y el otro de ocho- salieron corriendo en dirección de los colegiales, todavía llevando pantuflas. El mayor de los críos se abalanzó sobre Yasuhiro y Shinya, mientras que el más pequeño se le echó encima al rubio ojinegro; ambos visiblemente alegres por la llegada de los jóvenes.

-¡J-oniichan, bienvenido!- exclamó la criatura, abrazando a Onose con fuerza mientras que su hermanito hacía lo propio con el pelirrojo y el castaño. Shinobu se colocó las manos en la cintura, fingiendo un falso enojo.

-¡Mocosos vendidos! ¡A su verdadero hermano no lo salen a recibir, verdad?-

       Acto seguido, tomó a Junichiro, que era el más grande, y comenzó a restregarle el puño en la cabeza; a lo que el chiquillo se quejó, tratando de apartarse. Estando ya bastante despeinado, señaló al menor.

-¡No es cierto, oniisan! ¡Makoto hasta te trajo las pantuflas!-

       El pelinegro volteó a ver a su hermanito menor, quien, en efecto, portaba en las manos sus zapatillas de Totoro, las cuales habían sido un regalo de Jun para él, ya que el de melena oscura adoraba al tierno personaje. Sus mejillas se colorearon con un tenue arrebol, y lentamente dejó ir al pequeño.

-Gracias, Mako-chan… Pero ustedes saben que no deben salir a la calle así- indicó, dándoles a entender que debían recordar que las pantuflas eran sólo para estar dentro de la casa. –Mamá los regañará.

       Dijo aquello casi como si adivinara la presencia de su madre, pues en ese instante la señora se asomó a la puerta al llevar un rato sin escuchar a sus hijos menores.

-¿Niños? ¡Otra vez salieron sin ponerse los zapatos! ¡Ah, ya llegaste, Shino-chan!- Ella cruzó hasta el límite del portón y levantó una mano para darle la bienvenida al grupo, sonriendo y olvidando el enojo de hacía unos instantes. -¡Hola, chicos! ¡Por favor, pasen!-   

       Los colegiales y los más pequeños se acercaron: los mayores, saludando respetuosamente a Inoue-san. A Jun, no obstante, la madre de su mejor amigo le dio además un cálido abrazo. Cuando le tocó el turno al pelinegro de ojos cobrizos, Inoran tomó la palabra.

-Mamá, enanos: él es Ryuichi Kawamura, nuestro nuevo amigo.-

       El aludido se inclinó ante el semblante complacido de la mujer, quien le devolvió el gesto.

-¡Qué lindo!- se admiró la mayor, acercándose más al muchacho para observarlo mejor. -¡Bienvenido, Ryuichi-kun! Siéntete como en tu casa.-

       Luego de que todos se hubieron quitado los zapatos en la entrada y llegaron a la sala, la madre del pelinegro llevó de la cocina unas bandejas con refrescos, golosinas y galletas. A leguas se notaba lo complacida que se encontraba de que los amigos de su hijo estuvieran en su casa.

-¿Este es tu primer año en esa secundaria, Ryuichi-kun? Es que se me hace raro que ustedes apenas se vengan conociendo.-

-Sí, señora. Lo que sucede es que yo soy de Yamato, y fue hasta hace unos meses que me mudé a la ciudad con mi madre…-

-¿Adónde queda Yamato, Ryuichi-oniisan? ¿Es muy lejos?- preguntó Makoto, tendiéndose tranquilamente en el regazo del chico mientras observaba con atención una de las galletas, como dudando de si morderla o no. Su madre estaba a punto de decirle que se sentara y que no incomodara al invitado, pero en eso, se escucharon unos ruidos en el segundo piso. Inoran recordó inmediatamente el principal motivo de la visita de sus compañeros.

-Okaasan… ¿Papá ya llegó?- el adolescente arrugó ligeramente el entrecejo, poniéndose un poco nervioso. -¿Alguien llamó… preguntando por él?-

       Justo en ese momento, el hombre descendió por las escaleras. Habiendo oído la pregunta de su hijo, se detuvo en uno de los peldaños.

-Sí llamaron. Llamaron de la Tokyo Pop, Shinobu.-

       Toda la sala se quedó en expectante silencio, aguardando a que el padre del pelinegro terminara de bajar. Ryuichi, como era el único que no lo conocía, se sintió un poco intimidado por dicha actitud, pues además miraba de reojo la preocupación de su amigo.

-¿Y tú qué les dijiste?-

       El padre se apoyó en el barandal de la escalera. Era alto, delgado y usaba lentes; pelinegro, como su mujer y sus hijos. Si hubiera que haber elegido a cuál de todos sus vástagos se parecía más, sin duda la mayor semejanza con él la poseía Junichiro, el hermano de en medio. No obstante, los tres guardaban mucho de sus facciones, aunque Inoran era indiscutiblemente el vivo retrato de su madre. Kiyonobu-san suspiró.

-Les agradecí por su gran interés y su tiempo, pues me contaron que incluso fueron a buscarte al colegio, y les di los nombres completos de Juni y Mako…- a esa altura de la respuesta, el pobre Shinobu sentía su corazón latir rápidamente al temerse lo peor, y sus acompañantes ya arrugaban el ceño y se miraban unos a otros, pensando que, desgraciadamente, no habría vuelta atrás ante aquella decisión -… para que los tengan muy presentes y nunca en la vida me vuelvan a llamar con motivo de semejante disparate. Jamás, mientras esté en mis cabales, sería capaz de poner a ninguno de mis hijos en manos de un sinvergüenza que sea como el asqueroso de Kitagawa[1]…-

       El semblante del pelinegro de brillantes ónices se iluminó por completo, y en sus labios bellos y angulosos lució una gran sonrisa. Los cuatro adolescentes restantes respiraron aliviados, celebrando la respuesta con algarabía y más sonrisas, mientras que el hombre se sentía complacido de atestiguar la sincera amistad que existía entre los jóvenes. Su esposa, quien también estaba contenta con la noticia, se dirigió a él.

-¡Kiyonobu, cariño! Ese chico tan adorable es Ryuichi Kawamura, el nuevo amigo de los muchachos. Es de Yamato, igual que tú.-

       Al oír que lo presentaban, el colegial colocó al pequeño Makoto en el regazo de Jun, se levantó rápidamente y se inclinó ante el padre de su amigo, sin poder evitar mostrarse un poquito apenado por el cumplido de la extrovertida señora.

-¡Mucho gusto, Inoue-san!-

-Bienvenido, jovencito- repuso el mayor, inclinando la cabeza levemente a su vez –a mi casa y a la ciudad. Espero que todo haya ido bien hasta ahora.- El interpelado asintió, tras de lo cual el padre de Shinobu saludó a los demás por sus nombres, de forma familiar, hasta que le tocó el turno al rubio. A él se dirigió displicentemente por su apellido, como siempre lo hacía, y después se retiró.

       Onose se volteó molesto; si bien eran años de lo mismo, no lograba acostumbrarse. Amane Inoue-san se acercó a él luego de tomar su vaso y el del castaño.

-No te preocupes, Jun-chan. Ya sabes cómo es… ¡Oh, queridos, pero si se lo han bebido todo! No se preocupen, les traeré más refrescos.-

       Y como cabía esperar con semejante atención, el resto de la tarde transcurrió entre galletas, golosinas y los chocolates de Shinya, los cuales hicieron las delicias de Junichiro y de Makoto. Ya más tranquilos respecto del futuro de su amigo –y sin saberlo todavía, del suyo propio- los cinco camaradas compartieron largas horas de diversión y extendidas pláticas, incluso hasta después de que los niños fueron a acostarse. Ya más entrada la noche, cada uno retornó a su hogar.



[1] Johnny Kitagawa es un reconocido productor de boy bands en Japón, el cual ha estado en el negocio por más de cuarenta años. Entre los grupos más famosos y reconocibles en la actualidad de cuantos ha estado a cargo, figuran Arashi, SMAP y KAT-TUN, pero la lista, como cabe esperar, es enorme. No obstante, la información que circula sobre él en la red y las menciones que hay al respecto en el libro de Taro Greenfeld, aseguran que este estadounidense de origen nipón ha enfrentado varias demandas por acoso sexual y pedofilia, en las que los ofendidos fueron ex protegidos suyos.

Notas finales:

Como también estarán enteradas, la actualización coincidió un poco con el lanzamiento del nuevo álbum de los Luna, A Will, que fue el miércoles anterior. No obstante, creo que esto no es ni necesario decirlo, porque el Pollo bien que nos tenía al tanto del asunto por facebook... ¿no, Dayanita? XD

¿Que cuáles son algunas de mis reacciones al capi? AMODORO profundamente la parte del desmadre con la Sánguche, el gordo y los chocolates como ustedes no tienen una idea *W* <3 skldjslkdsdsj Sinceramente, no sé cómo le hace Shinyita para soportarse a esa marica tan necia, ¡pero es que yo también daría lo que fuera por tener una así! xD

Finalmente, y para que no se crean que Aoi es el único chino pendejo al que le agarra la majadería de estar fregando la paciencia en las redes sociales, la reacción de mi hermana ante la de nuestro pollo y su condenada cuenta regresiva para lo del disco:

"Inoran es muy hijo de puta y ahora es que me vengo a dar cuenta. Con razón tiene esa carita: es para camuflar la maldad interna. Será cabrón."

XDDDDDDDDD


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