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I want your love por metallikita666

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Notas del capitulo:

Por favor, asegúrense de que la protección de sus asientos esté correctamente ajustada, porque la de hoy indudablemente será una montaña rusa de emociones...

       Los cinco amigos se relajaban en la espaciosa sala de la casa del baterista, mientras que D’erlanger aún sonaba a gran volumen en el tocata. Rodeados de latas de cerveza, botellas de sake y vodka, y cajetillas de cigarros, se habían acomodado en los sillones y sobre el suelo para mayor comodidad. Ya era casi media noche.

-Oh, vamos, Shin-chan… ¡Cuéntanos!- dijo un ligeramente adormilado Inoran, quien se encontraba en esa entendible condición después de unos cuantos tragos, siendo que nunca tomaba demasiado. –No vamos a tener que esperar hasta que sea tu novia… ¿o sí?...-

-Nada de eso, Ino-chan. Estoy demasiado joven como para pensar en sujetarme a alguien de esa manera…-

       El anfitrión estiró los pies para acomodarse mejor sobre los cojines, alcanzando luego el cenicero que estaba a un costado de Jun, quien lo había acaparado por obvias razones. El alto rubio daba una profunda calada a su tabaco, manteniéndose en silencio y con el atisbo puesto en los demás. Sugihara, por su lado, miró a su extrovertido mejor amigo con cierto recelo; el mismo que mostrara horas atrás, al verle aparecer tan sonriente tras algunos días de incomunicación.

-¿Estás seguro de lo que dices?- preguntó el pelirrojo. -Casi que podría decirse que el Shinya que llora con los dramas de las películas no es el que está hablando…-

       Entonces, el interpelado desvió la mirada con cierto aire molesto.

-Ah, no jodas, Sugizo…- Tomó el cigarrillo y lo colocó entre sus labios, acercando la llama del encendedor para prenderlo. Luego levantó el semblante de nuevo, pero sin colocar el atisbo al nivel del de su coetáneo. –Y antes de seguir hablando tanta bobada, deberías terminarte eso…-dijo, cogiendo la lata de cerveza ajena para después empinarse su contenido. –Quedan muchas más en el refri.-

       Kawamura se removió ligeramente cuando el castaño se volvió a acomodar como estaba, pues éste mantenía parte de una pierna sobre las del menor. El chico pelinegro se rascó los ojos, haciendo ademán de querer incorporarse.

-¿Pasa algo, Ryuichi-kun? ¿Te sientes bien?- inquirió Yasuhiro, mirando a su kouhai.

-Sí, es sólo que ya tengo demasiado sueño. Me iré a acostar. ¿Está bien en la habitación del fondo, senpai?-

       Yamada asintió, dándole al menor lo que quedaba en una de las botellas de refresco que habían utilizado para ligarlo con el alcohol, mientras sonreía ampliamente.

-Toma, por si te da sed dentro de un rato o en la mañana. Te juro que luego me lo agradecerás.-

       Ryuichi hizo como le dijera el de robusta contextura y se encaminó a la recámara más alejada, que era la de visitas, la cual estaba cerca del baño. Dejó la botella sobre el suelo, a un lado del futón que de manera perezosa acabó de estirar, y finalmente tirar por ahí las pantuflas. Consiguió dormirse minutos después de que se tendiera.

       No obstante, entrada la madrugada su sueño se volvió más ligero; y si bien no estaba completamente despierto, pudo notar unos sigilosos pasos que se acercaban al baño. Oyó que abrían y cerraban el grifo, pero a los segundos se escucharon las pisadas de alguien más; que debía serlo pues caminaba de distinta forma que la primera persona, y haciendo mucho más ruido. Ello acabó de despabilar al pelinegro.

-Jun… no. Aquí no… Por favor, suéltame…-

       El murmullo fue acompañado por unos levísimos jadeos. El de Yamato estaba seguro de que se trataba de Inoran.

-Shhh… Ya todo el mundo… se acostó. Vamos… No te hagas el difícil…-

-¡Que no!... ¡No me toques!-

       La tenue voz intentó seguir siendo baja a pesar de la determinación con que había dicho aquello, y luego de eso se escuchó que azotaban la puerta del baño contra la pared. Kawamura pudo sentir la presencia de aquellos dos jovencitos mucho más cercana entonces: ambos estaban en la misma habitación que él.

-Ah, mi amor… ya no te queda bien seguirte comportando… como cuando eras virgen… Eso quedó atrás… hace mucho tiempo…-

       Ryuichi continuó fingiendo que dormía, aunque no supo si por creerlo una estrategia o porque estaba absolutamente pasmado debido a lo que acababa de escuchar. El pequeño bombillo de la luz guía que había en el baño permitía discernir la silueta del rubio junto a la de su amigo; éste último siendo presa de húmedos besos en su cuello.

-C-cállate, que vas a despertar a Ryu-chan…- Shinobu continuaba resistiéndose; escabulléndose hacia atrás en aras de lograrlo. Su tono se escuchaba nervioso y acongojado, ya que cada vez estaban más cerca del supuesto durmiente. –Y-y ya te dije que t-te quites…- Inoran dio con el suyo en el pie de Ryuichi, acabando por desesperarse súbitamente. -¡Que te quites, maldita sea!-

       A uno con el grito, J cayó al suelo debido al empujón que le propinó el más bajo. Inmediatamente, alguien más prendió la luz y todos se encandilaron.

-Imbécil… ¡ya sabía yo que estabas esperando el mejor momento para fregar a Ino-chan!-

       Sin darle tiempo siquiera de que lo reconociera, Sugihara se abalanzó sobre Onose, asiéndolo del cuello de la camisa para encajarle luego un puñetazo en la mejilla izquierda.

-Wake up, motherfucker[1]!!!-

       Los otros dos chicos se quedaron boquiabiertos, todavía atontados por el alcohol, la luz y el sueño. Tras el ataque, el mareado rubio se tomó el rostro y levantó la atónita mirada.

-¿¡Pero qué mierda… te pasa, Sugizo!? A mí nadie me golpea… ¡y luego se me queda viendo!-

       Redoblando el ímpetu con el que había sido agredido previamente, Jun arremetió contra la pálida faz de su senpai, perdiendo el equilibrio tras hacerlo. Luego de trastabillar, empero, logró dirigir su peso hacia el frente y patear al otro en un costado, evitando con ello que se levantara. A pesar del mareo que le producía la embriaguez, cayó a horcajadas sobre el pelirrojo y ya estaba a punto de seguirlo aporreando, pero los gritos de Kawamura e Inoue –y más exactamente, los brazos de ambos- lograron detenerlo. Como era de esperar, los menores no escatimaron en ruegos y voces para que Onose se contuviera, aun sabiendo que se encontraban a deshoras.

       Instantes después, Shinya apareció en la puerta. 

-Pero… ¿¡qué demonios creen que están haciendo?!- exclamó Yamada, sin dar crédito a lo que veía: el rubio forcejeando por zafarse del agarre de ambos pelinegros, y el mayor de todos aún ocultándose tras sus brazos cruzados; ambos contendientes con la cara hinchada.

       El anfitrión caminó unos pasos hacia el grupo y, apretando los párpados con rabia para luego tomarse la frente, masculló

-…Sepárense inmediatamente o no respondo…-

       Jun, Inoran y Sugizo -quienes sabían perfectamente que su rollizo camarada no solía amenazar ni enojarse, pero que las poquísimas veces en que aquello sucedía realmente eran de temer- obedecieron en silencio. Los chicos de cabello azabache soltaron a J y se sentaron sobre el futón, mientras que el rubio se incorporó y, a duras penas, conservó el equilibrio para llegar de pie a recargarse en la pared más cercana.

       Sugizo se negaba a mirar a su mejor amigo a los ojos, avergonzado como estaba, pero su semblante dejaba adivinar que no cedería si se le intentaba inculpar por lo ocurrido.

-Ino-chan… ¿qué fue lo que sucedió aquí?- el baterista suspiró con pesadez. Tanto Onose como Yasuhiro continuaban cabizbajos.

-Me levanté para ir al baño…- comenzó el más pequeño, desviando la mirada. Se sentía evidentemente incómodo de tener que ser el que diera las explicaciones, pero sabía que Shinya no querría escuchar nada de labios de ninguno de los otros dos. -Y cuando ya estaba por regresar… me percaté de que Jun me había seguido…-

-¡El maldito bastardo lo estaba acosando!- interrumpió el pelirrojo, quien ya no podía contenerse. -¡Ni siquiera le importó que fuera en la habitación donde estaba durmiendo Ryuichi-kun! ¡Maldición; díselo, Inoran!-

-¡Cállate, Sugizo! ¡A ti nadie te está preguntando!-

       El roadie acompañó aquella exclamación con una mirada fiera; la cual, no obstante, le fue devuelta y aun sostenida por el mayor de todos. Pero Sugihara sabía que, dijera lo que dijese, nada podría excusar su comportamiento de aquella noche. Aunado a todo, conocía muy bien cuál era la opinión de su hermano de infancia respecto del asunto que estaba detrás de todo eso, por lo cual sólo pudo dejar que las lágrimas invadieran sus orbes marrones en cruel silencio.

-Ve tú a mi cuarto- le dijo el castaño finalmente a quien acababa de amonestar. –J dormirá en la sala, y Ryuichi-kun, Ino-chan y yo nos quedaremos en la habitación de mis padres.-

       Kawamura e Inoue se levantaron, preparándose para seguir a Yamada, pero en eso notaron que éste se detenía y encaraba nuevamente a los dos restantes.

-Creo que no tengo que advertirles que se cuiden de que los vuelva a encontrar en las mismas…- sus ojos autoritarios hallaron por fin los del rubio, que se le habían estado escabullendo. –No los echo a la calle porque son mis amigos y porque es muy tarde, pero si hay una próxima vez, no dudaré en hacerlo.-

       Un rato después del incidente, en la recámara más grande de la casa, Ryuichi –a pesar de haberse tendido cómodamente al lado de la ventana- no sentía sueño. Las brumas de su estado anterior habían ido disipándose, por lo cual se dedicó a meditar acerca de lo ocurrido. Y tal parecía que lo mismo estaba sucediendo con los demás, pues tanto el ojinegro como el anfitrión se quedaron sentados y ninguno se decidió a apagar la luz.

       El ambiente estaba tenso: una cosa era saber que entre Sugizo y Jun había problemas, pero otra muy distinta, verlos venir a las manos por causa de éstos. Además, estaba el asunto de Inoran y la posición más bien distante que había asumido respecto del rubio hacía poco, luego del episodio en el colegio.

       Shinya volvió a suspirar; esta vez con preocupación. Empero, para su sorpresa, fue Shinobu quien entonces comenzó a hablar.

-Ya no sé qué hacer, Shin-chan…- el adolescente bajó más aún la cabeza y la colocó entre sus manos con pesar. Ryuichi se incorporó y fue a sentarse a su lado, poniendo la diestra suavemente sobre el hombro ajeno. No le gustaba ver al menor entristecerse. –No soy capaz de seguir soportando que Jun crea que me puede usar a su antojo sin que yo le reclame nunca nada…- la voz del pelinegro se quebró, tornándose muy lastimera. –Si lo hubieras visto… ese día en que se atrevió a decir con una sonrisa que entre nosotros dos jamás podría haber algo… Que él nunca se fijaría en un chico…-

       Shinya y Kawamura se miraron; ambos en silencio, cediéndole el espacio debido al menor para que pudiera normalizar su voz. Al momento, Inoran levantó el semblante deseando hallar el del baterista, quien entonces separó los labios.

-Pero es que Sugizo…-

-¡Lo hice, tú sabes que se lo dije!- prorrumpió el más joven de los tres, estrujando la frazada entre sus dedos. -¡Y porque sé que él todavía me quiere es que odio ver cómo se sigue preocupando por mí de esa manera, sin que yo lo merezca!-

       Shinobu resoplaba bruscamente, y la ira que sentía continuaba siendo patente en la tensión que poseían sus manos, cerradas en puños. Ryuichi llevó la suya al hombro contrario del chico, atrayéndolo a él para abrazarlo de lado; a lo que Inoue inclinó la cabeza hacia la izquierda, apoyándola en el pecho de su amigo.

-No quiero ni siquiera imaginarme qué va a pasar conmigo el día en que se le ocurra que quiere estar con una chica para aparentar, y que de mí se acuerde solamente cuando haya bebido…-

       Dicho eso, otro duro silencio reinó en el aposento. Inoran, aún recargado en Kawamura, mantuvo su vista baja. Sus ojos negros y profundos se quedaron fijos en la nada.

-En serio desearía poder querer a Sugichan. Sé muy bien que él jamás me negaría…-

       Fue entonces cuando el suspiro del castaño fue de gran pesar, y éste dirigió sus orbes hacia las cortinas que ondeaban suavemente a causa de la brisa que entraba por la ventana semiabierta. Realmente odiaba ser quien tuviera que decir aquello, pero en tales circunstancias, no quedaba otra opción.

-Tal vez sea tiempo de demostrarle a J que ser él a quien tú amas, y que una vez lo hayas preferido a la sinceridad de Sugizo, puede no serle suficiente de aquí en adelante…-



[1] Para quien no lo sepa, esta que aquí irónicamente se encuentra en labios de Sugizo, es la frase distintiva de Jun Onose. Dicho eslogan le ha valido ser conocido también como Mr. WUMF.

Notas finales:

Y bueno, mis niñas, ¿qué tal? ¿A quién le gustaría estar en la posición de Inoran? En realidad, creo que ninguna de las cinco es envidiable.

Pero los amigos están para quererse, apoyarse y ayudarse; y la cabeza, para ser usada. El punto del viaje es descubrir cuánto tiempo nos tomará lograr esto último.


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