Cap. 13.- Los secretos no están a salvo.
No hay que dejar cabos sueltos y Alice es uno de ellos. No importa que sea mi mejor amiga y la hermana que nunca tuve, ella podría anticipar cada uno de mis pasos ahora que mi futuro no está al lado de mi esposo.
Es por ello que Charlie y yo nos encontramos en la casa de la familia Uley.
No siento el olor de Sam fresco así que solamente se encuentran en casa Emily y el pequeño Richard; el hijo de casi dos años del líder de la manada.
Las pocas veces que he visto al pequeño he notado que es un niño encantador, tan parecido a los habitantes de La Push; piel encantadoramente rojiza y cabello increíblemente negro; y tan vivaz. Jacob me contó que ya caminaba perfectamente al año y que por ello se metía en cada problema… el consentido de mamá y papá al ser el primogénito deseado.
No quisiera conocer el dolor desgarganté de Emily al darse cuenta de lo que haré. Yo también soy madre pero nunca sentiré ese dolor, yo solo quería ser vampiro pero sabía que Edward no me convertiría hasta que la muerte estuviera rondandome cerca, así que recordé una clase de mi escuela en Arizona… Íncubos, eso fue lo que dijo el maestro sustituto. Él también era un vampiro y tenía un don, el control de sus propias emociones, es por ello que podía trabajar con adolescentes hormonales. Así que cuando vi a Edward supe de inmediato que esos ojos dorados no los tenía cualquiera y que esa era mi oportunidad, que tenía que tomarla. Embarazarme de Edward fue una jugada maestra pero arriesgada.
Yo nunca amé a mi esposo y nunca quise tener a mi pequeña hija, pero tuve que soportarlos por años y la maldita indecisión de Edward.
Pero todo acabó cuando comencé a notar los suspiros enamorados, las miradas desviadas y los sonrojos por parte de Jacob a Edward, podía ver que mi hermano se había enamorado perdidamente, había encontrado a su pareja destinada… a su imprimación en mi marido, la cual no era tan fuerte al ser ambos hombres y ninguno poder engendrar. Pero los quileutes tienen grandes leyendas que son ciertas en algún punto.
El consejo quileute jamás debió haberme confiado estas historias, que de ser ciertas, el descendiente de Taha Aki convocó a Qahla y a Pititchu para lograr lo impensable, engendrar a un pequeño lobo… Kwaiya, protector y guardian de los hijos de los lobos, engendrado por dos lobos y una gran amenaza si es cierta su leyenda.
Richard estaba en el patio junto a un pequeño perro con el que jugaba tranquilamente, hasta que este me olió y comenzó a gruñir. Podía escuchar a Emily cerrando la puerta del refrigerador para asomarse por la ventana para revisar a su hijo-
-¡Ricchi!, entra a la casa, pronto estará el almuerzo- fue lo único que dijo después de echarle un vistazo al animal que seguía gruñendo a mi dirección-debe ser una ardilla.
Fue lo que le escuché decir. ¡Oh! Querida Emily, si tan solo prestaras un poco más de atención te darías cuenta que no es una indefensa ardillita de la que te está advirtiendo tu pulgoso animal.
-Si -el niño se acercó a su perro con una pala en la mano, si iba a hacer algo debía ser ahora. Con mi rapidez vampírica me acerque a ambos sin que el enano se percatara, solo supo que su perrito cayó al suelo dormido aunque le resultara cómico que cayera con el hocico abierto y los ojos abiertos mirando a la nada y que alguien lo tomaba.
Su risa llenaba todo el bosque a nuestro paso, los cabos se estaban atando, solo nos quedaba un sitio al cual visitar antes de hacer la jugada maestra. Regresé al auto donde Charlie nos esperaba, podía ver su manzana de Adán subiendo y bajando al contacto con el olor del niño, sintiendo su ponzoña acumularse en su boca; como ansiando su sabor, querido padre, claro que me agradaría tanto darte a este mocoso, pero es tan necesario para continuar… para que este lugar nunca llegue a nosotros, para olvidarnos de los que habitan aquí… para vengarnos cuando el momento adecuado llegue.
-tranquilo Charlie, es solo un niño… no tiene la suficiente sangre como para saciar tu sed. Además es alguien que conoces… es Ricchi, nunca le haríamos daño a Ricchi, el hijo de Sam.
Trato de calmar a mi padre que gruñe hacia el niño que coloco en el asiento trasero, aunque se sorprende al saber de quién se trata nuestro pequeño invitado pero aun así no dice nada.
Richard ya no muestra una sonrisa candente como cuando estaba en el patio de su casa, sabe que somos un peligro y los malos del cuento… conoce lo que somos y que no somos precisamente vegetarianos, que el señor policía que una vez lo cuido una noche ya no lo protegerá y que la señora que lo visito con una bonita niña lo alejo de su mami. Así que su única propuesta es llorar amargamente pidiendo el socorro de su madre o su padre, socorro que no llegará jamás aunque se tire en el asiento trasero pataleando.
Solo arranco el auto, es algo tarde y hay que darnos prisa, tengo una visita más que hacer antes.
Port Ángeles es el siguiente destino, J. Jenks nos espera, sabe que si es alguien de la familia Cullen, a la que tanto teme, quien le pide un trabajo este debe ser hecho de la mejor calidad y al menor tiempo posible.
-papá… esta tarde saldremos del país, es necesario que no hagas nada extraño que pueda alertar a las demás personas… debes contenerte. Todo debe ser por un bien mayor.
Detengo un suspiro, por lo pronto todo va bien, ya puedo celebrar la victoria, pero aún no es tiempo, no sea que la diosa Fortuna se moleste con nosotros y detenga los eventos fortuitos deparados para este día; es necesario que todo siga con forme al plan. La velocidad del auto no es problema, tantos años con los Cullen me han hecho amarla, es por ello que en menos de lo que tenía asegurado hacemos el arribo hasta la oficina de Jenks. Bajo con el niño en brazos, ya que se durmió por el cansancio y no podía asegurar que Charlie no le hiciera nada mientras atendía mis asuntos.
La pequeña oficina de Jenks ha cambiado al paso de los años, ahora tiene nuevas oficinas. Puede heredar el negocio a su hijo y al de su socio, aquel que conoció a Jasper hace tanto tiempo. El entrar a ese lugar es como la primer vez que lo hice, pero lo que Alice no vio es que esa vez no salí con pasaportes para Renesmee y Jacob, sino que eran papeles falsos para mí, por si algo en esa lucha salía mal yo podía escapar o unirme a la guardia de los Vulturi, lo que más conviniera a mis intereses. La secretaria me anuncio.
Al cerrar la puerta me acerque hasta el escritorio donde había un sobre manila donde se encontraba mi encargo y detrás de este Jenks con una prominente barriga que había adquirido hace poco. Tome el sobre tranquilamente y observe su contenido, el trabajo era impecable, tal como lo requería.
-buen trabajo… no escuchara de mí en un largo rato, espero que nunca. Nadie me ha visto en este lugar y no nos hemos vuelto a ver desde aquella vez hace varios años.
-como diga señora- hace un asentimiento con la cabeza concordando conmigo. Alice jamás debió compartirme este secreto, ahora puedo ser quien sea en donde sea. Ella debería saber que los secretos están a salvo conmigo… pero para mí conveniencia; no por nada ha sido quien me ayudó con mis aventuras.
-su pago señor Jenks. Su trabajo ha sido… gratificante durante todo este tiempo.
Es lo último que le digo antes de dejar otro sobre sobre el escritorio y abandonar la sala; de todas formas ese hombre ya no me sirve, según la experiencia que aprendí de Carlisle el corazón latía de una forma diferente cuando se tiene una enfermedad y no necesito ser mi querida Alice para saber que a él le quedan pocos meses o semanas de vida.
Charlie nos espera paciente en el asiento del copiloto. Todas las piezas están en su lugar, como si fueran un puzzle perfecto. Vuelvo a colocar a Ricchi en el asiento trasero notando como su temperatura corporal aumenta, así que sonrió complaciente, su lobo interno sabe que hay peligro, solo espero que soporte recibir su herencia, sino todo esto no servirá para nada.
Enciendo de nueva cuenta el automóvil y esta vez también el radio; coloco uno de mis discos. Es un momento perfecto para escuchar Coldplay mientras nos dirigimos al aeropuerto… nuestro tiempo aquí se ha agotado, es hora de empezar de nuevo hasta que sea propicio regresar al punto de inicio.