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BREAKOUT por sleeping god

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Notas del capitulo:

Una enorme disculpa por la aun más grande tardanza así que espero me disculpen con el largo del capítulo.

Te dije que te devoraría, cobarde.

¿Quién dice eso?

Yo, imbécil ¿Quién más?

¿Y quién eres?

Eso depende de ti.

¿Quién quiero que seas?

No, de quien eres tú.

No lo sé, Pantera, dime quién eres tú para saber quién soy yo.

¿Cómo preguntas eso, Grimmjow? Eres un idiota, es lo que yo sé.

Entonces estamos jodidos.

¿Estamos? No hables en plural.

¿A qué te refieres? Somos dos personas distintas.

Sí, tienes razón. Me gustaría olvidarlo por un momento.

¿Cómo podrías olvidar algo así? Somos muy diferentes.

Demasiado, por eso deberías dejarte devorar.

O tú podrías permitirte sentir.

Algún día…

Quizá…

Seamos devorados.

Despierta, ahora, que me estás preocupando.

¿Qué?

Amor, Grimm, despierta.

No me llames de esa forma, ni que fuéramos…

-Grimm, por favor ¿Estás bien?—la luz es demasiada, veo muy borroso el blanco de su piel, aunque alcanzo a distinguir que hay más personas que Ulquiorra.

-Ulquiorra—susurro, intentando sentarme para calmarlo pero me duele un poco el cuerpo, lo peor es la cabeza.

-No te muevas. Estás herido—cierto, pelee contra Pantera.

-¡¿Estás bien?!— le cuestiono aprisionándolo de los hombros, recordando el motivo de la lucha— ¡¿Te lastimó?!

-¿De qué hablas?—pregunta silábicamente.

Claro, sí, es eso. No sabe que volvió a hacer eso con otra persona que no soy yo.

-Es que estuvo haciendo cosas sin mi permiso y temí que te hiriera—no puedo… decirlo.

-Estoy bien—me abraza y Renji me recrimina no decir la verdad así que agradezco que Starrk se interpusiera en el camino para poner su mano en mi espalda.

-Habrá que mantenerte medicado ¿Cuántas pastillas son?

-Son…—que rayos… no puedo recordarlo—Eran ¿Dos?

-¿Seguro?

-Son tres, Grimm—me dice Ulquiorra, extrañado porque mi rostro revela mi olvido.

-Tienes razón. Lo siento, es que me duele la cabeza—se marchan, dejándome con Renji a lo cual ya espero su reprimenda.

-¿Por qué no dijiste nada?

-¿Qué caso tiene? ¿Quieres que le diga que se acostó con mi cuerpo pero otra mente? ¿Qué se supone que piense? ¿Quieres que le recrimine el no darse cuenta cuando somos idénticos? No puedo, es mi culpa.

-No te digo que lo culpes sino que sepa.

-No hay necesidad—finalizo, metiéndome a bañar para quitar la sangre seca de mi cabello, limpiar la suciedad de mi cuerpo y nudillos, al salir me observo en el espejo por varios minutos, esperando ver una sonrisa hipócrita pero solo veo a un hombre asustado, con el cabello largo, mojado y mirada que apunta que gusta del piso—Pantera.

No responde ni nada, sin embargo me pesa la cabeza, como si cargara a una pantera dentro del cráneo.

-¡Hey, Grimmjow!—me llama Renji por algún motivo.

-¿Saldrás así?

-¿Qué?—me observo sin zapatos ni playera a mitad del pasillo.

-Ah, lo siento—me regreso con una risita.

-Que torpe eres, Grimmjow.

-Lo sé, lo sé—me pongo cualquier camisa y los tenis. Vuelvo a ponerme la mochila a espalda y vamos juntos.

Tomo clases normales, bueno, más o menos, es difícil concentrarse con esta pesadez.

-¡Grimm!—me saluda mi novio desde otra mesa del almuerzo con una gran sonrisa. No puedo evitar que pase por mi mente a Pantera dejándole esa alegría, tal como mi padre y por un segundo me congelo en mi camino hacia él, pensado que todos aquí, con sus miradas puestas en mí se burlan porque lo han tocado, todos y cada uno lo han tenido menos su propio novio—¿Grimm?—saco de mi mente la imagen de todos riéndose y vuelvo en si para sentarme a su lado.

-¿Almuerzas solo?

-Te esperaba. Toma, te hice esto—me entrega un cupcake con un lindo adorno de una fresa partida en cuatro, abierta como una flor sobre el merengue blanco.

-Gracias—le digo llevándomelo a la boca, disfrutando de ese aroma dulce y también el sabor que empalaga.

-¿No te parece muy azucarado?—me pregunta.

-No, me encanta—sonríe y hago lo mismo—Hice otros ¿Quieres que te los lleve?

Quiere ir a mi cuarto ¿Por qué siento miedo de estar a solas con él?

-Iré a nadar.

-Bien. Te veré más tarde—me da un beso y se levanta—Tengo examen así que iré a estudiar.

-Sí, nos veremos más tarde.

Ruego que Renji no vaya a salir con Rukia este día.

 

Después de cambiarme me meto a la piscina, sentándome en el fondo para aguantar la respiración y que la presión del agua me relaje, me encierre, me abrace. Escucho las burbujas levemente y cierro los ojos. Siempre he sido así, paz en la oscuridad, el silencio y la aplastante nada.

Abro los ojos para subir a la superficie, respirando agita mente porque me falto poco para ahogarme.

-¿Qué hacia este idiota casi ahogándose?

-Grimmjow—me giro por esa persona metiéndose al agua con sombrero y botas, llevándome tal sorpresa que no alcance a luchar cuando me introdujo las pastillas a la boca.

-Eso fue demasiado, Starrk.

-Pensé que olvidarías tomarlas.

Ni siquiera puedo decirle que no lo recordaba.

-Gracias—es lo que me sale mientras lo miran con extrañeza a su ropa vaquera como traje de baño. Me salgo y saludo a Hallibel, ella no me responde y se marcha ¿Qué le pasa?

Vuelvo a mi habitación sin cambiarme, simplemente no me apetecía y cuando entro mi novio ya me esperaba. Por suerte está hablando con Renji.

-Te dije que volvería pronto. Bueno, Grimmjow, ya le hice compañía así que me voy.

Se marcha sin hacer caso de mi mirada suplicante así que intento actuar con normalidad.

-Vienes mojando el pasillo—me informa Ulquiorra, sacando del cuarto de baño una toalla.

-No me di cuenta—me seco únicamente el cabello mientras saca una caja de regalo.

-Te traje los postres.

-Gracias—esa mirada, nunca antes noté lujuria en su forma de observarme… no, no sabe que busca a alguien más. Se acerca y me besa, a eso correspondo muy lentamente sin embargo mi semidesnudes lo ínsita al punto de creer que puede agarrarme la entrepierna. No puedo detenerlo o sospecharía así que colaboro en desnudarnos en la cama, él se gira y deja que me frote, todo va bien hasta que habla.

-Estás más tranquilo que la última vez—aprieto su cadera con ello y paro mi respiración que sentí se aceleraría por la ira.

-Sí, un poco—lo giro para calmarme con su rostro, sus ojos y sonrisa… burlona, no, sólo disfruta de estar conmigo pero no era yo, justo ahora espera un animal en la cama y yo debería emocionarme que sea la primera vez que nos juntamos en este sentido pero en vez de eso…

-¿Grimm? ¿Por qué lloras?—de odio, no me gusta odiar.

-Lo siento, me duele mucho la cabeza—me excuso, quitándome de encima de él y viene a abrazarme.

-No debí pedirte esto. Discúlpame. Te dejaré dormir—se levanta pero lo atraigo nuevamente.

-Quédate. No te vayas—le ruego para recordarme que es mío, no importa quién lo tocara es solo mío.

-Jeje, me aplastas, Grimm—mío. Pantera y yo ya somos seres distintos.

Cerca de la una de la mañana me despierto, Renji está profundamente dormido al otro lado de la habitación y Ulquiorra igualmente a mi lado. Me acomodo para ver el techo sin pensar en nada, simplemente contemplando la sombra de las cortinas y la luminosidad de la luna.

-¿No puedes dormir?—me cuestiona mi novio, desperezándose.

-No. Estoy algo… pensativo.

-¿Qué piensas?

-En esta situación. Pienso en Pantera, le di varias oportunidades para que se comportara y no las tomo pero luego pienso que es otra persona y yo… lo obligo a desaparecer. Debe sentirse solo.

-Es una invención de tu mente, Grimm, no es real.

-Quizá pero es difícil creerlo—no puede entenderlo, nadie puede.

Toma mi mano y la besa, señal de que quiere cuidarme y entenderme, que lo intenta con mucha fuerza. Lo abrazo por la espalda y pongo mi mentón en su hombro hasta excitarme y decidir que tendremos una relación normal, le abro las nalgas y me voy introduciendo.

-Despertaremos… ah… a Renji—me dice llevándose las manos a la boca.

-No, no lo haremos—así me muevo profunda y lentamente, masturbándolo hasta que llega ese momento en donde la razón se va y el placer toma su lugar, lo volteo y golpeo con más fuerza, sacando algunos gemidos leves pero la cama crujiendo ante cada embestida. Le veo apretar las sabanas y morder la almohada cuando se viene. Luce increíblemente satisfecho y sonrojado, como una fresa. Sigo, levantándolo en sus rodillas hasta quedar complacido, derramándome en su interior y soltar un gemido ronco. Volteo a la otra cama y me sorprendo de que siga dormido. Creo que fue suerte.

-Sal… salte…—me pide y así lo hago.

-¿Te lastimé?—cuestiono porque no se mueve.

-Un poco—me confiesa, girándose hacia mí—Está vez no me preparaste.

Claro, porque nunca he tenido que preparar a nadie, no sé hacerlo.

-Disculpa.

-Está bien—se acuesta en mi pecho—Estuvo bien.

Con ansias, miedo, vergüenza, envidia y todo lo malo que no quiero sentir le cuestiono.

-¿Mejor que la última vez?

-Bueno, la última vez tuvimos solos y con más tiempo.

Fue mejor. Mierda.

-¿Qué pasa?

-Nada, estoy cansado—me giro y finjo dormir, la verdad es que no pegaría ojo en toda la noche.

 

Por la mañana, apenas saliendo el sol, me voy de la habitación después de cambiarme. Salgo a los jardines de la universidad con total desgana, sinceramente sintiéndome miserable.

El maldito cielo luce muy gris. Odio los días nublados ¿Qué diablos? ¿Por qué… estoy llorando? Vaya, incluso me estoy sintiendo miserable.

-Grimmjow ¿Qué está pasando por tu mente?—lo olvidaba, ya no podemos hablarnos. No te preocupes, cobarde, voy a alegrarnos el día.

Entro a las habitaciones de la facultad de Ciencias Sociales, ahí me dirijo a la bonita sala comunitaria que tienen y me dispongo a romper un jarrón con una flor blanca, lo cual me causa risa, después empujo la mesa alta donde estaba pero no se rompe, entonces la tomo y la arrojo al televisor que explota con el impacto ¡eso si es hilarante! Levantó uno de los sillones y lo arrojo por la ventana, también rasgo la alfombra, tiro los cuadros, despedazo la mesa de cristal, aplasto el PS3, tiro el estéreo y las bocinas hasta que aparece media escuela frente a mí.

-Buenos días—digo jadeando. Me siento mejor ahora—No quería despertarlos, sólo romper todo.

-¿Qué mierdas te pasa?—me cuestiona uno con total indignación.

-¿Qué no ves? Estoy siendo yo mismo—me lanzo a atacarlo pero me detiene al principio dos, luego son más de diez. No puedo parar de reírme hasta ver a ese negro.

-¡No te atrevas a dármelas! ¡En el momento que tenga la oportunidad te moleré a golpes, negro de mierda!—me obliga a tragarme las pastillas y todo se apaga…

…todo vuelve a verse luminoso pero no comprendo porque tanta gente está sobre mí.

-Ya está bien. Suéltenlo—dice Zommari y yo me levanto adolorido—Te dijimos que no podías irte sin tomar el medicamento.

-No puedo recordarlo. Simplemente no puedo—y no quiero, sí, una parte de mi odia esto.

-Pues mira lo que hizo—al girar veo un gran espacio hecho pedazos, no hay manera de describirlo además de esa, no hay nada intacto.

 

-No fui yo—es mi alegato con el director.

-Me habían hablado de tu situación pero no mencionaron que podías hacer daño.

-Yo no hago daño—repito.

-Eso que hiciste tendrás que pagarlo. Pasaré por alto esto pero en la próxima ocasión tomaré medidas más drásticas—no lo entiende, si digo que no fui yo es porque ese no era yo, no comprende lo frustrante que es pagar por las consecuencias de otro. Eso me pone de mal humor.

Salgo de la dirección e incluso del edificio, queriendo no encontrarme con nadie pero la persona que me sigue es mi novio.

-Supe lo que hizo Pantera.

-Sí, fue Pantera—remarco con enojo pero no parece atender a mi pedido de espacio.

-No debiste irte así nada  más. Recuerda que debes tomar tus píldoras o eso volverá a suceder. Zommari y Renji no pueden perseguirte toda la vida.

-Yo no les pedí que me medicaran.

-Yo lo hice—dejo de caminar para mirarlo al rostro.

-¿Por qué hiciste eso?

-Porque no pareces capaz de recordarlo. Lo hago porque me preocupo—lo sé, puedo verlo en tus ojos verdes pero no quiero que me traten como un lunático cuando…—No deberías molestarte con ello, en vez de eso deberías tomarlas tú mismo…—….no es culpa mía…—… y aun si no lo recuerdas siempre puedes poner notas o una alarma en tu teléfono…—… es culpa tuya que este en esta situación.

-¡Ya entendí! ¡No sirvo para nada y esto es mi culpa!—le grito para que se calle, importándome poco que nos miren.

-No dije eso. Sólo…

-Que soy un lunático ¿Sabes que es tomar esa mierda de droga? ¡¿Tienes idea de cómo me siento?!

-¡No, no lo entiendo pero lo intento!

-¡No es suficiente! ¡Desearía no tomar nunca más esas píldoras!

-Debes de—argumenta en voz baja como si le desagradara Pantera ¡Mierda, incluso puede que él guste más que yo!

-¡No, no debo y no quiero! ¡No quiero! ¡No me importa lo que pienses tu ni nadie! ¡Es mi cuerpo, es mi mente y mi decisión! ¡Es lo único que tengo, es al único que tengo!

Parece que… lo he herido.

Se va sin decir nada e igual yo.

No puedo con esta tormenta de emociones de querer correr y pedir disculpas con la frente en la tierra, de mandarle un mensaje terminando nuestra relación, de cogérmelo, de correr y llorar.

Justo ahora estoy haciendo lo último pero también… me estoy riendo.

 

Hace calor aquí, en el mundo real, y hay tanta luz que no puedo ver. La mente de Grimmjow siempre está en penumbra por eso pienso que es un idiota y se lo digo, sin embargo últimamente es peor, no sé cómo puede ser más oscuro pero lo está logrando, al grado que también me siento terrible.

Me quito la camisa en esta oscuridad y busco lo cigarrillos que deje en este árbol la última vez.

Fumo y disfruto de los objetos que se ocultan en la noche. Al menos aquí sé que hay algo.

-Grim…

-Pantera—Ichigo, apareces en el momento de la transición de ese cobarde a mí, aun me siento agobiado de emociones.

-¿Qué haces afuera?

-Disfrutando de la hermosa vista—si comprendieras que es poder ver algo, lo que sea, después de estar ciego a todo: formas, colores, olores e incluso sonidos. Esto es maravilloso; ver el negro de algo más que tristeza.

-Pero no se ve nada.

-Exacto, es la oscuridad lo que observo—me mira y yo brevemente a él. Justo ahora es el ser más vivo y bello después del tormento de la locura— ¿Nunca te has sentido…—solo? Estaba por preguntarlo pero mejor me rio de mí mismo.

Todos se sienten solos en algún momento pero jamás me comprenderán, lo que es estar solo porque no se existe ¿Cómo podría entender lo que los filósofos sólo mencionan pero no viven en carne propia? Ser un invento y no existir; heme aquí, eso soy—Vamos a coger—le digo para sentirme a mí mismo, que otro sepa que existo y la destrucción no me consuma sino que a él en esos gemidos y la provocadora voz que me llama.

 

No vuelvo a mi habitación sino que veo los deportes que practican. No, no como manera de canalizar mi destructividad más bien como forma de destruir en sí.

-Quiero practicar—le digo al entrenador de karate y nota mi extrañez. Lo sé, soy un desastre andando pero a nadie le importa en el campo de batalla, ahí nada importa…

-Inténtalo y ya veremos.

A los primeros golpes la adrenalina me invade. Quiero sentir puños, sangre, dolor y mis poder clavarse en otros cuerpos. Mi risa. Mi victoria. Aquí, en el campo de batalla nada importa, ni si existo a no. Aquí soy y estoy. Es mío esto, todo mío.

-Suficiente—me detienen—Eres bueno ¿Quieres participar en el torneo?

-¿Habrá uno?

-Sí, de todas las disciplinas.

-En ese caso dame un momento—pido para ir a los demás, todo aquello que involucre para lo que he nacido que no es más que acabar con todos y al final, pero no menos importante, conmigo.

 

Inicio marciales mixtas, vistiendo un short y sonriendo a los competidores, llenándome de emoción al ver salir heridos a los de mi equipo, temblándome el cuerpo y latiéndome el corazón con emoción.

Déjenme matarlo, ruego por dentro, yo lo hago.

-Entra…

-Pantera—digo y me lanzo a destrozarle el rostro de un solo golpe. Me rio a grave voz hasta que entra el siguiente y el siguiente y el siguiente ¿Ahora quién liquida a quién?  ¿No me buscaban para burlarse?

-¡Vamos, vamos! ¡Que siga corriendo la sangre!—me tienen miedo. Está bien.

 

Veamos los daños: 1 medalla y 5 expulsiones. Mmm, uno y cinco, eso me da ganas de Ichigo.

Voy a medicina, deteniendo a un par de sujetos para preguntar por él. Me dicen que está ayudando en la enfermería.

-Mmm ¿De dónde salió ese buen samaritano?—me burlo para seguir hacia haya, donde le veo saliendo algo cansado.

-Hola. Me dijeron que andas trabajando aquí ¿A quién le robaste un corazón caritativo?—digo en mofa pero no parece tener el ánimo de enojarse.

-Deberías curarte también.

-No, estoy bien pero gracias por tu sincera preocupación—ironizo—Darías mucho porque muriera, así te dejaría en paz.

-¿Qué quieres?

-Relajarme del todo.

-Bien. También necesito desconectarme un momento—vaya, luce muy distinto. Igualmente lo sigo a un laboratorio donde se lanza a besarme y yo empiezo a tocarlo en el trasero.

-Pareces necesitado—le digo ya excitado.

-Sí, algo así—me quita la playera pero en vez de ver mi escultural cuerpo se enfoca en esa cortada que me herí en las peleas— ¿Qué…?

-No importa—espeto para subirlo a la mesa y desnudarlo, le sostengo las rodillas pero en vez de eso me baja el cierre y saca mi miembro para hacerme sexo oral. Me agrada este Ichigo. Llevo mis dedos a su barbilla que escurre saliva para meterlos en su ano—Te vez muy bien, Ichi… ah…—¡Dios! ¡Qué buena mamada! Eso fue genial ¡Me encanta, Ichigo! ¡Sigue así! Lo beso con gran énfasis aunque sepa a mí su boca, es tanta mi emoción que lo llevo a colocar su delicioso trasero al piso con mi mano aun dentro de él, luego paso a sus pezones. Se retuerce placenteramente mientras su miembro se endurece apuntando a quien le dará goce.

-No te creas mejor que yo—le digo con orgullo porque aquí quien enloquece en el sexo a otro soy yo ¿Qué hace? Por fin no se niega a tocar mis músculos, incluso sus besos al cuello son un regocijo que me hace olvidar que debo manosearlo también pero me lo recuerda con una mordida que lejos de molestarme hace que me ponga más excitado. Vuelvo a sus labios a la vez que me meto entre sus piernas.

-Quítate el pantalón—bien, estaré desnudo por ti. Me lo saco y voy entrando lentamente y también lo masturbo mientras le veo a los ojos que lagrimean sin darse cuenta. Es interesante que el dolor sea tan placentero en él.

-¿Ahí está bien?

 -Ah… sí, ahí— no creí jamás preguntar eso ni que tampoco me respondiera, sin embargo es agradable escucharlo. Le sonrió para empezar a moverme, queriendo entrar y salir pero me aprisiona con necedad. Está bien, que haga lo que quiera. Que sigan esas manos tocándome, los labios marcándome a ese delicioso ritmo junto con la lengua. Llevo mis manos a sus piernas que pellizco discretamente, su trasero, la espalda hasta el cuello que le sostengo para profundizar el beso. Se abraza fuertemente para liberarse en mi vientre, justo después de eso suplica lentitud o completa  esteticidad, ahora lo hago, no me muevo de muy dentro suyo lo que le lleva a arquease más y gritar mi nombre. Mi nombre.

-¿Qué tal?—le digo, reafirmando mi hombría.

Se recuesta en mi hombro, sosteniéndose con fuerza de mi espalda mientras hecha su aire caliente en mi cuello. Vuelvo a subir mis manos al cuello y cabello para acariciarlo en la textura aterciopelada de su piel y el lino que son las hebras naranjas de cabello. Me acerco a ese aroma atrapante.

-Ichigo, no lo había notado.

-… ¿Qué?

-Hueles muy bien durante el sexo—digo, yendo a olerlo con más profundidad y averiguar qué es—Me encanta tu olor— no lo adivino. Es dulce… quizá lo más parecido sea una fresa. Vuelvo a empezar pero me recuesta para montarme y dedicarme a apretar sus tetillas en ese movimiento ascendente y descendente, con su miembro golpeándome y la cara excitada de tenerme. Me falta poco… le agarro la cintura para venirme completamente dentro y el hace lo mismo, manchándome un poco la cara, procurando mi nombre en voz alta.

-Ah, ah, ah, tranquilo— le digo a su cuerpo a punto de desvanecerse, lo dejo recargarse en mí, cerca de mi corazón. Le abrazo con fuerza y tiembla para darme cuenta de que estoy haciendo—No te muevas, creo que escuche algo—invento y permanezco con él un poco más. Tiembla en mis brazos ¿Por qué? —No fue nada—lo suelto y me salgo. Ahí veo sus ojos y observo a otro lado. Algo me molesta—Me voy—me visto y digo algo acorde a mí—Debemos repetir—lo levanto del frio y sucio piso, deposito otro beso en sus labios—Hasta pronto, Ichigo—admito que el  beso no fue para decir eso sino un “estoy confundido por lo que hicimos”.

-Pantera. Debes hacerme un favor—¿Qué quiere? ¿Acaso se ha dado cuenta que esto no fue como siempre? Vaya, igual planea manipularme—Estaré muy cansado si sigues lastimando tanto a los concursantes. Se prudente.

-¿Algo más?—me burlo como escape a un atisbo de alivio por no ser lo que pensaba.

-Cuídate y gana—llega a Grimmjow eso y le apena la sincera preocupación. Mierda, mejor me voy—Sobre todo cuídate—le escucho decir al final.

Maldito Ichigo ¿Qué se cree? Sigue siendo mi objeto y nada más. Ah, ahora lo recuerdo, yo no siento.

 

Después de otro día de concursos planee otra noche para repetir con Ichigo, pero luego me pregunte: ¿Eso harás? Eres libre, maldición ¡Ve, diviértete como nunca!

Y sí, mi diversión más grande es destruir, ya sea en la calle, en un bar, contra una banda o una anciana ¡No importa! ¡Quien sea! ¡Anímense! ¡El límite es cielo…! Que luce tan pálido últimamente.

-Grimmjow ¿puedes ayudarme con esto?—dice el pelirrojo por millonésima ocasión en la semana en lo referente a la tarea, es por su culpa que tengo que aprender.

-Sí, ven aquí—todo para que crean que tomo las pastillas por mi cuenta. Sin embargo esos ojos verdes siguen sin creerme del todo. Empiezo a suponer que ve a través de mi mentira.

 

Intento entablar plática con el murciélago después de nadar un poco pero no parece centrado e incluso me ignora. Sumado a esto tengo una terrible comezón alrededor de la herida.

-¿Qué te pasa?—por fin me pone atención.

-No lo sé, quizá sea una alergia.

-Qh.

-¿Eso es todo?—cuestiono, jalándolo al agua como manera de divertirnos, sin embargo me empuja y sale rápidamente.

-¡idiota, no sé nadar!

-Debiste decirlo antes. Anda, te enseñaré—sin embargo me mira con resentimiento.

-¿Qué te ocurre? Deberías haberte disculpado—se marcha y únicamente suspiro.

Arreglaré esta mala situación.

-Hallibel, creo que puedo convencerte de vernos a solas—proponga a su amabilidad y ternura. Tan fácil de corromper, de doblegar o someter… creo que la palabra que busco es sacrificar, es como si gozara más de sentir que es útil que mi miembro en ella.

 

Salgo a fumar, lejos de la vista de todos y continúo rascándome. Tengo hambre pero no se me antoja comer, por lo mismo la necesidad de destruir se ha reducido, a cambio me da por dormir largas horas. No pensé que sería tan aburrido ser real. Debería hacer un largo viaje, no volver a estudiar y vivir de lo que encuentre. Sí, eso debería hacer.

-Jajajaja—ah, vaya que es difícil aferrarse a la vida.

-…Era mi hermano quien cuidaba de mí—escucho a la lejanía de la noche a una chica, cuando localizo la voz descubro a una muy buena mujer y a Ulquiorra, platicando calmadamente.

Mira eso, sus ojos están centrados en ella, sin embargo no siente nada y eso es culpa mía, yo le he quitado cualquier amor que pueda tener para dármelo. Si supiera que es lo peor que puede hacer. Obsérvala Ulquiorra y date cuenta que es mejor para ti.

Que comezón tengo. Y frio.

Si no funciona esto buscaré a ese que me hace pensar, porque es lo que necesito, algo, lo que sea, destruirlo a él para no hacerlo conmigo.

 

Entro a las regaderas después de un buen partido de básquet, ahí miro sin pena los miembros de los demás que no logran impresionarme hasta llegar a ese negro. Sonrió. Me ducho a su lado y suelto una risita.

-¿Qué pasa?

-Nada, sólo que debes partir en dos a las chicas con eso. Dios, hasta siento que podría comerme—me muestro simpático pero lo avergüenzo—No seas así, seguro que enloquecen con eso.

-No las chicas.

-Ah—mejor aún. Checo que nadie nos escuche—¿Te gustaría divertirte?—gano su curiosidad—Oh, no, no conmigo. Tengo un delicioso chico que gusta de las vergas grandes, a mí solo me gustaría verlos.

-No, no puedo hacer algo así.

-Vamos, primero conócelo y luego dirás—je, esa mirada lo dice todo.

 

Admito que debió gustarle Ichigo porque aceptó de inmediato, aunado a la amenaza de buscar a otro u otros dos. Así falto ese día también a clases para traer al pelinaranja.

-Hola, Ichigo—le digo una vez lo localizo en los pasillos.

-Hola, creí que habías sido secuestrado por extraterrestres.

-No, he estado demasiado ocupado pero creo que ya me hace falta otra lección de laboratorio—se sonroja y me lamo los labios.

-No se puede en esta ocasión.

-Bueno, en mi cuarto tengo lo necesario—propongo y cede con facilidad. Debo ser muy buen en la cama para que venga por propia voluntad.

-Tienes el cabello muy largo—me dice al hecho de no tener las ganas de cortármelo.

-Es algo más a lo que puedes aferrarte mientras te la meto—lo empujo contra el muro del pasillo lleno de murmullos de clase aunque solitario, lo beso hasta jugar con su húmeda lengua y juntar nuestro cuerpo. Que rápido ha empezado a gemir.

-Te deseo, Ichigo—le digo al oído para morder su oreja.

-Alguien… podría vernos…

-Entonces hay que darnos prisa porque o si no te violaré aquí mismo—me lleva de la mano con prisa, por lo que intento no reírme, pasa a mi habitación y ahí Zommari lo sostiene con fuerza.

-Nos vamos a divertir mucho—bien, Ichigo, dame algo que me ancle a la tierra.

Zommari no tarda en quitarle la camisa mientras sonrió a su rostro lleno de pánico, miedo, tristeza, odio… tantos sentimientos ¿No es agobiante cargar con ellos? ¿Cómo pueden hacer eso… los humanos? Sí, no soy como ellos.

-No… por favor…—me ruega, centrado en mi mirada. Vamos, hay que tener sentido común para darse cuenta que Grimmjow duerme muy profundamente entonces no hay piedad en mí.

-La última vez lo disfruté tanto que me di cuenta tú también lo hacías, así que busqué una verga más grande que la mía para seguir con el sufrimiento. Ah, no te preocupes, si no te lastima meteré también la mía—le digo sin quitar mi mueca de satisfacción.

Comienza a jalonearse y como ese negro no opone resistencia tengo que entrometerme, golpeándolo contra la pared, dejándole espacio para que pueda mirar mientras me levanto la playera y muestro mi herida que ha crecido por la cabezón que no me deja en paz.

-Ya no puedo extorsionarte con esto, pero tengo ese video así que no te pongas de necio—aun lo tengo y no lo he visto nuevamente, no sé por qué, simplemente no he sentido excitación de masturbarme con él.

Nuevamente vuelve ese sujeto a tomarlo, a acariciarle el vientre hasta el pantalón pero no baja el cierre.

-No voy a hacerlo, Grimmjow.

-Tú mismo dijiste que sí—nada odio más que los cobardes.

-¡Dije que lo haría porque no permitiría que cualquiera viniera a lastimarlo!

Bien, me encargaré después de esta mariquita.

-Si no lo haces tú lo haré yo mismo—digo y su necedad lo único que causa es que lo derribe de un golpe—Somos tu y yo otra vez,  Ichigo—antes de poder reírme me da un golpe en la mejilla izquierda. Tal parece que ese lado se pondrá duro después de recibir siempre los reclamos en ella.

-Ya basta—regaña con enojo y determinación.

Excelente, muéstrame esos sentimientos, llénate de ellos porque… ¡quiero dártelos! ¡Quédatelos! ¡Muestra lo que no yo no puedo!

-No, esto no se detendrá—rugo con éxtasis a mi impotencia de ser como los demás.

-He dicho que es suficiente ¡Si quieres tenerme será a la fuerza!

-¡Genial! ¡Excelente! ¡Esto será más interesante!

Es tiempo de destruirlo y luego seguiré conmigo. No es divertido porque debo matar a Grimmjow también.

Bueno, que sea la última batalla y por tanto: es seria.

Respondo a golpes a la cabeza y al tórax para destruir órganos o causarle daño cerebral, no me interesa quebrar huesos o causar moretones, deseo con todo mi ser matarlo sin ver sangre, simplemente que algo dentro de le falle justo como a mí.

No siento los golpes ni el sonido, nada, estoy cayendo otra vez en ese vacío y se siente bien porque no estaré solo.

-¿Qué?—digo al ser sostenido del cuello por Renji, después llena esa mujer que me dio las píldoras y me inyecta algo en el brazo.

Que rápido…

 

Mierda, me duele donde me inyectaron.

-Quédate tranquilo. Haré que te calmes—me dice aquella mujer otra vez. Intento moverme pero estoy atado a una camilla, al ver alrededor descubro que es la sigo en la escuela porque por la ventana puedo ver los edificios grises que rodean la universidad.

-¿Qué más piensa darme? ¿No ha causado suficientes daños?

-No los he causado yo, has sido tú al no dejar a Grimmjow en paz.

Me rio fuertemente ya que no puedo lastimarla.

-¿Grimmjow? ¿Dice que quiere proteger a Grimmjow? No me haga reír. Él está peor por su culpa, él no quiere volver aquí, él desea  tomar mi lugar dentro.

-¿Cómo lo sabes? ¿Hablas con él?

-No, ya no.

-¿Entonces como lo sabes?

Mierda.

-No lo sabes ¿verdad?—reitera.

-Se ha herido solo.

-No, eso te lo has hecho tú—es una comezón, no es que quiera herirme—Estás delgado.

-No me apetece comer.

-¿Crees saber lo que él siente?—gruño con frustración a mi atadura—No creo que lo sepas porque no has mostrado emociones en ningún momento.

-¡Suéltame de esta puta…!

-Las píldoras eran un medicamento leve porque esperaba que uniera las personalidades pero te estás haciendo independiente. Ya no te importa Grimmjow así que debemos erradicarte.

-¡No!—grito, estirando como puedo esas correas para liberarme y salir corriendo, quitarle esa jeringa de las manos— ¡No te atrevas a tocarme, mujer!

-¿Creí que te interesaba Grimmjow?

-¡No me joda con eso! ¡¿Qué tiene de malo existir?! ¡Sigo siendo él…! ¡Antes…! Antes…— maldición, no quiero recordarlo—…antes yo existía junto con él, para protegerlo de la soledad y ser fuerte, para levantarlo cuando le pidieron que lo hiciera… incluso reía, era feliz esa época. Pero… ¡Fue Ichigo! ¡Él me reprimió por su culpa! ¡Porque era más amable que nadie y quiso no herirlo y yo me fui, me oculto de todos y no podía salir! ¡¿No lo entiende?!—Casi puedo soltarme--¡Soy quien sería ahora sino me hubiera enterrado! ¡No puede matarme porque yo soy…! ¡Yo soy humano! ¡Yo soy Grimmjow Jeagerjaquez!

-No— ¿Qué?—Eres un “hubiera” de Grimmjow Jeagerjaquez y el hubiera no existe—no… otra vez, no, más fuerte aun… estoy cayendo.

 

Me duele el cuerpo ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy?

-Ah…—¿Por qué me siento tan vacío? ¿Qué es esta sensación? ¡Pantera! ¡Pantera!—¿Dónde está… esa pesadez?

Me levanto aun mareado y limpio la saliva que tenía escurriendo de la barbilla.

No está ¡Maldición! ¡No está!

Salgo de esa habitación con miedo de estar solo. Se me acumulan las ganas de llorar.

-¿Quieres que te lleve a tu cuarto?—¿Kurosaki? Tú… ¡tú…!

-Te lo llevaste—reclamo odiándolo como nunca, con mi corazón acongojado por ese sentimiento tan fuerte y corrosivo—Haz guardado a Pantera.

Te odio, Kurosaki Ichigo, te odio como nunca odiaré a nadie más. No voy a olvidarlo, jamás lo haré.

 

Llego a mi habitación y Renji me ayuda a acostarme.

-¿Cómo te sientes?

-Pésimo. Me muero de sueño—apaga las luces y me deja sumido en mis pensamientos.

Oh, vaya, nunca sentí tanta soledad como para no querer llorar.

 

La universidad sigue y aunque mis calificaciones van en picada no logra importarme, también mi novio rara vez me habla y cuando logramos vernos noto que está pegado a su teléfono, siento celos pero poco deseo de interrogarlo, incluso el hambre y el clima me son indiferentes, lo único que me hace molestia es una cobezón incesante en el pecho.

Soy medicado tres veces al día y una vez a la semana voy a ver a Unohana pero no hablo, no quiero, es como si ya todo hubiera sido dicho.

 

-Hola, papá—respondo su llama con desanimo.

-Hola, Grimm. Te escuchas extraño últimamente ¿Estás bien?

-sí, estoy bien. Es solo que son los últimos días de clases y he estado muy ocupado.

-Ah, entiendo. Tampoco he hablado con Ulquiorra ¿Vendrá en navidad?

-No lo sé. Tampoco sé si yo vaya.

-¿Eh? ¿Por qué?

-Tendré que tomar algunos exámenes extras.

-¿De qué hablas? ¿Exámenes? ¿Haz reprobado?—que extraño, eso ahora no me molesta.

-Sí, así que tengo que quedarme.

-No te preocupes, la universidad es más difícil así que haz tu mejor esfuerzo. Aun así, ven unos días, aunque sea sólo tú. Es mucho tiempo sin verte.

-Lo haré. Nos vemos.

-Nos vemos, te quiero—cuelgo sin responder lo mismo, no porque no lo quiera, sino porque no tengo ánimos de demostrarlo.

 

Vuelvo a la habitación y abro la ventana, por la que entra una fuerte ventisca de nieve blanca, llenando mi cama de esa algodonada textura.

Pronto llega Renji tapado con una gran chaqueta y la cierra.

-Que frio está haciendo.

-Sí, un poco—respondo sin verlo.

-Mmm ¿no tienes frio solo con esa camisa?

-no, aquí dentro es muy cálido y en Karakura hace más frio—miento. Siento el frio pero no me importa morir congelado.

-¿Qué harás en navidad?

-Iré a pasarlo con mi padre.

-¿A Karakura?

-Sí.

-iré con Rukia ahí también ¿Podríamos ir juntos?—no me apetece la compañía, lo cual es extraño porque odio estar solo.

-Me marcharé el 24 así que creo que será muy tarde para ustedes.

-Oh, tienes razón. Bueno, podríamos vernos haya.

Afirmo con sonrisa fingida porque después de eso vienen las píldoras.

-Renji—le llamo antes de que se marche, aun con esas blancas drogas en mi mano—¿Podrías obligarme a tomarlas?—digo porque las lanzo lejos de mí—Lo siento, simplemente no quiero hacerlo—él corre a buscarlas y me mete la primera en la boca hasta que la trago.

-¡maldición, Grimmjow! ¡Solo me quedaban esas dos!

-Lo siento.

-Iré con Unohana por más, no te vayas de aquí—sale corriendo y vuelvo a observar la nevada hasta que se me antoja salir un poco. Una vez fuera me dirijo a ese árbol y tiritando me quito la playera, abrazándome para calmar los temblores.

Es hermoso, todo blanco y limpio, incluso los sonidos están apagados por ello. No me gusta, ahora que lo pienso, porque estoy sin compañía. Incluso duele esta soledad.

-Gri…—Kurosaki.

-No me llames así

-Pante…

-Cállate. Me mata la cabeza. Nos mata…—ya ninguno de los dos puede con este dolor.

-Que soledad

Me marcho adentro hasta la habitación, vuelvo a abrir la ventana y miro el piso, centrado en la nieve que se derrite al contacto con esta y rasco mi pecho por minutos, largos minutos.

Pronto todos se irán y me quedare aquí sin nadie. Espero con ansias.

-Solo dame la puta pastilla y vete. Solo dame la puta pastilla y vete. Solo…—ruego con ira que no me dejen en paz ¡quiero que nadie me vea! ¡Estoy harto de todo! ¡No escucho nada en mi cabeza y extraño esa voz…!—Maldita sea, dámela de una vez, por favor.

-No soy ninguno de ellos

-Ah, Kurosaki Ichigo—otra vez tú. No he tenido tiempo de odiarlo últimamente.

-Solo quería hablar.

-No hace falta.

-¿Qué quisiste decir hace un momento?

-Yo, nada. Nada de nada.

Nada.

Me levanto para poder explicarme, para mostrarme, para morir más lentamente.

-He perdido todo eso humano tan… especial: sueños, amor, odio, fuerza, esperanza… libertad. Y Grimmjow no es comprendido por nadie. Hubo un idiota que le dijo “supéralo” como si la respuesta estuviera al final de la botella de píldoras y que con la pura mentalidad esa sensación de subida y bajada fuera a acabar y como si la las drogas afectaran a la mente y no al cuerpo, donde la diferencia entre adicción y salud tiene que ver con estar cuerdo y… Y yo estoy en lo más recóndito de su mente, en la oscuridad a la cual no quería volver y en la que el único sonido de se escuchaba era su llanto y ahora ni eso, a veces me pregunto si  la locura puede enloquecer.

-No entiendo.

-Claro que no. Nadie puede.

-Pero no creo que no seas humano.

-Estúpido—¿Qué no lo soy? Por favor, no tengo sentimientos. No tengo empatía, soy peor que una besti…

-Pelea—¿Cómo? ¿No me hagas reír con tonterías? Es obvio que me rendí hace tiempo—No muestres algo que no sientes—bien, en cierta forma es un alivio dejar la hipocresía—Pelea, Pantera, por ti y por Grimmjow. Peleen.

-¿Con que fin?—ni él ni yo queremos hacerlo porque no hay nada al final.

-Para ser humano—¿humano?

¡Yo soy humano! ¡Yo soy Grimmjow Jeagerjaquez!

-No te rindas. Puedo ver—resbalan lagrimas por sus mejillas hasta el piso donde la nieve las come, sin embargo deseo retroceder, escapar de sus ojos acusadores. Cállate, solo cállate—Que intentas matarte—lo sé, eso quiero. Déjame de verme así…—Por eso, pelea—deja de hablarme de esa manera. Basta ¡Basta!

Salgo corriendo tan rápido como puedo pero sigo escuchando el eco que me ordena pelear.

-¡CALLATE!—me detengo lentamente, fuera de la universidad—No es Grimmjow quien habla—es la voz de Ichigo.

Pego un brinco hacia atrás cuando un auto pasa rosándome. Fue un acto-reflejo pero me revolvió a la acera.

-¿Pelear? Que idiotez, en este momento el único que se preocupa por mí es…—mierda, Ichigo…

Ahora que lo pienso lloró por mí. Con esa mirada de idiota creído y la arrogancia sobre mí, decidiendo que quiero, fingiendo pura preocupación sin interés, volviendo después de todo a ver como estoy y….

-¡Maldita sea! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!—sigo repitiendo mientras camino de vuelta a la universidad— ¡Lo mataré!—reniego con paso firme con vista a la habitación con el número 6—¡¿Quién putas te has creído, Kurosaki Ichigo?! ¡¿Crees que puedes decidir quién muere y quien vive?! ¡¿Qué eres? ¿Un puto shinigami?!—odioso niñato, jodida zanahoria, microbio, basura, enclenque, palillo…

Enfurecido al punto del sonrojo abro la puerta de golpe y le grito:

-¡ME GUSTAS!

Notas finales:

Gracias por leer.


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