Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

BREAKOUT por sleeping god

[Reviews - 72]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Actualizando con rapidez con motivo de felicitar una amiga y lectora muy querida.  MAGG1827 muchas felicidades por tu graduación! Espero te guste mi presente.

 

Me he acabado la cinta pero esto está mejor.

-Ese es tu lado, este es el mío—le señalo su parte de la habitación que incluye media cama que he movido con la cabecera contra la ventana, con el armario del suyo pero el computador del mío.

-También te quedaste la puerta ¿Eso significa que no saldré? ¿Me quieres para ti solo? Eso es muy cruel para el pobrecito mundo.

-¡Entonces lárgate y no vuelvas!—me alza y sin aviso me tira sobre la cama, arrancando la cinta y poniéndomela en la boca, no dejando que lo golpee por sujetas mis manos y aprisionarme las piernas con las suyas.

-Una cinta no me va a impedir “comerte” por la noche—se relame los labios y empiezo a patalear enojado—Quizá la noche sea demasiado tarde, podría empezar ahora mismo—arranca un trozo de type y me amarra las manos, empiezo a asustarme a su sonrisa llena de satisfacción sádica ¿De verdad planea violarme en mi propia casa?

Intento gritar cuando abre los botones de mi camisa y empieza a chuparme el cuello. Me zarandeo como puedo y solo ríe, bajando cada vez más y apretándome la entrepierna con suavidad y precisión hasta que agradezco tener la boca cerrada pues quiero gemir. Me calmo mientras mete la mano, sube la camisa para chupar y mordisquear mis pezones y después subir a mi rostro, quita la cinta y me sale un gritito de aire caliente, entonces pasa su húmeda lengua por mis labios tortuosamente lento.

-Shinigami—pronuncia sensualmente mientras me pierdo en su atractivo rostro. Maldición, que ya me bese.

-¿Chicos?—cuestiona mi padre en la puerta.

Me quedo pasmado, con el rubor pasando a un blanco y perdiendo la erección.

-Llevaré a Ichigo a jugar con Karin—dice con una sonrisa totalmente diferente a la que tenía mientras me tocaba—Secuestrado de ser necesario—entonces veo que no se alcanza a ver su mano en mis calzoncillos así que me levanta en su hombro y por la sorpresa aun presente no puedo desmentirlo.

-Gracias, Grimmjow. Hay ocasiones en las que no logro que salga—le agradece y antes de poder reclamar ya se ha ido mi padre.

-Será en la noche—es lo que pronuncia el violador peliazul.

-¡No será en ningún momento!

-No parecías muy molesto con lo que te haría.

-¡Claro que sí!

-El problema no es ese—¡¿Quién mierdas se cree para escoger cual es el problema?!—Es que te enamores otra vez—dice, empezando a bajar las escaleras conmigo sobre el hombro. Sin embargo, y pese a su egocéntrica y narcisista cara, creo que habla enserio.

-¿De verdad me amas, Grimmjow?—cuestiono a media escalera.

-Mi shinigami, te lo estoy diciendo y demostrando ¿Aun así tienes dudas?

-No eres confiable ni consistente.

-Tienes razón. Pero no soy de las personas que van por ahí diciendo lo que piensan de otras… bueno, sí. A lo que me refiero es que no soy de los que a cada rato de te va a ir diciendo “amor”, “dulzura”, “corazón”, “osito” o cualquiera de esas cursiladas, para mi eres shinigami o Ichigo.

-¿Por qué shinigami?

-Algún día te lo diré—responde con una sonrisa burlona al final de la escalera—¡Vámonos, Karin!

-¡Ya voy!

-Alguna vez me dijiste “Ichi” ¿sabes?—comento para no aburrirme con la sangre fluyéndome a la cabeza.

-Sí, lo recuerdo.

-¿Ese está entre “dulzura” y “corazón”?

-Bueno…—se rasca el cabello con la mano izquierda—¿Te gusta Ichi?—no puedo ver su cara pero me ha parecido que se avergüenza de verdad con esas muestras de cariño.

-En realidad me gusta mucho cuando las parejas se dicen “cielo”, creo que quedaría perfecto para ti y a me encantaría que me llamaras “osito”—intento apenarlo nuevamente, queriéndolo escuchar que me llame de aquella tonta forma.

Suelta una carcajada muy recia donde sentí que me tiraría.

-¡Está bien! ¡Si no me llamas “cielo” cada vez que me hables será un agarrón en público!

-¡¿Qué?! ¡¿Por qué yo tengo que llamarte así!

-Porque has sido tu quien ha dicho que me queda perfecto, por lo tanto te gusta—me baja bruscamente, empujándome contra la pared y poniendo su rostro muy cerca—A cambio te llamaré shinigami.

-¡Eso no es ningún cambio para ti!

-Lo es. Y como bono extra en el sexo y ocasiones espaciales te diré Ichi, claro, si haces cosas…—se agarra el paquete sugestivamente—… que lo ameriten.

-¡Eres un cerdo!

-Y tu un gritón—desata de golpe mis muñecas y antes de golpearlo dice con adorable sonrisa—Karin, convencí a Ichi que nos acompañe—me giñe el ojo y sin querer me sonrojo por el apodo.

Sale tras ella y aunque me doy cuenta de que puedo declinar la oferta me digo que tengo que cuidar a mi hermanita.

Me coloco la chaqueta y salgo con tras ellos dos, por primera vez viendo a Karin sonreír con un extraño, lo que en cierta forma me alegra.

Vamos al parque y ahí pasamos unos jóvenes jugando hockey sobre el lago congelado, seguimos hasta las canchas pero nos detenemos al ver que están cerradas por el exceso de hielo.

-Esto se ve mal—dice Grimmjow con tono fingido de preocupación—Bien, no te preocupes. Sígueme—le dice a mi hermana y ella va tras él con total seguridad. Volvemos con aquellos sujetos de preparatoria, donde les hace señas a que se acerquen a la nieve.

-Queremos unirnos al juego—parecen confundidos e inclinados a decir que “no” pero la estatura y complexión de Grimmjow seguramente les intimida.

-No tienen equipo.

-Seguro tiene unos extras—afirma más que cuestionar.

Se miran nuevamente y uno se atreve a decir que sí y finalmente otro agrega lo mismo.

-¿Y yo?—cuestiona por primera vez la pelinegra.

-¿Tendrán para niño?

-Ella no jugará—dice uno y con gran sonrisa le responde el peliazul.

-Eso no es lo que pregunte.

Se crea un clima tenso y niegan con la cabeza.

-¿Qué te parece si te compramos uno? Ichi te llevará mientras escojo nuestro equipo.

-¿Con que dinero?—cuestiono y sonríe sin que comprenda.

-Toma—me da una tarjeta de crédito, empiezo a irme con Karin hasta que siento que va detrás mío y una de sus manos me agarra con fuerza una nalga—Que no sea muy caros, shinigami—la última palabra me la susurra, dándome a entender que así será el juego y no se tentará el corazón por la presencia de una niña.

No respondo y sigo de largo hasta la tienda más cercana donde nos llevamos los primeros patines, casco, palo y demás ya que está ansiosa de regresar con quien llama “Grimm-nii”. Al llegar ya están dividas en dos pero el equipo contrario parece nervioso.

-Listo, juguemos.

-No quiero que la lastimen—le ordeno y me molesto conmigo mismo por hablarle pero me ha toca en el equipo contrario de ellos dos.

-Descuida, yo la cuido.

Empezamos el juego sin mayores complicaciones, en realidad están bien amenazados para no herirla pero a medio juego, cuando me voy a la orilla a descansar un poco para por mi lado y me sujeta fuertemente la entrepierna.

-¿Quién es tu cielo, shinigami?—me enfurezco y voy tras él, aprovechando que lleva el disco así que  sin ningún tacto lo arrojo fuera del lago con fuerza. No logro lastimarlo sino que animarlo en todo sentido. Se levanta y volvemos a patinar rápidamente hasta el lado contrario donde lanzo con fuerza a su portería donde el pobre sujeto se quita con miedo a ser herido.

-Mariquita—le escucho mascullar, quitando a los de su propio equipo para lanzar desde medio campo a la nuestra y el tipo quitarse igualmente. La retomo peleando cuerpo a cuerpo con él y aunque la arrojo la para él mismo, después me saca del campo con un golpe al rostro, regreso a sacarle el aire con el palo y en el último momento Karin la mete en la mía.

-¡Sabía que sería buena idea estar contigo!—celebra con ella pero son los únicos, todos los demás están asustados del juego rudo entre Grimmjow y yo. Sin darme cuenta estoy cansado, sudando pero disfrutando del poco sol, divirtiéndome y la mirada que me lanza el ingeniero. Me sonrojo y oculto el rostro.

No, no me puedo enamorar.

Empezamos el camino a casa, evitando cruzar con el peliazul hasta que este me toma de la mano sin que Karin lo note.

-Suéltame—le ordeno en voz baja para no hacer una escena.

-No—resume, apretándola sin lastimarme cuando nos detenemos en un cruce. Empiezan a pasar los autos haciendo mucho ruido pero alcanzo a escucharlo sobre ellos—Me he enamorado más hoy de ti.

No puedo creerlo. Me ha soltado y habla con la pelinegra sin darle la importancia que yo le he dado a esas palabras que, no sé por qué, me calado hondo.

Se pone en rojo.

Pasa él con la gemela y me quedo atrás, aun sorprendido de mi corazón acelerado. Es posible que este Grimmjow me saque de mis casillas y hasta de mí mismo, pienso mientras empieza a caer la nieve danzarinamente sobre el suelo aun húmedo y sobre el peliazul y sus dientes tan blancos como este clima; es igual, una sonrisa fría como su cabello, su piel, sus ojos, sus manos pero… no su voz, esa si pronunciara una confesión  yo podría… podría…

Cruzó la calle.

Me atrae a él y me da un zape que me enfurece.

-¡¿Qué…!

-¡idiota! ¡Mira al cruzar!—los autos suenas detrás mío—¿Estás loco o qué?!—cuestiona y sin querer creo que es eso. Si aquí, pegado a él, con ese brillo blanco que tiene la nieve, me lo dijera, yo me volvería loco.

-Lo siento—me disculpo levantando un poco la cara—Ci-cielo—agrego y sin sonrisa su agarre se siente un abrazo y el frio se disipa.

-¿Eh? ¿Qué hacen?—cuestiona Karin y me separo avergonzado de mi comportamiento de adolecente en sus días.

-Nada. Vámonos—me la llevo y quien se queda ahora es Grimmjow. Más adelante nos alcanza pero va callado y hasta llegar a casa me dirige la palabra.

-¿Dónde está la máquina de radiografías?

-Por aquí—lo guio al cuarto detrás de la clínica donde mi padre mete los artículos de limpieza y algunos aparatos descompuestos, entre ellos la de radiografías.

-No me has llamado cielo—menciona y antes de acorralarme contra la pared yo lo empujo a él para que no me crea un juguete sin voluntad.

-No voy a jugar contigo, Grimmjow.

-¿Quién dice que estoy jugando?—proclama, agarrando la mano con la que lo alejo.

-Ha esto no le llamaría un cortejo—reclamo soltándome.

-¿Cortejo? Claro—sonríe hipócritamente—¿Eso quieres? Porque yo podría ir directo a…—lo golpeo antes de que me toque—Odio esa sonrisa—le digo marchándome.

Al salir creí que me seguiría pero no lo ha hecho a lo cual no sé si alegrarme o entristecerme.

Esa mueca, esa alegría, esa sonrisa hipócrita solo me demuestra lo vacío que está.

 

A la hora de comer, justo cuando me siento, me piden que vaya por Grimmjow y lo encuentro de pie frente a la maquina en silencio, sin ver nada realmente, sumido en su mismo. Le toco lentamente en el hombro, se gira con una sorpresa muda y pronuncia:

-He pensado en lo que dijiste.

No digo nada.

-No es un juego, pero…—me empuja contra la puerta, cerrándola—Pero lo de “cielo” si lo es así que me debes dos—empieza a manosearme y yo a golpearlo como puedo más parece animarlo a seguir hasta que grito en furia y él se ríe y como no logro que funcione le arranco un solo cabello del frente.

-¿Qué fue eso?—cuestiona quieto.

-Un cabello.

-Sí, un cabello.

-Uno.

-Sí.

-¿Creíste que me enojaría eso?

-Sí.

Me suelta para reírse como un loco y como es molesto le tiro de las patillas hasta que cambia la risa por un “!Auh!”.

-Vamos a comer—lo saco de ahí sostenido aún de esa manera.

-Ya… auh, basta, jeje—le suelto y se soba—Definitivamente, shinigami.

-¿Qué?

-No lo sabes pero vas ser mi esposo.

-Imbe…—me deja a medias por un beso pequeño en la nariz que me colora por completo a lo tierno del gesto.

¡Por dios! ¡Por dios! ¡Por dios! ¡Eso fue demasiado…!

-Dulce—completo escondiendo mi rostro, agradeciendo que se ha adelantado a la mesa para que se me baje el color, ya después me siento sin ser notado.

-Ya revisé la maquita y hay que cambiarle algunas piezas. Nada grave, iré a comprarlas después de comer.

-Gracias, hijo—¿hijo? Esto se hace injusto.

-Aunque no soy de esta zona y no sé dónde habrá un centro comercial.

-Ichigo te llevará.

-¿Qué?

-No seas desagradecido.

-¡Yo no…!—me calmo antes de que me diga que no se grita en la mesa.

-¿Cómo se conocieron?—pregunta Yuzu una vez que les ha servido a todos.

-En la preparatorio—habla él con sonrisa falsa de no querer recordar—En realidad no nos llevábamos bien pero…

-Yo lo trataba muy mal—informo—Demasiado mal y me disculpo por eso. Lo siento, Grimmjow—la mesa se queda en silencio, solo con sus ojos azules.

-Je, fue hace tiempo… ¿Me disculpan?—se levanta de la mesa y seguimos comiendo y hablando pero me preocupa que no vuelve así que voy a buscarlo hasta la puerta principal, donde fuma tranquilamente y a punto de reclamarle me doy cuenta que no sabe de mi presencia porque llora con una sonrisa. Es como un espíritu con la nieve sobre su cuerpo, el humo de su boca y lo muerto de las lágrimas que resbalan desde sus ojos cerrados. Parece una foto, me digo, o una película u otra cosa menos la vida real porque aunque es una escena fuerte aun me parece que no lo siente o que lo finge. No lo sé.

 Me retiro para ayudar a lavar los trastes.

-¿Y Grimm-nii?—pregunta Yuzu.

-Estaba algo cansado así que subió a dormir un poco.

-Entonces le guardaré su comida.

-No hace falta, la comeré ahora—nos dice actuando naturalmente y aunque intento ver rastros del llanto no la encuentro.

Al acabar salimos, esta vez con bufandas y guantes a la helada tarde para comprar esas piezas.

-Grimmjow.

-Cielo—corrige.

-No te llamaré así.

-Está bien—me da una nalgada.

-¡Oye!

-Los dos somos necios.

-Arrg ¿Te has sentido bien?—cuestiono con tacto, no queriendo ir directamente.

-Sí, de maravilla.

-¿Tuviste algún problema con tu padre?—se detiene a pesar de que lo mejor es llegar al centro comercial lo más pronto posible pues se avecina una tormenta.

-No sé si llamarlo un problema—vuelve a caminar—Él y yo siempre fuimos muy parecidos hasta la preparatoria. Ambos muy ateos, osados y hasta estúpidos soñadores. Muy parecidos. El motivo de mi demencia fue eso: se acostó con mi novio—no alcanzo a expresar mi impresión pues continua—No puedo culparlo, probablemente si él hubiera traído a alguien como Ulquiorra también me lo hubiera tirado y la cuestión es que no lo culpo, tampoco culpo a Ulquiorra, seguramente fue un desliz o simplemente no pudo evitar un revolcón con alguien tan parecido o la amenaza o yo que sé, él sabía que yo le habría creído más que a mi padre, no lo sé y no importa, ahora no importa. Lo importante es que lo hablamos y no siente culpa y de alguna manera quería que así fuera, sólo un leve cambio es su actitud, sé que me quiere, siempre me lo dice pero una disculpa no va con él y la verdad es que no la necesito sino que… ya no lo necesito yo también—esa sonrisa es verdadera aunque no me agrade la idea de que sea después de perderlo todo—Ulquiorra se ha ido y no volveré con mi padre, puedo incluso decir que no te tengo aún a ti. No pongas esa cara—pide sosteniéndome las mejillas—Lo he perdido todo menos la razón… aunque creo que eso es lo que hace a un loco—intento palabras de consuelo pero en vez de eso sostengo sus manos—Eres muy dulce en ocasiones. Me sorprende considerando lo agrio que en realidad eres—sigue el camino e intento alcanzarlo cuando suena mi teléfono.

-Zommari ¿Cómo sigues?

-Mejor, de hecho quería compensar la cita invitándote hoy en la noche a cenar.

-Eso suen…—me arrebata el teléfono el peliazul.

-Estará ocupado.

-¿Quién eres? ¿Qué dices?

-Que estará ocupado cogiendo conmigo—se lo quito y le doy un golpe en los testículos que lo deja retorciéndose.

-Lamento eso, es un idiota.

-¿Quién es? ¿Es acaso Grimmjow?

-No, no, no—miento—Es un amigo mío muy bromista, jeje—se levanta rápidamente y pensando que me haría pelear me preparo pero en vez de eso pone una mirada muy triste.

-¿Entonces a qué hora paso por ti? ¿Ichigo?

-Sí, este…

¿Por qué tiene esa cara como si le destrozara el corazón? ¿Me está extorsionado? ¡No voy a caer!

-¿Qué te parece a las…?—me baja la mano con el teléfono—¿Qué haces?

-No lo hagas.

-¿Qué no haga qué?

-Lo que planeas. No te gusta y tampoco eres vengativo, no hagas eso ni siquiera para darme celos o molestarme. No lo hagas.

-¡¿Por qué no?!—enfurezco.

-Porque… porque eres tu quien me puede destruir.

La nieve absorbe todo, menos la soledad de sus palabras. Sus profundas palabras.

Levanto la mano y respondo al grito de Zommari preocupado:

-Lo siento, recordé que haré las compras navideñas con mi familia. En otra…—no me toques, Grimmjow, que parece que los sentimientos que escodes yo los siento, pienso cuando su mano desenguantada toca con dulzura mi mejilla—… Lo siento, Zommari. La verdad es que no creo que esto funcione—late mi corazón tan fuerte que me duele y las lágrimas me salen sin razón.

-Pero…

-Lo siento.

Cierro los ojos mientras cuelgo por la necesidad de esa oración: te amo. Eso me destruiría a mí. Te amo.

-¿Por qué lloras?

-Porque tu no lo haces.

-No tengo porque llorar si me has escogido.

-No lo he hecho, sólo he rechazado a alguien.

-Y en este mundo soy la mejor opción. Soy un rey—lo dice muy seguro y mejor quito mi cara.

-Vamos que empieza a hacer más frio—la nieve bajo nosotros cruje y empiezo a pisar sobre sus huellas para ver la diferencia de tamaño hasta que me cae un buen puño de nieve en la cabeza. Con furia hago una bola y se la arrojo.

-¡Hey!—grita y noto que hay un árbol encima mío que ha tirado esa bola falsa—Con que esas tenemos—empieza la guerra entre gritos e insultos, sin embargo hay risas de los dos hasta que la tormenta nos envuelve y empezamos a correr hasta llegar. Nos quitamos la escarcha y calentamos con el acondicionado lugar.

-¿Qué buscamos entonces?

-Regalos—responde sacudiéndose como un gato.

-Hablo de la refacción.

-No necesita ninguna, solo tenía un tornillo flojo.

-¡¿Qué?! Entonces…

-Vamos, maldición. Igual ibas a venir—voy tras él con un gruñido, volviéndome a molestar con su mano en mi nalga.

-Deja de hacer eso—alego sin hacer una escena.

-No.

-Te odio.

-No, no lo haces—proclama petulante—¿Qué quieres para navidad?

-No lo sé.

Parece pensarlo y me mira detenidamente.

-¿Qué?

-Ya lo tengo. Pero ahora busquemos algo material.

-¿Qué quieres decir?

-Que te daré una parte de tu regalo hoy—no logro sacarle nada pero se comporta mientras compramos algunos juguetes, ropa, dulces y postres. Al salir pedimos un taxi pues es imposible caminar con la tormenta y los paquetes.

-¿Frio?—le pregunto pues esconde las manos debajo de las axilas.

-Soy algo friolento.

-Pa-pasame tus manos—le digo con pena y cuando me las da trato de calentarlas con mi aliento y frotándolas.

Suelta una risita.

-¿Qué?

-Tienes la nariz roja.

-Es porque hace frio.

-Sí, es por eso—no lo entiendo.

 

Llevamos todo a la habitación de la máquina para que no vean los regalos y subimos en silencio a dormir. Ya es tarde y todos están acostados. Lo saco a empujones para cambiarme y ya que entra me he acurrucado en la orilla de la cama, una vez que la he devuelvo a la pared, pidiendo a gritos que no intente nada.

-Shini…

-¡No!

-Tranquilo, sólo quiero que compartas la cobija.

-Ah—la levanto y él entra pero hasta donde estoy, abriéndome las piernas y empezando a buscar mi pene—¡Déjame, asqueroso cerdo pervertido…! Ah…—proclamo cuando su boca consume mi miembro suavemente desde la cabeza hasta la base, con humedad y lentitud hasta endurecerlo, entonces me saca todo el pantalón y se mete entre mis piernas a succionarlo, tomando bocanadas cada cierto tiempo y empezando a meter un dedo en mi ano—No… espera…—se lo saca un poco y lo masturba.

-Hoy sólo gozaras tú, Ichi—dice con sensualidad y vuelve a metérselo muy profundamente. Dilatándome hasta que no puedo más, no más.

-Ah, ah, ah… Grimm… sácalo… por favor…—me callo con mis manos hasta estallar dentro de su boca, donde su lengua chupa mi semen como si fuera delicioso.

Me da vueltas la cabeza con ese chupando sus dedos tan bien con su larga lengua.

-Soy un rey—susurra en mis oídos hasta mi cerebro y retumba en el corazón sin sentido al inicio hasta que el eco me hace… me hace…

-Shinigami—me abraza por la cintura y se recuesta en mi barriga—No te vayas a mover.

-¿Por…?—no preguntó más al sentir como sus vellos se erizan por el frio que busca calmar pegado a mí.

No es cómoda la situación de tenerlo tan cerca de una zona que acaba de mamar y que no pueda subirme los pantalones pero es como un gato que busca cariño y comprensión, un auxilio o algo que lo aleje de la soledad del rey sin reino.

He olvidado qué me hacía hacer.

Notas finales:

Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).