Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

BREAKOUT por sleeping god

[Reviews - 72]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Volviendo de vacaciones así que también trabajé en esto, espero les guste.

 

El negro de sus ojos es inexpresivo, a lo mejor por eso me conforta llorar en su blando pecho de felpa amarilla.

-Kurosaki—me llama Ishida y limpio mi rostro.

-¿Qué pasa?

-Porque no me dijiste nada—intento dar una risa burlona porque ¿desde cuándo le importa que me pase?

-No pasa nada. Es solo que el idiota de Grimmjow quiere ponerme en ridículo. Tu sabes, venganzas tontas de ese nerd—digo calmando lo mejor que puedo mi voz, mi corazón y el miedo que fluye por mi sangre fusionado con los glóbulos rojos.

Parece creérselo un poco pero admito que este sentimiento ya no es normal, es terror, uno que escapa cada vez mas de mi imaginación y me cuestiono hasta dónde llegará porque vi en su mirada un vacío oscuro, no había luz, ni un rastro de ella.

Únicamente puedo proponerme ser fuerte.

 

No puedo concentrarme en las clases, siempre con mi pierna o mano en movimiento para aguantar los nervios de ver que cada minuto reduce poco a poco el día.

-¿Podrían prender la luz?—cuestiona el maestro, yo me levanto a hacerlo, dejando el salón por fin iluminado. En esa iluminación puedo verlos bien a todos y por un segundo me espanta la sombra de todos, viéndola con el cabello en picos, garras en vez de manos y recuerdo la risa de Grimmjow.

Me siento.

En la oscuridad hay un alma hueca que ni la luz puede ayudar, pienso colocando mi frente en la banca, deseando retroceder el tiempo y decirme: “Tu peor error será joder a Grimmjow Jeagerjaquez”.

Voy con lentitud a mi habitación. Pensé en quedarme con Rukia pero… yo sé que ese tiempo que dijimos darnos en realidad fue un “terminamos” que nadie pudo pronunciar. Ella esta con quien siempre quiso y yo estoy sumido en la oscuridad.

Me tiemblan las manos y con el corazón a punto de reventar de miedo abro mi puerta.

Una rosa amarilla para hacer el gesto lindo y a Ishida siendo manoseado por sus grandes manos. De esa manera siempre me confunde, siempre, incluso ahora aunque esta vez se ha inclinado más la balanza a un Te odio.

-Pasa, Ichigo. Te estábamos esperando. Espero no te moleste que hayamos empezado sin ti—me dice con una sonrisa grande y mi compañero es incapaz de verme a los ojos, subiéndose la playera a tapar se hombro desnudo.

-¿Qué demonios planeas?

-Es simple. Haremos una porno muy buena. Ah, no te preocupes, será para mi uso personal.

-No—reto pero se ríe y con ello el terror consume mis piernas que en un momento pensaron en huir.

-¿No? ¿Qué no te acuerdas que  no es opcional? Ishida ya tampoco tiene opción por tu culpa—se carcajea otra vez y entre lágrimas de la gracia que le causa nuestro sufrimiento se quita la camisa y nos coloca en la cama. Me disculpo en voz baja con Ishida pero no me responde porque está asustado. Lo vemos prender la cámara y empieza desnudando a mi compañero y a mí solo me retira la camisa.

-Que serios—se burla entre risas.

-Estás loco.

-Un poquito—empieza a masturbar a Uryu y a mí me besa, llevando su lengua tan lejos como puede. Siempre fue un buen besador. Escucho como mi compañero no puede evitar gemir y apretar las sabanas, al bajar la vista noto que Grimmjow no está siendo nada amable porque mueve su mano con rapidez y cuando veo que el miembro del peliazul no está del todo parado siento recorrerme un escalofrió porque nos tendrá deparado una larga noche.

-Ya lo notaste ¿verdad?—me dice empezando a sacarse el cinturón—páralo en lo que preparo a mi otra puta.

-¡¿Cómo te…?!—no puede reclamar más porque le clava un dedo sin ninguna preparación.

-Más cuidado con esa boca, perra, o no te preparé para nada.

-Grimmjow, no hagas eso—le pido, queriendo que mejor se desquite conmigo.

-Si eso quieres ya te estar tardando en mamármelo—ruge ya no divertido. Me pongo a practicarle sexo oral pero ni así deja de jugar con la entrada de Uryu que con el ceño fruncido acepta y goza de las manos de Grimmjow, al punto en que no lo soporta y me quita para meterse el pene de Grimmjow en la boca.

-Tu amigo es mejor puta que tú. Entiende rápido su posición.

Sin embargo así me atrae a él y besa mi cuello, acaricia mi espalda y cabello, ya que me pierdo en su tacto lame sus dedos y me prepara con delicadeza. Nuevamente me confunde.

-¿Quién quiere ser el primero?—nos pregunta. La verdad es que una vez dilatado es difícil negarme y no queriéndome mostrar rogante, simplemente aprovecho que estaba abrazado a él, le beso la mejilla derecha, jadeando aire caliente, pero Ishida se coloca del otro lado, mordiéndole la oreja y acariciándole los testículos.

¿Por qué hemos caído en esto? Me muero de vergüenza y odio, más con esa lente donde nos veo reflejados como gatas en celo.

-Parece que Ishida me desea en serio ¿No vas a esforzarte más, Ichigo?—me dice y yo me alejo con enojo.

-Que necio eres—tira al pelinegro en la cama y lo penetra de una vez, escuchándole gemir gustoso, yo por mi parte miro a los ojos negros del león llamado Kon y me cuestiono el porqué de ese regalo, de la rosa y luego de el trio y la cámara, dos lados tan contradictorios de amor y vergüenza. No puedo pensar más pues me obliga a besarlo mientras coge, a darle mis pezones y luego me hace sexo oral hasta que nos venimos Uryu y yo. Se sale de él y se clava en mí. Grito porque ya no estaba excitado.

-Debiste pedir ser primero. Mira a Ishida, él lo disfruto mucho y tú en cambio vas a su sufrir—así lo hace pero no le basta, nos obliga a repetir otras dos veces, cuando el sol empieza a salir Grimmjow cae rendido entre los dos y alcanza a susurrar unas palabras antes de dormirse:

-Ichigo, todavía te recomiendo irte de la escuela—me acurruco en su pecho y brazo, al igual que Ishida, sin querer pensar si eso fue una amenaza o una advertencia.

 

Tengo frio en la espalda y trasero pero del resto es muy cálido, este cuerpo es muy cómodo, como si estuviera diseñado para que yo durmiera de este lado, pero al abrir los ojos veo a Grimmjow y me enfurezco, lo brinco pero bajando de la cama las piernas me ceden y voy a dar al piso.

¡Lo odio! ¡Me duele muchísimo el cuerpo y el alma! ¡Estoy tan avergonzado!

Le escucho levantarse, tronar sus largos huesos y me ofrece una mano que rechazo con rudeza.

-No seas mariquita, Kurosaki—no puedo dejar de llorar. Es tan doloroso ser tratado por él porque me odio a mí mismo y no a él. Podría pararlo pero no sé en qué momento habré de pagar todo lo malo que le hice ¿Cuándo es suficiente? Quizá él lo sepa.

-¿Cuándo terminaras con esto?

Se hinca frente a mí, limpiando mis lágrimas y con esa risa vacía me responde:

-¿Alguna vez pensaste en parar conmigo?—nunca se detendrá… y le causa gracia mi dolor.

-Sí, eso pensé—con que así te hice sentir. Lo siento, Grimmjow, lo siento mucho. Quizá nunca te violé pero así te sentías, ahora lo entiendo.

Una vez que se lleva sus cosas, incluyendo la cámara, voy a ver a mi compañero que se está bañando, intento salir sin hacer ruido pero me llama.

-Kurosaki.

-Dime—digo con pena, esperando que me recrimine este hecho.

-Lo mejor será no hablar de lo que pasó. Pero si quiero que me cuentes de lo que te ocurra  con Grimmjow ¿De acuerdo? Es obvio que estas metido en gran problema.

-No sé cómo salir de él.

Guarda silencio. Silencio que entiendo como un: “espera a que se aburra”. Así que me voy a clases aun adolorido y sucio, he aprendido que el baño no me va a quitar esa sensación. He tirado la rosa pero no a Kon, no he podido.

 

Pasan días, incluso semanas sin que se aparezca ni de señales de vida, es entonces cuando me pregunto ¿Por qué la calma vuelve pero el miedo sigue aquí?

Una tarde paseo por el gimnasio, buscando un deporte en el cual pueda distraer mi mente que se a acongojado en un rincón del cráneo, así un sujeto alto y de tez negra viene y me invita a jugar una partida de basquetbol, acepto sin ningún problema y me da ropa para cambiarme. Caliento las piernas y me recorre un escalofrió cuando en el equipo contrario Grimmjow se alista.

-¿Qué pasa?—cuestiona el hombre negro.

-Nada—digo velozmente pero negándome a escapar y durante el juego me evita tanto como yo lo evito a él. Así está bien, en esta incomodidad necesaria de amantes casados con la castidad.

En el descanso voy a beber agua que Zommari, el sujeto que me invitó a jugar, guarda en su locker.

-Hola, Ichigo—escucho cuando dejo la botella y pido con ganas de tirarme de rodillas y suplicar, no es por mi cuerpo sino que mi mente ya no lo resiste más.

-Déjame en paz, Grimmjow.

-Sabes, no me gusta perder y creo que es porque estás muy descansado—pega su entrepierna a mi trasero y ya sé que no se detendrá—Seguramente me has extrañado—me bajo la ropa y mejor que haga lo que debe, sin lastimarme ni confundirme—No pongas ese rostro, hoy seré muy amable.

-¿Por qué?—gimo a su miembro partiéndome en dos pero más que nada a que dé respuestas, aunque sea una pista.

-Me place complacerte el día de hoy—eso no ayuda pero su mano masturbándome y solo la punta de su pene en mi ano me corrompen de placer, siempre lo hace y eso es lo que más detesto.

-¿Por qué… eres tan cambiante? Me confundes, Grimmjow—primero me gira y penetra de frente. Amo esto, odio lo que siento.

-Llámame Pantera—dice, galopándome con rudeza. Gimo, grito y enloquezco de placer ¡Ah, que delicia! Su esencia es tan cálida… ¿Pero qué? ¿Así va a dejarme? No puede… me duele y no puedo, no, no quiero venirme por mí mismo. Te necesito, Grimmjow, es esto sí te necesito.

-¡Haz que me venga!—le grito, ignorando mi orgullo. Se acerca a mi rostro, lo suficientemente cerca para poderlo besar ya que amo esos labios de buen besador, esos pectorales marcados, la herida que yo le cause, cada fibra y musculo es mi placer—Grimmjow—repito tantas veces sea necesario. Me he vuelto adicto al sexo por su culpa.

-Pantera, te he dicho que me llames Pantera. Gime eso—lo veo a los ojos sin luz porque ha parecido rogar que le llame así, ha parecido que sufre por alguna razón y yo… antes me habría interesado en su corazón pero ya es tiempo de separar las cosas, así no nos haremos daño. Lo abrazo y hago que deje de masturbarme para disfrutar un poco más.

-Espera un poco, Pantera—suena el silbato de que el partido a recomenzado pero Grimmjow me tira en el piso y mete mi miembro en su boca, sin morderlo ni nada cruel. Le agarro el cabello para marcarle un ritmo que sigue y mejora. Sigo susurrando la palabra Pantera hasta venirme en sus labios.

Fuera el paraíso se deshace ya que no puedo brincar o correr, me arde la entre pierna del placer que me dio “Pantera”, así llamaré desde hoy al pene de Grimmjow.

 

La próxima vez que veo a Grimmjow es con Ulquiorra, estaban discutiendo a gritos por un medicamento al parecer, no comprendo del todo lo que si me sorprende es ver el odio que ambos se mostraron en esa discusión. Más tarde, por la noche, lo veo fuera de la escuela, recargado en un árbol, fumando y tiritando bajo la noche helada y sin luna.

-Grim…

-Pantera.

-¿Qué haces afuera?

-Disfrutando de la hermosa vista—miro en derredor pero está tan oscuro que se notan solo algunas siluetas de objetos.

-Pero no se ve nada.

-Exacto, es la oscuridad lo que observo—giro a notar su cabello crecido, desordenado, los ojos delineados en verdeazulado como es ahora su costumbre, sin camisa y con gran sonrisa—¿Nunca te has sentido…?—interrumpe su pregunta un ataque de risa—Vamos a coger—ordena y yo obedezco.

 

En la mañana siguiente me duele mucho la espalda por andar teniendo relaciones en el suelo, así que voy a comprar unas pastillas a una clínica a cuatro cuadras de la universidad, hay una fila muy corta pero delante mío una mujer joven parece muy decaída, tiene el rostro oculto tras una cabellera larga color avellana y sin aviso cae al piso.

-¡¿Está bien?!—pregunto una estupidez mientras me agacho a y la levanto en mis brazos.

Es como mi madre, pienso en un breve instante.

-No está el doctor…—dice el empleado, asustado a no saber qué hacer.

-¡Dame alcohol y algodón!—le ordeno, a la vez que me quito la chaqueta para ponérsela de almohada y revisar su pulso, es un poco bajo. Humedezco el algodón y lo paso bajo su nariz, dándome cuenta que sangra de la frente, posiblemente causada por la brusca caída. Finamente abre los ojos y mira a todos lados, al final decidiendo dejar su mirada en mí.

-Tranquila, todo está bien—le digo con voz calmada y ella empieza a recordar y me da una sonrisa.

-Gracias—murmura. Pido una venda para poder cubrir la herida después de limpiarla. Cuando se siente mejor se levanta y decide irse pero me niego a que se marche sola.

-Descuida—me dice con una sonrisita—Suele ocurrirme. Mira—abre su bolso y muestra dulces—A veces se me baja el azúcar.

-Debería llevar algo de alcohol para olerlo, en caso de que sienta que se va a desmayar—digo aun preocupado.

-No lo sabía. Empezaré a hacer eso. Muchas gracias—hace una reverencia y se va.

Ya no me duele la espalda pero si tengo que pagar lo que use, sin embargo… se sintió muy bien ayudarla.

Si tan solo hubiera sido más útil a mi verdadera madre, si en ese momento hubiera hecho algo, hubiera tenido el conocimiento…

Es interesante que justo ahora me dé cuenta que yo quiero ayudar a la gente, justo ahora… parece ya demasiado tarde con Grimmjow.

Aun con eso, hoy el cielo luce más azul.

 

-Qué estúpido—me digo con una mano en la espalda, caminando encorvado—Solo a mí se me ocurre que ya no iba a dolerme. Fue la adrenalina…—sigo hasta la enfermería de la escuela ya que no quiero caminar de vuelta a la farmacia—Con permiso—digo al entrar pero está lleno de gente con moretones, golpes, cortadas y demás—¡¿Qué paso aquí?!—cuestiono impactado.

-Hoy empiezan los torneos de actividad física y tengo mucho trabajo—dice la enfermera, una mujer mayor de larga trenza negra al frente y que me da clases, su nombre es Retsu Unohana.

-Ah…—tomo asiento mientras atiende al resto pero no puedo evitar ver que son demasiados y las heridas muy contundentes— ¿Es normal esto?

-Siempre ocurren este tipo de cosas pero ahora parece que hay alguien exagerando—¿alguien? Vuelvo a verlos y noto que la mayoría no son de la universidad.

-¿Puedo ayudar, Unohana-san?—pregunto para no sentirme inútil y verla correr de un lado para otro.

-Claro, Kurosaki-kun.

 

Terminamos con los enfermos unas horas después, también me he curado la espalda y por curiosidad paso al gimnasio y es ahí donde descubro algunos torneos, lo más extraño es ver a la universidad rival aterrada.

-¿Qué ocurre?—le pregunto a un chico.

-Es imposible que le ganemos—dice señalando a Grimmjow que trae puesto ropa de karate pero debajo se asoma otro traje de kid boxing y detrás de él hay guantes de box.

-¡¿Está concursando en todo?!

-¡Sí, y está lesionando a cuantos puede!

-Eso es ilegal.

-No, lo hace conforme a las reglas—le observo sonriente, entrando al campo como si fuera una juego, incluso se deja golpear un poco por ese chico de piernas temblorosas. Le ínsita, le grita que lo lastime y al final de un solo golpe al estómago lo desmaya.

-¡Rudeza innecesaria! ¡Pierde dos puntos!—ni ese reclamo le afecta, sale a quitarse la ropa y colocarse un short para entrar al ring.

Ahora entiendo, hará una masacre. Será mejor que vuelva a la clínica. Mientras doy la espalda su risa suena en todo el lugar y me hace preguntar ya no qué le pasó sino algo más grave: ¿Quién es ese hombre que destruir le parece tan divertido?

Cerca de medianoche llega otro sujeto, un hombre negro que se le ha roto el brazo, lo cual es increíble pues es realmente enorme y fuerte.

-Gracias—dice amablemente cuando concluyo— ¿Me recuerdas?—lo observo detenidamente y sonrió.

-Cierto, eres… ¿Zommari?

-Sí, creí que no te acordabas.

-Lo siento, estoy distraído ¿Se ha acabado ya?

-Sí, Pantera fue descalificado ya en la mitad pero mañana continuará—con que así se hace llamar también en estos casos. Suspiro.

-Gracias por el trabajo arduo—dice con una sonrisa y la regreso— Quizá nos volvamos a ver.

-No me gustaría—digo, señalando su brazo y riéndonos.

-No sería tan malo—se despide y salgo para descansar, dejando a Unohana que mira a los enfermos con cariño maternal.

-Hola—me dicen cuando salgo, puedo reconocer esa voz en cualquier parte—Me dijeron que andas trabajando aquí ¿A quién le robaste un corazón caritativo?—se burla pero puedo ver que también está herido.

-Deberías curarte también.

-No, estoy bien pero gracias por tu sincera preocupación—ironiza—Darías mucho porque muriera, así te dejaría en paz—no, ya no. Ya… no me importa.

-¿Qué quieres?

-Relajarme del todo.

-Bien. También necesito desconectarme un momento—parece sorprendido pero aun así me sigue hasta un laboratorio que no le sirve la cerradura.

Para evitarme malos tratos voy yo a él, lo abrazo para poder besarlo, de esa manera corrobora, llevando sus manos a mi trasero y mordiéndome un labio.

-Pareces necesitado.

-Sí, algo así—respondo sin interés, empezando a sacarle la playera, viendo alrededor de la cortada de su pecho tiene escaras frescas y algunas secas— ¿Qué…?

-No importa—me sube a una mesa, sacándome los zapatos, camisa y pantalón. No quiero que entre sin preparación así que le bajo el cierre para masajearlo, ya que se encuentra perdido me pongo a hacerle sexo oral y aprovecho la saliva que sale de mi boca para yo mismo dilatar mi entrada.

-Te vez muy bien, Ichi… ah…--lo callo con una succión profunda. Parece sorprendido así que sonrió. Baja a besarme, obligándome a sentarme en el frio piso pero se siente bien su mano en mi entrada y luego su lengua en mis pezones.

-No te creas mejor que yo—pronuncia con lujuria, ahora parece realmente excitado por lo que ve. Le acaricio los pectorales y beso su cuello hasta morderlo y hacerlo gritar, por un momento me pareció que me golpearía pero en vez de eso me besa con demencia, empezando a acomodarse entre mis piernas.

-Quítate el pantalón—le pido e increíblemente me obedece, entra con cuidado, masturbándome a la vez que me observa a los ojos. Eso me da vergüenza.

-¿Ahí está bien?—cuestiona una vez dentro, totalmente dentro ya que reconozco su longitud dentro de mí.

-Ah… sé, ahí—suplico y sonríe pero sin maldad. Se mueve lentamente y para que no salga tanto aprieto su trasero contra mí, de esa manera me permito manosear su musculoso cuerpo hasta acariciar su rostro y besarlo, no se niega, hasta le gusta y de la misma manera corresponde con gestos delicados a mi piel, es la primera vez que no me lastima de ninguna manera, ni siquiera un chupetón. Me junto a su cuerpo para venirme, preparado para sujetarme a algo porque él no se detiene ni en ese momento, lo impresionante es que se queda dentro, muy quieto mientras el orgasmo me recorre más fuerte que nunca.

-¡Pantera!—lo nombro y me sonríe.

-¿Qué tal?

Simplemente pongo mi frente en su hombro, abrazándome con fuerza y recuperando el aliento. Sus palmas suben a mi espalda y una a mi cabello, acariciándome lentamente, con sus frías manos pero con tanto cariño que mi corazón se acelera y mi cuerpo se excita.

-Ichigo, no lo había notado.

-… ¿Qué?

-Hueles muy bien durante el sexo—anuncia, colocando su cabeza en mi cuello—Me encanta tu olor—le escucho olerme profundamente hasta volver a emprender su vaivén, está vez vuelvo a desearlo así que lo recuesto para montar ese delicioso cuerpo, con sus ojos que ahora que incitan a corromperlo de gusto… diablos, sus manos me vuelven loco. Pronto me vengo y él se encaja todo lo que puede hacerlo dentro mío, eso jamás lo había hecho así que grito muy fuerte su nombre otra vez.

-Ah, ah, ah, tranquilo—pide apenas consiente. Susurro una disculpa y me recargo en su pegajoso pecho. Abro grandes los ojos cuando me rodean sus brazos como si quisiera protegerme—No te muevas, creo que escuche algo—sin embargo no puedo escuchar nada porque mi corazón hace demasiado ruido—No fue nada—me suelta y lo miro a los ojos—Me voy—anuncia levantándose y empezando a vestirse—Debemos repetir—comenta, levantándome del piso y dándome otro beso—Hasta pronto, Ichigo.

-Pantera—le llamo antes de irse—Debes hacerme un favor—endurece su rostro—Estaré muy cansado si sigues lastimando tanto a los concursantes. Se prudente.

-¿Algo más?—se burla.

-Cuídate y gana—rayos, logre sonrojarlo. No dice nada más y se marcha—Sobre todo cuídate—pido para mí mismo.

 

Nuevamente Unohana-san me ha pedido ayuda y me ha dicho que podría empezar las prácticas ahí mismo, a lo cual accedo. Hoy a vuelvo aquel hombre de piel oscura, platicamos gran parte del día y por la noche esperaba volver a ver a Grimmjow mas no se presenta. Ni lo haría durante semanas, muchas semanas. Sin embargo cumplió su promesa y no hubo esa cantidad masiva de heridos, también gano en todas las competencias a las cuales no fue sacado.

Sin su interrupción me centré más en las clases porque no es lo mismo la práctica que la teoría y para poder atender mejor tengo que aprender mucho, mi padre también me ha ayudado cuando le llamo para preguntarle algunas cosas. Ansió ya las vacaciones de invierno para ir a verlos, un año ya ha sido mucho tiempo y extraño a mis amigos y hermanas… y un poco a mi padre.

 

-Hey, Kurosaki—me habla Uryu a pesar de que le dije que no me interrumpiera cuando leo—Inoue vendrá a visitarnos.

Sonrió pero luego me entristezco.

-¿Aun piensa que son novios?—pregunta atinadamente.

-Jamás le dije que terminábamos así que no sé qué piense.

-Se sincero—me dice con naturalidad y acepto que es lo mejor.

La vemos esa tarde y platicamos en nuestra habitación, es tan ameno que olvido explicar nuestra relación inexistente, así cuando da la noche y debe irse a tomar el tren ella se lanza a mis brazos y la tengo que rechazar rápidamente.

-Lo siento, Orihime—digo con pena—La verdad es que… tu y yo…

-Entiendo, Kurosaki-kun—responde en voz baja—Sabía que algo cambiaria cuando te fueras pero quise creer que no.

-Lo siento—repito apenado.

-No, está bien—sonríe con mucha fuerza. Que forzada se ve—Seguimos siendo buenos amigos—empieza a caminar hasta girar y decirme—algo ha cambiado en ti y me alegro—se aleja dejándome pensar qué es lo diferente en mi persona. Quizá, me digo brevemente, he dejado ser cruel.

Y cuando pensaba que la crueldad no podía ser superada me di cuenta que existe la maldad sin más motivo que el puro porque sí.

-No… por favor…—le ruego a sus ojos azules aunque son amarillos los que me miran y negras las manos que me desnudan.

-La última vez lo disfrute tanto que me di cuenta tú también lo hacías, así que busqué una verga más grande que la mía para seguir con el sufrimiento. Ah, no te preocupes, si no te lastima meteré también la mía—responde sin ningún atisbo de sentimiento, únicamente una sonrisa divertida.

Empiezo a negarme físicamente y es Grimmjow quien personalmente me azota contra la pared de su habitación.

-Ya no puedo extorsionarte con esto—dice, mostrando su herida que cada vez crece más, como si hubiera sido hecha con una espada al rojo vivo—Pero tengo ese video así que no te pongas de necio—no me sorprende que lo use, tampoco su furia ciega pero que Zommari tome lugar en esto me da… tristeza.

Me empiezo a dejar, siempre con la vista en el suelo hasta que para en bajar mi cierre.

-No voy a hacerlo, Grimmjow—se queja el afroamericano.

-Tú mismo dijiste que sí—espeta Pantera con  notable molestia.

-¡Dije que lo haría porque no permitiría que cualquiera viniera a lastimarlo!

¿Buscó a quien fuera para…?

-Si no lo haces tú lo haré yo mismo—proclama el peliazul y aunque Zommari intenta detenerlo es cuestión de un solo golpe para que lo derribe—Somos tu y yo otra vez,  Ichigo—es suficiente.

Le doy un golpe en la mejilla izquierda, dejando de temblar y elevando la vista.

-Ya basta—le ordeno.

-No, esto no se detendrá.

-He dicho que es suficiente ¡Si quieres tenerme será a la fuerza!

-¡Genial!—me petrifico a su respuesta— ¡Excelente! ¡Esto será más interesante!

No retrocedo, no volveré a hacerlo nunca más. Quita su sonrisa y parece enfurecerse. Se lanza a matarme, como alguna vez me lo dijo, no con la intensión de violarme, ni siquiera de herirme, completamente ciego a acabar con mi vida. No entraba en razón con ninguno de los golpes que me daba ni a mi voz, tampoco sirvieron los que trataron de detenerlo, lo único que logró contenerlo fue desmayarlo con una inyección.

 

Despierto en la enfermería y puedo sentir todo el cuerpo adolorido, lo cual es un alivio, significa que aún tengo todo.

-Buenos días, Kurosaki-kun.

-Ah, Unohana-san. Buenos días—respondo, sentándome en la cama.

-Me alegra te encuentres bien. Fue una pelea muy fea—dicho aquello recuerdo a Grimmjow.

-¿Y él?

-No está aquí. No salió herido—maldición—Fue llevado a la policía y seguramente van a expulsarlo cuando menos.

-Ah.

Ese sujeto no se parece en nada al Grimmjow que alguna vez vi, al que molestaba, a ese que fue mi amigo, a quien llegué a amar y al que pude odiar. Es distinto, otra persona. No sé qué le pasó, sus ojos estaban tan vacíos, su ira era creciente y no entraba en razón. Si sigue siendo el mismo lo peor que le pueden hacer es expulsarlo.

Quisiera tenerle lastima.

 

Por la tarde salgo a caminar pues es abrumante estar encerrado pero me pasan a la dirección para informarme de la situación.

-Naturalmente las reglas de la universidad es que el castigo a una pelea sea la expulsión—expone el director, un hombre ya muy viejo—Sin embargo no podemos hacerlo en este caso.

-¡¿Qué…?!

-No es un caso normal—se levanta y me hace seguirlo a una de las oficinas contiguas, ahí está el peliazul ¿Qué le ocurre? Está tirando saliva al piso, con la cabeza recostada a la derecha y baja,  las manos flácidas a costado de su cuerpo, las piernas chuecas, sentado con gran torpeza y pesadez. Me acerco a él y sus ojos están apagados al punto de creer que está muerto.

-Fue medicado—dice el viejo.

-¿Medicado?

-Sufre de trastorno de la identidad disociativa.

-¿Varias… personalidades?

-Dos para ser exactos. La otra se hace llamar Pantera, fue él quien declaró haberte golpeado. Al parecer Grimmjow ha sido manipulado por este y no tomo su medicamento, la enfermedad ha ido en aumento y por ahora será medicado a la fuerza. Está así porque se no sabían que dosis darle y se han propasado pero en una hora estará en buen estado.

Que miedo, es como si su cuerpo estuviera vacío o su mente adormilada, balbucea y tiene temblores que desean evolucionar en movimientos. Es un muerto.

Salgo pero no me voy, me quedo fuera en una de las sillas y aunque pasan dos horas él no sale, a la tercera escucho la puerta y salé temblando, sudoroso y acongojado, mirando a todo lado totalmente desorientado.

-¿Quieres que te lleve a tu cuarto?—le propongo y solo me observa hasta que frunce el ceño.

-Te lo llevaste—pronuncia con torpe voz—Haz guardado a Pantera—dice con mucho rencor en su voz. Es Grimmjow y es la primera vez que me doy cuenta que me odia.

Se va solo y aunque todo el mundo lo ve como el victimario y yo la víctima, dentro mío me molesta no percatarme de esa otra persona y que ahora debe ser sedada como un animal.

Todo este peso es demasiado, me vendrá bien regresar a casa en invierno, de hecho ya es necesario usar suéter y bufanda en este ultima día. Ya un año de universidad.

Reviso el buro con calificaciones y me sorprendo de que en esa hoja que anuncia las mejores de toda la universidad me encuentre yo en tercer lugar, después del novio de Grimmjow y Uryu, sin embargo no está el peliazul, eso es muy extraño.

Salgo a dar un último paseo antes de tomar el tren a Karakura para intentar no pensar en él pero el aire caliente de mi boca me recuerda al humo de tabaco que echaba por la boca, también la calle solitaria hace que lo relacione a sus ojos sin razón de estar, ¡Qué diablos! La acera dura me trae de recuerdo sus duros músculos… puede que todo pueda ser algo de él. Me decidí a convertirme en un gran médico para salvar a las personas pero resulta que no hay nada que yo pueda hacer para mejorarlo, lo único es posible es… alejarme.

Al volver miro aquel árbol frondoso ahora desnudo, donde lo vi por primera vez Pantera, donde me hizo el amor en la oscuridad, ahora está ahí, recargado, sin camisa, tiritando con fuerza, abrazado a sí mismo y apretado contra la corteza como si quisiera fusionarse con esta.

-Gri…

-no me llames así—ruge.

-Pante…

-Cállate. Me mata la cabeza. Nos mata…—jamás podré olvidar esa imagen: su cara pálida, contraída, asustada, desgarrada y la frase que me dijo.

-Que soledad—desearía ser más fuerte e ir tras él mas no puedo, su tristeza me está haciendo llorar a mí en vez de a él.

Al percatarme del frio también descubro que se ha ido. Un miedo me recorre al preguntar qué tan lejos a decidido irse. Y sí, admito que estoy asustado.

 

Dentro de la universidad me despido de mucha gente, gente que he curado o ayudado, personas que quiero. Y aunque tomo mis maletas vuelvo a dejarlas para ir a ingeniería y poder irme con la bendición de ese sujeto y la mente descansada de esos terrores diurnos.

La facultad está casi del todo vacía y aunque no logro encontrar a Renji si está Zommari.

-Hola—le digo para detenerlo.

-Hola, Ichigo ¿Qué haces por aquí? Pensé que ya estarías camino a Karakura—entonces nota que mi atención está en la habitación número seis— Ah, no te preocupes, yo y Renji nos ofrecimos para medicar a Grimmjow así que en cuanto le dé las pastillas estarás a salvo.

“Que soledad” es lo único que puedo pensar.

-No se la des—le pido sin mucho pensar—Tengo que hablar con ellos.

-Es peligroso—me prohíbe—No puedo dejarte hacer eso.

-Creo que… No, estaré bien—confirmo, rogando que me deje unos minutos a solas.

Al fin logro convencerlo y entro a su cuarto, todas las ventanas están abiertas y muere de frio sentado en su cama.

-Solo dame la puta pastilla y vete. Solo dame la puta pastilla y vete. Solo…—se le quiebra la voz al intentar elevar la voz—Maldita sea, dámela de una vez, por favor.

-No soy ninguno de ellos—digo para que me mire. Ahora parece la mitad de agobiado.

-Ah, Kurosaki Ichigo.

-Solo quería hablar.

-No hace falta.

-¿Qué quisiste decir hace un momento?

-Yo, nada. Nada de nada—guarda un largo silencio en que no se mueve ni un centímetro y después se levanta tan rápido como un poseso—He perdido todo eso humano tan… especial: sueños, amor, odio, fuerza, esperanza… libertad. Y Grimmjow no es comprendido por nadie. Hubo un idiota que le dijo “supéralo” como si la respuesta estuviera al final de la botella de píldoras y que con la pura mentalidad esa sensación de subida y bajada fuera a acabar y como si la las drogas afectaran a la mente y no al cuerpo, donde la diferencia entre adicción y salud tiene que ver con estar cuerdo y…—está sudando y hablado muy rápido, histérico—Y yo estoy en lo más recóndito de su mente, en la oscuridad a la cual no quería volver y en la que el único sonido de se escuchaba era su llanto y ahora ni eso, a veces me pregunto si  la locura puede enloquecer.

-No entiendo—digo con vergüenza.

-Claro que no. Nadie puede.

-Pero no creo que no seas humano.

-Estúpido.

-Pelea—le gruño antes de que sonría—No muestres algo que no sientes—ordeno y la quita poco a poco—Pelea, Pantera, por ti y por Grimmjow. Peleen.

-¿Con que fin?—su voz es como nunca espere: derrotada.

-Para ser humano. No te rindas. Puedo ver—sin querer se me escapan unas lágrimas pero sigo firme—Que intentas matarte—con el frio, las costillas que se denotan a través de su piel, las manos ensangrentadas de arañar su pecho y el alma escapándose bajo excusas y locura—Por eso, pelea—y retrocede asustado como jamás lo vi hasta salir corriendo tan rápido que no puedo alcanzarlo.

Mi corazón se detuvo mientras hablaba pero al volver a latir fue como si hubiera salido de todo lo malo o al menos lo hubiera intentado.

Notas finales:

Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).