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BREAKOUT por sleeping god

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Notas del capitulo:

Con tardanza pero creo que la cantidad compensa, o eso quiero pensar.

Lean.

Qué vergüenza que esos ojos inexpresivos me observen en este estado: sonrojado, sudoroso, miedoso y enamorado.

Quisiera dijera algo a lo que grité, agradeciendo claro que la facultad este prácticamente vacía o sino todos me habrían escuchado, pero no lo hace.

Es un gran alivio, en cierto modo, así que tomo a Kon y la nota que tiene con un alfiler en su pecho.

“Perdona lo que dije, fue muy impulsivo e insensible. Sé muy bien que no puedo comprender por lo que pasas y me gustaría al menos escucharlo. Si vas a Karakura sabes dónde buscarme así que te esperaré.”

-Me lleva la chingada—maldigo, colocándome una chaqueta sobre mi cuerpo desnutrido—Maldito shinigami que cree saberlo todo—sin querer sonrió pues intenta entenderme, no como Ulquiorra que cree comprenderme.

Debo buscarlo y hablar, es bajo esa meta que estudio los siguientes días con ahínco, dejando de lado a Grimmjow que ni siquiera ha hecho la alusión de tomar el control. Descubro que no soy el ser más brillante de todos pero si demasiado necio, repasando de ser necesario diez veces un párrafo que noto que otros han entendido hace veinte minutos.

Tendré tres exámenes, si pienso que son seis materias se podría decir que me fue mal más puedo hacerlo, demostraré que puedo valerme por mí mismo.

El primer examen estoy yo y otros tres, separados lo suficiente como para no poder ver sus hojas de respuestas, son diez páginas engrapas, por suerte no están impresas por ambos lados, sin embargo a la cuarta ya me duele la cabeza de tantas operaciones y golpeo la banca de frustración.

-¿Todo bien?—cuestiona el profesor y me quedo con las ganas de decirle que todo estaría bien si no hubiera puesto esas operaciones.

-Sí, sólo que debo ir al baño—reprocho sin realmente querer ir a hacer eso.

-Debió ir antes de entrar—regaña y empiezo a romper mi lápiz con las ganas de que fuera su cuello.

-Lo sé pero antes de esto no tenía ganas—reclamo y con un gesto me concede mi petición. Así salgo de ahí y voy rápidamente a mi habitación a revisar los libros y volver con las respuestas en mi mente. Reconozco que es deshonesto pero eso no quita que cumpla mi cometido, jamás dije que pasaría mis materias sin hacer trampa.

Salgo del examen muy confiado, admito que alegre al escuchar al resto quejarse de olvidar algunas cosas mientras yo tengo la plena seguridad de responder todo bien.

-Joven Jeagerjaquez—me giro a ver al profesor— ¿Qué broma es esta?—demonios, se habrá dado cuenta que hice trampa. No te apresures, Pantera, no seas paranoico y finge demencia… bueno, eso es sencillo, jeje.

-¿Qué pasa?

-Su nombre—ah, olvidaba que Pantera Jeagerjaquez no es mi nombre.

-Ah, lo arreglaré—saco una pluma y borro mi nombre y pongo Grimmjow.

Sí, Grimmjow.

-¿Está bien?

Cálmate imbécil, lo arruinarás.

-No es nada, solo me duele la cabeza.

Acéptalo, Pantera, observa con cuidado. Tu nombre no existe.

 

-Bueno, Ulquiorra ¿Cómo estás?

-Es extraño que me llames ¿Qué ocurre?

-Sigues enojado ¿verdad?

-No, bueno… es que… han pasado demasiadas cosas.

-Lo sé, te he pedido mucho por eso quiero arreglar todo pidiéndote que vivas conmigo. Dejemos de posponerlo, Ulquiorra ¿Ulquiorra? ¿Estás llorando?

-Sí… perdón… creí que… quiero verte.

-Yo también. Necesito verte.

 

Está tomando fuerza, dentro de mi pecho, haciéndome respirar como un animal enjaulado que se le mira a los ojos. No sé qué le ha ocurrido a Pantera que tiene libros en la habitación, ha presentado un examen en el cual le fue excelente, está comiendo, haciendo ejercicio e incluso…

-¿Qué es esto?—digo a un peluche de león bien acomodado en la almohada de la cómoda.

Ha sido cruel retirarlo de esa forma pero no me gusta esta aprensión dentro de mí que ha crecido con creces hasta el punto que parece que va a arrastrarme. Ahora que he podido controlarlo algo me grita que huya a los brazos de Ulquiorra o será muy tarde.

Me reviso en el espejo con la certeza de que no veré a esa pantera-humana, simplemente a mí mismo, atractivo con mis ojos azules, cara varonil, cabello rebelde aunque demasiado largo, me he vestido con camisa de botones y jeans, espero a mi novio por alguna razón sin ansias, intentando que a mi mente vengan recuerdos románticos de ambos. Cierro los parpados y espero bajo el silencio nocturno.

Es un dulce aroma, una piel suave, un trato rudo y… ¡es increíble! Me duele el pecho por tenerlo abrazado.

-Ichi.

¿Qué?

Me doy unas bofetadas y ahora cierro los ojos con más insistencia, negándome a creer lo pronunciado.

Entonces imaginó un verde campo, unas vías de tren sin destino observable, un adorable clima caluroso de cielo azulado. Camino por un costado de las vías, sintiéndome libre, entre animal y hombre, con el viento ondeando entre mi cabello, mi ropa y pelaje. Una risa adorable entonces suena y sonrió fuera del sueño, una mano cálida sujeta a la mía para no perder el equilibrio sobre la viga, vuelve a reírse con tanta alegría que lo acompaño aunque sigo pendiente de que no resbale por llevar pantuflas, subiendo poco a poco a su rostro iluminado por la felicidad que me contagia.

Despierto.

-¡No, no, no! ¡No pienses en…! ¿Ichigo? Acaso…—tocan la puerta así que me dirijo a abrirla, recibiendo una envestida de un pequeño murciélago que se lanza a mis brazos.

-Lo siento—se disculpa con lágrimas en los ojos—Es que me hiciste muy feliz.

Sonrió para corroborar la escena. Sin embargo algo dentro no es sincero.

-¿Quieres que busquemos casa ahora?—le cuestiono un tanto abrumado.

-No, ahora quiero que me hagas el amor—abre mi camisa y empieza a lamer desde mi cuello, bajando lenta y sensualmente su húmeda lengua y los tiernos labios.

Observo el techo sin hacer nada, perdido en el foco que encandece en color amarillo.

Maldita sea, no se me para.

Jalo a mi novio a mi rostro para besarlo, haciendo que se siente en mi vientre para ver si la cercanía de su trasero me anima. Se retira los ajustados pantalones junto con la ropa interior, mientras se sonroja exageradamente.

-¿Qué pasa?—le pregunto.

-¿Por qué me observas tan seriamente? Ni siquiera me estás tocando—entonces veo que mis manos permanecen sin moverse en sus muslos y que estoy estudiando el verde de sus ojos. Me levanto a abrazarlo con fuerza y el corresponde algo asustado.

-Lo siento, Ulquiorra. Lo siento.

-Está bien. Si no tienes ganas podemos solo dormir juntos.

-No, te haré el amor—lo llevo a la cama y mientras le hago sexo oral se me para, entonces remojo su entrada y empiezo a follarlo con fuerza, esta vez siendo el sujeto que esperaba en la cama hasta que grita mi nombre a todo pulmón y ruega que es suficiente o enloquecerá. Después de 10 minutos se queda dormido. Lo abrazo a mi pecho y suspiro fuertemente.

-¿Por qué ya no te amo?—me pregunto pues no hay nada dentro de mí como antes, es más como un lindo chico, como Renji o cualquier otra perdona.

En que parte del camino no es el mismo. O quizá sea yo quien cambió.

 

No encuentro las palabras para describir lo que ha pasado conmigo, ya que no hay manera de cortar con la gratitud que le debo, ha soportado titánicamente mi enfermedad, me ha cuidado y amado incondicionalmente. La única forma de pagarle es hacer lo que él quiere y eso es vivir juntos el tiempo que me ame. Sin embargo tengo un miedo profundo a que nunca deje de hacerlo.

-Me gusta este—dice el murciélago al cuarto departamento que vemos, no es muy grande pero tiene todo lo necesario, además de tener una agradable vista al parque y cercanía a la facultad.

-Sí, está bien—digo sin real interés.

-¿Te gustó más el primero?—me cuestiona, acercándose al punto de pegar a mí pecho. Ahora eso no me agrada.

-No es eso.

-¡Ya sé! ¡Tienes hambre! Comamos algo—sé que trae postres pues me gusta lo dulce, sé que sabe de un restaurant que me guste, sé que sabe de qué tengo ganas, sé que sabe que no estoy muy animado el día de hoy por lo que dirá que nos vayamos y sé que sabe que con poco esfuerzo me convencerá de tener sexo. Sé que sabe. Me conoce perfectamente.

Mierda, Ulquiorra, me destroza no quererte.

 

Pasados los siguientes dos exámenes sin problema comenzamos a contactar con el dueño del departamento. Admito que me siento como esposo frente al altar, es decir, si hubiera un terremoto no solo sería el primero en salir corriendo sino que agradecería a dios por destruir media ciudad, en especial si es la capilla.

Por suerte suena mi teléfono y contesto, obligando a Ulquiorra a colgar el suyo para escucharme cuando le digo que es mi padre.

-Hola, papá.

-Hola ¿Cómo sigues? La última vez que hablamos parecías decaído.

-Estoy bien. De hecho, ya he hecho los exámenes así que sí, podemos ir esta misma noche.

-Es muy tarde ya ¿No lo crees? Pueden partir mañana.

-Entonces llegaremos temprano en la mañana. Sí, nos daremos prisa para salir inmediatamente.

-¿Hijo? ¿Qué dices?

-Está bien. Te amo. Nos vemos—cuelgo de golpe a pesar de quedar como un loco frente a mi padre.

-Ya escuchaste, Ulquiorra—digo con entusiasmo—Nos vamos. Ve a hacer maletas y yo iré calentando el auto.

-Sí, pero…

-Nada de peros, arreglaremos todo al volver—salgo corriendo a resguardarme de la nevada dentro del auto, ignorando lo que sea que tenga que decir mi novio—Eso estuvo cerca. Enciendo el auto y le escucho ronronear a la nieve que le cubre—Maldición—recuerdo que viajaremos juntos y no quiero. Busco en mi chaqueta mi celular y le marco a Renji.

-¿Qué pasa, Grimmjow? ¿Ya puedo volver a mi habitación?—debió correrlo Pantera para poder estudiar.

-Sí… bueno, en realidad quería saber si querías que los llevara a Karakura.

-Creí que te irías hasta Noche Buena.

-Cambié de idea.

-Sería genial ¿Cuándo?

-En cinco minutos—se ríe y lo acompaño. Pobre tonto.

-Ya, en serio.

-En cuatro minutos.

Parece entender y le escucho que le grita a Rukia que guarde sus cosas.

-Los espero en el auto—cuelgo con una sonrisa.

No, eso no. Salgo corriendo del auto a mi habitación.

-¿Dónde está? ¿Dónde está ese puñetero pedazo de…? Aquí está—tomo a Kon y sonrió—Ichigo, este idiota no tarda en llevarme a ti—siento que olvido otra cosa.

Voy al baño y abro el botiquín.

-Mierda, este pendejo no es tan imbécil—sin darme cuenta bebo dos pastillas.

-Estúpido Pantera—observo al muñeco en mi mano y sin pensarlo mucho lo llevo conmigo.

 

Por suerte Renji  se sienta al frente conmigo y así evito entablar plática directa con Ciffer, además me mantiene atento y despierto a la carretera que brilla fantasmagóricamente de blanco con la nevada, pero igualmente bella es mortal pues los frenos no resultan del todo efectivos así que conduzco con cuidado.

Son cerca de cinco horas a Karakura, si pensamos que salimos a las 10 estaremos llegando a las tres de la mañana, normalmente no tendría problema en permanecer despierto a esa hora pero conducir es cansado.

-Te toca manejar, Renji—le digo bostezando sin embargo ya sea a dormido. Bebo un poco del café que trajo para seguir las siguientes dos horas.

Veo la entrada a la ciudad pero el sueño quiere vencerme así que enciendo la radio, dejo el sonido en seis mientras suena Cocaine de Eric Clapton. Sigo bajo la leve capa de nieve y disfrutando de la guitarra, de alguna forma todo el peso se ha calmado al venir aquí. Todo indica que serán unas buenas vacaciones de invierno.

 

-Rukia, Rukia—llamo a la chica hasta despertarla—Tengo entendido que tu casa está más cerca. Lleguemos ahí—ella afirma y me va indicando la dirección hasta una enorme mansión.

-Es de mi hermano—informa no queriendo parecer pretensiosa. Así paso la reja y todavía se debe conducir a la puerta principal, ahí el otro par se despiertan y nos despedimos, diciendo que nos juntaremos después.

Ahora vuelvo al camino con la presencia pesada y frio de mi novio.

-Siento que estás evitándome—claramente me conoce.

-No es eso. Todo el cambio, la escuela, Pantera y…—Ichigo--…estoy cansado—de él, lo siento, quisiera poder decírselo pero me debo a sus cuidados.

-Entiendo—sin embargo luce triste y en un acto estúpido lo consuelo tomando su mano. Es estúpido porque lo mejor sería ir erosionando nuestra relación y sin embargo me veo aun queriendo mantener su sonrisa—Grimmjow, he notado algo en ti que no me había percatado.

-¿Y que puede ser?

-Antes eras amable pero últimamente te has vuelto…

-Es Pantera, ya se, un egoísta.

-Tú también, justo ahora noto que eres leal pero egoísta—sonríe con melancolía y por mala suerte llegamos a mi casa y se baja sin dejarme hablar más.

Nos recibe mi padre pero solo puedo ver la falta de emociones de mi novio, admito que me he preocupado pues seguramente se ha dado cuenta de algo, mi rostro debe revelar que ya no me interesa como antes.

Tendré que esperar hasta mañana por tener las habitaciones separadas.

 Aquí la nieve no es tan densa como Tokio e igual hace menos frio por lo que me quedo en bóxer en cuanto me quedo en mi cuarto, recostado boca arriba en mi cama y jalo al peluche a verlo sus ojos oscuros.

-¡Mierda!—lo arrojo al recordarme a su dueño.

Me duermo inmediatamente. En ningún momento, ni siquiera por equivocación, se me paso la idea de que pudieran pasar la noche mi padre y mi novio juntos.

 

Por la mañana me levantó temprano, con ánimos de recorrer la ruta que una vez me enseñó que era mejor que los demás, me detengo en el gimnasio para ver si están mis antiguos amigos. Con alegría notó que ahí siguen, Yammy como siempre hostigando a los nuevos y Nnoitra mas como un espectador.

Inmediatamente me reciben con un efusivo… golpe, como saludo.

-Así que decidiste volver.

-Solo de vacaciones—le contesto a Llargo—Jamás pasaría otro día con ustedes—me rio mientras intenta hacerme una llave.

-Entonces nos vemos esta noche—afirma más que invitación el otro sujeto.

-Cla…—mi cabeza, maldición—No puedo, será otra.

-¿Estarás ocupado en la noche? ¿En qué? ¿La noche es para tener sexo? ¿Tú tendrás sexo?  ¿Eso es posible?—se burlan y aunque acompaño su risa les respondo.

-Sí, con tu madre. Nos vemos—salgo de ahí a volver a casa a ducharme, aunque algo extrañado de mi respuesta.

-Buenos días—digo a mi padre y Ulquiorra que apenas bajan a desayunar.

-Buenos días—responde sin gran ánimo. Creo que el emocionado soy yo.

Como con ellos y despido a mi padre. Quedándome nuevamente con mi novio.

-Iré a ver una amiga—me informa, terminando su café.

-¿Aquí?

-Sí, la conocí en Tokio y fue una curiosidad que viviera aquí.

-Está bien—digo con curiosidad a su seriedad manchada de tristeza. De verdad desearía decirle la verdad que es más que obvia, sin embargo prefiero que crea aun que estamos bien.

Subo a mi habitación a sentarme en la cama. Me pesa toda esta confusión, pongo la cabeza entre mis manos hasta escuchar sus pasos que se dirigen a la salida, voy tras él y en las escaleras lo miro aunque él no a mí pues no se ha percatado de mi presencia.

Sé que solo saldrá una tarde pero siento que sería el final de alguna forma, para mí sería el final, la aceptación del fracaso que yo permití. Le veo estirar la mano al picaporte y digo:

-Ul…—mi mano izquierda me calla en contra de mi voluntad.

Escucho un susurro dentro de mi cabeza y lo único que entiendo es “Temblando”. Entonces noto que las manos de mi novio eso hacen.

Quizá sea de enojo, nervios o miedo. No lo sé.

Abre la puerta.

-¡Ulquiorra!

-Grimm—dice muy confundido con mi presencia.

-No te vayas—le pido, bajando y abrazándolo con fuerza,  él llora en mi pecho.

-No lo haré. Nunca lo haré—y yo quiero hacer lo mismo: derramar lágrimas porque no quiero que cumpla esa promesa y él toda su vida tendrá la duda, jamás la certeza de que lo amo.

El azote de la puerta me saca esa escena de la mente. Ese golpe a sonando, un poco, como un punto.

Vuelvo a subir sin agobio alguno, más bien vacío, hambriento por llenarlo. Entonces veo ese peluche de león y mientras lo lanzo al techo y lo vuelvo a atrapar me doy cuenta de una cosa olvidada tiempo atrás y aunque solo fue una noche yo ya sabía la verdad.

-Ichigo.

Aviento a Kon a mi cama y me meto a bañar, al salir me observo en el espejo, dando con ese largo cabello que no me deja ver bien. Con unas tijeras recorto únicamente el frente y, sin pensarlo mucho, se me da por ponerme ese delineador bajo mis ojos. En la habitación veo mi ropa, teniendo arrumbado al fondo los suéteres de anciano que antes usaba. Una vez me pongo los bóxer me coloco unos vaqueros negros, encima escojo una camisa más formal para no caer en ese estilo callejero, en vez de zapatos de nerd me pongo las botas, jamás usaré esos collares de cadenas así que un chaleco a rombos no está mal, va bien con el conjunto, pero la corbata ni loco, antes me pegó un tiro.

-¿Qué estoy haciendo?—me cuestionó ya más relajado a mi preocupación por lo que vestiré—¿Vestir para qué? ¿Qué vas a hacer?—me pregunto retóricamente como un demente, caminando en círculos por mi cuarto—Sí, quiero ver a Ichigo ¿Y qué? ¿Qué le voy a decir? Aún estoy con Ulquiorra pero quiero… no sé ni que quiero. Podemos hablar pero sería invitarlo a salir y ya parece que me dirá que si—me tiro de espalda en mi cama, retorciéndome un poco—¿Una película? No es necesariamente una cita, ir a cenar es una cita, ir a un hotel es una cita, ir a una velada a un parque es una cita, llevarlo a coger es una cita… eso ya lo dije pero con otras palabras—me levanto con entusiasmo y aunque bajo muy feliz me doy cuenta que es muy temprano todavía—esperaré.

No tenía idea de que esperar a que oscureciera sería un proceso tan largo.

 

He tenido un deseo insaciable por beber y el olor de la cerveza del refrigerador me embriaga cada vez que pasa por la cocina, así que en un acto de desesperación por sublimar el deseo comienzo a tomarme la leche. Para cuando dan las ocho ya tengo tres litros y medio en el estómago y estoy sentado en la sala viendo un estúpido programa de la vida de los famosos hasta que entra mi padre y me saluda con una sonrisita.

-Que bien te vez hoy ¿Saldrán Ulquiorra y tú?

-Bueno…—sinceramente no supe que decir pues había terminado, de alguna manera, con Ulquiorra y tarde o temprano se enteraría pero a la vez no quería decirle que iba a buscar a otra persona.

-Creo que es hora de tener una incómoda charla de padre a hijo—menciona y quise detenerlo más se sienta a mi lado y empiezo inmediatamente a sentirme molesto.

-No es nece…

-Sí que lo es. Yo sé que contigo no habrá necesidad de hablar sobre quedar embarazada, ya que eres varón, tampoco… o bueno… olvídalo, igual; tampoco tendré que decirte que te cuides de embarazar a una chica pero igualmente te diré que te cuides, sé que ya tienes la edad para…

-Mierda, no lo digas—le ordeno con repulsión.

-No lo diré, pero soy tu padre y tengo que meterme en tus asuntos te guste o no, así que lleva dinero, compra lo que tengas que comprar antes y que los dos quieran.

-¿Terminaste?

-Sí—me levanto y voy a mi habitación para evitar otra incomoda platica de mi vida sexual. He de admitir que jamás puse cuidado en eso y supongo que sería lo correcto pero que él lo diga… cuando… si fue quien me traicionó.

-No importa—me ordeno, tomo las llaves del auto y me despido. Al subir al auto reviso mi cabello que se ha puesto un poco más rebelde, mis dientes blancos, la ropa y zapatos. Enciendo el auto y espero que se caliente, viendo el humo que sale contra el clima frio, abro el cajón para sacar la cajetilla, enciendo un cigarrillo para empezar a conducir y aunque la señalización marque máximo ochenta la verdad es que todos van a más de cien y yo hago lo mismo. No recuerdo exactamente donde queda su casa, quizá pasé por ahí un par de veces así que después de veinte minutos me doy cuenta que le he dado tres vueltas. Me bajo y me quedo frente a la clínica y la ventana que da hacia la calle, preguntándome si él podrá verme. Sentí la necesidad de acomodar mi cabello pero después lo despeiné. Camino con calma, frunciendo el ceño para ocultar el nerviosismo mientras toco la puerta y suspiro con alivio cuando una niña pequeña de cabello claro me abre.

-Hola—digo con una sonrisa y ella no responde, simplemente se sonroja—Hey, hola—vuelvo a hablarle pero entra corriendo—Seguramente la asuste—me digo molesto y dudo en si entrar o esperar ahí, así que al final opto por quedarme fuera  hasta que escucho a Ichigo despedirse y al salir me mira directamente.

-Grimmjow.

-Hola… oye, este—me aclaro la garganta para evitar ese tartamudeo molesto—Quería simplemente que habláramos pero me pareció que sería agradable y hasta irónico ir al autocinema—mencioné con la mezcla perfecta entre invitación y orden.

Bajo los ojos un rato y al alzarlos me da una sonrisa y afirma. Justo cuando le doy el paso siento a alguien aferrarse a mi pierna.

-¡Que malo, Ichi-nii! ¡¿Por qué no lo conocía?!—hace un berrinche la niña que me abrió y que se aferra con admiración a mí. Es linda, lo admito, pero muy joven.

-Vamos, basta… suéltame—reclamo calmadamente hasta tener que sacudirme como gato amarrado. Finalmente lo hace y me doy cuenta que Ichigo se ríe—Vámonos—digo con mal humor.

Ninguno habla en el trayecto y agradezco la leve llovizna helada que cae pues no permite el silencio molesto y también me evita parecer cortante si prendiera la radio.

En la fila para entrar veo a un tipo intentando abrir mi cajuela y desde dentro le grito que le romperé la cabeza si solo lo intenta. Fue mala idea pues Ichigo se encoge en su asiento.

Debo calmarme.

Pago los boletos y dejo el cambio a un lado de la palanca de velocidades, así en cuanto me estaciono me giro a verlo.

-Ichi…

-Grimmjow. Yo… lamento lo dije, fui muy insensible—se disculpa y sonrió. Es un idiota muy dulce.

-Sí, te creíste demasiado—me acerco aún más—Pero eso no quiere decir no que tuvieras razón. No vuelvas a hacerlo pero no estuvo mal—se sonroja a mi cercanía. Sé que no debería arrojarme inmediatamente, debería hablarle y ser más sensible pero esa no es la naturaleza de una pantera.

-¿Qué…?

-Debería disculparme por la última vez pero soy malo para esas cosas así que ponme una condición para eliminar ese odio que debes tenerme—me empuja a mi asiento pero no dejo de sonreír, parece atemorizado y a la vez ansioso por mi forma de actuar. Esto es una cita, se ha dado cuenta que no es lo mismo de siempre.

-¿Qué te importa que te odie?

-Me importa.

-¿Cómo?—cuestiona sorprendido y me rio.

-Que me importa, mierda. Me importa tu opinión de mí—vuelvo a acercarme y sujeto con fuerza sus manos—¿Qué quieres de mí?

-No… no lo sé—menciona sin atreverse a cruzar los ojos con los míos.

-Te daré entonces esto—ahora me mira.

-¿Qué?

-¿Qué estás viendo?

-¿Cómo que qué estoy viendo?—ruge con molestia—A ti, imbécil.

-Bueno—no le doy ni tiempo para razonarlo para besarlo.

La película empezaba y escuchaba al narrador comentar la historia de Charlie Baileygates bajo el sonido de la boca de Ichigo y la mía y aunque él no parece del todo convencido el deseo puede más con él así que empiezo a tocarlo un poco por debajo de la ropa.

-No me había dado cuenta que estás muy arreglado— comento para despegarme de sus labios, tarde me doy cuenta que esas cosas no se dicen pero se sonrojo a su pantalón de vestir y la chaqueta blanca y larga.

-es que…--se aferra un tanto a mí y susurra una disculpa.

Veo nuestro reflejo en el espejo y me pongo nervioso al ambiente romántico que está tomando esto, así que lo separo y digo:

-Iré a comprar. No tardo—salgo a respirar el aire frio aunque en la dulcería este desaparece, siendo entonces olor a mantequilla, cerveza y comida frita. Por un momento alguien se ríe de mi suéter así que aparte de arrojarlo sobre la mesa de la pull me lo quité. Escucho la música de una boda en la película y con palomitas, refrescos y chocolates me dirijo a mi auto hasta ver a un sujeto negro adentro, con Ichigo mientras… mientras… ¿Dónde tiene su mano?

Quise pedirle que se bajara, que ambos salieran de mi auto y habláramos de lo que ocurría pero el chirrido de garras en mi mente no me permitía pensar.

¡Destruye!, me ordena la pantera blanca mirándome a los ojos con hambre.

¡Destruye, maldito cobarde, se fuerte!

¡Destruye!

¡Destruye!

Mi lengua y garganta se impregna con un sabor metálico, químico y esqueroso de pastillas. Más la realidad es que las olvidé.

¡Destruye ahora!

No me des ordenes que yo… soy un rey.

Arrojo la comida sobre mi propio auto, veo la boca de Ichigo hablarme pero no puedo escucharlo, solo tironeo de ese negro de mierda hasta sacarlo de mi auto y empezar a golpear hasta dejarlo en el suelo y de ahí arremeter con patadas al rostro de ser posible aunque la mayoría terminan en la espalda y los brazos, cubriéndose como un feto. La sangre fluye por el piso, me mancha las botas y rebota hasta mi cara.

En el silencio mi mente suelta un rugido como una risa hueca de un mudo, alguien que no habla, que no existe, que ya no está ahí ¡¿Quién sabe?! ¡Debo patearlo muy fuerte! ¡Más fuerte! ¡Lo más fuerte hasta matarlo!

¡Qué euforia! ¡Nunca me sentí tan bien en mi vida!

¡Destrúyelo todo!

Empiezo a escuchar todo, sus gemidos de dolor, la gente aguantando la respiración a mi alrededor, la película y a Ichigo quitando a la multitud mientras me grita que pare. Lo hago, doy la vuelta, haciendo que todos se alejen mientras me acerco al pelinaranja que observa con terror a Zommari.

-¡¿Cómo te atreves a….?!—lo mataré también.

-¡Tú estabas de más!—me interrumpe con esa mirada firme de shinigami—Lo esperaba a él pero quería hablar contigo—guarda un silencio y aunque no me gusta el rumbo que toma esto aún tengo una gran sonrisa—Estoy saliendo con él—confiesa finalmente hasta reírme de enojo.

Duele y estoy muy molesto. No importa quién sea justo ahora porque únicamente me interesa sacar mi enojo. Lo empujo contra el auto.

-¿Entonces por qué me besaste?

-No quiero que vuelvas a hundirte.

Lo libero y me rio ante toda la multitud que se asusta de mi reacción.

-¿Me tienes lastima? ¿A mí? ¿A un rey? ¿De verdad?—me burlo en su cara, retrocediendo hacia un par de chicas—¿Soy alguien para salir por lastima?—ellas están asustadas pero luego me miran y con una sonrisa coqueta lo niegan—Quédate con ese puto negro—grito, subiendo al par de mujeres a mi auto y salir acelerado.

Ya no hay gritos en mi cabeza, incluso se siente liviana. Mi cuerpo se mueve con fuerza y flexibilidad. Aspiro tabaco y conduzco a alta velocidad mientras cierro la ventana para no congelar a las chicas que vienen conmigo, me peino un poco. Escucho la música en alto y me rio a carcajadas en total cordura.

Total cordura.

A estallado por fin el obseso oscuro dentro mío, machando de negro las paredes de la etiquetada sensatez, caminando hacia delante pero solo.

-¿Cómo te llamas?—me cuestionan.

-Soy Grimmjow Jeagerjaquez, el rey pantera.

Notas finales:

Gracias por leer.


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