Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

BREAKOUT por sleeping god

[Reviews - 72]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Vuelvo con otro capítulo que espero no haga enojar a cierta persona con la cual me disculpo esta vez en público: Lamento el enojo que te cause.

Sin más, lean.

Sorbo por la nariz y limpio mis lágrimas. Decido abandonar esa habitación antes de que regrese pero al salir choco con alguien.

-¿Grimmjow?—menciono pero al levantar el rostro me encuentro con Zommari—Ah, lo siento—digo calmando mi voz que incrementa en tristeza—Gracias por dejarme ver a Grimmjow—sin embargo me detiene de la mano.

-No deberías acercarte más a él porque te lastima—aunque sé que es verdad no pude evitarlo, no puedo creer que hubiera persona que no se sintiera obligada a salvarlo después de ver ese rostro tan hundido en la soledad—También deshazte de todo lo que te ha dado—Me comenta, mostrando a Kon.

-Cuando salí me encontré con tu compañero de cuarto que estaba por tirarlo, me pareció que lo mejor era que lo hicieras tu mismo—acepto el muñeco de felpa con una sonrisa falsa de sólo obedecerlo porque si lo pienso me volcaré en llanto.

Entro a dejarlo en su escritorio pero al final la nieve en el piso me introduce el miedo de verlo nuevamente consumido por ese frio, así que tomo una hoja y le dejo escrito: Perdona lo que dije, fue muy impulsivo e insensible. Sé muy bien que no puedo comprender por lo que pasas y me gustaría al menos escucharlo. Si vas a Karakura sabes dónde buscarme así que te esperaré.

La atoro con un alfiler y me marcho junto con Zommari que no parece convencido de mis palabras de que estoy bien, así que llega conmigo hasta la estación del metro.

-¿Has ido a Karakura?—le menciono, queriendo ser amable con quien ha mostrado tanta preocupación a mi bienestar.

-No, nunca.

-Quizá deberías ir alguna vez—le sonrió y él me devuelve el gesto.

-Si lo hiciera tendrías que aceptar una cita conmigo—admito que me sonrojo al pedido pero termino aceptando, pensando que nada pierdo, pasándole mi número y abordando el tren.

Dentro me situó en una ventanilla semiabierta, a un lado de un hombre abrigado con una brillante bufanda roja, sin embargo pronto me centro en el paisaje. Conforme aumenta la velocidad de la maquita mi aliento helado me obliga cerrar la ventanilla y empañar las montañas de un oscuro muy blanco que absorbe el sonido. Dentro los pocos pasajeros duermen, ignorándome igual que yo a ellos; nunca note la normalidad de no conocer a las personas que nos rodean. Me olvido del exterior un momento y pienso en el hombre de la bufanda roja y después en la mujer de abrigo purpura sentada frente a nosotros, ella luce mayor que él pero si a se le cayera su labial rojo él podría recogerlo, ella le daría las gracias y naturalmente el hombre diría que no fue nada, sin embargo faltarían horas de trayecto y una vez encarados sería molesto no continuar con la plática así que alguno lo intentaría, sobre todo viendo que el chico de al lado, ósea yo, parece más concentrado en el vidrio empañado, y hablarían sobre a dónde se dirigen, de dónde vienen, a qué van y posiblemente hasta de sus metas y sueños, notándolos tan parecidos que cuando bajaran del tren no quisieran separarse y ella se acercaría primero y le daría su número y una sonrisa que tendría escrito “Soy tuya” y él lo aceptaría para llamarla muy pronto pues se enamoró de la mayor pero dulce mujer.

Cae un lápiz labial y rueda detrás de nuestro asiento hasta al fondo del vagón. La mujer del abrigo purpura va por él y vuelve a su asiento, se marca los labios, lo guarda y vuelve a dormitar, el de la bufanda nunca se despertó. Así es la vida, me digo, muchas oportunidades sin que nos demos cuenta, por eso me digo que está bien aceptar la amabilidad de Zommari, ir a disfrutar de mi familia, convivir con mis amigos e incluso sentir tristeza por Grimmjow, lo que sería un desperdicio es que nunca lo olvide.

 

Queridos pasajes, estamos llegando a la ciudad de Karakura

Me despierta la voz mecánica y el día está llegando, tomo mis cosas y bajo aún somnoliento pero me despierta el tacle de Yuzu, Karin simplemente me sonríe y mi padre intenta darme una patada que no le funciona. Vamos en el auto bromeando, hablando, riendo y gritando. He de admitir que los extrañé mucho aunque me dicen que luzco más amable, no digo que es verdad, es como si ese enojo de mi madre muerta por fin se calmara.

Al llegar tomo una ducha, bajo a comer y tomo una siesta.

 

Los primeros días no salgo de casa, prefiero platicar con mi familia de lo que nos ha ocurrido en este año donde apenas hablamos por teléfono. No hay mucho que decir porque es irrelevante pero no le quita ese ambiente, esa calidez, esa… no lo sé, cierta nostalgia de estar ahí y ya estar extrañando el momento.

Un día salgo con las personas que no solo son mis amigos, sino que fueron participes del enojo que volcaba en Grimmjow y esa sonrisa de niño  feliz que yo tanto le envidiaba. Sin querer la plática toma aquel rumbo y sin notarlo mis palabras delatan que no me gusta cómo se burlan de lo que le hicimos. Claro que es extraño, claro, si fui yo quien más reía de su dolor.

-Te notas muy diferente—me indica Chad como alguna vez dijo Orihime, como Uryu y mi familia notan, y como yo mismo quiero pensarme.

-Un poco, supongo. La verdad no quiero hablar de Grimmjow—con eso finalizo aquella platica, únicamente la conversación pues mi mente aun divaga con aquel y su rostro aterrado de lo que dije. No comprendo aún muy bien el porqué de esa reacción; reconozco la insensatez de mis palabras y entiendo un poco el temor a intentar luchar contra algo que no es tangible como la locura, la desesperación y la autodestrucción, sin embargo su rostro tenía algo que no comprendo y no creo poder. Con mucho miedo quizá nunca… nadie… sin importar qué… pueda entenderlo.

De esa forma es imposible estar con Grimmjow Jeagerjaquez, a quien ahora le tengo lastima.

 

Es ya la mitad de la segunda semana y he tomado la costumbre de salir a dar un paseo por las tardes y volver a jugar con Karin, pero ahora hay algo diferente pues descubro que mi celular marca dos llamadas pérdidas de un número que no reconozco.

Me tiemblan las manos al tomar el aparato y aguanto la respiración al marcarlo, pensando fuertemente: Grimmjow, Grimmjow ¡Tiene que ser Grimmjow!

-Hola—sin querer suelto un pequeño grito de desilusión y algo de alivio.

-Hola, Zommari.

-Tenías razón. Es muy agradable Karakura.

-¿Qué?

-Sí, al final decidí venir ¿Qué dices? Salimos hoy en la noche a cenar.

El golpe fuerte me quito las emociones así que respondo sin pensar:

-Sí, claro—su voz es tan distinta, su actitud, la forma de hablarme… todo él es tan distinto de Grimmjow. Debo pensar que eso está bien. Debo de.

-Paso por ti a las ocho—le cuelgo con una sonrisa  amable porque eso es, amabilidad. No sé qué tan lejos llegaré con él. Sin embargo y bajo esa misma perspectiva me arreglo adecuadamente, no queriendo parecer despreciativo a su esfuerzo, aunque lo más seguro es que le deje en claro que no estoy interesado en ese sentido.

 

Aunque…

-Hola.

-Hola, Ichigo. Vámonos.

… debería intentarlo.

 

Llego a casa algo tarde, un tanto aturdido de la confesión de Zommari y de mi imposibilidad de responder.

Todo fue muy bien en la cita, él es muy amable, amoroso y atento pero aún no lo puedo sacarme de la cabeza a Grimmjow.

Arrojo mi chaqueta con fuerza. Ya no quiero pensar en Grimmjow. Deseo olvidarlo, ya no quererlo ni un poco.

Y con ello en mente sigo saliendo con él, sin confirmar nada, aunque parece no importarle pues lo sobresee.

 

Mientras me peino tocan la puerta, así que tomo la chaqueta blanca ya que quizá haga frio en el autocinema.

Checo el reloj, en realidad llega algo temprano.

Bajo aunque veo a Yuzu algo distraída.

-Grimmjow—pronuncio con asombro a verlo ahí en vez de a Zommari.

Me quedo helado y aunque parece estar en el mismo estado a la vez luce seguro de lo que hace.

-Hola… oye, este—aclara su garganta, sin mirarme directamente. Se parece a Grimmjow y no a Pantera—Quería simplemente que habláramos pero me pareció que sería agradable y hasta irónico ir al autocinema—abro la boca a decirle que tengo planes y será en otra ocasión, más su mirada baja y vergüenza me conmueve.

Le sonrió y hace lo mismo hasta que Yuzu se abraza a su pierna. Aguanto mi risa pues ella siempre gusto de mis amigos que fueran apuestos, pero parece que Grimmjow ha superado sus expectativas.

-¡Que malo, Ichi-nii! ¡¿Por qué no lo conocía?!

-Vamos, basta… suéltame—que tierno se ve intentando no ser grosero pero como si lo atacara un perro, no, más bien como si quisieran violar su pierna. No puedo evitar una risa cuando pone más énfasis en su libertad hasta lograrlo—Vámonos—pide con enojo y pena. Le sigo hasta su auto y ahora lo miro, vistiendo un conjunto no malo pero si una mezcla entre buen chico y rebelde.

Durante el trayecto ninguno habla, lo que me hace querer pedirle que encienda la radio pero empieza a granizar, lo que crea un eco confortable hasta la fila de entrada donde me espanta su estallido de enojo a los que intentan meterse a su cajuela. Se estaciona en la segunda fila y se gira a verme. Sus ojos parecen comerme.

-Ichi…

Es ahora, debo pedirle disculpas para hablarle a Zommari y decirle que ya estoy aquí. También debo ponerle fin a mi relación, cualquiera que sea, con este peliazul.

-Grimmjow. Yo… lamento lo dije, fui muy insensible—sonríe. Eso me calma.

La música no es muy adecuada para el momento, un grunge de inicio en la película con una voz ronca. Debo ignorarla.

-Sí, te creíste demasiado—que osado. Incluso se acerca más—Pero eso no quiere decir no que tuvieras razón. No vuelvas a hacerlo pero no estuvo mal—trago saliva, me sonrojo y vuelvo a caer en su egocéntrica mueca de alegría. Intento cambiar el tema.

-¿Qué…?

-Debería disculparme por la última vez pero soy malo para esas cosas así que ponme una condición para eliminar ese odio que debes tenerme—que imbécil. Lo regreso de golpe a su lugar pero continua contento, a lo que me recuerda a Pantera pero eso también incluye el calor que el conlleva. Sin embargo no me está obligando… no puedo creerlo… es una cita.

¿Qué debería hacer?

-¿Qué te importa que te odie?—me defiendo de su encanto natural y mi propia mente confundida. Maldita adolescencia.

-Me importa.

-¿Cómo?—¿De verdad?

 Se ríe este idiota pero eso me hace sentir más vulnerable. Odio su maldita seguridad.

-Que me importa, mierda. Me importa tu opinión de mí—vuelve a inclinarse hacia mí y toma mis dos manos con fuerza—¿Qué quieres de mí?

-No… no lo sé—veo el asiento para no encararlo.

-Te daré entonces esto—subo la vista, buscando un obsequio o cualquier otra cosa, mas sólo me encuentro con sus blancos dientes, la cara apuesta, los ojos azules y el cabello recortado de la frente y largo hasta media espalda del resto.

-¿Qué?—no entiendo anda.

-¿Qué estás viendo?

-¿Cómo que qué estoy viendo?—repito enojado—A ti, imbécil.

-Bueno—¿Qué…? Sus labios se ponen en los míos y aunque se apaguen las luces y empiece el filme llamado Me, Myself and Irene no puedo verlo, ni escucharlo… únicamente estoy yo y Grimmjow, y sus malditos labios que todo me roban sin misericordia. Me caliento rápidamente, creciendo una erección en mis pantalones y más con sus manos bajo mi camisa.

-No me había dado cuenta que estás muy arreglado—corta de pronto, seriamente. Me sonrojo a ese alago y a su cara de darse cuenta hasta ahora.

 Sin embargo estoy arreglado para una cita pero no con él.

-Es que…—me abraza un poco y se disculpa. Callo. Ojala no hubiera dejado de besarme.

-Iré a comprar. No tardo— se marcha rápidamente  y únicamente atino a acomodar mi camisa y mirar lo excitado que ya estoy. Intento concentrarme en la película pero no puedo, me arde todo el cuerpo, tengo calor… deseo… que me toque otra vez.

Gruño en mi asiento por ese lapsus golfus.

-¿Ichigo?—me asomo por la ventana a ver a Zommari extrañado pero aliviado.

-Hola. Este…—pienso rápidamente y le digo que suba para explicarle todo y se aleje del clima frio—Disculpa… surgió algo y…

-No, descuida. Llegue tarde a tu casa y como nadie abrió supuse que te habrías adelantado. Me da gusto que no te enojaras. Aunque no había necesidad de que rentaras un auto. Ven, vamos al mío—me toma de la mano y por moverme nota que estoy erecto—Ichigo…

-No… no mires—pido avergonzado y antes de que diga algo empieza a tocarme y… no puedo evitar disfrutarlo—Ah… para…—algo golpea el cristal y se congela la imagen enojada de… una pantera vestida con camisa formal pero negra como su mirada vacía—¡No…! ¡Grimmjow!—saca a Zommari y ni tiempo le da de defenderse, golpea con toda la fuerza que sus músculos y su insana mente le dan, dejando herido, llorando y desangrándose en suelo, no conforme con eso sigue pateando. La gente se reúne a nuestro alrededor pero no puedo moverme ya que sonríe, se ríe y tiene una maldad insaciable en rostro. Me hace temerle. Ni la ridícula pelea de un enano negro y el protagonista alegran el momento y mi estremecimiento.

Logro conectar los cables para ordenarle parar mientras me tiemblan las piernas. Conecto la mirada y todo lo que creía de él se derrumba pues no hay nada en ni bueno ni malo, nada rescatable ni que pueda querer.

-¡¿Cómo te atreves a…?!

-¡Tú estabas de más!—grito para calmarme y que se vaya. No quiero verlo cubierto de sangre y escupiendo odio—Lo esperaba a él pero quería hablar contigo—me quedo callado esperando que mis palabras lo cambien y borren esa sonrisa psicópata. No pasa nada—Estoy saliendo con él—digo de golpe y se ríe a grave voz. Todos, no solo yo, creemos en su locura.

Me mueve velozmente hasta tirarme hacia el auto, colocándose sobre mí.

-¿Entonces por qué me besaste?

-No quiero que vuelvas a hundirte—miento aunque no del todo, una parte le tuvo lastima al acompañarlo.

Me suelta y vuelve a carcajear burlonamente. Frunce el entrecejo, ordenándome valor por todos ahí.

-¿Me tienes lastima? ¿A mí? ¿A un rey? ¿De verdad?— ¿Un rey? ¿De qué habla?—¿Soy alguien para salir por lastima?—cuestiona a un par de mujeres de buen ver y ellas aunque asustadas al final le coquetean—Quédate con ese puto negro—insulta, subiéndose él y las otras dos al auto. Acelera y se marcha. Poco a poco la gente se dispersa y sólo unos cuantos me ayudan con Zommari.

-¿Estás bien?

-Podría estar mejor—responde mientras le subo en su propio automóvil—¿Cómo estás tú?

-Cien… creo. La verdad no lo sé. Perdóname, esto fue mi culpa.

-Tú me gustas, Ichigo. No te disculpes.

No digo nada por llevarlo a un hospital y vuelvo a casa a dormir. Estoy cansado de pensar y sentir.

 

Todo es más tranquilo por la mañana, nada parece fuera de su lugar y hace un día soleado aunque frio. Faltan tres días para navidad y no he comprado nada así que debería salir a hacer esas compras. Tomo un baño, me visto y mientras bajo la linda risa de mis hermanas me hace sonreír.

-Buenos días—les digo en lo que me sirvo el desayuno.

-Buenos días—responden al unísono.

Entro corriendo al comedor y a la mesa está el dueño de esos buenos días en voz ronca.

-¡Grimmjow! ¡¿Qué haces aquí, maldito?!

-Hey…— me ordena calmarme—¿Por qué gritas tan temprano y luego esas palabras enfrente de las niñas? ¿Qué no tienes educación?—me confundo y toda mi familia afirma con la cabeza, apoyando al peliazul—Siéntate y desayuna. Ya es algo tarde.

No digo nada y mido la situación observando.

-Grimm-nii vino temprano a ayudarme a hacer el desayuno—me indica Yuzu, admirada completamente—Es muy buen cocinero.

-Además prometió que me llevaría a jugar con los mayores—agrega Karin.

-Y que reparará mi maquita de radiografías cuando volvieran—indica mi padre.

-¡Que encantador es!—dicen todos y me enfurezco a su hipócrita sonrisa de niño bueno.

-¡No lo es! ¡Él justo ayer molió a golpes a otro tipo y salió con dos mujeres y…!

-Tranquilo, arruinas el desayuno—me calla y vuelven a apoyarlo.

Con furia devoro la tostada y bebo el café, así cuando va a lavar sus trastes voy tras él para hablar a solas y sin la protección de mi familia.

-¡¿Qué planeas, maldito loco?!

-Mira—me muestra sus nudillos—Me lastime golpeando a Zommari así que pasé a ver qué podía hacer tu padre. Pero ha dejado de dolerme así que decidí ayudar, eso es todo.

-No mientas—ordeno bastante molesto.

-Estás frunciendo el ceño—indica, colocando su índice en mi entrecejo.

-¡Sí, porque estoy molesto!

-No me gusta como luces.

-¡Cállate!

-Ahora sí que metí la pata—dice sin borrar su sonrisa—Veo que te molesto, que me odias incluso pero déjame explicarte…—me empuja a la barra de la cocina—Ya me siento bien y quiero que seas mío.

-¿Eh?—me sonrojo y se burla.

-Ahora entiendo todo y soy quien debería ser y quiero lo que debería, es decir, pienso recuperarte—es un imbécil muy directo y narcisista. Lo quito y le doy la espalda.

-Olvídalo, te dije que estoy con Zommari.

-Sí, la tendrá más grande pero te gusto más yo.

-¡Claro que no…!—a ambos… bueno,  no sé de qué tamaño la teng… eso no importa. Nada ocurrirá desde ahora entre él y yo.

-Me quedaré aquí hasta lograrlo.

-Tendrás que volver a tu casa.

-Ichigo, mejor no te resistas—se burla en mi cara y sale para hablar con mi padre en voz lo suficientemente alta para que yo lo escuche.

-Isshin—¡Que confianza!—Usted parece el padre que nunca tuve.

-¡Y tú el hijo que siempre quise!

¡¿Qué?! ¡¿Y yo que?!

-¿Puedo pasar navidad con ustedes?

-¡No!—grito saliendo.

-¡Sí!—dicen todos, encariñados con el peliazul y que me encara como diciendo “Yo gano, yo siempre gano”.

-Bueno, dormiré con Ichigo para no causar molestias.

-¡Hay mucha sala!

-Sufro de dolores de espalda.

-Se quedará contigo—ordena mi viejo.

La sangre me hierve y mis puños me piden golpearlo hasta hundirlo varios metros bajo tierra pero por las niñas no debo… no debo… ¡No puedo!

-Luces horrible enojado. Relájate—se acerca mi oído—Mi shinigami—¡Odio su seductora voz! ¡Su encanto natural! ¡Sus movimientos sensuales! ¡Su actitud magnética! ¡No me voy a enamorar! ¡No me voy a enamorar nunca, nunca, nunca, nunca…!

-Shinigami—me sujeta de la barbilla cuando nadie lo ve—Antes de que canten villancicos estarás adorándome, te lo apuesto así que ríndete.

-¡Nunca!

-Entonces que esto empiece.

Sabe lo que me molesta ¡Lo sabe!

Notas finales:

Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).