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BREAKOUT por sleeping god

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Notas del capitulo:

Un tanto tarde pero continuamos.

Volvemos con Grimmjow en un recuento no estoy muy seguro si de 2 o 3 flashbacks y continuamos con la historia.

Espero les guste.

El vaho blanco se eleva al cielo vestido de luto, por mi parte lo expreso perdiendo mi sonrisa. Ichigo se ha ido, dejándome sin nada, tirado en la nieve como arena blanca, salvandome de mi misma autodestrucción pero eso significa quedarme sin aquello que me hacía lastimarme, aquel muchacho que amo pero que es imposible para mi vacío interior demostrarlo sin herirlo al mismo tiempo. “El amor duele”, eso es literal en mi caso.

Aquí es cuando alguien me dice “!Cállate, poeta maricón!”. Ojala alguien me ofendiera.

Todo se acabó, desde aquel día que escogí vivir en las noches.

 

-Bájense.

-¿Cómo dices?

-Que se bajen. A chingar a su madre—indico con la puerta del Mustang abierta, esperando que el par de chicas desciendan de mi auto a mitad de la nada.

Frené de golpe a los 30 minutos de haberme marchado del autocinema, al sentirme culpable no por golpear al negro de mierda sino por irme sin Ichigo, sin discúlpame, sin volverme mejor para él— ¡Rápido! ¡Tengo que encontrar a alguien!—se bajan molestas, me insultan, esas malas palabras se ven bien en sus labios rojos, y aun así se pueden marchar en tacones directo a la chingada.

Yo voy por el la fresa que me pertenece.

Me detengo enfrente, suspirando, sudando, mirándome en el espejo intentando formularme una disculpa, mas siempre llego a la misma parte de la cinta: me planto frente a él, explico mi problema sentimental, nos envuelve un viento surcado por pétalos de sakura, le vuelvo a demostrar que lo amo acercándome con la confianza de un samurái con la geisha que siempre ha observado y dedicado sus victorias, hay música romántica de fondo y… no logro la disculpa, la cinta se traba o se quema, dejando solo el sonido de la cinta plástica girando y golpeando contra la mesa mientras da vueltas en el aparato que la reproduce.

-Joder—me recuesto en el asiento, notando que estoy bastante cansado de cargar con dos personas en un cuerpo, mi personalidad completa es un gran carga para cualquiera, incluso para mi cuerpo de pantera y mi mente de Grimmjow—Debo hablar con Ichigo—me digo mirándome en el espejo retrovisor, por un momento dudando de lo que estoy haciendo, de si debería verlo, amarlo, obligarlo a igual quererme.

Me río, no porque mi personalidad de ahora sea de demencia, no, así soy, un sujeto difícil, maniaco, que tendrá pensamientos agresivos que borrarán en ocasiones el amor. Pero aún tengo la esperanza de amarlo a tal grado que la violencia creará una burbuja entorno a él y toda esa fuerza será para protegerlo.

Recuerdo una frase que leí en un libro… o creo que era una manga: “Si no tomo la espada, no puedo protegerte. Con la espada en mis manos, no puedo abrazarte”.  Es posible y hasta cursi, una encrucijada,  pero sinceramente también amo el poder, el sentirme superior. Al final, sin el poder, no puedo proteger a nadie, ni cuidarlo, mi obsesión con la fuerza tiene como base el amor a Ichigo… ¿eso podría evitar que lo corte? ¿Qué blanda la espada por él?

Esa sería una gran disculpa. Nunca podría decirle tales mariconadas.

El frio comienza a filtrarse por las ranuras del auto hasta mis huesos. Me acurrucó en el asiento mirando el clima helado y oscuro, por alguna razón me siento como en casa ante la soledad asfixiante. Me abrazo a mí mismo dándome cuenta que aquí es donde más cómodo estoy pero eso no quiere decir que me guste. Otra cosa que jamás diré es que es soy solitario pero odio no estar acompañado.

“Antisocial”, me digo riendo (Que serio me he puesto, debe ser por el silencio). Luego recuerdo de quien lo herede. Mi padre siempre fue igual, a pesar de llevar años trabajando en lo mismo nunca salió con sus compañeros de trabajo que aunque no lo odiaban tampoco lo adoraban, no es que fuese grosero sino que siempre pareció que le era difícil mostrarse tal cual es, hasta pareciendo que tenía miedo a mostrarse porque tarde o temprano se van, ya sean amigos, hermanos, compañeros… hijos.

Decido volver a casa, hablar con mi padre, desearle feliz navidad y luego maldecirlo y quizá hasta matarlo. Se lo merece el muy hijo de puta ¿Qué no? Bueno, en realidad ya no me interesa Ulquiorra pero aún tengo que tomar venganza por orgullo.

Si ambos tenemos la misma soledad dentro no hay necesidad de sentir lastima ni piedad. Arranco el ronroneante motor. Esto de destruir es excitante.

 

-¡¿Qué hora es esta de llegar?!—me regaña Aizen.

Jeje, mejor retrocede, papá.

-¡A ti quería verte!—entiende mi reacción eufórica de depredador, retrocediendo un par de pasos, extendiendo las manos y en un segundo colocando una defensa que me obliga a enfrascarnos en una lucha sobre el pasillo, golpeándonos contra las paredes hasta que lo arrojo a la sala, pero Aizen espera a que me acerque para levantarse y, sujetándome por la camisa, derribarme sobre la mesa de centro que se hace trisas, dejándome por un momento inmóvil del dolor que me recorre lentamente, cuando me recupero lo pateo a un sillón, siendo tal el peso demasiado que termina por volcarse, permitiéndole a mi papá rodar al pasillo y de ahí a la cocina, lo persigo,  rodamos hasta entrar en la cocina, tiramos las hoyas colgadas, la comida sobre la estufa, me rompe una silla en la cabeza, continuo sacando un cuchillo, ahí es cuando se queda quieto.

-¿Qué te molesta tanto, hijo?—cuestiona con la respiración agitada y un hilo de sangre bajando de su frente. Ahora que lo veo luce ridículo peleando en pijama.

-Te cogiste a Ulquiorra—reclamo. Nada espero. Yo tampoco me disculparía.

-¿Te lo dijo él?

-No importa como lo supe y no me interesa saber la explicación.

-Puedo decirte que no lo viole pero tampoco estuvo desacuerdo.

Quizá una extorsión, como el padre del chico que ama, quien sabe. No importa, ciertamente.

-¿Qué quieres que te diga?—me mira a los ojos y luego al cuchillo, nuevamente a los ojos y otra vez más al cuchillo, quedándose en él.

-¿Lo disfrutaste? ¿Lo lamentas? ¿Lo harías de nuevo?

Sonríe. Me rio. Somos tan parecidos.

-Sí, me gustó. Es justamente la clase de chico que imaginé para ti todo el tiempo pero también deseaba que jamás lo consiguieras porque querría quitártelo. No, no lo lamento. Aunque ya no debes preocuparte, ya no me interesa, ha cambiado, es más frio y a mí me gustan los chicos que son como luz.

Como luz ¿Eh? No, eso sí que no. Ichigo es mío.

Clavo el cuchillo en la mesa.

-Eres un gran hijo de puta, padre—indico acercándome.

-Gracias. Te quiero mucho, Grimmjow.

-Igual yo. No volveré.

-Te deseo suerte—indica sin tocarme. Sonríe con alegría de padre y de loco.

-No la necesita ya que yo siempre gano.

Me marcha de la casa sin mirar atrás ni a mi padre. Arreglé el asunto. Todo ha quedado en el pasado. No entiendo el resultado.

Voy con Ichigo nuevamente. Son las seis de la mañana. Seis. Si logro enamorarlo terminaré su tatuaje con esa hora y ese número incompleto. Otra marca en mi piel que ha dejado a su paso. Viéndolo así, no sería extraño que él acabe con mi vida.

-Mierda, ya basta de tanta estupidez—abro la puerta del auto, la azoto con furia, refunfuñando a los pasos sobre el piso congelado resbaladizo, toco la puerta y abre Yuzu con tierna sonrisa dibujada en su rostro—Gusto en verte nuevamente—coloco una sonrisa falsa de niño bueno para que me deje entrar, ya adentro averiguaré como acercarme a Ichigo para lograr un perdón. No importó toda la pendejada de noche, simplemente no ideé qué iba a hacer.

-Pasa—me indica abrazada a mi pierna, camino con ella cuando sale un sujeto mayor de barba y cabello negro—Papá, es el amigo de Ichi-nii—me presenta con entusiasmo que le sonroja las mejillas. Estiro la mano y me presenta, decentemente.

-Me llamo Grimmjow Jeagerjaquez—me estrechan la mano. Una mano increíblemente fuerte. Impongo un poco de fuerza aunque reprimiéndome casi completamente—Vengo a ver a Ichigo ¿Ya se habrá levantado?

-Aun no, salió anoche así que se desveló—si estuvo cogiendo con aquel negro no tendré más opción que golpearlo… a ambos. Uno por usar mi propiedad y el otro por olvidar quien es su dueño. Ya, es mi culpa pero… va, soy un idiota egocéntrico.

-¿Le importa si lo espero?

-Claro que no. Toma asiento. Estamos a punto de hacer el desayuno ¿Quieres comer?

-Me encantaría—señalo dándome cuenta que actuando educadamente tengo una chance de simpatizar con la familia, lo suficiente como para que el perdón sea obligado de alguna manera—Pero permita prepararlo.

-No ¿Cómo crees…?

-Insisto—interrumpo, levantándome a cocinar mientras me gano a al padre e hija, incluyendo a la otra hermana que apenas baja le sorprendo con mi habilidad para usar los cuchillos.

Sonrió para mí mismo, estar aquí será muy sencillo.

 

Bien, parece que tengo muchas cualidades, justo ahora me estoy dando cuenta que puedo ser educadamente encantador, que va de la mano con la hipocresía. Es decir que no tengo ningún error. Mmm, puede que también sea narcisista.

-Está listo el desayuno—informo a la familia. Vienen y huelen con gusto la comida.

-Muchas gracias, Grimmjow.

-De nada—sonrió sin mostrar demasiado los dientes. Debo ser un gato y no una pantera. No por ahora.

Se sientan a comer, entonces pongo toda mi atención a la familia. El padre parece médico, no sé nada de medicina pero… quizá pueda arreglar algo, siempre hay algo desarreglado y debo ser útil (no porque no lo sea). Debo ganármelos antes de que despierte Ichigo.

-Señor.

-Dime Isshin—me pide casi sonrojado.

Ah, esto será muy sencillo.

-Isshin, me parece que es médico.

-¿Quieres una consulta?

-No, nada de eso y sería incapaz de abusar de su amabilidad—respiro un poco, por poco me rio de mí mismo—Pero he notado que los médicos siempre tienen algún artefacto descompuesto. Verá, yo estoy estudiando ingeniería y soy muy bueno armando y desarmando cosas, si gusta podría arreglar algo que no esté funcionando adecuadamente—bebo un poco de café, por poco vuelvo a carcajearme.

-Ahora que lo mencionas tengo una máquina de radiografías que no funciona y el técnico nunca vino a repararla.

-Será un gusto hacerlo.

-No, ya has hecho…

-Insisto—repito, insistiré lo que sea necesario, hasta prestarme para terribles experimentos si eso me permite llegar al chico de nombre frutal.

-De acuerdo.

Luego miro a la pelinegra, la de mirada dura y actitud muy parecida a la de mi pretendido. Paso los ojos por la casa y doy con un balón de futbol. Es imposible que sea de la rubia así que veamos si funciona.

-Pero tendrá que permitirme arreglarla cuando vuelva de un partido de  futbol.

Doy en el blanco. La chica me mira con admiración.

-¿Quieres ir?—cuestiono con gran sonrisa.

-¿Con gente mayor?

-Mmm, me parece que eres más fuerte de lo que pareces.

Acepta de inmediato y prometo cuidarla. Los tres me miran embelesados. Me mofo por dentro, disfrutando de las miradas y mi propia facilidad de adaptación.

Escucho pasos bajando, pesados, cansados, recién despertado. Mi presa.

Pasa primero a la cocina y desea los buenos días mientras le escucho servirse.

Contesto con toda su familia y parece identificarme porque entra corriendo.

Dios, si no estuvieran lo tiraría sobre la mesa a hacerlo mío porque no debería bajar con una pijama que sea short la parte baja.

-¡Grimmjow! ¡¿Qué haces aquí, maldito?!

-Hey…— pido amablemente. No habrá manera de que me haga quedar mal—¿Por qué gritas tan temprano y luego esas palabras enfrente de las niñas? ¿Qué no tienes educación?—le acusan apoyándome —Siéntate y desayuna. Ya es algo tarde.

Se sienta con cautela. Jejeje, no comprende nada de nada. Luce sensual, como un virgen. Demonios, me estoy poniendo duro.

-Grimm-nii vino temprano a ayudarme a hacer el desayuno—me alaba Yuzu, enamorada del mejor y mayor amigo de su hermano, como una telenovela—Es muy buen cocinero.

-Además prometió que me llevaría a jugar con los mayores—agrega la otra.

-Y que reparará mi maquita de radiografías cuando volvieran—indica el padre.

-¡Que encantador es!—me alaban y finjo modestia. Parece enojarse y si se encabrona será más sencillo parecer el bueno.

-¡No lo es! ¡Él justo ayer molió a golpes a otro tipo y salió con dos mujeres y…!

-Tranquilo, arruinas el desayuno—pido con algo de educación pero a la vez para que no me delate.

Se calla y continúa comiendo. Aunque ha rechazado mi desayuno y lo ha cambiado por una tostada y café no me ofendo. Está bien, igualmente me va a seguir para hablar en privado y dejarle clara su situación, él será mío, aunque solo verlo tras de mi me hace desear tumbarlo en algún lugar para hacerle el amor.

-¡¿Qué planeas, maldito loco?!—y ahí está.

-Mira—enseño mis nudillos con leves raspones que en realidad me hice con su padre—Me lastimé golpeando a Zommari así que pasé a ver qué podía hacer tu padre. Pero ha dejado de dolerme así que decidí ayudar, eso es todo.

-No mientas—sonrío, es fácil de enfurecerlo pero no le quita lo sensual.

-Estás frunciendo el ceño—le señalo, tocando su entrecejo.

-¡Sí, porque estoy molesto!—me empuja la mano más permanezco en calma. Mi plan sin planear parece ir bien.

-No me gusta como luces—o al menos de la cintura para arriba.

Tiene un rostro demasiado tierno como para poner tanto odio en el.

-¡Cállate!

-Ahora sí que metí la pata—indico un tanto acongojado que solo en el tono de voz—Veo que te molesto, que me odias incluso pero déjame explicarte…—lo empujo a  la barra de la cocina y me pido cordura para no bajarle el short. Ahora me demando una gota de sinceridad mezclada con egocentrismo—Ya me siento bien y quiero que seas mío.

-¿Eh?—se sonroja. Joder, como deseo pasar mis manos a sus caderas pero debo ver su reacción, un poco de humanidad y no sólo calor sexual. Me aferro bien a la barra y sigo comiéndomelo con los ojos.

-Ahora entiendo todo y soy quien debería ser y quiero lo que debería, es decir, pienso recuperarte—me quita de golpe, dándome la espada.

-Olvídalo, te dije que estoy con Zommari.

-Sí, la tendrá más grande pero te gusto más yo.

-¡Claro que no…!

 -Me quedaré aquí hasta lograrlo.

-Tendrás que volver a tu casa—le doy la vuelta para que conozca el nuevo rostro de Grimmjow Jeagerjaquez.

-Ichigo, mejor no te resistas—lo dejo para ir con el padre de este y usar el gran estima creada en una mañana para que pueda permanecer ahí.

Mmm, debo ser demasiado agradable si esto funciona.

-Isshin, usted parece el padre que nunca tuve—seguramente este hombre no se acostaría con mi novio, aunque en este caso sería hacerlo con su hijo y… bueno, como sea hay mucha diferencia.

-¡Y tú el hijo que siempre quise!—diablos, de verdad me podré hasta casar con Ichigo a este ritmo sin siquiera tener su permiso ¡Qué digo casar, me lo voy a coger aunque estén!

-¿Puedo pasar navidad con ustedes?

-¡No!—reclama Ichigo pero  Isshin parece que prefiere dejar a Ichigo fuera antes que mi amable y educado ser.

-¡Sí!—aceptan todos con fuerza.

He ganado, una vez más.

Doy un paso más osado.

-Bueno, dormiré con Ichigo para no causar molestias.

-¡Hay mucha sala!—reclama mi Ichigo. Por favor, no hay nada que no haya visto… aunque puede que haya cosas que aún no hemos probado.

-Sufro de dolores de espalda—invento.

-Se quedará contigo—corrige el padre Kurosaki.

Por no reír ya me duele el estómago, imaginándome un hueco donde deposito esa personalidad falsa. Un hoyo en el hollow. En mi vientre.

Ichigo en realidad parece furioso, entonces decido “ayudarlo”, dejando que se enoje conmigo y no su familia.

-Luces horrible enojado. Relájate—paso a su lado, susurrándole al oído—Mi shinigami—trago más carcajadas. Pronto requeriré una buena película de comedia y una prostituta.

Subo a la planta alta, esperando a que Ichigo haga lo mismo, en ese momento lo sostengo por la barbilla y le sentencio algo que se le vino a la mente, sin planearlo lo más mínimo.

-Shinigami, antes de que canten villancicos estarás adorándome, te lo apuesto así que ríndete.

-¡Nunca!

-Entonces que esto empiece.

-Necesitas terapia—interrumpe, soltándose, dejándome con una sonrisa de satisfacción y algo de sinceridad.

-Me da miedo la terapia. Desde que tú me metiste ideas suicidas—eso logra conmocionar al otro—Ahora me sigue dando miedo. No te sientas mal, quien debería temer por su culo eres tú.

-¡Eres un pervertido!—lo veo irse moviendo el trasero. No dejo de saborearlo.

¿Una disculpa o cogérmelo? Debería pensar seriamente en la temible terapia… mientras me lo cojo. 

Notas finales:

Gracias por leer.


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