Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

BREAKOUT por sleeping god

[Reviews - 72]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lamento infinitamente la tardanza.

Continuamos, no sin antes decir que alguien entre el público lector acertó. Ya verán de que hablo.

Lean.

Rebota. Arriba y abajo cada una de las puntas. No tendrá dos grandes tetas pero su cabello se mueve como si lo fuera.

Mmm, parece como una hormiga alborotada. De aquí para allá. Me pregunto que buscará.

-Grimm-nii—me llama la niña tierna mientras Ichigo hace quien sabe qué.

-¿Qué pasa, encanto?—pregunto con mi mejor sonrisa.

-Bueno… quería saber… si tu…. Bueno….—dilo, mierda. No, no puedo decir eso—¿Vi-viniste por Ichi-nii?

-Sí.

-¿Y tú lo recogiste anoche?

-Eh, sí, pues sí.

Parece a punto del llanto por lo cual me arrodillo y muevo los brazos entre ansioso y buscando como calmarla ¿Qué también es bipolar? ¿Y yo soy el de los problemas mentales?

-¿Sales con él?

-¡¿Qué?!—no quiero volver a negarlo ante nadie pero si dijo que sí, ella lloraría, vendría su padre y me acusaría de haberle hecho algo y entonces yo, estúpidamente,  le diría que llora porque le dije que me gusta su hijo, me tacharían de marica, me encabronaría y todo acabaría en un multihomicidio. Fin de la historia—Y-yo…

¿Cómo decirlo sin decirlo?

-A-aprecio mucho a tu hermano.

Eso es cierto.

Me sigue mirando.

-Me cae muy bien, es agradable estar a su lado y… bueno, tú entiendes--¿Qué va a andar entendiendo? Es solo una niña—Él es una persona muy especial para mí—cierro con ello.

-Me alegra que quieras tanto a Ichi-nii—sonríe—¿Yo también puedo ser una persona especial para ti?

Mierda, ella tiene la misma sonrisa que Ichigo pero más usada.

-Sí, seguramente.

Me da un abrazo que siento demasiado cálido y se marcha dando saltitos.

-¡Grimmjow!—me llama la fresa, mostrándome el cuarto dividido en dos por una cinta amarilla.

¿De verdad le causo tanta molestia? Ne, más bien pienso que se está haciendo el difícil.

-Ese es tu lado, este es el mío—media ventana, media cama y un closet. Normalmente me daría por bien servido pero con Ichigo la cosa es quererlo todo.

-También te quedaste la puerta ¿Eso significa que no saldré? ¿Me quieres para ti solo? Eso es muy cruel para el pobrecito mundo—me burlo, solo para hacerlo enojar.

-¡Entonces lárgate y no vuelvas!—no voy a mostrarle que sus palabras son crueles.

Me dirijo hacia él, alzándolo y recostándolo en la cama, no exactamente con delicadeza, arrancando la cinta de la almohada para ponerse en la boca, otro pedazo de la pared en sus manos y las piernas las aprisiono entre las mías.

Le haré entender a la fuerza que es mío, que recuerde que desde la primera vez que lo hicimos fue con amor. Dios, que cursi me estoy poniendo por este imbécil.

Frunce el ceño pero aun lo recuerdo ebrio sobre mí, lastimándose pero más caliente que otra cosa. Se me ha antojado otra rebana de él.

-Una cinta no me va a impedir “comerte” por la noche—empieza a patalear y le sonrió—Quizá la noche sea demasiado tarde, podría empezar ahora mismo—parece asustado, jaja, como si fuera capaz de violarlo… puede que si sea capaz.

Abro los botones de su camisa para saborear su cuello, ahora que puedo usar las manos aprieto su miembro aun dormido y empieza a mover la cadera automáticamente. Se queda quieto, entonces meto bien la mano y levanto su camisa. En vez de susurrar su nombre abro su camisa y lamo su cuello. Su olor me invade, me embriaga, hace que mi corazón lata con fuerza. No hay duda, lo amo, pero es difícil expresarlo ¿Cómo es que mis ojos dejaron de ser obvios a ello? Se retuerce lo que para mí significa “demasiado placer para estarse quieto”, bajando cada vez más a su clavícula, noto que se eriza, lo cual para mí es un permiso, permitiéndome apretar su entrepierna, sintiendo como su pene se levanta un poco y se endurece, lamo su barriga evitando besarlo, no debo hacerlo… no, no quiero ser excesivamente dulce. Ha dejado de retorcerse, su pecho sube y baja excesivamente pero con el sonrojo quiero entender que le gusta, paso a sus pezones, solo rosándolos, dejando que mi cabello acaricie su piel y después mordiéndolos. Su pene se ha puesto erecto y sus ojos no dejan de verme. Un poco más y volverá a ser mío. Para mi muchas cosas significan algo a mi gusto por lo cual no puedo estar 100% seguro de las cosas sin que me las digan directamente, esa es la razón por la paso a su sonrojado rostro, le quito la mordaza y le sale un gemido. Sí, lo disfruta. Entonces puedo besarlo, que es algo que quiero hacer desde hace tiempo.

-Shinigami—me haz robado el alma.

Shinigami, un ser que roba almas. Es tétricamente romántico, igual que él. Amo la destrucción latente en su ser.

-¿Chicos?—levanto la cara, no permitiendo que se vea mi mano en su entrepierna que he olvidado en que momento metí en su ropa. Calmo mi aliento y hablo con naturalidad.

-Llevaré a Ichigo a jugar con Karin—indico a porque lo tenga amordazado—Secuestrado de ser necesario—lo levanto en mi hombro de esa manera se baja su playera y saco mi mano.

-Gracias, Grimmjow. Hay ocasiones en las que no logro que salga—se marcha aunque parecía que Ichigo diría algo.

Debe ser bochornoso pero supongo que tarde o temprano se enteraran. No es mi culpa, él grita mucho.

-Será en la noche.

-¡No será en ningún momento!—ha vuelvo a ser el mismo necio ¿Qué haré cuando vivamos juntos?

-No parecías muy molesto con lo que te haría.

-¡Claro que sí!

-El problema no es ese—el sexo como sea saldrá bien—Es que te enamores otra vez— Enamorarlo otra vez, quién sabe si quiera al Grimmjow de antes o a Pantera o a alguien diferente a la mezcla de ellos dos… me pregunto si podrá quererme a mí.

-¿De verdad me amas, Grimmjow?—me pregunta y, peor que Yuzu, me avergüenza lo romántico que se tornan esas palabras en mi interior, un interior muy oscuro y en mi vientre.

Si, dentro mío puedo pensar mil y un cosas sobre sentimientos y cosas que podrían expresarlo, pero por fuera me siento incapaz, como si aún fuera dos personas. En realidad es más difícil que los actos y las consecuencias recaigan sobre solo una persona. Ese lapso más bien parecieron unas vacaciones.

-Mi shinigami, te lo estoy diciendo y demostrando ¿Aun así tienes dudas?— es lo que puedo decir. Lo mejor y más directo habría sido un “sí, te amo”… imposible.

-No eres confiable ni consistente.

-Tienes razón—mucha—Pero no soy de las personas que van por ahí diciendo lo que piensan de otras… bueno, sí. A lo que me refiero es que no soy de los que a cada rato de te va a ir diciendo “amor”, “dulzura”, “corazón”, “osito” o cualquiera de esas cursiladas, para mi eres shinigami o Ichigo.

-¿Por qué shinigami?

El dios de la muerte que roba almas, que podría cegar a este hollow. Es para mí una deidad vestida de muerte.

-Algún día te lo diré—quizá el día que olvide su cumpleaños, aniversario, San Valentín o alguna de esas madres que se supone recuerde—¡Vámonos, Karin!

-¡Ya voy!

-Alguna vez me dijiste “Ichi” ¿sabes?— saca el tema de la nada. No quiero sonrojarme, la primera vez que hicimos el amor y realmente admití tener ese sentimiento. Ahora parece tan lejano y que de no haberme rendido tan fácil nada de esto estaría pasando.

Pinche Ulquiorra.

-Sí, lo recuerdo.

-¿Ese está entre “dulzura” y “corazón”?

-Bueno… ¿Te gusta Ichi?— un esfuerzo, es eso ¿no? De eso se tratan las relaciones, de ceder en algo. Todas las parejas se dicen nombres lindos, no puedo ir por la vida diciendo que para mí el sobrenombre lindo es shinigami!

Sí, decirle Ichi todo el tiempo. En la cama será fácil, para molestarlo también pero… si fuéramos de la mano, bajo un mismo paraguas en parís y quisiera un café y frente a la empleada tuviera que decir “¿dos de azúcar, Ichi?” y ante todos nos miran y el disfruta que le llame a así y se sonroja y me mira y…. mi mente no puede con tanta azúcar.

Creo que he exagerado un poco.

-En realidad me gusta mucho cuando las parejas se dicen “cielo”, creo que quedaría perfecto para ti y a me encantaría que me llamaras “osito”—el muy maldito no se lo está tomando en serio aunque me cuesta trabajo.

Bien, juguemos entonces.

-¡Está bien! ¡Si no me llamas “cielo” cada vez que me hables será un agarrón en público!

-¡¿Qué?! ¡¿Por qué yo tengo que llamarte así!

-Porque has sido tu quien ha dicho que me queda perfecto, por lo tanto te gusta—lo bajo, recargándolo contra la pared y me quedo frente a sus castaños ojos—A cambio te llamaré shinigami—¿A quién engaño? Puedo pensar muchas cosas agradables pero no pasan a la vida real.

-¡Eso no es ningún cambio para ti!

-Lo es—ahora analizo que tiene un significado más profundo que osito— Y como bono extra en el sexo y ocasiones espaciales te diré Ichi, claro, si haces cosas…—me agarro la entrepierna. No debí hacerlo… todavía estoy excitado—… que lo ameriten.

-¡Eres un cerdo!

-Y tu un gritón—lo desato y veo a la niña bajar justo a tiempo—Karin, convencí a Ichi que nos acompañe—es posible si lo hago enojar.

Lo cual no es muy difícil, ni siquiera en el trayecto a la cancha y mandarlo a comprar equipo para jugar hockey puede decirme como le he ordenado. Sencillamente su rostro iracundo es muy divertido, me hace olvidar que también puedo enojarme.

-Listo, juguemos—indico cuando vuelven.

Cielos, con los patines puesto es solo un poco más alto.

Diablos, le tengo una ternura difícil de no demostrar.

-Oye, tienes que concentrarte o perderemos.

-Cállate—le digo a ese tipo que me presto el equipo—Estoy concentrado.

-No es verdad, sonríes como idiota enamorado a ese tipo—le doy un golpe en el brazo que lo deja casi llorando—Eso es por decirme mis verdades.

Se acerca de quien hablamos y se aleja aquel tipo para no recibir otro golpe.

-No quiero que la lastimen.

-Descuida, yo la cuido.

Le aseguro pues antes de que volvieran ya había dicho que me encargaría personalmente de estrangular, castrar, desmembrar y enterrar en lo profundo del bosque a quien siquiera empujara a la hermana de Ichigo. Todo es por una simple razón, nadie puede hacer enojar a Ichigo más que yo mismo.

Es aburrido jugar conforme a las reglas y mi posición cerca de la portería hace que solo vea como Ichigo se mueve con torpeza por el hielo. Le han de quedar grandes los zapatos.

Al demonio, patino a él mientras descansa en la orilla y mientras solo dos tipos me miran le agarro la entrepierna.

-¿Quién es tu cielo, shinigami?—listo. Ahora ya habrá competencia. En realidad por más que analice su molestia simplemente no la comprendo, a mí me gustaría que me agarra de esa manera, en público o privado, o que me llamara de formas que le molestan o que simplemente fuera distinto conmigo… espero que no piense lo mismo de mí. Bueno alguien tiene que empezar y no veo porque debo ser yo.

Llevo el disco mientras pienso eso pero de un golpe con el hombro me saca del campo hasta un montículo de nieve ¡Mierda, está helada! Me levanto con mayores ánimos destructivos, le persigo pero muy tarde anota pues tira con una fuerza que supongo imagina que es a mí en vez de ese pelele que prefiere huirle.

Joder, es un encanto, demasiado duro al jugar, compite, se muestra tan fuerte que creo que puedo doblegarme, me permite divertirme sin sentir que lo lastimo.

No, maldita sea, con solo un juego de hockey siento que puedo quererlo mil veces más, un millón, mierda, el vacío ya es más cálido que la nieve.

No lo evito, en cuanto nos vamos, con la mano libre tengo que tomar la de mi shinigami. Por ahora que mi corazón es más humano que de un muerto.

-Suéltame—masculla sin siquiera mirarme. Quizá si lo hubiera hecho habría dicho te amo pero en vez de eso digo.

-No—me niego, apretándola un poco más, aferrándome a un cariñoso recuerdo—Me he enamorado más hoy de ti.

Ha cambiado el semáforo e Ichigo no me sostiene así que pienso que he dicho algo molesto para él. Vuelvo a endurecerme por mi conducta de marica enamorado.

Cruzo con Karin, ella va con la mejillas rojas, nieve en su cabello y sacando cálido aliento de su sonrisa. Sonrió con ella. Su mirada dura puede ser muy cálida.

¿Qué tienen los Kurosaki de especial?

Noto que Ichigo se ha quedado atrás pero cruza una vez que la luz ha cambiado. Suelto a la niña y lo atraigo a mi cuerpo.

-¡idiota! ¡Mira al cruzar!—le doy un zape por asustarme. Los autos pasan por su espalda. Estamos muy cerca de la carretera pero es agradable sentir su cuerpo—¿Estás loco o qué?!

-Lo siento—su voz es distinta, nada ordinaria pues no escucho ningún otro ruido—Ci-cielo—Ichigo, maldita sea, que desearía más que besarlo y no solo abrazarlo.

¿Se sentirá seguro en mis brazos? Si es así que me deje…

-¿Eh? ¿Qué hacen?—olvidaba a la gemela.

-Nada. Vámonos—se van el par de kurosakis.

-Ichigo, quédate—susurro muy bajo. Me invade la ira al ponerme en segundo lugar.

¡¿No tiene la más mínima puta idea de lo difícil que es quererlo y sentir vergüenza de mostrarlo?! Debería matarlo.

Lo alcanzo, evitando conectar mi mirada con la suya pues si lo hiciera terminaría siendo tan fuerte la presión en el pecho que me lanzaría a estrangularlo.

Al entrar a su casa la pequeña va corriendo a la planta superior, seguramente buscando a quien presumir su maravilloso día, lo cual me deja con Ichigo a solas. Lo malo es que me ha puesto de mal humor.

-¿Dónde está la máquina de radiografías?—pregunto sin mostrar lo bruto que fue al irse de aquella manera.

-Por aquí—me lleva a una bodega en la clínica, ahí aprovecho para desquitar mi enojo pasándoselo a él.

-No me has llamado cielo—sin embargo me aleja de un empujón y se queja.

-No voy a jugar contigo, Grimmjow.

-¿Quién dice que estoy jugando?—reclamo, impidiéndole irse.

-Ha esto no le llamaría un cortejo—dice zafando la mano que le tenía agarrada.

-¿Cortejo? Claro—sonrió ¿Quién es él para quejarse cuando soy el único que lo está intentando?—¿Eso quieres? Porque yo podría ir directo a…—me golpea en el estómago antes de tocar su entrepierna. Bien, seré bueno. Solo debo mostrarle que lo amo, que realmente lo amo—Odio esa sonrisa—dice  para alejarse otra vez.

Le odio tanto cuando me deja en solo el intento ¡Que vuelva y me ayude! No es tan sencillo demostrar algo tan… pesado.

Mi imaginación parece haberse vuelto mi nueva locura. Tengo dos escenarios en mente:

1ero.- Voy con él, me insulta, le hago callar con un beso, grita, su familia viene a ver qué ocurre, los detengo genialmente con un movimiento de mano, abrazo a Ichigo a mi cuerpo y le digo “No me interesa lo que opine el mundo de nosotros, solo tu dictamen será importante de ahora en adelante, por eso, mi amor, te pido perdones porque te amo”. Entonces me miran todos, expectantes, el shinigami se sonroja en mis brazos y parece que se desmayara y con todo el amor en su cara llora y afirma con la cabeza, escondiendo su cara en mi pecho mientras se escuchan campanas de matrimonio en camino.

2do.-Voy con él, me insulta, le hago callar con un beso, me golpea, le regreso el golpe, nos peleamos, llega su familia por el desmadre que estamos haciendo, ambos reclamamos que fue el otro quien empezó, nos callan, lo miro a los ojos y le digo “TGe amo” (obviamente me saldrá trabado y no podré volver a mirarlo, además ocupare una cubeta de agua y quizá use uno que otro insulto antes, entre y después de esas dos palabras), se sorprenderá y me dirá algo así como “Aunque sentí lo mismo por ti, ya no puedo confiar en lo que sientes porque…” y ahí saldrá con una explicación como que soy un pendejo o algo así.

Escojo la primera.

Lo malo es que esa nunca va a ocurrir.

-Esto es estúpido—maldigo, pateando la máquina y escuchando un tintineo. Entonces abro la tapa frontal y nota un pequeño tornillo a punto de soltarse. No tengo la menor idea de cómo se arregla una máquina de estas pero simplemente aprieto esa parte con la mano, cierro la compuerta y prendo el aparato que parece volver a funcionar nuevamente.

Soy un genio.

-Sí, claro…—esto me está desanimando.

Puede ser que, si tuviera una oportunidad de ser sincero, yo le diría las cosas como deben ser. Sin juegos, sin estupideces y sin ser un pendejo. Necesito estar a solas con él sin que me excite. Bueno, eso es algo un tanto complejo, justo ahora lo estoy.

Me tocan el hombro y veo a la fresa.

-He pensado en lo que dijiste. No es un juego, pero…—lo encierro conmigo en ese lugar. Si me des estreso sería más sencillo—Pero lo de “cielo” si lo es así que me debes dos—debo separar las situaciones. Esto es para molestarlo y cuando estemos solos será para decirle la verdad.  Por ahora lo toqueteo y cada golpea me alegra el día, es como un gatito encerrado hasta que…

-¿Qué fue eso?—pregunto, sujetándolo aun de sus muñecas con la mano derecha sosteniendo uno de mis cabellos.

-Un cabello.

-Sí, un cabello.

-Uno.

-Sí.

-¿Creíste que me enojaría eso?

-Sí.

¿Sí? ¡Me mata de risa! ¡Están a punto de violarlo y solo se le ocurre eso! ¡De esa manera planea controlarme! ¡Es tan estúpido que funcionó!

- !Auh!—reclamo entre risas por tironearme de las patillas a la cocina.

Joder, quiero tenerlo en mi vida, que me controle a partir de no poder resistir su encanto.

-Vamos a comer.

-Ya… auh, basta, jeje—me libera finalmente—Definitivamente, shinigami.

-¿Qué?

-No lo sabes pero vas ser mi esposo—debe serlo, no puede de nadie más, me complementa, me mantiene y soporta. Eres mi todo, Ichigo.

-Imbe…—le beso la nariz en vez de la boca. Es muy dulce en todo sentido el maldito.

Me adelanto a la mesa, sentándome con toda la familia, parece que nunca dejan a el shinigami solo ¿Cómo se supone que haga lo que debo?

¡Ya sé! Mentir, claro.

-Ya revisé la máquina y hay que cambiarle algunas piezas. Nada grave, iré a comprarlas después de comer—se sienta Ichigo a mi lado. Parece que se ruborizó con el beso… joder, que lindo.

-Gracias, hijo—oh, se le ha quitado.

-Aunque no soy de esta zona y no sé dónde habrá un centro comercial.

-Ichigo te llevará.

-¿Qué?

-No seas desagradecido.

-¡Yo no…!—lo ha entendido rápido.

-¿Cómo se conocieron?—pregunta la rubia y eso me paraliza en recuerdos.

“Basura Jeagerjaquez” resuena en mi mente, mi propio llanto, risas y burlas. Dolor, hay mucho de eso en mis recuerdos.

-En la preparatorio—respondo seriamente aunque siento como si sonriera—En realidad no nos llevábamos bien pero…

-Yo lo trataba muy mal—me interrumpe el shinigami, con sus ojos clavados en mí y una seriedad digna del matón de preparatoria—Demasiado mal y me disculpo por eso. Lo siento, Grimmjow—lo siento. Qué bien se siente.

Tantos años que soñé con tenerlo así, de frente, con el director en otra parte, diciéndome con toda sinceridad “Lo siento, Grimmjow”.

-Je, fue hace tiempo… — Ahh, no puedo más—¿Me disculpan?—me marcho de ahí a la habitación. Se me ha erizado la piel como ese niño enclenque que fui, temblando de pies a cabeza con nerviosismo, demasiado excitado de lograr algo en mi patética existencia y sonriendo como idiota de película de Hollywood a el ñoño que vence al novio de la chica de sus sueños. Tomo mi cajetilla de cigarrillos para salir a fumar.

Doy una calada y suelto el humo tan lento como cierro los ojos.

De verdad que parece que se ha curado una herida.

No hay nadie así que me permitiré llorar como modo de darle las gracias. Ojalá yo pudiera hacerlo sentir tan bien como él lo hizo con dos simples palabras. Como las necesitaba.

Sin embargo si él se hubiera disculpado en la preparatoria no sería quien soy ahora, así que debo volver y olvidar este capítulo, después de todo, está cerrado.

Vuelvo a terminar la comida y seguir siendo un imbécil con Ichigo

¿Notará acaso lo feliz que me hizo?

Detesto el frio ¡Mierda! Pero tenía que salir para poder estar a solas un segundo, además aprovecharé para comprar los regalos de su familia, después de todo soy un completo extraño en su celebración navideña.

-Grimmjow.

-Cielo.

-No te llamaré así.

-Está bien—golpea su nalga y da un brinquito. Lástima, tengo tan heladas las palmas que ni lo disfruté.

-¡Oye!

-Los dos somos necios.

-Arrg ¿Te has sentido bien?—¿Bien? Estoy bien de salud, también mental… no tengo idea de a qué se refiere.

-Sí, de maravilla.

-¿Tuviste algún problema con tu padre?—ah, a eso quería llegar.

Me detengo a observar el clima con su nieve y adornos coloridos, en algún otro momento del año sus colores podrían represar a México o Italia pero justo en esta fecha se hace universal el significado. Recuerdo que siempre amé la navidad porque aunque solo era yo y mi padre siempre nos divertíamos: ese día andábamos en pijama, desayunábamos Waffles, mirábamos televisión (canales sin cable), hacíamos burlas entre comerciales, comíamos sobras de la noche anterior, continuábamos viendo una película, después jugábamos ya fuera juegos de mesa o videojuegos, y al final de la noche dábamos un paseo en auto. Nunca envidié las navidades de familias grandes pero creo que está será la mejor, con mi Ichigo a mi lado. Razón por la cual creo que no debe haber el más mínimo problema en que sepa qué pasó entre Aizen y yo.

-No sé si llamarlo un problema—emprendo el viaje antes de que se me congelen las piernas—Él y yo siempre fuimos muy parecidos hasta la preparatoria. Ambos muy ateos, osados y hasta estúpidos soñadores. Muy parecidos. El motivo de mi demencia fue eso: se acostó con mi novio. No puedo culparlo, probablemente si él hubiera traído a alguien como Ulquiorra también me lo hubiera tirado y la cuestión es que no lo culpo, tampoco culpo a Ulquiorra, seguramente fue un desliz o simplemente no pudo evitar un revolcón con alguien tan parecido o la amenaza o yo que sé, él sabía que yo le habría creído más que a mi padre, no lo sé y no importa, ahora no importa—tal parece que hubiera dado lo que sea por otro “lo siento” y así jamás haberme ido. Como sea, ya es tarde—Lo importante es que lo hablamos y no siente culpa y de alguna manera quería que así fuera, sólo un leve cambio es su actitud, sé que me quiere, siempre me lo dice pero una disculpa no va con él y la verdad es que no la necesito sino que… ya no lo necesito yo también—Ichigo me presta tanto atención mientras hablo. Padre, hiciste a un bien sujeto si puedo atraer la mirada de este chico—Ulquiorra se ha ido y no volveré con mi padre, puedo incluso decir que no te tengo aún a ti. No pongas esa cara—pellizco sus mejillas pues empieza a poner cara de que todo es su culpa—Lo he perdido todo menos la razón… aunque creo que eso es lo que hace a un loco—toma mis manos, sin decir nada. Cristo ¿Cómo sabe decir y hacer lo adecuado cuando yo necesito imaginármelo tantas veces?—Eres muy dulce en ocasiones. Me sorprende considerando lo agrio que en realidad eres—le suelto habiendo dicho eso. Ahí una muestra más de mi estupidez; aquel momento era perfecto. ¡Vaya pende…!

Su teléfono.

-Zommari ¿Cómo sigues?

Ese maldito negro. Debe alejarse de él antes de que no pueda controlarme como aquella vez.

-Eso suen…—le quito el teléfono y digo tajante:

-Estará ocupado.

-¿Quién eres? ¿Qué dices?

-Que estará ocupado cogiendo conmigo—de un brinco me lo arrebata y antes de que pueda volvérselo a arrebatar me suelta una patada en los bajos.

-Lamento eso, es un idiota.

El que lo lamenta soy yo. Joder, que no quiera tener hijos no quiere decir que debe matar a mis testículos.

-No, no, no—está sonriendo. Aun bajo la nieve y el clima cadavérico sonríe al hablar por teléfono—Es un amigo mío muy bromista, jeje—me levanto lentamente. Mi corazón pulsa y siento que se romperá.

No tenía idea de que es posible no poseerlo ¿Y si él decidiera que ya no va a intentarlo?

No podría ver esa sonrisa para alguien más.

Pensé que no me rendiría pero tengo ganas de huir.

Duele. Realmente siento y puede lastimarme.

-¿Qué te parece a las…?—le desciendo el teléfono con todo y su mano—¿Qué haces?

-No lo hagas—le ruego. Si, ruego. Si dice eso frente a mí no sé cómo lo procesaré.

-¿Qué no haga qué?

-Lo que planeas. No te gusta y tampoco eres vengativo, no hagas eso ni siquiera para darme celos o molestarme. No lo hagas.

-¡¿Por qué no?!

-Porque…–truena como un cristal bajo presión. Es él, sin duda—porque eres tu quien me puede destruir.

No hay nada más que pueda hacer. Podría arrojar el celular lejos pero debe escogerme, darme un empujón a seguir intentando estar a su lado.

Subo nuevamente a su oreja y habla. Cierro los ojos.

-Lo siento, recordé que haré las compras navideñas con mi familia. En otra…—escoge. Termina de hacerlo, odio las cosas a medias así que quédate conmigo., escógeme completo y no en mitades como antes. He desnudado mi mano y la paso por su roja mejilla. Te amo, Ichigo. Mi shinigami—Lo siento, Zommari. La verdad es que no creo que esto funcione—las lágrimas tibias se deslizan hasta mi mano.

¿Por qué llora?

Ya estoy temblando por lo cual no se percata de mi susto.

-Lo siento.

-¿Por qué lloras?—cuestiono.

-Porque tú no lo haces.

-No tengo porque llorar si me has escogido.

Por fin, he vuelto al punto donde ambos sentimos lo mismo.

-No lo he hecho, sólo he rechazado a alguien.

Uno de varios.

-Y en este mundo soy la mejor opción. Soy un rey—error. No debí seguir su juego. Se ha alejado.

-Vamos que empieza a hacer más frio—le sigo aun recriminándome no separar la burla de la seriedad  hasta que me lanza un bola de nieve.

La guerra de bolas de nieve me relaja y “enfría” la cabeza.

Otra cosa que tendré que decirle algún día es que es la primera persona que juega conmigo bajo la nieve.

No tiene ni idea de lo especial que es.

 

Dentro del centro comercial le confieso que no tiene nada malo la máquina y que venimos por regalos, incluyendo el suyo, pero como no quiso escoger decidí darle algo que solo un hombre de mi talle podría obsequiarle: sexo. Oh, sí, se lo daré en partes… el juego previo, no… bueno, si también se lo daré en partes o secciones... Lo que sea.

Fuera paro un taxi, le abro la puerta a la fresa y el taxista y yo guardamos las cosas ¡Puto frio se puso peor!

Entro al auto con los dedos congelados, busco calentarlos frotando mis manos y poniéndolas bajo mis axilas.

-¿Frio?

 -Soy algo friolento—confieso. Conservo algo de endeble.

-Pa-pasame tus manos—sus manos son cálidas.

Le veo frotarlas y usar su aliento para remediarlo con tanto ímpetu. No puedo parar de imaginarlo como un doctor, tan cuidadoso y atento, casi como una madre.

Ángel guardián, su nombre es perfecto para él.

Tengo que reírme, es adorable que alguien tan pequeño tenga la fuerza de querer cuidar a el mundo entero y, aun más raro, a alguien como yo.

-¿Qué?

-Tienes la nariz roja—invento.

-Es porque hace frio.

-Sí, es por eso—si no fuera por el conductor, shinigami, si no fuera por él.

 

Pago mientras abre la puerta y metemos las cosas junto con la máquina. Viene totalmente sonrojado por el viento pero eso me hace no parar de mirarle el trasero. Trago hondo para meditar que solo le haré un presente ahora y después, poco a poco, hasta que me lo ruegue y, conociéndolo, se llevara un buen rato que admita su calentura.

Subimos en puntas y espero “voluntariamente” a que se cambie de ropa.

Cuando me deja entrar simplemente me descalzo y empiezo con algo inocente para convencerlo.

-Shini…

-¡No!

-Tranquilo, sólo quiero que compartas la cobija.

-Ah—se descobija así que me lanzo a entre sus piernas y gracias al pantalón suelto puedo bajarlo un poco, junto con su ropa interior—¡Déjame, asqueroso cerdo pervertido…! Ah…—me meto su miembro flácido en la boca, empezando a masajearlo lentamente con labios y lengua. Nunca ha sido mi hit mamarla pero su rostro lo vale, lo malo es que me estoy poniendo duro y no debo penetrarlo, así verá que también puedo darle placer conteniéndome, que puede estar seguro a mi lado. Se ha empezado a endurecer, así que procedo a bajar la ropa, abrirle mejor las piernas para succionarlo con mayor facilidad y con la saliva que me cae por la barbilla lo lubrico para meterle solo un dedo en su entrada—No… espera…— arrg, como quiero metérsela a fondo y galoparlo toda la noche.

No debo, no debo, no debo.

Me lo saco de la boca y sigo con la mano para poder hablar.

-Hoy sólo gozaras tú, Ichi—continuo con ello, sin querer moviendo mis propias caderas contra la cama y sintiéndome como un puberto por estar a punto de venirme por ver algo muy erótico.

-Ah, ah, ah… Grimm… sácalo… por favor…—ahhh, mierda, no quería ensuciar mis pantalones.

Lamo el líquido de mi fresa frente a su rostro, incluyendo el que escurrió hasta la mano que usaba para dilatarlo.

-Soy un rey—sus ojos están perdidos y su aliento es cálido.

No es el momento.

-Shinigami—me recuesto en su barriga cálida para dormir—No te vayas a mover.

-¿Por…?—tengo sueño.

Lo intente, mañana seguiré con ello y de ser necesario el día siguiente y el siguiente. Lo intentaré nuevamente, salir de mi mismo.

Por ahora estoy muy cómodo y no hay manera de que deje de amar a este chico.

O eso pensé.

 

¿Qué hora es? Creo que dormí de más porque se me escapó el shinigami.

-¡Qué lindo, Grimm-nii!—¿Qué dice esta niña?

-¿De qué…?—mira a mi cabeza— ¿Qué mi…?—orejas ¿Orejas? ¡¿Orejas?! ¡¿OREJAS DE GATO, HIJO DE PUTA?!— ¿Qué es esto? ¡Shinigami!

Cambio de plan: ¡Intentaré matarlo!

 

Notas finales:

Gracias por leer.

Y sí, Noviembre Murkrow, tenías razón ¿Qué todas la chicas piensan igual? Toda mujer a la que le pregunte qué podría hacerle me dijo exactamente lo mismo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).