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BREAKOUT por sleeping god

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Notas del capitulo:

Dando por fin señales de vida, la verdad es que pensaba seriamente tomarme un hiato pero no sin antes terminar mis deberes para con lee.

Falta poco para terminar, a lo mucho dos capítulos.

Espero les guste y disculpen la demora.

Está muy equivocado si cree que esto se quedará así.

Después una leve discusión en donde dejó en claro que mi actitud falsa es un arma de doble filo, abro la puerta de la calle, ignorando a la otra gemela y al padre, de ahí salgo y escucho el cuchicheo de unas mujeres. Busco una saliente que resulta ser un tubo que lleva agua al tinaco, siendo este por el que trepo hasta la ventana del cuarto de baño. Primeramente me acalora el vapor del agua caliente contrastante con el frio de fuera pero después es el cuerpo desnudo de la fresa. Me sonrió a mismo por tenerlo como presa.

Le veo lavarse el cuerpo que debería ser más mío que suyo pero, mierda, volvemos a que el que metió la pata fui yo.

Seguramente me perdonaría si ahora entrara, le girara y dijera sinceramente “Lo siento”, sin entender bien qué es lo que quiero que olvide pero el gesto, la buena intención sería suficiente en esta ocasión.

Arrgg, la carne es débil.

-¡¿Cómo entraste aquí?!—gritonea, alejando su espalda (y trasero) de mis manos.

-Por la puerta—invento ¿Si la puta puerta está cerrando por dónde más entraría si no es por la ventana? ¿Qué atravieso paredes o qué? A veces me dan ganas de ponerle un chingadazo por cada pregunta pendeja.

-¡Pero está cerra…!—recapacita—¡Sal de aquí!

-No.

-¡Grimmjow!

-¿Están bien, chicos?—nos llama su padre y eso, por más malo que parezca, no es un inconveniente.

-¡Papá, este idiota está…!

-Estoy ahorrando agua bañando con Ichi—explicó como lo más natural del mundo.

-Me da gusto, Grimmjow. Ichigo, deberías aprender más de él.

-Pero…—se marcha rápido ¿Me pregunto cuanto sospechará? Joder, si su propio padre nota el antojo y cariño que le tengo por qué Ichigo no.

-Ya estamos solos—informo, intentando algo más.

-¡No, no lo estamos!

-Mmm, sí, si lo estamos.

-Que no.

-Sí, mierda.

-No.

-¿Quién más putas podría estar aquí?

-Un… un fantasma.

¿Qué? Jeje.

-Sí, desde niño puedo verlos.

-Shinigami—necio e idiota pero sus formas de evitarme rabiar son tan tontas que me dejan sin energía, me agotan… me enamoran—Ah, shinigami.

-¿Qué?

No lo entiende, no me ve, no analiza cómo cambio a su lado, cuánto me desespero en ser tan directo que me vuelvo un remolino de ideas circulares e inconclusas y si sólo devorará mi alma podría comprobar que mi sabor no es tan agrio, tiene algo de dulce a fresa.

-Planeas nuevamente algo sexual ¿verdad?—rompe mi romance de abrazarlo por esa acusación que…eh, bueno, tiene su fundamento—No funcionará porque ahora yo te voy a excitar a ti y no te voy a dejar hacerme nada.

¿De verdad? Oh, vamos, se me parará nada más con verlo desnudo pero eso aplica a ambos.

-Creo que empezaste mal—ya ha recorrido mi cuerpo de pies a cabeza y se sonroja—No podrás, soy experto en mojar chicas y endurecer chicos.

-¡No lo lograrás conmigo!

-Ya lo estoy haciendo.

Parece realmente querer jugar, dándome la espalda (pero no aun las nalgas) y enjabonándose en cabello de tal manera que mi deseo se encela con la espuma que recorre su piel. Solo hace falta imaginarme que la las burbujas son una extensión mía para empezar a masturbarme.

-¡¿Qué estás haciendo?!—grita demasiado, he de suponer que alguien fuera ya escuchó eso y debe estar sacando conclusiones.

-Me prendiste, es como ver una porno en 3D—por un momento cierro los ojos, aguantando el golpe pero en vez de eso su rostro ha pasado a una lasciva intención—Si quieres te dejo chupármela.

-¡No, claro que…! Que no—ha caído. Grimmjow gana de nuevo.

-También puedo metértela.

-No—no puede mirarme y su voz de someter a la lujuria; cantarina y seductora.

-Ese “no” pareció un tierno “no me excites más”

-No.

-Shinigami—me agacho a su oído, siguiendo la trayectoria de mis manos a su retaguardia y mi pene a su lugar que es pegado a él—Sólo pide que te la meta y lo haré.

Tiembla en mis brazos. Como detesto que haga eso. Siento un enorme deseo de zarandearlo y gritarle “¡No me tengas miedo!”.

-Algo… rápido—su afirmación transforma la ira en libido que como permiso requiere verlo como aquella noche: lindo.

-Pero no frunzas el ceño—parece no gustarle el precio pero pronto cambia de parecer—Así está mejor— le giro y abro sus piernas, él se acomoda con un suspiro de algo que parece llevaba deseando. Será una lástima adelantarle su regalo de navidad pero no puedo ser tan cruel, nadie debería merecer no satisfacer su deseo de mi verga. Me meto de una embestida profunda, parece no haberle lastimado sino todo la contrario—Ah, Ichi, estoy muy caliente así que te daré duro.

-No me… digas… esas… cosas—da la orden sin ver que tan pasivo luce salivando, sonrojado, masturbándose mientras mi falo lo penetra una y otra vez.

Me correré rápidamente. Pareciera que coger no es lo mismo si no es con él.

-No te gusta mis guarradas ¿eh?

-Ah, no…

-Deberían. Ya te la estoy metiendo a fondo.

-Que no…

-Ichi, eres…—y aunque lo niega se mueve el mismo, llevando oleas y oleadas de electricidad a mi cerebro.

-Cállate—enuncia a duras penas, viéndole cerrar los ojos en busca de ese placer que es más fuerte que su orgullo.

-Eres muy lindo.

Ahora a lo mío, girarlo, poner su espalda contra el azulejo, sus piernas a mi costado y obligarlo a sujetarse de mis hombros para empujar en su interior.

Está cooperativo, genial, quizá debería poner…

Es un beso, uno que creí que ya nunca más recibiría.

Dentro de mí en ese interior oscuro, es como la luz que confiesa un sentimiento. Si es así… yo nunca más volveré a fallarle.

-¿Qué pasa? Grimm…

Estoy eufórico, le beso, le hago el amor con demencia, mezclando tanto placer que… no puedo más. El éxtasis debe durar segundos o haría explotar los corazones.

-¿Te falta… mucho?

-Dame… un poco más.

-Mi… mierda…—no es solo calentura.

Me vengo en sus entrañas, gimiendo y él gritando, contrayéndose. Sin embargo no he cumplido con hacerlo correrse por lo que, invocando a las energías que me quedan y la verga que aún no se pone flácida, me apuro a seguir metiéndosela hasta hacerle lo mismo, teniendo su semen caliente poco tiempo en mi vientre pues el agua lo retira. Lo bajo con cuidado y se abraza a mí.

Ichigo, desearía tener el valor de hacer las cosas como se deben y por eso agradezco que de los pasos antes que yo. No lo diré pero muchas veces temo que el camino que yo sigo es uno lleno de huesos a los cuales les sorberé la carne y la sangre, donde aplastare los corazones (egoístamente temo sea el mío) y donde al final giraré el rostro y estaré solo.

El camino equivocado.

-Ichi ¿Debería decirlo? ¿Debería decirte lo que siento? ¿Es necesario?

¿O será demasiado? Si es para mantenerlo a mi lado, en este mundo malvado, donde encajo apenas, decirlo será una idea errónea de mis interpretaciones o simplemente no acabo de entender.

Explícame, quiero pedirle, pero temo una mirada de reproche donde quiera excusarme bajo la frase “Recuerda que soy”.

No dice nada. Quiero satisfacerlo y que así no se marche pero preguntar directamente me vuelve lento, estúpido y pequeño.

Cuan débil puedo ser si él no habla.

-¿Aún me amas?—es lo único con lo que siento derecho, a dudar ser suficiente.

-No lo sé. Vamos a bañarnos.

Se da la vuelta, yo también y me muerdo con fuerza el labio, deseando destrozarle el rostro triste ¿Me tiene lastima? ¡Lástima a un rey! ¡Ridículo!

Quizá lo más cerca que este de él, me digo girándome un poco mientras tiene los ojos cerrados bajo el agua, sea si tomo lo que me pertenece. Mis manos han querido abrazarle el cuello con fuerza.

Vuelvo a mi posición sin que lo note, sin que escuche mi corazón acelerado pues me asustado a mí mismo al buscar herirlo, pero solo un momento.

Es normal que quiero lastimarlo.

Al menos es normal en mi caso.

Cuando me pongo la toalla y estoy dispuesto a salir, bromeo, no quiero tener más ideas de su rostro estallando contra las baldosas.

-Me he quedado sin obsequio para ti.

-¡Planeabas hacérmelo!—es lento, lindo y muy cruel.

-Sí.

-¡Eres un cerdo asqueroso, pervertido y…!

-Descuida, igual puedo volver a hacértelo y más duro—a mí no me engaña, me desea tanto o más carnalmente que yo.

-No quiero sexo como regalo de navidad.

-¿Entonces?

Era una broma, algo que cortara la tensión en vez de su cuello pero vuelve a cocerla.

-Nada—¿Qué será eso en lo cual lo decepciono tanto?

Le sigo hasta el cuarto, donde cierra la puerta sin mirar atrás.

Ya me he equivocado de camino.

Vuelvo la cinta en mi mente. Entro al baño e igualmente me desvisto sin hacer ruido, entro a la ducha y lo abrazo por la espalda (incluso mi inconsciente es penoso) para que ante de que reaccione con ira le pueda susurrar “Tú eres el trago amargo que tomaré para volverme mejor”… podría haberlo dicho pero yo…

Sale de la habitación sin dignarse a notarme.

La furia y la tristeza se aferran con fuerza al cariño que le tengo.

Con pequeñas frases podría terminar esta obra  y él con indiferencia puede alejarme de la cruel vida que viviría a su lado.

Quizá sea lo mejor, pienso entrando a cambiar, dejarlo todo. Vivir a parte. De esa manera no nos preguntaríamos en unos años ¿Qué nos hemos hecho?

Voy a la planta baja y noto que Yuzu saca luces de una caja.

-¡Grimm-nii, vamos a adornar la casa!—me informa con una gran sonrisa y la emito.

Puedo ser querido con sencillez y a la vez detestado por quien me conoce.

Nada es perfecto.

Mientras vestimos el árbol de navidad entre risas no dejo de mirar las puertas, pensando que en cualquier momento Ichigo vendrá.

-Salió a caminar—dice la otra hermana—Parece que lo dejaste confundido—dice ella sin hacer mayor relieve a la situación que se supone no supieran—Ichi-nii es así, debe pensar todo muchas veces cuando se trata de otras personas, eso significa que le preocupas.

Doy una risita.

Que se preocupe no es suficiente, debe ser como andar en un lago ligeramente congelado, tanteando o podría ser devorado por el frio interior.

Al volver parece sorprenderse pero alegrarse, motivo por el cual evito retirarlo y decirle que quiero seguir intentándolo pero que eso no elimina el hecho de mi potencial asesino.

En vez de eso le dedico una sonrisa a un muérdago y luego a la fresa.

Al final le propongo que ponga la estrella, solo para tocarlo y comprobar que es cálido, que mis manos son frías, que juntos nos derretimos. Está bien, también para mostrarle que es chaparro.

-Quiero mostrarte algo—le pido, arrancando de paso el muérdago y por poco su mano por reacio a continuarme el paso—Aquí.

-¿Qué?—alzo mi mano con el adorno verde y se niega efusivamente a pesar de mis bromas y amenazas, al final acepta a regañadientes pero a hacerlo fuera, con el maldito frio.

¿Por un beso cogería una pulmonía?

Lo pienso mientras se prepara a llegar a mi rostro al igual que a la cima del árbol.

-¡Te odio, maldito degenerando imbécil!—pero este pino le desea tanto que no lo dejará ir. Le robo sus labios. Al final noto que lo estoy cargando así que me agacho. Acaricio su boca con la mía, empezando a hacer lo mismo con la piel, su viento, sus manos, la nieve me cae en el cuello, el frio me recorre y por el cogería una pulmonía.

-¿Chicos?—dice la voz de Isshin.

-¿Debería…—formulo, alejándome momentáneamente, volviendo a besarle—…detenerme?—vuelvo a hacer lo mismo, concretándome en sus ojos que buscan en mi algo que puedo crear para él, aunque aún no sé cómo.

-No… aún no…—responde besando en lapsos igualmente pero demasiado pronto sale su familia así que sin decir nada empezamos la construcción de un muñeco de nieve.

El ríe con sus hermanas, juega con ellas y aprecia esta vida. Me hace pensar en Aizen y a la vez olvidarlo. También me presta atención.

El frio se incremente.

Me he puesto nervioso al invitarlo a salir, bromeando menos candentemente, sin tocarlo de más, sin gritos ni peleas. Estoy temblando de las rodillas y es porque se acumula en mi cuerpo un impulso de sujetarlo y hacerlo mío. Lo siento tan cerca y distante, es como si jugara conmigo, acepta una cita pero habla con el mesero, ayuda a una mujer a recoger su bufanda, respira el mismo aire que otros.

No me pertenece en ningún sentido y a mí me tiene en el bolsillo.

-Y aunque no empezará con su nacimiento eso no quiere decir que no tenga inicio—me quejó a esa teoría que ha mencionado sobre un, a veces, inexistente inicio.

Respiro profundo. Me controlo.

-Obviamente, pero darlo por hecho es como dejarlo de lado—responde caminando a zancadas por la nieve, exhalando aliento blanquecino. La conversación lo ha enseriad a defender su punto de vista.

-En ese caso, si es la historia de un día cotidiano, ya no digamos un acontecimiento, tiene un argumento y ese salió de algún lado. De esas primeras palabras—choca un sujeto contra mi hombro. Viene acompañado. Un accidente.

-Podría ser una oración en medio de la nada, “Se venden zapatos de niño sin usar” eso podría ser. El resto depende de ti pero tienes un final oscuro sin inicio de la tragedia.

Me ha ganado con ese argumento que no he escuchado. Me he vuelto a devolverle el empujón con mi puño cerrado al rostro.

Me rio.

Ya no tengo frio, ni tiemblo y tampoco me siento mal.

Ruega por su vida, sus amigos no se han metido, me duele el puño y he entrado en calor. O cojo o golpeo a alguien más.

¡Calmen a la bestia, señores!

Mierda, olvidé que venía acompañado.

-¡Shinigami!—le doy alcance, jadeando porque mis pies se hunden—Perdón, ese imbécil iba con otros tres y me quedaron ganas de molerlos a golpes también.

¿En que nos quedamos? Ah, sí. Sin inicio. Es como esos locos que matan sin razón pero si averiguas incluso es simple porque sí, es como un porque podía, porque no.

-No lo hagas.

¿Qué?

-¿Por qué no?

-Porque no te han hecho nada. No seré tan bueno como para salvar a todo el mundo pero si vuelves hacerlo frente a mí…

-¿Qué?—¿intenta defenderlos? Está conmigo, estábamos bien y no eran ellos sino nosotros.

Otra vez no quiere aceptar quien soy.

-Te las verás conmigo.

Mierda, mierda, mierda, mierda. Me rio de angustia ¿Qué no se dio cuenta que todo esto ya había empezado con él?

-Eres un héroe, shinigami. Estoy aterrado—quiero herirle así como lo hace conmigo sin darse cuenta. Con esas frases donde descubre que soy extraño y poco adecuado.

Ve, lucha por los demás mientras quien te persigue se rezaga y come las sobras de los que lloras, de los que no han sido salvados.

-Un héroe por completo. Eres listo ahora, tienes moral, cuidas a tus amigos y a quien puedas, sonríes cuando debes, odias lo que sea injusto… es más, impartes justicia ¡Shinigami! ¡Tú ya no eres el mismo!—si yo soy el perro que vaga por desperdicios él es que hace esa diferencia del poco afortunado al que estuvo en un tiempo y lugar adecuado.

Le he cambiado tanto también. Juzga, teme, reclama e ignora. Se ha ido el chico de preparatoria inseguro de sí mismo, escondiéndolo tras crueles bromas, ahora su fortaleza golpea tan firmemente mi invisible sentimiento hacia él.

Pelea conmigo, se defiende, aguanta los golpes y también me los imparte.

En la cara, el torax, brazos y piernas. No duele.

El shinigami no derrotará a un rey.

No moriré porque… joder… ya he muerto.

Me rindo. No es que nos haremos daño, no hay nosotros.

El único imbécil que llorará seré yo.

He perdido la razón. Deseo matarlo viendo en su cuello el deseo de quererlo y exprimirlo hasta volverlo un corazón de manzana.

Le salva una avalancha de nieve.

Me refresca las ideas aunque me ha dejado agotado. No, lo había notado lo cansado que estoy.

Intento seguir peleando por cada una de esas palabras que representan a alguien que ve como mejor que yo, poniéndome de un segundo a un tercero, cuarto y cada vez más lejano lugar. Él desea mandarme al otro lado del mundo.

Al final, y después de la inconciencia, me obligo a darle respuesta a su pregunta y confesarme cómo puedo, de la única manera que el verdadero Grimmjow Jeagerjaquez puede, si no lo acepta es porque no habrá visto tras mis palabras.

-¿Qué sentido tiene aplastar todo lo que te desagrada? Solo serás un rey sin nada que gobernar. Si me odias tanto entonces pelearemos después pero por ahora… basta—lo que destruyo son obstáculos invisibles a su mente. Destruyo lo que debo de, ni más ni menos. No soy tan irracional como me pinta.

- No. Te equivocas—hago que me suelte. Estoy encabronado porque no estoy mal, la locura la perdí hace tiempo, ahora es él quien no presta atención—Te equivocas, shinigami. Te lo había dicho, no eres rival para mí. No puedo perder ante alguien como tú, y sobre todo yo no te odio. Entiendes, yo no te odio—lo he dicho. Está escrito en su rostro y la creciente nevada.

-¿Entonces por qué… por qué…?—no puede decirlo. Su labio sangra.

He sido cruel y estúpido, justo como él. Estamos a mano, dejando como un interés el que estoy a punto de desmayarme otra vez.

-¡Tus ojos están vacíos!—grita enfurecido—Sólo cuando estás destruyendo algo pareciera que sientes algo.

-Es por…—por ti, eso me acerca, me arrastra a ti.

-Odio eso en ti y ese eres tú…

-Shinigami—retrocede.

Ódiame.

Témeme.

Aléjate.

Olvídame.

Termíname.

-Vete—gruño.

Pero ha entendido quien está frente a él, quitarse esa carga moralista simplemente soy yo, soy otro y alguien diferente, lo entiende mientras el vaho blanco se eleva al cielo vestido de luto, por mi parte lo expreso perdiendo mi sonrisa. Ichigo se ha ido, dejándome sin nada, tirado en la nieve como arena blanca, salvándome de mi propia autodestrucción pero eso significa quedarme sin aquello que me hacía lastimarme, aquel muchacho que amo pero que es un imposible para mi vacío interior demostrarlo sin herirlo al mismo tiempo. “El amor duele”, eso es literal en mi caso.

Aquí es cuando alguien me dice “!Cállate, poeta maricón!”. Ojala alguien me ofendiera.

Todo se acabó, desde aquel día que escogí vivir en las noches. El día que corrí en busca de mí mismo. Creo que es tiempo de verme arrastrándome lejos de él.

No vuelvo a su lado, al lado de nadie. Me alejo de todos, de todo, me marcho lo más lejos posible bajo la manta de un brillante estudiante. Al otro lado del mundo a tomar el turno 1 millón 539 mil 038 de su lista. La fila es larga, el servicio es lento, la gente es paciente y estoy dispuesto a dejar pasar a ancianos, mujeres y niños.

Van en el número 6.

Notas finales:

Gracias por leer.


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