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BREAKOUT por sleeping god

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Notas del capitulo:

Creo que esto solucionará dudas aún así planeo seguír con la narrativa de Grimmjow.

A veces pienso que su piel es de plástico, que en realidad es un maniquí, por eso cuando se mueve o tiempla, como ahora, tardó en reaccionar.

-No estés tan nervioso. Va a adorarte—tranquilizo a mi novio tomando su mano y besándolo en los labios mientras vamos en el taxi a mi hogar en Karakura después del largo viaje desde Tokio.

-No lo sé ¿y que si me pregunta como pienso darle nietos? Yo no puedo.

Vuelvo a robarle un beso hasta relajarlo totalmente.

-Va a amarte, aunque no tanto como yo lo hago.

Se sonroja de todo el rostro y doy una risita. Se abraza a mi mientras razonó lo que ha dicho porque darle nietos a mi padre es darme hijos a mí, he de admitir que jamás pensé en formar una familia, después de todo nunca me imaginé con pareja, viéndolo a mi lado sé que quiero compartir mi vida a su lado y si su deseo es adoptar hijos bien podría aceptarlo.

-Ulquiorra.

-¿Sí?

¿Es posible tener una certeza en este mundo? Alguien dijo alguna vez que la única cosa segura es que moriríamos. Ni siquiera que todo cae es 100% verdadero porque fuera de este mundo no van al piso, tampoco amanecerá o anochecerá, ninguna verdad verdadera, en síntesis. Entonces me cuestiono nuevamente ¿es posible estar seguro?

-¿Qué pasa, Grimmjow?

-¿Quieres vivir conmigo?—pregunto de golpe.

¿Seguro? Sí, o eso pienso. La verdad, después de todo, es tan subjetiva como el mismo ser humano y, justo ahora, frente a los ojos más hermosos del mundo, no soy más que un simple mortal.

Oculta su rostro en mi pecho, como tantas veces lo ha hecho, es su forma de querer escuchar la voz de mi corazón y contestarle a él en una afirmativo movimiento de cabeza.

-Al volver planearemos to…

Me besa con euforia.

¿Cómo se puede querer tanto a alguien? ¿Cómo? ¿Y cómo algo tan fuerte podría terminar?

Empiezo a bajar el par de maletas cuando sale mi padre corriendo a abrazarme con mucha fuerza mientras dice:

-¡Mi querido Grimm! ¡Te extrañé tanto! ¡Ah, que gusto tenerte de vuelta!

Regreso el gesto y una vez tranquilizado le muestro a mi querido Ulquiorra que permanece con las mejillas carmín y las manos agarradas con nerviosismo.

-Papá, es él. Su nombre es Ulquiorra Ciffer.

-Mucho gusto, padre de Grimmjow—dice mi lindo chico.

Mi padre no acepta su mano, sino que le abraza jovialmente.

-Mucho gusto. Me alegro de que mi Grimmi encontrara a un jovencito tan adorable. Ah, y puedes llamarme Aizen.

Le giño el ojo a Ulquiorra para confirma el hecho de que no habría ningún problema.

 

Nos acomodamos en mi cuarto y se mete a bañar. Aprovechando que mi padre está cocinando la cena decido meterme junto con mi pareja. Al principio se sorprende pero luego se pega a mí y me besa.

No lo digo pero últimamente me caliento con rapidez, supongo que es bueno desear a mi novio.

-Ulquiorra—susurro sujetando su cintura.

-Nos escuchara—dice mordiendo mi cuello. Mi vampiro.

-No lo hará—digo sin pensarlo, apretando su trasero con demasiado erotismo.

Con el agua tibia sobre mi cabeza empiezo a bajar hasta que me da en la espalda, mientras me llevo el miembro de mi pareja a la boca, lamiendo y succionándolo con leve ferocidad mientras me masturbo. Él gime bajo sus manos. Me vendré pronto si sigo con esa imagen de su cara corrompida de placer.

-Grimm…—articula acariciándome los hombros.

Saco su pene y vuelvo a besarlo, con el aferrándose a mis hombros y yo levantándolo en mi cintura.

Con esta humedad debe ser fácil entrar en su culo.

-Mi amor—le llamo empezando a acariciar su entrada.

-Ah… Grimm—proclama únicamente.

-¿Estás listo?—cuestiono ya queriendo meter no mis dedos, sino mi palpitante pene.

No puede hablar y sus leves gemidos son apagados por las gotas de agua.

Esto es familiar.

No, no pienses en él.

-¡GRIMMJOW, ULQUIORRA, BAJEN A CENAR!—nos grita y ambos nos soltamos por el susto.

Será en otro momento. Nos masturbamos mutuamente y al terminar salimos a cenar.

 

Nos sentamos a la mesa, donde papá a agregado otra silla, y nos servimos ensalada con pescado, el pedido que hizo Ulquiorra para la cena.

-Dime, Ulquiorra—empieza mi padre—Grimmjow me hablo mucho de ti así que siento que ya te conozco pero hay una duda que tengo.

Ambos esperamos ansiosos la pregunta.

-¿Te ha gustado Karakura? Sé que no has visto bien la ciudad pero igual que te ha parecido.

-Bien, es muy diferente a Tokio. Hay silencio—mi padre le dedica una sonrisa.

-Qué bien porque me encantaría que nos sigas visitando.

Es una suerte que mi padre sea así, se nota cómodo mi Ulquiorra a su presencia.

Al terminar subimos a mi habitación diciéndome en voz baja que mi padre es muy agradable. Nos recostamos en la cama y en momento de silencio se acerca a mi boca y correspondo, sin embargo muy pronto tocan la puerta y la abro.

-Chicos, ya he preparado la habitación de invitados—nos indica—Grimm, hombre o mujer no dejaré que duerman juntos.

Me sonrojo, es la primera vez que siento vergüenza a algo dicho por  él.

-No pongas esa cara—me dice casi riendo—ya tienes la edad así que, Ulquiorra, te mostraré tu habitación.

Mi novio me sonríe y me besa antes de irse a dormir.

 

Por la noche me siento extraño a volver a esta habitación y el silencio de la calle. Cierto, es callado aquí. Tanta calma como antes de la tormeta.

Tonterías.

 

Durante la semana vuelvo a acostumbrarme a mi hogar y hasta parecemos a una familia; hemos salido a la playa, a acampar, al cine, cientos de cosas los tres. Entre otras cosas tengo algunos momentos a solas con mi novio, mas no es suficiente como para tirármelo, sin embargo él ya se muestra listo, incluso desesperado.

 

Por la mañana papá ha ido a trabajar y mientras desayunamos cereal, noto que mi pareja viste únicamente una camisa muy larga, una que le regalé hace un tiempo. Entonces me levanto de la silla y le beso, acariciando sus piernas, ignorando la televisión encendida. Lleva sus brazos a mi cuello y lo levanto, llevándolo a la mesa y subiéndome en él.

Da una risita y acaricia mi miembro despierto sobre el pantalón.

Si, está más que listo para hacerlo.

Le quito la camisa y lentamente, entre besos, la ropa interior. Él se apura a quitarme la camisa, los pantalones y se detiene en los boxers.

-¿Qué ocurre?—le pregunto a su linda mirada verde en mi ropa azul.

-Es extraño. Estoy asustado pero te deseo.

No hace falta decir que me excito de más esa última palabra.

-no te haré daño. Jamás te lastimaré.

Bajo esa promesa pasamos casi una hora entre caricias, toqueteos y masturbaciones. Es tiempo ya de abrirle las piernas y entrar, ya lo tengo lubricado y muy caliente.

-Ya no aguanto—le informo, colocando sus rodillas a cada costado de mi cintura.

-Ya… hazlo…—ruega, frotándose contra mi pene y gimiendo de desesperación. Sostengo mi pene y lo coloco en la entrada, empieza a gemir y yo a entrar en el paraíso.

-Te amo—le digo acariciando su pecho y sonríe.

-Yo igual—se levanta y abraza a mí—lento—pide con algo de miedo en sus ojos.

Una campanilla suena y veo el teléfono. No… no es, es el timbre.

-Que se vaya al demonio—maldigo y vuelvo a empezar a clavar la cabeza de mi miembro.

-Ahh.,..—pronuncia sin dolor hasta que vuelve a sonar el timbre—No pares—no pensaba hacerlo aun con la insistencia. Empiezo a sentir como no hay barrera y me preparo para penetrarlo totalmente.

-¡Grimmjow, abre la puerta que olvide algo!

Palidezco con la voz de papá, golpeando la ventana del comedor, de un brinco me alejo del murciélago y me visto, haciendo que el otro tome la ropa y vaya a su cuarto, aprieto mi pene erecto en los boxers y abro la puerta.

-Disculpa, olvidé llevar unos documentos y también las llaves.

Pienso incluso en cómo respirar para no entrar en pánico, viendo con horror los tazones de leche en el suelo y algo de líquido preseminal sobre la mesa, incluso tengo la paranoia de oler a sexo.

-¿No se ha levantado Ulquiorra?—cuestiona desde el estudio.

-No, parece que no.

Sale con sus papeles y se despide, cerrando la puerta.

El resto del día no iniciamos nada por miedo a que nos atrapen.

 

Reviso el calendario porque en una semana tengo que irme nuevamente. Extrañare esta casa, ha sido mi hogar desde hace demasiado tiempo. Toco la pared y recuerdo lo feliz que me hizo tener mi propia habitación y como colocábamos la cama, el escritorio, el closet y demás objetos, que no son más que eso, objetos, pero para mí significaban que podía quedarme, que aquí era mi hogar porque me aceptaba. Sí, Aizen no es mi padre pero en mi mente siempre lo será porque mis padres… ellos… no son nadie, no existen en mi mente de ninguna manera.

Después de comer fuera vemos una película abrazando a mi novio, y por la noche hablamos de como regresaremos a Tokio.

-Hijo, creo que ya es tiempo de que te lleves tu auto—mierda ¿de verdad?

-¿Puedo…?

-Sí, es tuyo, además le he arreglado esos detalles así que debe encantarte—voy corriendo al garaje a ver que esta repintado, ya tiene nuevo cristal y la puerta no rechina.

-¡Gracias, papa!—grito y lo abrazo. En esto volveremos a la universidad.

Duermo con tranquilidad hasta que casi en la madrugada me da curiosidad saber si aún el clutch tiene problemas, como ya no tengo sueño salgo de mi habitación en silencio para no despertar a nadie, sobre todo a mi padre que siempre ha dormido con la puerta abierta por si tenía alguna pesadilla, aun ahora. Voy en la punta de los pies a cruzarla pero me detengo en la orilla por un gemido, uno que conozco, al girar la cara están… ambos…

Jamás creí que sería imposible definir un sentimiento, justo ahora no reconozco qué pasa dentro de mí.

Veo sin razón como mi padre monta a mi novio y ambos lo disfrutan bajando la voz. La cara de marfil de Ulquiorra es hermosa, definitivamente me hubiera gustado llenarlo de placer en un romántico momento. No parece que mi padre sea tan bueno como yo sería, le mostraría que es hacer amor, le llevaría al cielo en una noche, es decir, quiero decir que, bueno, todo esto… ¡¿CÓMO PUDIERON HACERME ESTO?!

Sin sonidos, únicamente la imagen del empuje en el trasero del murciélago, los músculos forzados de mi padre, el vaivén de la cama, la saliva escurriendo de la boca de ambos. Asqueroso.

Me recargo en la pared pero esas imágenes siguen ahí. Vuelvo a mi habitación, no sin antes escuchar como acaban y se visten sin palabras.

En la puerta me quedo, vislumbrando el reloj que marca las 4:06 de la madrugada.

Pedazo a pedazo, hueso a hueso, gota a gota… me estoy desasiendo. Cada trozo se desprende con asombrosa lentitud y elegancia hasta caer en una fracción de segundo pesando toneladas hasta dejarme desparramado y viscoso en el piso.

Un perro no se atrevería a comerme por miedo a morir.

Que olor tan nauseabundo.

Empiezan a salirle patitas a un trozo de carne, la mano a andar por la habitación, desorientada por no tener ojos, las venas de están amarrando a los muebles, los músculos se arrastran como víboras del desierto, dejando marcas de sangre verde en forma de S en el camino, los cabellos se trenzan para juntos hacer una bola que puede rodar, los ojos se quedan quietos, con la vista al techo hasta estrellar como globos de sangre.

Un gruñido. Escucho como todos corren pero son masticados uno a uno hasta quedar dentro del animal blanco y grande, terrorífico, escupiendo sangre verde y mostrando los dientes mientras susurra.

-Cobardes. Me los comeré. Soy un rey. Cobarde. Te comeré. Soy un rey. Cobardes. Me los comeré. Soy un rey.

La profundidad de sus ojos es un hueco de hambre.

-Pantera. Soy pantera. Soy un rey. No me hagas comerte.

¿El sol siempre fue así de brillante? ¡Qué fastidio! Tengo hambre.

Bajo y lleno un tazón con cereal y un litro de leche, prendo el televisor y la dejo encendida sin realmente verla.

-Buenos días, Grimmjow—me dice Ulquiorra ya estando bañado y arreglado.

-Luces delicioso esta mañana.

-¿Qué?... –se sonroja y yo sonrió.

-sí, luces particularmente delicioso.

-Buenos días, hijo—dice mi padre ya con maletín en mano y buscando las llaves.

-Aizen, luces delicioso esta mañana.

Se detiene en seco y me muero de la risa ¿Por qué pone esa cara de confusión? Es sólo un cumplido ¿Por qué andan todos muy sensibles esta mañana?

-¿Cómo dijiste?

-¿Qué? ¿Es malo que les diga la verdad?—vuelvo a reírme pero nadie me secunda.

Se acerca mi padre y a sólo un metro de distancia le asesto un golpe al rostro, uno tras otro, tras otro, tras otro.

 

Me quede con hambre.

-Hola—dice una mujer de larga trenza negra al frente. Genial, algo igual de monótono que esta habitación gris. Odio las cámaras de gesell.

-Hola ¿puedes quitarme estas esposas?—pido poniendo las muñecas sobre la mesa.

-Sí, en un momento—se sienta frente a mi—¿estás nervioso?

-¿Por qué lo dice?

-Tu pierna—observo la derecha y sube y baja con rapidez. La detengo.

-Tengo hambre.

-Iré a pedir que te las quiten—se marcha y me quedo viendo nuevamente esa pierna que ha vuelto a cobrar vida propia. Entra un policía a quitármelas con un cigarrillo en su boca.

-¿Me regala uno?

-Seguro—saca uno, me lo pongo en la boca y lo prende. Empiezo a toser el humo y se burla mientras se va. Sigo intentándolo hasta lograrlo. Es relajante las curvas que suben con parsimonia.

-Ahh…—me quema la garganta.

-Grimmjow—me levanto ante la mujer.

-Dígame.

-Siéntate. Vamos a hablar.

-Seguro ¿Cómo sigue mi padre?—empiezo a llorar, no lucia muy bien cuando lo llevaron al hospital— ¿Está bien? ¡Lo siento mucho!

-Sí, está bien.

Sonrió y me relajo.

-Grimmjow ¿Por qué lo golpeas?

Bajo la cara.

-No quiero hablar de eso.

-¿Te lastimó?

-No.

-¿Al otro muchacho?

-Yo…—me tiembla la pierna—no… bueno…

-¿Lo lastimó y quisiste defenderlo?

-¡Mo! ¡A esa puta le gustó!—me levanto para caminar ¿Dónde quedó mi cigarrillo? Esa mujer parece demasiado calmada.

-¿Tomas algún medicamento?

-No.

-Entonces seguiremos viéndonos.

Gruño. No estoy enfermo, sólo enojado y para eso no hay cura.

-¿Para qué?

-Creo que tienes un problema.

-Para mí no es ningún problema.

-Sí, pero para los demás sí.

Me dejan solo otra media hora y cuando me sacan voy con mi papá que tiene el rostro lleno de moretones y la ceja cocida.

-Lo siento—digo bajando la cara.

-Tranquilo. Vamos a mejor esto.

Me limpia las lágrimas y acepto. Hablamos en el camino pero sin dar razones del ataque. Yo porque lo hice y él simplemente piensa que quizá esté un poco loco.

 

Al regresar a casa Ulquiorra me aborda en la habitación.

-No quiero hablar—le pido.

-pero ¿Qué te pasó?

Lo sabes bien y estoy muy triste.

-No lo sé. De pronto enloquecí.

-Todo estará bien—afirma y me abraza con fuerza—me asustaste.

-No quise hacerlo. Discúlpame.

Lo amo, aun lo amo. Sin embargo, parece que es posible… no estar seguro.

 

Cada sesión es lo mismo, Onohana-san será muy amable pero es aburrido pasar el tiempo en la clínica mental, escuchando a los locos gritar y patalear todo el tiempo. Y ella no llega a nada conmigo y tengo que marcharme en un par de días. Por suerte mi padre se ha recuperado muy bien.

-Nos vemos mañana, Grimmjow—me dice la mujer  y salgo al pabellón, donde un enorme sujeto se me acerca y me reta a pelear, prefiero ignorarlo hasta que me sostiene del hombro y ríe con ese sonido de sus cascabeles del cabello asiéndole coro.

-Cobarde—espeta a mi cara.

-Yo soy un rey—le digo lanzándome a la pelea, dejándome muy pronto sin aire por un golpe en el estómago. Los enfermeros nos detienen entre maldiciones y risas de los dos. Unohana se acerca a mí y yo escupo sangre a un costado de ella.

-Está confirmado—hace que me lleven a su consultorio y me dice que me tome dos píldoras.

-¿Para qué?

-Te sentirás mejor.

Las trago y en unos momentos empiezo a sentirme dormido. Y luego muy despierto.

-Grimmjow—me habla y no me he dado cuenta cuando me senté.

-Dígame.

Suspira y me da un frasco naranja que tiene escrito >> Trastorno de la identidad disociativa. Tómese dos tres veces al día<<

-¿Qué significa?

-Que sufres de trastorno de identidad disociativa.

Está loca.

-No lo creo—le devuelvo el frasco y me levanto—me duele el estómago—me quejo.

-Justo hace un momento te peleaste.

-No, claro que no—está peor que yo, ella si las ocupa.

-Ve tu estómago.

Levanto mi playera… ¿Por qué hay un moretón tan grande?

-¿de… de donde salió esto? ¡¿Qué diablos es esto?!

Me obligan a sentarme y de esa silla no me quisiera levantar jamás.

 

Un suceso traumático pudo desencadenar la enfermedad latente. Es posible que escuches voces, que tengas cambios de humor, que hables con alguien más, que olvides cosas, que la vida te parezca triste. En si todo lo que dijo es una mierda. Ah, también que pensaré que no estoy loco pero lo estoy, no lo dijo con esas palabras pero es lo que quiso decir. Me siento bien pero ella, mi padre y Ulquiorra me piden tome las píldoras.

Está bien, estoy bien, no debe haber ningún problema. Aunque nunca he sido bueno para tomar algo, siempre lo olvido.

 

Mañana partimos y me quedo viendo el cielo desde mi habitación. Es más bonito aquí que en Tokio.

Se abre mi puerta y es mi novio.

-Pasa—le digo y se sienta en mi cama.

-No puedo dormir. Estoy nervioso por llegar mañana y buscar un lugar—voy con él empezando a sentirme nervioso—será extraño no vivir en la escuela.

Tomo sus manos, me sonríe y acaricia mis dedos. Lo atraigo a mí para oler su cuello, ese delicioso aroma dulce que posee, después le beso con detenimiento.

No es que olvidé que hizo sino que lo amo, no puedo evitarlo.

Lo tumbo sobre la cama y rápidamente nos excitamos, desvistiéndonos hasta colocarse con las piernas abiertas, rogando que entre en él.

-Eso quisieras, golfa.

-¿Qué?

-¿Estás seguro? El mío es más grande—me rio de su cara de pánico.

-¿Quién eres?

Muy listo.

-Dime Pantera, puta ¿Cómo te atreviste a sernos infiel? Ese cobarde no dirá nada pero los vimos, cogiendo como perros en celo.

Llorar no sirve. No conmigo.

-Ni te pongas a llorar—ordeno apretándole el cuello—yo no siento nada por ti.

-No… es como piensas. Tu padre, sólo fue un desliz, iba a tu cuarto y me llamó, hablamos y… no lo sé, me sentí atraído. Sólo ocurrió una vez.

Vuelvo a reírme.

-No es mi problema, la verdad no me importa, es más, gracias a ti puedo existir pero… mi pobre Grimmjow sufre mucho por eso, así que no joderán nunca—declaro con seriedad—te amará pero nunca van a tocarse ¿Puedes vivir con eso? Si lo amas tanto no te importará no coger—no espero respuesta y lo empujo lejos de mi cama.

-Disculpa, Ulquiorra. Olvide mi pastilla—sabía que algo olvidaba antes de bañarme. Puedo recordarlo pero… es como si fuera yo y a la vez no, siento que está bien lo que hace, hago, hagamos.

Se marcha corriendo.

Es el estrés. Debo evitarlo y tomar mis pastillas.

Pero si necesito a Pantera ahí estará para cuidarme.

 

Por la mañana me despido de mi padre y en el camino, mientras conduzco, logro que Ulquiorra nos disculpe por la tontería de anoche. Pantera dijo que es lo mejor y yo confió en él. Vamos escuchando música  y de lo más calmados. Al medio día tomo mis pastillas. Llegamos a las tres de la tarde a la universidad.

-Ulquiorra, creo que deberías posponer lo de vivir juntos. Todo esto seguramente te hizo cambiar de idea.

-No—responde tomando mi mano—sigo sintiendo lo mismo.

-Aun así será mejor—sé que tiene dudas porque no hay ninguna certeza en este mundo, excepto que lo amo.

-Si así lo quieres.

-Te veré en la tarde para cenar—con una sonrisa afirma y voy a descansar a mi cuarto.

El día de clases delineo mis ojos con un lápiz azul de una chica que alguna vez estuvo aquí, me agrada como luce. Me compro cigarrillos, no sé por qué, no me agrada el olor a cigarro. Mientras camino por la vereda recuerdo mi medicamento. Muy tarde, puedo fumar un poco en lo que vamos por él. Me deshago de la playera, quedando únicamente en la chaqueta, así me acerco a unos sujetos a pedirles fuego pero esa mirada retadora a que ande semidesnudo me molesta, por lo cual me quedo con el encendedor. Con solo observarlos no dicen nada. Cobardes de mierda.

Me recargo en un árbol y consumo el tabaco y ese hipnotizaste humo danzarín.

Hay alguien ahí. Giro a ver un pelinaranja.

Ah, Ichigo Kurosaki. Ese es su nombre. Dios, está rico… y tiene miedo. Ah, con que ya te lo hemos cogido ¿Y qué tal estuvo? ¿Bien? Oh, con que con él perdimos la virginidad y lo gozamos. Mmm, me agradaría joderte de nuevo.

Nos veremos, fresita, nos veremos muy pronto para jugar. No he olvidado lo que le hiciste ni lo que sentimos por ti.

Notas finales:

Gracias por leer.


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