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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

El review 900 lo ha hecho giga drill breaker! YYYYAAAAAYYYY!!!
Muchas felicidades loquilla! Tengo planeado un pequeño detalle para ti <3

Quería actualizar desde ayer pero simplemente no me dio tiempo así que aunque sean casi las 11pm y seguro nadie lo vaya a leer ahora pues ya está arriba la continuación.

Por cierto, estoy subiendo Mundo de Medianoche a Wattpad con una diferente edición a la de aquí y su correspondiente portada, les dejo el link por si quieren releerla (y dejar reviews jaja)
https://www.wattpad.com/myworks/103745069-mundo-de-medianoche

Y creo que no me dejo nada por decir. Ah, si MUCHAS GRACIAS POR LEER AFFAIR!

 


Aquello era una pesadilla volviéndose realidad. Acababa de escuchar la noticia más dolorosa que había podido oír respecto a Ricard a la vez que se enfrentaba de lleno con otra terrible verdad sobre quien hasta ese momento había creído era su hermana menor.

Era horrible, completamente horrible.

Ahora la mirada de esa “chica” parecía transformarse frente a sus ojos en algo que sólo podía describir como siniestro. Jamás había visto una expresión similar en nadie. Nunca.

El mareo había tomado control sobre su cuerpo y le había hecho caer en la cama, haciéndole entender lo verdaderamente grave de su situación.
Sylvane lo había drogado y sus intenciones de pronto se hacían demasiado claras.

Sacaba una pistola, la dirigía a él y pronunciaba nuevamente un par de palabras, una despedida.
Iba a matarlo.
Y en el estado en que estaba… no iba a poder hacer nada…

Intentó frenarla pero apenas abrió los labios, el disparo se adelantó.

¡Un dolor intenso le arrancó un grito!
El olor a pólvora disparó el galope de su corazón.
Nunca antes había recibido un balazo, ¡era jodidamente doloroso!
Miró hacia su propio cuerpo, encontrando un agujero, ¡un agujero! que no tardó en manar un hilo espeso de sangre.

Sylvane… no iba a parar, lo supo. Vaciaría aquella arma en él hasta verlo muerto.

Intentó ponerse de pie, pero no lo consiguió, estaba demasiado narcotizado y adolorido, fue entonces que recibió el segundo disparo. El impacto lo aventó de vuelta a la cama.

Ahhh.
En serio, ¡dolía tanto!
¡Ella seguía disparando!
¡Iba a asesinarlo si no hacía nada!

No.
¡No iba a quedarse quieto esperando la muerte!
¡NO!

Algo completamente visceral dotó a su persona de un último de energía y Kyan se lanzó contra ella, sujetando aquella pistola con la mano. Fue tan repentino que ella no atinó a responder y ambos cayeron al suelo.

Novak dopado ahora por su propia adrenalina resistió y aprovechando lo más posible aquel impulso, le arrebató el arma mientras con la otra mano le apretaba el cuello hasta sofocarla.

¡Ahora comprendía lo equivocado que había estado!
¡Enzo se lo había dicho y él había optado por defender a quien ahora acababa de meterle dos balas en el cuerpo!
¡Estaba tan furioso con Sylvane y consigo mismo! ¡La agonía de sus heridas recién hechas y el saber que Rick estaba muerto lo llenaban de tanto dolor que lo usó como fuerza!

Pudo sentir la lucha de Sylvane contra aquella asfixia, sus manos arañándole la cara y el cuello, escuchar sus gemidos desesperados por aire. Y aunque por un segundo dudó en continuar lo cierto era que… no podría seguir atacando por mucho más tiempo.
Todo daba vueltas… intensas vueltas.
Sus manos perdían la fuerza…

No.
Si se desmayaba ahora todo terminaría, sería hombre muerto.
¡Así que tenía que resistir! ¡A como diera lugar!

Los ojos violetas de D´Oria se abrían asustados, la falta de aire estaba comenzando a sumirle en la inconsciencia.

No quería quitarle la vida, pero a cambio de salvarse, lo haría.

Soltó aquella arma para usar las dos manos, fue una sensación completamente horrenda el sentir la tráquea de una persona tronando bajo sus dedos.

¿Por qué tenía que hacer eso?
¡No quería hacerlo!
¡Era horroroso!

La droga hizo que su cuerpo perdiera el equilibrio y estuvo a punto de caerle encima. Luchó tanto como pudo y tuvo que sostenerse para no derrumbarse.
Habiéndole soltado, sólo atinó a tomar el revólver de nuevo e intentar ponerse de pie, sentía el calor del arma disparada en su piel. Aquello era real.
Tenía que salir de ahí o ese lugar… sería su tumba.

A partir de ese momento tenía que actuar por instinto o no conseguiría nada. No podía detenerse a pensar en nada, sólo en sobrevivir.

Apretando el revólver, salió dando tumbos de aquel cuarto, golpeando con las paredes, tropezando con el cuerpo atrofiado.
Sylvane seguía en el suelo.
Caminó la escalera casi a rastras.

Tenía miedo.
¡Tenía terror!

Escalón tras escalón intentó alejarse, pero luchar contra lo que fuera que dominaba su organismo de pronto supo cómo una batalla perdida…
Cayó por la escalera y al recibir el fuerte impacto en la espalda, sólo pudo asegurarse de tener aún el arma consigo.

Veía al techo blanco, pero estaba rodeado de tinieblas.
Tenía… que alzarse…

No… no quería morir.

El dolor de aquellos disparos hacía de cualquier movimiento un absoluto martirio, había un rastro de sangre en el suelo por el que había pasado, su sangre.

Ahora el mareo quizá tenía que ver también con el desangramiento…

Se apretó las heridas y tan pronto lo hizo comprendió que no tenía caso, no podía contener la pérdida de aquel líquido vital, así que dedicó todos sus esfuerzos a conseguir ponerse de pie de nuevo.

“Tengo que salir de aquí.
¡Tengo que salir de aquí!
¡Esto no va a acabar conmigo!”.

No podía pensar en otra cosa.
Y no fue sino hasta que su vista se nubló que entendió sus ojos estaban llenos de lágrimas.

Rick….

¿Acaso ella lo había matado? ¿Era eso posible?
Sollozó, sintiendo la pena hundirlo inequívocamente en un nuevo infierno.

“Él murió hace exactamente un año” había dicho Anna.
Ricard… no, ¿por qué? ¿por qué?
Jadeó, intentando contener su agonía.

Todo ese tiempo había creído que él se negaba a verlo, pero la realidad es que… estaba muerto. Hecho cenizas inertes, metido en una urna.

¡Rick!

“Si te vas moriré” pudo escuchar claramente su voz en aquel recuerdo devastador. Ricard estaba siendo dramático y manipulador ante la idea de verlo irse de esa casa, tiempo atrás.
Pero su arrepentimiento resultaba ofensivo, ya no le creía nada. ¡Había aguantado demasiado!
“¡Entonces MUÉRETE!” le había contestado Kyan, cruel como podía llegar a ser.

Jamás habría pensado que esa frase hiriente pudiera volverse realidad.
¡Nunca había querido en verdad su muerte! ¿Por qué había dicho algo tan terrible?
¿Cómo desear algo así al hombre que había amado tanto?

Gimió, envuelto en desdicha, sintiendo que ya no existía un arriba y un abajo.
Apretó los ojos, negando con la cabeza.

- Rick… -gimió, sintiendo que perdía el piso.

Tropezó con sus propios pies, cayendo de rodillas en el suelo.
Ah, que doloroso… ¿cuánto más soportaría antes de no poder seguir avanzando?

Lloró en el suelo, sintiendo que se hundía en un mar de puro dolor.

- Rick… lo siento tanto…
  ¡Lo siento!

Tenía… que buscar ayuda.
Pensó en su teléfono y en Anna, era demasiado tarde para volver a aquel cuarto. Ni siquiera estaba seguro de que hubiera logrado neutralizar a Sylvane, si la había desmayado, si estaba muerta.

¡Todo daba vueltas!
¡No podía controlar sus movimientos!

Rodó los últimos escalones pero consiguió levantarse a tropezones.
Tenía que llegar al recibidor y salir de ahí.
¡Ésa era su última esperanza!

Sólo tenía un único pensamiento, desaparecer esa pistola en la nieve antes de que Sylvane volviera a usarla en su contra. De nada serviría vaciarla si D´Oria poseía más balas consigo.

¡El dolor le hizo gritar!
Ahora todo su torso estaba bañado en sangre.

Se negó a aceptar que aquello lo horrorizaba: Que hiciera lo que hiciera todo estuviera perdido.
¡Tenía que ser fuerte! ¡Tenía que escapar!

Jadeaba avanzando cuando la escuchó a sus espaldas, bajando la escalera.
¡Tenía que cruzar rápido esa puerta!
¡Tenía que…!

Cayó al suelo, su cuerpo no le respondía.

No. No iba a admitir que eso era el final.
¡No iba a dejar que Sylvane ganara! ¡Nunca!

Pero le vio llegar a su lado, tomar la pistola. Kyan le sujetó la muñeca, deteniéndola.

- Maldita- susurró, odiándola con todo su ser- ¡Maldita!

Ella forcejeó como había anticipado, gemía al tiempo que intentaba soltarse.
Aún drogado, Kyan era más fuerte que ella.
¡Y no subestimaría a alguien tratando de salvar su vida!

Lanzó una patada a su tobillo, haciéndole caer. Y se le fue encima.

Sujetó su largo cabello color chocolate y alzó su cabeza del suelo para azotarla contra el piso una y otra vez. ¡No le importaba romperle la cabeza contra los tablones del suelo!

Consiguió aturdirla, pero cuando buscó el arma, se dio cuenta que ella la había lanzado lejos.
Tambaleante esta vez no pudo ponerse de pie, ¡el esfuerzo de alzarse estuvo a punto de hacerlo perder finalmente el sentido!

Ir por el arma era volver hacia la escalera, internarse de nuevo en la casa. Y quizá ya no tenía ese tiempo.

Tenía que escapar de ahí. ¡Ir a la salida fue lo único que tuvo sentido!
¡Ya ni siquiera era capaz de pensar claro!

Ganaría un poco de tiempo antes de que Sylvane recuperara el revólver.
Salió de aquel espacio rumbo al recibidor y cerró la puerta antes de ir lo más rápido posible a la salida. Quizá ella fuera a dispararle en cualquier momento por la espalda pero, ¿qué otra cosa podía hacer salvo seguir avanzando?
¡No iba a ser una víctima! ¡No mientras aún pudiera luchar!

Se abalanzó lo más rápido que pudo hacia la puerta principal, ¡estaba tan cerca!
Pero… inesperadamente ésta se abrió desde afuera.

Y si hasta ese momento todo había sido terrible, su verdadero infierno en realidad apenas comenzaba….

- ¡No!
  ¡Nooo!

 

- - - - - - 

 


¡NO RECORDABA HABER ESTADO TAN FURIOSO NUNCA ANTES EN TODA SU VIDA!

Sin duda se había dejado llevar por completo por aquella emoción tan primitiva que hervía en sus entrañas repentinamente y había sentido tantas ganas de lanzarle un puñetazo a Kyan Novak en la cara que se había obligado a salir de aquel departamento tan rápido como fuera capaz.

Las razones de Kyan para portarse como lo había hecho lo habían descompuesto completamente. ¡Tan absurdas! ¡Tan injustas! ¡Absolutamente ridículas!
¿Por qué había asumido todo eso?
¡¿Por qué era tan doloroso siempre estar junto a él?!

Sí, definitivamente tenía que alejarse, pero entonces ¿por qué sentía ese ridículo deseo de verlo seguirle por aquel pasillo? Debía ser su masoquismo, su estúpido enamoramiento.
Novak no iba tras él, por supuesto, ¿por qué habría de?

El elevador de aquel edificio llegó en seguida, facilitando la decisión de alejarse para siempre de ese hombre tan tóxico.
Más los siguientes segundos envuelto en silencio fueron demasiado perturbadores para Daniel, encerrado en ese espacio consigo mismo y el eco de todo lo que le había dicho.

¡Le abriste las piernas a otro tan pronto me fui de la ciudad! ¡Y lo hiciste porque eres un terco! ¡Un insensible! ¡Y un idiota!

Lo había insultado, infantilmente celoso por un engaño que no había sido tal pues ese frío castaño tenía todo el derecho de hacer con su vida lo que quisiera al fin y al cabo, pero recordar que no existía nada entre ellos había terminado por volverlo loco. Y no se había detenido ahí. Porque nunca podía detenerse si se trataba de él.

No deberíamos estar juntos. ¡No quiero nada que venga de ti! ¿No estás entendiendo?
¡No eres la persona a quien deseo querer! Porque tú… ¡eres incapaz de amar!

Él, quien alguna vez hubiera defendido a Kyan frente a Reiner y dicho que no se trataba de un financiero indolente, ahora decía eso, a sabiendas de que aquello no era cierto y de que sólo buscaba herirlo con su verbo.
Y por la forma en que el rostro del asesor se había descompuesto, supo que… lo había logrado.

Había buscado las palabras que más pudieran dolerle, tal como éste alguna vez lo había atacado de una manera similar. Pero aquello no lo hacía sentir mejor, definitivamente no.

Se había excedido, lo había lastimado de nuevo.

Pero… estaba haciendo lo mejor, ¿no es cierto? ¡Había miles de razones para no estar a su lado! ¡Todas lógicas y entendibles!

¡Ese hombre había sido tan despiadado, orgulloso y obstinado con él! ¡Hasta el límite más ilógico! Y Daniel mismo había sido un absoluto cabrón también, eso no iba a negarlo. Ellos no deberían estar juntos. No. Nunca más.

Y sin embargo, su corazón… lo único que quería era volver sobre sus pasos.
¡Deseaba entender a Kyan y su síndrome de abandono, deseaba poder resolver las cosas!
Porque… porque lo amaba… de verdad lo amaba.

- Key- murmuró, sintiendo que no podía más consigo mismo.
¡Deseaba que el elevador se abriera ya! ¡Porque estaba a punto de arrepentirse!

Pero cuando eso ocurrió, pudo ver a través de la puerta de cristal algo inesperado.
Era esa chica.
La reconoció en seguida pese a sólo haberla visto una vez. Era la hermana de ese tal Ricard.

¿Qué hacía ahí fuera con un taxi aguardando?
¿Qué otra cosa sino esperar a Kyan como alguna vez él mismo había hecho la noche de navidad?

Aquello terminó de enfurecerlo.

Salió de aquel edificio envuelto en odio, ¡Ese sujeto mandaba a su hermana menor a recoger a Kyan mientras éste le pedía descaradamente que lo disculpara!
¡Estaba haciéndole el idiota!

¿Qué mierda se supone que podría haber esperado?
¡Con Key jamás había ganado!

Le arrojó una mirada de pura aberración hacia esa niña y caminó tan rápido como fue capaz hacia su auto.
¡Se sintió profundamente humillado!

Pero no pudo evitar, una vez adentro de su deportivo, lanzarle un último vistazo.
Ella… sonreía.
DESGRAÇADA CADELA!

Arrancó hasta el fondo el acelerador, maldiciendo en todos los idiomas que conocía.

¡Dolía tanto lo que estaba haciendo!
¡Pero no podía hacer otra cosa!

Daniel jadeó, pidiéndose autocontrol.
Novak no podía afectarle de esa forma, ¡tenía que dominar ese cóctel de odio y angustia!

No podía volver a LD en ese estado, ¡se encontraba totalmente alterado!
Así que condujo sin sentido alguno, procurando que ese tiempo a solas le permitiera volver a tener control sobre sus emociones. ¡Pero aquello no estaba funcionando para nada!

Y... la nevada estaba comenzando a llenar las calles muy rápidamente de mucha nieve.

Los minutos pasaban y la tormenta no hacia otra cosa que empeorar. En menos de quince minutos, la ciudad había sido cubierta de hielo. Estaba comenzando a ser peligroso conducir tan rápido e imprudente como lo estaba haciendo.

Miró el velocímetro, iba a 140 kilómetros por hora.
Pero… no quería desacelerar.
Estaba siendo autodestructivo, ¡claro que lo estaba!
¡Se encontraba perturbado!

Gruñó apretando el volante. Su mente se revolcaba en pensamientos repugnantes.
Ahora que él se había ido, Kyan no tardaría en encontrarse con esa chica, ella le diría que su hermano lo quería de vuelta, ¿no a eso iba toda la historia que Enzo le había contado?
Y Kyan… iría a sus brazos, no tenía duda alguna.

Haberse marchado significaba dejar de luchar por ese amor que sentía, dejándole espacio libre a ese hijo de puta llamado Rick. ¡Que lo quería de vuelta! ¡En ese mismo momento!

Novak había amado a ese sujeto, según su mejor amigo se trataba del único hombre que alguna vez le había importado, pero aún si desconociera la historia entre ellos, lo sabía perfectamente, no podía alejar de su mente la forma en la que aquellos ojos miel se entristecían cuando pensaba en él…

Tal vez… aún lo amaba, eso explicaría tanto.

- Maldição!- gritó, acelerando más.
  FODER!! CARALHO!!!

Su estúpido teléfono comenzó a sonar y decidió ignorarlo hasta que parara. ¡No estaba de humor para hablar con nadie civilizadamente! ¡Sólo quería golpear a alguien!
Pero después de eso, el timbre se atrevió a sonar de nuevo.

¿Qué mierda querían de él? ¡Justo ahora!

- Juro por dios que…

Contestó a través del tablero del deportivo, jamás se hubiera esperado escuchar esa voz.

- ¿Daniel?- decía la voz del italiano su nombre, no sonaba nada bien. Pensó en Reiner de
  inmediato.

- No es el mejor momento- respondió cortantemente.

- Sé que estabas con Kyan- le escuchó decir, ¿cómo rayos sabía eso?
  ¿Estás cerca de él?

- ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Por qué me llamas?

¡Estaba tan furioso que deseó colgar en ese mismo instante!

- Por favor- le oyó rogar- ¡Tienes que ayudarlo!

Aquella frase hizo corto circuito en su cabeza.
¿Ayudarlo?

- ¡No es mi asunto! ¿Por qué habría de importarme?
  ¡Él y yo no somos nada! ¡Nunca lo fuimos!

Algo que no era él mismo había gritado aquella respuesta, era la indignación tomando voz. No iba a aguantar escuchar a Enzo Baladi en ése momento pedirle algo que tuviera relación con Novak.

- ¡Eso no importa!- osaba decir el italiano. ¡¿Cómo mierda se supone que eso no tenía
  relevancia?!- ¡Daniel, esto no es un juego! ¡Él está en peligro!     ¡Está herido!

No. No.
No. No.
¡Eso era absurdo!

- Han discutido de nuevo, ¿verdad? Merda!
  Daniel, escúchame, ¡escúchame atentamente!

Apretó el acelerador, sintiendo que exhalaba nada salvo aberración.

- ¡No! ¡No tengo porqué escucharte!
  Voy a colgar, ¡y no vuelvas a marcarme!

- ¡No! ¡No!- lo escuchaba clamar, más que pedir y acto seguido habló atropelladamente-
  Cuando… cuando me llamaste al Montek, esa mañana, ¿recuerdas? ¡Al día siguiente de
  que de lo violaras!- eso detuvo sus dedos del botón que cortaría la llamada, su contenido
  era demasiado fuerte y contenía el peor error de su vida

No quería escuchar eso.
¡No quería escuchar eso!

- Tú insististe en que oyera lo que tenías que decir, ¡y yo lo hice! Me dijiste que lo
  amabas, que era lo más importante para ti. ¡Y yo no podía creer esas palabras después
  de lo que le habías hecho!

¿Cómo se atrevía a ponerlo en duda él también?

- ¡No! ¡¡Eso es tan injusto de tu parte!! ¡Nunca mentí respecto a lo que siento por él!

- Entonces entiéndelo, ¡Key está en peligro!- repitió Enzo en un grito completamente
  impropio de él- ¿Por qué es que siquiera tengo que convencerte de ir a ayudarle?
  ¿Cómo puedes negarte? ¡Yo dejaría todo lo que estoy haciendo para ir con la persona
  que más quiero!

¡Y una mierda!
¡Eso tenía que ser una mentira!
…¿o no?

- Acabo de estar con él, ¡Kyan estaba bien!

- ¡Está lleno de balas!
  ¡NO ESTÁ BIEN!

Aquello… le puso la mente en blanco.
No. No era verdad.
¡No podía ser cierto!

- Anna escuchó todo al teléfono, Sylvane, esa chica de la que te hablé, la hermana de
  Ricard... le ha disparado.

Todo de pronto tuvo un extraño sentido.
El castaño se había subido a ese taxi, tal como había creído que haría.
Pero al final del camino… no estaría ese tal Ricard.

- ¡¡Maldita sea, Lascurain!!

Un miedo visceral estrujó su corazón.
Ese italiano no podría ser el tipo de personas que jugaran con eso. Realmente... sonaba desesperado.

¡Pero no quería volver con Kyan! ¡No en éste momento que estaba tan furioso con él!
Pero... pero...

- ¿Le disparó?- inquirió, con un hilo de voz- ¿Estás completamente convencido de eso?

- ¡Sí!- lo oyó sollozar esta vez- ¡No te hablaría a ti si tuviera otra opción, te lo juro!

Piso a fondo el freno.
Su deportivo frenó chillando estrepitosamente.
Y tras aquel sonido agudo e intenso, todo quedó en silencio.

Aún… no terminaba de procesar el contenido de esa llamada.
Lo siguiente que pudo escuchar fue su propia respiración agitada.
El miedo comenzaba a trepar por  su cuerpo.

- ¿Dan?- escuchó la voz de Reiner ahora, él parecía bajo un frío control al contrario del
  joven- ¿Dan?

- Dime que no es verdad- habló en un murmuro.

- Lo siento, en verdad lo siento. Enzo dice la verdad, esa persona que se ha llevado a
  Novak es inestable. En verdad corre peligro y mientras hablamos él debe estar… en
  un mal estado.

¿Mal estado?
¿Muerto?

- ¿Estás aún en la ciudad?
- Sí- musitó. Escucharlo de Reiner lo hacía aún peor. No supo cómo reaccionar.
- ¿Traes tu deportivo?- inquiría.
- Sí.

- Dan... sé que lo tuyo con Novak es complicado, ¡lo sé mejor que nadie!
  Pero te juro que si no vas por él y lo ayudas... no vas a perdonártelo nunca.

Su mano temblaba, tardó en darse cuenta.
Oírlo decir eso fue comprender que era cierto.
Si acaso Kyan...

¡No! Una cosa era decirle adiós a tener una vida a su lado ¡y otra totalmente diferente era saber que él pudiera ser asesinado! ¡Perderlo más allá de todo!

La muerte extendía nuevamente sus garras hacia Daniel, ¡ya le había arrebatado tanto!
¿Por qué es que esto estaba ocurriendo de nuevo?

¡No!
¡No iba a dejarle llevarse a Key!
¡No iba a permitírselo!

- ¿Dónde?
  ¿Dónde está, Rein?

 

- - 

Llegar hasta ese lugar fue verdaderamente difícil y no se trataba realmente de la distancia. Aunque su automóvil podía avanzar velozmente a través de la carretera, el clima esta vez no estaba ayudando en absoluto, había caminos cerrados y la tormenta hacía peligroso ese trayecto para cualquier vehículo ¡y más para la velocidad a la que insistía en ir!

Reiner había dicho que ellos iban en camino y que habían llamado a la policía y a una ambulancia, pero esperaban que él pudiera llegar antes en su Trans Amm.

Aquellos últimos minutos habían sido aterradores.

Esa chica le había disparado…
¡Le había disparado a Kyan!

¡Odiaba tanto a ese castaño por haber accedido irse con ella! ¡Por darle una oportunidad a Ricard!

Pero, ¿qué se supone que hiciera al enterarse de que su vida corría peligro? ¡No podía marcharse y restarle importancia!
Reiner tenía razón, ¡no se perdonaría el no hacer nada!
Porque… no había podido luchar por la vida de Catherine, había llegado demasiado tarde para poder ayudarle. Ella había muerto sola.

El sólo pensar que nuevamente llegaría cuando no pudiera hacer algo por la persona que amaba, ¡lo desquiciaba!

No era una mentira lo que le había dicho a Enzo ni a Kyan. ¡Amaba profundamente a ese necio! ¡Haría cualquier cosa por él!

Llegó al lugar indicado. Aquella casa era igual a la de la descripción que le habían dado. Era el hogar que Kyan había decidido tener con otro hombre. Una punzada de absurdos celos lo atacó en el peor momento.

No había ninguna policía ni servicio médico. Una parte de sí mismo esperó que todo fuera una confusión y que nada en verdad estuviera ocurriendo, pero otra parte supo que… no era así. Podía sentir la fatalidad en aquella quietud. La conocía perfectamente.

No perdió el tiempo y salió corriendo atravesando la ventisca que hasta ahora sólo había vivido tras los cristales de su auto. Fue hacia aquella casa, sintiendo como la expectativa lo desgarraba…

La puerta no estaba asegurada así que abrió. Y lo que vio, lo dejó sin habla.

Kyan.
Un Kyan que sólo podía pertenecer a sus más hondas pesadillas.

Caminaba a tropezones en su dirección, estaba sangrando y tenía la cara llena de araños atroces. Con las pupilas dilatadas, torpe, mortalmente pálido, aterrorizado.
Cuando esos ojos color miel que siempre solían ser fuertes y fríos lo reconocieron, pareció llenarse de horror, de un hondo horror.

- ¡No!- gimió tan inesperadamente el castaño que detuvo su corazón.

Era verdad que estaba herido.
Esas lesiones ¡lucían terribles! ¡Había tanta sangre!
Él… debía estar sometido a mucho dolor.

No, no él.
Sintió que perdía el suelo. ¿Cuánto tiempo tenía para ponerlo a salvo?

- ¡NO! ¡Vete!- escuchó la voz del financiero, desesperada.
  ¡¡Vete de aquí!

- Kyan… ¿estás…?

- ¡No! ¡Nooo!- gritó esta vez, desgarradoramente- ¡Maldición!
  ¡Vete! ¡Lárgate de aquí!
  ¡¡Ahora!!

Novak se giraba, dándole la espalda. Escuchaba su respiración rompiéndose en su pecho.
Entonces aparecía, esa chica tenía un arma en la mano.
Ella…

El luxemburgués se ponía frente a Daniel, cubriéndolo con su propio cuerpo.
Extendía sus brazos, jadeante, horrorizado.

- No… no le hagas daño- le decía a su atacante- no a él.
  ¡No te atrevas a tocarlo!

¿Qué?
¿Qué rayos estaba haciendo?
¿Estaba… protegiéndolo?

- ¡Es a mí a quien eres disparar! ¿No?
  ¡¿No soy yo quien quieres reunir con tu hermano?!

Gritaba, llorando.
Desesperado.
Nunca había visto a Kyan en ese estado.

¿Estaba drogado?

- ¡Dispárame a mí!
  ¡Todas las balas! ¡TODAS!

Key.
¡¿Qué locura acababa de escuchar de él?!

- ¡Daniel no tiene nada que ver con esto!- exclamaba, mientras con su físico lo empujaba
  hacia la puerta, intentando hacerlo regresar- ¡Llévame con Rick si es lo que quieres!

Quería hacerlo salir. Hacerlo huir. Ponerlo a salvo.

Pudo ver en la mirada de esa chica que no había un ápice de duda, ella estaba a punto de disparar, su puntería parecía dudar en quién matar primero y Kyan pareció comprenderlo.

- Dispárame a mí- repetía- ¡No a él!

- Kyan… ¿qué rayos estás diciendo?- fue todo lo que pudo armar en su boca.

¡Era extraño verlo hacer algo tan extremo como eso!

Ese impenetrable hombre que siempre había sido tan tremendamente egoísta hacía algo impensable, usaba su propia persona llena de heridas como escudo para protegerlo, sin dudar en exponerse.
Era desconcertante y aterrador. ¡Era él quien debía ser ayudado!

Pero todo en aquel escenario era bizarro. ¿o no?
Kyan lucía tan fuera de sí, estaba completamente seguro que no se trataba sólo de la adrenalina o sus lesiones... él en verdad parecía drogado, ¿eso podría explicar la descabellada decisión que lo veía tomar tan impulsivamente?

- ¡Hazlo, Sylvane! ¡Hazlo ya!
  ¡Acaba con esto! ¡Acaba conmigo! ¡¡Pero a él no lo toques!!

- ¡¡No!!
  ¡¡Kyan cállate!!

El castaño lo cubría con su propio cuerpo pero su equilibrio era tan precario que Daniel entendió que aquellas eran las últimas de sus fuerzas.
Estaba a punto de desmayarse.

- No a él… por favor… -repetía, rompiendo en llanto.

Estaba tambaleando.

Kyan parecía en verdad dispuesto a morir. Por él.
Y entendió entonces que eso era justamente… lo que estaba a punto de ocurrir.

 

Continuará...

 

 


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