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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Pues actualización tardía pero aquí está!

Sigo sin computadora porque la vida apesta, pero comienzo a acostumbrarme a los café internet y usar mi teléfono EXCEPTO cuando quiero escribir!

Actualmente estoy volviendo al método antiguo de escribir en papel porque a veces me agarra la inspiración y no quiero perderla! y he de decir que tiene cierto encanto hacer Affair a mano, casi es algo romántico -casi- lo malo es obviamente cuando quiero publicar que tengo que trascribirlo tooodo, pero qué se le va a hacer.

Disculpen la demora y espero les guste el capi, como siempre está hecho con mucho cariño.

<3


Kyan se había habituado a dormir de esa manera: En la penumbra de esa habitación que no se podía poner en obscuridad total, con el sonido rasposo y acompasado del respirador de Daniel, con ese curioso olor a desinfectante con aromatizante en el ambiente, con la eterna incomodidad de aquella silla que por más cara que fuera con el pasar de las horas se volvía insufrible, y con… la mano fría de ese hombre entre las suyas.

Se dejaba llevar por el leteo. Alguna vez en sus momentos más desesperados había imaginado que sería posible alcanzar a ese bello durmiente en sus sueños. No es que hubiera perdido por completo la razón, sabía que ese pensamiento era idiota y falto de lógica, pero lo necesitaba para soñar un poco y subsistir en esa realidad tan sombría.

Más pese a eso, se quedaba a su lado… para dormir junto a él. Ese era un deseo absurdo al que no había podido renunciar.

Y caía en aquel sueño ligero que nunca llegaba a hacerlo descansar en realidad. Su cuerpo en la media consciencia se volvía caprichoso y lo buscaba, quedando en ocasiones encima de él… acurrucado.

Las primeras veces que había ocurrido había sentido terror al descubrirse aplastándolo de la manera que fuera, incluso había tenido que decirlo avergonzadamente a uno de los médicos durante sus visitas. Pero las heridas de bala ya estaban cerradas, el que hubiera apoyado su cabeza sobre el hombro del paciente no era verdaderamente peligroso. Y despertar en sus brazos era un patético consuelo.

Pero, la intimidad desesperada que buscaba… ¿le hacía más daño?
Casi adivinaba lo que diría su psicólogo sobre aquello.
A veces le costaba mucho dejar de ser aquel crío abandonado.

 

 

 

Se desperezaba, estaba bastante dormido.
No sintió más que confusión.
¿Por qué estaba despertando?

Buscó acostumbrarse a luz baja. Tal como hacía rato, seguía siendo de noche y seguía en ese cuarto. Daniel, por supuesto, también estaba ahí también. O lo que era ahora.

Se alzó, extrañado en verdad de haber despertado de esa manera.
Miró su reloj, el cual había cambiado a digital para ver la pantalla aunque no hubiera luz. Cuatro y media de la mañana.

Pero al notar al moreno… hubo algo.
Quizá era una tontería, pero, ¡¿y si no lo era?!

Sujetaba manos con él, pero el índice del otro estaba sobre el suyo y no al revés. Era absolutamente nada pero… ¡¿y si significaba algo?!

Tenía que, ¿verdad? ¡Tenía que ser importante!

No. No. No.
¡No quería ceder ante eso!

Pero, ¿y si Kyan mismo había jugado con sus dedos estando dormido? No sería algo de extrañar que no controlara su cuerpo inconsciente, ¡a veces dormía casi sobre el portugués!
Lo cierto es que solía moverse mucho al quedar dormido, pero… ¡la otra opción!
¡Significaba todo cuándo había querido!

Schäiss.
¡Schäiss!

Un movimiento de ese sujeto bastaba para darle ilusiones que había estado perdiendo.
¡Cualquier respuesta que pudiera tener sería invaluable!

Y todos los días pedía por una señal, un indicio, ¿y si eso frente a sus narices lo era?
No podía dejarlo pasar, no algo que podía ser tan importante. Así que tras mirar de nuevo sus manos unidas, comprendió que su corazón estaba latiendo como desquiciado. Se deshizo de sus dedos lentamente para separarse e ir a buscar a algún médico.

No le importaba ser un demente, ¡no podría perdonarse haberlo visto tener un movimiento y no hacer nada!

Sin embargo…

No tardó también en sentir que el asunto era ridículo en cuanto el joven doctor que había ido a inspeccionar al paciente le hacía preguntas concisas a las que su respuesta era no.
No, no estaba seguro de que hubiera tenido reacción alguna pero si se había despertado sin un motivo ¿quizá lo había sentido entre sueños?

Tenía que ser real.
¡Tenía que ser real!

Pero debía ser un estúpido para no contemplar la horrible posibilidad de que todo estuviera en su cabeza y aquello no fuera más que pura desesperación, después de todo, no era precisamente la persona más cuerda a últimas fechas.

Y si todo eso resultaba sólo ser su imaginación, ¿qué significado podría darle el Dr. Rubens al respecto? ¿Le diría que estaba volviéndose loco finalmente?

No obstante, se sostuvo en lo que había asegurado para no restarse credibilidad. El asunto iba más allá de faltar a la verdad y lo sabía: quería tener esperanzas. ¡Las necesitaba tanto para poder seguir soportando ese infierno!

Ese joven médico parecía realmente adormilado, de hecho el enfermero había dudado en despertarlo pese al agobio de Kyan. Más tras hacerle pruebas muy sencillas, no obtuvo respuesta alguna a los estímulos.

Nada.
De nuevo… nada.

Esa persona seguía siendo un cuerpo nada más.
Y eso en serio estaba empezando a hacerle dudar de sí mismo. De su salud mental.

Sin embargo, le fueron programadas una serie de serie de estudios para la primer hora del día y a las siete de la mañana, después de un resto de noche impregnado de incertidumbre fue por fin fue que se llevaron al portugués al laboratorio.

Victoria, quien iba entrando con Roger lo vieron pasar, por lo que ella apresuró el paso y pidió una explicación que Novak mismo tuvo que darle.

 

 

El ambiente se hacía tan pesado que podría cortarse con un cuchillo. Y media hora después los tres financieros yacían en la sala de espera.

El silencio incómodo usual que tenía con este par no parecía que fuera a cambiar, menos hoy. Y quizá estaba deseando que Vanita llegara temprano ese día.

- ¿Estás completamente seguro de lo que le has dicho a sus doctores?

Victoria lo miraba fulminante, tenía las piernas cruzadas en su dirección. Le dirigía la palabra a regañadientes pero no podía sino inquirir aquello que era evidente que la estaba matando y que ya no se molestaba en ocultar.

- No sería capaz de mentir sobre algo así- tuvo que contestarle, aquello era cierto de 
  todos modos.

- Pudiste imaginarlo, Novak- dijo repentinamente Roger Miller, usando su apellido 
  en vez de su nombre como siempre- No es como si no deseáramos que ocurriera.

Vi miró a su esposo por un segundo, sorprendida de su intervención, sin embargo no dijo nada.

- También he contemplado la posibilidad de que sea producto de mi imaginación- tuvo
  que admitir, porque era mejor decir lo evidente- pero sé que no ha sido un juego de mi
  mente. Fue real, él se ha movido- aseguró.

Y si no lo fuera, tendría que tragarse sus propias palabras y barajear la posibilidad de que su juicio estuviera empeorando pese a sus esfuerzos por mantenerse cabal.
No estaba realmente tan seguro como decía estar al respecto pero de momento sería un necio y más frente a Victoria.

- Vi, vamos a creer que es cierto- le oyó decir a Miller.

Ella apretó los labios, enfrentada a una petición que parecía conflictuarla de recibir de su marido, pero en esos instantes, el más racional de los dos era él, ¿cierto?

Ella en una mirada le dejó ver a ese hombre su vulnerabilidad permitiéndole saber cómo el asunto le afectaba hasta lo más posible. Supo que pocas serían las personas a las que ella les dejaba ver ese lado suyo.

- Es sólo que… no quiero hacerme ilusiones- murmuró.

- Lo entiendo pero… ¿no es todo esto desgastante?
  Quizá es hora de permitirse tener expectativas, Vi.
  Después de todo, han sido semanas terribles para ambos.

Nadie podía decir que Roger Miller no estuviera interpretando impecablemente el papel de buen esposo, Kyan lo había visto, incluso aunque se mostrara completamente neutral y rara vez interviniera en lo que parecía un límite auto impuesto.

Ese genio en finanzas, el ejecutivo de cuentas más exitoso de su generación a quien siempre había admirado, su jefe y mentor en los negocios, debía bajo aquellas circunstancias parecer más humano que nunca, acompañando a su esposa y su familia política en aquel hospital día tras día sin embargo… ¿por qué persistía esa extraña sensación en Kyan? Todo parecía tan perfecto y estudiado en él.
Pero ¿no era así siempre? Probablemente sólo estaba siendo injusto con él.

- La posibilidad que Novak plantea… puede existir, quizá tu hermano va a regresar-
  continuó el CEO- ¿no es lo que esperábamos tanto?
  Si no teníamos nada hace unas horas, ahora tenemos esto.

Pero ella apretó los labios y contuvo sus lágrimas.
Su esposo la abrazó suavemente y la vio hundirse en él.

Kyan supo que debía darles un tiempo a solas. Y aunque odiara irse de la sala en esos momentos, se puso de pie y salió de ahí.

 

 

La ansiedad lo carcomía. Marcó a Enzo sólo para recordar que a esa hora debía estar tomando un vuelo. Tendría que lidiar con la situación sin el apoyo de nadie y quizá ya iba siendo hora de no depender tanto de su amico.

Daniel fue regresado a su cuarto a las pocas horas. Ya para entonces Vanita estaba ahí, enterada de todo. Xanti también había llegado, trabajaba en la sala de espera teniendo una charla con sus dos nuevos asistentes e Hilda Hoffman a quien ya para entonces conocía bien.

Aparentemente el señor Lascurain tenía pendientes en LD que intentaba resolver sin marcharse del hospital. Era curioso como el comportamiento del padre de Daniel decía sin palabras lo mucho que en realidad estaba al pendiente de él.
Y esa reunión de trabajo que estaba teniendo ahí podrían tenerla en la cafetería, con sillas y mesas más adecuadas, pero sehnor no quería moverse de ahí tras haber escuchado la noticia.

Novak se sentía culpable de manera anticipada, pues si aquello no trascendía no quería ser visto como un mentiroso ante ellos, o peor aún, alguien que había perdido la cabeza.
Entusiasmarlos sin ningún fundamento salvo sus propias suposiciones era algo cruel, ¡él mismo odiaría a quien le hiciese eso! Aun así, se aferró a su versión una vez más sin permitirse pensar que todo pudiera ser mentira.

Reiner y Zia llegaron después, Anna no tardó en aparecer. Y aunque supuestamente su amiga había ido a estar con él, pasó casi todo el rato con su novia. Sólo cuando escuchó decir a Borden que era hora de ambas irse a cenar, fue que no soportó más y ante la ausencia ese día de Enzo que estaba de viaje en Francia, agarró la mano de la fotógrafa y se la llevó con él.

Mestri soltaba preguntas mientras la conducía por el pasillo, mientras abría la puerta que llevaba al cubo de escaleras de servicio, mientras la plantaba frente a él.

¡Y entonces escupió todos sus miedos de que aquello no fuera real!

- Daniel ha movido sus dedos, Anna. ¡Estoy seguro de eso!
  Y a la vez… tengo miedo que esté perdiendo el juicio y eso no haya ocurrido.
  He pasado tanto tiempo esperando que esto ocurriera que quizá… ¡no es cierto!
  ¿Estoy diciendo disparates?

Apretó los dientes sin poder creer que había dicho frases como esas.
No, aquello no sonaba como algo racional. Y sin embargo, ¡no pudo parar!

- Tengo tantos días sin dormir que tal vez… ¿estoy imaginándolo?

Aquella idea pareció devorarlo de angustia..

- Necesito esto, ¡necesito esto, Anna!

Si era algo descabellado, no podía pensar en una mejor persona que Abrianna para sacar sus temores, estaba seguro que ella lo apoyaría porque a veces era una ingenua como él quería serlo en ésos instantes.

Y así fue.
Ella lo tomó de las manos y dijo, inesperadamente sonriente.

- Hey, escúchame. Toda su familia está en esa sala reunida, ¿cierto?
  ¡Todos ellos quieren creerlo también!
  ¡Es algo fantástico que él haya tenido una reacción! Y yo te creo, Key, porque si alguien
  suele tomarse en serio las cosas ése eres tú, tu mente no jugaría ese juego.

Aquella dosis de honestidad y positividad le hicieron sentir un segundo de alivio.

Claro, era normal que tuviera dudas. ¡Daniel había pasado meses en una actividad cerebral nula! Existían mil escenarios en que nada de eso trascendería, pero había uno, uno en que él… volvía.

¿Por qué no aferrarse a eso?

¡Que la lógica se fuera al demonio!
¡Quería declarar eso como una victoria!

Y es que estaba… tan abatido por sus derrotas.

- Anna…

- Yo sé que él va a despertar, Key. ¡Estoy completamente segura!
  Y es que tras todo lo que han pasado, ¡ustedes sólo pueden terminar juntos!- exclamó la
  joven justo antes de abrazarlo efusivamente, trastocándolo más.

En un día ordinario, diría que esa chica estaba siendo una tonta. Pero esa noche… él también quería ser un tonto.

Y contrario a él mismo, la estrechó de vuelta, abrazándola con fuerza.

 

 

… jamás lo admitiría a absolutamente a nadie

¿quién… manda flores…?
… sólo tú
y sin embargo… me gustaron.

Kyan.

Lo escuchaba a la distancia, confusamente lejano e íntimo.

Te oculté por tanto tiempo lo que sentía por ti.
Y si estoy aquí en éste momento… es por eso.

No puedo olvidarte, no puedo dejarte ir.

..

 


¿Me oyes?
¿Puedes acaso escuchar mis palabras siquiera?
¿Estoy siendo absurdo al hablar contigo?


No se trata de mí, de nosotros…

Ya no existe un nosotros…
¿cierto?


Kyan.


¿Qué hay de mí?
¿Acaso no viste cuánto deseaba ponerte a salvo?
¿Acaso no pensaste que verte así me destruiría?


Esa voz.
Esas palabras.

Ese llanto.
Triste.
Hondo.

¿Eran de él en verdad?
¿O eran sus pensamientos perdidos en las tinieblas?

 

Despierta.

¡Es tan doloroso verte así!
¡No lo soporto!



“No, no llores, por favor, Key”.

 

Tengo miedo.
De perderte.
Daniel. ¡Tengo miedo!

..
.

¿Por qué?
¿Por qué no vuelves?
.
..


Jamás había escuchado su voz en aquel tono roto.
Sin certezas ni raciocinio, sólo podía sentir el dolor que esa agonía le provocaba.

Alguna vez había querido marcharse del mundo en que Cath ya no estaba, había clamado no importarle estar muerto si es que podía estar con ella. Pero… si era verdad que se había marchado para siempre, volver a verla sería sólo volver a vivir la agonía de perderla de nuevo… Ya no podía hacerlo, tenía que dejar de aferrarse porque, ¿cómo soportar despedirse una vez más de la mujer que había amado?

Pensó en su sonrisa suave, en su expresión al hablar de Sol.

Ese sitio tan remoto y divino lleno de belleza y perfección en que Cathy yacía… le era ajeno, no pertenecía a él. Lo sabía, lo sentía.

Y Kyan…
Si esas palabras tristes que escuchaba en algún sitio eran en verdad de él, eso significaba que éste seguía vivo, que aquella niña maldita a la que había masacrado no había logrado acabar con él.

Key existía en el mundo real.

Y le llamaba desde ahí.

Le pedía que volviera con una voz fracturada.

 

Hubiera preferido morir a verte así.
Ya no lo soporto.

Estás matándome…
poco…
… a poco


Pero, ¿era esa la realidad?
Novak jamás pronunciaría esas frases, ¿cierto?

Aquello debía ser… sólo lo que quedaba de sus recuerdos, extinguiéndose.
Su mente evocando desesperadamente a ese hombre que quería, pronunciando las palabras más dedicadas y trágicas que podían haber.

 


Key.
¡Oh, Key!

¿Eres real?
¿Ese llanto por mí lo es?

¿En verdad… estás llamándome?

 


Pero no me importa que quieras irte
¡no voy a dejarte!

..
.

¡Despierta!
¡¡Despierta!!

¡¡Daniel!!
¡¡No quiero una vida en la que tú no existes!

 

DESPIERTA.

 


Se había habituado a dormir de esa manera, en la penumbra de esa habitación con el sonido del respirador, con ese olor a hospital, la incomodidad de aquella silla, la mano del guallen entre las suyas.

No esperaba que al volver en sí, se encontrara con ese par que había perdido de vista todos esos meses. Su par de ojos grises.
Abiertos.

 


Continuará...

 

 


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