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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Llegamos al capítulo 2, ahora es momento de conocer a ese misterioso moreno de traje.





- ¿Estás escuchando algo de lo que te estoy diciendo, Dan?

La voz ronca de su socio hizo lo obligó a salir de su propia mente, como si se descubriera los oídos. De golpe volvió a hacerse consciente de la música que animadamente sonaba en la parte baja del local donde se encontraban.

Estaba sentado en la mejor mesa del VIP, en el club Zaphyr. Lo acompañaban su socio Reiner Köhler y su coordinador de proyectos, Andrew Kelly.

No sabía cuánto tiempo llevaba ahí, sumido en sus pensamientos había perdido el rastro de los minutos. Los ojos azul índigo de Reiner lo miraban con el tinte inequívoco de preocupación, a medida que la leve indignación con la que acaba de formular su pregunta se extinguía de su voz.

Él sabía.
Rein conocía el motivo de que su mente se marchara en ocasiones, de que le costara trabajar en el mundo real cuando eso ocurría.

Tomó una bocanada de aire y alzó la vista poniendo buena cara a ambos.

Andrew sonreía un tanto incómodo dando un sorbo nervioso a su agua mineral, su cabello rubio obscuro insistía en caerle sobre sus gafas como siempre.

- Ya sabes como suele distraerse- dijo Andy al otro en cuanto hubo dejado su vaso a un lado.

Claro, Kelly era su mano derecha en el despacho, un buen colega y persona, pero el alemán era su socio y su mejor amigo. El primero desconocía todo asunto real de su vida privada, mientras que el segundo estaba muy al tanto que no se trataba de simple distracción la que lo enajenaba.

El hecho de que su amigo no dijera nada más al respecto era la manera silenciosa en que salvaguardaba su vida personal de los negocios. Quiso agradecérselo, ya lo haría después.

- Lo siento, ¿podrías repetir lo que acabas de decir, Rein?- le pidió.

Eso le arrancó una sonrisa provocadora al germano.

- Tu mente definitivamente está en otro lado esta noche, Lascurain.
  Quizá la idea de sacarte a beber unos tragos haya sido buena y te distraigas un poco- dijo antes de hundirse en su cómo asiento de cuero blanco.

- ¿Me permites?- el joven Andrew tomaba la palabra con la intensión de suavizar la
  supuesta tensión que existía.

“Si supieras que sólo quiere fastidiarme con su actitud” pensó sobre Köhler aquel que  hacía unos instantes había estado tan absorto.

Antes de comenzar Andy se acomodó los lentes como solía hacer cuando se disponía a abarcar un asunto de importancia. Un detalle que revelaba lo propio y adecuado que ese joven era.

- Daniel, ¿te suena el nombre de Willen Van Buren?

El arquitecto de origen portugués reconocía el apellido, pero no a la persona en sí. Eran aristócratas holandeses, que pese a sus títulos eran influyentes más por las vías diplomáticas y sus recursos económicos que por el verdadero peso de sus apellidos.

Willen debía ser uno de los menos activos, porque no podía ubicarlo. O quizá no solía hacer realmente negocios en Luxemburgo, Londres o Paris, que eran las ciudades que Daniel Lascurain más dominaba.

- ¿Serías tan amable de ilustrarme?

- Fue embajador de los países bajos hace un par de años en Francia- le informó su
  coordinador- aunque se dedicó a la diplomacia casi toda su vida, está pensando en
  jubilarse a relativa temprana edad con un nuevo negocio con el que aprovechará sus
  contactos más adinerados y Köhler aquí se ha enterado por supuesto.

Daniel miró a su socio intrigado.
Sí, su amigo había logrado llamar su atención.

El alemán no era un arquitecto sino inversionista, y era bastante bueno encontrando proyectos para su firma LD, la constructora de Daniel.

Su pasado como figura del jet set le permitía manejarse en un mundo de relaciones de alto nivel sin ningún problema. Tenía un olfato impresionante para los negocios y para rodearse de gente con las mismas ambiciones.

¿Qué no eran él y Victoria muy similares en muchas formas?

- ¿Qué tipo de negocios?

- Del tipo que nos ocupan- dijo el hombre de cabello plateado sin poder mantenerse al
  margen- Lo siento, Andy, ¿cómo no interrumpir?

Su disculpa no era realmente una, ese espíritu sarcástico siempre lograba desconcertar a su colega, Kelly, o más técnicamente, su subordinado. Andrew Kelly trabajaba para él en LD y era por sí mismo un arquitecto muy bueno, pero lo cierto es que a mediados de sus veintes todavía no había consolidado una reputación lo suficientemente fuerte para volar por su cuenta. El haberlo descubierto había supuesto un verdadero alivio, dado que alguien con su entusiasmo y sus habilidades no era frecuente. Quizá… sólo requería una pisca de presencia que seguramente la experiencia terminaría por darle.

- Por favor, continúa- dijo Andy, dándole la palabra al socio- después de todo, eres tú el
  del mérito.

Reiner rio, dándole una palmada en el hombro tan fuerte a Kelly que éste se empujó para adelante, pero no había forma de evitarlo, el alemán era una hombre fuerte de casi dos metros de altura, mientras que el otro no era precisamente corpulento.

- ¡Que va, Andy! Tengo la impresión que esto es mucho más divertido para ti de lo que
  podría ser para mí, y tu emoción es algo que tal vez Dan necesite oír en lugar de mis
  aburridas explicaciones.

Estaba seguro que se trataba de alguna clase de ironía dirigida hacia su persona, después de todo Daniel estaba tan acostumbrado a los modos del alemán que lo dejó pasar sin detenerse en lo que probablemente era una broma.

Kelly pareció un poco incómodo de tener que relatar él mismo un proyecto del cual desconocía los detalles y del que además, tal como había mencionado, no podía llevarse el crédito en absoluto.

- La familia Van Buren es dueña de un enorme territorio en las afueras de Rotterdam que
  él piensa aprovechar mediante un desarrollo de torres residenciales de lujo. Alguien le
  metió la idea de las construcciones verdes y está recibiendo propuestas. Mañana mismo
  espero poder ponerme en contacto con él para tener más detalles, pero al parecer ya
  tiene potenciales inversionistas.

- ¿Reiner?- sugirió Lascurain.

- No de momento- aseguró el peliplateado- aunque está entre mis planes invertir en él a
  través de ti, con LD, haciendo que ganemos el contrato.

- Vaya, pues son excelentes noticias de verdad.

Andrew Kelly terminó su agua y con una expresión culpable se puso de pie.

- Bueno, quisiera aprovechar la noche para adelantar un poco de trabajo, ya saben que soy
  más una persona nocturna.
  Le he pedido a tu asistente te preparara un resumen con las características del terreno del
  casino de Muggen. Y conociendo a Hilda, mañana seguro las tendrás en tu escritorio a
  primera hora.

Andrew se despidió, abandonando el VIP de aquel club con un alivio mal disimulado.
Lascurain, al notar la expresión que se había formado en la faz de su socio, supo que se estaba guardando hasta estar solos para decir algo.
No quedó decepcionado.

- ¿Tienes idea de la imagen que proyectas de ti mismo en este momento, Dan?

Algo así había esperado.
Sin embargo, contra el impulso de contestar cualquier cosa, quedó en silencio pensando realmente en esa pregunta.

- ¿Un fantasma?- quiso adivinar.

La expresión de Reiner se tornó triste pese a lo fuertes de sus rasgos.

- No podía haberlo dicho mejor. Tú sabes que Kelly es demasiado discreto para abrir la
  boca, pero yo no tengo porque serlo. No es un error que hayamos venido aquí a
  sugerencia mía.

Supuso que el hecho de que conociera a la dueña del lugar, Zia Borden, era la razón.
¿De dónde se conocían esos dos por cierto?

- Usa un poco tu imaginación, ¿quieres? Un sitio como éste lleno de gente es un buen
  escenario para el inicio de algo nuevo, sobre todo ahora que se acerca el año nuevo y
  hace tanto frío en ese lugar donde vives.

Lascurain sabía que el alemán había elegido esas palabras cuidadosamente y lo que significaban. Él estaba de acuerdo con eso, no estaba reacio a conocer a otras personas, pero ¿un club en viernes?

No es que buscara una relación romántica, pero dudaba encontrar a alguien afín a él en un lugar así.

“Una relación romántica” meditó una segunda vez.

- No hay nadie aquí que pueda interesarme.

- Porque ni siquiera estás mirando- repeló el otro, su vista dio un rápido vistazo por aquel
  lugar y Daniel se dio cuenta de que iba a decir algo cuando precisamente Zia llegó a su
  mesa.

La empresaria era una mujer de cabello rubio sedoso y de rasgos delicados y femeninos pese a ser tan poderosa. Iba ataviada con un vestido negro que dejaba entrever su bien formado cuerpo y tacones afilados.

- Buenas noches. No quería ser una mala anfitriona, ¿está todo bien?

- Llegas en el momento perfecto- dijo Reiner con ironía- justo hablábamos de como nos
  gusta la nueva iluminación.

Zia era una mujer visionaria sin duda, dueña de tres de los mejores lugares de la ciudad, incluído un pequeño bar de jazz.

- Es un dolor de cabeza- dijo ella tan bajo que prácticamente no lo hubiera escuchado de
  no haber estado donde se encontraban- mi ingeniero de audio aún no puede programarlo
  correctamente, ¿ven esa asincronía?

No, Daniel no la veía.
A él esa conversación le estaba pareciendo un poco aburrida.
Siguiendo la sugerencia de Reiner, dejó de escuchar a Borden y paseó su vista por primera vez con atención. Era un ambiente joven y vibrante, pues aunque en el VIP reinaba un ambiente más sereno, en la parte baja podía verse a mucha gente bailando.

Seguramente había muchas chicas con las que podía hablar, pero… algo en él se resistía a la idea.
Quizá no quería realmente hacerlo, o tal vez era que no existía otra persona con la que de verdad quisiera estar.
Tendría que ser realmente alguien extraordinario.

Vio a una joven entrando al club, un tanto excéntrica a decir verdad, unos 21 años o quizá menos, llevaba el cabello muy corto y pantalones de chico, cargando un portafolio bajo el brazo que le hizo preguntarse que traía entre manos. No es que sintiera ningún tipo de atracción hacia ella en particular, pero algo le había llamado la atención. La joven avanzó entre la multitud y pareció sorprendida de ver a alguien, acelerando el paso llegó hacia la barra.

Entonces lo vio. Se trataba de un hombre de más edad que ella, vestido con un basic negro largo y un saco de pana color camello, botines obscuros, cabello color miel despeinado y un aire existencial adornado por una línea de caballitos vacíos frente a él. El cantinero volcaba más alcohol en su vaso.

Daniel tomó aire, como si de pronto recordara que tenía que respirar.

La distancia no le permitía ver a detalle sus rasgos, pero era un sujeto apuesto, sus facciones eran irrealmente simétricas y sus labios delineados.
Podía ver el desgano en su mirada cansada.

De inmediato se había olvidado de la joven con la que el otro hablaba forzadamente. No solía sentirse atraído hacia los hombres, pero… había algo en él.

¿Serían amantes?
Descartó la idea sin saber por qué.

Reiner muy cerca mencionaba el apellido Lascurain en su conversación con la empresaria, probablemente en un intento de que el aludido se uniera a la plática, pero el arquitecto no se movió un centímetro.
Por alguna extraña razón… no podía dejar de mirar a ese hombre de la barra.

Su expresión triste era tan familiar, tan contradictoriamente hermosa.
¿Quién era él?
¿Cómo es que había atrapado su atención de esa manera tan absoluta?

Alguien… extraordinario.



-------

 


La recién llegada al Zaphyr subía las escaleras del VIP aún con la actitud fría de su amigo Kyan Novak en la cabeza.

En otros tiempos, ellos habían sido muy cercanos, pero a partir de lo que el asesor financiero había calificado como una gran indiscreción de parte de ella, su relación se había deteriorado hasta prácticamente desaparecer.

Aunque Abrianna Mestri había intentado salvar aquella amistad, la barrera que Novak había creado entre ellos hacia absolutamente imposible para ella volver a acercársele como antes.

El carácter nacional de los luxemburgueses, era en su experiencia, bastante cerrado, no solían desear hacer nuevos amigos, pero esto en caso del castaño era apenas la punta del iceberg, él era la persona más reservada y cerrada que podía existir cuando así lo quería. Anna dudaba que alguna vez él volviera a confiar en su persona y ese pensamiento era triste.

Alguien la sacó de sus pensamientos, la dueña de aquel club, que estaba sentada en una mesa con dos sujetos, era su pareja, Zia Borden. Lucía tan sofisticada y preciosa como siempre.

Por un segundo, la fotógrafa no pudo evitar pensar si alguno de los sujetos que la acompañaban podría estar acostándose con ella. Y es que Borden aunque se dijera lesbiana, no tenía problemas relacionándose a veces con hombres y ellas llevaban una relación abierta.
Aunque Abrianna había decidido serle exclusiva.

Sí, no era precisamente lo ideal, pero esos eran los términos que Borden había establecido desde el principio y ella quería pensar de sí misma que no era lo suficientemente celosa para que en realidad eso fuera un problema.

Cuando fijó su atención en uno de los acompañantes, tuvo una sorpresa.
Ya lo conocía.

¿Cómo olvidar a ese hombre alto y musculoso? El tipo que como ya había descubierto su amigo Baladi, era prefecto para llevar a la cama. Durante meses en altamar.
Reiner Köhler.

Lo había conocido tiempo atrás en las costas italianas. De hecho a él y a Enzo se los había presentado esa misma noche, su amigo Ritsu, en una fiesta en un yate que resultó ser Köhler.

Habría salido con ellos algunas veces y al mudarse a Bélgica había seguido en contacto con Baladi únicamente.

¡Era tan extraño topárselo años más tarde y aún más que resultara ser conocido de Zia!

El otro sujeto que los acompañaba era un moreno enfundado en un traje un tanto formal para el Zaphyr, sin embargo descubrió sus ojos claros casi de inmediato.
Era apuesto también.

Zia se puso de pie al verla con su usual cortesía, pero la miraba de manera muy intensa que seguramente reservaba para aquellas personas con las que se relacionaba a un nivel más íntimo. Pero supo también que no iba a besarla frente a ese público.

- Anna, me alegra que pudieras llegar, imagino que terminaste tu sesión.
- Sí, por fin.

La luxemburguesa hizo una seña a la barra y un mesero asintió.
Después procedió a presentarlos.

- Ellos son Daniel y Reiner. A éste último lo conozco de cuando viví en Londres y
  supongo que por lo que acabas de decirme, Daniel, a ti tendría que haberte topado en
  algún momento también.

Borden había sido RP por mucho tiempo y solía sobrepresentar a las personas, recordó.

- Abrianna Mestri. Mucho gusto.

- Claro, he escuchado de ti, te presentaste en el Museo de Fotografía de Londres- dijo
  Reiner.

Ella se acomodó sus lentes rojos de pasta que comenzaban a resbalar por su pequeña nariz, sin ocultar su sonrisa.

- Hola, Rein.

Zia preguntó en seguida si se conocían y ella explicó que a través de un amigo.

- No exactamente un amigo- corrigió Köhler, su cabello que recordaba rubio cenizo muy
  claro ahora se había transformado en un plateado natural que no parecía coincidir con
  lo que calculaba sería su verdadera edad-  Pero aún si no fuera por Enzo, nuestra
  anfitriona vaya que nos ha hablado de ti, Mestri. Che piacere vederti.

La animó escuchar su idioma materno. Él tenía un acento italiano perfecto del sur.

- Ah, ¿y no ha hablado de alguien más además de mí?

No debía lanzar esa provocación, pero a veces simplemente era demasiado impulsiva. A Zia su comentario claramente no le hacía ninguna gracia y es que antes de que ellas hubieran comenzado a salir, la empresaria había tenido cierta reputación de tener múltiples parejas.

- Realmente tú eres lo único que le salía de los labios- aseguró el alemán.

Daniel, que miraba de reojo aún por la barandilla, no parecía muy interesado en esa charla.

Un mesero llegaba con una botella de ginebra Gordon's y agua tónica Fever Tree.
Esa marca de Gin no era realmente muy cara y en el Zaphyr ni siquiera la vendían, pero Zia siempre tenía una disponible para Abrianna. Esa combinación hacía el mejor gin tonic que había probado y en su humilde opinión no le pedía nada a un Hendrick's.

En esos momentos es que admitía lo adorable que le parecía su amante, ya se lo haría saber en el momento mismo que pusieran un pie en su oficina.

- Sé que tradicionalmente se festeja con champaña, pero siempre he creído que ésta es
  sólo ginger ale con contactos- bromeó Mestri.

- Anna estoy muy orgullosa de ti- le decía inesperadamente Zia, al mismo tiempo que
  detenía al mesero que se disponía a despachar las bebidas en la mesa- No es necesario,
  lo llevaré a mi oficina. Cara, voglio essere con voi.
/*Querida, quiero estar contigo.

Borden usualmente le hablaba ese idioma cuando quería que la conversación fuera algo más íntimo, pero aun sabiendo que uno de los presentes lo comprendía, lo hizo de todos modos, indicándole a su compañera que buscaba algo más… íntimo.
Y como magia, su frase la hizo ponerse de pie también.

- Gusto en conocerles y disculpen que Zia sea tan descortés con sus invitados.

- Yo no lo siento- aclaró la otra- Pero siéntanse en casa, pidan lo que les plazca.

Las dos se despidieron. Y mientras Mestri seguía a la elegante mujer miró por última vez a la mesa, Daniel y Reiner sentados juntos, el guapo moreno de los ojos grises parecía mirar a través del barandal y el alemán se terminaba su trago. Pese a que no estaban precisamente interactuando, había un ambiente relajado entre ambos, como si sus presencias no requirieran atenderse todo el tiempo, como viejos amigos.

Podrían ser pareja, podría ser que no. Sin embargo intuía un vínculo entre ellos muy fuerte.

Era extraño pensar en Köhler saliendo con alguien más, por más absurdo que fuese, pero si se ponía a pensar la manera abrupta en que él y su amigo Enzo habían terminado su relación, no es como si ellos pudieran volver a estar juntos.

Eso le hizo preguntarse si Enzo sabría que ese hombre estaba en Luxemburgo.
Quizá no, pensó una vez más.




------- 


 



El castaño de la barra había terminado por poner sus ojos acaramelados en él también. Quizá lo había estado observando con tanta insistencia que inevitablemente el otro había sentido su mirada encima.
El hecho era que al hacer contacto visual con este hombre tan repentinamente, Daniel sintió algo que hacía mucho tiempo no sentía; a su corazón dando un respingo similar al de la sorpresa, pero no era sólo sentirse descubierto, sino una clase infantil de emoción.

Ahora se miraban mutuamente, pero el joven de la barra no le coqueteaba en absoluto, parecía molesto de aquella fijación, y su respuesta sabía a reto.

Quizá intuía lo que significaba que alguien lo viera así y era esa clase de tipos homofóbicos que no dudarían en comenzar una pelea física con tal de dejar en claro no estar de acuerdo con la atención de alguien de su mismo sexo, pero… su agresiva energía no parecía suponer eso.

Lascurain no era capaz de determinar que era, sin embargo resultaba absolutamente… fascinante la fuerza de ese par de ojos.
¡No podía apartar los suyos de ellos!

Una sensación de ahogo lo abatió, desconcertándolo completamente.

- ¿A quién estás mirando?- inquirió finalmente su socio, siguiendo el trayecto de aquel contacto.

Un montón de gente ocupaba la barra, pero el arquitecto sólo veía a uno de ellos.
No fue difícil darse cuenta quien había robado su atención.
Tenía que ser ese guapo desaliñado. Era el único que había captado la de Reiner.

Éste lo analizó con cierta frialdad. Debía estar a finales de sus veintes, y por la cantidad de caballitos que tenía en frente, tenía que estar borracho.

Adivinó el cuerpo bajo la ropa y determinó que le gustaba lo que observaba.
Era apuesto sin lugar a dudas, un verdadero descubrimiento.

- Deberías acostarte con él- le dijo- tengo una corazonada, Dan.

El moreno rio, negando con la cabeza.

- No digas tonterías.

Los ojos azul glaciar del alemán le sonreían.
- ¿Por qué no? Es evidente que te ha gustado- declaró.

- ¿Soy tan obvio? Pero bueno, estás viéndolo, ¿a quién no podría gustarle un hombre
  como ése?

- Sí y parece que no me estás entendiendo, Dan. Si no lo haces tú, lo haré yo.

No lo decía en serio, estaba provocándolo, estaba… casi… seguro de ello.
Sin embargo, quizá Köhler no tuviera que insistir tanto.

Al volver la vista hacia el bar, ya no lo encontró.
La sensación de alerta lo llevó a buscarlo por todo el club, al mismo tiempo que una parte de sí mismo se sorprendía de aquel frenesí.

Fue hasta que lo vio dirigirse a los baños que supo que no quería perder esa oportunidad en verdad.

Hacía mucho que no sentía eso. ¡No lo dejaría ir tan fácilmente!
Daniel creía en las corazonadas y sentía que cupido había vuelto… y lo había flechado.
¿Qué tan cursi era eso?

No dijo una palabra más, se puso de pie y fue tras él.
Tenía que acercársele. Tenía que hablar con él. Tenía que hacerlo parte de su vida.
A como diera lugar.

Y aunque en ese momento no lo sabía… estaría tras ese hombre más de lo que habría esperado.








Continuará....

 

Notas finales:

Gracias a aghy, The_Shylen y Gardenia Black por dejar reviews, eso siempre me inspira a seguir escribiendo y me ayuda a mejorar, así que ya saben: dudas, quejas y sugerencias por favor porque esta historia recién va comenzando!  ;)

 

Y si, ya sé que es chantaje pero si me dejan más reviews, dejaré ir un buen lemon -que ya echo de menos!-


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