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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Voy a salir de vacaciones y no actualizaré las siguientes semanas! (lo cual no quiere decir que no vaya a escribir), así que les dejo este capi hecho con mucho cariño y más larguito que ojalá aguante para dos semanas ;)

Gracias por leer y comentar! Besos de uke amarrado!

 

 


Había pasado toda la mañana leyendo detalladamente el informe y la propuesta de LD.

Tenía que admitir que la confianza que había manifestado ante su jefa y el arquitecto, era más por no mostrarse vulnerable que por la auténtica certeza de conocer la situación técnica del proyecto Rá.

Llevaba horas investigando cuando se decidió a hacer lo primero que Lascurain había sugerido, ir al lugar de la obra.

No iba a llamarle para agendar una cita, en realidad esperaba poder terminar con todo eso viendo a ese hombre lo mínimo posible, así que pidió a Maryn, una de las secretarias de la oficina, que le solicitara un carro y terminó de organizar sus papeles.

En cuanto salió del edificio de Muggen, sintió el crudo invierno abrazándolo.
Se ajustó el abrigo, estaba nevando copiosamente y agitó la nieve del cabello con la mano que no llevaba las copias de los planos inconclusos que aún revisaba. Miró fugazmente la esquina en busca del auto que la compañía le mandaría para ir a inspeccionar el terreno, el chofer y el coche solían ser diferentes así que no sabía a quién esperar, sólo deseó que no tardara mucho dado el clima.

Un claxon lo hizo alzar la vista, una limousine negra se paró a su lado. Sonrió para sí diciéndose que su suerte no podía ser tanta, sin embargo el conductor se bajó y le escuchó decir su nombre.

Asintió, el hombre por un momento le parecía conocido, aunque su mente estaba ahora inmersa en la copia que sostenía y no le dio mucha importancia.

- Entre por favor.

Deseó tener un marcador en la mano al hallar el cimiento exacto que había colapsado de acuerdo al informe que había leído, lo haría con pluma. Se buscaba en la chaqueta pensando que si tal vez si creaba un patrón podría comprender mejor el problema al que se enfrentaba.
Entraba distraídamente al lujoso vehículo, pero en cuanto estuvo sentado comprendió la razón por la que había sido invitado a entrar.

En el fondo de la limousine estaba el dueño de la constructora LD.

Entonces cayó en cuenta, ¡el hombre que le había abierto la puerta era Viriato, el majordome de Lascurain!

- Daniel- murmuró como si su voz se hubiera extraviado entre su sorpresa, para luego
  recuperar su fuerza-  ¿De qué se trata esto? Ahora estoy trabajando.

- Buenas tardes, Novak. Yo también estoy trabajando.
La puerta se cerró más rápido de lo que pudo reaccionar.
- ¿Quieres tomar algo?

Escuchar eso le hizo darse cuenta de que no confiaba en su juicio, el alcohol y Daniel en el mismo enunciado, así que declinó secamente la oferta.

- No. ¿Puedo saber a dónde vamos?

El automóvil comenzó a avanzar, y Kyan optó por acomodarse en su asiento, intentando no sentirse incómodo. Pero algo en la mirada de pantera del moreno le hacía pensar que después de esa noche en el jacuzzi, ese sujeto no era capaz de verlo sin tintes sexuales.

Sabía que negocios eran negocios y esperaba que el arquitecto también lo supiera tal como había prometido en su oficina hacía unos días.

- Pensé en tomar un poco de aire fresco en las afueras. Al lugar de construcción del
  casino.

Por lo menos tenían el mismo objetivo.
Sin embargo, eso no le dio el alivio que hubiera esperado.

- Justamente yo…

- Lo sé. Hablé a tu oficina hace unos minutos porque venía en camino y tu asistente me
  dijo a dónde ibas. Esto también me interesa así que pensé era mejor ir los dos para que
  te explique lo que pasa.

Maryn a veces hablaba de más. Comenzó a desear un trago con aquella conversación.

LD era obviamente un pez gordo viviendo en un castillo, seguramente esa era sólo una de tantas propiedades que él e incluso su familia deberían de tener. Tenía que admitir que después de saber quién era, se había puesto a investigar un poco.

El arquitecto provenía de una familia muy acaudalada, era una ironía que fuese tan rico en un lugar donde los guallens solían tener la casta más baja.

Eso le creaba conflicto en su opinión sobre él, pues aunque trabajaba con gente adinerada una parte de sí había aprendido a despreciar la arrogancia inevitable de las clases altas hacia todos los demás. La gente rica no solía darse cuenta de que no todo podía conseguirse con dinero e influencias.

Detuvo su pensamiento justo ahí. Comprendiendo el por qué había engendrado ese pensamiento. Estaba generalizando absurdamente, en realidad ni siquiera conocía a ese tipo, pero no tenía problema alguno para juzgarlo. Era sólo que las circunstancias de su vida le recordaban a… Rick.

Si, tenía que detener sus ideas justo ahí.

Pocos minutos habían bastado para salir de la parte más comercial de la ciudad, dirigiéndose a la frontera con Francia el paisaje se volvía más boscoso.

Kyan no solía salir de los límites de la ciudad porque no era de los que disfrutaran demasiado del campo y aunque a veces por trabajo iba a Berlín y Paris, no le gustaban demasiado los viajes.

Habían pasado las primeras colinas y bajaban a un pequeño valle.
No era la primera vez que hacía ese viaje, hacía unos meses cuando el proyecto Rá no existía más que en papel había ido a ver el terreno cuando las fotografías satelitales  no fueron suficientes. Comenzó a preocuparse por lo que vería.

- Es aquí- avisó el arquitecto al tiempo que le pasaba unos armazones de seguridad para
  sus zapatos. Novak no recordaba la última vez que había usado unos de esos. Dar pasos
  afuera con esas cosas le recordó lo mucho que pesaban.

El vehículo se había detenido a la mitad de la nada, Daniel salía también y comenzó a caminar. Era un día lleno de luz pero igualmente frío, la capa de nieve sobre aquel sitio era profunda y supo que tendría que tener mucho cuidado al pisar.

Pronto llegaron al terreno que en este momento no era más que unos cimientos profundos y varillas principales que descansaban cubiertas de hielo.

- Ese metal resistirá la humedad pero definitivamente no hace más que estorbar.
  Nunca vamos a poder usarlo tal como está. Es demasiado grueso y demasiado pesado
  para la densidad del suelo.

La cifra que correspondía a aquel desperdicio de material será en definitiva una mala noticia.
- ¿Estamos hablando de 30 toneladas de acero qué no pueden usarse?

- Me temo que sí.

La coraza principal de la construcción estaba inacabada y en su parte central estaban sólo los indicios de lo que debía ser, unas escaleras metálicas los llevarían al interior de la excavación, como un peligroso viaje al centro de la tierra.

- El casino Rá no podrá tener 8 pisos, no en este terreno.

- R&G no aceptará adquirir un nuevo lugar y sus permisos- dijo el asesor para sí mismo.

- Y de cualquier forma jamás encontrarán un sitio tan bien ubicado por el precio que han
  pagado- habló el otro.

- ¿Cómo es que sabes cuál fue el precio de venta?

- Hice unas llamadas. ¿O es que mintieron sobre el valor para evitar impuestos?

Debía tratarse de una broma, se dijo Novak, decidiendo ignorarlo.

- Las máquinas llevan paradas casi nueve semanas. Si vamos a retomar este plan, habrá
  que hacerlo cuanto antes. Tienes que tomar una decisión, Kyan.

 

-   -   -   -

 

De regreso al centro de la ciudad, el asesor financiero iba sumido en sus preocupaciones.
La situación de la obra era peor de lo que había imaginado y era cierto que tenía que tomar una resolución de ser posible esa misma noche.

Lascurain lo miraba de reojo sirviendo un licor que luego le ofreció.

- Estás titiritando. Bebe esto.

Esta vez no lo rechazó. Necesitaba un trago.
Agradeció el dejo dulce en su paladar y sin darse cuenta vació el vaso. Casi de inmediato sintió subir el calor a su cabeza. El moreno bebía uno también, relajándose en los asientos de cuero.

- Era por eso que quería que vieras por ti mismo lo que hay. Creo que lo mejor en este
  punto es rediseñar el casino.

- Es decir, todo el proyecto- comprendió.

- Profundizar los cimientos y reforzarlos no es suficiente- explicó el moreno llenándole
  el vaso una vez más.

Bebió. Verdaderamente necesitaría su ayuda. Requería al mejor arquitecto que pudiera conseguir para cambiar los planos y lograr todo lo que habían prometido a sus inversionistas, de otro modo, éstos retirarían su capital del negocio completo.

Meses de trabajo tirados a la basura junto con su reputación mancillada no sólo en Muggen sino en el gremio.

- Haciendo cuentas rápidas… esto es un desastre- susurró Novak viendo inquietamente
  por la ventana.
Daniel tomó su mano para dar un vaso lleno nuevamente, sosteniéndola entre las suya durante un segundo más de lo necesario, lo que supo a una caricia que le provocó mirarlo interrogante.

- Permíteme ayudarte- pidió el hombre de ojos grises- puedo desplazar el acero entre
  otros proyectos de mi firma. Es imposible que tú puedas conseguirle clientes, pero creo  
  que sé a quienes llamar.

Aquello prendió todas sus alarmas.
¿Por qué Lascurain le haría un favor así?

- No necesitas llamar a nadie, me las arreglaré. Sólo haz bien tu trabajo y yo el mío.

- Eso es lo que hago- aseguraba el otro haciendo deliberadamente su voz más suave- no
  hay que ser obstinados, estamos en el mismo equipo y en verdad no hago esto como una
  demostración de poder.
  Me has dicho que esto era importante para ti, así que no estoy abusando de mi
  influencia, por lo menos no en ese sentido.

Parecía jugar con sus palabras con ánimos de relajar el ambiente, pero Novak era un público difícil.

- Es una propuesta seria- prometió- déjame ayudar.

Pero lejos de calmar a su interlocutor, aquello pareció molestarlo.
- Si crees que veo nuestro trato profesional como una extensión de lo que pasó entre
  nosotros, estás muy equivocado, Daniel.

Sabía que tenía que callarse la boca, pero simplemente aquel sujeto lo provocaba al punto de que le era imposible no hablar.

- Dices que estamos en el mismo equipo y tenemos el mismo objetivo y eso es cierto-
  continuó el financiero- Pero tú has entrado al proyecto para terminar aquello en lo que
  otros fallaron.
  Los dos trabajamos para Muggen, pero no olvides que yo no soy tu subordinado, el
  casino está a mi cargo, te lo había dicho.

Lascurain no respondió de inmediato, preguntándose de dónde provenía eso, si Kyan estaba siendo solamente terco o si aquella era una reacción al estrés al que estaba sometido en ese momento.

- Se hará como tú digas, tú eres el líder del proyecto- dijo el arquitecto- estoy intentando  
  ser lo más accesible que pueda contigo, trabajaré para ti y para Muggen.
  Y aunque ya te lo dije, quisiera aclararlo nuevamente, esto no es una guerra de poder, no
  soy un niño.

Normalmente el portugués no tenía problemas haciendo llegar sus ideas a la gente, era desconcertante como Novak simplemente no respondía a esto y, en cambio, lo miraba con desconfianza que poco se esforzaba en disimular. Lo cierto es que no tenía otra opción que hacer equipo con él.

- Kyan- se refirió a él por su nombre, buscando otro acercamiento- siempre me he
  considerado una persona directa; ya te había dicho que me gustabas y sé que por lo
  menos a tu cuerpo no le soy indiferente. Lo que pase a puertas cerradas, es asunto
  nuestro, ¿no es así?
 
 Conozco una manera perfecta en que puedes sacar todo el estrés que pareces padecer y
  te aseguro que una limousine no es menos emocionante que un jacuzzi.


Difícilmente eso clasificaría como indirecta. Lo hizo sorprenderse por su descaro.

- No voy a tener sexo contigo aquí.
- ¿Estás seguro de eso?

El castaño no supo si se trataba de un chiste.
- ¿Pusiste algo en mi bebida?

De inmediato la dejaba en uno de los portavasos.
Él mismo no supo si estaba preguntándolo en verdad, pero la respuesta fue una inesperada risa del moreno.

- ¡Podría ofenderme de esa pregunta si no fuera tan graciosa!
  No sería capaz de hacer algo así, puedo asegurártelo.

Ahora se sentaba de su lado del asiento y su repentina cercanía logró tensarlo.
El olor de su loción le hizo recordar esa noche después del Zaphyr donde había tenido el mejor sexo en mucho tiempo.

Su piel se erizaba sin su control, recordando que Daniel no sólo era una figura incómoda en su vida laboral, sino también un hombre atractivo y con el que había tenido una innegable química. Y que el cuerpo que lo había invadido y llevado al cielo, lo tenía sólo a centímetros, cálido bajo ese traje que adivinaba era también un Tom Ford.

- Qué bien, ya dejaste de temblar. ¿Entraste en calor?- le preguntaba tomándolo de la
  barbilla.

- ¿Qué crees que haces?

Su otra mano se apoyaba en el espacio de asiento que quedaba justo entre sus piernas, no parecía era una casualidad que estuviera ahí.

Se sintió sofocado, como casi siempre que estaba con él y cuando hizo el intento de alejarse, descubrió que la caricia que él le hacía en la línea de la mandíbula se volvía una placentera oleada que bajaba por su espalda.

No había esperado eso, ese tipo de toque no solía provocarle escalofríos tan poderosos, como ahora le hacían.

Era empujado contra el asiento lentamente.

Su cuerpo estaba hirviendo tan de improvisto que le hizo considerar nuevamente si en verdad había algo en su bebida, ¿cómo explicar la forma tan acelerada en que estaba reaccionando su cuerpo?

Quiso detenerlo, pero el otro lo tumbó en horizontal en un solo movimiento, colocándose encima de él.

- No tienes que contenerte, Viriato no puede oírnos.

- Te dije que no tendría sexo contigo aquí. ¿Qué vas a hacer? ¿Obligarme?

- No veo la necesidad de llegar a eso. Te aseguro que los dos lo disfrutaremos.

Pero antes de dar más explicaciones, fue directo a la acción. Sus manos le abrieron el saco, y luego la camisa. El castaño se las sujetó, frenándolo.

- ¿En tu auto? ¿Estás loco?

- Si no te parece buena idea, encontraré otro lugar que te satisfaga. Podemos ir a mi casa,
  o a la tuya si lo crees mejor.

- ¿A mi casa? ¿Quién te ha invitado a mi casa? ¡Llévame ahora mismo al lugar donde me
  recogiste! Yo nunca dije que accedía a esto.

- A veces le creo más a tu cuerpo que a tus palabras, Kyan.

Puso su mano en su entrepierna, sujetando su erección.
¿En qué momento había ocurrido eso? Novak estaba turbado, ese calor que sentía en la cabeza esta vez no era el Götland, no era la calefacción del vehículo, no era su indignación… era su excitación.

Lascurain lo tenía en su mano, literalmente y no iba a dejarlo ir. Comenzó a acariciarlo sujetando todo su sexo.

Jadeó sin pretenderlo, era imposible no reaccionar a eso. Su cinturón era removido y caía junto a sus pantalones en el piso.

- No, dije que… no.

Le ponía las piernas por encima de los hombros, exponiéndolo.

- Kyan, no creo que estés consciente de lo apuesto que eres, de lo mucho que me
  provoca tocarte cuando estás cerca. Yo no suelo portarme así con desconocidos, no
  creas que es algo simplemente casual.

¿Qué quería decir eso?
Si no era casual, ¿qué era lo que Daniel pensaba que estaba pasando?

- Apenas si no conocemos, ¿cómo puedes decir eso?- dijo el asesor con dureza- Parece
  que te faltara en absoluto el sentido común.

Pero el otro simplemente dejaba pasar su rechazo.
- No importa las cosas que digas y la forma tan poco amable en que lo hagas, nada puede
  quitarte lo bello que eres, incluso aunque nunca te haya visto sonreír sin que el cinismo
  intervenga.

No tenía por qué sonreír estando con él, no sería más “hermoso” si lo hacía y no le importaba lo que él pensara. Ese monólogo en que Daniel no escuchaba a nadie más que a sí mismo comenzaba a cansarle, pero lo siguiente que sintió paró todo pensamiento.

Su aliento cálido invadía su entrada. Sus labios le daban un largo beso negro.

- Ahhh, ¿qué… qué demonios crees que haces?

Su carnosa boca acariciaba la piel. Sentía entre sus glúteos la humedad de su lengua abriéndose paso, suave e incitante, recorriendo su más delicada piel como si fuera lo más natural del mundo.

Fue una sensación tan excitante que Novak sintió un estremecimiento en todo el cuerpo.
- ¡Daniel!- se quejó.

El moreno sonrió al escuchar su nombre y su otra mano comenzó a acariciar con firmeza el miembro que había dejado un momento.

- Dijiste que no te gustaba que fuera meloso. No lo estoy siendo.

Ya estaba goteando. Se sintió avergonzadamente excitado.
Sus labios temblaban y tuvo que apretarlos para controlarlos.
Intentó incorporarse, pero su cuerpo no se lo permitió.

Por un segundo lo miró. Daniel tenía su cabeza metida entre sus piernas, sujetándolas casi sobre sus hombros. Su lengua abría los candados de su interior tocando en los lugares justos, humedeciéndolo por todas partes.

Su cabello negro brillaba en cada una de sus ondulaciones y él emitía un sonido parecido a un ronroneo felino.

La situación lo superaba, Novak no supo qué hacer ante tanta vehemencia.

- No… no quiero esto…
Su voz sonaba como una súplica.

Sentía que el calor de su lengua le derretía la carne, calentaba su cabeza al punto que era incapaz de dar con un pensamiento coherente.

Se sujetó del asiento de cuero intentando salir a flote de ese naufragio.

Aunque deseaba negarse con todas sus fuerzas, otra parte de su ser no lo obedecía para nada.
Estaba tan excitado que su sudor lo pegaba al asiento.

No…

El otro lo separó por fin. Ahí estaba de nuevo esa mirada depredadora, aquella que pese a su educada manera de hablar… dejaba ver a un hombre que no tenía reparos para imponerse.

Por un segundo consideró el riesgo, de que Daniel Lascurain pudiera volverse violento, de que se negara a entregarse y él terminara por tomarlo a la fuerza. Atrapado en su limousine en movimiento, con un chofer que no los oía… no tendría escapatoria.

Pero el arquitecto le tomó el rostro con suavidad, acostándolo totalmente en el asiento. Su mirada lasciva no tenía un tinte enfermizo, por el contrario, parecía contemplarlo maravillado.

Kyan le quitó la mano con un fuerte golpe.
- Hay una línea muy delgada entre la seducción y la fuerza- le dijo con la voz ronca por el
  placer esperando escuchar su respuesta.

- Nunca te lastimaría, Kyan.

Y el segundo después lo invadió.
Por un segundo fue doloroso, pero conforme se adentró más, pudo sentirlo.
Ahí estaba aquello que lo había enloquecido esa noche. Ese placer extrañamente entregado.

Ahora salía, y era tan excitante como su invasión. El cuerpo del asesor estaba totalmente preparado y dispuesto para tener sexo, tan lubricado y ansioso que era contradictorio.

- No quiero… ¡detente ahora mismo!

Pero entró en él nuevamente, sujetándolo de los tobillos, doblándolo en dos en aquel asiento que lo engullía. Su penetración era tan profunda que Novak apenas si pudo soportarlo.

- Ahhhh….

En este punto sus gemidos surgieron libres, sonrojando sus mejillas.
Rayos…
Era tan bueno… tan enloquecedor…
Lo tenía de frente a él, sus ojos grises eran inquietantemente claros y nítidos.

- Tu cuerpo lo quiere, yo lo quiero… ¿por qué luchas?

Su cerebro debía estarle inyectando toda la serotonina que tenía, porque sintió una oleada de dicha que drogó su resistencia. Cerró sus ojos intentando controlarse, pero a cambio sólo sintió con más intensidad a ese hombre haciéndolo suyo con pasión.

¡Se sentía demasiado bien para resistirse!

Sus pies habían quedado sobre los hombros de su amante, por lo que Daniel le sujetó de la cadera, alzándolo un poco, cambiando el ángulo con el que lo invadía. Y así, disparando una inquietante y renovada carga de puro placer.

Intentó empujarlo, pero no supo por qué no daba resultado. Era incapaz de pensar claramente, era demasiado obvio que había perdido esa batalla.

El moreno besó su cuello, recorriéndolo todo y murmurando algo en portugués que no logró entender en absoluto: “Não consegui deixar de pensar em ti".

Se lo hacía… ahora con más velocidad, con más profundidad, con más pasión, buscando un clímax para los dos.
Y obraba perfectamente, no pasó mucho tiempo para que Kyan comprendiera que era demasiado tarde para volver atrás, que en la carrera hacia el final ya iba a todo galope.
Quería correrse también…

- ¡Basta!

Pero entonces, las estocadas tomaron más fuerza. Hasta el punto de empujarlo hasta el límite del asiento. Kyan tuvo que poner las manos sobre su cabeza para no golpearse con la puerta, apretaba los dientes con fuerza, jadeando sin poder controlarlo.

¡¡Iba a venirse!!

Las imágenes que sus ojos veían fueron perdiendo el sentido.
Tal como Lascurain había dicho, su lucha no tenía lógica. Sólo aquella fruición la tenía, explotándole en el cerebro.

Lo escuchó jadear casi con la misma potencia con que se escuchó a sí mismo y lo sintió venirse también.

Su cuerpo se derrumbó sobre el suyo, tan pesado como era.
Sus carnes parecían llamarse. Kyan se sentía totalmente dopado. Por un segundo, no pudo hacer nada salvo intentar volver en sí.

Quería más. Tal como esa noche, quería más…
Sus entrañas estaban hambrientas todavía de ese hombre.
Si él se recuperaba pronto…

¡No!

Lo empujó tan fuerte que prácticamente lo arrojó al otro lado de la cabina.
Se incorporó y no tardó nada en comenzar a vestirse. Su pecho y sus mejillas estaban salpicados de una mezcla de vergüenza y placer.

Daniel lo miraba sin comprender aquella reacción inesperada.
- ¿Estás bien?

- ¡Cómo podría estar bien!- reclamó casi en un grito- ¡Te dije que te detuvieras!

- No te molestes así. No te he lastimado, ¿o sí?
Eso le hizo sentir un momento de duda, que decidió asesinar.
- Kyan…

Él miró hacia afuera, para no verlo más. Entonces ubicó por donde  se encontraban. Avanzaban sobre las calles de Kirchberg, sobre Kennedy a pocas cuadras de Muggen. El tiempo había volado dentro de esa cabina.

El asesor se vestía rápidamente, casi con violencia.

- No puedo esperar el momento en que termine esto- susurraba para sí mismo furioso.

El arquitecto también vio entonces a su alrededor pero no sintió el mismo alivio de que ese paseo en limousine hubiese terminado. Procedió a vestirse de igual manera, pero lo hacía sin el entusiasmo del otro.

Iba a decirle algo, pero apenas el coche comenzó a detenerse, Novak abrió la puerta y salió, dejándolo confundido por aquel abrupto movimiento.

El joven asesor sintió al frío acuchillándole el cuerpo una vez sin la calefacción ni el calor de aquella presencia. Hacía unos segundos había estado sofocado por el sexo y al otro se encontraba en plena calle a menos tantos grados. Se apretó el abrigo y caminó rápidamente lejos del vehículo y de su dueño.

Pero para su desgracia, Lascurain lo seguía. Había bajado la ventanilla y decía alto:
- Pareciera que estás huyendo.

Su voz podía ser escuchada por todos los que estaban en la acera.
El luxemburgués lo miró con ojos de fuego.

- ¿No estás satisfecho ya? ¡Deja de seguirme!

Pero entonces escuchó algo que no esperaba, ni siquiera de él.
- Cena conmigo.

Eso logró detener su acelerada marcha por alejarse. La expresión de indignación que le lanzó indicaba que encontraba esa propuesta poco menos que ofensiva.

- ¡Absolutamente no!
- ¡Cena conmigo!- gritó esta vez.

El asesor fue consciente entonces de que la gente los escuchaba. Aquello constituía un ridículo que no podía permitir.

- Estamos a una cuadra de donde trabajo, ¡cualquiera puede reconocerme aquí!
  ¿Quieres parar esta escena?

- Sólo si cenas conmigo- repitió, sin ningún visto de que eso fuera una broma-
  Prométemelo y me callaré.

Era evidente que no pensaba irse hasta obtener una respuesta.
Entonces reconoció a un grupo de colegas a pocos metros adelante. Ya se giraban para ver la lujosa limousine.

- Kyan, cuando quiero algo no sé detenerme. ¿Entiendes lo que digo?
- ¿Me estás amenazando?

El rostro de Lascurain se descompuso.
- ¿Por qué siempre interpretas lo peor de mis palabras?

Ya era tarde. Sus compañeros de oficina miraban en su dirección. Seguramente lo reconocían.

- Una cena. Y eso es todo- condicionó el asesor, ya en su límite.
- Dame tu palabra.
- Vete a la mierda, Daniel- contestó, esta vez intentando contener su voz para no subir el
  volumen.

El arquitecto volvió a sentarse en su vehículo. Su vidrio polarizado comenzó a subir lentamente, sus ojos grises algo inconformes desaparecían tras el cristal. Pese a que había accedido al final a tener sexo con él, el guallen no parecía muy complacido.

No es que eso pudiera importarle un comino.

Kyan ya no sabía que era lo que desbocaba su corazón, si el miedo de ser expuesto, el enojo o los residuos de aquel placer.

Se acomodó frustradamente el cabello que seguro lucía como el de un demente.
¡Maldito estúpido!
Su sangre hervía en sus venas mientras caminaba iracundo hacia las oficinas de Muggen cuando de pronto se topó con su amigo.

El italiano estaba cubierto de fina capa blanca, su largo cabello rubio había atrapado varios copos y llevaba una chaqueta color verde agua que combinaba con sus ojos esmeraldas. Al encontrar su mirada con la suya, éste sonrió con esa dulzura que pocas veces le dedicaba a la gente.

- Vine por ti para almorzar, aunque parece que tendrás que comer ligero dada la cena que
  tienes pendiente.

- No es divertido- aseguró pasando a su lado.

- Me parece que tienes mucho que contarme, amico- sentenció Baladi con una
encantadora expresión en su hermoso rostro.

Si, era lo más lógico, contar tus desgracias a tu mejor amigo.
Pero Kyan se sentía avergonzado de todo lo que hasta ese instante le había permitido hacer al engañosamente formal tipo vestido de Tom Ford.
Maldijo su nombre en su mente cien veces, casi como un mantra de odio.

 

 

Continuará..,

 

Notas finales:

Ok, después de esto creo que le voy a bajar al lemon un poco... ¿será que me estoy pasando?

 


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