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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Supongo que a otros escritores les pasa lo que me pasó en esta ocasión, pero para mí es la primera vez!

Hoy desperté temprano porque me cancelaron una clase y me disponía a actualizar, cuando dando la última revisión me dí cuenta de que faltaba algo! Pasé cosa de una hora dándole vueltas al asunto en mi cabeza, ¡claro que no podía subir el capítulo como estaba! Así que me puse a escribir largamente, toda la mañana! Todo lo que necesitaba soltar y abordar.
 

Lo que me tomó 10 días escribir, me tardó unas horas de desbaratar! Quizá debería darle más tiempo a actualizar para mejorar lo que impulsivamente agregué, pero me siento satisfecha -casi porque nunca lo estoy del todo- espero que les guste lo que hice!

Sobre todo andaba muy cerebral pensando que he bajado el interés de los lectores en la historia, cosa que me pone muy mal!

En fin, dramas de escritor.

 


Llamó a miss Hoffman mientras iba de regreso a casa, al llegar preparó una maleta de viaje y apenas la cerraba, ella lo llamó de vuelta.

Esa mujer a quien sólo conocía de voz, en pocas y a altas horas de la noche había arreglado absolutamente todos los detalles de aquel viaje. Ella era la asistente del presidente de LD y todo ese asunto era sin lugar a dudas bastante alejado de lo que debía ser en realidad su trabajo en la constructora, pero tal como había dicho Lascurain, ella parecía verdaderamente decidida a ayudarles. No pudo agradecerle lo suficiente al teléfono pero estaba determinado a conocerla y decírselo en persona en cuanto hubiera la oportunidad.

Mal durmió un par de horas y volvió al Hollerech. Ésta vez no tuvo problemas para acceder al penthouse, sin embargo lo último que habría esperado es que fuera un pequeño de rizos negros quien le abriera la puerta a las seis de la mañana. Lo miraba con intriga desde el otro lado del umbral, sin saber muy bien qué hacer.

La joven morena que el día anterior le había hecho sentir celos entrando al hotel del brazo de Reiner, llegó en ése momento y le dijo algo al chico en portugués que creyó entender significaba que no abriera la puerta sin pregunta quién era.

- Gudde Moien, Här Baladi- lo saludaba la chica cambiando de idioma al luxemburgués
  al tiempo que le daba el paso.
 
- Buenos días, ¿se encuentra el señor Köhler?- preguntaba a sabiendas de que Reiner no
  estaba en condiciones de estar en otro lado.

- Sí, señor. No tardará en estar listo, pase por favor- entraban los tres, el chico caminaba
  en las faldas de la joven, parecían ser cercanos, quizá ella fuera su niñera. Lo miraba con
  curiosidad en sus grandes ojos negros mientras avanzaban.

Fue llevado a la sala donde hacía pocas horas había hablado con el peliplateado. Con todas las luces prendidas poco quedaba del aire sofocante y tenebroso que había existido horas atrás.

- Sabes mi nombre, pero yo fallo en conocer el tuyo- dijo Enzo cuando vio que ella se
  marchaba.

- Lo siento- pareció un poco desconcertarla al darse cuenta de que no habían sido
  formalmente presentados- mi nombre es Aitana.
- Un placer. Puedes llamarme Enzo y no es necesario que me hables de usted.

Ella asintió sonrojada, era una chica hermosa. Quiso llevarse con ella al chiquillo, pero él al darse cuenta que se marchaban, prefirió rodear la mesa de centro de la sala y se sentó en la alfombra, mirándolo fijamente.

Aitana espió el rostro del recién llegado y luego preguntó si había algún problema.
- No, claro que no, me gustan los niños- aseguró.

Segundos después él y el chico se quedaron solos en aquel espacio.

Ese crío… era idéntico a Daniel, sin los ojos grises. No se necesitaba ser un genio para saber que era el pequeño Lascurain.

¿Qué hacía ahí? ¿Estaba Daniel ayudando a prepararse a Reiner y había traído con él a su hijo? Era extraño pensar que anduviera con él y no con su madre, sobre todo a esas horas.
Quizá… ese niño había querido despedirse, tendría sentido si es que no esperaban que el inversionista volviera de aquel viaje…
Sintió un nudo en el estómago generado por aquel pensamiento, ¡no, no debía volver a pensar de esa manera, bajo ninguna circunstancia!

El chico se recargaba en la mesa, mirándolo con curiosidad infantil, analizando su rostro.
- ¿Te llamas Baladi?- preguntó al fin, hablándole en luxemburgués. Había notado que en
  ese idioma debía referirse a él, era un chico listo- es un nombre extraño.

- Mi nombre es Enzo, mi apellido es Baladi, significa canción en italiano.

- Eres muy lindo, pareces una chica- dijo en respuesta, con toda naturalidad.

Aquello le hizo reír.
- Ya me lo han dicho, pero soy un hombre, te lo aseguro.

- ¿Eres italiano?- inquiría el morenito sin despegarle la vista.
- Sí. ¿Y tú? ¿Portugués?- El pequeño asintió, feliz con la deducción.
- También soy luxemburgués.

Su madre debía ser una local, concluyó, la esposa de Daniel.
Sin embargo… algo no parecía encajar y no supo exactamente qué era.

- Do you speak english as well?
- Yes!
- Français?
- Oi!
- Deutsch?
- Ja!
- Algún otro?
- Podría aprender italiano, si me enseñas- respondía ingeniosamente- me sé algunas
  palabras.

- Hablas cinco idiomas, eso es increíble para tu edad.
- Tú también hablas cinco idiomas, ¿no?

Había hecho la cuenta también.
¡Ese chico era brillante!

- Podríamos decir que seis, pero el siciliano no es un idioma en realidad. Y mi
  luxemburgués deja mucho que desear. ¿Lo dejamos en 5 entonces?

El chico asintió, entretenido con esa charla.
Baladi sentía interés por ese pequeño pero no era su papel indagar por sus padres, ¿tenía sentido pretender confirmar lo que ya sabía?
Pero… algo dentro de sí mismo sentía la necesidad de asegurarse.

¿Estaba dándole a Daniel el beneficio de la duda?
Se estaba ablandando.

- Ya te dije mi nombre, pero no sé el tuyo- planteó su duda sin hacerla una pregunta.
- Josú.
- ¿Es un nombre español?
- Euskera. Mi abuelo es catalán/portugués- explicó.

- ¿Cuál es tu apellido materno?

Josú no pareció entender qué significaba eso.
- Yo me llamo Enzo Baladi Leone- dio como ejemplo para facilitar su comprensión.

- Ah, yo soy Josú Eddard Miller Lascurain.

¡¿Qué acababa de decir ese crío?!
- ¿Miller?

Los Lascurain y los Miller…
- ¿Tu padre es Roger Miller?

Su sorpresa hizo dudar al chico, pero afirmó con la cabeza.

- ¿Y tu madre?

- Enzo, ¿no es así?- dijo una voz de pronto, interrumpiendo.

Una hermosa morena aparecía, impolutamente arreglada pese a la hora. La recordaba de tiempos muy lejanos, 8 años atrás.
Apenas si la había tratado algunos días en ese entonces, pero sabía que era algo así como la mejor amiga de Köhler. Esa preciosa y refinada fémina de toque impecable que viajaba con Reiner, hacía de ese par un equipo de jóvenes ricos, glamurosos y atractivos.
Su primera impresión de ambos es que eran una pareja, pero no tardó en comprender que no era así.
Y si ella estaba ahí, seguramente seguía siendo muy cercana del alemán.

- ¿Victoria?

Había tenido que pensar en su nombre, ¡ocho años eran un largo tiempo!
Fallaba en acordarse de su apellido, pero comenzaba a sospechar cuál podría ser.

- Me recuerdas.
- Y tú a mí.
- Por supuesto, le rompiste el corazón a Reiner, sé exactamente quién eres.

Era tan ácida y directa como en sus memorias. Por un segundo le recordó a cierto financiero sarcástico.
Una arruga se creaba en la frente de aquella mujer, era claro que no le encantaba aquel reencuentro, sin embargo, no ahondó en aquella acusación.

- Y aún si no fuera así, ¿cómo olvidar a alguien cómo tú?
  Josú, ve con tu tio, ayúdalo a supervisar que todo esté listo por favor.

El niño hizo una cara de inconformidad, era claro que quería quedarse y seguir la plática con él pero no repeló, obedeciendo.
Baladi iba a preguntar por ese chico, pero ella se adelantó.

- Recuerdo perfectamente la primera vez que te vi.
  No parecías como un jet setter, aunque era claro que venías de una familia poderosa.
  Envolvías a la gente con tu carisma, lo habías envuelto a él sin duda- se sentaba en el
  sillón frente a él, cruzando las piernas con aire de autoridad.

  Reiner estaba tan entusiasmado respecto a ti que ni se molestaba en disimularlo, te
  presentaba como si fueras un descubrimiento, quizá en cierta forma lo eras. Después de
  todo, él mismo me dijo que no había sentido por nadie lo que sentía por ti.

No había esperado escuchar eso, y menos hacerlo de una forma tan casual.

- Voy admitir que tuve celos de ustedes, de tener que competir por la atención de Rein,
  así que decidí irme y dejarlos vivir su idílico romance.

  No creo que sea necesario decir que mi opinión respecto a ti no fue muy favorecedora
  cuando lo botaste de la manera en que lo hiciste. Pero también es cierto que Reiner tuvo
  gran parte de la culpa por enamorarse tan ridículamente de ti. En ése entonces, poco
  entendía del amor yo misma.


Esa plática comenzaba a incomodarlo, claro, nadie le gustaban las acusaciones por más que fueran ciertas.
Era mujer… sabía toda la historia entre ellos. Era vergonzoso escuchar de la voz de alguien más lo egoísta que había sido con Köhler en el pasado.

Bien podía impedirle seguir y decirle que aquel no era asunto suyo, pero la dejó continuar, aceptando sus culpas. Ella seguramente debía haber querido decirle eso desde hace mucho y lo permitiría. Merecía escuchar todo eso.

- Cuando te vi en el Vinnart con él, comprendí que la historia estaba a punto de repetirse,
  le advertí que tuviera cuidado con sus sentimientos y él me dijo que sabía lo que hacía.
  Su exceso de confianza ya probó ser un defecto de carácter.

¿El Vinnart?
Hablaba de la inauguración de Abrianna.
Ella había estado ahí pero no recordaba haberla visto, pero claro, había sido un evento caótico y había pasado la mitad de la velada intentando poner orden.
¿Ella vivía en Luxemburgo entonces?

- Honestamente, no me alegraba que hubieras reaparecido en su vida, pero sólo podía
  darle consejos que sabía que ignoraría.

  Cuando se enteró de lo que le pasaba, se puso en riesgo yendo a tu encuentro una y otra
  vez hasta que su salud se lo impidió. Yo no creía que valiera la pena tanto esfuerzo, lo
  digo a riesgo de sonar incordiosa.

  Rein siempre me ha contado lo que pasa en su vida. Por eso sé quién eres y lo que
  significas para él- aseguraba con una expresión fría- No soy una persona de muchos
  amigos, pero Rein lo es y definitivamente me importa lo que le pase. El que volvieran a
  estar en contacto ustedes dos me hacía temer por sus salud emocional, estaba
  convencida de que ibas a portarte tan imbécil como lo fuiste hace años.

Y justo cuando el italiano comenzó a pensar que ella en verdad lo detestaba, ella agregó algo inesperado.

- Pero… me has probado que estaba equivocada, que tu presencia es justo lo que
  él necesitaba para tomar la decisión de operarse.
  Supongo que me alegra que estés aquí y lo apoyes, pero… si existe alguna posibilidad
  de que lo abandones justo ahora, en el estado en que se encuentra… no podré
  perdonártelo esta vez.

- No lo haré- dijo por fin, ¡eso sí valía la pena la interrupción!
  Me alegra que alguien vea por él, Victoria. El que me reclames lo que hice en el pasado
  me hace entender que de verdad te preocupas por él y quiero asegurarte que las cosas
  serán diferentes ésta vez.
  Él cuenta conmigo incondicionalmente, haré lo que sea necesario para probarlo.

Ella parecía tener sus reservas al respecto, cruzando los brazos con cierto aire desafiante. Pero no dijo nada más.

Enzo entendió que tenía que retomar el control de aquella charla, averiguar aquello que ahora estaba comenzado a inquietarlo de más.

¿No Daniel había hablado en plural cuando se refería a que habían intentado convencer a Köhler de someterse a la cirugía? Ese plural de pronto la involucraba a ella y comenzaba a imaginar que ese niño portugués debía ser hijo de una preciosa morena como ella.
¿Estaba siendo absurdo?

- No te culpo por ser escéptica, Victoria. Sé que no tomé las decisiones correctas antes.
  Reiner tampoco me creía cuando le dije que de verdad quería estar a su lado y se negaba
  a hablar conmigo. Fue su socio el que me permitió verlo, Daniel confió en mí y espero
  que tú también lo hagas.

Si Victoria era amiga de Köhler, claro que sabía quién era esa persona que acababa de nombrar. Incluso más allá de sus sospechas, las familias acomodadas siempre se conocían entre ellas.
“Miller-Lascurain” pensaba, era otro ejemplo de eso.

- Eso no lo sabía, pero no me sorprende, Enzo. Ciertamente los Lascurain somos
  conocidos por cuidar a los que queremos con ferocidad.
 
“Somos” acababa de decir.
Era cierto entonces.
¡Supo exactamente quién era ella!

- Deberías conocer a mi amigo Kyan Novak, Victoria- le dijo de pronto.

Los grandes ojos de aquella mujer se clavaron inquisidores en los suyos, poco a poco pudo ver como su bello rostro iba resolviendo a su vez una duda tras otra.
¿Estaba pensando lo mismo que él?

- ¿Novak es amigo tuyo?

Él asintió, leyendo las reacciones que había provocado en ella.
- Creo que deberían tener una charla ustedes dos.

Si Victoria no era la esposa de Daniel, Key debería saberlo.
No quería ser ningún tipo de ayuda para ese bastardo, pero sugerir un encuentro entre Victoria y Kyan no era técnicamente abogar por ese portugués, ¿o sí?

De cualquier forma, era muy tarde para retractarse y aquello sería lo único que haría por Daniel. Se lo juró a sí mismo.

Y Kyan merecía saber la verdad, aunque eso inclinara injustamente la balanza hacia ese sujeto, porque sabía perfectamente que la idea de haber obrado, sabiéndolo o no, en contra de una familia, torturaba a su fratellino que había crecido sin una.   

- ¿Sabes, Enzo? Esa es una idea simplemente estupenda.
  Se me hace tarde en conocer a ese hombre se ha metido tan adentro de Daniel.

Reiner salía de su habitación, Josú lo llevaba de la mano. Andaba lentamente en su obscuridad, con el cejo fruncido y mucha pesadez.
Verlo, hizo que todo el asunto de los Lascurain pasara a segundo plano.

Enzo se puso de pie, víctima de la angustia. Reiner no lucía nada, nada bien, estaba tan pálido como la nieve.
- Rein… ¿cómo te sientes?

- Supongo que tan bien como me veo- fue su respuesta cargada de malestar.

- Rein- lo nombró ella también, llegando a su lado, le acomodaba el cuello de la camisa.
  De pronto toda la dureza que había mostrado hasta entonces desaparecía cuando se
  trataba de él- ¿todo listo, querido?

- Sí. Gracias por venir Vi.

- No tienes ni que decirlo. Quería verte antes de que te marcharas y Josú también.

El hombre suspiró, ¡parecía tan agobiado!
Eso llenaba de temor a Enzo.

- ¿Por qué no me dejas acompañarte, necio?- reclamaba ella, como si hubiera no querido
  hacerlo.

- ¿Estás bromeando? Ni siquiera yo quiero ir- contestaba, volviéndolo una broma- pero se
  lo prometí a este precioso rubio- dirigió su vista en dirección a dónde había oído su voz-
  las cosas que uno hace por amor- ironizó.

Victoria lo abrazó suavemente.
- Ésta no es una despedida real, Rein. Nos veremos a tu regreso.

Köhler no contestó.
Sus brazos la estrechaban de vuelta en un gesto que parecía innecesariamente seco.

- Enzo, cuida de él por favor- dijo ella entonces, con cierta severidad, dándole a entender
  que no estaba exactamente pidiéndolo.


- - -



No volvió a pensar en Victoria ni Daniel el resto del día, tenía otras preocupaciones.

Estaba resultando ser un día muy largo y pesado.
Muy temprano en la mañana habían arribado a Alemania y habían pasado toda la mañana en aquella clínica privada, en medio de electrocardiogramas, resonancias magnéticas, muestras de sangre, esperas interminables. Reiner pasaba de un lado a otro como si fuera un cuerpo solamente, un ser ciego y adolorido. Podía ver cómo todo aquello lo abrumaba, lo debilitaba y Enzo no podía hacer nada salvo intentar distraerlo, sujetarle la mano, buscar a como diera lugar sacarle una sonrisa… pero era imposible.

Köhler apenas si hablaba, se movía con agonía, tenía una expresión llena de estrés en su rostro que siempre había visto lleno de confianza… ahora comprendía, estaba bajo mucho dolor y luchando por soportarlo. Lo cierto es que era un mal enfermo y su mal humor no fallaba en tensar el ambiente.

En cierto punto, mientras aguardaban a que llegara su auto rentado con Viriato manejándolo, el alemán simplemente se encogió sobre sí mismo y tensó su cuerpo, no escuchó nada de lo que intentó decirle el rubio, apretaba los ojos, su respiración se entrecortaba mezclándose con un quejido profundo.
Su mano fuerte y grande le apretó la suya, tanto, que dolió intensamente.

Estaba teniendo algo parecido a un ataque de agonía. Era angustiantemente evidente.

Comprendió que no había nada que hacer, se quedó a su lado sin decir una palabra soportando el intenso ardor de aquel agarre hasta que, lo que pareció una eternidad después, el otro le soltó la mano.
Caía rendido en su hombro, pesado como era, sus ojos ciegos brillaban por las lágrimas que se negaban a salir por completo.

- Ahh… mierda… Enzo… -murmuraba apenas entre jadeos- por favor… ¿podrías darme
  un somnífero?
  No puedo… no soporto más.

Se había hecho el fuerte todo el día, no habría esperado algo diferente de él, pero ahora entendía que debía estar realmente sufriendo lo imposible.

Le mataba de desesperación verlo así, pero no podía dejar que se notara en su voz, ni en su actitud. Se había dicho a sí mismo que sería el mejor apoyo que existiera y estaba determinado como nada en el mundo a cumplirlo.


- -


Cuando volvieron al hotel en que se hospedaban en el costoso barrio berlinés de Charlottenburg, Reiner ya estaba inconsciente.
Entre Baladi y Viriato lograron subirlo a la suite y lo dejaron recostado en el sillón de la sala. Su cuerpo era tan grande y era peso muerto por lo que aquello requirió mucho esfuerzo por parte de ambos.

Esa preciosa y amplísima suite en que se encontró el italiano de pronto, era extrañamente lujosa y triste. Todo estaba en un extraño silencio.

Decidió no dejarse llevar por ese sentimiento y fue a la cocina, era una habitación magnífica, con todo para cocinar algo grandioso. Abrió el refrigerador estilo French Door y lo encontró lleno. Aitana le había conseguido todo lo que le había dejado en su lista de compras.

Él era una persona social, la soledad en ésos momentos le haría mal así que marcó a la doncella que llegó de inmediato, al verlo sacando cosas se ofreció a cocinar, pero Baladi quería ser quien lo hiciera, sólo buscaba un poco de compañía.

Pasó un rato con la joven portuguesa hablando en mal luxemburgués con ella acerca de temas simples y alejados de la muerte, la morena parecía esforzarse también en aligerar aquella charla, era una chica sencilla y adorable, y al igual que Viriato e Hilda, con una sincera preocupación por los demás. Al parecer, la gente de la que se rodeaba Daniel, era así, buenas personas.

Tan pronto todo estuvo terminado, la joven de largo cabello negro se dispuso a limpiar, pero Enzo le pidió nuevamente que le dejara todo a él, y ella se marchó a su cuarto, pisos más abajo, recordándole innecesariamente que estaba a una llamada de distancia.

Mientras dejaba todo listo, se dijo a sí mismo que retomaría sus clases de cocina lo antes posible, para lograr ser mejor cocinero y poder preparar a la perfección todo lo que el germano pudiera desear. Quería que él se recuperara lo antes posible, haría que esa palidez y el peso que había perdido en tan pocos días, se fueran como si de un mal recuerdo se tratasen.

Cuando la comida estuvo lista, fue a verlo.
Él seguía profundamente dormido en aquel sofá, completamente lejos de ahí.
Por lo menos donde estaba… no sentía dolor.

Aguardaría a que despertara para hacerle comer. Lo dejaría descansar.

Lo contempló en silencio.
Pese a todo lo que ocurría, ese hombre era muy guapo, sus rasgos masculinos eran simétricos y hermosos… verlo inmóvil y ausente era extraño, porque él era pura fuerza y movimiento.

- Reiner- murmuró su nombre, recostándose a su lado. El enorme sillón en L podía   
  contenerlos a ambos sin ningún problema.
Se acomodó en su pecho, abrazando su torso.

Ya todo estaba listo, la mañana siguiente el inversionista entraría a quirófano y no era el único que necesitaría tener la mente despejada de dudas.
Pero si Enzo contaba con alguna certeza en aquel desolado escenario era esta: lo que sentía por ese hombre era verdadero. No se iría de su lado. No lo dejaría que pasara por todo aquello solo, pasara lo que pasara.

Treinta por ciento posibilidades de éxito para una cirugía… era una estadística terrible, pero era algo, era el chance de ver a Reiner vivo para la tarde del día siguiente…

Jamás lo hubiera convencido de realizarse una operación tan peligrosa si se tratara sólo de su vista, había considerado la idea de que Reiner se quedara ciego el resto de su vida y… lo aceptaba, honestamente lo aceptaba. Lo amaba y el que no pudiera ver no cambiaba nada, quería estar a su lado sin importar las condiciones.

Aunque la noche anterior se había enterado finalmente de todo y había tomado decisiones al instante, en los tiempos muertos de esa mañana había tenido tiempo de reflexionar. ¿Había sido egoísta pedirle que se operara? No, no lo creía.

Lo que ocurría hacía peligrar su vida también y al asunto no terminaba ahí, su estado actual hacía de cada día una auténtica tortura, el glioma presionaba sus nervios ópticos pero también aumentaba su presión intracraneal y le provocaba un dolor indecible que nada calmaba salvo los somníferos.

¡No podía verlo sufrir así! ¡Interminablemente!
Una vida como la que vivía en ése momento, ¡no era una vida!

Rodeó su cuerpo con sus brazos, él estaba tibio, llevaba varias horas dormido.
Pudo escuchar, tan cerca como estaba, su palpitar lento. Ese sonido le traía alivio, era vida, la vida de quien amaba. Y mientras ese corazón latiera… no se rendiría.
No dejaría que sus miedos entraran en él, Enzo debía ser quien le diera esperanzas.

Pero, ¿qué tan iluso estaba siendo en realidad?

La muerte pesaba en ese lugar, traía pesimismo a sus pensamientos, nublaba la visión del futuro que quería junto a él, se escondía dentro de su mente susurrando posibilidades horrendas.

Reiner dormía así que… no pudo evitar llorar en silencio.
¡Lloró clandestinamente en sus brazos porque estaba aterrorizado y no podía mostrarlo ante nadie!

Tenía que ser fuerte. Tenía que ser fuerte. Tenía que ser fuerte.




Continuará...

 

Notas finales:

Ari, mi respuesta a tu review del capi trae pegada la respuesta a otro review! Que verguenza!
Pido disculpas por el lio, no se que me pasa a ultimas fechas.


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