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La vida de Daniel Phantom por AngleBits

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         Habían pasado varios días desde mi cumpleaños y  los regalos de Remy solo seguían llegando en oleadas. Hoy me entregaron uno más, cuando salí a tirar la basura el chofer de Remy me abordo: un ordenador nuevo de lo más vanguardista fue lo que recibí esta vez. Pase varias horas buscando la manera de encenderlo puesto que no tenía ni un solo botón visible y el manual solo tenía indicaciones en japonés. Cuando por fin pretendía rendirme solo le ordene con mi voz que encendiera y el aparatejo se echó andar silbando con suavidad. No lo podía creer ¿Qué rayos estaba pensando al enviarme algo así? Debió costarle una fortuna. El pensamiento  hiso nudos mi estómago.
        Quería lanzarme por la ventana, pero tenía miedo de abollar el lujoso auto que estaba estacionado debajo.
       Sentado desde la cama tamaño imperial, que también era parte de los presentes, observe mi cuarto. Me sentía como en los aposentos de un rey. Exhale desanimado. Ese ya no era mi vieja y desaliñada habitación. Todos los regalos eran parte de una remodelación bastante elaborada.
        Dialice las manos por las mantas que eran de un color azul muy agradable; eran bastante suaves. Debía ser satín o seda, pero eso no me importaba.
        Mi cama ahora tenía un dosel de madera de un profundo negro y unas cortinas color vino. Era como estar en la habitación de Sam, solo que menos oscura y tétrica.
        Sam. Dios ¿cómo la enfrentaría? ¿Qué explicación le daría? Oye Sam, me enamore de un tipo que me hace sufrir y oh también descubrí que siento algo por Dash Baxter el idiota que siempre nos molesta. Estoy completamente seguro que ella dejaría de hablarme, pero merecía saberlo. Yo la engañe y no le mentiría, eso solo empeoraría todo. La confrontaría y aceptaría la decisión que ella tomara.
        Me derrumbe sobre la cama y cerré mis ojos. Mi mente era un desastre al igual que me vida en estos últimos meses. Había tantas preguntas persiguiéndome. ¿Cómo había acabado arrinconado de esta forma? Antes solo era cazar fantasmas y regresar a casa a tiempo para cenar y realizar los deberes de la escuela, pero no más. Algo en mi me decía que jamás volverían esos días y eso me aterraba.
       La zona fantasma, irónicamente, ahora parecía un pueblo fantasma. ¿Qué había pasado con todos ellos? La aparición de las fuerzas militares. Marshall. Los espíritus que ahora eran lo único que podía ver en todos partes. Debías ser un completo retrasado para no darse cuenta que todo estaba estrechamente relacionado. Había algo en Amity Parck y lo necesitaban con desesperación, nada los detendría. Esto ya había pasado y Marshall estuvo presente. El me oculto lo que está por venir, pero yo lo había visto y no dejaría que pasara de nuevo. No permitiría que nadie en esta ciudad muriera. Pero estaba demasiado perdido y la deriva en un mar de preguntas como para poder tomar cartas en el asunto.
       Gire mi cabeza para ver el calendario en el muro. El regreso a clases estaba a vuelta de esquinza y con ello el retorno de Sam y Tucker. Arreglaría todo con Sam y sin importar su decisión buscaría la manera de detener el mal que se acercaba.
       Mi siguiente problema en la lista: Dash Baxter. Por alguna desafortunada razón el ahora desarrolla habilidades fantasma. No tenía idea de que pudiera causar algo así en el cuerpo de las personas. Me preocupaba que en algún punto todo saliera de control y terminara convirtiéndose en un monstruo como paso hace tiempo con Tucker. Yo y mis terribles decisiones.
      Ahogue un suspiro, no era momento para lamentarse tenía que arreglarlo, pero nuevamente llegaba a un callejón sin salida. ¿Cómo podría revertir el daño? Cuando ni siquiera sé cómo lo cause.
      Esta horrible sensación. Todas las puertas cerraban con un fuerte portazo en mi cara.
      Al menos la oscura habitación escondía bien mi expresión afligida. Mama había entrado varias veces a preguntarme como estaba, por suerte mi voz sonó del más normal. Debe sentirse bastante culpable por irse en mi cumpleaños, aunque es algo que me tiene sin cuidado. Debería actuar más como papa y no darle importancia a esas cosas.
      No debía perder el tiempo teniéndome lastima, las personas corrían peligro y por alguna razón, quizá, era mi culpa.
      De un salto salí volando por la venta dejando mi hogar atrás. La ciudad pasaba debajo de mí. Ahora parecía más viva que antes. Varios chicos regresaban de sus vacaciones para alistarse a nuevo ciclo escolar. Suspire. Por una vez... tan solo quisiera pasar un día normal. Muy en el fondo sabía que eso ya no tenía un lugar en mi vida.
     No paso mucho tiempo antes de que el bosque apareciera debajo y, alzándose entre los gigantescos árboles, el siniestro castillo del hombre más insoportable que alguna vez pude conocer.
    Pasando a través de una de las enormes ventanas de la torre más alta, entre al gran comedor donde había estado la última vez. Todo parecía haber sido reparado.
     -Oh, querido hijo de la adorable Maddie, ¿a qué se debe tu indeseada presencia?- Dijo Vlad Masters desde el fondo del comedor, sentado con los pies sobre la mesa y tomando vino de un copa que sostenía entre sus dedos -¿Acaso olvidaste destruir alguna cosa en tu ultima vista?- Con un hilo de voz casi cantándolo, miro a Daniel con desaprobación como era costumbre. Daniel lo ignoro y repaso la mirada por todo el gran comedor. Varios candelabros de araña colgaban muy en lo alto. La música clásica resonaba con suavidad. Aunque no había ningún visitante, a lo largo de la gigantesca mesa de madera donde cabían fácilmente quinientas personas, varios platos se encontraban dispuestos, pero sin alimentos.
      La luz que pasaba por los cristales de las ventas tras Daniel, dibujaban su sombra al frente, sobre la alfombra color vino. El calor le punzaba en la espalda así que avanzo hasta primera silla bajo la sombra.
      Al otro extremo, la chimenea tras Vlad ahora estaba encendida.
      -No tengo tiempo para tus estupideces, Plasmius. Quiero respuestas y las quiero ahora.-
Daniel lo miro fijamente. Vlad dio un sorbo a la copa y el dejo en la mesa. Una sonrisa peculiar y sombría se dibujó en su larga cara.
      -Entras a mi humilde morada sin ningún permiso y me exiges respuestas. Te recibo cuando estas en problemas y ¿así es como me lo agradeces? Con una intolerable insolencia y mala conducta. Si la pobre Maddie pudiera escucharte quedaría devastada. Por otro lado esa arrogante feseta tuya y tú desdén por las normas, me recuerdas tanto a mí en mis días de juventud- Vlad sonrió y miro la copa recordado viejas historias. Su sombraba bailaba al compás del fuego.
      -Tu y yo no somos en nada parecidos, No soy un asqueroso pervertido empedernido- Daniel entorno los ojos con ira, le asqueaba la idea más que otra cosa.
       -Ah, ¿Enserio? Qué hay de esa chica ¿Cómo es que se llamaba?... ah sí, Paulina- La mirada de Daniel se volvió acida. Vlad sonería con sorna.- Aun eres un chiquillo estúpido que actúa de manera impulsiva. Si respondo tus preguntas ¿Qué evitaría que fueras a meterte con una persona equivocada? Solo conseguirías que te maten. El enemigo que enfrentas no estúpido, te conoce mejor que nadie. Si te vuelves un problema no dudara en eliminarte. No soportaría ver a La frágil Maddie destrozada por culpa de su estúpido hijo-
       Daniel temblaba de ira, pero Vlad tenía razón el no sería el único en sufrir si algo salía mal. Intento tranquilizarse y profirió un gran suspiro.
       -Parece que estás dispuesto a escuchar- Dijo Vlad. En un parpadeo había desaparecido de la mesa, ahora estaba justo detrás de Daniel mirando por la ventana hacia el bosque. Cientos de luces flotaban sin rumbo.
       -Te diré lo que sé, ¿pero antes quiero que me respondas una simple pregunta?-
         Daniel guardo silencio. No le apetecía escuchar otro de sus intentos por convencerlo de ayudarlo a ligar con su madre.
        -¿Qué cosa es?- Pregunto Daniel dudoso
        -Dime mocoso ¿Qué es lo que vez por la ventana?- Vlad se apartó unos centímetros. Daniel se puso en pie y miro hacia afuera. No le tomo mucho comprender lo que Masters intentaba saber.
        -¿Te refieres a los espíritus?-
        -Así que los puedes ver y no solo eso, sabes lo que son, eso me ahorra bastante la explicación- Vlad camino pasándola ventana y como si hubiese un piso invisible continuo su recorrido por el aire. Daniel lo siguió. Ahora ambos sobrevolaban los terrenos a una velocidad muy lenta, como si caminaran por tierra. El viento jugaba con sus cabellos.
         Vlad parecía muy metido en sus pensamientos, buscando palabras con las que Daniel pudiera entenderlo con facilidad.
        -Escucha con atención. ¿Sabes por qué es peligroso que estos espíritus deambulen por  la tierra?-
        Daniel negó con la cabeza. Marshall también le había planteado algo semejante pero solo se lo culto, como muchas cosas más.
        -A partir de muchos cálculos que eh realizado  a lo largo de mi vida, eh logrado deducir que si pudiera tomar uno de esos espíritus y convertirlo en energía podría, fácilmente, iluminar la ciudad de New Yorck durante 10 años-  
        Daniel quedo en un shock, miro a su alrededor. Cientos de esas pequeñas luces los rodeaban, era como ver pequeñas bombas atómicas deambulando por todos lados. Ahora entendía por qué Marshall había perdido la compostura al descubrir que Daniel podía tocarlos.
       -No obstante, también descubrí que las personas no pueden tocarlas e intentar construir alguna maquina es inútil, nada soportaría transforma esa ridícula cantidad de energía. A excepción de un catalizador natural, pero no eh conseguido encontrar nada parecido. Cuando te vi convertir a mi sirviente en uno de esos espíritus, por un momento supuse que tú eras ese catalizador, pero me equivoque; eres lo equivalente a su opuesto, tú puedes liberar la energía sin ningún daño. Pero el hecho de que puedas tocarlos, es algo que nadie debe averiguar o estarás en problemas mayores-
        -No logro comprenderlo ¿Por qué demonios eso militares rondan por Amity Parck? ¿En dónde entra Marshall en todo esto?- Daniel se puso al frente de Vlad impidiéndolo que avanzara más.
        -Es por eso que sigues siendo un ignorante imbécil- Dijo Vlad mirándolo con frustración- Estas frente a la mayor fuente de energía natural de este mundo. Cualquiera que la domine controlara este asqueroso planeta. Pero dudo que el General Striker tenga una meta tan ordinaria el debes estar tras algo mucho mayor. La razón por la que están en Amity Pacrk es porque en ese lugar existe la mayor concentración de espíritus en la tierra. Si tiene planeado algo con ellos es el mejor lugar para hacerlo.-
        -¿Conceso al padre de Marshall?- Pregunto Daniel aun sorprendido.
        -¿Conocerlo?- Bufo Vlad, con una sonrisa torcida –Ese hombre es un verdadero demonio, no es alguien con quien tú puedas tratar, lo mejor será que te alejes del si no quieres pagar un precio muy alto…-
        Un aire frio escapo de ambos. Un rayo de energía color rojizo casi impacto contra ellos, pero Vlad coloco un muro de plasma para interceptarlo.
        -Esta conversación llego a su fin-  Sanjo Vlad mirando hacia abajo en el bosque desde el cual una columna de humo  negro se movía a gran velocidad por el cielo, como una serpiente lista para matar.
        Una fuerte luz envolvió a Vlad para convertirlo en el vampiro fantasma de ojos rojizos. Lanzando una onda de energía obligo a detenerse a su atacante. De entre el humo una chica de cabellos plateados aprecio: era Luna.
         -¿Qué esperas para transformarte?, idiota- Le ordeno Vlad tirando de su camisa. Daniel fue envuelto por dos anillos de luz para pasar a ser Dany Phatom.
         Un segundo rayo de energía color negro fue interceptado por Daniel, a su espalda siguiendo la trayectoria de tiro, se encontraba Marshall con una mirada llena de una terrible cólera. Flotando y acercando en silencio por los aires. Daniel sintió una fuerte presión en su pecho provocándole una respiración irregular y agitada.
          -No es momento para tus problemas maritales- Dijo Plasmius, en voz baja. Daniel lo miro con ira. Ese hombre siempre estaba al tanto de todo.
          Habían sido rodeados por los hermanos.
          -¿¡Qué demonios le has contado Masters¡?- Grito Marshall, con un tono muy por encima de lo normal. Daniel retrocedió un poco. Aquel Marshall le infundía un temor verdadero.
         -No sé de qué estás hablando- Dijo Plasmius, con calma mostrando su afilada sonrisa- Solo ha venido para tomar el té de la tarde. Y si mal no recuerdo ustedes no están invitados-
         -No lo preguntare una vez más. ¿Qué le has dicho?- Parecía haberse calmado, pero mantenía el tono alto como advertencia.
         -Solo hablamos de nuestra futura reunión, para salir de día de campo-
         Marshall disparo una ráfaga de rayos al igual que luna. Daniel y Plasmius alzaron una barrera esférica que los protejo de todos los tiros.
         -Daniel ven conmigo tenemos que hablar, te di tu espacio ara que pudieras estar tranquilo y te alejaras de esto, pero parece que no estás dispuesto a hacerlo- Dijo Marshall, durmiéndose con gentileza. A Daniel le hiso un vuelco el estómago al momento que le temblaban los labios y se ponía rojo por la ira.
        -¿Hablar?- Repitió con histeria- Has perdido tu oportunidad para eso, no caeré más en tus mentiras- Daniel se volvió a Plasmius para susúrrale algo- Sera mejor que te tapes bien los odios dijo Daniel, El tono de su iris paso de verde esmeralda a rojo sangre, pero eso es algo que el no noto.
        -Te veré en mi laboratorio- Dijo Plasmius evaporando en el aire.
         Daniel tomo una gigantesca bocanada de aire y profirió un tremendo grito. Este no era su común lamento fantasma, Este sin duda era más poderoso. Marshall y luna sintieron los efectos inmediatos, mareos y nauseas. Intento acercarse a Daniel, pero fue imposible parte de su piel se agrito y sangro. Si no se alejaba pronto seria despedazado. Los arboles más cercanos fueron cayendo en trozo como astillas. Marshall, Luna e incluso las esferas de luz abandonaron el lugar a una velocidad impresionante. Depuse de haber dejado un gran cráter bajo el, voló a máxima velocidad hacia al castillo. Las lágrimas surcaron su rostro pero ya no había vuelta atrás. Para detener lo que se avecinaba tendría que hacerle frente a muchas cosas. Incluido Marshall.


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