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Los Caprichos Del Destino por lakyday

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Notas del capitulo:

aqui esta la continuación :))

IV. Capítulo 3:

 

Luego de un tiempo, la pareja volvió a la orilla y se sentaron sobre una manta a la sombra de los árboles a beber los refrescos y comer los bocadillos que Megumi había preparado.

El sol brillaba en lo alto, haciendo resaltar todos los matices del paisaje, ofreciendo una hermosa vista. Ryu pasaba la mirada por todo alrededor, cuando no pudo evitar detenerse a observar a Kyu jugando con chillo, que había aparecido de pronto de la nada. Ambos se revolcaban en el suelo peleándose por una rama que el peliverde tenía en su mano y que el perro quería a toda costa. Entonces, una vez el moreno tuvo el control de la situación, lanzó la vara lejos y chillo salió corriendo tras ella. Cuando la alcanzó la tomó con su hocico y se la llevo de vuelta, poniéndola en el suelo, en frente de él. Luego, como pidiéndole que lo hiciera de nuevo, se acercó al moreno y le lamió la cara. Este riéndose lo empujó para que se detuviera y le obedeció, repitiendo la acción anterior.

Era una escena muy simpática y agradable de ver, por eso Ryu se quedó hipnotizado. Ciertamente le recordaba sus días de niñez, cuando Kyu y chillo le visitaban en su casa y pasaban las tardes enteras entreteniéndose en cualquier cosa. Una fuerte nostalgia se apoderó de él al recordar. De pronto, el moreno miró casualmente en su dirección, encontrándose con que el otro chico le observaba muy atentamente. El dragón desvió la mirada incómodo al ser descubierto y Kyu sonrió discretamente en una media sonrisa mientras volvía su atención a la mascota.

¿Acaso le estaba observando mientras recordaba escenas similares de cuando eran niños?, se preguntó el moreno. Eso le hacía sentir alegre en cierta forma, ya que él extrañaba esos días. Los extrañaba mucho.

 

Cuando el sol había bajado tanto que rozaba el horizonte, decidieron regresar a la mansión. Una vez más Kyu caminaba a unos metros detrás de la pareja, cargando con las cosas. Iba mirando la espalda del peliazul mientras recordaba los pequeños fragmentos de aquellos días de infancia. Suspiró. No podía quitarse esa sensación de su pecho. Era un sentimiento de necesidad. Extrañaba tanto aquellos tiempos y necesitaba sentir a Ryu así de cerca otra vez. Lo extrañaba a él. Ahí estaba, luego de 10 años lo tenía frente nuevamente y aún así seguía estando tan lejos. Te extraño tanto que me duele. Ryu.

Entonces fue que de repente el dragón se detuvo su andar y se volteó para mirarlo.

 

- ¿me hablaste?- le pregunto con extrañeza y un poco de inseguridad.

 

El peliverde pestañeó confundido un par de veces y luego agito rápidamente la cabeza en una negativa, como si estuviera respondiendo a una acusación.

Ante la respuesta el peliazul se volvió y retomo su andar un tanto confundido. Había jurado que Kyu le había hablado llamándolo nombre. Pero al parecer había sido su imaginación, así que simplemente se encogió de hombros y retomo su andar.

 

Al llegar a la mansión ya estaba oscureciendo y todos se encontraban adentro, en la sala donde antes habían recibido a los invitados. Ryu y Megumi se reunieron con el resto de la familia mientras que Kyu, luego de devolver lo que restaba del viaje a la cocina, quedó en libertad.

Cuando la pareja de herederos entró en la gran habitación se encontraron en medio de una conversación que tenía como centro la hermana de Megumi, quien era una hermosa e inteligente mujer, la cual estaba próxima a graduarse de Hardvard. Tenía muchos pretendientes dentro de la elite, no sólo en Japón sino en el extranjero también. Pero ella había rechazado a una gran cantidad, puesto que no necesitaba a nadie para dirigir en un futuro cercano las compañías de sus padres. Era una mujer independiente y fuerte, quien sería muy poderosa algún día. Por ello, la familia tenía grandes expectativas y aspiraciones puestas en la primogénita y Ryu comprendió rápidamente la diferencia entre ella y Megumi. Para ellos su prometida era sólo una sombra que tendía a desaparecer bajo la intensa brillantez de su hermana. Y  el único valor que veían en ella era el de ser una pieza clave que aseguraría uno de los negocios más importantes que hubiera realizado su familia.

Sentía un poco de lástima por la pelirrosa quien, contraria a su hermana, era una chica ingenua, de gran corazón y ciertamente no poseía aún la fortaleza para enfrenta el áspero mundo en el que se estaban inmersos. Pero ella se esforzaba y trataba de brillar con su propia luz, con sus propios sueños, con un brillo más suave, sin embargo, muy cálido y hermoso. Eso era lo que el dragón veía y por tal motivo estaba dispuesto a pasar su vida con ella.

En ese intento de no ser olvidada ni opacada, fue que Megumi anunció que tenía una sorpresa preparada para todos, la cual era una pieza de música que había estado preparando en el piano.

 

- ¿te gustaría oírme tocar, Ryu-kun?- le preguntó ilusionada y él no pudo negarse.

- sería todo un placer, Megumi-san- le respondió, esforzándose por parecer entusiasmado para que el esfuerzo de la chica fuera valorado por los demás.

- muy bien. Entonces síganme, por favor, al salón de música- les pidió la señora de la casa.

 

Todos se trasladaron hacia allí según la orden de la mujer. Antes de que Ryu entrara, Anubis le habló discretamente:

 

- ¿está seguro de que quiere hacer esto? – le cuestionó preocupado.

- no hay problema, todo está perfecto- respondió con una seguridad que no sentía en absoluto.

 

 Entonces la pelirrosa se sentó en el banquillo, levantó la cubierta de madera que cubría las teclas de aquel piano tradicional color negro y abrió el libro ubicado en el atril, en donde se encontraba la partitura de la pieza.

Todos tomaron ubicación. El peliazul se sentó en una silla cercana a la puerta, con Anubis y Yurie a su lado. Antes de iniciar, Megumi le dirigió la mirada y él la alentó con la suya. Y entonces comenzó a tocar.

El dragón de verdad deseaba poder disfrutar con aquella melodía tocada a la perfección, pero simplemente no podía. En cuanto escuchó la sorpresa de Megumi se le había formado un nudo en el estómago, sensación que había ignorado con todas sus fuerzas. Sin embargo, ésta no hizo  más que crecer y crecer con cada nota que la joven reproducía. De un momento a otro comenzó a sentirse enfermo, su vista se nublaba y la respiración se hacía demasiado dificultosa. Sentía un gran vacío creciendo dentro de él y es que la música una vez había sido la fiel compañera de su madre. Además ella le tocaba cuando era pequeño y comenzó a enseñarle cuando tuvo la edad suficiente, de manera que le era imposible escuchar esa clase de música sin pensar en ella. Por eso, cada vez que oía el piano sonar, afloraban en él todas las emociones que acompañaban la imagen de su madre, todo lo que había perdido.

Superado por el malestar, decidió que debía salir de allí y antes de hacerlo habló a Anubis:

 

- me equivoqué, no puedo hacer esto… excúsame con todos luego.

 

Y en seguida salió discretamente de la habitación.

Se dirigió al jardín, puesto que necesitaba respirar aire fresco. Una vez en el exterior, caminó sin rumbo hasta que su ansiedad se calmó y se sentó en una banca, frente a una pequeña pileta. Apoyó su frente en la palma de las manos, mientras que sus codos descansaban en los muslos y respiró hondo. Luego botó el aire pesadamente. Se sentía horrible. Su pecho ardía, anulando sus sentidos y fue por eso que no oyó a quien se le acercó.

 

- ¿está bien, Amakusa-goushijin?

 

Oyó una voz conocida.

Ese llamado fue como un balde de agua fría que le cayó encima, enfriando su cabeza y haciéndole poner los pies en el suelo nuevamente, recuperando la compostura.

 

- ¿qué haces aquí?- le preguntó serio, casi molesto.

- yo… estaba ayudando con las plantas cuando pasé y lo vi…

 

Un silencio recibió a cambio de su respuesta.

 

- pero si sólo lo estoy molestando, mejor me marcho. Con su permiso.

 

Le dijo y se dio media vuelta dispuesto a dejarlo cuando una mano le asió del antebrazo, impidiéndole alejarse. Se volteó y vio que Ryu había alargado el brazo para tomarlo y detenerlo, aparentemente en un acto reflejo, puesto que en seguida le soltó susurrando un “lo siento” con expresión avergonzada.

El corazón del peliverde dio un brinco de alegría ante ese pequeño gesto, que indirectamente le pedía que se quedara un poco más. Entonces calmadamente se sentó en la banca, junto al otro muchacho, sin emitir sonido alguno.

 

-¿pasó algo malo allá adentro?- preguntó luego de unos segundos.

- eso no es de tu incumbencia.

 

Le respondió ásperamente el azulino, dentro de quien volvía a surgir ese extraño malestar de cuando habían hablado antes.

Un silencio tenso quedó entre ellos. Pero Kyu rompió con él mientras decía:

 

- La señorita Megumi estuvo semanas preparando esa pieza de música, de verdad se esforzó mucho. Por eso, espero que usted valore ese gesto de su parte, aunque sé que sí lo hace.

 

Ahí estaba de nuevo, esa increíble percepción del moreno, que parecía saber exactamente lo que pasaba a su alrededor. Se sorprendió, pero también se sintió irritado y molesto, con ese malestar creciendo y dominándolo al fin.

 

-¡¿tu quién te crees que eres?! ¡no sabes nada sobre mí!-  le espetó poniéndose de pie y encarándolo enojado.

- yo sé muchas cosas sobre usted- respondió indignado el peliverde y poniéndose de pie para hacerle frente también- recuerde que éramos amigos.

- lo éramos… ¡hasta que tu desapareciste!- le recriminó, dominado por el malestar- ¿Qué persona hace algo así? Eres detestable… te odio.

 

Le dijo finalmente, desahogándose de aquella sensación de malestar. Eso era, pensó. Eso era lo que necesitaba decirle y haberlo hecho le hacía sentir mucho mejor.

Kyu quedó paralizado por esas fuertes palabras, sintiendo que algo se rompía en su pecho.

 

- tú me abandonaste –continuó el peliazul, diciendo todo lo que siempre se había guardado- ¿qué clase de amigo hace eso? Nunca te lo voy a perdonar.

 

 Con esa palabras concluyó lo que quería decirle y se dio media vuelta para volver adentro de la mansión. Sin embargo, Kyu también tenía cosas guardadas que siempre había querido decirle, por lo que se le acercó por detrás y le tomó del brazo deteniéndolo.

 

- ¡espere, por favor!- le pidió- siento lo que pasó, lo siento mucho…

- suéltame- le ladró el azulino jalando el brazo y deshaciéndose del agarre para seguir su camino.

 

 Kyu no sabía qué decir para detenerlo, hasta que las palabras brotaron solas desde su desesperado interior.

 

- ¡fue culpa de la familia con la que estaba antes!

 

Súbitamente Ryu se detuvo, pero sin voltear a mirarlo, y el moreno supo que le había dado una pequeña oportunidad, por lo cual continuó:

 

- mi madre y yo servíamos a la familia que vivía cerca de usted, pero ellos quebraron y para pagar parte de las deudas que tenían con la familia Minami nos ofrecieron a nosotros como pago. Desde entonces la Familia Minami se hizo cargo de nosotros. Todo sucedió tan rápido que de un día para otro nos tuvimos que mudar a una de las casas de los Señores y nunca puede despedirme de usted.

 

El moreno terminó de hablar casi en una súplica. Y en efecto suplicaba el perdón, la comprensión y la misericordia del corazón del dragón. Pero aun si no los conseguía tenía el consuelo de que le había dicho lo sucedido. De mostrarle que no fue su culpa y que lamentaba lo que había ocurrido tanto como él.

 

- ¿eso fue lo que sucedió?- preguntó el azulino, evidentemente superado por la confesión, con la cabeza gacha y sin voltear.

-sí… esa es la verdad…

 

Se volvió a levantar un silencio en que Kyu estaba expectante y el dragón meditaba lo que acababa de oír. Luego éste último caminó de vuelta y se sentó nuevamente en la banca como antes. El moreno le imitó y quedaron otra vez sentados uno al lado del otro.

 

- hay… una parte de este jardín que me pertenece… allí planté muchas flores de toda clase -habló el peliverde.

 

La frase quedó flotando en el aire, bajo un cielo estrellado.

 

- ¿sabe? Siempre… siempre quise visitar la tumba de su familia algún día, por eso yo… -la sensación de que estaba haciendo el ridículo le impidió acabar la frase.

 

Por otro lado, Ryu había quedado muy sorprendido al escuchar esas palabras. Kyu había  plantado y cuidado de esas flores para ponerlas algún día en la tumba de sus padres. Eso quería decir que…

 

- ¿tú… has pensado en mí todos estos años?- preguntó en una exhalación.

- sí… usted… no es una persona fácil de olvidar –respondió sonriendo tímidamente.

- yo… preferí olvidar todo hasta que nos volvimos a encontrar… pero una parte de mí nunca quiso olvidarte… por eso… soñaba siempre contigo.

 

Antes esas palabras Kyu no pudo evitar quedarse mirándolo sorprendido. Ryu le miró de vuelta y el otro se animó a decirle en un susurro.

 

- ¿aún me odia?

 

El dragón sonrió de medio lado y respondió:

 

-puede… que no.

 

 El moreno rio suavemente ante la respuesta orgullosa de su amigo y habló más confiado y relajado.

 

- te extrañé mucho, Ryu… ¡A-Amakusa–sama! –se corrigió de inmediato.

 

Un escalofrío recorrió la espalda del peliazul al oír directamente su nombre. Era una sensación de intimidad que le parecía muy agradable, por ello le dijo de vuelta:

 

- yo también te extrañé, Kyu.

 

El moreno no pudo evitar ruborizarse al escuchar su nombre pronunciado por aquellos mullidos labios. Y entonces un fuerte sentimiento de atracción se apodero de él, haciéndole actuar impulsivamente bajo su efecto. Dejándose llevar y sin estar pensando conscientemente lo que hacía, tomó el rostro de Ryu entre sus manos y acabó con la distancia entre ellos, atrapando sus labios entre los suyos en un inesperado beso.

Mientras que a Kyu le invadió una agradable sensación que le hizo temblar de pies a cabeza pidiendo por más, Ryu quedó en blanco sin que su mente terminara de asimilar lo que estaba sucediendo. Sin embargo, en algún punto debía de reaccionar y por eso, luego de unos segundos, el dragón lo hizo, poniéndole las manos en el pecho y empujando con todas sus fuerzas para quitárselo de encima.

 

-¡¿Qué demonios crees que haces?! – le gritó limpiándose la boca con el dorso de la mano.

 

Y fue que el moreno se dio cuenta de lo que había hecho. Confundido por su propio actuar y arrepentido, trató de disculparse.

 

- lo siento, Amakusa-sama. No sé… no quise… yo no…

 

El peliazul movió la cabeza de lado a lado, sin poder creer lo que había sucedido, sintiéndose avergonzado y humillado porque aparentemente su comportamiento había sido malentendido.

 

- no quiero volver a verte.

 

Le espetó enojado y seguido se marchó, dejando a un terriblemente arrepentido y frustrado Kyu ahí sentado. El moreno se llevó las palmas al rostro ¡¿Qué había hecho?! ¡Lo había arruinado todo!... le había besado. Al pensar en ello se dio cuenta y, como si se unieran todas las piezas de un puzle, lo supo. Había estado enamorado de Ryu todos esos años.

 

Continúa...


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