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Los Caprichos Del Destino por lakyday

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 V. Capítulo 4:

 

El dragón volvió a entrar a la mansión, encontrándose con Anubis quien le estaba buscando.

 

-vámonos -le ordenó.

- ¿qué sucedió?

- sólo quiero irme de aquí. Encárgate de que así sea.

- a sus órdenes, maestro.

 

Entraron al salón donde estaba el resto de la gente, preocupada por el extraño comportamiento del peliazul.

 

- Lo sentimos muy profundamente –habló Anubis- pero surgió un asunto urgente que Amakusa-goushijin debe resolver, por lo cual debemos marcharnos.

- ¿Ryu-kun, qué sucede? –le preguntó Megumi.

- perdóname, Megumi-san, debo retirarme ahora mimo, pero ¿tocarás en otra ocasión para mí verdad?

- c-claro…

- Lo siento, Señor y Señora Minami, debo retirarme… fue un placer el habernos reunido- les dijo haciendo una reverencia.

- igualmente –respondió el padre- Llévalos a la salida, cariño.

 

Ryu, Anubis y Yurie se despidieron y salieron al frontis, acompañados por la señora Minami. Luego de una reverencia subieron al automóvil y dejaron el lugar.

 

- ¿Qué ocurre, Amakusa-sama? –preguntó Yurie.

- eso es asunto mío, no tengo que dar excusas a nadie.

-cálmese, maestro- le pidió Anubis- nosotros solo seguimos sus órdenes, entendemos que no tiene que excusarse.

 

Habló dirigiéndole una mirada severa a la mujer.

 

- quiero ir a casa, rápido.

- sí, señor- respondió la mujer acercándose al chofer para comunicárselo.

 

Al llegar a la mansión, recorrió sin demora los largos pasillos cruzando los múltiples salones hasta llegar a su alcoba. Una vez allí ordenó que nadie le molestase hasta el día siguiente y se encerró. Fue hasta su cama y se tendió entre los mullidos almohadones.

Había sido un día muy pero muy agotador. Habían pasado muchas cosas, muy rápidamente, una tras otra. Y kyu le había besado en la boca. ¿Cómo habían llegado a eso? Se pasó la  mano por el rostro, frotándoselo con frustración. No podía deshacerse de esa sensación. La de los húmedos y suaves labios del moreno aprisionando los suyos. No podía decidirse por una emoción, tenía muchísimos sentimientos encontrados. Y era irónico. ¿Quién pensaría que el corazón del bien llamado príncipe de hielo de pronto despertaría del letargo, para latir al ritmo caótico de las emociones humanas? Estaba sorprendido por haberse encontrado con el peliverde después de tanto tiempo y porque éste le había besado. También enojado porque lo había hecho sin su consentimiento y avergonzado porque sus propios sentimientos se prestaban para una malinterpretación. ¿Kyu lo habría estado viendo de “esa” forma todo el tiempo? Se ruborizo. ¿Qué pasaba por la cabeza de ese chico? Era un hombre igual que él. Dos chicos juntos, eso era… muy extraño. Además él era el prometido de Megumi, a quien se supone el otro muchacho quería tanto… Probablemente no pensó en lo que hacía. Así era Kyu. Comúnmente no usaba mucho la cabeza, aunque a veces podía ser escalofriantemente perspicaz. Una parte de él estaba aliviado y contento de volver a verlo, sin duda. Y  de saber que no había sido abandonado por simple capricho. Por otra parte tenía un terrible remordimiento de haberlo rechazado tan cruelmente. Y por la otra seguía en shock, negando el beso que había ocurrido aun cuando la sensación era tan difícil de borrar. Igualmente estaba muy molesto, porque cuando por fin las cosas entre ellos se habían arreglado, el moreno lo había arruinado todo. Además debía ser por el sonrojo, pero sentía un extraño calor recorriendo su cuerpo.

 Estuvo un tiempo ahí tendido tratando de ordenar su cabeza y luego se fue a duchar para quitarse un poco de estrés. Más tarde se puso el pijama y se acostó en su amplia cama. Paso un rato repasando todo lo que había sucedido durante el día y llegó a la conclusión de que no podía dejar las cosas así. Tenía que rechazar a Kyu apropiadamente, sin herir mucho sus sentimientos. Sí, eso debía hacer.

Una vez la tempestad en su interior se hubo calmado, logró quedarse dormido. Sin embargo, a pesar de todo lo que había meditado sobre el asunto, nunca se dio cuenta de que entre sus múltiples sentimiento encontrados no se hallaba el de repulsión o asco, es más, casi sentía simpatía por lo que Kyu estaba pasando.

 

 

Al día siguiente, temprano en la mañana, Ryu llamó a Megumi para que se reunieran y así él pudiera disculparse adecuadamente por su descortés y apresurada huida del día anterior. Quedaron en juntarse a media tarde, ya que ambos tenían obligaciones que atender.

 Durante la mañana atendió asuntos de negocios con Anubis. Luego, antes del almuerzo, hizo unas llamadas para conseguirle a Megumi el perfecto presente a modo de disculpa. Y en la tarde siguió ocupado en sus obligaciones hasta que acabó, desocupándose más temprano de lo esperado. De esa manera se adelantó y llegó primero a la cafetería en la que se iban a reunir. Pidió una mesa y se sentó a beber un café mientras esperaba a su prometida.

 

En la esquina de la mima cuadra venía caminado Megumi y a su lado, llevando paquetes de todos tamaños correspondientes a compras que había hecho la pelirrosa, le acompañaba Kyu.

 

- ¿Megu-chan, dónde vamos ahora?

- voy  a una cita con Ryu-kun, sígueme por aquí.

- ¡¿A-Amakusa-sama?! Etto… debería ir usted sola, yo volveré a la mansión con los paquetes.

- no es necesario. Mi hermana pasará a buscarnos después, así que vamos.

- ¡entonces esperaré afuera! Por favor, sólo seré una molestia.

- Kyu-kun, no eres una molestia. Vamos, si Ryu-kun y yo nos casamos ustedes tendrán que ser amigos, así que acompáñame para que se conozcan mejor.

- Megumi-sama, no creo que sea buena idea. Se lo ruego, permítame quedarme fuera.

- ¡hemos llegado! –exclamó la pelirrosa frente a la cristalina puerta de la cafetería.

 

En su fuero interno, Kyu maldijo su suerte.

 

Al entrar lo vio sentado en una mesa, bebiendo café. Quería que se lo tragara la tierra en ese mismo instante.

 

- ¡Ryu-kun, aquí estoy! Ohayou - le saludó acercándose la pelirrosa.

 

El dragón dirigió la mirada hacia la chica y el peliverde notó cómo su expresión se descompuso, por un segundo, al verle con ella. Tomó  entonces aire y avanzó detrás de su amo, tratando de fingir que no estaba ahí.

 

- ohayou, Megumi-san - le dijo el dragón con una sonrisa amistosa.

 

La pelirrosa llamó a Kyu antes de sentarse para que se acercara y saludara. El peliverde no tuvo más remedio que obedecer aunque se le cayera la cara de vergüenza, recibiendo a cambio un seco e incómodo saludo por parte del otro chico.

 

- Kyu-kun, ve y tráeme un café, por favor- le ordenó la chica haciendo al muchacho agradecerle en su interior por sacarlo del aprieto.

 

Entonces se acercó a hablar con el encargado para que le permitiera prepararle el café personalmente a la pelirrosa. No tuvo problemas para cumplir con su orden, ya que en esa clase de lugar estaban acostumbrados a las extravagancias de cada persona acomodada que cruzaba sus puertas.

 

Mientras tanto, sentado a la mesa, Ryu le entregaba el presente a Megumi.

 

- Megumi-chan, siento tanto lo que sucedió ayer. De verdad quería oírte tocar el piano, pero tuve una urgencia que atender- mintió el peliazul- toma esto como mi disculpa –agregó pasándole una pequeño regalo rectangular.

-había estado practicando muy duro para tocar esa pieza, así que cuando te fuiste me dio un poco de tristeza. Pero entiendo que eres una persona muy ocupada - le dijo mientras abría el obsequio.

 

Resultaba ser un nuevo libro de una secuela de misterio que a la chica tanto le gustaba y que todavía no salía a la venta.

 

- ¡No lo puedo creer! ¡Arigatou, Ryu-chan! Aún no sale a la venta ¿cómo lo conseguiste?- exclamó emocionada la pelirrosa.

- sólo cobré algunos favores, me alegra que te haya gustado.

- ¡me encantó! ¡eres el mejor, Ryu-chan!

 

Kyu miró a la pareja desde la distancia. Ambos se veían tan bien juntos. Eran como esas parejas ideales de las películas. Personas como ellos estaban destinadas a estar juntas, pensó. Tomó en sus manos la pequeña y redonda bandeja con el café. En esa historia él estaba sobrando. Sus sentimientos nunca podrían ser correspondidos y por si eso fuera poco, un era estúpido impulsivo que había arruinado su amistad con Ryu y le había empujado a odiarle por ser un acosador. No podía ser peor.

 Estaba tan abstraído en sus pensamientos que no vio que una persona se encontraba detrás de él. Por lo cual, al voltearse con la bandeja en las manos para dirigirse a la mesa chocó con ella derramándole encima el café.

 

- ¡Maldición! -  exclamó enojado el que resultaba ser un tipo alto, al borde de los 40 años.

- ¡oh, lo siento, señor! –se disculpó.

- Un lo siento no me sirve de nada, estúpido mocoso, mira cómo me has dejado la camisa.

- lo siento, de verdad lo siento.

- ya cállate. ¿eres mesero de esta cafetería? Quiero ver al dueño- ladró al aire.

- no, yo… soy un sirviente de la Familia Minami…

- entonces dime donde está tu amo, tiene que responder por esto.

- esto… yo…  solucionemos esto entre los dos, por favor.

- ¿Qué? ¿Qué va a hacer para compensarme alguien como tú?

- yo le pagaré lo que costó su ropa señor.

 

El hombre rio despectivamente.

 

- esta camisa es muy costosa, niño. Ni en toda tu vida reunirías el dinero para pagarme tú, un simple sirviente.

- lo haré, se lo aseguro, pero por favor no involucre a mi amo.

- tsk, tú no me darás el dinero, así que me compensarás de otra forma.

- sí, señor- le respondió sumiso.

- arrodíllate y limpia lo que derramaste sobre mis zapatos… con tu lengua – dijo el tipo sonriendo con una desagradable expresión.

 

Kyu no podía creer lo que le estaba pidiendo. Lo que le ordenaba aquel hombre era inhumano.

Ante su demora el tipo le tomó de la camisa agresivamente.

 

- vas a hacer lo que te digo o iré hasta la casa de tu amo a hacer que él lo haga por ti ¿Escuchaste?

 

Al peliverde se le humedecieron los ojos, se sentía tan angustiado ante  la horrible situación. Pero no tenía más remedio, esta era la vida que le había tocado y debía aceptarlo. Afirmó con la cabeza logrando que el hombre le soltara, entonces se arrodilló frente a él, dispuesto a cumplir su orden. Cerró los ojos y…

 

- ¿Qué está pasando aquí?

 

El moreno abrió los ojos y vio a Ryu parado entre él y el sujeto, encarándolo.

 

- ponte de pie, Renjou-kun –le ordenó el dragón con voz autoritaria y él obedeció.

- tsk ¿Por qué te entrometes? Esto es entre el chico y yo.

- si tiene un problema con él, debería hablar con su amo directamente.

- eso lo sé muy bien, pero fue el chico quien dijo que él solucionaría todo por su cuenta ¿y tú quién eres, entrometido?- le ladró el tipo.

- soy Ryu Amakusa, en otra circunstancia quizás hubiese sido casi un agrado conocerte.

 

El tipo perdió un poco su altanería al escuchar el nombre del dragón y, con un dejo de lo que parecía miedo, preguntó:

 

- ¿y qué? ¿acaso eres el amo de este sirviente?

- lo soy – le dijo sin dudar.

- e-eso, eso no fue lo que él dijo.

-mintió – respondió con una terrible seguridad que aplastó el espíritu del hombre.

- bien. Si tú eres su amo, te harás cargo de su error.

- así es justamente. Para solucionar este incidente le propongo devolverle el dinero que costó su camisa, señor.

 

 El tipo sonrió, ese chico estaba forrado en dólares, así que pediría el triple del precio real.

 

- bien, el precio es de  6000 dólares.

- okay.

 

 El dragón sacó su chequera, escribió, cortó el cheque y se lo entregó.

 

- aquí tiene el doble para compensar el disgustante momento.

 

 El hombre no pudo quejarse de nada, pues con semejante suma de dinero Amakusa le había cerrado la boca. Tomó el cheque y se fue de ahí.

 

Ryu respiró más aliviado cuando el sujeto abandonó el lugar.

Estaba conversando con la pelirrosa cuando vio a lo lejos que un tipo agarraba a Kyu de la camisa. Megumi estaba de espaldas a ellos así que no se había dado cuenta de nada. Preocupado le dijo que se quedara allí mientras iba hacia ellos, logrando imaginar todo cuando vio al moreno agacharse y al tipo con la camisa manchada de un color café. Tuvo que contener la ira para no lanzarse sobre el sujeto a golpearlo.

Volteó para mirar a Kyu.

 

-¿estás bien?

 

Le preguntó enojado, pero no con él, cosa que el moreno no sabía.

 

- s-sí…

- ¿Qué te pidió ese sujeto?

 

El peliverde desvió su mirada dorada sin querer responder. Mas, para su desgracia, el dragón lo sabía perfectamente.

 

- no dejes que nadie te trate así, nunca más.

- yo sólo… no quería exponer a Megumi-sama.

- ella no está sola, me tiene a mí -le aclaró con severidad.

 

Kyu bajó la mirada. Lo que el azulino le decía lo sabía muy bien. Ellos era pareja, lo sabía, pero de todas maneras dolía que le restregaran en la cara que sus sentimientos eran rechazados.

 

- l-lo… siento…- susurró como pudo.

- ¿Ryu-kun, Kyu-kun? ¿qué ocurrió? – escucharon una voz conocida a sus espaldas.

 

Era la pelirrosa que se acercaba preocupada.

 

- no es nada de qué preocuparse, Megu-chan. Todo está solucionado.

- bueno, si tú lo dices, Ryu-kun… gracias por encargarte -le agradeció la chica- ¿Kyu-kun, estás bien? – le preguntó al ver su expresión tan descompuesta.

- ¡Hi! Todo bien, Megumi-goushijin -respondió tratando de aparentar que no era, por lejos, el peor día de su vida-  Mire, su hermana ya está aquí…

 

Fue por los paquetes y salió de la cafetera para meterlos en el auto.

 

- bueno, sé que algo malo ocurrió aquí –dijo seria la chica – ni tú ni Kyu-kun tienen buena cara.

- tranquila, te aseguro que no es nada grave.

- Bien. ¡Bueno, qué se puede hacer! - exclamó más alegre- tengo algunas cosas que hacer con onee-sama así que nos vemos otro día.

- sí, claro.

 

Fueron al auto al auto, se despidieron y Megumi entró en él. Kyu cerró el maletero y se acercó a hablarle a Ryu.

 

- yo… me disculpo… por todo….- agregó refiriéndose a los del beso- lamento que haya tenido que pasar por lo que ocurrió hoy, dado lo de… de… de ayer… Yo sé que no lo hizo por mí, sino por Megumi-goushijin, pero quiero que sepa que le devolveré el dinero- terminó de decirle haciendo una inclinación- se lo prometo, trabajaré duro por ello…

- no tienes que hacerlo.

- lo sé, pero… desde que nos encontramos de nuevo, lo único que he hecho es darle disgustos. Por eso…. esa será mi forma de disculparme.

 

Ryu miró a Kyu. Su mirada dorada estaba dolida y triste. Su  habitual aura alegre y viva estaba ahora apagada y eso era muy violento viniendo de una persona como él. Eso pasaba porque su dignidad había sido pisoteada. Entonces el dragón sintió que debía hacer algo por él. Odiaba verlo así.

Se acercó a la ventana de Megumi y le habló:

 

- ¿me prestas a Renjou-kun por esta tarde?

- ¡ah, sí, por supuesto! –respondió la pelirrosa con gusto, pues ella quería que los dos se hicieran amigos.

 

Entonces se despidieron y el auto se alejó, dejándolos solos. Ryu sacó su celular y llamó para que los recogieran.

 

- ¿para qué me necesita, Amakusa-goushijin? –preguntó el moreno sin tener entender nada.

- ya lo verás.

 

 En un par de minutos llego un automóvil, el cual abordaron y se dirigieron a la mansión del dragón.

 

Continuará...

Notas finales:

espero que les este gustando u,u


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