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Los Caprichos Del Destino por lakyday

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VIII. Capítulo 7:

Cuando Kyu llegó a la mansión de los Minami ya era de noche. Se dirigió a la casa de los empleados donde vivía con su madre y el resto de los sirvientes y sorteando a cualquier persona que intentara retenerlo, fue a los baños y se metió a la ducha.

Dejó que el agua caliente le bajara por la cabeza y el rostro, mientras pensaba en todo lo que había sucedido durante el día. Ryu le había defendido contra un semejante y salvado de una situación horrible. Se habían reconciliado. Contra todo pronóstico le había correspondido sus sentimientos imposibles. Y como si eso fuera poco ellos, bueno… se habían amado plenamente. Aún le costaba creer que aquello hubiese ocurrido. Se sentía en las nubes y nada podría bajarlo de allí. Lo amaba, lo amaba tanto y estaba feliz de que el dragón lo quisiera también. Aunque se había precipitado a decirle que lo amaba y no recibiera la misma respuesta estaba feliz, porque si Ryu lo quería tan sólo un poco él se sentía la persona más importante del mundo.

Al acabar su tarea, se envolvió en una toalla y entró en su habitación. Era pequeña, había una cama apegada a la pared del fondo, sobre ella una ventana, al costado una mesa de noche con una lámpara y a los pies, un armario incrustado en la pared. Más cerca de la puerta, en la pared derecha, un escritorio y en la izquierda un librero, ocupado mayormente por extensa colecciones de novelas de misterio.

Cuando sólo le faltaba ponerse la camisa, golpearon a su puerta. Pensando que probablemente era su madre, habló mientras se abotonaba la última prenda:

 

- pase – invitó sin darle mucha importancia.

 

La puerta se abrió y tras ella apareció Megumi, sonrojada por su deshabitual intrusión.

 

- ¡Megumi-sama! ¡Espere un momento por favor!

- ¡ah, sí!

 

Ella volvió a cerrar la puerta y él terminó de abotonarse la camisa y se puso un polerón. Justo antes de abrir vio el papel que le había dado Ryu botado en el suelo (probablemente se la había caído del pantalón), lo recogió y se lo guardó. Entonces abrió la puerta:

 

- ¿qué hace aquí? –le dijo en tanto la tomaba del brazo y la hacía ingresar.

- gomen, Kyu-kun, pero quise verte en cuanto supe que habías vuelto.

- bueno… espero no meterme en problemas por esto, pero… tome asiento.

 

Le ofreció la silla del escritorio y él se sentó en la cama.

 

- descuida, nadie me vio.

- ¿y? ¿qué sucede?

- ¡¿qué sucede?! ¡Pues quería saber cómo te fue con Ryu-kun! ¿Qué hicieron? ¿Dónde fueron? ¿de que hablaron? ¡Quiero saberlo todo! –exclamó la pelirrosa emocionada a más no poder.

 

Entonces a Kyu se le vino el mundo encima y la realidad le abofeteó con brutalidad en la cara. Ryu y Megumi se casarían algún día y, si bien era un matrimonio arreglado, aun así ellos eran novios. Por lo tanto, lo que había sucedido era… había hecho algo horrible. El dragón le había sido infiel a su gran amiga con él. Ellos le habían ocultado la verdad y la ingenua muchacha venía ahora entusiasmada a pedirle los detalles de lo que había sucedido.

Evidenciando toda la tormenta interior del peliverde, su exterior palideció súbitamente. Megumi al notarlo se preocupó y, tratando de que fijara en ella su mirada extraviada, le llamó tocándole el hombro.

 

- ¿Kyu-kun?… ¡Kyu-kun!

 

El moreno reaccionó al segundo llamado y le miró a los ojos con una súplica tácita.

 

- ¿qué sucede? ¿te sientes mal?

- me-megumi…sama… -susurró sin atreverse a hacer nada.

- Kyu-kun, me tienes preocupada. Dime algo, por favor.

- lo siento, lo siento, lo siento

 

Le dijo finalmente mientras tomaba con sus manos una de las suyas y se encogía hasta que su frente quedó en contacto con la mano, en el regazo de la muchacha.

 

- ¿Por qué me pides disculpas? –le interrogó confundida la pelirrosa.

- yo… hice algo… algo muy malo… algo horrible… lo siento

- ¿de qué hablas?

 

Kyu se incorporó y la miró a los ojos con arrepentimiento, sin saber cómo continuar. No podía engañarla, no podía, así que le contaría toda la verdad.

 

- primero tengo que contarle todo desde el principio… -le dijo con la cabeza gacha.

- te escucho entonces… -le respondió sin entender nada y preocupada por su amigo.

- Tiene en relación con Amakusa-sama… -la expresión de la chica se tornó más confusa al mencionarle al otro chico-  él y yo nos conocimos hace mucho tiempo. Fue hace cerca de 10 años, éramos niños, yo estaba con mi familia anterior… Acababan de enterrar a sus familiares cuando chillo se escapó al terreno de su mansión, yo lo seguí para llevármelo de vuelta a casa y crucé hasta su patio también. Entonces lo vi. Chillo lo había botado al suelo y llevaba un cabestrillo en un brazo. Aún vestía su traje de luto. Yo no entendía bien todavía cuál era mi lugar, así que le hablé despreocupadamente y a partir de ese día nos hicimos amigos.

 

La chica abrió la boca en una mueca de sorpresa sin poder creer lo que escuchaba.

 

- Yo lo visitaba cada vez que podía y él me esperaba, nos veíamos muy seguido en ese mismo lugar donde nos conocimos. Él era tan frágil en esos días. Con la muerte de su familia y las nuevas responsabilidades sobre él, tenía que cargar con mucho peso aún siendo tan pequeño. Yo le tomé mucho cariño, por eso nunca le dije quién era realmente, él sólo sabía mi nombre. Pasó un buen tiempo así, ni siquiera se lo había dicho a mi madre por temor a que me prohibiera seguir visitándolo, hasta que mi antigua familia lo perdió todo. Ellos tenían deudas con el negocio de su padre, así que nosotros fuimos parte del pago. Fue así como nos mandaron a su casa de verano en la playa y yo… nunca pude despedirme de Ryu-kun… ¡D-Digo, Amakusa-sama!... nunca más supe de él y él nunca supo por qué desaparecí. Y todos estos años cargué con ese remordimiento y la tristeza de perderlo. Hasta que nos volvimos a encontrar, ayer, por primera vez, gracias a usted.

 

La pelirrosa tenía la intención de simpatizar con Kyu y su historia, por lo cual abrió la boca para decir algunas palabras, pero el moreno la detuvo.

 

- esa no es toda la historia –le advirtió con una seriedad que trajo nuevamente confusión al semblante de la muchacha- ayer estuvimos conversando y por fin nos dijimos todo lo que siempre nos guardamos. Él me dijo que me odiaba, pero cuando le expliqué la situación me perdonó. Yo estaba tan feliz… y… y… n-no me había dado cuenta hasta entonces, p-pero… -titubeó ante la confesión que pronto haría- yo… yo había estado… estoy… enamorado de él. Le besé sin su consentimiento.

 

Cerró los ojos, no tenía el valor de mirar a la chica a la cara y simplemente siguió:

 

- Él obviamente me rechazó y se enfadó, pero hoy día, en la cafetería pasaron algunas cosas y, bueno, fuimos a su casa, estuvimos en el lugar donde nos reunimos cuando niños y… y… me besó. Nos besamos.

 

En ese punto enmudeció. Ya no tenía la fuerza ni el valor para continuar.

El silencio devoró todo alrededor dejando un pesado ambiente. Cuando Kyu no pudo soportarlo más le habló pidiéndole disculpas.

 

- perdóneme, Megumi-sama. Las cosas pasaron tan rápido… nos dejamos llevar y… no lo pensamos.

 

Iba a tomarle de las manos, sin embargo, la pelirrosa le esquivó en un gesto que hirió profundamente al moreno.

 

- entonces… eso pasó… eso viene pasando. –dijo con tono perdido- ¡pero sólo fue un beso, ¿no?!

 

Exclamó tratando de consolarse de la horrible traición que había sufrido por dos personas tan importantes para ella. Kyu no contestó.

 

- ¿no? –repitió la chica con miedo.

- no… pasamos toda la tarde juntos… así que… no…

- p-pero… un beso, un beso no quiere decir nada. Sólo se dejó llevar… sí… eso fue… -murmuró sin querer admitir que el peliverde podía provocar en Ryu cosas que ella no.

- lo siento… no fue lo único -susurró sin aliento el moreno.

- ¿a qué te refieres?... –de pronto una idea atroz cruzó su mente- no me digas que… ustedes… ustedes…

- sí… lo siento.

 

El silencio volvió a reinar y a penas se podía respirar en la pesada atmósfera que había. De repente Megumi se puso de pie y se dirigió a la ventana, a través de la cual se veía el cielo estrellado. La chica le estaba dando la espalda, pero Kyu sabía que estaba llorando. El peliverde se llevó las palmas al rostro, abatido y derrotado. Se sentía la peor escoria del mundo.

Después de un rato Megumi habló de nuevo.

 

- no me importa –dictó al fin y sin volverse aún.

 

Kyu la miró sorprendido y suplicante.

 

- no me importa –repitió volteándose a verlo- Ryu y yo nos casaremos. En poco tiempo más me pedirá matrimonio, nos casaremos y formaremos una familia. Hay mucho involucrado de por medio en nuestra relación, por lo que tú no serás un obstáculo. De hecho, sus padres me habían elegido para él y Ryu cumplirá sus últimos deseos.

 

Kyu bajó la cabeza mortalmente herido y sin atreverse a corregirla. No sabía que haría Ryu una vez que supiera que la pelirrosa estaba enterada de todo. No sabía a quién elegiría. Sólo podía especular y, por más que intentara negárselo, la pelirrosa estaba en lo cierto. Había demasiado en juego como para arriesgarlo todo por él, un simple sirviente. No era nadie.

 

- tu que tienes una gran capacidad de deducción, ¿crees que me equivoco?

 

Kyu negó con la cabeza y la vista sin ser despegada del suelo. Y Megumi se sintió más confiada, aunque resolver una última duda la tranquilizaría por completo:

 

- ¿si quiera te dijo que te amaba o algo así? –le preguntó despectivamente.

 

El moreno sintió una estocada directamente al corazón. Definitivamente, no era nadie. Y negó nuevamente con la cabeza.

 

- bien… bien… -respiró más aliviada la chica- ¿ves? Tengo razón, todo seguirá igual.

 

Entonces, por primera vez la pelirrosa salió de su interior para observar al peliverde, quien estaba sentado en la cama con la cabeza gacha, el cabello cubriéndole el rostro y las manos firmemente apretadas en su regazo. Y en cierto grado, tanto como la situación le permitía, sintió lástima por él. Se sentó nuevamente en la silla del escritorio y le dijo:

 

- entonces… ¿qué harás tú? Si Ryu quiere estar contigo de esa manera a mis espaldas, tú te negarás obviamente. Ya me has hecho suficiente daño, supongo. –Kyu no contestó y ella continuó- Tú supuestamente lo amas, así que estarás tentado a ceder si él insiste. ¿Te gustaría convertirte en su amante (*)? –le preguntó brutalmente- porque eso es lo que serás al fin y al cabo.

(*: Amante refiriéndose a una relación infiel. El amante es esa persona con la que se engaña a la primera pareja y en general es una relación estable y de carácter semipermanente / gracias, Wikipedia)

 

El moreno no se movió.

 

- dime ¿te gustaría ser el amante de Ryu? ¿la persona con la que él me engañaría para verse a escondidas? ¿te gustaría hacerme eso?

 

El peliverde negó con la cabeza, estaba deshecho y con el corazón roto.

 

- bien… eres un buen sirviente. Por eso, yo te ayudaré.

 

Le tomó las manos entre las suyas y le siguió diciendo:

 

- aunque me hayas traicionado, yo aún me preocupo por ti. Por lo que te ofrezco una solución.

 

Kyu la miró al fin, con los ojos húmedos y un nudo en la garganta.

 

- Te irás de aquí. Te mandaré a otra casa.

 

El moreno abrió los ojos, reflejando sorpresa.

 

- Irás a la casa en el sur mañana mismo, temprano en la mañana. Si quieres puedes cambiarte a la de la playa después, pero por ahora te necesitan en el sur. Será una buena excusa. ¿Lo harás? ¿lo harás por mí?

 

Le suplicó la chica, recurriendo a la lástima y al fuerte lazo que une a un sirviente que siempre trata de complacer a su amo.

 

- pero…

 

“¿No podré despedirme de Ryu?” quiso decir, pero la pregunta murió en sus labios.

 

- yo le explicaré todo a Ryu. –adivinó sus pensamiento la pelirrosa- No te volverá a molestar, ni tratará de convencerte de que te quedes para que, al fin y al cabo, te transformes en su amante. ¿Qué dices?

 

Kyu no respondió, pues no tenía el valor de aceptar un destino tan cruel.

 

- entonces está decidido. Iré a preparar todo para que te marches mañana.

 

A continuación Megumi fue hacia la salida. Antes de abrir la puerta para salir, dijo dándole la espalda y en un malévolo susurro:

 

- Ryu no abandonará nada por ti… Esto es lo mejor.

 

Y seguido se marchó.

 

Una vez se halló solo, Kyu sintió todo el peso del mundo caerle encima. Las lágrimas corrieron por su rostro y lo único que pudo hacer fue doblarse de dolor, dejándose caer sentado en el suelo mientras se abrazaba las piernas y lloraba amargamente con el rostro escondido entre sus brazos.

 

Ya entrada la noche, todos sabían que Kyu se mudaba temporalmente al sur. Su madre fue a verlo a su habitación para obtener detalles, pero el moreno estaba acostado entre las ropas de la cama y dormido. Entonces silenciosamente sacó una maleta y le ayudó a ordenar sus pertenencias, sin saber que su hijo estaba despierto aunque deshecho y sin ganas de hablar con nadie.

 

continúa...


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