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Los Caprichos Del Destino por lakyday

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IX. Capítulo 8:

 

Al otro día, temprano en la mañana, Kyu fue despertado por su madre. Al verlo le preguntó si estaba enfermo porque su aspecto era decaído y tenía los ojos un poco hinchados tanto llorar. El moreno la tranquilizó y la siguió a la cocina para desayunar. Cuando hubo terminado, se dirigió a su habitación para terminar de arreglar sus cosas y echarle un último vistazo al lugar que había sido íntimamente suyo, durante los años que había servido a la Familia Minami. Pasaba por la sala de estar de aquella casa, cuando le azotó un viento helado que entraba por alguna puerta abierta. Recién estaba amaneciendo y afuera hacía frío. Entonces se subió el cierre del polerón y se metió las manos a los bolsillos. Fue ahí que rozó un trozo de papel, que sacó y puso a la vista. Era donde estaba escrito el número de teléfono de Ryu. Miró el teléfono sobre una mesa y sopesó la idea de llamarlo. Luego de unos segundos de indecisión, optó por hacerlo. Tomó el aparato en su mano y marcó replicando los números que se hallaban en el papel. Presionó para marcar y se lo llevó al oído. Desde el otro lado de la línea se escuchó el marcado y luego de unos segundos habló una voz ronca y conocida.

 

- ¿sí? ¿Diga? –se oyó.

 

A Kyu se le agolparon las ideas y se le hizo un nudo en la garganta, por lo que no pudo responder.

 

- ¿Quién habla? –insistieron al otro lado.

 

Entonces el moreno bajó el teléfono y colgó.

El corazón le latía a mil por hora, pero decidió colgar porque no sabía qué decirle al dragón. No sabía cómo hacer para no sonar un patético que estaba casi acusando a Megumi de la situación en la que lo había puesto. Además no estaba preparado todavía para enfrentarse a la realidad. Tenía miedo de escuchar que Ryu no se interesara en que se fuera o que, tal como Megumi había dicho, le ofreciera tener una relación clandestina o que, lo peor de todo, le pidiera que fueran simplemente amigos, porque después de lo que había acontecido en esa sala de música él nunca podría mirarlo de la misma manera de antes, por lo que ser sólo amigos sería una tortura. Y resignándose al fin, subió las escaleras hacia las habitaciones.

 

En el frontis de la mansión, terminó de acomodar sus maletas en el maletero del taxi y se acercó a su madre y a Megumi quienes lo estaban despidiendo. Abrazó a su madre quien le dio un cálido beso en la frente y, con el vapor emergiendo de su boca debido a la helada mañana,  le deseó buen viaje y le advirtió que lo llamara en cuanto llegara a la casa en el sur. Luego la pelirrosa lo acompañó hasta la puerta trasera del vehículo.

 

- adiós, Renjou-kun –le dijo mientras lo abrazaba.

- adiós, Megumi-sama… -le correspondió con intensidad el abrazo, pues después de todo era la única que sabía la realidad de las cosas y el peso que cargaba su corazón.

- yo me encargaré de todo. Tú sólo olvídate de él y sé feliz.

- eso haré… -respondió no muy convencido y sintiendo aún lo ojos hinchados.

 

Se subió al vehículo, cerró la puerta y les dio a las mujeres un último vistazo antes de que el taxi empezara a avanzar, dejando todo, absolutamente todo atrás una vez más.

 

Una vez el taxi salió por la reja del frontis de la mansión y se hubo perdido de vista, la señora Renjou entró al edificio para comenzar sus quehaceres. Megumi la iba a imitar cuando un automóvil se detuvo a los pies de la escalera, donde antes había estado el taxi. Sorprendida vio a Ryu descender de él y acercársele agitado.

 

- ¿dónde está Kyu? –le preguntó sin rodeos.

- ¿Cómo es que…?

 

Ryu la tomó por los hombros y la zamarreó al tiempo que insistía:

 

- ¡dime dónde está Kyu!

- se fue –dijo al fin.

 

El dragón pareció abandonar todas sus fuerzas al oírla.

 

- ¿A dónde? –preguntó en un susurro.

- ¿para qué quieres saber?

- ¡Maldición! ¡Sólo dime donde está de una buena vez!

 

La pelirrosa nunca había visto al peliazul tan exaltado, así que sintió miedo y habló:

 

- lo envié a otra casa. Lo sé todo, Ryu. Todo lo que hay entre ustedes, lo que hubo.

 

Ryu no pareció sorprendido.

 

- él te lo contó, ¿no es cierto?

- sí. Entonces hice lo que era mejor para él y lo envié lejos de ti. Tú sólo le harás daño. Él te ama y tú te casarás conmigo.

- ¡Y tú qué sabes! ¡no entiendes nada!

 

Le espetó agresivamente mientras volvía a su vehículo.

 

- ¿Dónde está? –le volvió a preguntar.

 

El brillo asesino en sus ojos le advertía que era mejor facilitarle las cosas, por lo cual le respondió sin rodeos:

 

- va rumbo a la estación de buses. ¿Qué harás?

- ir a buscarlo.

- ¡no, espera! ¡¿qué estás haciendo?!

- recuperando lo único que vale la pena.

 

Le respondió mientras subía al automóvil. Cerró la puerta, pisó el acelerador y salió rápidamente de allí.

 

La extraña llamada que había recibido en la mañana no le había dejado dormir. Se levantó y comenzó su rutina diaria, mientras pensaba en quién podría haber sido la persona incógnita. Tenía un mal presentimiento. Entonces, luego de mucho darle vueltas al asunto, pensó en Kyu. En lo honesto y bueno que era, cualidades que pudieron haberle hecho confesar todo a la curiosa Megumi quien acudiría a él para saber lo detalles de su reunión. Y también pensó en lo que la pelirrosa podría hacer para separarlos. En seguida, sin demorar más sacó un vehículo del estacionamiento y fue a la mansión Minami.

 

Kyu iba hundido en el asiento trasero, mirando deprimido por la ventana y ajeno a todo a su alrededor. Entonces el conductor del taxi le habló:

 

- Disculpe joven, alguien de atrás me está haciendo señales con las luces y me tocó la bocina. ¿Usted sabe de quién se trata?

 

El moreno miró hacia atrás y no creyó lo que sus ojos veían.

 

- Deténgase. Deténgase ahora mismo, por favor –le pidió con urgencia.

 

El conductor obedeció y se estacionó a una orilla del camino –que era rústico y serpenteaba entre los árboles-, siendo imitado por el vehículo que le seguía.

El peliverde se bajó del auto y también lo hizo la persona que lo seguía.

 

- ¡Kyu!

- ¡Amakusa-sama!

 

Corrieron a encontrarse y se abrazaron fuertemente, dominados por la desesperación de la idea de que nunca volverían a verse.

 

- ¿Kyu-kun, qué estás haciendo? ¿Por qué te vas y ni siquiera te despides de mí?

- lo siento. La señorita Megumi no me dio tiempo de hacerlo. Pero estoy feliz de que podamos despedirnos.

- no permitiré que te vaya.

- No. Escuche. Esto es lo mejor para todos. Después de un tiempo me olvidará de nuevo y todo será como antes.  Yo sé cuál es la situación y cuál es mi lugar. Al final sólo seré un estorbo que se interpone entre ustedes.

- no digas esas cosas….

- Le agradezco por quererme tanto, pero sé muy bien que es con Megumi-sama con quien pasará el resto de su vida.

-¡ya me cansé! –exclamó bruscamente haciéndole callar de golpe- tú siempre tratando de resolver las cosas por tu cuenta. ¡Piensa por una vez en ti! Además yo sé lo que quiero, ahora lo sé, debo luchar por ello y es justo lo que voy a hacer ahora.

 

Caminó hacia el taxi, le habló al conductor y en seguida se abrió la cajuela. Kyu vio como el dragón sacaba sus maletas y las guardaba en su propio carro.

 

- ¡¿Amakusa-sama? ¡¿Qué hace?! –le dijo exclamó desconcertado sin obtener respuesta.

- puede irse, sus servicios ya no son requeridos –le dijo al conductor.

 

El taxi se alejó y luego fue al lado de Kyu.

 

-Escúchame, Kyu-kun. Le dijo poniendo las manos a cada lado de su rostro para hacer que le mirara- no dejaré que te vayas, no permitiré que me abandones de nuevo, no esta vez.

- Amakusa-sama…

- cuando éramos niños y desapareciste, sufrí mucho. Durante mucho tiempo te esperé, cada tarde. Pero nunca apareciste. Les rogué a todos los dioses que conocía para volverte a ver, pero el tiempo pasó y la esperanza que me quedaba murió. Y con ella murió también una parte de mí. Kyu, no puedo pasar por eso de nuevo, no podría resistirlo.

 

El moreno no tenía palabras para expresar todo lo que le produjo esa confesión, así que sólo lo besó. Fue un beso colmado de pasión, de necesidad y de reconciliación. Después subieron al automóvil y volvieron a la mansión Minami. Megumi los esperaba en las puertas exteriores, lejos de la construcción, en las rejas de la mansión.

 

- ¿qué está sucediendo aquí?- preguntó la heredera confundida y temerosa, al ver a la pareja bajar del carro.

- Megumi-san, lo siento mucho pero estaban los dos equivocados. Con Kyu quiero pasar el resto de mi vida y no me importa si eso me cuesta mi apellido o mi herencia. El vale todo eso y más para mí.

- ¡¿pero qué cosas dices?!... Tus padres querían que nos casáramos ¿acaso vas a ignorar su última voluntad?

- ¡mis padres ya están muertos! No pienso vivir la voluntad de dos personas que ya ni siquiera están en este mundo. Yo sigo aquí, yo decidiré lo que hago con mi vida y estoy seguro de que mis padres nunca querrían que fuera infeliz a causa de ellos. Así que este compromiso entre familias se acaba.

 

Luego de un silencio en el que la pelirrosa se pudo recomponer de todo lo que Ryu le había dicho, logró decir:

 

- ¿qué va a decir Anubis-san sobre esto?

- no me importa lo que piense. Dentro de unos meses cumpliré 18 años y pelearé por todo lo que me pertenece.

- pues  Renjou-kun me pertenece a mí. Es el sirviente de mi familia y tú no tiene derecho sobre él.

- por favor, Megumi-san, no compliques más las cosas.

 

La chica agachó la cabeza mientras las lágrimas caían por sus mejillas. El peliverde se conmovió y se acercó a ella con cautela.

 

- Megumi-goushijin, no llore. Yo aún la quiero mucho y me duele verla así.

- es por tu culpa… me quitaste a Ryu-kun. Es todo lo que tengo. Lo amo.

-si lo ama tanto como yo, entonces déjelo ser feliz.  Al irme yo estaba dispuesto a guardarme mis sentimientos y a sacrificar todas mis ilusiones para que usted lo hiciera feliz. Por favor, le pido que haga lo mismo por nosotros. Demuéstrele que usted no lo quiere sólo por un capricho.

 

Las palabras de Kyu llegaron a los más profundo de su ser y entonces se dio cuenta d que ella nunca sería capaz de ir tan lejos como el moreno, para asegurar la felicidad del dragón. Sacrificarse ella, jamás en su vida pensaría en hacerlo. Y su amigo tenía razón. Sus sentimientos no eran más que un capricho alimentado por las expectativas de su familia. Además, a pesar de todo, en el fondo seguía queriendo a Kyu como su mejor amigo, como si fueran hermanos. Y le dolía ser la causa de sus problemas, el obstáculo entre ellos.

Ante este descubrimiento de lo que en realidad había en su corazón, abrazó al moreno quien, una vez superó la sorpresa, le correspondió el gesto.

 

-te quiero, Kyu-kun. No soportaría que me odiaras. Ninguno de ustedes dos. Eres como mí hermano y no seré quien se interponga en tu camino a la felicidad.

-gracias, megu-chan.

 

Megumi y Ryu se miraron a los ojos y se reconciliaron con una mirada.

 

- ¿y ahora que´? –preguntó la pelirrosa.

- tratar de hacer las cosas bien -respondió Ryu- un paso a la vez.

- supongo que seguiré siendo tu novia, aunque sólo sea de fachada. Es lo único que me queda.

- no es así. Megumi-san, eres una persona maravillosa. No me necesitas para ser feliz. Tú puedes buscar tu propio camino, no tienes que hacer lo que a tus padres haría felices.

- supongo… que tienes razón.

 

Algún día se daría cuenta de que se había sacado un gran peso de encima.

 

- por hoy… ¿qué tal si me prestas a Kyu-kun?

- está bien –sonrió- pero no me lo devuelvas muy adolorido –bromeó la chica.

- ¡¿qué?! ¡Un momento, yo aún estoy aquí! –se quejó el peliverde.

 

Entonces los dos muchachos se despidieron, subieron al automóvil y se fueron a descansar del mal momento a la casa de Ryu.

 

- ¿por qué pensaría que yo soy el que recibe? –preguntó haciendo un puchero Kyu, luego de unos minutos de trayecto.

- ¿y por qué no? Sólo porque soy generoso te dejé ser el que da en nuestra primera vez.

 

Kyu se sonrojó y se alarmó otro tanto.

 

- ¿eso quiere decir que no será así la próxima vez?

- la próxima vez tendrás que ganártelo.

- ¿eh?

- sí, aunque presiento que tengo la ventaja en esto –le dijo con fingida suficiencia.

- ¿Por qué lo dice? –preguntó  volviendo a hacer un puchero.

- porque sólo tendré que decirte “te amo” y tu solito abrirás las piernas para mí.

 

Kyu se crispó en el asiento y se sonrojó aún más porque sabía que, muy pero muy en el fondo, el dragón tenía razón.

 

continuará...

Notas finales:

próximo y último capitulo: Prólogo


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