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Los Caprichos Del Destino por lakyday

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Notas del capitulo:

aqui sabremos que pasó despues en la vida de Ryu y quien era Kyu en realidad chan chan chan!

II. Capítulo 1:

 

- Ryu, no vuelvas a decir eso. Me haces sentir mal, porque si tú piensas que estás solo entonces ¿yo que soy para ti?

- sí, tienes razón… lo siento, no volveré a pensar así.

- bien… porque no puedes estar solo si yo estoy contigo ¿ves?

 

“No estás solo, yo estoy contigo”

 

Abrió los ojos de golpe, recuperando plenamente la conciencia. Estaba en su alcoba, acostado en su amplia cama en medio de la penumbra. Las cortinas cerradas de los ventanales no dejaban pasar el más leve rayo de sol. Debía ser temprano, pues Yurie aún no iba a despertarlo.

Se frotó la cara con una mano. Un sueño- pensó- otra vez. Suspiro. A veces solía soñar con ese niño. Ni siquiera recordaba su nombre. Aunque… ¿no eran esos sueños más frecuentes últimamente? Probablemente era el efecto de volver a la casa donde había ocurrido.

Se volteó para acomodarse mejor y se tapó con la colcha hasta más arriba de la cabeza. Debía aprovechar de dormir todo lo que pudiera, pues ese sería un día muy agotador. Visitaría por primera vez la casa de su prometida. Sí, apenas hace unos días había cumplido los 17 años y ya tenía una futura esposa. Qué vida más tediosa.

Suspiró. Megumi Minami era su nombre. Sus familias habían convenido en casarlos prácticamente desde que nacieron y ahora que su familia estaba muerta, el pacto era casi como la última voluntad de ellos. Su tutor Anubis había procurado mantener ese trato y las relaciones con los Minami, pues si ambas familias se unían sería el negocio del siglo y se convertirían en una de las familias más poderosas de Japón.

Vivir para los negocios, por el legado de su familia. Esa era la clase de vida que llevaba. Pero al menos la chica era linda, muy linda. Se habían conocido a los 13 años de edad en una fiesta de caridad, organizada discreta y especialmente con el motivo de que herederos de grandes familias ricas se conocieran y dieran el primer paso a los negocios multimillonarios que más tarde concretarían.

Lo bueno era que, a pesar de ser un matrimonio arreglado, él y Megumi congeniaban muy bien. Ambos venían de familias ricas, así que llevaban un estilo de vida similar, tenían la misma educación y pensaban parecido. Incluso ambos tenían gusto por las novelas de misterio y soñaban con ser algún día detectives. Además la muchacha era muy linda. Nop, definitivamente no podía quejarse y hacerlo era insultar y pisotear la memoria de sus ancestros.

El tiempo había pasado tan rápido. Desde que se conocieron se veían durante las festividades y algunas escasas veces en el año, en que salían en citas acordadas por su tutor. Claro que eso fue antes de que se fuera a Estados Unidos los últimos 3 años. Y ahora que había vuelto era tiempo de visitar su mansión, estrechar aún más los lazos y en poco tiempo más, alrededor de un año cuando cumplieran los 18, debía proponerle matrimonio. De pronto, el tiempo se le había venido encima.

Escuchó la puerta de su habitación abrirse, unos pasos bien conocidos y el ruido de las cortinas siendo corridas para dejar entrar la luz.

 

- Amo Ryu, es hora de levantarse- habló la mujer de cabello rojo.

- 5 minutos más –le suplicó desde debajo de la colcha.

- lo siento, no puedo esperar 5 minutos más ¿recuerda qué día es hoy? Hoy debe salir todo perfecto, para ello su día está programado:

  • 7:00 am- Desayuno.
  • 8:00 am- Gimnasio.
  • 9:00 am- Ducha.
  • 9:30 am- Compra de los regalos para su novia y su familia.
  • 10:30 am- Reunión con el consejo.
  • 11:30 am- Alistarse para su gran compromiso.
  • 12:00 del día- visita a la mansión Minami.

 

- bien, bien, ya me levanto… -suspiró.

- lo espero en el comedor.

 

La mañana transcurrió rápidamente mientras cumplía a la perfección con el cronograma. Fue de compras con Anubis y Yurie para elegir cuidadosamente qué presente debería darle a la familia  Minami y a su prometida Megumi. Al final de la búsqueda, decidieron llevar unas cuantas cajas de un vino exclusivo, costoso y extranjero y para Megumi compró una delicada cadena de oro blanco donde pendía un dije de diamante.

En la reunión con el consejo directivo de su compañía, prácticamente no se habló de otra cosa que no fuera la familia Minami, lo bueno que era contar con ella, lo importante que era el paso que se daría ese día y los aún más ricos que serían todos algún día, luego del casamiento.

Ryu suspiró. Todos se entrometían en su vida. Definitivamente no tenía vida privada, ni afectiva tampoco. Sólo una clase de vida basada en negocios ¿Cómo se llamaría a eso? Bueno, aunque tampoco le interesaba mucho tener una vida afectiva. Y es que cuando estás vacío por dentro esas cosas sentimentales no tienen valor, porque tarde temprano las personas se terminan dando cuenta de que no tienes nada para ofrecer, nada en tu interior a que aferrarse, sólo un vacío glacial. En efecto, príncipe de hielo era el apodo que le habían puesto en su círculo de conocidos.

Luego de esa reunión y de vestirse apropiadamente, llegó el momento de visitar a su prometida y a su familia. El automóvil que lo transportaba cruzó el gran portón y recorrió el frontis de la mansión hasta llegar a la fachada de ésta. Entonces vio que se trataba de una casa tradicional japonesa y dio gracias de que no le hubieran pedido vestir Yukata. Luego de todos esos años en el extranjero algunas costumbres japonesas le parecían muy incómodas.

 

- bien, hemos llegado- dictó Yurie sentada a su lado izquierdo.

-¿está listo?-preguntó Anubis, al derecho.

- por supuesto, vamos –respondió el dragón con confianza.

 

El chofer se bajó del carro, les abrió la puerta y ellos bajaron. Entonces salió la Señora Minami, madre de Megumi, personalmente a recibirlos. Vestía un hermoso kimono hecho a medida y la acompañaban dos sirvientas ataviadas de encaje negro. La mujer se inclinó en un saludo y ellos la imitaron.

 

- pasen adelante, síganme- les habló carismáticamente.

 

Al cruzar la puerta dos largas filas de empleados inclinados ante ellos les esperaban, una a cada laso de la puerta principal. Definitivamente la Familia Minami estaba desplegando todos sus recursos para demostrar cual era la familia más rica y dejar en claro que, si se casaba con Megumi, el favor era hacia los Amakusa. Era una buena estrategia, pensó Ryu.

Los guiaron a una sala donde verían a los demás miembros para saludar, mientras que servían el almuerzo en el comedor. Allí estaban Megumi, su hermana y su padre. Se saludaron todos cortésmente en un ambiente animado y bastante grato. Sir Anubis y la cabeza de la Familia se trataban como viejos amigos, así que toda la situación se sentía como una gran reunión familiar. Entregó los regalos y dejó a sus suegros maravillados. Megumi le dio las gracias por su hermosa cadena, junto con un beso en la mejilla, y le pidió que se la pusiera. Le quedaba perfecta.

 

-Ryu-kun, acompáñame -le habló discretamente la pelirrosa- quiero presentarte a alguien muy especial para mí.

 

Le tomó del brazo y se acercaron a una de las sirvientas que estaba en la sala y que previamente había acompañado a la Señora Minami cuando le recibieron.

 

- Renjou-san

- ¿sí, Señorita?

- ¿sabe dónde está Renjou-kun?

-¡Ay, dios, ese niño! –explotó de pronto la jovial mujer- Nadie lo ha visto desde la mañana, justo ahora que hay tanto que hacer… no, si me faltó darle unas cuantas palmadas cuando era niño.

 

Luego de decir aquello se percató de que el dragón también escuchaba su monólogo y calló de golpe, disculpándose en seguida:

 

- ¡oh, Amakusa-goushijin! discúlpeme, he hablado de más. Voy a buscarlo de inmediato, esperen en la habitación de al lado, por favor. Vuelvo en unos minutos.

 

La mujer de cabello corto, color rojo y rostro amable dejó la habitación en busca del personaje. La pareja de herederos le obedeció y se fueron a la sala de al lado, pues no era prudente presentar frente a todos a un simple empleado, cuando era más bien Megumi quien quería presentar a su gran amigo, rompiendo así el protocolo.

 

- ella era Yuu Renjou, la madre de quien te voy a presentar. Su hijo Kyu Renjou y yo somos casi como hermanos, prácticamente crecimos juntos y le tengo mucho cariño, por eso quiero que lo conozcas.

 

Kyu… ¿dónde había oído ese nombre antes?- se preguntó el azulino.

 

Un joven alto, de piel tostada y cabello verde atravesaba el gran jardín de los Minami. Vestía ropa informal consistente en unas zapatillas negras, blue jeans holgados con muchos bolsillos y una sudadera de tiras (tipo musculosa) color blanco. Su contextura era más bien gruesa. Su torso y sus brazos morenos estaban bien delineados, producto del trabajo físico que debía realizar a diario. Y llevaba varias pulseras en cada muñeca, la mayoría tejidas con tiras de cuero y algunas con placas de metal.

De atrás le seguía un gran perro de raza pastor alemán, color café y negro. Ambos venían de la laguna que había en el terreno. El joven había pasado toda la mañana reparando y restaurando un viejo bote de madera para que la Señorita Megumi diera un paseo en él, junto a su prometido quien la visitaría ese día por primera vez en su casa.

Cruzó la puerta trasera de los empleados y entró  a la mansión.

 

-¡Kyu-kun! Tu madre te andaba buscando- le dijo al verle una sirvienta de la casa.

-¿dónde está ella?-le preguntó quitándole la caja que llevaba, para ayudarle a cargarla.

- en el salón, con las visitas.

-¿y quiere que vaya para allá?- puso una mueca de extrañeza- no creo estar presentable para ir frente a las visitas.

 

Entraron a la cocina y él dejó la caja sobre la mesa.

 

- no lo sé- respondió riendo la chica poco mayor que él- pero yo no veo en ti nada desagradable en absoluto –le dijo recorriéndolo con una mirada pícara.

- ¡Yukihira-san, no me digas esas cosas! … te veo como una hermana ¿sabes?

- ¡uf! Pero qué bueno que no lo somos, porque si no mis pensamientos serían pecado.

 

 El moreno se quedó mudo ante el avasallador coqueteo de la muchacha, aunque ya debía de haberse acostumbrado a su actitud de siempre.

 

- ya basta, yuki- habló una de las cocineras que era una mujer mayor- deja de acosar al chico y tú, Kyu-kun, ve con tu madre que te necesita.

- ¡Hi, oba-san! - seguido le dio un beso fugaz en la mejilla y se alejó- estoy seguro de que quedarán encantados con tu deliciosa comida- le gritó mientras salía del lugar.

 

La mujer sonrió. Ese chiquillo travieso llenaba de vida cada rincón por donde pasaba, pensaba.

 

De camino, el peliverde se encontró con su madre.

 

-¡por fin te encuentro!- le regaño dándole un tirón de orejas- ¿Dónde te habías metido? ¡Mira como andas vestido! ¿Y tu uniforme? ¿Qué no sabes que hoy vinieron visitas importantes?

- ¡auch! lo siento, kasan. Estaba cumpliendo un favor para la Señorita Megumi.

- ella quiere que conozcas a su prometido y mírate como andas vestido.

- ¿ahora mismo?

- así es.

- no estoy bien vestido.

- eso es justo lo que te vengo diciendo, pero ellos están esperando  y el almuerzo casi está listo. Ponte ésto –le pasó una chaqueta de tela negra- al menos así te ves más presentable. Vamos.

 

El moreno la siguió, pasando por afuera del salón donde estaban las cabezas de familia reunidas, pudiendo ver el animado y lujoso ambiente en que transcurría la reunión.

 

-quédate aquí.

 

Le ordenó su madre, deteniéndose a las afueras del salón de música, más pequeño que el anterior y donde sabía había un piano. Entonces la mujer entró y le escuchó hablar con Megumi y su prometido.

 

- Señorita, lo encontré, pero debo advertirle que no lleva puesto el uniforme. Si quiere le digo que venga después.

- ¿está ahí afuera?

- así es.

- entonces dígale que pase. No hay problema con su vestimenta ¿o sí?

- no es inconveniente -escuchó una voz desconocida responder.

- muy bien.

 

Vio a su madre asomarse por la puerta e indicarle con un gesto que pasara. Entonces él respiró hondo y entró a la habitación.

 

- Ohayou gozaimasu- saludó inclinándose prominentemente- es un placer conocer al prometido de la Señorita Megumi.

 

 

 

Continúa...

 

 

Notas finales:

¡¿que ocurrira a continuacion?! ... ¡pues lo pongo de inmediato!


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