----Dos días después--
Se levantó de la cama de su nuevo amigo, no le dolían tanto las heridas gracias a los cuidados de Takano, se sentía agradecido, era extraño confiar en un desconocido.
–La comida está lista –avisó Takano. Se acercó dónde provenía aquel delicioso olor, eran huevos fritos con pan y café.
–Come –Invitó a Ritsu sonriendo, este se sonrojó un poco, era demasiada amabilidad, se sentó y le dio un mordisco a su pan “delicioso” pensó, llevaba tiempo que no comía un desayuno casero con pan.
– ¿En dónde conseguiste ese pan tan bueno? –preguntó Ritsu.
–En la panadería que está a dos cuadras del edificio, de verdad como puedes ser tan descuidado, de seguro solo comes comida chatarra –Rio Takano.
– ¿Cómo puedes sonreír tanto después de haber visto esas cosas ayer y antes de ayer? –preguntó ofendido.
Takano suspiró, era imposible mantener el “buen humor” en sí –Te dejas llevar demasiado por las emociones, tienes que tener la cabeza más fría Onodera –regañó el mayor.
– ¿Cómo quieres que me mantenga en calma mientras esos desgraciados hacen lo que se les antoje? ¡Matan, agreden, lo peor es que lo disfrutan! -respondió molesto.
– Ritsu –llamó calmado –Deja de llevarte por las emociones, todos están molestos con razones diferentes, pero válidas. Tú más que nadie debe saber sobre todo por tu trabajo que si alguien pierde la calma en estas protestas los medios de comunicación se centraran en lo que haga esa y otras personas. Recuerda que apoyas la protesta pacífica, no la violenta, contrólate –
Ritsu respiró, se levantó de la mesa y fue a la puerta para salir del departamento de Takano –Gracias por la comida –dijo molesto.
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Al salir del departamento se llevó una sorpresa, estaba en su edificio, en su piso, vivía al lado de ese hombre. Suspiró y se dirigió a su apartamento, sentía algo diferente en el ambiente, era como si de repente viera las cosas, como si hubiese despertado de un largo sueño. Se cambió de ropa, se dirigió a la farmacia y compro un producto para la acidez que si la mezclabas con agua ayudaba a pasar el efecto de las bombas lacrimógenas, las personas lo miraban y ya sabían que él estuvo ayer en la concentración y que lo estaría hoy.
Regresó a su apartamento, se preparó para la movilización, con botellas de agua hizo una máscara de gas casera “no servirá de mucho, pero algo es algo” pensó.
Llegó a la concentración, de nuevo sintió esa misma sensación de la mañana, miedo, temor, molestia, motivación y muy al fondo esperanza, si no lograban cambiar el país al menos harían que el dictador no duerma, que se sienta tan inseguro como ellos todos los días.
Pasó un rato, leía una que otras pancartas sobre “en San Valentín lucho por mi país”, sin embargo pronto esas mismas pancartas iban a estar en el piso, pues de nuevo comenzaron a reprimirlos. Se colocó su máscara de gas casera, llegó al frente, había un pequeño grupo a comparación de la cantidad de personas que había hace un rato, tiraba piedras, mientras otros lanzaban molotov, todo se repetía como el día anterior.
Esta vez, cansado y sin darse cuenta se dio cuenta de que anocheció, tropezó con alguien, era Takano –Nos vamos –dijo.
– ¡No! –Respondió Ritsu.
– ¡Oda, te he buscado por años, ahora que te encontré no iras a morir por arriesgar tu vida! –decía Takano exaltado.
– ¡Ballena! –se escuchó a lo lejos, todos corrieron, eran demasiados guardias, y venía con la “ballena”.
– ¿Qué mierda es esa? –preguntó Takano en casi un grito. Era como un camión blanco totalmente tapado que lanzaba agua con mucha presión, no iba a mucha velocidad, pero no le importaba si atropellaba algo o a alguien.
Ritsu a pesar de sentir miedo, la adrenalina lo ayudaba y aunque estaba nervioso siguió enfrentando los guardias mientras estos lanzaban lacrimógenas y perdigones a distancias no permitidas.
Takano agarró a Ritsu por el hombro –Nos vamos, es peligroso –trató de convencerlo –Debe haber alguna otra manera de que esto se resuelva Oda –dijo.
– ¿Es enserio? Quince años tratando de dialogar e igual nos mandaron a la mierda, hacen lo que les da la gana, sabes cómo todo el mundo que hubo fraude en las elecciones, que nos censuran, nos matan ¡Ya qué más da morir aquí! ¡Prefiero morir por lo que hago ahora que morir por que me roben la comida! –Le gritó Ritsu.
Takano se lo iba a llevar, no quería que le pasara algo, pero los perdigones los hicieron correr, la gente de los edificios gritaban, habían guardias por todos lados y entre que corrían se terminaron separándose. Takano logró entrar en un edificio, pero Ritsu no tuvo la misma suerte, se escondió en un callejón detrás de un basurero, podía ver claramente los guardias pasando cerca de él.