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Una habitación, un mundo. por samuesselmo

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Notas del capitulo:

Muchas gracias a todos por comentar! Me agarró como una crisis al principio, pues primero varios comentarios decían "Kasamatsu" y empecé a pensar en como sería, lo tenía terminado, pero me sorprendió que todo cambiara. La mayoria decía "Takao", y dije "Selmo, estás en problemas..." 

 En fin, aquí el capitulo: 

 LA HABITACIÓN DE TAKAO

 Despertó debido al ruido que provenía de su propia habitación. Con pereza abrió los ojos y vio a su amante peli verde abotonándose la camisa. Sonrió divertido al recordar la noche anterior, Takao recibía con gusto las muestras de amor que le ofrecía el de lentes, y más al saber que sólo se las daba a él.

 —Vístete, Takao –Ordenó el megane con el ceño fruncido.

 —¿Por qué, Shin –chan? –Preguntó enredándose con las sábanas –Podemos estar acostados todo el día, hoy estás libre.

 —Vamos a salir.

 El azabache abrió los ojos a la par, sintiendo como su corazón de aceleraba de los nervios. Miraba atento a Shintarou, en la espera de que lo que dijo fuera una broma, pero no, “¡Shin-chan siempre decía la verdad!” Desde que Kazunari se instaló en Kiseki no Sedai, no puso un pie afuera de la mansión, muy a pesar de que una parte de él quería sentir el aire fresco, tocar pasto y tierra con los pies, en lugar de estar encerrado por un miedo de ya varios años.

 —¿A dónde vamos? –Takao se puso de pie para caminar hasta su armario, aún seguía temblando recordando los malos momentos vividos con su padre.

 —Lejos, y lleva un bañador –Una vez vestido el peliverde casualmente, incluso llevaba unas bermudas, bajó a la recepción, dejando solo al menor. En otras circunstancias, hubiese reído a carcajadas al ver al verlo de esa manera, pero aún no se sentía convencido de salir. Era demasiado pronto e inesperado.

 Bajó una vez vestido, y Midorima lo esperaba en la entrada con las llaves de su auto en la mano. Desde dentro se podía apreciar el sol precioso que había ahí fuera, y Takao realmente quería sentir los rayos de él sobre su piel. Usaba pasos cortos al caminar hasta la entrada, y al ver que Shintarou le extendía la mano, se estremeció.

 —Mi auto tiene vidrios polarizados, si te hace sentir mejor… -Comentó mirando los ojos claros de Kazunari. Éste, de una forma insegura, tomó la mano que le ofrecían, y poco a poco, su piel sintió el calor del sol. Mirando hacia ambos lados nervioso, sintiéndose perseguido, cuando los únicos que estaban allí eran Shintarou y él.

 Se emocionó al ver las flores y el césped, los colores ahí fuera eran más vivos. Estar tanto tiempo encerrado le había afectado mucho, pero respiró hondo y se sintió lleno de energía. Siguió a su amante hasta el auto de éste, y entrar confirmó lo que le había dicho antes. Los videos eran polarizados, eran más oscuros y de afuera hacia adentro solo se veía negro.

 Takao se sentía como un niño, miraba todo por la ventanilla, y de vez en cuando hacía caras a la gente de otros autos, pero éstos no lo veían y eso hacía reír al doncel. Midomira sólo sonreía de forma discreta.

 Condujeron hasta las afueras de la ciudad, sólo se oía aves y las olas del mar contra la orilla. Y ese sonido despertó curiosidad en Takao. Con los ojos brillando de emoción, miró la gran masa de agua que había frente a ellos.

 —¡Cuánta agua! –Exclamó saliendo del auto a toda velocidad.

 —¿Nunca viste el mar? –Preguntó sorprendido el magane.

 —Sólo en fotos  -Respondió sonriendo. Rápidamente tomó la mano de su pareja y corrieron juntos hasta la playa -¡Vamos!

 Mientras que el peliverde caminaba tranquilo por la orilla del mar, Takao no paraba de correr y hablar sobre cómo se sentían sus pies en la arena y el agua. Cerró los ojos, feliz de escuchar la alegre voz del azabache, aunque la difícil personalidad del peliverde no lo iba a demostrar tan fácilmente. Pero al no escuchar la voz de Kazunari, abrió los ojos para verlo a su lado con una sonrisa pícara.

 —Gracias por traerme – El azabache se abrazó a su amante –Algún día hay que invitar a los demás.

 —… -El peliverde no dijo nada, sólo levantó el mentón de otro y lo besó con pasión. Fue largo y romántico.

 Siguieron caminando, pero ésta vez de la mano. Ninguno de los dos hablaba, simplemente compartían el silencio juntos. Ambos pensaban lo mismo, pues al llegar a una zona apartada, entre unas rocas, empezaron a besuquearse. La playa estaba desierta, y la lujuria que salía de ellos era grande. Usaron sus ropas como mantas, y se recostaron uno arriba del otro. Como siempre, Takao se rendía a los pies de Midorima, gimiendo y pidiendo más. No hacía unas cuantas horas que lo hicieron y el azabache seguía húmedo en su entrada. El lugar, el agua del mar, la arena, todos aquellos factores ponían más caliente a la pareja.

 —Shin-chan… -Murmuró de espaldas al suelo, mirando el rostro concentrado del médico, que metía sus dedos para luego abrirse paso.

 —¿Qué ocurre? –Preguntó sin mirarlo a la cara.

 —Quiero irme contigo –Takao habló serio, esperando a que el otro levantara la vista.

 —¿Te quieres ir? Pero creí que íbamos a hacerlo –Shintarou intentó sonar lo menos desesperado posible.

 —N-no me refiero a eso, Shin-chan –Respondió con las mejillas sonrojadas –Lo que quiero decir es… que quiero que nos vayamos los dos, vivamos juntos.

 Midorima dejó de hacer lo que estaba haciendo, y prestó total atención a las palabras de Kazunari. Éste mantenía su sonrisa, pero no pegaba del todo con el tono de su voz. Además, también estaba ese bello rubor que cubría sus mejillas, acompañado de su piel que estaba algo quemada por el Sol.

 —Midorima Shintarou, te amo, quiero que seas mi esposo –Declaró nervioso el azabache, levantándose para estar a la altura del más alto.

 —No seas idiota –Dijo Midorima, acomodándose los lentes con soberbia. Al oírlo, el azabache bajó la cabeza desanimado, sintiendo el nudo en la garganta, pero el peliverde continuó hablando –Yo iba a pedírtelo primero.

 Se avalanzó hasta quedar encima de él, Takao repartió docenas de besos sobre el varón. De ahora en más, en lo único que podía pensar era en una gran fiesta, llena de colores y comida –vegetariana como le gustaba – en un jardín floreado. Kazunari se sentía dichoso de haber conocido a Shintarou, y ahora más que nunca.

Notas finales:

 Espero les haya gustado, apesar de ser tan corto... 

 La proxima habitación, que por descarte es la última, es la KOGANEI.

 Repito, gracias por comentar! Me ayudan mucho! 

 Muchos Saludos! Son una gente muy bonita!

 By Selmo


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