Todas las mañanas laborales eran iguales, él estiraba sus manos hasta donde estaba su compañero para tener una apasionante despedida. Sin embargo, ese día fue un caso muy especial, al sentir las frías sábanas bajo las yemas de sus dedos, levantó la vista con aire curioso. Era la primera vez que despertaba solo un fin de semana, pero se despreocupó al pensar que tal vez, el moreno, tenía cosas que hacer.
Estiró nuevamente la mano, sólo que esta vez era para tomar el reloj de muñeca que tenía en su mesa de noche, miró la hora y se levantó un poco apurado. No faltaba mucho para que terminara el desayuno, así que vistió lo primero que encontró dentro de su armario, el cual era una montaña de ropa. Luego se miró en el espejo de su tocador, se prendió un aro plateado en su oreja izquierda, acomodó su cabello que no necesitaba ser peinado y salió de su cuarto con una sonrisa.
Entró en el comedor, y mientras tarareaba una canción, se servía un café acompañado de un pequeño pastelillo. Caminó hasta sentarse en la primera silla que vio y comió en silencio, sin dejar de lado su sonrisa.
—Hoy te ves muy feliz –Dijo de repente Kuroko, quien ya estaba a su lado.
—¡Oh, Kurokocchi! –A pesar de que Kise saltó un poco sorprendido, no pudo evitar abrazarlo –¡Lo estoy! Tuve una noche maravillosa.
—¿Ah, sí? –Himuro entró a la fuerza a la conversación, él estaba enfrente del rubio y no tenía muy buena cara –¡Es la última vez que te cubro, Kise! ¿Cómo haces para soportar a Haizaki? Es un animal…
—Es que tú no sabes tratarlo, Himurocchi –Rió Ryouta al ver al azabache exaltado -¿Tan malo fue?
—Me llamo foca obesa –Respondió de inmediato llevándose una galleta a la boca –Estuvo gritándome de que tú estabas “ocupado”.
—Sí, “ocupado” con otro cliente –Se unió con una risa Takao.
—Ustedes no entienden nada –Suspiró pensativo el rubio –Oigan, ¿y, Kasamatsu-sempai? ¿Akashi ya tomó asistencia?
—A Yuki-chan no lo vi –Respondió el azabache de Kazunari mirando hacia ambos lados –y Akashi aún no vino.
Pero como si nombrarlo fuera invocarlo, Kasamatsu entró con cara de pocos amigos al comedor y se sentó en la punta, pues era la única silla libre. A la par entró Akashi, y de igual manera, con el ceño fruncido. El pelirrojo se paró en la otra punta de la gran mesa y abriendo la agenda comenzó a nombrarlos, pero al llegar a Kise, seguido de su nombre, agregó un “ven a hablar conmigo a mi oficina”.
—Ki-chan está en problemas –Cantó como un niño pequeño Takao, para luego recibir un codazo de parte de Kuroko para callarlo.
—¿Yukio? ¿Te sigues sintiendo mal? –Preguntó cambiando el tono de su voz para hacerlo más suave. Pero una mirada le bastó para entender que sí, se sentía mal –Más tarde voy a tu habitación –Una vez dicho esto se retiró a su despacho, no sin antes mirar a Ryouta de mala gana.
Al finalizar el desayuno todos volvieron a sus cuartos para limpiar, después de todo era sábado, y el trabajo prometía ser duro ese día. Mientras tanto, Kise se levantó y caminó arrastrando los pies hasta llegar al cuarto de Akashi.
—Siéntate, Ryouta – Habló Akashi al sentir que el rubio había llegado.
—¿Cuál es mi castigo? –Preguntó aburrido tomando asiento mientras se miraba las uñas.
—¡No, escúchame bien! –Gritó Seijuurou encarando al más alto –¡Quiero que dejes de lado esa maldita manera infantil que tienes! ¿Crees que puedes hacer lo que quieras cuando quieras?
—¡No fue infantil! Sólo… yo…
—Sí, ya sé. ¡Te gustó un clientes y metiste tus narices donde no tenías que!
—¡N-no! Yo… - Por primera vez hace mucho tiempo, Ryouta comenzaba a sentirse nervioso e intimidado –¡Está bien! ¡Sí, me gustó! ¿Estás contento?
—No, no lo estoy –Respondiendo el pelirrojo poniéndose de pie –Ryouta, vivimos de esto, y me haces perder dinero.
—¿Perder dinero?
—¡Si, porque esta perdona que “te gusta” se quejó conmigo!
—¿Q-qué? ¿Por qué? –Preguntó algo deprimido el rubio intentando calmarse.
—Esa persona eligió a Ryo, tú sólo lo engatusaste – Le respondió volviendo a sentarse y dejar salir un profundo suspiro –Y ahora, gracias a tus celos tengo que controlar a Ryo. Claro, además de hacerle un “reembolso” a “tu cliente”.
—¿”Reembolso “? –Kise lo miró a los ojos confundido y aún más nervioso, incluso sentía la necesidad de morder su perfecta manicura -¿A qué te refieres?
—Ryouta, tú no le gustas. A eso me refiero –Respondió volviendo a suspirar – Es por eso que en primer lugar eligió a Ryo, y no a ti. Tienes que aceptarlo, no le puedes gustar a todo el mundo –Finalizó el de ojos bicolor mientras se ponía de pie para abrir la puerta de su cuarto.
—P-pero… él… ¿dijo algo de mí? –Preguntó, mientras se ponía de pie –¿M-mencionó algo de que yo era muy delgado? P-porque eso dijo anoche, d-dijo que yo era… ¿por eso no le gusté?
—Ryouta, no pienses esas cosas –Le interrumpió tomando la mano de éste –Olvídalo, piensa en otra cosa. Ah, y, no te daré un castigo, hoy vendrá Haizaki.
Kise salió muy pensativo del despacho de Akashi, y caminó hasta su cuarto, pero en el medio del pasillo decidió hacerle una rápida visita a Himuro. Tocó la puerta despacio y esperó a que el azabache le abriera.
—¿Kise? ¿Qué pasa? –Le parecía raro ver allí parado al rubio tan tranquilo, pues siempre que venía a verlo era para pelear.
—Quería preguntarte algo – Esperó a que el otro asintiera para proseguir y tomó aire -¿Tú piensas que estoy demasiado delgado?
—Que pregunta más rara –Comentó antes de responder sinceramente–Estás bien, yo te veo bien.
—¿Tú crees? –Preguntó sonriente –¡Qué bueno! Ya me estaba asustado… Creí que… no quería volver a…
—¡Kise! –Exclamó Himuro tomando entre sus manos las mejillas del rubio –¡Tienes un cuerpo envidiable! Pero, claro que yo no lo envidio, soy perfecto –Agregó levantando el mentón orgulloso.
—Si, como sea –Dijo riendo -¡No puede ser! –Exclamó llevando sus manos a la cabeza.
—¡¿Qué?! –Preguntó gritando mientras giraba su cabeza para ver si había algo.
—¡¿Ese deliñador es nuevo?!
—¿Es un chiste, verdad? –Preguntó Tatsuya mirando como el rubio corría hacia su tocador.
—¿Me lo prestas?
El día siguió normal para Kise, tan sólo estaba en su cabeza disculparse con Sakurai, pero éste se hallaba durmiendo, ya tendría todo el día para hacerlo. Volvió a su cuarto y preparó todo para cuando viniera Haizaki.