Angel observó confundido a través de la ventana el camino que su esposo había tomado, las calles cubiertas por hojarasca que cubría las pequeñas flores que resistían al inmenso frío, los edificios cada vez más escasos. A su lado Neal miraba pasar el paisaje sin decir en donde se encontraban.
Pronto el atardecer coloreó el horizonte de dorados, violetas y naranjas fragmentos con nubes rosadas y las luces nocturnas empezaron a brillar poco a poco.
—¿A dónde vamos?— se atrevió finalmente a preguntar el rubio, cortando el sepulcral silencio que se había formado desde hacía bastante rato.
Una sonrisa se formó en los labios del pelinegro y amablemente le dirigió una mirada cálida intentando demostrarle que todo estaba bien.
—Iremos a casa —Angel parpadeó varias veces sin comprender ante su respuesta
—Pero el apartamento no es por aquí
—Lo sé
Angel decidió continuar en silencio, esperando por ver qué era lo que tenía en mente esta vez su esposo, concentrándose en la bella vista del paisaje que recién comenzaba a tomar una forma más agradable.
—¿Qué sitio se supone que es este? —preguntó una vez más, curioso
—Ya te lo dije —sonrió amable frenando el auto— bienvenido a casa
Los ojos azules se iluminaron con aquella frase, y el rubio se arrojó en un abrazo a Neal
—Amor, sabes que me bastaría con permanecer a tu lado sin importar donde… mi hogar es donde tú te encuentres.
El pelinegro pasó sus brazos alrededor del frágil chico y besó su frente, alegre por escuchar tan dulces palabras de sus labios, él también era feliz con la simple presencia del oji azul, le colocó su chaqueta y levantó su mentón para contemplar su mirada celeste.
—Tú también eres el hogar al cual siempre volveré cuando necesite irme, pero no podía tenerte en aquel lugar por siempre, eres mi familia y haré lo que sea porque estés bien.
Depositó un beso en sus labios y bajó para ayudarle a hacer lo mismo, Angel tomó su mano y miró con sigilo, sus ojos se abrieron aún más al contemplar la magnificente casa que se erigía ante ellos, el inmenso jardín tal y como alguna vez le dijo a Neal “él amaba las flores”
Entraron a la casa, el lugar donde comenzaría su vida juntos a partir de ese momento, una vez que disfrutaron la cena que el rubio preparó Neal fue a ducharse, intentando relajarse del pesado día que había tenido, y que valía la pena solo por ver al llegar la sonrisa de su amado rubio.
Estaba por entrar a la cama cuando miro que Angel yacía perdido en sus pensamientos, por desgracia, y a diferencia de hacía unos momentos, esta vez parecían pensamientos no muy alegres. Suspiró y le abrazó por la espalda, sorprendiéndole.
—Creí que habría sido un buen día, ¿qué fue lo que sucedió?
—Nada, supongo —comentó sin mucho interés en conversar sobre sus aflicciones
—¿En qué piensa entonces mi amado ángel?
El más bajo dudó un momento, pero finalmente decidió comentar aquello que ni siquiera era tan grave, pero que fue el inicio de sus pensamientos.
—En Clarisse, su boda con Allan fue cancelada.
—¿En verdad? —Preguntó el más alto fingiendo no tener demasiado interés— que mal por ella ¿qué fue lo que hizo el novio?
—De hecho en la boda llegó el ex novio de Clarisse y ella se dio cuenta que lo seguía amando… ¿te das cuenta de lo extraño que es el amor?
–Supongo que no lo dices solo por tu amiga sino también por nuestros hermanos
Angel agachó la mirada al saberse tan obvio, y aun con dudas mordió su labio inferior para finalmente soltar la siguiente pregunta que temía hacer.
—¿No te molesta lo que ellos hicieron?
—Amor, esos son sus problemas, lo que pase con ellos no tiene que ver con nosotros, aun si Owayne y Seere se separan, o aun si pasa lo que sea no me interesa, no me apartaré de tu lado.
—Ni yo me apartaré del tuyo… pero aun así, crees que podamos ir a ver cómo está mi hermano… tal vez parezca un chico duro, pero estoy seguro que ahora mismo está sufriendo por haber terminado con Owayne… después de todo en verdad le quería.
—Por supuesto —accedió sin pensarlo— iremos mañana.
Tal como lo prometió al día siguiente se encontraron en la funeraria, pese a que había pasado un tiempo desde la última vez que estuvieron ahí las cosas parecían casi iguales, excepto por el hecho de que ahora Owayne no se encontraba dentro.
Angel entró animadamente, evitando ser parte de la sensación tan sombría que parecían tener todos los negocios como ese y notó a Gerard en la sala principal.
—Hola mi querido Gee —saludó alegre depositando un beso en cada mejilla del peliblanco— ¿sabes si mi hermanito está en casa?
—Realmente no lo sé señor Angel hace apenas…
—Ah no, señor no que el señor está en los cielos —exclamó el rubio con aparente indignación haciendo que Gerard riera un poco— dime Angel solamente
—De acuerdo, Angel… por desgracia recién llego, así que no sé si Seere se encuentra en casa
—Entiendo, bueno no quito más de tu tiempo, iré a buscarlo.
Subió las escaleras y lo encontró realizando un dibujo frente al computador, el cual no dejó aun cuando le miró y le incitó a entrar
—Vaya, hacía mucho que no te veía dibujar
—Tenía mucho sin hacerlo —comentó sin interés
Un incómodo silencio se formó entre ambos, hasta que el rubio decidió hablar nuevamente
—Bien… ¿y?
—¿Qué?
—¿Quieres contarme por qué terminaste con Owayne?
—No es la gran cosa… simplemente era tiempo de dejar algo que no tenía futuro.
—¿Te estas escuchando, hombre? bastaba con mirarlos para darse cuenta de lo real que era lo suyo
Seere hizo una pequeña pausa en su dibujo al escuchar aquello, saber que había preocupado a otros, y más aún que cualquiera podía ver que Owayne y él debían estar juntos… sin embargo no sentía merecerlo y tras morder su labio inferior contestó dolido
—¿Y de qué sirve si no tengo que ofrecer?
—Todos tenemos algo que ofrecer
—Aun si ofreciera todo… eso no sería tanto como todo lo que el mereciera
—No necesitas ofrecer lo mismo, uno no entrega todo esperando retribución.
—¡Ya basta!- gritó Seere levantando la mirada un momento de la pantalla, y por primera vez en todo ese tiempo enfocó sus azules iris en los de Angel
—Necesitamos hablar —no hubo respuesta durante varios segundos.
—No hay nada de lo que yo tenga que hablar —concluyó finalmente el maquillista dejando en claro que la conversación estaba por terminada.
Angel estaba por insistir cuando escucharon tocar a la puerta, del otro lado Demian habló dirigiéndose al pelinegro.
—Seere puedes salir un momento, hay alguien que te busca
Sin entender dejó a un lado el dibujo en el que se concentraba, cualquier cosa parecía ser mejor que seguir siendo reprendido por algo que él sabía estaba mal, se levantó dirigiéndose hasta la puerta, pero antes de llegar el joven de cabello teñido se asomó
—Hoola Seere soy yo quien te busca
Apenas lo vio, cerró la puerta en su cara, de no ser porque el otro alcanzó a sujetarla y abrir por la fuerza, dejando a Seere en una molesta situación
—¿Qué es lo que quieres? – preguntó con molestia aparente el pelinegro
—Nada — pronunció comenzando a acercarse peligrosamente al pelinegro sin importarle que Angel yaciera en la orilla de la cama —solo vine amablemente a entregar las cosas que olvidaste la vez pasada en mi auto y cuando tu jefe me pregunto cómo pagarme sugerí que tú serías un excelente pago.
Owayne apagó el tercer cigarro del día, desde que dejó al pelinegro parecía que su manía había aumentado, quizás por el hecho de sentirse poco relajado
—Tengo que ir con mis compañeros por un proyecto —le avisó el pequeño rubio— ¿te importaría volver a casa solo?
—Por supuesto que no Matt, ve con cuidado, si necesitas algo llámame
—Claro, eres el mejor Owayne —se despidió con un fugaz beso sobre los labios del mayor— te alcanzaré más tarde
Pero algo simplemente no estaba bien, Matt era lo que hubiese deseado: alguien que le pudiese amar de la misma manera en que él lo hacía, pero no se sentía completo, porque en el fondo deseaba que la persona que lo hiciera fuera…
Se detuvo ante lo que estaba a punto de pensar sacudiendo la cabeza, ya se había dicho que olvidaría a Seere, por difícil que fuera.
Comenzó a caminar por todo el lugar sin mirar hacia atrás, derramando silenciosas y cristalinas lágrimas y cuando se encontró cerca de la esquina que lo llevaría hasta la Eternall se paralizó en medio de la calle, obligando a su cuerpo a caminar en dirección contraria.
Pero el intento fue en vano, algo le incitó a caminar hasta el negocio donde trabajaba hasta hacía unas semanas, sin pensar demasiado entró encontrando a los antiguos rostros conocidos…
Excepto por uno…
La apariencia tan perfecta de aquel joven de actitud segura, con el cabellos azul y unos singulares ojos dorados, la pulcra piel manchada únicamente por un tatuaje, que más que opacarla lograba hacerla resaltar mayormente… y pronto la duda de quién era fue resuelta
—Que seas el hermano de Taylor no te da derecho de joderme cada vez que te venga en gana.
Recordó la razón por la cual había dejado a Seere… porque él jamás lograría reemplazar el lugar de Taylor, y no obstante a que él ya no estaba sus oportunidades eran nulas.
Y si Seere prefería a aquel chico, el único recuerdo que tenía de Taylor, y si era mejor, y si Seere podía volver a ser feliz…
Y si tan solo él se daba una oportunidad, una en serio y con verdaderos deseos de hacerlo, de ser feliz con Matt…