No veía más que oscuridad a su alrededor, su cuerpo se sentía como si estuviese flotando, incluso su cabello se movía por mechones lentamente como siendo llevado por una corriente y más allá solo se observaba un espacio sin fin. No estaba seguro de donde empezaba o donde terminaba, sólo sabía que estaba ahí y que había una inmensa serenidad.
Se percató que las estrellas brillaban sin que nada las opacara, rodeando una hermosa Luna que pronto comenzó a iluminar el lúgubre paisaje, poco a poco todo fue tomando más forma y finalmente se sentó en una banca con la mirada perdida, sólo para sentir en seguida el peso de alguien que se sentaba a su lado.
—Es una linda noche, ¿no lo crees?.
Seere se sorprendió al notar los largos cabellos rubios y la mirada tan azul como la suya misma, aquella mirada que hacía 19 años no había visto.
—Padre.
—Hola Seere, demasiado tiempo sin conversar.
—Pero tú estás m… —mordió su labio inferior sin deseos de cuestionar y poner a la lógica por encima del hecho que volvía a ver a su padre.
—¿Eh? —Maxximilian pareció confundido, como si ni siquiera imaginara lo que el peli negro estuvo a punto de decir.
—¿Estoy muerto? —cuestionó, haciendo al mayor largar una carcajada.
—Por supuesto que no, estás tan vivo como Michael Jackson.
—De hecho él está muerto…
—¿En serio? Vaya que me he perdido mucho, pero el punto es que tú estás vivo.
—Entiendo… —sonrió tímidamente, quizás por la costumbre de hacerlo cuando era niño— gracias por haber venido.
—¿Haber venido?, acaso no te dije que estaría siempre a tu lado, he cumplido esa promesa, pero por alguna razón no veo la tuya de seguir sonriendo, era una linda sonrisa ¿sabes?
—Si… bueno… no pude cumplirla y tuve que hacer una nueva promesa…
—Claro, claro, me enteré de algo así… no lastimar a nadie eh… ¿sabes?, cuando te pedí no llorar por mí solo deseaba aligerar la tristeza que pudiera causarte, y sin embargo creo que te he provocado una mucho mayor.
—No es tu culpa, tú no creaste al monstruo que soy… cuando te fuiste todo seguía bien, ese pequeño Seere incluso podía sonreír a pesar de las cosas malas… pero yo…
—Sabes que no sólo las lágrimas son representación del amor —musito comprensivo. Seere se sorprendió de oír esas palabras que alguna vez escuchó del pelirrojo, incluso hacía no mucho Evan le dijo algo parecido.
—Pero en verdad, Taylor merecía algo mejor —su mirada se volvió más triste, al menos hasta que escuchó unas palabras que le contradijeron:
—Pero tú eres lo mejor que me pudo haber pasado Seere.
Sorprendido dirigió la vista hacia el lugar de donde provenía la voz, y de pie con una sonrisa estaba Taylor, sosteniendo entre sus brazos al pequeño Amber.
—Taylor…
—Deberías estar tranquilo, yo no podría siquiera imaginar algo mejor que tú. Gracias por todo lo que hiciste por mí.
El pelinegro corrió a abrazar a aquel chico, aun si era un sueño o la muerte lucía igual que antes, su aroma, su piel, ahí frente a él la persona que tanto había amado.
—Ni siquiera pude salvarte…
—No había manera de hacerlo… —exclamó triste, separándose un poco del abrazo— pero me salvaste de algo peor que la muerte: me salvaste del dolor de la vida, contigo pude conocer la felicidad.
—Quisiera ir contigo.
—No… debes permanecer, hay alguien que espera por ti.
—A ti es a quien amo.
—Vaya ¿dónde quedó aquello de que no podías amar? —se burló inocente el pequeño rubio.
—Si tú dices que te amé aun cuando no pudiera llorar por ti te creería.
—Me amaste… mucho, Seere.
—Y lo sigo haciendo.
Taylor se ruborizó igual que hacía años, cuando estaban juntos, pero finalmente levantó la vista y poso sus manos a ambos lados del rostro del pelinegro.
—Sé que tus sentimientos siempre estarán conmigo Seere, pero estar con Owayne no significa que me olvides, significa que puedes hacer feliz a alguien más.
—¿Y estarás bien con eso?
Esbozó una sonrisa comprensiva; mucho más que sólo comprensiva. Era una de aquellas sonrisas excepcionales, que tenía la cualidad de dejarle tranquilo.
—Siempre lo he estado, desde el momento en que me enamoré de ti no has hecho más que hacerme feliz, pero ambos sabíamos que mi vida terminaría. Ahora haz lo mismo con él, sé que no será difícil, él ya debe ser muy feliz… por eso no lo dejes solo.
—Pero ya le he alejado… ¿qué es lo que debería hacer?
—Ya lo has hecho una vez no, tan solo acepta ese amor. Justo ahora él está preocupado por ti.
El escenario cambió y se miró acostado con varios aparatos conectados a su cuerpo, y a un lado de la cama Owayne le vigilaba, sujetando su mano mientras Angel entraba y acariciaba su hombro intentando confortarle.
—¿Sabes? pensaba en lo irónico que resulta… que el blanco represente paz y los hospitales sean tan blancos cuando estando aquí siento todo menos paz.
—También estoy intranquilo, pelirrojo.
—Estará bien… siempre lo está… no puede irse.
Seere estuvo por ir hacia Owayne, cuando de nuevo la imagen desapareció, regresó una vez más la vista a sus acompañantes sin comprender bien que sucedía.
—Entiendo que esté preocupado, pero estando aquí… con ustedes es tan pacífico.
—Nosotros seguiremos estando contigo, lo sabes, pero tú debes estar con él.
—Entiendo… gracias. Es verdad, antes… —recordó la carta y buscó en su bolsillo, encontrándolo vacío.
—¿Qué sucede?
—Tu carta…
—Ese tonto de Evan, de saber que tardaría 5 años jamás le hubiera pedido el favor… como sea, no importa, gracias por todo Seere.
—Al contrario… gracias a ustedes.
Se acercó acortando la distancia entre ambos, pero justo antes de poder unir sus labios todo se volvió oscuro y se encontró solo. Sintió el lacerante dolor en su cuerpo. Abrió los ojos lentamente hasta visualizar el rostro preocupado de Gerard.
—Gracias a Dios Seere, por fin despiertas.
La vista un poco más al lado y supo que se encontraba en el hospital, pensó en su padre y en Taylor, posiblemente un efecto por la fuerte contusión.
“Pero fue tan real”
—Supongo que les he preocupado —exclamó intentando inclinarse, Gee le detuvo y acarició su cabello.
—No te muevas, llamaré a algún doctor.
—Espera aún no —se abrazó a él, aspirando su dulce perfume y sintiendo sus latidos— necesito pensar en algunas cosas antes de que la habitación se llene de gente.
—No tardes en pensar, Seere, en verdad es necesario que te revisen.
—Sólo un minuto.
—Bien, supongo que es lo que me tomará buscar al doctor —dijo sonriéndole en complicidad.
—Gracias.
—No agradezcas, imagino que son muchas cosas en que pensar. Sé lo que es no haber vivido por 5 años… y la verdad creo que tú tampoco lo has estado haciendo. No es tarde para comenzar a vivir.
Sus palabras dejaron más pensativo al pelinegro y devolviéndole una tímida sonrisa le miró salir. Quizás no había nada más que pensar, sólo vivir.
No tardó en llegar a la habitación una enfermera que revisó sus signos vitales y enseguida el doctor quien confirmó que se encontraba bien. Tuvo un breve instante antes de que la puerta se abriera para dejarle ver nuevamente a Owayne.
El pelirrojo se sentó de nuevo a su lado, exhalando entre cansado y aliviado.
—Deberías ir a descansar, el doctor dice que estoy bien.
—Igual que la última vez que salvaste a un cachorro de ser arrollado… —pronunció con acusación—Seere tonto… ¿cómo puedes poner en riesgo tu vida de esa manera?
—Owayne, estás llorando —pronunció sorprendido al notar que pese a estarle reprendiendo no estaba molesto sino triste.
—Por supuesto que si… ¿sabes lo preocupado que estaba?
—Lamento haberlos preocupado… especialmente ahora que no somos nada.
—Que dejara de estar contigo no significa que dejara de amarte.
—No deberías, eso solo entristecerá a Matt.
—Matt estará bien sin mí… pero yo no podría estarlo sin ti.
—Eres un idiota.
—O quizá lo somos los dos. Yo por haberme ido y tú por haberte negado a ser feliz junto a mí. Yo jamás te habría hecho llorar. No hubiera podido. Pero pienso enmendarlo si me das la oportunidad.
—Suena cruel que sea yo quien tenga que darte la “oportunidad”
—Entonces dátela a ti mismo… Date una oportunidad de intentarlo conmigo.
Seere apretó las sábanas con sus puños, no podía negar que en verdad deseaba comenzar a vivir, vivir en el presente, con Owayne, pero antes quería dejar ir el pasado completamente.
—Antes podrías acompañarme a hacer algo…
—Lo que sea.
—Primeramente quiero salir de este lugar…
—Por supuesto, mi padre dice que estás completamente fuera de peligro, aunque no te dejará salir así como así.
—Entonces simplemente vayámonos sin que lo sepa.
Owayne sonrió, dispuesto a cumplir cada deseo de Seere por pequeño o ridículo que fuera, abrió la puerta decidido a llevarle al lugar que deseara ir.
Cruzó varias cuadras, llevándole sobre su espalda entre la nieve que comenzaba a caer con mayor fuerza, y él se aferró con más fuerza, hundiendo su rostro en la curva de su cuello. El pelirrojo sonrió, si pudiese seguir de esa manera no le importaría tener que llevarlo hasta el fin del mundo…