Los colores del ocaso comenzaron a marcar notoriamente la avanzada hora entre las desiertas calles, pronto anochecería, el acostumbrado sosiego de repente se vio perturbado por un inusual sonido.
—No más, me niego —la vigorosa voz de Owayne se escuchaba hasta el otro lado de la calle, contrarrestando con la serenidad aparente— Ya déjame irme.
—Deja de gritar, solo falta un poco más, tú fuiste quien aceptó —le reprochaba el inexpresivo Seere, terminando lo que hacía— ¿O es que ya te has arrepentido?
—¡Por supuesto que me arrepiento! —exclamó el pelirrojo mirándose en el espejo que se hallaba frente a él, el trabajo que el pelinegro hacía era bueno, pero maquillarlo hasta ese extremo era demasiado.
—¿Qué sucede aquí? —se oyó una voz gruesa que llegaba, se trataba de Demian, quien no pudo quedar más estupefacto al presenciar aquella escena:
Owayne atado frente a un amplio espejo, el maquillaje lo hacía ver lindo, pero en algún punto Seere exageró y comenzó a llenarlo de labial, rubor y accesorios como si de una muñeca victoriana se tratase.
Demian estalló en risa, si la escena anterior era para temblar, esta lo era un millar de veces más.
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Una vez desatado fue a lavar su rostro quitando el exceso de maquillaje, Demian se le acercó pasándole una toalla.
—Gracias
—Deberías conservar un poco, te hace lucir un poco más vivo, tu rostro es como el de Seere, no les vendría mal una bronceada —opinó el mayor
—Lo siento, en mi caso la fotodermatosis no me permite exponerme al sol —explicó el pelirrojo.
—Ya veo, entonces no hay más que acudir a las manos expertas de Seere, conserva un poco.
Owayne se miró al espejo, realmente el maquillaje le daba un aspecto más agradable, le gustaba como el tono le hacía resaltar sus ojos e incluso el color de su cabello, normalmente su palidez le daba un aspecto cadavérico, razón por la cual no llamaba tanto la atención como ahora.
—De acuerdo, solo un poco —aceptó por fin convencido, logrando que el mayor sonriera victorioso— Como sea, es tarde y debo irme, gracias por todo.
— Ve con cuidado y regresa cuando gustes, creo que a Seere le agradaste.
Owayne lo miró confundido, a él no le parecía lo mismo, pero si era Demian quien lo decía quizás sería cierto, sonrío y se marchó de ahí, cerró la puerta tras de sí y se dispuso volver a su apartamento, envuelto por la apenas visible luz del farol que parpadeaba, mostrando de esa manera, llegar a su fin.
Dio los primeros pasos cuando una voz conocida le llamó por su nombre.
—Owayne ¿Eres tú?
El chico volteo, mirando a una de sus compañeras, era Carly una peli-rosa de ojos miel, alta y de piel clara, era muy bonita ante los ojos de cualquiera, incluso para Owayne, pero saber apreciar que una mujer fuese bonita es lo único que él podía hacer, y no es como si tuviese fobia a las mujeres, pero por alguna extraña razón ellas eran quienes parecían temerle, incluso la misma Carly alguna vez le pidió “largarse” cuando se acercó a ella.
Pero ahora estaba hablándole, tal vez solo necesitaba ayuda para regresar a casa, después de todo ya era noche y estaba oscuro, soltó un largo soplo y se acercó a ella.
—Claro, soy yo, ¿qué haces en este lugar? —preguntó cortésmente.
—Vivo cerca de aquí, de hecho lo extraño es verte a ti.
—Supongo… solo tomé un camino distinto, por cierto ¿pasa algo malo? Ya que me hablaste y eso…
—En absoluto solo… no te reconocí, te ves diferente nunca antes me había percatado de lo lindos que son tus ojos —Se le acercó un tanto provocativa la chica— y tu cabello… —Lo tomó y aspiró su olor
—Por supuesto, ahora ¿necesitabas algo? —Insistió el pelirrojo apartándola un poco, aquello comenzaba a incomodarlo, ¿por qué de todas las personas se encontraba justo ahora con ella?— es un poco noche para que estés sola.
—Bueno, si gustas acompañarme, estaba a punto de ir a mi casa y ya que estaré sola podríamos ir… y hacer algo divertido juntos —se paró de puntitas a punto de besar al pelirrojo cuando una voz les interrumpió.
—Aléjate de él sucia zorra —Aquel comentario por parte de Seere, que recién salía sorprendió a la chica, pero no tanto como al mismo Owayne quien no podía creer que el chico le hablará así.
—Seere no deberías…
—¿Cómo te atreves a hablarme así? Idiota intento de maquillista —Preguntó ofendida la chica— Mejor lárgate mocoso, Owayne y yo estábamos a punto de irnos.
—Dudo que a este idiota se le antoje estar con una puta como usted —manifestó tajante
Aquello hirió fuertemente el orgullo de la chica, más cuando vio que Owayne se quedó atónito sin hacer nada, colérica se marchó del lugar, mientras les gritaba expresando su profunda molestia.
—Son unos imbéciles.
Seere estaba a punto de volver a entrar a la funeraria cuando se vio interrumpido.
—¿Qué demonios fue eso? —cuestionó un exasperado Owayne
—Lamento si tenías ganas de contagiarte de su posible gonorrea.
—No puedes ir diciendo cosas así de otros, especialmente de una chica, ¿acaso no conoces el respeto? —le recriminó.
—Conozco la honestidad, es una lástima que la verdad duela, pero así son las cosas, a mí no me va el mentir y decir esa mierda de la gente como “Oh es tu amiga, que linda chica” cuando por dentro cualquiera piensa lo que acabo de decir, incluso tú, ¿o hipócritamente dirás que me equivoco?
Él pelirrojo solamente lo escuchaba, claro que cualquiera lo pensaría al verla así, pero no por eso insultaría a alguien.
—Eso no… no es… 3intentó armar alguna frase, pero se vio incapaz de hacerlo y simplemente permaneció en silencio.
—Olvídalo —bufó el pelinegro— no se me antoja permanecer al lado de alguien tan imbécil, buenas noches.
—Espera un momento —Owayne molesto sujeto su hombro.
—¿Hay algo inteligente que tengas que decir? —cuestionó molesto
—Yo…
—Búscame cuando lo tengas.
Owayne permaneció inmóvil en medio la calle, no pensó que el chico fuera tan cruelmente directo, deseaba hacer algo por él “Si tan solo fueses un poco más amable serías más lindo” Pensó para sus adentros y se marchó de aquel lugar. Mirando nuevamente el farol que yacía apagado en medio de la oscuridad.
Al día siguiente todo parecía tranquilo cuando de repente escuchó a sus compañeras hablar, miró el asiento de Carly vacío.
—Supiste que la tonta llevó un hombre a su casa —decía una chica de cabello castaño claro a su amiga, intentando ser discreta, lo cual hacía mal puesto que Owayne oía perfectamente.
—Sabía que la descubrirían, pretendiendo ser tan bonita y agradable no es más que una zorra.
Owayne recordó las palabras del día anterior de Seere, se dio cuenta de que era verdad, el pelirrojo odiaba la hipocresía, pero ¿no lo era él mismo justo ahora? Aun así se negaba, estaba mal herir los sentimientos de otras personas, prefería mil veces ser un hipócrita, antes que volver a hacer sufrir a alguien… si él conocía bien como era eso, y se lo haría ver a ese insensible chico.
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Al salir de la escuela se dirigió hacia la funeraria donde había estado el día anterior, deseoso de encontrarse con Seere, pero en su lugar se encontró sólo con Demian.
—Está en uno de sus momentos de inspiración, nos llegó una chica casi desfigurada, imaginarás que se está esforzando en exceso, así que ¿por qué no vuelves mañana?
—Sí… —Owayne suspiró desilusionado— lo lamento, no creí que estuviera ocupado.
– ¿Quieres que le de algún mensaje?
—No, no es algo urgente —sonrió con cierta decepción— volveré mañana, solo avísele que vine —pidió volviendo a sonreír.
—¿En serio, tan poco importante era verme? —El pelinegro salió de la habitación dejando absorto a Owayne, sin embargo el asombro de él no era nada comparado con el de Demián.
Y es que en el tiempo que llevaba trabajando en ese lugar había notado algo: Seere jamás dejaba de hacer su trabajo, el mundo a su alrededor podía estar colapsando, pero él siempre seguía concentrado, con esa mirada dolida mientras tenía el pensamiento de que su última fiesta debía ser algo hermoso.
—¿Seere has terminado ya? —preguntó el jefe, dudando si la falta de trabajo era la razón por la cual estaba ahí.
Inexpresivamente el pelinegro asintió, dejando no muy seguro a Demian
—¿Y? ¿Querías verme? —preguntó dirigiéndose a Owayne
—Pues… —el pelirrojo agachó la mirada
—Bien iré por algo de cenar, mientras sobrevivan con algo de té y pastelillos que quedaron —Demian intentó dejarlos a solas evitando ser inoportuno.
Los chicos quedaron solos y un silencio aterrador se hizo presente, Owayne de pronto olvidó lo que quería expresar.
—¿Encontraste algo inteligente para decir? —Preguntó el pelinegro
—Tal vez no sea inteligente —Owayne entristeció— solo quiero decir que prefiero ser un hipócrita que herir a alguien.
—La verdad duele… pero las mentiras destruyen, no puedes pretender ser amable, eso solo dañará a otros.
—Hay maneras de decir la verdad sin tener que ser un monstruo cruel.
—¿Y ahora soy un monstruo cruel? Muy cierto, hay maneras de decir las cosas —se burló Seere de manera sarcástica.
—Lo siento —se disculpó avergonzado.
—¿Y cuál es tu manera amable de decir esas cosas?
—Decir de frente lo que te molesta… no en presencia de otros… no siempre entenderás los razonamientos de las demás personas… y si son felices así no puedes pretender cambiarlas.
—Realmente no tengo el mínimo interés por intentar cambiar a tu “querida amiga”… como si Carly pudiera cambiar —bufó con molestia
—E-espera… ¿eso significa que conoces a Carly? —cuestionó al observar la soltura con la que se refería a la chica.
—Obviamente
—Me refiero a conocerla cercanamente…
El pelinegro se encogió de hombros y Owayne comprendió que tal vez el gesto anterior de Seere no era lo que hubiese pensado, suspiró con alivio.
—Y por cierto, si no pretendes cambiar personas no pretendas cambiarme a mí.
—Bueno, tú también me importas —le sonrió alegre el pelirrojo.
—Idiota, solo olvídalo, ahora si no te importa debo terminar con un lindo cadáver.
—¿No habías terminado ya? —preguntó sorprendido el pelirrojo
—¿No preferías la hipocresía? Decir la verdad podría haber matado a Demian —contestó mientras se dirigía nuevamente a realizar su labor.
—Seere —lo detuvo de nuevo el chico de ojos esmeraldas.
—¿Tienes algo inteligente que decir? —cuestionó interesado
Owayne sonrió —Serías más lindo si fueses un poco más amable.
Seere como respuesta solo levantó su dedo medio de manera obscena, pero Owayne le sonrió y salió despidiéndose de manera alegre de aquel lugar, Seere permanecía inmutado en su expresión, pero no podía ocultar el leve rubor sobre sus mejillas.
Las nostálgicas hojas comenzaron a danzar sobre las pavimentadas calles de manera más impetuosa rodeando al pelirrojo chico que transitaba sobre ellas, volteando en ocasiones para apreciar al pelinegro que le miraba desde la entrada de la funeraria, quien para sus adentros musitaba.
—¿Lindo eh? Deberían atropellarte imbécil e hipócrita homosexual enfermo —entró de nuevo al establecimiento recargándose de la puerta— solo entonces podría volver a tenerte aquí…