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Cuando los cerdos vuelen por sleeping god

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Notas del capitulo:

Un capítulo que admito me divertí mucho escribiendolo, espero se diviertan igual.

-Grimmjow—enfrento al peliazul que en su mirada noto que no recuerda quien soy—Soy Ichigo, idiota.

-¿Qué Ichigo?

No puedo creer lo olvidadizo que es… no, lo poco que le he de importar.

-La “chica” con la que saliste.

Entrecierra los ojos y ladea la cabeza, enfocando su mirada para hacer una expresión de impresión.

-¡Ya te recuerdo, shinigami! ¿Qué quieres?—cuestiona con ningún ánimo.

Suspiro y con firmeza le digo.

-Estoy embarazado.

Su cara se contrae en una expresión de burla hasta soltar una sonora carcajada que siendo sincero ya me lo esperaba.

-Sólo estás muy gordo. Haz ejercicio, deja de tragar como puerco y aléjate de mí—es su recomendación mientras emprende camino que le detengo.

-Toma—le extiendo el documento que hizo Unohana, dando la afirmativa a mi embarazo y la explicación.

-¿Qué… mierda?

-Mientras estuve en el gigai ocurrió y por colocarme en mi verdadero cuerpo… bueno… debiste usar condón.

-No, no, claro que no—me lo entrega con miedo, ya no incredulidad—No es mío, así como te revolcaste fácilmente conmigo pudo ser con cualquiera.

-No—le doy el reverso con la prueba de paternidad—Tenia un cabello tuyo en mi ropa.

-¿I-Igual có-cómo piensas pa-parir?—cuestiona con nerviosismo.

-Cesaría.

-Ah… bueno… entones…—hurga en su mente en busca de una excusa que, seguramente, yo ya he cubierto—No puedes obligarme a cuidarlo, me iré del país.

-Tengo tu pasaporte—se lo muestro, robado hace una semana.

-Volveré a Hueco Mundo.

-No, no lo harás—responde Hallibel por mí, con notable enojo al peliazul.

-Al infierno o la sociedad de almas.

-Tampoco—dicen Byakuya, Zaraki y Unohana, los capitanes que me acompañaron para darle la noticia al irresponsable padre.

-Pe-pero… no estoy listo para ser papá. No soy lo suficientemente adulto para cuidar de otro ¡Mira que no puedo cuidarme a mí mismo!—se excusa pero así como él está aterrado… yo estoy igual o peor, incluso ahora después de que me decidiera a ir al doctor por esos constantes mareos y que con terror descubriera a un hombre en este estado, así que recurrí a Unohana quien estudiando lo que hice los últimos meses me dio esa respuesta.

-Deberás cuidarlo y hacer todo lo que te diga, ya que nazca harán sus arreglos para que lo visites y lo cuides, también debes darle dinero ¿entendido?—explica Unohana a un nada alegre Grimmjow. Así terminamos los dos en un departamento que Byakuya nos cedió. Él de inmediato se acomodó en el sillón y enciende el televisor, yo me quedo ahí, mirándolo, con mi barriga de cinco meses siendo muy pesada, recordando que Rukia me dio este lugar por una sola razón: me he vuelto insoportable.

-Grimmjow, tengo hambre.

-Pues come.

-No tengo ganas de cocinar.

-Yo tampoco—las negativas me ponen muy sensible, al punto del llanto—¡¿Qué te pasa?!

-¡Sólo te pido que cocines! ¡Eres un desconsiderado!—grito mientras derramo lágrimas.

-¡Ya!

-¡No me grites!

-Ya, está bien. Voy a preparar algo pero no te pongas loco.

-¡Tampoco me insultes, gato idiota!—también me enojo con facilidad.

-Está bien, está bien. Relájate, sienta y yo haré el resto ¿Está bien?

-Sí, gracias. Grimm, eres un amor—y cariñoso a cualquier amabilidad— ¿Quieres que te ayude?

-No, siéntate. Debe ser cansado cargar todo ese peso.

-¿Me estás llamando gordo?—ah, también me ofendo con facilidad.

-No, bueno, lo estás pero no quise decirlo de esa manera—y si no fuera tan idiota no me pondría peor.

-¡¿Cómo puedes decir eso cuando es todo tu culpa que tenga que cargar esto?! ¡Si quieres decirme que soy un marrano asqueroso sólo dilo! ¡Dilo! ¡Te doy asco, yo lo sé! ¡Te odio!—sin querer me suelto a llorar y con pánico en su rostro se acerca a abrazarme.

-No estas gordo, te vez incluso bien. He visto a embarazadas…

-¿Qué haces viendo embarazas, pervertido?

-Tranquilo—hace un pausa—Y algunas se ven asquerosas, como vacas, pero tu luces bien, te sienta linda la barriga. Eres como un caballito de mar.

-¿Qué significa eso?

-M-me gustan los caballitos de mar, es un alago—dice con velocidad, sudando y nervioso.

-¿De verdad luzco bien?

-Sí, luces fantástico.

-Gracias, que lindo eres. Te prepararé algo de comer—voy a la cocina y le escucho suspirando de alivio.

No sé qué me pasa pero espero que le vaya bien con todo esto.

-Grimm, ya está la comida.

-Oye, ¿Podrías no llamarme Grimm?

-¡Yo te llamo como se me plazca!

-¡Está bien!—acelera a responder, sentándose  a la mesa—¿Qué es esto?—cuestiona a la mezcla que hice de macarrones con miel, sal de grano y soya, arroz con ketchup y agua de hojas de albaca.

-Tenía antojo de esto—estos antojitos siempre me son extraños pero sabe deliciosos siempre que lo pruebo—Come.

-No, quiero vivir aún—se levanta de la mesa y sin pensarlo dos veces le arrojo una de las sillas—¡Estás loco!

-¡Te lo prepare con mucha dedicación como para que dijeras que no quieres!—voy a él y lo pongo frente a la comida—¡Comételo, maldito infeliz o te juro que te lo meteré por el culo!

En ese momento estaba más azul de lo normal pero cambio a purpura después de comer la mitad del plato.

-¿Me puedo retirar?—cuestiona por debajo de sus manos.

-Sí—le digo con amabilidad y mientras termino el plato le escucho ir al baño con rapidez.

Dios, esto está muy bueno.

 

Por la noche ya lo encuentro recostado, con solo un pantalón de pana y el tórax descubierto, al ser la única cama me coloco a su lado y noto un leve temblor a mi cercanía.

-Lamento todo lo de hoy, no puedo controlarme—me disculpo y relaja el rostro.

-La verdad esperaba que fuera a hacer más sencillo—confiesa, girándose a mirarme, con su cabeza recortada en mano sobre el codo, estando sobre mí, haciendo que me sonroje.

Esta parte del embarazo no la conocía: tener mucho deseo.

-Sí… yo… también—respondo abochornado, de verdad no queriendo mostrarle este lado a Grimmjow, pues sé que no le gusto.

-¿Qué tienes? ¿Te sientes bien?—coloca su mano en mi frente y me sonrojo aún más, teniendo que poner una almohada en mi entrepierna, debajo de la barriga. Grimmjow mira hacia abajo pero se detiene el bulto de mi panza.

-¿Puedo?—pregunta con tacto y yo afirmo. Entonces pone una mano y su oído, por un momento todo se calma a mi alrededor con su sonrisa al sentir la patada que da el bebé, pero de inmediato se quita y lía cómo quitar ese rostro. Entonces vuelvo a observar sus músculos.

-Mierda…—digo por el dolor.

-Déjame ver—me dice, obligándome a quitar la almohada—Mmm, con que te he excitado.

-¡No! ¡Cállate! ¡Salte para que arregle esto!—así lo hace, dejando un poco triste pues quería sentir su tacto otra vez.

-Ni lo pienses—me dice en la puerta, como leyendo mis pensamientos—No me acostaré contigo así que ese será un capricho que no cumpliré—cierra la puerta con fuerza y tengo que masturbarme, cuando acabo salgo y lo veo dormido en el sillón.

Vuelvo tanteando la fría pared para no encender las luces. Ahora más que nunca duelen sus rechazos pero cada que intento llorar por su desprecio el bebé me patea. Puede que sea una señal.

 

Tocan el timbre, salgo a abrir y me entrega Hallibel a Grimmjow, envuelto y amordazado.

-Intentó escapar—comenta con su tenue y dulce voz.

-Gracias. Dijo que iría a caminar nada más—por pura venganza lo dejo de aquella manera toda la tarde.

 

-¡Grimmjow! ¡¿Dónde está mi chocolate?!—llega corriendo, sudando y totalmente agotado.

-Aquí… está… un… chocolate… de… mango… con… aguacate—le sonrió y empiezo a comer. Sé que todo esto extraño que le pido le hace amenazar a reposteros, chefs, cocineros y demás pero siempre me trae lo que le pido en un tiempo no mayor a diez minutos.

Hoy siento pena por él, este mes me la he pasado con gustos raros y mal humor porque tengo bochornos y vómito, pero aunque intento ser amable me es imposible.

-Cierra la ventana, tengo frio.

-Hace dos segundos dijiste que tenías calor.

-Ahora tengo frio.

La cierra y le doy las gracias.

-¿Puedes traerme un helado?

-¿No que tienes frio?

-Por dentro tengo calor.

-¿De qué…?—veo que apenas acaba su oración se arrepiente de ella.

-No pongas esa cara—me rio—Quiero que se de vainilla.

-Ah, entonces de vainilla—repite con alivio.

-Que tenga chocolate arriba.

-Sí, no hay problema.

-¿Puede ser chocolate belga?

-Es carísimo y no sé dónde…

-¡Consíguelo! ¡Todo quieres que te digan y te hagan, maldita sea!

-¡Ya voy!

-Antes de que te vayas, ¿Puedes abrir la ventana?

 

Tendrá que soportar esto por cuatro meses así que intentaré ser amable con él.

Intentando tratarlo bien, suprimo mis ganas de golpearlo y le permito salir por unas cervezas, me lo devolvería Zaraki pero inconsciente. Supongo que lo merecía.

 

Esta mañana luce muy bonito el cielo. Me pongo una camisa de Grimmjow y salgo al jardín, me siento debajo de un árbol y juego con un diente de león, lanzando sus semillas al aire. Creo que hoy le prepararé mucha carne, le traeré una cerveza y le dejaré descansar todo el día.

Se despierta cerca de las dos, por fin durmiendo todo lo que no le dejo, llegando a la cocina quizá por el olor.

-¿Qué haces?

-Te preparo la comida—muestra miedo en su cara.

-Es solo carne, no te asustes. Date una ducha y yo haré el resto—se va a hacer lo que le he dicho, aunque un poco confundido. Sale nuevamente con sólo un pantalón y la toalla en los hombros para que escurra el agua de su cabello.

-Huele bien—me dice, sonriente, y de la misma forma come con ánimo  y bebe igual—Luces muy bien hoy, shini…

-Dime como quieras, Grimm.

-Luces muy bien.

-Es por tu camisa, las otras ya me aprietan.

-¿Cuánto…?—nuevamente no completa la oración por temor a una reprimenda por no saber el tiempo de embarazo.

-Siete meses—me levanto a llevar los trates— ¿Quieres salir a caminar?—le invito.

-Sí, no hay problema. Deja me pongo algo—sube a vestirse, aunque se coloca una playera abierta que no hace gran diferencia pero le luce bien.

-¡Que día tan bonito!

-Nunca te vi tan feliz—me confiesa.

-Hoy me siento muy bien—digo con una risa que el acompaña.

Estamos fuera todo el día, de compras, caminando, viendo el lago y una película. Que relajado esta Grimmjow.

-Me iré a dormir. Estoy cansado—le digo pero va tras de mí.

-¿Puedo pedirte algo?

-Sí.

-Mañana podría ser igual—más que un pedido es un ruego.

-Sabes que no puedo controlarlo.

-Lo sé—se agacha con pesar y lo abrazo.

-Lo siento, Grimm—le beso la frente, luego la mejilla y… la boca.

-¿Qué haces?—me recrimina pero no puedo evitar traerlo nuevamente a besarlo hasta meter mis manos a sus pantalones, buscando su miembro—Bas… basta…—intenta alejarme más la barriga parece darle miedo de herirla. Eso me da tiempo suficiente para empezar a masturbarlo y en pocos segundos empieza a endurecerse. Gime sin querer y para evitar que ponga sus manos en mis hombros me bajo a lamerlo—No te atrevas—ordena. Sin embargo lo goza sin poder evitarlo.

Nunca antes le había hecho sexo oral a un hombre así que me esfuerzo en que quepa en mi boca, al no ser posible humedezco mis manos, lo masturbo y únicamente me introduzco sus testículos y la cabeza. Al poco rato está durísimo y su mirada se ha puesto lujuriosa a lo que pueda clavarse.

Aunque me levanto apenado no hay tiempo para eso pues su rostro expresa vergüenza a lo caliente que está y que desea cambiar de idea.

Lo beso lo mejor que puedo, llevando mi lengua hasta la suya, obligándole a colocar sus manos en mi trasero y finalmente su lengua juega con la mía, sus dedos buscan mi entrada sobre el pantalón y con un gruñido me sigue el juego, me lleva a la cama, se retira la playera y empiezo a sacarme la ropa.

-Date la vuelta—me pide con rapidez, yo coloco una almohada debajo de mi vientre y siento como se mete de un golpe.

Olvidaba que en este cuerpo nunca lo he hecho y eso duele muchísimo.

-Para…—le ruego pues empezaba a embestir—Por favor…

-No sabía…—no completa la oración. Se sale, haciéndome dar un grito, pero vuelvo con aceite de bebé y empieza a untármelo, luego se pone en sus dedos y con cuidado me dilata aunque ya hay sangre, pero el dolor pronto se va y con el suficiente aceite vuelve a meterse, quedándose unos minutos dentro—Voy a moverme—le afirmo, escuchando el asqueroso sonido de su miembro dentro mío, pero más bien me excita, empezando a gemir sin pena.

-Mi… mi estómago—le digo, haciendo que me gire y continúe con rudeza, centrando mi atención en la pared por el orgasmo que me llega, mejor aún que siendo mujer, obligándome a ver su rostro de gozo cuando se viene dentro, me besa con demencia y lo abrazo como puedo, pues me estorba el vientre—Duerme conmigo.

Afirma con cansancio, saliéndose de mí, acostándose a un lado y durmiendo abrazado a mi espalda.

La verdad no sé qué habrá pensado durante este momento. Algo me dice que… que nuevamente sólo fue calentura, después de todo leí que la pareja también sufre cambios de humor.

Notas finales:

Gracias por leer.


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