Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cuando los cerdos vuelen por sleeping god

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Una larga tardanza y aún así escribo tan poco. Una disculpa.

Y una doble disculpa con JYO que me dejo un mensaje y aunque prometi un capítulo en Cuentra cuentos, barbone pues dire que se descompuso mi computadora y perdí el que subiriía así que en cuanto tengo otro lo dispongo con gusto. Sin embargo este igual te lo dedico como feliz cumpleaños atrasado.

Bueno, a leer.

-Respira, tranquilo. Escucha mi voz. Vamos, respira hondo—por fin se va calmando—Ahora, suelta la silla, Grimmjow—la baja aún con la cara enrojecida de furia—¿Estás mejor?

-No, no realmente—admite, tenso.

-Siéntate—le hago tomar asiento y masajeo sus duros músculos de los hombros—Suéltate, Grimmjow. Poco a poco.

-No puedo… es que… ¡Estoy encabronado!

-Ya, ya—acaricio su cabello, notando que sus manos dejan de estar empuñadas y cada vez desciende más su mal humor—Sólo es un partido de futbol.

-¡No es sólo…!

-Sí, tienes razón—digo para que no volverlo a poner igual—Tienes toda la razón.

-Lo sé, lo sé. No era penal—por fin se desparrama en la silla y empieza a cerrar los ojos con las caricias y masajes.

¿Cómo llegamos a esto? Muy sencillo. Después de los ocho meses mi humor volvió a ser normal pero el de Grimmjow fue de mal en peor, como si el embarazado fuera él.

 

-¡La puta sopa esta fría, mierda!

-Es porque la sacaste del refrigerador—comento mientras me como una manzana.

-¿Qué no deberías tenérmela caliente? ¡Eres mi esposa ¿Qué no?!—sí, eso me emociona pero aunque así fuera no soy su esclava… esclavo.

-Caliéntala, no es muy difícil.

-¡Puta madre! ¡Ahora resulta que debo alimentarme a mí mismo después de ir a trabajar “honestamente”! Ya ni porque ni dije nada cuando te complací estando todo loco.

-Sólo fue una vez—me defiendo un tanto avergonzado por el incómodo… más bien, incomodos días posteriores—Además no voy a dejar que me grites. Ni trabajas tanto y diciendo que te caliente la comida pareces un inútil, machista, bueno para na…—¿Qué le pasa?

-Yo solo… es que… maldición…—está triste, tiene una cara como de gato a punto de ser dejado en la calle—Llego a la casa y tú estás muy ocupado viendo tu estómago y me siento como si no existiría ¡Como si fuera sólo un pene enorme para ti!—se suelta a llorar amargamente y admito, estoy lleno de terror que me hace ir a abrazarlo.

-¿Qué te pasa?

-¡Ni puta idea! ¡Odio esto! ¡Me estoy poniendo demasiado sentimental estos días!—lo abrazo y acaricio hasta que me aleja de golpe—No me toques, marica gorda—se va enojadísimo y no comprendo qué pasa por su cabeza.

 

-Ichi—esto no puede ponerse más raro—Ichi—me susurra al oído mientras leía al bebé—Estoy cachondo ¿Qué dices si… le damos lechita al niño?

-¿Qué?—me giro molesto.

-Para que se vaya acostumbrando—gruñe con lujuria, arrinconándome contra la pared del cuarto que he escogido como el del bebé, aunque hasta ahora sólo tiene una mecedora que uso yo.

-¿Estás bien?

-Bien caliente—empieza a manosearme y me niego levemente para no lastimar mi vientre—No pelees, Ichi.

-Grimm.

-Te cogeré gentilmente, dulzura—me sonrojo a que me hable de aquella manera: guarra con un toque de glaseado. Me da una nalgada y se me sale un grito—No te calles, amor.

¿Amor?

-Yo… yo también te…—antes de que lo pueda decir golpea su frente contra la pared detrás de mí.

-N-no entiendo… ¡No entiendo por qué chingados estoy tan caliente por tu culo!—se golpea otras tres veces, dejando un hueco—¡No quiero hablarte así! ¡No quiero ensartarte! ¡No te quiero!

Aún estoy algo sensible y con esas palabras me voy corriendo a la habitación, evitando con todas mis fuerzas llorar, mejor retorciendo la sabana y maldiciendo a ese idiota, insensible y vacío hollow.

-Lo odio, lo odio, lo odio…—digo hasta que me duele la garganta, entonces tocan un par de veces a la puerta de la habitación.

-Ichigo.

-Vete—le digo, metiéndome en las cobijas hasta la cabeza, acariciando nuevamente mi estómago para sentir al pequeño patear.

-Ichigo, déjame entrar.

-No.

-No puedes enojarte, le hará daño al bebé y crecerá con el ceño fruncido permanentemente—que no se haga el gracioso.

-¡A ti ni te importa este bebé!

-Sí me importa… sí me importas—me sonrojo y mi corazón late con fuerza, levantándome hacia la puerta—Eres… la madre de mi hijo, así que me importas—detengo mi mano que se dirigía hacia la perilla.

-Duerme en la sala.

 

Bajo en la mañana a desayunar, encontrando una montañas y montañas de trates.

-¿Qué significa esto?

Entonces emerge Grimmjow del piso.

-No podía parar de comer. Tenía antojo de todo.

-Te tocan los trastes.

-Eres una puta perra poco útil.

-¿Qu…?

-¿Crees que me veo gordo?—cambia el tema, mientras se mira en el reflejo del refrigerador de metal, vistiendo una playera negra entallada a sus músculos.

-No.

-Crees que estoy aguado ¡Admítelo!—me ordena.

-No.

-Tienes razón, estoy bien sexy. Igual me odio.

Con que eso soporto de mí, que horror.

Y cuando su tristeza se hacía profunda cambio a una dulce sonrisa.

-Note que la habitación del bebé está vacía. Vayamos a comprar las cosas necesarias.

-Sí, seguro ¿Está bien gastar tu dinero?—pregunto con tacto pues hace unos días le pedí un poco para comprar papel higiénico y me dio “mangos”, cuestión que no entendí muy bien pues no me dio dicha fruta.

-Sí, ayer le robe a un catrín idiota que rondaba la casa.

-¡¿Byakuya?!

-No lo sé. Pelo largo y negro, engreído, seco que parece odiar que lo salude un “plebeyo” así que en cuanto se apendejo le chingue la cartera.

-Eso no está bien.

-¡¿Tú que putas sabes?!

-Ya, está bien. Vamos de compras—pido para evitar otro arranque de ira mezclado con tristeza y trastornos alimenticios.

 

-Ya tenemos cuna, móvil, juguetes, cobijas, pañales, toallitas, talco, aceite para bebe, crema, ropa… ¿Qué nos falta, shinigami?—me cuestiona por detrás de las cajas de cosas que va empujando en el carrito.

-Me gustaría pintar su cuarto de azul.

-¿Será niño? ¿Cómo lo sabes? ¡Los sabelotodo como tú me enferman!

-¡No es eso!

-¡No me grites, loca!

Mejor me relajo.

-Lo digo porque presiento que tendrá tu color de cabello o de tus ojos.

-Si no es así no es mi hijo--¡Maldito grosero! Le arrojo una botella de talco a la cara, corre a donde estoy y se queda con la mano empuñada a unos centímetros de mi rostro, abro los ojos que cerré en acto reflejo y noto como baja la mirada al vientre.

-Lo siento—me sorprendo de escucharle decir algo como eso—Vamos por esa pintura.

 

La pelea nos hace pintar en silencio y para romper eso paso el rodillo por su espalda desnuda, haciendo que se retuerza en un escalofrió. Me rio y aunque está enojado cambia su rostro para pintarme la cara. En cuestión de segundos estamos completamente azules, la ropa se ha arruinado y la habitación está disparejamente pintada.

-Mañana la terminaré bien—me dice, cerrando el bota de pintura—Salgamos a comer.

-Sí—intento levántenme del piso donde me senté y me ayuda a hacerlo—Gracias, ya es muy pesado—entonces se inca y pone su cabeza sobre mi barriga, cerrando los ojos para escucharlo mejor—Creo que serás un gran padre—le comento y pone una mueca de burla.

-Lo dudo—me sigue hasta la regadera donde no se molesta en que me desvista con él presente. Empiezo a temblar pues espero que se meta conmigo e intente algo más pues no se mueve, sólo observa—Leí que los hombres… bueno, los otros que no están embarazos también sufren de cambios hormonales.

-Sí, también leí eso—respondo, metiendo a la regadera.

-Eso explica porque me he comportado como un loco este mes.

-Sí, así es.

-¿Cómo planeas llamarlo?

Desearía que se incluyera en esto.

-No lo sé.

-¿Cómo planea criarlo?

-No lo sé.

-¿Lo tendrás aquí contigo nada más?

-¡No lo sé!—grito asustado de ese futuro, realmente no tengo idea de qué haré yo solo, tengo miedo de cuando nazca, de cuando lo tenga en mis brazos y de volver a casa sin saber si tiene hambre, sueño, necesita ser cambiado o simplemente abrazado. Llorare con él porque estoy asustado.

El sonido del agua sobre mi espalda para por tenerlo ahí conmigo cubriendo las gotas.

-Es mi hijo así que no tiene derecho a estar asustado. Cualquiera que sea algo de mi debe ser fuerte así que no temas.

No me atrevo a llorar y menos a abrazarlo.

Se ducha conmigo sin tocarme, igual nos vestimos (uso sus camisas pues lo único que ya me queda) y salimos a un restaurant cercano.

Nos sentamos y él pide medio menú mientras yo espero el plato del día.

-Pareces cansado—le comento al peliazul que se recarga con pesadez sobre la mesa.

-Un poco…—empezamos, sin querer, a escuchar a un grupo de sujetos hablando sobre mi estómago, primero preguntándose si sería una mujer muy masculina o un tipo muy gordo, después haciendo mofa de Grimmjow y sus gustos raros, volviendo a mí y a burlarse de mi prominente panza—Dame un momento—se disculpa, se va con pesadez a la mesa de aquellos sujetos y empieza a golpearlos. Entonces me levanto tan rápido como me es posible, tratando de sostenerle por la espalda junto con tres meseros, empujándolos con sencillez hasta que me golpea con el codo y me manda al piso.

Lo primero que hago es sentir mi vientre aunque únicamente haya sido un sentón.

-¡Ichigo! Perdóname, no fue mi intensión—dice con velocidad, revisándome todo con gran preocupación—Lo lamento, no te vi ¿Estás bien? Te llevaré con Unohana.

-Estoy bien. Además mañana iremos a chequeo.

-¿Seguro que estás bien?

-Sí—parece querer sonreír sinceramente hasta que nos interrumpe un hombre.

-Disculpen pero tienen que irse—nos ordena con mal humor al desastre causado.

-Igual no dejaría que mi embarazado comiera su basura—me lleva a rastras y la emoción inicial cambia cuando me doy cuenta que… todo lo que ha hecho y dicho quiere decir que soy una incubadora de algo suyo: su hijo, quizá lo único que le importe—¿Qué pasa? Vas muy lento y me muero de hambre ¿Qué te parece una pizza? De salami ¿verdad?

-Lo que quieras.

-Oye, no estés enojado porque nos sacaron de ahí. Seguramente ni estaba tan buena su comida.

Es tan imbécil, debería odiarlo más; es tan poco considerado que debería alejarme, y es tan triste que quisiera derrumbarme pero no ahora.

-Ahora.

-¿Qué?

-¡Ahora, Grimmjow! ¡Mierda, me duele!—le grito mientras me mata el estómago.

-¿Ahora? Ahora ¡Ya! ¡¿Qué se supone que haga?!

-¡Haz algo! ¡Lo que sea!—me voy inclinando de dolor hasta tocar el piso.

-¡Bien! ¡Bien! ¡Tranquilo!

-¡¿Cómo quieres que…?!

-¡Ya se, soy un pendejo pero estoy presionado!

-¡Ve por Unohana…!—resistiré aquí porque no puedo moverme ¿Qué?

Me alza en sus brazos, corriendo tan rápido como su cuerpo humano le permite con todo mi peso.

-¡Bájame y ve por ella!

-¡No, no te dejaré a la mitad de la calle, primero te dejare en casa y ya en mi cuerpo real ir a la sociedad de almas! ¡Será sencillo!

-Pero…

-¡Tú eres el que pare así que no tienes ni voz y no voto!

Si no me doliera tanto.

-¡Arrgg! ¡Grimmjow!

Notas finales:

Algunas cosas que decir para aclarar.

Lo de "No era penal", bueno, para quien no lo sepa se hizo popular por la marcacion del arbitro en el partido del mundial México vs Holanda.

Sobre la palabra "mangos", aquí se usa decir "Te doy mangos" como decir "No te doy nada".

Para los que lo pidieron, el de Grimmjow será el siguiente.

Última cosa, quien guste que me pueda dar un nombre para el cachorro de estos dos... la verdad no se me ocurre.

 

Ahora si: Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).