Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cuando los cerdos vuelen por sleeping god

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Primeramente el título, es africano (Ignoro totalmente si está bien dicho ese idioma) y viene significando literalmente "Ser el puerco en el cuento" a lo que se podría decir cómo ser el malo de la historia o, haciendo alusión a un animal un poco más occidentalizado, el lobo del cuento.

El fin, aunque pedí el nombre del cachorro parece que ya lo tengo aunque no será revelado aun.

Bueno, ahora sí, lean.

-¡AAAHHHHHH!

-¡Tranquilízate!—ordena Unohana pero es imposible hacer lo contrario.

-¡No puedo, me está rompiendo los dedos!—se queja Grimmjow a mi mano apresando a la suya mientras me recuestan en la camilla.

Rápidamente pienso un poco en él, en el sudor cayendo por su frente mientras corría a dejarme a la casa, casi tropezando y apretando los dientes con furia cuando tenía que detenerse por un semáforo o a sus pies yendo más lento, después dejandome con cuidado en su sillón y diciéndome casi sin espacio y a gritos “!Todosaldrábien,loprometo!”, quitándose el gigai y desapareciendo para volver más tarde con Unohana y equipo médico para desplazarnos con Urahara. Vi su miedo impreso en sus fracciones, sus manos temblando, su pecho subir y bajar entrecortadamente pero también el cambio radical al mirarme y sonreír dulcemente mientras repetía, esta vez con calma, “Todo saldrá bien, te lo prometo”.

Volviendo a la realidad le suelto los dedos y paso a su muñeca.

-Debo preparar la anestesia justa. Deberás resistir un poco, Kurosaki Ichigo, pues se supondría que darías a luz en un mes—me dice, dejándonos a los dos con nuestro dolor.

-Ichigo… me estás… rompiendo el brazo… ¡Me duele, maldición!—se queja pero ya pasó el momento de pensar en él y ahora soy puro egoísmo.

-¡¿Y tú crees que a mí no?!

-¡Lo sé! Pero… al menos cambia de mano—me pide, dándome ahora la izquierda. Pegó un grito y recojo los pies, soportando la tortura—Respira, tranquilo. Mírame, exhala e inhala.

-¡Es al revés, perfecto imbécil!

-¡Hazlo en el puto pinche orden que se te dé la gana pero relájate!

Le hago caso, empezando a sudar pero destensando los músculos.

-Vas bien. Piensa en algo agradable.

-¡No puedo pensar!—me quejo ante una oleada nueva de dolor.

-¡Ya! Entonces imagina una tarde anaranjada, la brisa fresca de un lago…

-¿Con ranas?—cuestiono soltando el aire con velocidad.

-Sí, muchas ranitas verdes que hacen “croac”

Me rio un poco.

-Estás sentado a  la sombra del pórtico, con una limonada a tu derecha y con un bebe durmiendo en tus brazos, él está sano y tú muy feliz.

Quisiera estar ahí pero…

-¿Y tú?

-Yo estoy ahí, detrás de ustedes.

-No me gusta—me quejo, apretujando ahora su pantalón.

-Entonces a tu lado, abrazando a ambos para que no tengan frio. Estamos posando para una foto, la primera foto de un gran libro…

-Listo—interrumpe Unohana con una jeringa en mano—Te dormiremos y cuando despiertes todo estará terminado.

Tengo miedo.

-Grimm.

-Me quedaré aquí, me verás al despertar—afirma agarrándome la mano contraria a la que están inyectando—¿De qué color tendrá los ojos?

Pregunta mientras hace efecto la droga, a pesar de que le han dicho que ya salga.

-Azul… cielo—susurro.

-Eso, serán…

No escuche más.

 

6666666666666666666666666666666666666666666666666666666666666666666666666666666

 

-¡Que alguien me mate! ¡Esto es una mierda!

-Tranquilízate, Grimmjow—me pide el ¡Puto sombrerudo de mierda que está muy pinche tranquilo y…!—No me mates, por favor—se burla mientras lo sostengo en lo alto—Debes calmarte, apenas van 5 minutos.

-¡Cinco minutos, cinco horas ¿Cuál es la puta diferencia?!

-Son…

-¡No me respondas!

Me siento una vez más y me vuelvo a levantar a caminar en círculos. Maldigo estas personas por traerlo aquí a parir ¡Chingada madre! Pinche lugar antihigiénico, mejor lo hubieran llevado a un jodido basurero. Si Aporro siguiera vivo se lo confiaba más, quizá era más puñal que una catarina pero mínimo el suyo si era laboratorio, no que estas madres…

-¡Ah, ¿Cuánto más?!

-Van seis minutos.

-¡Y dale con el perro tiempo!—se acabó, necesito aire.

Salgo a la noche, mirando ese cielo humano lleno de luces y mejor bajo la vista al suelo. No puedo creer lo nervioso y ansioso que estoy, y a la vez preocupado. Justo cuando solté su mano me di cuenta que temía que algo le pasará a él… y no al bebé.

Intento pensar en esa fotografía, ese lugar y aquel calor que es su cuerpo vivo.

-Vivo—repito para ver mis propias manos y cerrarlas poco a poco. Mierda…

¿En qué estoy pensando? ¿Yo? ¿Una familia? ¿Hijos?... ¿Ichigo? Es un mal chiste, no ni siquiera puede ser considerado un chiste.

Me hinco y cierro los ojos, poco a poco me sumo en la nada a la cual estoy tan acostumbrado, esa manera de que las décadas de soledad que se pasan en Hueco Mundo parezcan segundos. Y todo porque no quiero pensar en él, ese idiota que me obligó a hacer lo que jamás quise, el maldito shinigami necio de aceptar un rechazo que no recuerdo y luego venir a decir que tendré una criatura ¡Mierda! Ni siquiera una vieja me haría eso, se daría cuenta que soy la peor opción de padre…

-Joder—me demando al darme cuenta que no estoy logrando caer en ese silencio blanco y mejor me levanto otra vez a escupir al suelo.

-Grimmjow—me llama uno de esos doctores y entro lentamente. Toda mi adrenalina se ha ido—Baja tu reatsu o podrías lastimarla.

Es una niña.

Esta envuelta en una sábana azul claro, es muy pequeña y al pasarla a mis brazos, noto su rojiza piel de recién nacido, unas matas de cabello castaño claro y lleva sus ojos cerrados.

Dicen que todos nacemos con los ojos azules así que probablemente tenga razón. Probablemente, nunca lo sabré.

-¿Grimmjow?—me nombra Unohana a mi rostro en el suelo.

-Lo siento—atino a decir, frustrado y hasta encabronado con que me vea deprimido—Lo siento—se la entrego—Dile eso a Ichigo.

-¿A dónde vas?

-Es suficiente. He tenido suficiente—salgo huyendo de ahí sin reparar en nada.

Cuando mis pies tocan la arena me vuelvo a sentir yo mismo.

El rey de Hueco Mundo ha vuelto.

 

1515151515151515151515151515151515151515151515151515151515151515151515151515151

 

Una niña… sin padre. Yo sé que es que te falte uno de ellos.

Aunque no demuestro mi sorpresa realmente no puedo creer que se haya ido. No esperaba ciertamente que rompiera su promesa de verlo al abrir los ojos.

-Te ayudaremos, Kurosaki Ichigo—me dice todo el escuadrón de Unohana, asiente Urahara y Yoruichi detrás de él.

-¿Por qué lo dejaron ir?—cuestiono algo indignado.

-¿Qué sentido tiene que lo obliguemos a ser padre? No haría ningún bien, Ichigo—me responde la gata siendo demasiado sincera—No lo necesitas.

No, pero así me parece en este momento.

La pequeña bosteza entre mis brazos y esta es la primera sonrisa que le dedico y por un brevísimo instante olvido todo el miedo que tengo.

 

Fue sencilla la semana con todos, diciendo qué hacer y cómo hacerlo. Ayudando a cuidarla y cuidándome la herida del estómago.

Tiene los ojos azules, aunque no azul cielo, sino uno más oscuro. Aun no la he nombrado, he dicho que porque no se me ocurre pero la verdadera razón es una esperanza de que él vuelva, que nos espere en casa y podamos decidirlo.

 

No hay nadie, ahora estoy solo y apenas un par de horas después empieza a llorar amargamente y no es que tenga hambre, necesite ser cambiada o abrazada. Lloro también y pienso que sabe que aquí algo falta.

 

-Cuando tu madre murió—me platica mi padre, cargando a su nieta para que la vean mis hermanas—Tenía muchísimo miedo. Me dejó con tres niños que aunque no era ya unos bebes requerían de cuidados que ella siempre les dio. Pero recordarla me daba fuerzas y verlos crecer y tener su sonrisa siempre me animó a hacerme fuerte por ustedes—no sabría en ese momento agradarle lo suficiente porque sus palabras y las risas de ella me hicieron ser firme en mi decisión de escuchar cuantas veces se pudiera su dulce voz cuando sonríe.

 

6666666666666666666666666666666666666666666666666666666666666666666666666666666

 

Es como ver fotografías, su cara, sus ojos y su sonrisa. Extraño su voz ¿Dónde estoy? ¿En qué estoy pensando?

Aquí no hay nada pero… ¡Soy el rey de Hueco Mundo! ¡¿Cómo es que me siento tan….?! ¡Ja! Que imbécil. Obviamente porque es lo que soy. Nada más.

No quiero cerrar los ojos. Me quedaré viendo las dunas por siempre.

Es cansado, demasiado blanco. Los cerraré otro segundo.

Ahora es como ver un futuro… no, un sueño. Ahí está, esperándome con la niña en brazos, con la casa habitada y en su rostro se lee un “Hogar”.

Los abro.

Este es mi hogar, es donde nací pero adentro no hay nadie. Nadie me esperó ni le importa que vuelva.

No importa, me acostumbraré nuevamente a las largas jornadas sentado sobre mi espada clavada en un pilar, mirando a la luna e imaginándome más fuerte, cada vez más fuerte, esperando a que pase cualquier hollow y lo devoraré. Cuando me aburra volveré a andar por este eterno camino, pateando los cadáveres de los débiles, amontonando más, hasta donde no encuentre más siendo el más poderoso, tanto que me temerán. Estaré solo en la oscuridad. Pero un rey no se detiene.

Vacío.

Dejaré de pensar en él. Espera… ya lo recuerdo: la cicatriz.

Paso mis dígitos por la piel rugosa donde el dejó su marca en esa primera pelea. Era un niño muy estúpido que creció muy rápido. Jamás me interesé tanto en un shinigami y estaba tan obsesionado con derrotar a alguien tan poderoso.

Perdí, jeje. Ya recuerdo, él me salvó y con ello perdió todo mi respeto. Era igual a todos los humanos, benévolos, heroicos y orgullosos… cuando pueden ¿Habría hecho lo mismo si no tuviera oportunidad de ganar? No, así son los humanos y era igual. Ya no me interesó nunca más.

Supongo que una vez que se volvió mi héroe todo acabo, debió quedarse como mi enemigo.

Adiós, shinigami.

No suena nada. No huelo nada. No veo más. Hay algunos hollows cerca que voy a cazar por puro placer. Me levanto en la hoja afilada de pantera…

Momento. Me salvó la vida y yo pago mis deudas. Las pago.

Arranco mi katana y me arrojo a una garganta que abro, corriendo hasta ese cuerpo falso y seguir, lo más rápido que pueda, debo de pagar mi deuda.

No he olvidado el camino por el que tantas veces intente escapar, pasando la esquina con la casa verde, siguiendo hasta la tienda de comestibles, cruzando la calle donde está el semáforo con una estampa que dice “FUCK U” siguiendo a escuchar el ladrido del terrier y finalmente entrar a mi casa de ese horroroso color rojo coagulo.

Al demonio la educación de tocar o regresar por las llaves con Urahara.

-Shinigami—digo, abriendo la casa a la fuerza para encontrarlo de pie a mitad del hall—Me salvaste, perro—lo levanto por el cuello, ignorando a la niña en sus brazos—No tenías por qué salvarme.

-¿A qué viene eso? ¿Por qué regresaste?

-¡cállate! Estoy vivo por ti así que…—lo bajo de golpe  y le doy un empujón de mala gana—… te debo una vida así que si esa niña sobrevive al menos un día gracias a mí lo habré pagado.

-No te quiero aquí.

-No lo entiendes, no es tu decisión—afirmo mientras abraza con fuerza a la niña.

-Pues vamos a ignorarte.

-Pues igual no me voy—reniego con su cara molesta, queriéndome hacer sentir mal y yo me coloco en otro papel, el malo aquí soy yo pero que parezca  que es él.

No importa. Está bien, seré el villano entonces. Siempre he sido bueno con ello, además es simple para mi mentir, después de todo lo estoy haciendo ahora mismo porque, siendo sinceros, quiero llorar de alegría.

Notas finales:

Gracias por leer.

El próximo será más divetido, lo prometo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).