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Cuando los cerdos vuelen por sleeping god

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Notas del capitulo:

Ya llevaba un tiempo sin escribir así que subí el primero que acabé, que fue este. Espero pronto también actualizar BREAKOUT para quien lo lea.

El título es frances y literalmente-según un traductor de internet- es: "Si los puerquitos no se lo comen", que vendría a ser algo como si nada se interpone o nada le estorba.

Sin más, lean.

-¿Qué significa esto?—cuestiono indignado.

-Es tu hija, gato tonto—me indica a los minutos que me ha dejado verla.

-Claro que no ¿Te volviste a abrirte de piernas?—me la arrebata completamente furioso.

-¡¿Cómo puedes volver y negarla?!

-¡Porque no es la misma!

-¡Es porque creció!

-¿Creció? ¿Tan rápido?

-Te fuiste todo un año—esta vez hay gran resentimiento en su voz.

Un año ¿Eh? Si no fuera yo me excusaría diciendo que es diferente su concepción de tiempo a la mía pero simplemente dejaré que piense que no me importa.

-Bien, significa que me salté las noches de levantarse a dormirla.

-Nada de eso, si te vas a quedar te tocara todo eso y más—me sentencia, entregándome—cámbiala.

-¿Qué?—y heme aquí, con una niña de un año dormida a la espera de que sea… un padre decente.

El maldito shinigami espera que pregunte y pida ayuda pero no lo necesito, le enseñare la falta que le hago hasta que ruegue que me quede.

 

-A ver… eh… ¡¿Cómo es que se llama?!—grito desde la alcoba azul de la niña, con el shinigami en la planta baja. Le escucho subir y con una cara que indica que desea matarme me grita:

-¡Aun no tiene uno y es tu culpa!

-¡¿Cómo puede…!—callo pues su sonrojo creciente me hace entenderlo. Me ha esperado… mierda, eso es quererme mucho—Ah… bien.

-Cámbiala—me repite y se marcha.

Empieza a deslumbrar sus ojos azul oscuro y aunque parecía a punto del llanto no lo hace, pero parece confundida a que sea azul mi cabello.

Ahora sí, no puede ser tan difícil. Le quito el overol rosa, dejando el maloliente pañal a la vista… aquí, quito estas bandas y…

-¡Oh, por dios! ¡¿Qué le das de comer?!—voy a vomitar…

Respira, tranquilo. Otra vez. Lo primero es limpiar…

-¡Santo dios!

-¡¿Qué tanto dices en otro idioma?!

-¡Jesús, María y José!

Imposible.

 

-Ya la cambié—me indica el shinigami mientras termino de devolver el estómago.

Mierda, eso no salió como esperaba.

De pronto comienza a llorar y me la da.

-Cálmala.

Ya lo decía yo, soy la peor opción padre.

Intento imitar el balanceo de una madre, hablarle lindo y apapacharla pero nada funciona. Al desesperarme vuelve el shinigami a salvarme.

-¿Crees poder preparar su comida?

-¿Qué mierdas voy a andar sabiendo?

A este paso… tendré que irme.

-Da un paseo con ella—dice y noto sus ganas de hacerme sentir bien… útil, más correctamente.

Salgo al parque de la colonia vecina y solo así deja de observarme tan detenidamente ¿Sospechará o me estará reclamando algo? Niña engreída ¿Qué se cree? Soy su padre y me debe respeto.

Me señala hacia un árbol y con curiosidad observa las libélulas con esos ojos tan extraños que tiene. Ciertamente no tiene ningún parecido conmigo pero… jeje, es tan bonita como Ichigo.

¡¿Cómo quién?!

-¡No, no, no! Bueno, debo admitir que…—me vuelve a mirar con todo interés—… era bonito… bonita como mujer y ahora… admito que es ¿Lindo? No es exactamente masculino—por un asqueroso momento me lo imaginé sonriendo mientras me nombra dulcemente—Son ideas mías ¿no crees?—por fin me sonríe y le devuelvo el gesto—Debe ser desagradable llevar un año sin nombre así que creo que te pondré uno ahora mismo.

 

Van un par de horas y tengo seco el cerebro ¿Cómo puedo poner un nombre cuando ni a Pantera le pude poner uno?

Me estoy cansando de ayudarla a caminar y las mamás sabroseandome… está bien, solo de lo primero.

-Ichigo… Ichigo… Ichigo… ¿debería nombrar parecido a él?—se ríe y da un par de pasos sola hasta caer. Espero el llanto. No lo hay, se levanta a gatear por el pasto. Es fuerte, digna hija mía con ojos color azul…—Índigo—Bingo—Chaparrita, vamos. A tu madre le va a encantar aunque…—la levanto—No puedes decirle que lo relacione con él—¿Por qué me mira tan detenidamente?

 

-¡¿Por qué se tardaron tanto?!

-Cállate, que molesto eres—se la entrego ya dormida—Por cierto—menciono a media escalera—se llama índigo y me vale madres si te gusta o no.

No giro a verlo pero sonrió porque él, estoy seguro, hizo lo mismo.

Duermo en la sala repasando ese día y llegando a una conclusión: ¡NO ME INTERESA EN LO MÁS MÍNIMO EL SHINIGAMI!               

Entonces ¿Por qué…? ¿Qué es esto? ¿Por qué no puedo evitar odiar a alguien que no conozco?

Habla tranquilamente con un sujeto moreno y alto. Sonríe. Él la carga a Índigo ¿Por qué toca a mi familia? ¿Por qué habla tan bien con el shinigami? ¿Qué ocurre aquí?

-Vamos, Grimmjow—nos retiramos y aunque ese sujeto se despide de mí en cuanto no me ve el shinigami le levanto el dedo medio.

Eso fue raro pero no pasara de nuevo.

 

En solo una semana ha entablado plática con 10 personas ¡Diez! ¿Qué conoce a todo el puto mundo? Un saludo por aquí, otro por allá, que voy ver a mi familia, que salgo con amigos, que solo saludé al vecino, que es un sordo… puras excusas para andar moviendo el culo frente a todos. Lo único bueno de esta situación es que ni me importa, tanto así que me da igual que siempre se sale siempre me diga a dónde y con quién. Es puro formalismo.

 

Llueve, maldita sea, quería salir a hacer ejercicio.

-Descansa, no tienes que ejercitarte diario. Ya sé que tomas esteroides.

Que ganas de hacerme encabronar.

-Para tu información, son naturales todos y cada uno de mis músculos. Además me aburre estar encerrado todo el día—siempre que llueve es lo mismo, me molesta un poco y luego se queda junto a la ventana muy quieto.

Debo dejar de verlo todo el tiempo.

 

-Te toca—me ordena Ichigo, dormido en la otra cómoda pero la misma habitación.

No me puedo mover, la flojera me impide abrir los ojos.

-Sé que estás despierto.

Gruño.

Es imposible.

-¡Ya ve!—le grito, poniéndome la almohada en la cabeza para no escucharla.

Se levanta y lo agradezco.

Que sueño.

 

Aborrezco el color de esta casa.

-¿Ya está la cena?

Dios, que lento es.

-¿Puedes calmar a índigo aunque sea, inútil de mierda?

Me levanto mientras rezongo.

-No es mi culpa que cocinar, limpiar y todo lo que quieres que haga sea tan difícil.

-Yo puedo hacerlo, entonces ¿Eso te hace un inútil?

-Sé hacer cosas de hombre—reniego alzando a la pequeña, elevándola hasta el techo y volviéndola a atrapar mientras se ríe demasiado.

-No se te vaya a caer.

-No—solo ha pasado una vez y fue en sillón, suerte que no estaba.

-No ha pasado ¿Verdad?

-No.

-Grimmjow, se sinceró—empieza a molestarse.

-No.

-¡Voy a matarte!

-¡Pero dije que no!

-¡Padre irresponsable de mierda!—dejo a índigo en el sillón y corro de la ira de una madre.

Ella ríe con fuerza. Ríe mucho. Yo también. Joder, también Ichigo.

 

-Grimmjow, te la encargo. Voy a salir un momento.

-Seee…—digo fingiendo ver la televisión—¿Con quién vas?—cuestiono sin voltearlo siquiera a ver.

-… Con alguien—solo escucho la puerta cerrándose, la niña jugando en la sala y mi cabeza taladrándome. Es la primera vez que no me da nombre. No puedo moverme, estoy sorprendido.

-No es nada—apago la t.v y pongo mi cabeza entre las manos.

Últimamente sale más de lo usual. Tengo entendido que va un lugar llamado universidad pero está allá más tiempo del acostumbrado, se baña antes de irse, no contesta inmediatamente mis llamadas como antes y he notado también que está más inquieto en la noche o más perdido en sus pensamientos por las tardes—¡¿Qué estoy pensando?! No es mi asunto. Me quedaré aquí viendo televisión el día entero, compraré un six y después arreglaré salir por unas putas. Eso haré.

 

-Calla, Índigo—le digo a la pequeña que ríe en la carriola mientras observo a Ichigo con un sujeto, bebiendo una malteada en un establecimiento, platicando, riendo… me dije que solo venía por curiosidad pero estoy furioso ¿Por qué?... bueno, es simple… sí, porque debería estar cuidando a su hija y no de zorra fácil… es por eso, es por eso.

Suspiro, recargándome en el árbol y subiéndome las gafas negras a la cabellera. Debo verme ridículo usándolas cuando es de noche.

Mierda, me siento enfermo.

Vuelvo a mirarlos y entonces me destrozo por dentro. Aquel sujeto lo besa…

Duele… mucho más que una herida o un desmembramiento.

Ichigo se agacha a recargar su cabeza en el pecho de aquel y es abrazado.

Sin duda acabaría a golpes a aquel tipo con solo ingresar, darle la vuelta y destrozarle su cara de un solo derechazo. Entonces entro caminando, con la carriola y con los ojos en el azulejo blanco digo:

-Me cansé de esperarte, Ichigo.

-¡Grimmjow!—dice impresionado de que este ahí.

No puedo mirarlo, no quiero ver sus ojos porque se nota cuando está feliz, triste o… enamorado.

-¿Este es Grimmjow?—dice el sujeto—Ichigo volverá más tarde.

-No, está bien. Vamos a casa.

Eso, ven aquí. Aléjate. Vamos, rápido.

-Prometiste quedarte más tiempo hoy—le reclama.

-Sí…

-Él se encargará.

-Sí—no, vamos. Vuelve a casa.

Le toma la mano con tanta confianza, le sonríe con naturalidad, sus dedos tocan demasiado la piel del shinigami, respira demasiada cerca de él ¿A dónde se lo lleva?

Los sigo fuera del establecimiento intentando no verlos pero cuando noto que vuelve a tomarle el rostro no lo pienso y me entrometo con un empujón entre los dos.

-¿Qué haces?—pregunta Ichigo. Creí que él era el listo ¿Por qué no me explica qué mierdas estoy haciendo?

-Sabía que algo tenías con Ichigo—habla ese tipo— Te gusta ¿No es verdad?—me sobresalto pero me acoplo a mí mismo y frunzo el ceño—Sí, te gusta. Es una lástima. Ichigo ya te cambió, te esperó demasiado tiempo y ahora está conmigo—lo sujeta de una mano y yo de la otra.

El shinigami me mira sin creerlo.

-¡Deja de verme así!—le digo porque me da vergüenza.

-No tienes ningún derecho—me recrimina el sujeto ahora encabronado. Bien, a los golpes si se contestar—No tienes ni idea por lo que pasó. Yo sí, estuve ahí todo el año que no estuviste. Lo cuidé, los cuidé a ambos. Necesitó tanto a alguien y me tuvo ahí. Lo conozco mejor que nadie. Me necesita y no a ti.

-No digas pendejadas—indico sin querer soltar la mano de Ichigo.

-¿Qué necesita él de ti? ¿Qué sabes de él?—me fulmina con la mirada y permanezco firme más la mano de Ichigo me suelta.

-Ya basta. Vámonos—dan un par de pasos y digo:

-Yo… yo calmo a la niña aunque no sea de una manera convencional.

-¿Qué más?—intimida y esta vez me preocupo, revisando mi mente. Si, la calmo arrogándola hacia arriba… pero no puedo cambiarla, por las noches me niego a levantarme, no sé cocinar, la leche siempre está demasiada caliente e Ichigo se la da, nunca la he bañado, arreglado o…

-Y-yo…—me sale entrecortado al querer salir con la siguiente pregunta ¿Qué sé de él? Nada, absolutamente nada. Nunca le he preguntado algo, lo que sea—… No—me reniego. Si es que me gusta soy aparte del peor padre el peor pretendiente—Lo siento—le digo al shinigami.

Me ha derrotado un imbécil que no conozco pero esta vez siento como si hubiera apostado algo aún más valioso. Si lo aposté reconozco que fue mío… y ni cuenta me di.

-Vamos.

-Sé que te gusta caminar antes de que caiga el sol—menciono porque es a la hora que sale solo, sin su teléfono—Sales a pensar o alguna madre así porque no quieres que te interrumpan; no te gusta que la casa este a oscuras, dejas las cortinas corridas y la ventana abierta; no tienes buena mano para las plantas porque las riegas muy seguido y luego lo olvidas por semanas, lees cuando hace calor y por las noches—no sé qué lee, lo miro a él—cuando llueve piensas en algo triste y cuando para parecer que te dices “Estaré bien” y te quedas un momento quieto como esperando…—maldición, debí preguntarle algo alguna vez, no ser tan grosero. Debí darme cuenta--… esperando que alguien te diga que está bien—no he podido mirarle en todo el monologo. Ciertamente no tengo ni idea de su comida, color, película, animal o lo que sea favorito, lo que no le gusta, cómo se llama su familia, ni los conozco, incluso olvido su apellido.

-Buen intento—se burla ese sujeto.

Índigo hace trompetillas.

Nunca debí volver. Incluso debería alegrarme que este hombre este aquí.

-¿Ichigo?—levanto la vista con la pregunta del otro sujeto porque el shinigami… parece que va a llorar.

-¿Shinigami?

-Eres el mayor imbécil de este mundo—me dice a mí.

¿Qué significa eso?

¡Arrrg! Odio que no hable.

-¡Habla, mierda ¿Por qué me miras así?!

-¡¿Cómo me ofendes después de decir todo eso?!

-¡Te ofendo porque se me da la gana y digo cosas estúpidas todo el tiempo ¿Por qué esas son especiales?!

-De verdad que eres estúpido—dice entre burlón y alegre—Lo siento. Me quedaré—le comunica a ese tipo.

-Ya escuchaste, vete, hij…

-Grimmjow.

Aunque no lo insulte es lo mismo, gane. Yo siempre gano.

Me mira con esos ojos de enamorado. Sonrió. Debería hacer lo mismo y ya rendirme. Le abrazo, alzo su rostro, cierra los ojos y doy con la carriola avanzando a la carretera. Corro para sujetarla justo antes de que pase un auto.

-Eso estuvo cerca.

Ichigo la saca y la abraza con fuerza.

-Olvidé decirte que ya no sirve el seguro—me dice acongojado por el susto.

-Descuida, solo le salvé la vida—pasa un auto a gran velocidad apagando por un segundo la risa de índigo.

No hay nada gracioso aquí.

Mi deuda está pagada. Ambos lo sabemos y su terror aumenta.

Les admiro como la fotografía que alguna vez describí y sonrió para mis adentros. Ahora comprendo que quien la toma soy yo e Ichigo no sonríe plenamente, no hay nadie atrás pero el shinigami es tan fuerte que puede solo con ese peso de un hogar incompleto.

Me marcho esta vez definitivamente.

-Adiós.

-Gri…

-Habría estado contigo si esto nunca hubiera pasado.

Notas finales:

Gracias por leer.

P,D; si alguien tiene una sugerencia sobre ese "tipo" puede decirla, la verdad ni siquiera planeo ponerle rostro así que cualquier idea es bienvenida.


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